Aniversario de la caída de Lehman Brothers: un lustro de crisis, el paisaje después de la tormenta

Podemos decir que en la moderna Historia económica mundial, la fecha oficial del inicio de la recesión que algunos denominan ya la II Gran Depresión, es la del 15 de septiembre de 2008, día de la caída de Lehman Brothers. La quiebra del cuarto banco de inversión más importante, por aquel entonces, de EE.UU.ocasionó una serie de consecuencias que aún hoy lastran las economías de occidente y condicionan la eclosión de las emergentes. El efecto cascada que produjo ha secado prácticamente durante cinco años los mercados internacionales y ha obligado a los principales bancos centrales (BCE, Banco de Inglaterra, Reserva Federal…) a bajar tipos de interés hasta niveles históricos. La falta de liquidez del sistema que ha afectado, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas incapaces de acceder al crédito y forzadas en muchos casos al cierre y desaparición. La consiguiente consecuencia obvia ha sido la del empleo. Primero en Estados Unidos y después en Europa, especialmente en países del sur con una estructura económica poca diversificada y centrada en la vivienda, decenas de millones de trabajadores han perdido su empleo. Y para construir la tormenta perfecta, mientras los Estados, empezando de nuevo por el origen de la crisis EE.UU. y después el conjunto de la UE se han visto forzados a inyectar ingentes cantidades de dólares y euros para salvar entidades y, en el fondo, un modelo financiero inviable. El incremento de déficit público por esa causa y la consiguiente deuda contraída por los Estados, ha obligado posteriormente a unas políticas severas de ajustes presupuestarios que de nuevo han incidido negativamente en los consumos internos y, finalmente, en la destrucción de empleo. Resumen del resumen: el huracán Lehman nos ha puesto ante el espejo de una sociedad ficticia, que vivía de la mentira de una ingeniería financiera y la producción y el consumo por encima de las necesidades reales y de la sostenibilidad ambiental del planeta.

Veamos, pues, si hemos aprendido algo tras el paso del tsunami. Para ello conviene analizar la situación de los tres grandes actores de la economía mundial: EE.UU., la UE y su Eurozona y las principales economía emergentes con China a la cabeza. En Estados Unidos estos cinco años han servido para poner de manifiesto que la hasta ahora siempre dinámica economía estadounidense, capaz de meternos en una crisis galopante de la noche a la mañana y de sacarnos de ella con el mismo vigor, se encuentra estancada y sin recursos reales de recuperación. Los intentos de la Administración Obama, que no fue causante de la quiebra pero que ha gobernado los intentos de salida de la crisis, se han limitado a tímidas políticas keynesianas que si bien han servido para frenar la caída del empleo, no han supuesto el impulso suficiente para generar niveles de crecimiento significativos. A cambio el endeudamiento público de Washington bordea alarmantemente el abismo de la quiebra encorsetado como está por los límites fiscales impuestos por un política impositiva injusta y cicatera. Mientras su sistema financiero convencional tampoco es que goce de buena salud. Renqueante tras las intervenciones de la Reserva Federal para salvar algunas de sus piezas, trata aún de recobrar su capacidad crediticia pero la realidad es que no tiene la pujanza de décadas anteriores.

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Por su parte, Europa primero trato de salvar sus bancos del contagio de lassubprime norteamericanas y cuando comprobó que tenía la toxicidad de inversiones en activos inútiles dentro de su propio territorio, tiró de la chequera pública para defender a los impositores europeos, en un intento que más bien significó evitar la bancarrota de banqueros de dudosa conducta los más y algunos de ellos delincuentes descarados. Después vino el propósito de enmienda de tanto despilfarro de la peor manera posible, de la mano de la germánica doctrina oficial de la austeridad. Los obligados ajustes presupuestarios han conducido a rescates archimillonarios de Estados europeos – GreciaIrlandaPortugalChiprey el de España financieramente encubierto – con condiciones leoninas de cumplimiento y devolución. Los Gobiernos obligados a recortar sus cuentas desde Bruselas con la mano de hierro por detrás de la canciller Merkel, solo encontraron una salida del laberinto: reducir el gasto público, cercenando el Estado del bienestar y las prestaciones sociales a sus ciudadanos. Mientras las familias veían perder su poder adquisitivo y muchos de ellos sus empleos, perdían a la par derechos en asuntos  trascendentales para su vida cotidiana como la educación, la sanidad o el cuidado de sus mayores. Una sociedad deprimida por pérdida de capacidad de consumo y unas pymes sin crédito nos precipitó al abismo de la recesión. Sin crecimiento y sin capacidad de crear empleo la UE en el último año ha tratado de reconducir la situación pariendo una Unión Bancaria que no acaba de ponerse en marcha y hablando más que haciendo de políticas de creación de empleo. De momento lo que tenemos es el anuncio de la salida de la crisis para el 2014 pero sin que ello suponga nuevos puestos de trabajo ni recuperación de los derechos perdidos. ¿De qué recuperación nos están hablando entonces, de la macro y de las grandes empresas? La calle tendrá que seguir esperando.

