Unión Europea 2013: la hoja de ruta oficial para salir de la crisis, juzguen ustedes mismos

La Comisión Europea, esa especie de híbrido legislativo-ejecutivo que rige los destinos de la Europa unida desde hace más de 50 años, ha presentado alParlamento Europeo, la cámara representativa que codecide en el 60% de los casos, la hoja de ruta para el 2013. Define el obejtivo principal bajo el ambicioso epígrafe “Para devolver a la UE un crecimiento sostenible” y enumera más de 50 medidas al efecto. Ni que decir tiene que lo que el Colegio de Comisarios tratará de poner en marcha debe ser refrendado por el Consejo Europeo y, que por tanto, en la práctica serán los jefes de Gobierno los que corrijan, impulses o frenen cada una las políticas que la Comisión quiera implantar. Sin embargo, no cabe duda que del edificio Berlaymont de Bruselas saldrán las líneas maestras y las intenciones europeas para tratar de salir definitivamente de la crisis en el año que ahora empieza. Y, en todo caso, perder unos minutos en conocer las propuestas de la Unión nunca viene mal teniendo en cuenta el escaso interés que ponen los gobiernos de los Estados miembros en difundir las políticas comunitarias, no vaya a ser que de tener éxito alguien pueda pensar que los 27 líderes – en enero ya 28 con la incorporación de Croacia – son meros medio estorbos para el proceso de construcción europea. Vaya, pues, el resumen del programa de trabajo 2013 de la Comisión y como digo, juzguen ustedes mismos si nos encamina por la senda adecuada.

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En ese programa de trabajo se anuncian 50 nuevas iniciativas, que se presentarán durante 2013 y los primeros meses de 2014, con las que se abordarán problemas concretos en siete áreas clave para fomentar el crecimiento y conseguir que se reactive el mercado laboral:

HACIA UNA AUTÉNTICA UNIÓN ECONÓMICA Y MONETARIA

La UE tiene que hacer frente al círculo vicioso de un excesivo endeudamiento del sector privado, una deuda soberana insostenible y la debilidad del sector bancario. Europa carece de unos servicios financieros totalmente integrados, con un solo mecanismo de supervisión para los bancos y una normativa común para controlar a las instituciones financieras. La Comisión Europea se propone completar los mecanismos de gobernanza económica en la UE:

  • Presentar nuevas leyes para garantizar la estabilidad, la transparencia y la protección de los consumidores.
  • Propuestas para mejorar la política de cohesión.
  • Medidas para luchar contra el fraude y la evasión fiscal.

MÁS COMPETITIVIDAD A TRAVÉS DEL MERCADO ÚNICO Y LA POLÍTICA INDUSTRIAL

El Mercado Único europeo tiene que seguir adaptándose al potencial de empresas y consumidores en una Europa sin fronteras. Se necesitan nuevas normas que acompañen a los cambios tecnológicos, un marco para las políticas de energía y medio ambiente y fórmulas para resolver los problemas de las PYME, sobre todo, el acceso a la financiación y las cargas administrativas. Las propuestas de la Comisión incluirán:

  • Iniciativas para reducir los costes de las empresas en áreas como el IVA y la facturación
  • Propuestas legislativas para facilitar los negocios y alianzas público-privadas, reducir costes y hacer que sirvan como motor para sectores claves del crecimiento
  • Medidas para actualizar y simplificar la circulación de productos en el mercado único

CONECTARSE PARA COMPETIR

La competitividad, el crecimiento y el empleo requieren infraestructuras asequibles, accesibles y eficientes. La economía digital junto a las redes de energía y transporte plantean un importante reto a Europa para construir una posición competitiva global, que hoy se ve frenada por los enfoques nacionales y diferentes barreras. Las iniciativas de la Comisión irán encaminadas a:

  • Modernizar el transporte y la logística en Europa para ayudar a las empresas a ahorrar tiempo y energía y reducir emisiones contaminantes
  • Eliminar obstáculos a los pagos electrónicos
  • Apoyar inversiones en redes de alta velocidad
  • Aumentar la cobertura y capacidad de la banda ancha

