“Fondo Juncker”: el milagro financiero de los panes y los peces

Han coincido esta semana en el Europarlamento de Estrasburgo dos intervenciones de alta resonancia, aunque de muy distinto perfil. Las palabras delPapa Francisco y el plan para el relanzamiento del crecimiento europeo del nuevo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. Les une la misma doctrina, pues, el político luxemburgués es socialcristiano y, sin duda, algo de acto de fe hay en el planteamiento del Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas, ya bautizado como Fondo Juncker. Que Europa está estancada y que dicho estancamiento está destrozando empleos y gran parte del tejido productivo de las pymes, no es ninguna novedad. La monocorde respuesta dada a la crisis financiera mediante ajustes presupuestarios ha supuesto la caída drástica de la inversión en la UE. Ese déficit neto inversor se cifra desde el inicio de la crisis en unos 270.000 millones de euros, cerca de un 20% desde 2007, es decir, unos 50.000 millones de euro anuales, de ahí que la Comisión se plantee ahora un plan que debería recabar en torno a 300.000 millones de euros para estimular la economía europea. Y para ello se tira de la vieja teoría keynnesiana de generar inversión pública como multiplicador del crecimiento, aunque con el especial aditamento del paso del plan por una suerte de ingeniería financiera que es una suerte de milagro de los panes y los peces.

¿Pero realmente qué pone Europa de su bolsillo público?. Pues bien Bruselas usará 16.000 millones del presupuesto europeo y 5.000 millones del Banco Europeo de Inversiones para cimentar el Fondo Juncker, un plan inversor que confía en levantar dinero en los mercados y entre el sector privado hasta alcanzar 315.000 millones en infraestructuras energéticas y de transporte, en la agenda digital y a través de pymes. La Comisión Europea cifra el impacto macroeconómico de ese plan entre el 2,5% y el 3,1% del PIB en los tres próximos años, con la creación de 3,3 millones de empleos hasta 2017 si las cosas salen bien. El dinero realmente nuevo se reduce a 2.000 millones. Y para evitar que las eventuales pérdidas generen un agujero, las instituciones europeas activan una provisión (un colchón de capital para el caso de que haya números rojos) de 8.000 millones hasta 2020. ¿En qué basa Juncker su fe en poder convertir 20.000 millones en 300 millones? Según el Ejecutivo europeo, hay liquidez en los mercados, hay inversores buscando proyectos y hay empresas con dinero suficientepero el miedo a asumir ciertos riesgos y las trabas regulatorias impiden que se reactive la inversión privada. Así que lo que hace falta son dos cosas: eliminar esos obstáculos regulatorios y un “empujón financiero inicial” que desencadene el resto de acontecimientos. Por eso la herramienta escogida -un fondo de inversión incrustado dentro del BEI- pretende ejercer de cirugía de precisión, más que de riego indiscriminado de fondos públicos.

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El fondo de inversiones, que se integrará dentro de la estructura del BEI pero permanecerá fuera de su balance, dispondrá de varios instrumentos financieros. Ninguno de ellos es nuevo. Todos se están utilizando ya en distintos programas del BEI. La idea sería agruparlos todos en un solo lugar, bajo una sola dirección. Entre ellos están: absorción de las primeras pérdidas de emisiones de bonos, garantías sobre préstamos bancarios, préstamos subordinados, e incluso la toma de participaciones accionariales en ciertos proyectos. El objetivo de todas estas herramientas es reducir el nivel de riesgo de ciertos proyectos para atraer a los inversores privados. Transformar 20.000 millones en 300.000 millones supone una ratio de apalancamiento de 15 veces. La ratio se antoja alta, especialmente después de que otros planes de estímulo del BEI y la Comisión Europea con ratios de apalancamiento de 10 veces hayan fracasado estrepitosamente. Sin embargo, fuentes conocedoras del plan aseguran que la cifra es factible. Su razonamiento es el siguiente: si la ampliación de capital de 10.000 millones de euros del BEI amplió su capacidad de endeudamiento en 60.000 millones y el historial de la institución muestra que cada euro que presta el banco moviliza dos euros del sector privado, estamos hablando de una “movilización” de 180.000 millones de euros. Esto daría un apalancamiento de 18 veces. Sin embargo, falta por ver cómo se van a estructurar esos 20.000 millones dentro del fondo y si van a tener el mismo efecto que una ampliación de capital del BCE.

