De porqué Syriza no es moderna aunque esté de moda

Escribir contracorriente siempre es un ejercicio de incomprensión que requiere de un esfuerzo añadido al exponer argumentos, aunque no sea posible convencer y sea solo por ser bien entendido. Esta es mi intención en estas líneas surgidas de las reflexiones que me producen los primeros pasos del nuevo Gobierno griego emanado el pasado fin de semana de las urnas. Un Ejecutivo que a una velocidad atípica, en escasos cinco días, ha marcado impronta de lo que puede ser su devenir futuro. Coincide además en el tiempo el estreno en la toma de decisiones de los hombres de Tsipras con mi estancia esta semana en Bruselas, el escenario principal de la tragedia a la que se enfrenta el pueblo griego. Y debo confesarme sorprendido por el desarrollo de los acontecimientos tanto por su contenido de fondo como por las formas adoptadas. Si el cambio político en Grecia se nos vendía como una esperanza de giro en las políticas europeas, la realidad de sus primeros pasos ha evidenciado muchos más riesgos para todos los europeos, que oportunidades de mejora.

Empiezo por poner en tela de juicio la frivolidad con que la prensa de diferentes países europeos ha acogido la victoria de Syriza y el escaso análisis previo a las elecciones y posterior a ellas que de sus propuestas se ha hecho en los mismos. Probablemente de haber puesto el foco más sobre la realidad de su programa y de los personajes que la integran y menos en la ilusoria utopía de sus intenciones, nos habríamos dado cuenta de la nula aportación al progreso, que el cambio enGrecia nos puede aportar en la Unión Europea. Y es que ponerse de moda gracias al hartazgo de una buena parte de la población europea de las políticas de austeridad impuestas por la Alemania de la Canciller Merkel y ejecutadas por la Troika, no garantiza en absoluto la aportación de modernidad de un proyecto. En una palabra, estar de moda no es lo mismo que ser moderno. Lo moderno es aquello que representa un avance en ideas, en planteamientos sociales y en convivencia pacífica. En ese sentido, nadie puede defender que la foto del Gobierno griego camina en esa dirección. Todos hombres, todos, menos el propio Primer Ministro, mayores de 50 años, todos ex dirigentes del viejo Partido Comunista heleno, todos pro-soviéticos y el que no lo es, la cuota del coaligado partido de los Griegos Independientes, un declarado xenófobo, homófobo y anti-turco. Una foto más propia del Politburó que de un Ejecutivo que debe enfrentarse a una situación extrema que requiere la audacia de la innovación de las ideas y del impulso de la juventud.

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Del pacto relámpago entre una fuerza política de la izquierda radical con un partido conservador al que no llamamos ultra porque a su derecha están los nazis griegos, casi mejor no hablar porque lo único que les une es el rechazo al pago de la deuda. Es decir, el incumplimiento de unos compromisos adquiridos con Grecia, no ante unos bandoleros del FMI o de la Comisión Europea, sencillamente ante todos los ciudadanos europeos que hemos puesto cientos de miles de millones de euros para solidariamente sacar de la ruina a nuestros hermanos europeos en Grecia. Resulta inaudito que se pueda calificar de comprensible una unión contra natura entre Syriza y los Griegos Independientes por el solo hecho de que la aritmética concede el resultado de una mayoría. La coherencia ideológica de ese Gobierno es nula de principio y solo comulgan conjuntamente en una senda de populismo irresponsable. Y para más esperpento, se le entrega la cartera de Defensa al griego independiente, extremista en sus posiciones ante la inmigración y que considera una amenaza a Turquía. Todo ello en el escenario de los Balcanes, clásico teatro de operaciones de guerras y frontera marítima del territorio donde el yihadismo islámico avanza a golpe de terror.

Pero lo dicho no pasaría de ser una retahíla de incoherencias menores, de no ser por el posicionamiento en política exterior de la Unión Europea que el Gobierno de Alexis Tsipras ha mostrado desde su elección. Declararse descaradamente pro-ruso supone en estos momentos, no solo una ruptura de la unanimidad de la posición común de los 28, sino una introducción de una tensión añadida al conflicto que la UE mantiene con Rusia por la invasión de ésta en territorios ucranianos. Las invasión de Crimea y algunas ciudades del Oeste de Ucrania ha sido considerada por los legítimos gobiernos de los Estados miembros como un acto de violencia unilateral, que ha sido contestado con la aplicación de sanciones económicas a los productos rusos. El cambio de posición del Gobierno griego obedece exclusivamente a un intento de chantaje para que las posiciones respecto al pago de la deuda se relajen. La política exterior y de seguridad de la UE es la única que por tratado requiere de la unanimidad y ese es el precio que el Syriza pretende hacernos pagar a los europeos a cambio de que realicemos una quita de su deuda. Lisa y llanamente, si no pago estoy de acuerdo con que obligues a Rusia a desocupar territorios ucranianos, si me obligas a pagar veto las sanciones a Rusia. Putin ha jugado una carta que aparentemente es un as que tenía guardado en la manga. Se nos ha colado de la mano del partido y hombre de moda de la Europa más castigada por la crisis. Cuando la quiebra amenaza a las arcas rusas por la caída de los precios del petróleo y sus derivados energéticos, él encuentra un aliado arruinado también por las insoportables condiciones impuestas por la banca a los ciudadanos griegos. Alianza tan natural como inadmisible.

En esta especie de regreso al pasado, donde los viejos comunistas se alían con la Rusia corrupta de Putin, nadie recuerda que Europa representa el espacio de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos, algo que al líder ex soviético, le parece secundario como ha demostrado en multitud de ocasiones. Más que irónico resulta sarcástico que la cuna de la democracia apoye dentro de la UE a una democracia orgánica presidencialista que censura, tortura y que gestiona fondos soberanos en manos de multimillonarios mafiosos. Y todo ello, se produce cuando en la UE se estaba fraguando una posición de acercamiento a Rusia para alcanzar un acuerdo que posibilite la recuperación social y económica de Ucrania, cuya población está siendo tratada como meras piezas de un tablero de ajedrez, mientras se derrama la sangre de miles de inocentes. Si Grecia sigue jugando al amigo de Putin, será imposible defender posiciones de mediación y se impondrán los halcones de la administración EE.UU. partidarios de la mano dura con Rusia.

Europa no puede permitir, ni se lo permitirá una quita en Grecia. Primero, porque sería incumplir compromisos y entonces cualquiera de los Estados miembros se apuntaría a la fiesta. Segundo, porque los mercados lógicamente no tendrían piedad con un espacio en el que se falta a los acuerdos firmados. Y tercero, porque en un espacio común con moneda única, los ciudadanos que damos soporte y valor al euro seríamos los perjudicados por el impago. Se puede y se ha venido haciendo, ampliar los plazos, reducir hasta prácticamente cero los intereses de la deuda y, por supuesto, seguir siendo solidarios con el pueblo griego acudiendo en su ayuda con nuevos préstamos. Pero el Gobierno griego tiene la obligación de poner encima de la mesa un proyecto creíble de regeneración del país y de crecimiento y desarrollo de su economía que genere empleo. Algo que vaya más allá de medidas populistas como subir el salario mínimo por encima del de países de la UE que tiene más del doble de renta per cápita que Grecia o crear miles de empleos públicos, entre ellos los de las 600 limpiadoras del Ministerio de Economía griego y la radio televisión pública helena que duplica el personal de entes de similar naturaleza en países como Francia o Reino Unido. Es la hora de la seriedad en Grecia, de poner fin a la corrupción sistémica y a la falta de un modelo económico de progreso. Los problemas de Grecia no los ha engendrado la Troika, provienen de la irresponsabilidad casi delictiva de sus gobernantes. Por ello, de esa ruina moral no se sale con la nada brillante idea de seguir haciendo demagogia retórica. Si Grecia quiere seguir siendo parte de Europa y compartir un proyecto común, debe partir de la base de que nadie le ha obligado a formar parte del mismo, pero que si permanece en él, tendrá que someterse a la decisión de la mayoría de los europeos, sean estos alemanes, franceses, británicos o españoles. Así son las reglas del juego que nos hemos dado. Otra opción es salirse del euro, salirse de la UE y navegar libremente en el vacío de la mano del aliado ruso, sin paraguas de seguridad ante los intereses turcos. Syriza a fecha de hoy no ha demostrado aportar ni un solo gesto o idea de modernidad a la construcción europea y quien quiera en otros países de la Unión presentarme al nuevo Gobierno griego como un modelo a seguir, tendrá que poner encima de la mesa al menos los mismos argumentos de peso que yo he tratado de explicar aquí. Si esto es lo moderno, que paren Europa que yo me bajo.

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Prioridades y emergencias de Europa en 2015

El año que concluye pasará sin duda a la historia de la construcción europea y lo hará por la celebración de las primeras elecciones europeas de las que además de concluir la composición del Parlamento europeo, han determinado la designación definitiva del nuevo presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués social cristiano, Jean-Claude Juncker. Nunca hasta ahora los votos de la ciudadanía europea habían influido de manera tan clara y precisa en la composición del motor de las decisiones comunes. Además, en enero del pasado año el nuevo marco presupuestario para los próximos siete años entró en vigor y el ambicioso programa europeo de I+D+i, el Horizon 2020, dio sus primeros pasos. Con nuevo presupuesto, con nuevo Parlamento y, finalmente, desde el 1 de noviembre, con nueva Comisión, Europa afronta un nuevo período decisivo para la convivencia en el continente. El 2014, pues, ha sido un año de renovación profunda tanto de personas como de métodos de trabajo, un año de cambio cuyos primeros frutos debemos ver en el venidero 2015.