CRECIMIENTO PARA EL EMPLEO, LA INCLUSIÓN Y LA EXCELENCIA

La sociedad europea se enfrenta a una triple amenaza de alto desempleo, aumento de pobreza y riesgo de exclusión social, pero Europa tiene activos suficientes para superar esa situación si se aplican adecuadas políticas activas de empleo y políticas sociales sostenibles que aprovechen las posibilidades de crecimiento en sectores clave como la economía verde, las tecnologías de información y la atención sanitaria y social. La Comisión Europea actuará en los siguientes campos:

  • Mejorar el rendimiento de los servicios públicos de empleo y de trabajo en red entre las agencias nacionales de empleo
  • Invertir en protección social para un crecimiento inclusivo apoyado por los fondos de la UE
  • Establecer un marco institucional adecuado para gestionar las pensiones de jubilación
  • Reducir obstáculos a la movilidad laboral
  • Aplicar la revisión de la directiva sobre cualificaciones profesionales para evitar restricciones innecesarias

APROVECHAR EL POTENCIAL DE RECURSOS DE EUROPA PARA COMPETIR MEJOR

La Unión Europea no explota suficientemente su potencial para ser más innovadora, productiva y competitiva utilizando menos recursos y reduciendo los daños al medio ambiente. Faltan marcos legislativos para planificar e invertir en la transición a una economía baja en emisiones de carbono, el transporte, la energía y la agricultura. La Comisión va a presentar propuestas para cubrir estas lagunas:

  • Dar continuidad a los objetivos de energía y clima para 2020 con un marco de referencia hasta 2030
  • Nueva estrategia para la adaptación de Europa al cambio climático
  • Revisar la legislación sobre residuos para que el reciclado contribuya al crecimiento y se creen nuevos mercados
  • Adaptar el marco político de la UE para la calidad del aire

CONSTRUIR UNA EUROPA SEGURA Y PROTEGIDA

La UE tiene que proteger los derechos de los ciudadanos frente a nuevas amenazas y, a la vez, eliminar obstáculos a la libre circulación. Para conseguir este equilibrio entre seguridad y movilidad hay que hacer frente a la lucha contra la delincuencia y la corrupción, el control de las fronteras exteriores y el respeto por los derechos fundamentales. La vigilancia debe acentuarse para garantizar la seguridad desde los alimentos o la energía nuclear hasta la cooperación en la lucha contra la dimensión transfronteriza del crimen. La Comisión presentará propuestas para:

  • Establecer una Fiscalía europea para luchar contra delitos que afectan al presupuesto de la UE
  • Lucha contra el tráfico de armas de fuego
  • Mejorar la cooperación judicial en materia penal y civil
  • Revisar la legislación sobre seguridad nuclear
  • En 2013, Año Europeo de los Ciudadanos, garantizar que los ciudadanos de la UE puedan ejercer sus derechos fácilmente

PROMOVER LA PRESENCIA DE EUROPA COMO ACTOR GLOBAL

Los intereses de la UE y el compromiso con los valores de la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos dependen, en gran medida, de lo que ocurre más allá de sus fronteras. La UE es el mayor donante de fondos para la cooperación y es el socio comercial más grande del mundo. Estos elementos tienen que servir para ganar mayor impacto e influencia. La dimensión exterior es fundamental para promover el crecimiento y la competitividad. Por eso la Comisión Europea ampliará sus esfuerzos en el plano multilateral para mantener la ambiciosa agenda de la UE en la política de ampliación, consolidación de la estabilidad económica y financiera, promoción de las buenas relaciones de vecindad y cooperación regional más estrecha en áreas como el comercio, la energía y el transporte. Se trabajará además en presentar posiciones coherentes de la UE ante las grandes conferencias internacionales sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio y Río+20.

Si habéis sobrevivido al lenguaje político de los tecnócratas de Bruselas y aún queréis profundizar en las medidas propuestas, os dejo el vínculo al texto completo del Programa de trabajo de la Comisión Europea 2013:
http://ec.europa.eu/atwork/pdf/cwp2013_e…

 