Pese a que en 2012 se intentó algo similar y el experimento resultó un absoluto fracaso, es cierto que ahora la existencia del euro ya no está en cuestión y existen grandes masas de ahorro privado en el mundo, como estamos viendo recientemente en España con el aterrizaje de fondos buitres captando activos inmobiliarios e industriales. Es decir, existe liquidez disponible y el entorno monetario de tipos bajos ayuda, dado que la rentabilidad de las inversiones de los proyectos del Fondo serán más apetecibles que las de los fondos soberanos. La clave, por tanto, del plan residirá en la tipología de esos proyectos y en la capacidad de que sean apetecibles para los inversores privados. Ingente tarea para unos funcionarios poco acostumbrados a tener que seducir al elemento privado para desarrollar sus programas. Tal vez, en la mente tan alambicada como bregada de Juncker, lo que subyace como objetivo es ese cambio de mentalidad, un cambio de la forma de trabajar de las herramientas públicas y su colaboración con el sector privado. Ese espíritu colaborativo público-privado, desde luego, resulta imprescindible para poner a andar a una Europa estaninflacionada y con serios riesgos de recesión.

La mayoría de las inversiones se concentrarán en sectores estratégicos para el crecimiento a medio plazo de la Unión, en el convencimiento de que el inversor que se busca, el estable y moderado, es ahí donde fijará su atención. Las grandes obras de infraestructuras de transporte europeas, la energía entendida desde la sostenibilidad, es decir, no solo producción, sino también la eficiencia y ahorro en su uso, la economía digital con toda la potencialidad de las industrias TIC y las pymes como tejido productivo mayoritario en Europa, van a copar las atenciones del plan. Y cabe decir que Juncker ya ha logrado su primer éxito, el político, algo de lo que nadie puede negar sabe mucho. El Parlamento Europeo ha dado el visto bueno al Fondo con el apoyo incondicional de populares, socialdemócratas y liberales, una mayoría clara y holgada. Y en el Consejo Europeo no debería tener problemas, pues, el Bundestag lo ha ratificado de la mano de la Canciller alemanaMerkel y de sus socios socialdemócratas. Falta por ver el entusiasmo real de los Estados miembros y si animan la puesta en marcha del Fondo con aportaciones adicionales de sus propios bolsillos.

Al menos el plan de Juncker ha concitado el consenso general político de la necesidad de un elemento reactivador de la economía Europea y la pretensión de convertir el espacio común europeo en un lugar atractivo a las inversiones internacionales. Todo un reto que solo podrá lograrse si los europeos somos capaces de generar la credibilidad y la confianza que los mercados y los inversores privados requieren para depositar sus dineros en nuestros proyectos. Y eso como ya advirtió el presidente del BCE, Mario Draghi, supone realizar reformas estructurales profundas en países como Francia e Italia y desarrollar programas de I+D+i competitivos con otras zonas del mundo emergentes. Una vez más, hablemos de lo que hablemos, los retos para salir del marasmo económico en que andamos, depende de los mismos factores, de nuestra capacidad de cambio competitivo para coger el ritmo desenfrenado tecnológico que la revolución tecnológica que nos impone la smartización de las cosas y la globalización real. Que la Tierra está desplazando su eje de influencia y poder económico hacia el Este asiático por el Pacífico nos lo constatan año a año estadísticas de todo tipo, empezando por las demográfica. Pero ello no quiere decir que los europeos estemos abocados a la extinción o convertirnos en los conserjes de un territorio museístico del pasado.