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Las instituciones europeas tienen por delante una agenda de prioridades a medio y largo plazo, pero también le urgen una serie de emergencia que no pueden esperar a la planificación porque llevan demasiado tiempo llamando a la puerta para su resolución. A modo de recordatorio para todos conviene echar un vistazo a temas y calendario:

  • Emergencias:
  1. Conflicto con Rusia: es evidente que de los contenciosos de la escena internacional que mayor preocupación pueden causar a la UE, el surgido a raíz de la desestabilización de Ucrania, es el más relevante y grave. Los errores cometidos por la Unión y, muy especialmente de algunos Estados miembros como Alemania, al subestimar la capacidad de reacción de Rusia ante los cambios políticos producidos en Ucrania, tuvieron como consecuencia la anexión rusa por la fuerza de Crimea mediante un acto de fuerza que a todas luces resulta censurable. Este cúmulo de despropósitos que ha tratado a una población como meras piezas de un trágico ajedrez, nos han situado en un escenario incierto, repleto de trampas que deberíamos empezar a desmontar a toda velocidad en el primer trimestre del año. Así las cosas, un Putin atacado en su orgullo patrio, se ve ahora acorralado por una situación económica nefasta en su país a raíz de las sanciones económicas y comerciales impuestas por la UE y por el descenso trepidante de los precios del petróleo, al que no es ajena unaEE.UU. que empieza a saberse energéticamente autosuficiente. El principal problema de la UE a fecha de hoy consiste en convencer a Obama de la necesidad de dar una salida digna en el conflicto a Putin y con ello al oso herido ruso, pues, seguir humillando a Rusia podría comportar serios riesgos fronterizos a Estados miembros europeos. El nombramiento de Donald Tusk como presidente del Consejo Europeo a instancias de las canciller Merkel, no ayuda mucho, dado el claro afán antiruso del político nacionalista polaco.
  2. Reactivación de la economía en la zona euro: dentro de nuestro propio espacio de decisión, tras más de cinco años de crisis, el temor a una tercera recesión obliga a tomar medidas de inmediato que fomenten el crecimiento y, sobre todo, la creación de empleo juvenil. En este sentido, la estrella de las medidas que pueden ponerse en marcha entre todos, es el llamado plan Juncker, Se trata de un plan de Inversiones para Europa: plasmación legislativa del Plan anunciado el mes pasado, que desbloquea inversiones públicas y privadas en la economía real por un importe mínimo de 315 000 millones en los tres próximos años.
  3. Soluciones a la inmigración: la presión de miles de personas que día a día se acercan a las fronteras de la UE en busca de una esperanza de vida mejor requiere de una respuesta coordinada e inmediata para paliar su perverso efecto dual: el drama de los inmigrantes y la creciente ola de xenofobia promovida por grupo políticos populistas en muchos Estados de la Unión. Por ello la Comisión se ha comprometido a poner en marcha unaAgenda Europea de Migración: para crear un nuevo planteamiento en materia de migración legal a fin de hacer de la UE un destino atractivo para las personas con talento y competencias y de mejorar la gestión de la migración  mediante una mayor cooperación con los países terceros, la solidaridad entre los Estados miembros y la lucha contra el tráfico de seres humanos.
  • Prioridades: no de menor trascendencia, pero si con un calendario más holgado.
  1. Mercado único digital:un ambicioso paquete de medidas sobre el mercado único digital: para crear las condiciones para una economía y una sociedad digitales dinámicas, complementando el entorno normativo en materia de telecomunicaciones, modernizando las normas sobre los derechos de autor, simplificando las normas sobre las compras en línea y digitales para los consumidores, mejorando la seguridad informática e integrando la digitalización en las políticas.
  2. Unión Europa de la Energía: para garantizar la seguridad del abastecimiento de energía, integrar en mayor medida los mercados nacionales de la energía, disminuir la demanda europea de energía y descarbonizar la combinación de fuentes de energía.
  3. Un enfoque más equitativo en materia fiscal: un plan de acción para combatir la evasión y el fraude fiscales, que incluye medidas para evolucionar hacia un sistema por el cual el país en el que se generen los beneficios sea también el país de tributación, así como el intercambio automático de información sobre resoluciones fiscales y la estabilización de las bases del impuesto de sociedades.
  4. Reducción de la burocracia y eliminación de las cargas normativas: la propia Comisión reconoce que los ciudadanos desean que la UE interfiera menos en su vida cotidiana, sobre todo en aquellos sectores donde los Estados miembros están en mejores condiciones para actuar y ofrecer soluciones. El programa de trabajo para 2015 refleja el compromiso reforzado por parte de la Comisión de mejorar la normativa, partiendo del programa de adecuación y eficacia de la reglamentación, que tiene por objeto reducir la burocracia y eliminar las cargas normativas, contribuyendo así a crear un entorno favorable a la inversión.

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Europa no está para muchas dudas, ni para pérdidas de tiempo en un mundo que se globaliza en tiempo real. El calendario de cada Estado miembro juega paralelamente todos los años y este será un ejercicio complejo el 2015. Elecciones generales en España (con seguridad autonómicas y municipales, pues las generales podrían ser técnicamente en 2016), Portugal, Reino Unido, Grecia y Suecia y regionales en dos pesos muy pesados en la Eurozona como Alemania eItalia. Este es el calendario electoral de un 2015 de muy alto voltaje que según los analistas tiene potencia de fuego suficiente para dinamitar los mercados financieros. El temor a unos resultados desfavorables a los partidos tradicionales se extiende entre los analistas, que por si acaso ya están recomendando infraponderar a los países cuyo riesgo es más alto. En cualquier caso, la agenda europea 2015 requiere audacia y pruebas inequívocas a la ciudadanía de la utilidad del proyecto europeo para sus vidas cotidianas. La Unión surgió del vértigo a las guerras, pero debe construir un nuevo relato pragmático al servicio del progreso de las personas, que le saque del marasmo de la superestructura política y la burocracia tecnócrata imperante en Bruselas.

Algunas alertas de fraudes en las elecciones europeas

La mentira siempre es un mal negocio, sobre todo, porque su durabilidad es escasa. El tiempo siempre pone a cada uno en su sitio y la realidad de las cosas acaba imponiéndose. Pero si hay algo que puede resultar ridículo es el autoengaño, hacerse trampas en el solitario es una de las expresiones más patéticas del ser humano. Pues eso es lo que algunos dirigentes europeos están haciendo desde el 25 de mayo, desde que descubrieron que los resultados de la noche electoral de los comicios europeos, no les ayudaban a componer su particular solitario. Entonces empezaron una especie de ejercicio de simulación basado en la negación de todo aquello que puede alterar sus planes aunque ello signifique una verdadero fraude de lo expresado en la urnas. Y no han sido pocos los tentados en esta suerte de ejercicio de ciencia ficción, empezando por la canciller Ángela Merkel, pasando por los dos grandes partidos europeos, el popular y el socialista, otros de mucho menos volumen como UPyD o Ciudadanosy terminando por la propia Monarquía parlamentaria española urgida a una sucesión express en la Corona. Y ese análisis que por cercano resulta más fácil en casa propia es bastante extrapolable a muchos de los Estados de la Unión. Resumen del resumen, Europa acentúa su principal problema, la dicotomía entre la Europa real y la Europa oficial.

Empecemos por el más flagrante caso de intento de fraude electoral. El Tratado de Lisboa, pese a lo que los jefes de Gobierno tratan ahora de filtrar a la opinión pública, deja pocas dudas sobre el procedimiento de elección del próximo presidente de la Comisión Europea. Así lo decidieron ellos cuando urgidos por el no francés a la Constitución europea les puso al borde del precipicio del proyecto común. El presidente de la Comisión lo propone el Consejo Europeo – ellos . pero lo aprueba el Parlamento Europeo. De ahí que por lógica, la misma que ahora quieren negar, que los grupos políticos con opciones de conformar mayorías nominaran previamente a sus candidatos para que los electores europeos pudiéramos decidir sobre el personaje idóneo para capitanear la nave ejecutiva de la UE. JunkerSchulzVerhofstadt, Keller o Tsipras se presentaron ante los europeos con su idea de Europa, dando la cara en debates y mítines, haciendo campaña para lograr el voto como candidatos a presidir la Comisión. Los jefes de Gobierno lo avalaron, pues, unos y otros son líderes de sus respectivos partidos en sus Estados. Merkel en la CDU o Rajoy en el PP, dieron su apoyo a Junker en la cumbre del Partido Popular Europeo en la cumbre de Dublín. Por ello, es bochornoso espectáculo ofrecido por la canciller germana titubeando su apoyo al candidato del centro derecha europeo, solo puede calificarse de fraude a los electores. Resulta tan obvio que lo único que está haciendo Merkel es poner trabas a reforzar los poderes del Parlamento Europeo y, por ende, de la Comisión para seguir controlando a su antojo un todopoderoso Consejo, que hasta el propio Junker, nada peligroso revolucionario, ha clamado públicamente por la falta de decoro de la situación vivida. Poniendo un pelele al frente de la Comisión, saltándose la voluntad de los ciudadanos y hurtando la decisión al Parlamento o sometiéndole a la verticalidad de la decisión de los partidos nacionales, Merkel logra un doble objetivo: reeditar las dúctiles comisiones Barroso y convencer a todos los europeos de que el Parlamento no sirve para nada y que el poder lo tiene ella y su país. Tontos no somos y eso, repito. es un fraude.

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Ante esta situación los dos grandes bloques políticos en la eurocámara, populares y socialistas, andan reuniéndose por los pasillos a escondidas tratando de buscar soluciones. A hurtadillas sin los focos de los medios de comunicación y mucho menos sin el rigor del debate de la luz y los taquígrafos, tratan de cambiar cromos suficientes para dar la apariencia de un elección a lo que es una componenda para dejar tranquilos a los jefes de Gobierno y especialmente a una de ellos. La izquierda y la derecha centrada europea parece no haberse enterado del tsunami que le ha rodeado en estas elecciones. Parece no querer entender el clamor de llamada de atención que supone el crecimiento del populismo ultra en Francia, la eurofobia recalcitrante en el Reino Unido o la irrupción inesperada de Podemos en España. En vez de coger su granero de votos y tratar de conformar mayorías con otras fuerzas minoritarias, lo que supondría aceptar parte de sus programas, que es lo democráticamente correcto, para después presentar el candidato a presidente de la Comisión y que éste defendiera ante los 751 eurodiputados su programa de Gobierno, lo previsible es que monten una “grossen coalitionen” de la que gustan a Merkel con todo atado y bien atado para que nada pueda cambiar. Se repartirán los cargos entre Junker y Schulz y todos contentos, pero no creo que aquellos votantes que creyeron en uno o en otro, en sus planteamientos de construir una nueva Europa se sientan agradecidos por este ejercicio de birlibirloque, por el cual, lo que ayer era rojo hoy es azul y lo que fue azul es ya rojo. Fraude y más fraude.