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Lo que perdimos en 2012

Concluye el cuarto año oficial de la crisis económica que salió a la luz de los medios de comunicación con la caída de Lehman Brothers el 14 de septiembre de 2008. Entonces nos resultaba difícil entender que estaba pasando, todo parecía quedar en un juego de gigantes de Wall Street envuelto por la avaricia incontenible de los brokers financieros. Pocos se atrevieron a pensar que detrás de aquellos titulares a cinco columnas en los periódicos salmón se escondía un crack auténtico del sistema capitalista en su moderna versión neoliberal. La globalización y la presión de los Estados emergentes – ChinaBrasilIndia,Turquía… en conjunto cerca del 40% de la población mundial – en su proceso de crecimiento estaban detrás de una crisis que empezó siendo financiera y ahora es claramente sistémica. Son ya cuatro años de caída de todas las tasas macroeconómicas en el mundo desarrollado o por ser más claro, del mundo rico. Un mundo que se para a toda velocidad, que ha encontrado la inercia perfecta para autodestruirse a los ojos atónitos del resto de la civilización pobre. Tanto asustamos los ricos en nuestra autoproclamada recesión que los pobres tratan desesperadamente de evitar nuestro parón para no ser presa de de nuestra inactividad. Pero la única realidad palpable que han dejado estos cuatro años, largos y precipitados, es la desigualdad creciente entre pobres y ricos en todo el planeta, incluso y de manera especial en los países más ricos. La miseria se está globalizando y cada vez resulta más difícil hablar de ricos y pobres en función de la latitud de la Tierra en la que estemos.

El 2012 será recordado por todos como el gran año de los ajustes, el de los recortes generalizados de los Estados del Bienestar que Europa consagró como mejor sistema para no caer en tentaciones fascistas o comunistas, para darle sentido a la libertad y a la democracia en un espacio de social y de derecho. Nunca antes se había puesto tanto en duda la arquitectura de ese diseño político como en estos últimos doce meses. Bajo el dictado uniformador de la Alemaniade Ángela Merkel, las instituciones europeas han impuesto medidas de enorme sacrificio para las clases medias de los países más afectados por la crisis. El sustrato básico que soporta el crecimiento armónico de las sociedades europeas se ha visto brutalmente afectado. Y todo ello con el único afán de saciar a unos mercados empeñados en poner en riesgo la supervivencia del euro y que pusieron todas sus armas de destrucción masiva en el escenario de la deuda soberana de los Estados con mayores desajustes de sus cuentas públicas. En vez de acudir unánimemente a la defensa de un sistema, en vez de articular políticas verdaderamente europeas salvaguarda de la Europa social, ha imperado el reino de sálvese quien pueda y que palo que aguante su vela. Se aprobaban medidas de unión fiscal y bancaria en Bruselas por los líderes de los 27, pero la detrás de ellas subyacían severos programas de recortes que complican sobremanera la convivencia en los Estados de la UE en dificultades.

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La Europa de los pueblos, de sus ciudadanos, de los derechos en definitiva se construyó sobre dos pilares de protección: la educación y la sanidad. Haciéndolos universales y gratuitos, todos reconocimos el derecho a la igualdad de oportunidades y el amparo ante situaciones de necesidad independientemente de la renta per cápita. La presión demográfica de una Europa envejecida nos llevó a añadir paulatinamente el pilar de la asistencia social. Esa conquista legal que supuso en el caso de España la promulgación de la ley de Dependencia no era sino el reconocimiento de una realidad. Sin embargo, la crisis se ha encargado de desmantelar lo que aún ni siquiera había llegado a construirse. Pero nos guste o no, la presencia de una población mayor afectada por enfermedades de senilidad y el reconocimiento de los derechos de los discapacitados y el cuidado de enfermos crónicos no desaparece por la crisis, sino que se acentúa la necesidad de atenderlos. Si la educación, la sanidad y la asistencia social están viendo en serio peligro de sustentarse los pilares de recursos económicos y humanos que los han venido sustentando, no es menos arriesgado el cercenar las esperanzas de futuro al recortar los presupuestos destinados para la investigación. La ciencia y el conocimiento son la mejor inversión para garantizar esa Europa social que es la verdadera protagonista del Nobel de la Paz que acaba de recibir la Unión Europea. Europa se diferencia de Estados Unidos en el modelo social de protección y, sobre todo, en el enfoque de su inversión en investigación. Mientras que la Administración norteamericana se ha caracterizado por priorizar sus inversiones en la industria militar, Europa lo ha hecho en áreas de innovación y mejora de la calidad de vida de las personas. De ahí que el frenazo a este tipo de proyectos suponga una auténtico drama para toda la humanidad.