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Smart Cities, el escenario ciudadano de la nueva realidad híbrida

Según el cálculo realizado por Naciones Unidas la población mundial llegará a 8.000 millones en 2025, 9.000 millones en 2043 y 10.000 millones en 2083. Y… vamos a un ritmo constante. En el año 2000, la población mundial alcanzó los 6.100 millones y está creciendo a un ritmo anual de 1,2 por ciento. Cada año 77 millones de personas se suman a la población mundial. La expectativa de vida promedio en todo el mundo ha aumentado en 20 años, pasando de 48 años de edad en 1950 a 69 o 70 años en la actualidad. Dos tercios de la población mundial tienen menos de 40 años de edad. Más de 1,4 millones de personas viven con 1 dólar diario. Ese crecimiento demográfico está produciendo un continuo éxodo del campo a la ciudad, de lo rural a lo urbano. Una de cada diez personas vive en una ciudad y dentro de 35 años lo harán dos de cada tres. Eso significará un terrible reto para las ciudades por lamayor demanda de bienes y servicio que las megalópolis generan. El ser humano que ha vivido 5 revoluciones – las rutas comerciales a las indias, la colonización, la industrialización, la sociedad de consumo y hoy la digitalización computerizada – se enfrenta por vez primera en la historia de la humaniad al paradigma de la total y completa globalización. Y ese desarrollo de nuestra sociedad va a encontrar en la ciudad el escenario de hacer posible la sostenibilidad del planeta.

De ahí que el termino Smart Cities, “Ciudades Inteligentes”, resulte más que acertado si tenemos en cuenta que la nueva realidad urbana requiere de toda la inteligencia posible para resolver los grandes problemas de uso de recursos a los que tenemos ya que hacer frente. Miles de millones de personas viviendo on line que tienen que ser alimentadas, educadas, atendidas sanitariamente, que trabajan en movilidad y que producen residuos en cantidades capaces de anegar la tierra de basura. La «ciudad inteligente» a veces también llamada «ciudad eficiente» o «ciudad super-eficiente», se refiere a un tipo de desarrollo urbano que es capaz de responder adecuadamente a las necesidades básicas de instituciones, empresas, y de los propios habitantes, tanto en el plano económico, como en los aspectos operativos, sociales y ambientales. Una ciudad o complejo urbano podrá ser calificado de inteligente en la medida que las inversiones que se realicen en capital humano (educación permanente, enseñanza inicial, enseñanza media y superior, educación de adultos…), en aspectos sociales, en infraestructuras de energía (electricidad, gas), tecnologías de comunicación (electrónica, Internet) e infraestructuras de transporte, contemplen y promuevan una calidad de vida elevada, un desarrollo económico-ambiental durable y sostenible, una gobernanza participativa, una gestión prudente y reflexiva de los recursos naturales, y un buen aprovechamiento del tiempo de los ciudadanos. Una especie de carta a los reyes magos si tenemos en cuenta que de las 35 grandes ciudades del mundo, 22 están en Asia y son de crecimiento reciente y acelerado. De ahí que promover estándares de ciudad, de maneras de hacer las cosas en el espacio urbano de forma correcta sea uno de los objetivos fundamentales del milenio.

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Barcelona ha sido sede del Smart City Expo World Congress, un escaparate de ofertas tecnológicas y de soluciones de eficiencia urbana, a la vez que foro de reflexiones sobre el camino emprendido por las ciudades en los cinco continentes por dotarnos de núcleos de desarrollo social estables. Urbanistas, arquitectos, sociólogos, ingenieros, políticos, empresarios, agentes sociales, una feria mezcla de inventos de cacharrería y robótica, con el pensamiento más vivo investigativo de lo que está sucediendo en las ciudades del mundo. Entre los popes que han asistido al plenario, el líder en estrategia mundial, Parag Khanna, este indú que ha lanzado el concepto de realidad híbrida – que da nombre a su propia firma de consultoría – que define la mezcla de realidad física y virtual en la que vivimos actualmente. Este viajero mundial, autor de bestsellers y asesor personal del presidente Obama, cree que las ciudades están ocupando el espacio de los viejos Estados y van a ser las protagonistas del cambio social y político más rápido de la Historia. En sus propias palabras pasaremos de la era de la diplomacia a la de la diplomacity. Es evidente que vivimos en la acelerada era de la innovación, del aprendizaje, de la inteligencia, de la educaciónTodo al tiempo.