A menor escala, pero en la mayoría de las fuerzas minoritarias nacionales que no están integradas en grandes coaliciones europeas, se ha producido un esperpéntico cambio de papeles para lograr encajarse en los grupos parlamentarios de la eurocámara. Probablemente casi ningún votante sabía del sistema de funcionamiento de los grupos políticos en el parlamento de Estrasburgo/Bruselas. No formar parte de un grupo parlamentario supone pasar a los no inscritos, que algo así como el limbo de los parias, sin derecho a prácticamente nada. Pasar cinco años en blanco, sin pena ni gloria, salvo la honra gloriosa de una foto en la tribuna con una camiseta de protesta por cualquier tema originalmente marginal. Eso y no participar en las comisiones con lo que supone de suculentos ingresos personales y para el partido. De ahí que a la carrera se hayan conformado los grupos de cara a la sesión constitutiva del próximo 1 de julio. Si damos un repaso a los partidos que concurrieron en el Estado español y dónde han aposentado sus escaños, nos llevamos sorpresas incluso desagradables para muchos de sus votantes. Del PP y el PSOE poco que decir, pues, tienen sus grupos popular europeo y socialistas y demócratas.Convergencia y el PNV desde hace varias legislaturas, concretamente desde queAznar logró que les dieran puerta en el grupo popular, han encontrado acomodo entre los liberales – ALDE -, lo cual no puede sorprender a sus votantes, pues, así lo manifestaron y movieron a su candidato, el belga Guy Verhofstadt por sus caladeros de votos. Podemos se ha integrado en el grupo de la Izquierda Europea, donde confluye con Izquierda Unida, su teórica competencia, por lo que los votantes de ambas formaciones tendrán una voz idéntica en la cámara. Pero los que rayan el surrealismo son UPyD y Ciudadanos, formaciones que van a integrarse en el grupo de los liberales compartiendo asiento con Convergencia y PNV, enemigos acérrimos en España. Y para más inri, ALDE les ha obligado para ingresar reconocer el derecho a decidir de las naciones europeas sin Estado. Algo que niegan con contundencia y griterío en el Congreso de los Diputados o el Parlament de Cataluña, sus líderes Rosa Díez y Albert Rivera. Inexplicable fraude.

Pero el tsunami desbocado en fraude no solo ha afectado a dirigentes y formaciones políticas, también ha afectado por contagio a las más altas instituciones. La apresurada abdicación del Rey, consiguiente coronación deFelipe VI y aforamiento del rey abdicado, supone un ejercicio de precipitación desmedida solo explicable por el temor a las consecuencias de las elecciones del 25 de mayo. Vale que hace 40 años cuando Juan Carlos I fue coronado por designación de las Cortes franquistas no era momento de someter a referéndum su entronización y vale que la Constitución de 1978 le daba cierta legitimidad, aunque habrá que recordar que se votaba un todo y no las partes, por lo que el Sí se dio a la fundamental que no otra cosa, pero de vital transcendencia como las libertades y la democracia en España. De medio tapadillo se aceptó la Monarquía como forma de Jefatura del Estado. Pero pasadas tres décadas, en pleno siglo XXI, lo mínimo es que los españoles pudieran ser consultados y expresar su opinión al respecto. La mayoría de edad de aquella democracia naciente debiera permitirnos hoy pasar por las urnas cualquier aspecto de nuestra convivencia y no ser gobernados por instituciones que viven en el permanente miedo a lo que opinemos como si de niños se tratara que pudieran equivocarse. Estamos ante un fraude de legitimidad del nuevo monarca, que no de legalidad por supuesto. El problema es que cuando las urnas se sigan manifestando en tantos otros aspectos y pueda consolidarse una mayoría republicana, será ya innecesario el referéndum. Si así ocurre se optará por el cambio de modelo de Estado.

Permitid una última reflexión. Si la era de Internet ya supera los 20 años, si sus fases de desarrollo hasta las actuales aplicativas con soportes de telecomunicaciones cada día más cercanos y accesibles avanza a velocidad ilimitada en nuestras sociedades, si el acceso a la información es cada vez más universal, en suma, si la última revolución tecnológica que hemos vivido está plenamente implantada, es absurdo pensar que ello no va a conllevar revoluciones sociales y cambios de estructuras de poder. La historia de las civilizaciones se escribe con los cambios tecnológicos como motor fundamental. Ello cambia la forma de vida del ser humano. La observación de esos fenómenos desde una articulación filosófica compone el pensamiento de cada era. La plasmación estética del cambio social en forma de arte, es decir, los distintos movimientos artísticos, son siempre la antesala del liderazgo político de la nueva era. Analizar dónde nos encontramos en estos momentos, pero os aseguro que estamos más cerca de esto último que de los albores del uso de la Red en los años 90. La vieja aristocracia volverá a dejar paso a una nueva burguesía ocupará el espacio. O tal vez hoy, en esta simulación de modelos que vivimos de comunismo capitalista, todo parezca que es de todos, pero lo único cierto es que el cambio está ya aquí y nada ni nadie quedará al margen de él. La foto de hace 5 años de líderes o lideresas, tendrá nuevos rostros en breve, en menos plazo del que muchos piensan. Póngase guapos los llamados al nuevo retrato y traten de poner a buen recaudo sus cuellos los que salen del viejo lienzo.

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El tsunami de las elecciones europeas en España, Rubalcaba dimite y el Rey abdica

Menos mal que las elecciones europeas, según agudos tertulianos y eruditos a la violeta, eran una cita intrascendente que no interesaba a los ciudadanos, ni a los partidos políticos. A tan solo quince días de haberse celebrado, sus resultados en España han provocado más movimientos históricos que en las cuatro últimas décadas. Y estoy seguro que no son más que el principio del fin de muchas cosas que se han quedado obsoletas en el panorama institucional español.  Por supuesto, que lecturas parecidas podemos hacer en otros grandes Estados miembros de la Unión Europea, véase el caso por ejemplo de Francia y el Reino Unido donde la ultraderecha y los eurófobos han triunfado claramente. Pero ciñéndonos al resultado español, es evidente que salvo para el peor ciego que es el que no quiere ver o el sordo que no quiere oir, el mandato de las urnas obliga a un rediseño de muchas cosas, establece el imperativo de refundar sistemas o de buscar nuevas fórmulas de convivencia. La crisis económica y los rotos sociales que está provocando, unida a la falta de respuesta de los partidos tradicionales a las demandas ciudadanas, ha aupado en las urnas a auténticos movimientos sociales revestidos de liderazgos populistas. No leer adecuadamente lo que está sucediendo en esas corrientes internas de la sociedad y seguir admirando el paisaje de costa y olas para seguir surfeando plácidamente, se ha convertido en una forma de suicidio dulce de los estamentos actuales.

Empecemos por el punto de partida del efecto dominó que se produjo la noche del pasado 25 de mayo. El Partido Socialista Obrero Español cosechó el peor resultado de su historia. Perdía más de un millón y medio de votos respecto a las anteriores elecciones europeas y se convertía en el quinto partido socialista de Europa por número de votantes, por detrás del rumano. Nadie había sido capaz de anunciar un batacazo tan tremendo y las consecuencias no se hicieron esperar. La consecuencia inmediata no fue otra que la dimisión a la mañana siguiente del secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba. De esta forma lo que eran unas elecciones europeas se convirtieron en unas primarias anticipadas que han producido un terremoto en el plan inicial del PSOE de cara a los comicios autonómicos, municipales y generales. Destrozado el guión que tenía preparada la Ejecutiva actual, la improvisación y el caos por federaciones se han adueñado de los destinos del partido de la calle Ferráz, sin que se pueda a fecha de hoy predecir fácilmente cómo llegarán y con qué liderazgo a las citas reseñadas.

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La tentación primera del aparato del partido y de los viejos del lugar ha sido agarrarse al clavo ardiendo que representa el único territorio que les sigue siendo perpetuamente fiel en voto, Andalucía. Su lideresa, la presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha recorrido un camino fulgurante desde que tuvo que sustituir a José Antonio Griñán, urgido a dejar el cargo al estar amenazado de ser imputado en el caso de los EREs que instruye la pertinaz jueza Alaya. Desde entonces ha acumulado poderes a la búlgara con mayorías abrumadoras y en las elecciones andaluzas su territorio, tras Extremadura, ha sido el que mejor resultado socialista ha cosechado. El diseño recogido en los estatutos de primarias saltó por los aires el 26 de mayo y rápidamente se pensó en la celebración de un congreso extraordinario hecho a la medida de Díaz, al que se apuntaron a toda prisa todos los secretarios generales de las federaciones que sistemáticamente vienen perdiendo elecciones desde hace tres años. Esos son los avalistas de la posible secretaria general y ese el ilusionante proceso de renovación que ofrece. Como es lógico este cambio radical de planes dejó compuestos y sin primarias a los MadinaChacónSánchez… que se sabían perdedores en una batalla interna y que en virtud de su llegada mediática aspiraban a un proceso abierto a los militantes. El disparate en que se ha convertido el proceso ha desembocado en una consulta no vinculante a la militancia previo al congreso extraordinario que deberá definir si habrá o no finalmente unas primarias. Es decir, el PSOE vuelve al marxismo, pero de los hermanos Marx.