Ahora que el año concluye, el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy, nos alegra el turrón manifestando solemnemente que “que 2012 es el año que ha marcado el punto de inflexión para la superación de la crisis del euro y que los esfuerzos realizados en estos meses darán sus frutos. Los gurús de las macroeconomía nos empiezan a hablar de una ligera recuperación a finales del próximo año y los gobiernos se apresuran a atisbar los primeros brotes verdes de sus respectivas economías. Están empezando a concluir su programa de ajustes, a anunciar el final del quinquenio negro y a alumbrar la llegada del señor crecimiento para el 2014. Un años más de sacrificios y estaremos al otro lado del río pasada la tempestad. Curiosa manera de cegar nuestra consciencia, como si no supiéramos que lo importante no es ya que se recuperen las tasas de crecimiento, sino el estado en que habrá quedado la sociedad y su entramado de derechos para entonces. Pretenderán hacernos creer que han acertado con sus medidas plagadas de recortes de derechos porque han sacralizado los cuadros macroeconómicos y tratarán hacernos olvidar los verdaderos índices de progreso de una sociedad, los que afectan a cada persona, a cada familia, en su auténtica circunstancia y no los que estadísticamente equiparan a millones de seres anónimos. Es seguro que en el plazo incierto de uno o dos años, las cifras oficiales lanzadas por las autoridades serán más positivas que las actuales, pero lo que es aún más evidente es que para entonces los niveles de desigualdad se habrán disparado y que los mecanismos que corregían las injusticias sociales se habrán desmantelado.

Es por ello que es ahora que empiezan a hacernos creer que todo va a ir mejor, cuando debemos cuestionarles a qué coste se va a producir esa recuperación y si nos vale la pena aceptarla. Un año más de reformas puede suponer un cambio de modelo definitivo – probablemente el objetivo alcanzado, si no buscado por los poderes del mercado – y la implantación de una suerte de Estado neoliberal europeo al estilo de Estados Unidos. Europa sigue suponiendo la última barrera real para la instauración de un nuevo orden internacional económico en el que primen los intereses economicistas, las rentabilidades a corto y el individualismo más egoísta. Molesta el euro porque detrás de nuestra moneda está el Estado del Bienestar, ese ejemplo de vida en común que bien defendido y promovido anhelan muchos pueblos de la humanidad. Algo que va directamente contra los intereses dictatoriales de los grandes entramados económicos que provocaron el inicio de esta absurda crisis. No sé si estamos aún a tiempo de frenar el deterioro de nuestro sistema social, ni si seremos capaces de recuperar muchos de los derechos asolados en estos cuatro años, pero lo único que se me ocurre hacer es compartir la necesidad de consciencia en estos momentos de tsunami que está viviendo la calle.

Corremos un serio riesgo de enfrentamiento social, el que se produce cuando la miseria se instala y cada cual ya solo mira por garantizar el pan propio y el de los suyos. Las redes de solidaridad se han puesto en entredicho y además no tienen recursos para ayudar a la legión de necesitados que se agolpa en las esquinas. Millones de niños por debajo del umbral de la pobreza, decenas de millones de jóvenes sin empleo y de mayores sin pensiones para subsistir,  componen un paisaje de miserables que el gran Victor Hugo ya dibujó en el universo urbano europeo. En 2012 hemos perdido muchas cosas, sobre todo, la ilusión y la esperanza, nos hemos instalado en la resignación de la crisis, en la aceptación del desastre y con el paso del tiempo, la protesta cada día se ha hecho menos colectiva y más individual. Cada vez protestamos menos contra los que nos imponen la injusticia y más por lo que el de al lado tiene. La bronca se está haciendo más tribal y la sociedad cada vez más insensible al dolor del vecino. Por eso se hace imprescindible recuperar la conciencia social, la memoria histórica de lo que fuimos capaces de construir juntos y lo que estamos perdiendo por incapacidad de organizarnos mejor contra quienes enfundados en intereses particulares nos venden pseudoverdades dogmáticas. Se impone la obligación colectiva de trabajar por un nuevo contrato social, que si precisa de reajustes en nuestra forma de vida y de consumo de recursos, sea alcanzado mediante el diálogo y la negociación entre desiguales, no desde la imposición de los fuertes a los débiles. Y en este empeño necesitamos lo primero reiniciarnos, resetear todos nuestros prejuicios y, después, precisamos recuperar el valor de las ideas y del pensamiento, el único verdadero motor capaz de cambiar el mundo.