Que cientos de millones de personas sean capaces de pensar porque han sido formadas para ello es una novedad tal para el ser humano que podemos hablar de la “Ciencia del talento”, como la ha denominado el filósofo José Antonio Marina. Aquella que se ocupara de integrar todo lo que sabemos sobre la inteligencia en acción, sobre cómo generarla y gestionarla. Comienza en la neurología y acaba en la ética. Es la ciencia de la memoria y del progreso. Una de sus funciones es “generar talento”, el gran recurso de las personas, de las naciones y las ciudades. Ya saben que el talento no es previo, sino posterior a la educación. Y necesitamos mucho talento para resolver los problemas cada vez más complejos con que nos enfrentamos. La “realidad aumentada”, que antes era un alarde de tecnólogos viene a toda velocidad al mundo cotidiano.  En este momento, nos encontramos ante la posibilidad de vivir en una “realidad híbrida”. Paul Milgram y Fumio Kishinoacuñaron el concepto de Milgran-Virtuality Continuum. Según este modelo, viviremos en una realidad mixta de experiencia real y datos informáticos. En el fondo la clave de este nuevo modelo de gestión del conocimiento será la capacidad que tengamos sacar partido y valor del Big Data que se genera en las ciudades fruto de la monitorización a través de sensores de la realidad.

La Comisión Europea ha lanzado en el marco del programa Horizon 2020 de investigación e innovación la política de Smart Cities europeas. Pretende que la UE tenga un estándar de buenas prácticas en ciudades sobre la base de cinco pilares fundamentales: eficencia energética, gestión de residuos, sostenibilidad medioambiental, conectividad y movilidad y participación ciudadana en la gobernanza. Es mucho lo que se ha hecho ya en el ámbito comunitario como van a ser muchas las inversiones público-privadas que se van a llevar a cabo en las ciudades europeas. Os invito a que conozcáis esa realidad en el “Market Place of the European Innovation Partnership on Smart Cities and Communities”– http://eu-smartcities.eu/ -. Una forma de conocer cómo se está actualizando el espacio urbano europeo y de trabajar proyectos en red.

En Europa nació la polis griega, la primera forma democrática de organización de la convivencia. De ahí que lo primero a lo que no deberíamos renunciar en la UE a la defensa de la ciudad como lugar idóneo para consagrar el respeto de los derechos humanos. Si queremos avanzar en un modelo urbano de desarrollo social que haga sostenible el planeta, lo primero que tendremos que firmar es esa carta de ciudades que anteponen a cualquier fin los derechos de sus ciudadanos. Unos ciudadanos que a su vez debemos ser conscientes de la necesidad de uso de nuestros datos para el buen gobierno y para la correcta gestión de los recursos. En el fondo, estamos hablando de renovar el contrato social mediante una mayor y mejor colaboración entre las instituciones públicas, el sector privado y el individuo expresado como persona o en colectividad. El proceso tecnológico no se va a parar a expensas del acuerdo que seamos capaces de suscribir unos y otros. La tecnología nos empuja y la necesidad de dar cabida a cientos de millones de personas que se incorporan al mundo en civilización nos pone al borde del precipicio del correcto uso de los recursos naturales. Para que nadie crea que estamos hablando de ciencia ficción o de una hiper realidad sirva el siguiente dato. En 2000 había en China 3 megalópolis, ciudades de más de 25 millones de habitantes, en 2020 habrá 13 en las que vivirán cerca de 500 millones de habitantes, tantos como los que hoy conforman la Unión Europea. Seamos inteligentes en esta nueva realidad.

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