Tenga o no relación directa, exactamente una semana después de la dimisión de Rubalcaba, se producía la abdicación del Rey Juan Carlos. Queda muy lejos de este post y de este bloguero los análisis palaciegos, pero algo seguro que ha tenido que ver en la decisión del monarca, la repentina muerte política del líder socialista y el profundo caos reinante en el PSOE. Un proceso de proclamación deFelipe VI sin contar con la inestimable ayuda de los socialistas no tendría la mínima legitimidad. De esta forma era fundamental provocar la coronación express para que la Monarquía constitucional siga contando con la anuencia de un partido cuyos militantes son teóricamente de hondas raíces republicanas. Lo cimientos del régimen de la transición se resquebrajan, a nivel territorial con una amenaza de consulta en Cataluña y una solicitud de derecho a decidir en el Parlamento vasco, con los dos partidos mayoritarios que si extrapolan los resultados de las europeas no tendrían casi opciones de conformar gobierno salvo la de una gran coalición de dos fuerzas en descenso. Y para colmo se inicia un reinado que llega casi 40 años después del que nos legó la dictadura y que sigue sin dar el paso definitivo de pasar por las urnas. Sinceramente creo que se equivocan todos esquivando la libre elección de los ciudadanos. El primero que falla es el propio Felipe que tenía la oportunidad histórica de legitimarse, ahora que con casi total probabilidad ese gesto le haría ganador del referéndum. Se equivoca el Gobierno que ha hecho suyo un problema que no lo es y que al desgaste de su acción ejecutiva, une ahora el de valedor de una Monarquía desprestigiada por los casos de corrupción y las torpezas finales de Juan Carlos. Y quien más hierra es sin duda el Partido Socialista que se convierte en la muleta en torno a la cual se realiza la faena. El señuelo desde la izquierda para evitar la consulta. A partir de ahora el discurso fácil que convierte en dos caras de la misma moneda a PP y PSOE queda ratificado de por vida.

Junto a este cúmulo de desastres, en el panorama político ha irrumpido una opción difusa que se declara heredera legítima del Movimiento 15M. Podemos, con su líder televisivo, Pablo Iglesias al frente, ha significado la gran sorpresa y en la novedad lleva implícito todo su pecado. Preocupa y molesta a partes iguales al resto de las formaciones políticas y al conjunto de un establishment incapaz de permitir que respiremos aire fresco. Pero por su lado, si uno se lee su programa, solo haya principios fundamentales de los brindis al sol, buenísmo voluntarista al estilo Peter Pan a raudales y una suerte trasnochada del compendio más rancio de simbología comunista. Tienen un inmenso vacío por delante en el espacio de la izquierda, abierto el socavón de un PSOE perdido en sus disputas internas y una Izquierda Unida que no es capaz de quitarle 20 años de encima a las canas de sus dirigentes. Pero para avanzar se verá obligado a definirse y bajar a la cruda de la realidad de las propuestas políticas y de las contradicciones a las que somete la real politik. No soy capaz de hacer predicciones sobre su futuro, pero si es evidente que el mar de fondo que mueve a esta nueva sociedad está buscando nuevas propuestas y, por supuesto, nuevas formas de hacer política, de participación y de representación. En esa clave los liderazgos van a ser cruciales y también lo serán la cercanía a lo local y la sintonía con las sensibilidad de la calle. La demanda está ahí para aquellos que acierten en su oferta.

Montado como está el lío, me parece ridículo no reconocer que nos enfrentamos se quiera o no y en el plazo que tarden en sucederse los acontecimientos, ante una reforma o ruptura constitucional. El traje de la primera comunión que nos hicieron en 1978 está hecho jirones y cuando nos agachamos, flexionamos las rodillas o estiramos un brazo, se deshilacha un poco más. Nos desayunamos una mañana si otra también con noticias como que Hacienda confirma que el partido en el Gobierno realizó sus obras de remodelación con dinero negro y el Gobierno nos hace contestar gritando, ¡viva el Rey! Más parafraseando a Galileoeppure si muove, la gente en su silencio indiferente al discurso oficial va a ir cambiando las cosas hasta un punto en que no se parezca en nada al antiguo régimen hoy imperante. Y en ese devenir inercial, puestos a lanzar propuestas innovadoras me atrevo a rememorar a mi admirado Castelao, cuando propuso en su fragor republicano la instauración de la República Federal Ibérica. La suma de todos los pueblos de la península ibérica conformaría la tercera potencia continental en la Unión Europea y daría solución a viejos problemas territoriales en un encaje de respeto a la diversidad que entre nosotros impera. Si supiéramos hacer de la necesidad virtud deberíamos ser capaces de realizar propuestas de altura de miras institucionales y abrir un nuevo proceso constituyente que renueve el contrato social entre todos, en vez de taponar con parches cataplasma la sangría que a nuestra sociedad le produce tanto gobierno de espaldas a sus intereses. Tal vez solo quede el orgullo de optar por la actitud individual del exilio interior.

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Ante las elecciones europeas convendría hablar del proyecto Europa 2.0.

Que el proyecto europeo requiere una actualización urgente lo avala el temible dato con que podemos encontrarnos la noche electoral del 25 de mayo en forma de abstención en los comicios a la Eurocámara. Si tal dato se confirma y todos los sondeos país por país así lo atestiguan, quedará claro que a los ciudadanos europeos no les atrae la idea de Europa que sus dirigentes les están vendiendo. Sobre todo en estas elecciones cuando por primera vez en la historia eligen a unos representantes que legislan el 80% de lo que nos afecta y van a nombrar al presidente de la Comisión Europea de la misma forma en que en España el Congreso de los Diputados elige al presidente del Gobierno. Por tanto, podremos medir el apego real de las sociedades europeas a la construcción común, si bien cabe decir en descargo de los previsibles malos datos de participación, que cuanto más lejano es el centro de decisión menor es siempre la participación en democracia, como sucede desde décadas en Estados Unidos, donde la elección de congresistas o del presidente tiene cuotas de voto my inferiores a las de los gobernadores, fiscal de tu Estado o sheriff del condado.

En todo caso, creo que el principal problema que tiene el proyecto europeo llevado a las urnas es su falta de credibilidad ante su población. La Unión no es creíble para los europeos porque no tiene un relato fiable y no lo es porque los gobiernos de los Estados miembros, a los que a todos se les llena la boca retóricamente de europeísmo ferviente cuando se reúnen en Bruselas, a la hora de la verdad solo velan por sus intereses particulares, convencidos de que dicha política les concede mayores réditos electorales en sus territorios. Si los europeos fuimos capaces de iniciar este camino hace ya casi 60 años se debió a un único argumento central: la paz. Dos guerras mundiales y millones de cadáveres nos precipitaron al acuerdo pacífico. Después lo económico invadió todo, un mercado inmenso en posibilidades, abierto y libre se concebía como un escenario de nuevas oportunidades. De ahí devino el euro como la necesidad de uso de una moneda común en dicho espacio y, por precipitación de su uso y de la crisis financiera internacional, hemos parido con forces una unión bancaria. Queda y vendrá inexorablemente o se derrumbará todo el edificio común, un proceso de armonización fiscal que equipare las economías y las personas en derechos y deberes.

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Y hasta aquí la Europa que más o menos pudieron concebir nuestros padres fundadores, los AdenauerSchumanDe Gasperi, Spaak, Spinelli o Monet. Pero bien entrado el siglo XXI y en plena sociedad globalizada, Europa necesita de una versión 2.0. de su entramado institucional y, ante todo, de su relato hacia los europeos y el resto del mundo. Un mundo que nos observa sorprendido, pues, pese a todas nuestras contradicciones y la falta de una clara idea común, ve que cada vez son más las personas integradas en la Unión y mayor el nivel de interrelación y de comercio. De la misma forma que al contemplarnos no se aclaran si somos una verdadera unidad en el destino o simplemente una unión temporal de Estados que se ponen de acuerdo en lo mínimo que les interesa. Ésta es la primera gran cuestión por dilucidar, el del modelo de organización institucional común entre los socios. ¿Qué somos y qué queremos ser como europeos? ¿Alemanes, franceses, italianos o españoles que nos beneficiamos de una joint venture más o menos ventajosa o ciudadanos europeos que vivimos en distintos territorios, con distintas historias y culturas, pero con una identidad común que anteponemos a cualquier otra? Este es el problema porque a los europeos nunca nos han querido poner en ese brete de elegir si somos más europeos que nacionales.

El principal problema para avanzar en ese concepto de identidad europea no es otro que los grandes Estados nación que han dado forma a la Unión y ahora la tienen rehén de sus contradicciones. AlemaniaFranciaReino UnidoItalia o España son culpables de su prevalencia como pretendidas potencias europeas. Algo que se podría resolver fácilmente si la Europa de los pueblos pudiera ser una realidad. Y me baso en un paradigma sociológico, es mucho más fácil poner de acuerdo a muchas comunidades pequeñas, que a cuatro o cinco grandes. Como es mejor la competencia en mercados de pymes que en fórmulas de oligopolio. Mucho mejor nos iría en Europa si tuviéramos 28 dinamarcas, que 4 francias. Pues en ese modelo de sociedades sería verdaderamente aplicable el modelo federal que reina en EE.UU., donde los desequilibrios entre los Estados son mucho menores que en Europa. La realidad más cercana se administra mejor, pero además tiene más capacidad para la negociación y el pacto porque no pretende la imposición o conquista, sino la búsqueda de acuerdos de asociación que fortalecen sus posiciones.

La otra gran cuestión a dilucidar es la de los recursos económicos que estamos dispuestos a poner en común para el desarrollo del proyecto europeo. El presupuesto actual de la Unión en 2013 alcanzó la cifra de los 150.900 millones de euros, suma elevada en términos absolutos, pero que apenas representa el 1% de la riqueza que generan al año los países de la UE. Es decir, sin ambigüedades nuestra Unión nos importa un 1% de lo que nos interesa nuestra realidad nacional, regional o local. Exiguo margen de gestión le quedan, pues, a las instituciones europeas para dirigir los destinos de los europeos hacia destinos tan ambiciosos como el empleo, la sostenibilidad medioambiental, la innovación o la política de seguridad y exterior. Si no estamos dispuestos a ser contribuidores netos y no meros receptores de ayudas para la construcción de un espacio común diverso y plural, pero enriquecedor para todos, el mundo no creerá nuestro afán de construcción. Con esa ridícula aportación que realizan los Estados para la tarea común, además soterradamente introducen la especie de que se despilfarra en los gastos generales de funcionamiento, es decir, en la burocracia de las instituciones, especialmente de la Comisión Europea. Un organismo integrado por 34.000 funcionarios que unidos a los del resto de las instituciones apenas llega a los 55.000 efectivos para una población de 500 millones de habitantes. Y debe decirse que su ratio de efectividad versus coste es muy superior al de cualquier administración de los Estados miembros que requieren aparatos muy superiores y que no decrecen pese a que sus competencias van siendo cedidas paulatinamente a Bruselas.