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Crónica del IV Reich: Una Unión Bancaria Europea a la germánica

Siguiendo con la monótona serie de post dedicados a narrar las gestas de AngelaMerkel en las instituciones europeas, toca explicar uno de los más flagrantes ejercicios de egoísmo antieuropeísta que hasta la fecha habíamos vivido. En el Consejo Europeo de junio de este año, hace ya seis meses, los líderes europeos presionados por la crisis del euro y de la deuda soberana de algunos de los miembros de la moneda única alcanzaban un acuerdo para la puesta en marcha de la Unión Bancaria Europea, probablemente en la única escena de los últimos años que suponía un revés para los intereses de Alemania en su particular diseño y modo de entender la Unión Europea. A regañadientes pero Merkel aceptaba un acuerdo que no le satisfacía ni en los procedimientos, ni en los tiempos de implementación. Le gustara o no, quedaba obligada a cumplir un acuerdo de Consejo, pero la Canciller se apresuró a las pocas semanas del encuentro en Bruselas a dejar claro que Alemania no aceptaba lo pactado y cambiaría la letra y la música de la Unión Bancaria en posteriores reuniones. Y dicho y hecho que para eso es la más fuerte y la que manda. Ha llegado diciembre y ha impuesto su criterio en casi todos los postulados, pero principalmente en dos cuestiones básicas: el control del BCE sobre las entidades financieras deja fuera a las cajas de los länders alemanes y la aplicación del organismo de supervisión bancaria del Banco Central no será efectivo hasta marzo del 2014, nada más y nada menos que casi dos años después de tomada la decisión. Lo cómico es que luego quieren nuestros gobernantes que les tomen en serio los mercados.

Para llegar a un final feliz para Merkel, como casi siempre se han agotado los plazos hasta la extenuación de los asistentes. Improvisación y una reunión de más de 14 horas han sido necesarias para que los ministros de Finanzas de laUnión Europea hayan logrado por fin cumplir con el mandato que les dieron los líderes europeos en la última cumbre y dejar cerrado el marco legislativo sobre el que se construirá el supervisor bancario único. De esta forma en la reunión del Consejo Europeo de invierno los jefes de Estado y de Gobierno de la UE podrá presumir de haber logrado el primero de los objetivos impuestos para avanzar hacia una verdadera integración europea. El acuerdo sobre el nuevo Supervisor Bancario Europeo sienta las bases legales para poner en marcha esta nueva institución, cuyas tareas de control bancario recaerán sobre el Banco Central Europeo (BCE), y que supone el primer pilar de la Unión Bancaria. Sin embargo, los ciudadanos europeos deberemos esperar a marzo de 2014 para que el supervisor entre en funcionamiento, un condicional que causa grave perjuicio a los países más acosados por la prima de riesgo de los mercados de deuda, sobre todo, a España e Italia, pero que de refilón podría extender su presión también aFrancia.

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El acuerdo supone una clara victoria de Alemania frente a las tesis defendidas por otros países de la eurozona -España y Francia, por ejemplo- desde que se iniciaron las discusiones. Finalmente el BCE sólo tendrá capacidad de actuación directa sobre los bancos cuyo tamaño sea superior a los 30.000 millones de euros en activos. El ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, había impuesto esta condición para dar su visto bueno definitivo a los documentos legislativos que regulan este nuevo organismo. De este modo las pequeñas entidades financieras germanas, muchas de ellas de carácter público, se escaparán del ámbito de supervisión del BCE y seguirán siendo controladas por las autoridades nacionales. En la práctica supondrá que el Eurobanco tendrá competencia de supervisión directa sobre alrededor de 200 de los 6.000 bancos que hay en la Eurozona. Eso sí, el acuerdo especifica que podrá intervenir directamente cualquier entidad en caso de que se detecten problemas en su funcionamiento y suponga una amenaza para el sistema financiero europeo. El ámbito de actuación del supervisor europeo será todos los países que componen la eurozona más el resto de estados de la UE que libremente quieran adherirse a la Unión Bancaria. El Ejecutivo comunitario espera que todos los países de fuera del euro se sumen al mecanismo de supervisión única, excepto Reino UnidoSuecia yRepública Checa.

Las competencias de control que adquiere el BCE le permitirán conceder y retirar fichas bancarias, investigar instituciones, imponer sanciones a las entidades que no cumplan con los estándares fijados e intervenir directamente su gestión e iniciar el proceso de liquidación si fuera necesario. Los supervisores nacionales continuarán su tarea de control ‘in situ’ de los bancos y tendrán competencias directas sobre las entidades más pequeñas. Otro de los puntos conflictivos de las negociaciones era cómo garantizar que los países que no forman parte del euro tenían una representación equitativa en el órgano de dirección, ya que los Tratados europeos estipulan que en última instancia sólo pueden tomar decisiones los órganos ejecutivos ya establecidos y en los que sólo participan los países de la eurozona. El compromiso alcanzado estipula que tanto en estas decisiones como en las que atañen a la Autoridad Bancaria Europea (EBA) se fijarán sistemas de votación que tengan en cuenta de forma equilibrada a los países del euro y los que no comparten la moneda común. Este acuerdo supone una de las mayores transferencias de competencias nacionales al nivel comunitario de los últimos años y sienta las bases para que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), el fondo de rescate europeo, pueda recapitalizar directamente a las entidades financieras sin necesidad de que el dinero pase primero por el estado miembro, como ha sido el caso de España.

Resumida la crónica de una nueva imposición alemana a la Unión, queda por esclarecer algunas de las consecuencias básicas del acuerdo para los demás. En el caso de España, entre 15 y 16 bancos españoles, que representan más del 90% del sistema financiero nacional, quedarán bajo control directo del Banco Central Europeo (BCE) como supervisor único de la eurozona. El Banco de España ya puede descansar en paz porque sus funciones quedan muertas y enterradas. Lo peor de la historia es que el sistema de cajas de ahorro en España ha sido brutalmente demolido en medio de la crisis financiera, sin que ninguno de los gobierno responsables de la catástrofe, primero el socialista y luego popular hayan sido capaces de salvar entidades de fuerte implantación local y muy necesarias para el desarrollo económico territorial. Los ciudadanos hemos perdido competencia en el sector y las pequeñas y medianas empresas acceso a crédito implicado en la zona y de cercanía. Todo casualmente confluye ahora con la aparición del nuevo organismo que prácticamente controlará la totalidad de la banca española. La segunda nefasta consecuencia, al menos para los que somos firmes creyentes de las herramientas europeas monetarias y fiscales armonizadas, es el abandono que parece definitivo de los eurobonos. A quien sigue imperando la máxima merkeliana de que cada uno se busque la vida mientras a ella le siga beneficiando el diferencial con el bono alemán. Y finalmente, el plazo que Alemania ha impuesto para la entrada en vigor de la Unidad Bancaria le permite sanear su maltrecha banca, endeudada en dudosos riesgos en los países más afectados por rescates, sobre todo, Grecia y dificulta a países como España e Italia la restructuración del sector financiero y la posibilidad de que el crédito vuelva a fluir.

Lo que no podemos es negar que la nave va, como diría Fellini, la Unión sigue dando pasos irreversibles de cesión de soberanía o de instituciones compartidas. Cada vez más y con la crisis a más ritmo, somos más Europa y eso a los ojos del mundo resulta innegable. Pero la cuestión es la forma en que se está produciendo ese proceso y el dibujo que va perfilándose. El famoso dilema entre una Alemania a la europea o una Europa a la alemana cada vez deja menos lugar a dudas. Ese ejercicio de soberbia e imposición está dejando huellas en los países más perjudicados por la crisis y los recortes sociales. Un surco de antigermanismo que rompe en dos la UE haciendo saltar de nuevo las filias y las fobias en torno a Berlín. Hemos pasado del acervo comunitario donde se fraguaban las decisiones de comisión en comisión y en una salsa condimentadas entre todos a la decisión ponderada donde a la larga el más poderoso impone unilateralmente sus criterios. Por otro lado, la Alemania de Merkel está monopolizando las propuestas de salida a la crisis bajo la tesis incontrastable porque no permite margen a otros experimentos de que es la única política posible. Lo grave es que mientras Europa recorriendo esta senda de austeridad camina firme hacia la recesión, al otro lado del Atlántico la administración Obamay la Reserva Federal sigue lanzando programas de reactivación con dinero barato –  para mantener los tipos a cero, la Reserva Federal imprimirá el equivalente a 65.000 millones de euros al mes para comprar bonos del Tesoro e hipotecas – con el objetivo de bajar la tasa de paro de 6,5%. Europa avanza, pues, pero lo que no sabemos si es por el camino equivocado.