Pero en el fondo, lo que está poniendo en tela de juicio a esta Europa en versión vieja, es su modelo de democracia y de sociedad. Ambos elementos determinantes de la convivencia están cambiando a toda velocidad y, sin embargo, nuestros dirigentes no son capaces de dar respuesta a los retos que dicha evolución provoca. La participación política de los ciudadanos es claramente insatisfactoria y produce, junto a una corrupción endémica del sistema, un descrédito de la actuación de los políticos. Vivimos una era digital donde todo fluye a gran velocidad menos las propuestas y reacciones de los políticos. Son ellos los que nos tienen prisioneros en una versión 1.0. de Europa que ya no funciona. Son ellos los que tienen aprensión al cambio y a escuchar nuestras opiniones. Prefieren desconocer nuestras demandas y vivir de ofertas obsoletas aunque los problemas se acumulen a su alrededor. Ven cómo se deteriora su imagen y el de las instituciones que representan y, sin embargo, no hacen nada real por cambiarlas. Se han convertido una vez más en el ancien régime, el antiguo régimen que pretende sacralizar estructuras de funcionamiento que solo proporcionan ya desigualdad e injusticia. La crisis económica les ha puesto contra la espada y la pared, pero pretenden sortearla como si nada hubiera ocurrido, sin darse cuenta de que una vez más se quiera o no, más cruenta o más pacífica, las revoluciones acaban por certificar el cambio. Si fueran responsables y por su propio bien pondrían ya en marcha la versión 2.0. de una Europa basada en el Estado del bienestar que nos hace más comunes y que regenere la democracia participativa como vértice de la convivencia de nuestras sociedades. Si la abstención en las elecciones del 25 de mayo supera el 60% la suerte estará echada.

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2014, Europa en la encrucijada

2014 llega con un marcado carácter europeo. No solo por ser año electoral en laUnión Europea que elije su eurocámara, sino porque como cada siete años, el llamado marco presupuestario de la UE se renueva y con él todo el conjunto de fondos y ayudas comunitarias. Asimismo, el año que comienza debería instaurar definitivamente la Unión Bancaria, lo que significa que al igual que Estados Unidos, los europeos tendremos una moneda común, un banco central y una reserva federal. Y por si todo esto fuera poco, a raíz de la renovación de los escaños de los europdiputados, deben renovarse todos los cargos principales de nuestras instituciones, el presidente del Consejo Europeo, el de la Comisión y todos sus miembros, el del Eurogrupo, así como el del Alto Representante Exterior de la Unión. En conjunto, un año de cambios profundos que contará con una cierta estabilidad política en los Estados miembros, pues, ninguno de los grandes tiene comicios nacionales, salvo si en ItaliaBerlusconi decide arrastrar a su país al caos electoral para resolver sus problemas judiciales. Si habrá, por contra una consulta popular de gran trascendencia en el mes de septiembre, anunciada y pactada con el Reino Unido, sobre la independencia de Escocia, a diferencia de la solicitada en Cataluña y no admitida por Madrid, señalada para el próximo mes de noviembre. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que la Unión Europea se halla ante un conjunto de procesos políticos y de reformas económicas que cambiarán su fisonomía y, con casi total seguridad, de tener éxito consolidarán definitivamente el proyecto europeo, como de fracasar pueden suponer su fin.

El 25 de mayo de 2014 – el 22 de mayo en Holanda y Reino Unido – se celebrarán las elecciones europeas. Y serán los comicios de la UE más importantes de la historia, no solo por el número de europeos llamados al voto, nada menos que más de 375 millones, en 28 Estados, tras la incorporación en 2013 de Croacia, sino por la capacidad política que tendrá en la nueva legislatura la Eurocámara. En estos próximos 5 años el Parlamento Europeo acabará de desplegar su marco de poder establecido en el Tratado de Lisboa, el marco legal que rige en la actualidad a los miembros de la UE. El conjunto de su actividad legislativa y de control legislativo y ejecutivo de la Comisión y el Consejo, llegará a un 60% de las decisiones que se toman en Bruselas. Pero lo que resulta más trascendente y gestual es que el parlamento saliente de las urnas en mayo, nominará al presidente o presidenta de la Comisión y a todos sus miembros, algo que debe ratificar el Consejo, pero que difícilmente se entendería que los jefes de Gobierno fueran contrarios a la voluntad popular expresada en unos comicios. Por tanto, el nuevo Parlamento tendrá la potestad de nombrar y cesar al máximo órgano de la UE, quedando por tanto, definitivamente legitimado democráticamente como soberano de las decisiones comunitarias. Es cierto que estas elecciones se van a producir en un clima general en Europa de descrédito de la clase política y que se anuncia en las encuestas un grado de participación bajo – en torno al 46%, lo que sería la media de otros comicios europeos -, sin embargo, en dichos sondeos llama la atención que entre los jóvenes la estimación de voto se eleva al 65%, probablemente porque tienen clara conciencia de lo que se juegan en Bruselas a futuro. Un dato a tener en cuenta para los detractores del programa Erasmus que tanto ha hecho por unir Europa. Las predicciones actuales, tanto de una encuesta/panel realizada por el propio Parlamento Europeo como por el Think tank de Jacques Delors, Notre Europe, nos hablan de una victoria por la mínima de los socialistas frente a al Partido Popular Europeo, un incremento espectacular de los no adscritos, es decir, una amalgama de ultraderechistas, radicales, comunistas y antisistemas, la consolidación al alza de las opciones nacionalistas moderadas y una caída significativa de los Verdes. Si así fueran las cosas sería difícil recurrir al bipartidismo imperante en alternancia para la conformación de mayorías parlamentarias. Seguramente se acudiría a la fórmula alemana dela gran coalición para las grandes cuestiones europeas mediante el acuerdo del PSE y el PPE, mientras que en el día a día los eurodiputados se verán obligados a hacer mucha y buena política mediante acuerdos de todo tipo.

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Respecto a las personalidades que pueden pasar a ejercer el protagonismo en las instituciones de la Unión, empecemos por el cargo de presidente de la Comisión. El Partido Socialista Europeo ya ha nominado formalmente a su candidato, el actual presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz. Hombre de marcado acento político que de ganar no pasará desapercibido ante la opinión pública. El Partido Popular Europeo aún no ha nominado a su candidato o candidata y en las quinielas suenan nombres como los de Enda Kenny, primer ministro irlandés,  Jyrki Katainen, primera ministra finlandesa, Jean ClaudeJunker, ex primer ministro luxemburgués,  o de los actuales comisarios, MichelBarnier y Viviane Reding. Los liberales y nacionalistas de ALDE tampoco han nominado y suenan el actual portavoz de dicho grupo en la eurocámara, GuyVerhofstadt, el ex ministro de Exteriores alemán, Westerwelle o el comisario de Economía, el finés Olli Rehn. Pendientes de un proceso de primarias en todos los Estados miembros están los Verdes y sí ha nominado a su candidato los partidos más a la izquierda de la cámara, en la persona del líder de Syriza, el griego AlexisTsipras, todo un símbolo de la lucha contra las políticas de ajustes llevadas a cabo en su rescatado país por órdenes de Bruselas.

La UE afronta el 2014 con unas previsiones económica que podrían calificarse de moderadamente optimistas en su cuadro macroeconómico. El crecimiento se cifra en un 1,4%, pero todo estará en función de que el eje franco alemán sea capaz de mantener tales cifras. Especialmente la locomotora alemana, pero sin dejar de lado las debilidades de una economía francesa que tiene pendiente muchas reformas estructurales solicitadas por la Comisión y cuya demanda interna no consigue alegrarse. En todo caso, sea cual sea el crecimiento, la realidad seguirá estando marcada por los altos porcentajes de desempleo, muy especialmente, de paro juvenil que afecta al 23,5% y en algunos países como España a uno de cada dos jóvenes en edad laboral. De ahí que esta sea la principal tarea en la agenda de la nueva Comisión que tomará posesión a la vuelta del verano. A él se unen cuestiones como el despliegue del SEAE – Servicio Europeo de Acción Exterior, la puesta en marcha la unión bancaria, la Agenda digital,  mejorar el funcionamiento del mercado interior o hacer funcionar el Marco Financiero plurianual 2014-2020. En este último tema, la UE ha aprobado unos presupuestos que siguiendo la doctrina germánica de la canciller Merkel, obliga a un ahorro o recorte del 3% respecto al anterior periodo 2007-2013. Con un compromiso de 960.000 millones de euros, de los cuales irán destinados a gasto 908.000 millones. Ello ha obligado a la reformulación de todos los fondos europeos. Así la PAC con 408.000 millones €, en su gran mayoría irán dirigidas a agricultores activos y pagos a medidas medioambientales. El FEDER se destinan 500.000 millones, y especialmente en el caso de España es el más afectado por los recortes. España recibirá 25.116 millones. De los cuáles solo Extremadura con 1.858 millones, quedará entre las regiones objetivo 1 por tener una renta per cápita por debajo de la media europea. Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha y Murcia reciben un trato especial – 12.201 millones. El resto  recibirán 10.084 millones a repartir, es decir, prácticamente nada respecto a la etapa anterior. Quedan, pues, los fondos europeos a la innovación e investigación como joyas del nuevo proceso que se pone en marcha en 2014, el llamado programa HORIZON 2020 con unos 100.000 millones de euros.

No será baladí la puesta en marcha definitiva de la Unión Bancaria Europea. Una necesidad surgida a raíz de la crisis financiera internacional y que ha obligado afortunadamente a tener que correr, pese a las continuas reticencias alemanas, a los responsables del Banco Central Europeo en el diseño de una verdadera Reserva Federal que garantice la sostenibilidad del euro. Su objetivo no es otro que reducir la fragmentación de los mercados de la Eurozona. Se basa en tres pilares: el supervisor bancario único, el mecanismo único para la resolución de problemas de las entidades con problemas y el sistema común para garantía de depósitos. De estos tres retos, el del supervisor único está aprobado y tiene fecha de entrada en vigor a partir de noviembre 2014. Los otros dos están prácticamente aprobados tras el pasado Consejo Europeo y frente a los más pesimistas todo parece indicar que también a lo largo del próximo año estarán en funcionamiento. Tendremos como decía, por tanto, una moneda común fuerte y estable, con un Banco Central emisor y supervisor único del que dependerán todas las entidades financieras que operan en Europa. Pocas cosas pueden dar más credibilidad en un mundo monetarizado como el global que hoy tenemos a un proyecto de construcción política como lo es la Unión Europea.

Muchas claves para doce meses, muchos objetivos y muchas dificultades que sortear. Si los europeos para bien o para mal somos cada día más conscientes de lo que ha supuesto la cesión de soberanía que hemos hecho a la Unión – un 85% de las decisiones lo son supranacionales -, este año podemos batir el record de percepción de la trascendencia que en nuestras vidas tiene lo que se decide en Bruselas. Nuestra identidad es ya una amalgama más o menos armónica de lo que nos rodea más cercano, con lo que desde la riqueza de la diversidad hemos unido en Europa. Saber defender nuestros intereses, ser competitivos, en resumen, poder ejercer los mayores grados de libertad posibles, depende de cómo sepamos jugar nuestras cartas en este entorno de excelencia que quiere ser la Unión Europea. El reto es dual, por un lado elegir a nuestros mejores representantes para llevar a cabo las políticas que Europa precisa y desde las empresas o el trabajo individual, ser capaces de competir y de aliarse con los procesos innovadores que en nuestro espacio común van a ponerse en marcha en la próxima década. Este es el nuevo tren que se pone en marcha en 2014, podemos subirnos a él como hicimos en su día cuando Europa significó las mayores metas de progreso o darle la espalda y recluirnos en nuestros patios interiores mirando la ropa colgada del vecino en un eterno ejercicio de envidia malsana y empobrecimiento intelectual. Una vez más la elección es nuestra.

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Como en el crac del 29 necesitamos un “New Deal”

Tiene la situación económica actual una característica muy similar a la que vivimos a raíz del crac del 29, el pasado siglo. El caos que provoca la crisis, nos confunde en un marasmo de decisiones desvertebradas, la mayoría de las veces respuestas a la defensiva a trampas de oso que el atroz afán de los intereses particulares nos lanza. Lo que empezó siendo una falla financiera, se devino después en una puesta en cuestión de la deuda de los Estados y, finalmente, una pérdida de tasas de crecimiento que empieza a afectar a todo el planeta, con Europa a la cabeza con niveles claros de recesión. Si entonces, hace casi 100 años, la única respuesta efectiva que se encontró fue la de un “New Deal” – un nuevo trato -, ahora necesitamos para salir de ésta y reconstruir las bases del sistema de convivencia social, un pacto de ciudadanos en torno al Estado. No es solo cuestión de poner en marcha una serie de políticas más o menos acertadas, sino de recuperar la capacidad ética de lo público para dirigir la situación. La complicidad del actual sistema con los abusos privados, requiere una doctrina de regeneración de los valores comunes, una especie de doctrina social económica que nos recupere moralmente del deterioro absoluto que viven las instituciones a manos de los mercados.

Como nos ha sucedido ahora, las primeras medidas que adoptaron los países ante la crisis del 29 fueron las tradicionales del liberalismo económico: reducir gastos públicos, disminuir salarios, reducir el crédito y la inversión. Los gobiernos practicaron una política deflacionista, disminuyendo la circulación monetaria, manteniendo el equilibrio presupuestario y la estabilización de la balanza comercial. En todos los países se impuso el proteccionismo – incluso en Reino Unido se abandonó el librecambio en 1931-. Esta política deflacionista fue un fracaso, ahondó la recisión económica y aumentó el paro. El capitalismo debía encontrar soluciones nuevas. Roosevelt, presidente demócrata estadounidense puso en marcha un gran proyecto para intentar solventar la crisis: el New Deal. Acometerá, a partir de su llegada a la Casa Blanca en 1933, este nuevo programa gubernamental para recuperar la economía constituida por una serie de medidas desarrolladas entre los años 1933 y 1937 con el objetivo de aliviar, recuperar, socorrer y reformar la economía de los Estados Unidos tras la Gran Depresión. Eran las llamadas tres RS: direct relief, economic recovery, and financial reform. Estas medidas fueron acometidas de forma experimental y con marcada improvisación ante la apremiante realidad social necesitada de una nueva política económica.

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Roosevelt defiende en el New Deal la necesidad de que el estado intervenga en la economía, que se adopte una nueva política intervencionista que permita o facilite la recuperación de la economía, la coordinación y regulación estatal de la actividad industrial americana y el nivel adquisitivo de la población. El tradicional liberalismo económico se tuvo que adaptar así a una creciente intervención del Estado, dando lugar a una economía mixta. Se precisaba la adopción de una nueva medida inédita dada la gravedad de la situación: la intervención del Estado en la economía, algo impensable en aquellos tiempos en los que primaba la filosofía del capitalismo clásico por excelencia, como de nuevo lo ha hecho en nuestros días. Comúnmente, se distinguen dos New Deals. Uno primero, marcado particularmente por los “Cien Días de Roosevelt” en 1933, cuyo objetivo era alcanzar una mejoría de la situación a corto plazo. Se trató, pues, de leyes de reforma de los bancos, programas de asistencia social urgente, programas de ayuda para el trabajo, o programas agrícolas. El gobierno realizó así inversiones importantes y permitió el acceso a recursos financieros a través de las diversas agencias gubernamentales. Los resultados económicos fueron moderados, pero la situación mejoró. El “Segundo New Deal” se extendió entre 1935 y 1938, poniendo por delante una nueva distribución de los recursos y del poder en una escala más amplia, con leyes sindicales de protección, la Social Security Act, así como programas de ayuda para agricultores y trabajadores ambulantes. No obstante, la Corte Suprema juzgó numerosas reformas como inconstitucionales, pero algunas partes de los programas fueron reemplazadas rápidamente, a excepción de la National Recovery Administration. El segundo New Deal fue mucho más costoso que el primero, y aumentó el déficit público. Por otro lado, a pesar de programas como la Public Works Administration, el desempleo todavía alcanzaba a 11 millones de estadounidenses en 1938.

No hay ninguna prueba de que el New Deal tuviera eficacia en la lucha contra la crisis, que perduró hasta que Estados Unidos movilizó su economía con la Segunda Guerra Mundial. En cambio, su éxito es innegable en el plano social. La política llevada por el presidente Franklin D. Roosevelt cambió el país mediante reformas y no mediante una revolución. Por otra parte, los programas del New Deal fueron abiertamente experimentales y dados los altos costes de este proceso, se podría haber preferido un programa de cambio más completo. Sin embargo, el carácter imperfecto del New Deal permitió una crítica constructiva y una reflexión más pausada que abrió la vía a un clara mejora de la calidad de la democracia estadounidense en los años siguientes y que perdura hasta la actualidad. En materia sindical, la adopción de la Wagner Act permitió el desarrollo de los sindicatos unos colectivos poderosos. Numerosos programas del New Deal todavía permanecen activos, entre los que han mantenido su nombre original están la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), la Federal Housing Administration (FHA), la Tennessee Valley Authority (TVA), pero también el Social Security System, la primera experiencia de Estado del bienestar en Estados Unidos así como la Securities and Exchange Commission en el ámbito de la regulación financiera.

El “New Deal” rooseveltliano no fue otra cosa que en la teoría y en la práctica una nueva forma de reparto de la riqueza en EE.UU. Y si de eso hablamos tendremos que coincidir en que la base de toda idea de equidad se debe centrar en las condiciones salariales y, en su base proporcional, en el llamado salario mínimo interprofesional. En torno a él se estructura la construcción individual de la renta del trabajo. Cuanto más se deprime el salario mínimo, más se deprime la capacidad de consumo, más se deprime la actividad y más se deprime la libertad de las personas. Roosevelt, al que podemos considerar el padre del salario mínimo, no solo por obligó a su estricto cumplimiento legal por parte de las empresas, sino porque además lo subió un 15% como medida de reactivación de la economía, habló de él como el elemento fundamental para lograr la “libertad de vivir”. En una sociedad como la europea y mucho más la española con un 50% de paro juvenil, la única medida efectiva de fomento del crecimiento y de incorporación al mercado laboral es el incremento del salario mínimo. Si no somos capaces de reforzar la base de la fuerza del trabajo será imposible construir empresas competitivas y menos aún, sociedades libres que se articulen clases medias. La becarización de la economía y la depresión de los salarios es una auténtica condena de una década de precarización social a nuestros jóvenes y hace recaer todo el peso de que la rueda se mueva en las generaciones que aún conservan sus puestos de trabajo con altas tasas impositivas y la obligación de hacerse cargo de toda la protección social del Estado del Bienestar. En ellos recae la responsabilidad de no perder a los jóvenes y de cuidar a los mayores. Cada vez menos son responsables de más.

Sorprende enormemente la frivolidad con que organizaciones empresariales articulan el discurso de la reducción de los costes laborales y solicitan muy especialmente la bajada del salario mínimo interprofesional. No caen en la consecuencia lógica de que dicho abaratamiento acarrea empobrecimiento y recesión y, por tanto, lo barato acabará por salirnos muy caro. Como llama la atención que los partidos de la izquierda y los sindicatos no enarbolen como bandera de proa el incremento del salario mínimo como primera medida del fomento del crecimiento. Deberíamos ser conscientes de que si la política fiscal es la principal herramienta de la redistribuición de la riqueza, tras el deterioro sufrido por la sociedad en esta brutal crisis económica, debemos recurrir a medidas de prerredistribución anteriores a la renta, en el origen de su ingreso, que principalmente es la renta del trabajo. Franklin Delano Roosevelt, no pasó a la historia por hacer revoluciones, su sino fue el de uno de los presidentes de los EE.UU, más reformistas, pero si es recordado por ser el único presidente capaz de haber conseguido la reelección tres veces seguidas y por lo tanto disponiendo de cuatro mandatos constitucionales y ello le llevó a ser el presidente más longevo de la Historia de Estados Unidos. Si ha sido de los presidentes más queridos por el pueblo cuando la valoración de los políticos está en mínimos históricos, tal vez convenga recuperar su concepto de “New Deal” y sobre todo recuperar la dignidad de las personas en el justo pago de su esfuerzo de trabajo, su salario. Solo así seremos libres para vivir.