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La Unión Europea al rescate de los jóvenes ninis

Hay días y propuestas que llegan desde Bruselas que me reconcilian con el espíritu europeísta y demuestran la fuerza que la unidad y la colaboración tienen cuando las instituciones funcionan. La Comisión Europea por boca de su titular de Empleo, Laszlo Andor, ha lanzado un grito de apoyo en forma de propuesta a los millones de jóvenes que en el espacio europeo – el más desarrollado del mundo – ni estudian, ni trabajan. No alcanzo a imaginar un drama superior para una sociedad que la de arruinar su futuro, la misma forma de fracasar que condenar a sus jóvenes a no tener esperanzas de progreso. Frente a la monótona cantinela de no tener otra política, que lo único que esconde es la incapacidad para proponer ideas y propuestas para solucionar problemas, la Comisión ha alzado su voz para establecer un ambicioso programa de medidas de “garantía juvenil”. Es evidente que la competencia de estas políticas residen en los Estados miembros y que pese a que el comisario se ha comprometido a dotar el plan de fondos de ayudas, la voluntad de ponerlo en marcha de establecer los imprescindibles mecanismos de colaboración residen en los gobiernos nacionales. Pero al menos ahora sabemos que Europa quiere luchar contra esta lacra y se retratarán aquellos políticos en sus países que permanezcan varados al pairo ante tan tremendo problema.

El desafío no es fácil, la magnitud del drama se ha acrecentado en la última década, no solo en cuantía sino también en la extensión de los países afectados. Aproximadamente siete millones y medio de jóvenes de entre 15 y 24 años ni trabajan, ni estudian, ni siguen ninguna formación. Debido a la crisis económica es mucho más difícil encontrar empleo. La proporción de jóvenes parados es de más de uno de cada cinco y, en Grecia y España, de más de uno de cada dos. En toda Europa, aproximadamente el 30% de los jóvenes en paro están sin trabajo desde hace más de doce meses. En 2011 eran 1,6 millones, cuando en 2008 habían sido 900.000. El coste de no integrar en el mercado laboral a la generación nini supone una pérdida semanal de 3.000 millones de euros. En total, 153.000 millones por año o el 1,2% del PIB europeo, 15.700 millones solo en España, el 1,47% de su PIB. Y esto además de los costes estructurales del desempleo para la economía y del aumento del riesgo de exclusión y de pobreza resulta humanamente inaceptable. Para ayudarles, la Comisión propone un paquete de medidas, entre ellas una recomendación para que los países de la UE introduzcan un programa de garantía de empleo y formación para jóvenes de hasta 25 años. Con estos programas, los países de la UE garantizarían que todos los jóvenes tuvieran una oferta de trabajo, un aprendizaje o un periodo de prácticas en un plazo de cuatro meses desde que acabasen los estudios oficiales o se quedaran en paro. La Comisión apoyaría los programas nacionales ofreciendo financiación de la UE y creando redes de intercambio de ideas sobre las mejores maneras de dar empleo o formación a los jóvenes.

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Frente a los que proclaman muchas veces la inutilidad de este tipo de programas públicos o su vertiente meramente utópica, Bruselas ha puesto de ejemplo países que ya los han implementado con éxito. Finlandia y Austria ya tienen programas de garantía de este tipo. Tales programas supondrían un gasto de dinero del contribuyente –unos 21.000 millones de euros–, pero que no llega ni con mucho al coste que representa dejar a los jóvenes en el paro. En el caso finlandés, con una tasa de paro juvenil del 18,9%, el 83,5% de los jóvenes que buscaron empleo en 2011 lo encontraron dentro de los tres meses posteriores a su inscripción en la oficina del paro gracias precisamente a una garantía que será relanzada a comienzos de 2013, para que tanto los menores de 25 años como los licenciados recientes menores de 30 reciban una oferta en un plazo de 90 días. Según las previsiones del gobierno de Helsinki, entre 2013 y 2016 destinarán a este objetivo 60 millones anuales. No es el único modelo en el que se ha fijado Bruselas para hacer sus recomendaciones. En el caso de Austria, con un desempleo juvenil que roza el 10%, el sistema cuenta con dos herramientas para dar salidas a los trabajadores menores de 25 años. La primera, una garantía de formación para aprendices de hasta 18 años que no han encontrado empresa para que puedan seguir formándose en centros financiados por el gobierno, y, la segunda, una garantía de empleo y formación destinada a jóvenes de entre 19 y 24 años inscritos en la oficina del paro a quienes se ofrece trabajo en empresas privadas. Mientras tanto, en países como Dinamarca, que dedican un 40% del fondo social europeo a los jóvenes, no existe una garantía pero sí se reconoce el derecho de los menores de 30 años a ser entrevistados en una oficina de empleo en un plazo máximo de un mes tras enrolarse en la lista del paro. Es evidente que poner la prioridad en las políticas activas de empleo y, sobre todo, hacerlo en el ámbito juvenil lo primero que requiere es voluntad real, un deseo que se expresa en medidas y que cada caso requiere su propia especificidad.