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Merkel o la lideresa de una Europa alemanizada

La crisis económica se impone a la capacidad real de hacer política y en esta batalla de un lustro que desmonta cada peldaño del Estado del bienestar, solo triunfan los discursos basados en la ley del más fuerte. La prueba más evidente de este axioma es el premio único y excelente que le han concedido los alemanes a su canciller Ángela Merkel al obtener los mejores resultados de la moderna historia democrática de Alemania. Su histórica victoria no tiene parangón, pues, si bien es cierto que el canciller Konrad Adenauer alcanzó niveles similares de apoyo electoral, lo hizo en la Alemania del Oeste con mucha menos población que la que la gran Alemania unificada que ha refrendado a “mutti” Merkel.

¿Significa esto que debemos todos asumir como buenas las políticas impuestas desde Berlín a Bruselas porque 20 millones de alemanes las hayan aplaudido en las urnas? Rotundamente no. El voto de las elecciones alemanas del pasado domingo más bien es el de una sociedad que se refugia en la seguridad de su propio bunker impasible ante lo que sucede a su alrededor. Es la más clara manifestación de miedo ante una situación de inestabilidad económica que puede ofrecer un pueblo. Y, por supuesto, que los alemanes están en su perfecto derecho de enfrentarse a sus temores de forma tan egocéntrica, de la misma forma que los demás lo estamos en hacerles ver que ese camino solo conduce a la germanofobia y al fracaso de las políticas de consenso comunes de la Unión Europea. Sin embargo, conviene ponerse en la piel del otro para tratar de comprender el fenómeno de esta mujer sencilla y sin grandes pretensiones que hoy es la lideresa de Europa. La victoria de Merkel tiene dos lecturas diferentes y dos tipos de análisis necesarios: ¿Qué motivos hay para que sea la primera mandataria europea que durante la actual crisis mantiene el cargo? y ¿qué tipo de políticas aplicará a partir de este momento en la UE dado el liderazgo económico y político que ejerce sobre Bruselas?

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De la primera cuestión se pueden extraer diversas conclusiones de carácter diverso:
– Su capacidad para que los alemanes la vean como quien mejor defiende sus intereses. Es este un factor claramente nacionalista y no debe interpretarse como negativo, pues, es mucho mejor tener a Merkel defendiendo una Europa aunque sea alemanizada, que a los euroescépticos tratando de salir del euro. Es claramente una líder nacional con una visión nacionalista de Europa.

– Da seguridad a una sociedad como lo es la alemana que con un inicio de siglo XX terrible con ruina económica y dos guerras mundiales, antepone la estabilidad propia a cualquier factor de solidaridad.

– No es cierto que sus políticas sociales hayan desmontado el Estado del Bienestar alemán, pasando por su primer mandato, de gran coalición con los socialdemócratas y ahora con los liberales, su ideología socialcristiana ha mantenido derechos y protecciones de la clase media alemana.

– La crisis no le ha pasado factura porque Alemania ha sido el país que menos la ha sufrido, por no decir que no la ha sufrido. En estos 5 años Alemania ha ganado posiciones respecto a las otras potencias de la UE como FranciaReino Unido,Italia

– Probablemente el motivo más importante de su victoria es la falta de propuestas creíbles y realistas de la izquierda alemana. La crisis ideológica del SPD e incluso de los antiguos comunistas, es su incapacidad para efectuar ofertas que ilusionen a los alemanes. Es el fiel reflejo de la falta de capacidad de la izquierda europea. Los alemanes prefieren lo seguro aunque no levante pasiones a la nada que se le enfrenta.

Respecto a la segunda cuestión, es bastante previsible lo que puede traernos este tercer mandato de Merkel en la UE:
– Lo más lógico es que opte por una nueva coalición con el SPD aunque ahora les necesita mucho menos y, por tanto, solo pactará las grandes cuestiones nacionales y europeas con ellos.

– El programa de austeridad y ajustes presupuestarios seguirá con toda seguridad hasta que se vean cumplidos los objetivos 2015 impuestos por Bruselas a los Estados con exceso de déficit.

– En palabras suyas, Europa ayudará a quién cumpla sus deberes. Es decir, iremos poco a poco a una Europa de dos velocidades liderada por Alemania.

– La Unión bancaria avanzará mucho más rápida, pero eso sí, sin ninguna posibilidad de la entrada en vigor de los eurobonos. Eso supondrá que la financiación seguirá siendo muy limitada para pymes y que cada país tendrá que asumir sus propios riesgos.

– Sin embargo, a partir del año 2014 se empezará a plantear una nueva política de fomento del empleo, pues, Alemania no puede seguir viendo como caen sus exportaciones en la UE fruto de la caída del consumo por el desempleo.

En resumen, negar el liderazgo alemán de Europa es absurdo y el de Merkel en Alemania ahora ridículo. Lo inteligente será trabajar con ellos para adecuar los intereses particulares con los de una Alemania que marca el paso a Europa. La fuerza de la Unión y el vértigo de los conflictos del pasado bien merecen soportar cuatro años de frau Merkel y con un poco de suerte igual el peso de la púrpura y que ya tiene fecha de caducidad relajan su austero gesto.

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Acuerdos comerciales con Centroamérica, Colombia y Perú: nuevas oportunidades de negocio para las empresas europeas

En los últimos meses han entrado en vigor los nuevos acuerdos comerciales de la Unión Europea con Perú – 1 de julio -, Colombia – 1 de agosto – yCentroamérica – 6 de agosto – que vienen a unirse a los ya suscritos hace años con Chile y México. El mapa de la relación estratégica entre las dos regiones cada vez queda más claramente establecido en aquello países latinoamericanos que han apostado con claridad por el libre comercio como base de su desarrollo económico. Mientras los países miembros de Mercosur siguen inmersos en rondas negociadoras con Bruselas con mínimos avances, la llamada Alianza del Pacífico avanza hacia la consolidación de un espacio de intercambio de productos, servicios e inversiones con la UE, que ofrece hacia ambos lados del Atlántico nuevas y enormes oportunidades. El hecho de que Brasil, atrapada en el limbo de Mercosur y ante el anuncio de inicio de negociaciones de la UE conEE.UU. se haya apresurado a anunciar su intención de abrir un proceso de diálogo con Bruselas para la firma de un tratado comercial bilateral, no hace más que refrendar el camino emprendido por otros Estados de América Latina y Caribe en la relación con Europa. Llegados a esta situación de relación bilateralizada, cabe preguntarse cuáles son las realidades de ambas zonas y cuáles las oportunidades que se abren para las empresas europeas en los nuevos países con los que hemos suscrito acuerdos.

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A tal efecto, tiene valor referencial el estudio llevado a cabo por la CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas – “La Unión Europea y América Latina y el Caribe: Inversiones para el crecimiento, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental”, que sirvió de documento de análisis para la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea que se celebrará en Santiago de Chile el 26 y 27 de enero de 2013. Sus principales conclusiones en materia comercial son las siguientes:

  • La Unión Europea ha perdido peso relativo en el comercio exterior latinoamericano en las últimas tres décadas, sobre todo como mercado de destino para las exportaciones.
  • A mediados de la presente década, la Unión Europea podría verse desplazada por China como segundo socio comercial de América Latina y el Caribe.
  • Cerca de dos tercios del comercio internacional de la Unión Europea se realizan con los propios miembros del bloque; América Latina y el Caribe representó solo entre el 2% y el 3% del comercio de la Unión Europea durante la década pasada.
  • Las exportaciones de la región a la Unión Europea son más intensivas en recursos naturales (procesados) que las exportaciones a los Estados Unidos o a la propia región.
  • Las exportaciones de México a la Unión Europea son más intensivas en tecnología 7.que las del resto de la región.
  • Salvo en el caso de México, las exportaciones latinoamericanas a la Unión Europea están muy concentradas en los productos básicos, como banano, café, carbón, carne bovina, cobre, gas, hierro y acero, petróleo y soja.
  • La región participa poco en las cadenas de valor europeas, como lo ilustran sus bajos niveles de comercio intraindustrial.
  • Tras la crisis, el comercio de la región con la Unión Europea se recuperó más lentamente que el comercio con otras regiones.
  • El comercio de servicios entre la Unión Europea y América Latina creció más rápidamente que el comercio entre la Unión Europea y el mundo, lo que constituye una oportunidad para ambas regiones.
  • La región mantiene una balanza comercial positiva con la Unión Europea; América del Sur registra el principal superávit.
  • Tras la entrada en vigor de sus acuerdos de asociación en 2000 y 2003, México y Chile consiguieron aumentar el número de productos exportados a la Unión Europea.
  • Entre los principales nuevos productos exportados por Chile destacan el vino, las manzanas frescas y el salmón.
  • Entre los principales productos exportados por México se destacan los vehículos y las manufacturas electrónicas.
  • Comparada con la Unión Europea, América Latina y el Caribe se  muestra rezagada a la hora de facilitar el comercio.