La UE está trabajando para reducir el desempleo juvenil y de aumentar la tasa de empleo en línea con el más amplio objetivo de la UE de lograr una tasa de empleo del 75% para la población en edad de trabajar (20-64 años). Las acciones clave que ha puesto en marcha son muy variadas y de muy diversa índole:

– Juventud en Movimiento es un conjunto amplio de iniciativas políticas en materia de educación y empleo para los jóvenes en Europa.

– Iniciativa Juvenil de Oportunidades incluye acciones para reducir el desempleo juvenil.

– Tu primer trabajo EURES tiene como objetivo ayudar a los jóvenes para cubrir puestos de trabajo en toda la UE.

– Paquete de Empleo de los Jóvenes es el seguimiento de las acciones en materia de juventud establecidos en el más amplio paquete de empleo e incluye: Una propuesta a los Estados miembros a establecer una “garantía de juventud”; una segunda fase de consulta de los interlocutores sociales de la UE para la evaluación de la calidad para las prácticas; el anuncio de una Alianza Europea de Aprendizaje y las maneras de reducir los obstáculos a la movilidad de los jóvenes; programa de convalidaciones de título de la UE.

– Panorama es una herramienta de información en toda la UE sobre recopilación de las necesidades de cualificación, la previsión y la evolución del mercado de trabajo.

A la vista de tan amplio plan y de la última llamada de atención lanzada por el comisario europeo de Empleo, lo primero que tendríamos que preguntarnos es por el grado de conocimiento que los europeos y, en especial los jóvenes, tienen de estos programas, de estas ideas puestas en marcha para resolver su problema de falta de trabajo. ¿Por qué se silencian en los países miembros de la Unión estas iniciativas en vez de promocionarlas y potenciarlas? La segunda pregunta tiene que ver con el escaso grado de colaboración entre los propios socios de la UE para colaborar más a la creación de ese espacio común de trabajo que debería representar Europa para sus ciudadanos. Pero de la misma forma deberíamos preguntarnos todos nosotros, sin acudir exclusivamente a las responsabilidades que sin duda tienen nuestros representantes políticos, qué hacemos por hacer valer nuestros derechos como europeos y porqué no hacemos pleno uso de los mismos para demandar empleo o formación en otros Estados de la Unión.

Sentirse europeo es ante todo sentirse libre en movilidad para trabajar o colaborar en su conjunto y si no pensamos ya en esos términos no culpemos a nadie, sino a nosotros mismos, del fracaso de la idea de Europa. En la práctica de nuestra vida diaria, más allá del uso del euro y de no tener que pasar fronteras – y eso solo en los países de la zona euro y del espacio Schengen – seguimos siendo más alemanes, franceses o españoles que europeos. En una palabra, estamos pagando el precio de una Europa con estructuras políticas y administrativas muy caras, sin sacar rentabilidades suficientes a la unidad. Nuestros jóvenes no pueden esperar más a a ser verdaderos europeos, hay que ayudarles ya, no podemos esperar a que pase la crisis y la economía se recupere. Cuanto más tiempo permanezcan los jóvenes sin empleo ni experiencia laboral mayor será el riesgo de que estén apartados del mercado de trabajo cuando la economía vuelva a crecer. Pero, lo que es peor, menos creerán en Europa y más calarán los postulados aislacionistas y xenófobos.

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