Y en materia de inversiones:

  • El perfil inversionista de cada país de la Unión Europea es diferente. Las empresas transnacionales de países como EspañaAlemaniaFrancia,Italia y el Reino Unido tienen una larga tradición en la región.
  • En la última década, la mayor parte de la Inversión Extranjera Directa de la Unión Europea se dirige a países europeos y América Latina y el Caribe pierde relevancia como destino entre las regiones en desarrollo.
  • A pesar de esto, desde la perspectiva latinoamericana la Unión Europea es la principal fuente de IED.
  • Existen importantes diferencias entre países receptores: la Unión Europea consolida su presencia en América del Sur.
  • Brasil es el mayor polo de atracción en la región.
  • España es el principal inversionista europeo en la región.
  • Las empresas españolas en América Latina han pasado de ser el área problemática a la tabla de salvación durante la crisis.
  • Mientras las inversiones alemanas se concentran en pocos países y sectores, las inversiones francesas han aumentado fuertemente en los últimos años.
  • Por su parte, las inversiones italianas se diversifican y empresas transnacionales de los Países Bajos materializan importantes fusiones y adquisiciones.
  • Los servicios son el sector predominante.
  • Las empresas europeas han sido agentes protagonistas en las grandes fusiones y adquisiciones registradas en América Latina y el Caribe.
  • Pero también han sido las empresas más activas en la creación de nueva capacidad productiva.
  • América Latina y el Caribe no es un destino preferente de inversiones en actividades de investigación y desarrollo.
  • Sin embargo, las empresas transnacionales europeas juegan un rol importante en la innovación y en las actividades de investigación y desarrollo en la región, especialmente en el Brasil.
  • Las translatinas han invertido principalmente en otros países de la región, aunque también se han aventurado en Europa.
  • En comparación con el resto de empresas latinoamericanas, las que tienen su sede en el Brasil son las más orientadas hacia Europa.
  • La crisis económica en Europa: puede ser una oportunidad para las empresas translatinas.
  • Las micro, pequeñas y medianas empresas son agentes económicos relevantes para ambas regiones.
  • La internacionalización de las pymes es un camino posible para romper el círculo vicioso.

Con este panorama parece evidente que son muchas las oportunidades que se abren de un lado y otro para la colaboración entre empresas, no solo respecto al mero intercambio comercial, sino en el ámbito de las inversiones y de las fusiones de empresas. El concepto de compañías eurolatinas puede establecer un nuevo área de trabajo en común y de transacción efectiva de conocimiento de un lado a otro del Atlántico. Las bases legales están razonablemente puestas para que este reto pueda abordarse, no podemos esta vez culpar a los políticos de no haber hecho los deberes. Queda por realizar el esfuerzo privado e individual, el del emprendimiento y la aventura empresarial en forma de salto hacia nuevas formas y nuevos espacios de colaboración. Tenemos mucho que aprender los unos de los otros. América Latina ha superado crisis financieras y sistémicas similares a las que hoy vivimos en Europa y los europeos tenemos aún un sistema de protección social modélico que puede definitivamente ayudar a reducir a mínimas expresiones la brecha social latinoamericana. Se trata de hacer negocio conjunto con mentalidad de trabajo conjunto, un “win to win”, en el que las dos partes suman y no, como en tiempos pretéritos, uno de se aprovecha groseramente de las potencialidades del otro. Lejanas las conquistas, las colonizaciones y las neocolonizaciones, ha llegado el tiempo del reconocimiento, desde el respeto, desde la diversidad, pero desde la riqueza de la puesta en común.

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La vergüenza chipriota o el corralito made in Europe

Después de la tragedia griega, vino el idus de Irlanda, el triste fado portugués y ahora no por menor ha sido más sonada la actuación de las instituciones europeas ante la vergüenza chipriota. El cuarto rescate de un Estado de la Unión o para ser más exactos la enésima intervención en un país para “sanear” las cuentas de sus bancos, se está convirtiendo en el más estrepitoso ridículo internacional desde que se inició la crisis del euro hace ya más de tres años. Europa cerró un acuerdo para rescatar a Chipre, pero a costa de imponer una tasa a los ahorradores que empujaba a las autoridades a decretar un corralito parcial. El acuerdo alcanzado en la madrugada del sábado incluía un impuesto que se parece como una gota de agua a una quita en los depósitos chipriotas. Todas las cuentas de la pequeña isla del Mediterráneo —tanto de residentes como de no residentes— quedarían sujetas a una tasa, que se pagaría solo una vez, del 9,99% para los que superen los 100.000 euros, y del 6,75% para los que no lleguen a esa cantidad. Ya tenemos, pues, nuestro particular corralito montado contra los más pequeños, que visto lo visto en la UE es sinónimo de débil. Los ciudadanos chipriotas tomados como conejillos de indias por los ministros de Finanzas europeos, el FMI y el BCE, esa macabra trouppe llamada “troika”que se pasea por Europa cual cobrador del frac, con un catálogo de recetas de ajustes y recortes, un argumentario de medias verdades y la insolidaridad como seña de identidad.

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Chipre representa una realidad tan exigua en el seno de la UE, que supongo que los líderes políticos pensaron que nunca algo tan diminuto levantaría tanta polvareda. Apenas 9.000 km cuadrado de una isla, con poco más de un millón de habitantes y menos de 20.000 millones de euros de PIB. La economía de Chipre está claramente afectada por la división de la isla en dos territorios. Tiene una economía altamente vulnerable, más estabilizada tras la entrada a la Unión Europea, con una fuerte dependencia del sector servicios, y también problemas de aislamiento con respecto a Europa. En los últimos veinticinco años, Chipre ha dejado de depender de la agricultura (donde sólo la producción de cítricos tiene relativa importancia comercial). Empezó a tener una estructura más acorde con el contexto de la Unión Europea, con una presencia importante del sector industrial, que sustenta la mayor parte de las exportaciones y emplea al 25% de la población. Para el año 2010, las principales exportaciones chipriotas eran los cítricos, patatas, medicamentos, cemento y prendas de vestir. Al mismo tiempo, los principales socios comerciales del país son GreciaAlemaniaReino Unido eItalia, con quienes intercambiaba más del 40% de sus productos. Cerca del 70% depende del sector servicios, y en concreto, del turismo. La ubicación geográfica cerca del Oriente Próximo, provoca grandes oscilaciones de año en año a la hora de convertirse en destino turístico. Con tan poco bagaje macroeconómico, Chipre entró en el euro el 1 de enero de 2008.

Cabe preguntarse por las razones de fondo para esta intervención. ¿Quién está más expuesto a la quita de los bancos chipriotas? Sirva un dato, la exposición de los bancos alemanes en bonos chipriotas asciende a los 6.000 millones de euros. Otro factor determinante son los fondos rusos de dudosa procedencia y dinero cuando menos alegal que se nos ha colado por las rendijas de nuestro burocrático sistema. Cerca del 46% de los depósitos de Chipre eran extranjeros. Si eso no es un paraíso fiscal es que Chipre no es una isla. Pero no es el único territorio en la UE que ha hecho de sus bancos refugio del blanqueo de capitales, los casos de LuxemburgoAndorraMalta o Gibraltar están bajo sospecha de constituir pseudo-Estados caribeños en pleno corazón europeo.

Hacer un corralito  a los blanqueadores de capital no solo es loable, sino imprescindible si queremos de verdad sanear nuestro sistema financiero. Nada que objetar, ni siquiera la nocturnidad de la medida. Pero hacerlo en el rostro de los inocentes ciudadanos chipriotas resulta insultante. Por pocos que sean tienen los mismos derechos que un vecino de Baviera o de la Ile de France. Saltarse a la torera las garantías de depósitos hasta 100.000 euros establecidos por la UE, no solo es ilegal sino que constituye un precedente que genera alarma en millones de personas en otros países acosados en estos años por precios abusivos en los mercados de deuda soberana. ¿Qué pueden pensar españoles o italianos después de cumplir con los requisitos impuestos por Bruselas para reducir su déficit y ver desmantelados buena parte de los derechos de su Estado del bienestar? ¿De qué habrán servido los cientos de miles de millones de euros públicos entregados incondicionalmente a la banca europea, si de la noche a la mañana nuestros ahorros pueden volatilizarse a manos de unos dirigentes que no son capaces de defender el interés general y los ahorros de la clase media europea?

Habría titulado este post como un episodio más de la crónica del IV Reich que gobierna Europa. Pero respeto tanto la sabiduría de mi maestro profesional y su consejo de no aludir un término que puede considerarse ofensivo y desproporcionado, que he preferido omitirlo. No provocar tensiones innecesarias en la opinión pública, sin embargo, no quiere decir que perdamos el espíritu crítico con lo que está sucediendo en la UE. Alemania tiene perfecto derecho a defender un modelo de política económica de austeridad ultraortodoxa., en defensa de sus intereses nacionales, si en el Consejo con sus votos y los de otros Estados que piensan como ellos, les concede la mayoría suficiente. Son las normas del juego instituidas por el Tratado de Lisboa. Se podrá estar o no de acuerdo, pero si se disiente solo queda la salida del club. Otra cosa bien distinta es marcar las cartas de la partida para hacernos trampa a todos. Algo a lo que las autoridades germanas haciendo uso de su poder económico y político se han acostumbrado con la inestimable complicidad del Banco Central Europeo. Lo hicieron con los test de estrés, una parodia hecha a medida de sus bancos. Lo hicieron cuando sus maltrechos bancos precisaron ayudas públicas y lo contabilizaron como deuda privada, cuando ahora pretenden que España lo asuma como déficit público. Lo repitieron en la intervención de rescate en Grecia, siendo sus bancos de nuevo los más expuestos a la quita, al aumentar los montos de ayudas que pagaremos entre todos. Y nos vuelven a engañar en Chipre, sin dar siquiera la cara al negar que ha sido su ministro de Finanzas, Wolfang Schäuble quien impuso en el Eurogrupo  al FMI y al BCE los intereses sobre depósitos de menos de 100.000 euros. La Comisión Europea en nota de prensa oficial ha dejado muy claro quiénes han sido los responsables de tal despropósito.

Tan indigno y vergonzante está resultando el episodio chipriota que todos los protagonistas desmienten su participación en el desaguisado. Lo negó la cancillerMerkel que culpó al gobierno chipriota, éste a su vez culpó a la troika y ésta al BCE, quien finalmente recurrió al malo oficial de la película, el FMI. Éste ni ha podido defenderse, dado que su directora está demasiado ocupada en su país al ser investigada por las autoridades galas. Algo ya tradicional en un organismo dirigido en sus tres últimos mandatos por imputados por delitos penales varios –RatoStrauss Kahn y Lagarde -. La vergüenza chipriota no ha dado a su fin, sigue el corralito, el parlamento chipriota ha votado en contra de las condiciones del rescate y la troika les ha amenazado con la quiebra, lo que podría significar su salida del euro. El mundo nos mira sin entendernos mientras vamos dando lecciones de civismo y urbanidad en el exterior y dentro dejamos a los pies de la miseria al pueblo chipriota. Europa muere a manos de políticos pigmeos sin perspectiva de cambio y entre los europeos la germano fobia y los populismos siguen ganando adeptos.

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