Para las potencias emergentes esta crisis ha significado el frenazo a sus aspiraciones. Si China, Brasil o Turquía venían creciendo antes de la crisis a niveles de dos dígitos, ahora tienen que contentarse con una reducción cercana al 50% de dichos valores. Sus exportaciones se están frenando, los precios de las materias primas que tienen que importar suben y sus ciudadanos cada día están más endeudados en una carrera tan humana como irresponsable por el consumo desmedido. Si pretendíamos tener una economía mundial globalizada y liberalizada en sus normas de comercio que hicieran posible que los países menos desarrollados se aprovecharan de las nuevas condiciones abiertas de los mercados, me temo que el sueño se puede convertir en pesadilla. Las dudas sobre el futuro de las economías emergentes se ciñen sobre una población ansiosa de salir de la pobreza que paga ahora las malas praxis y el despilfarro de los ricos del mundo que les imponen ahora un parón en sus ilusiones. En el limbo de la nada desde hace casi una década, Japón lucha por volver al escenario internacional y, por primera vez, habla de crecimiento. Pero su pulso aún es demasiado leve para ser relevante en los mercados.

Un lustro después de la quiebra de Lehman, muchas son las cosas que han cambiado en el panorama financiero mundial. Sin ir más lejos, la situación del propio banco de inversión, que el pasado marzo anunció su salida de la bancarrota y en abril ya comenzó a pagar a sus acreedores. La entidad tiene que afrontar demandas por un valor de más de 65.000 millones de dólares. Pero la realidad es que los gobernantes del mundo en su G20, reunidos el pasado fin de semana en San Petesburgo, son incapaces de darle un cambio de rumbo a un mundo en crisis que como siempre sigue empeñado en guerras y conflictos en el Oriente Medio con el oro negro como telón de fondo. El petroleo sigue condicionando buena parte de las decisiones económicas como única fuente de energía, mientras las alternativas nos siguen costando mucho más de lo que producen o la nuclear nos produce cada década un desastre natural de dimensiones incalculables. La humanidad no aprende de sus errores y sus gobernantes menos, pues, no iban a ser una especie aparte. No aprendemos de los errores y lo más que hacemos es poner parches y cataplasmas a las situaciones. Nos mentimos a nosotros mismos para seguir adelante con el mismo sistema que nos llevó a la ruina.

En el fondo, seguimos hundidos en la miseria de una crisis de inteligencia filosófica, de visión del mundo y de la vida. Sin reflexión sobre lo que somos y sobre nuestra existencia, resultará imposible articular respuestas a los problemas de convivencia justa en un planeta de recursos agotables que se enfrenta a su propia degradación por mal uso medioambiental. Necesitamos urgentemente voces e ideas rupturistas, que nos provoquen nuevos enfoques, nuevos caminos por recorrer. No podemos seguir dando vueltas sobre los mismos planteamientos caducos de una sociedad global donde los jóvenes no tienen esperanza de vivir una vida mejor. El egoísmo de unos pocos cada vez más viejos no puede imponerse al resto de la población deseosa de encontrar salidas. Hoy reinan a sus anchas los fondos buitres de dudosa procedencia, los capitales de riesgo de árabes que discriminan a la mujer, de chinos que desprecian los derechos humanos y de rusos que trafican con todo lo que se mueve. Mientras el Estado de derecho y la democracia languidece sin recursos materiales para hacerles frente y, sobre todo, sin revoluciones pacíficas de las ideas que llevarse a la boca. Hoy el hombre cada vez es más el lobo para el hombre y cada vez menos bueno por naturaleza. Hoy Hobbes está derrotando a Rousseau sin que nadie haga nada por cambiar el signo de los tiempos. ¡Viva Lehman Brothers!

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Europa o el lucrativo negocio de los paraísos fiscales

La Unión Europea se atrevió finalmente a centrar su Consejo del mes de mayo casi con un único tema en el orden del día: el acuerdo para la eliminación de paraísos fiscales en su territorio y aledaños asociados. No era poco que por fin los mandatarios europeos se decidieran a dejar a un lado su hipocresía para poner sobre la mesa uno de los mayores escándalos sociales que afecta a la UE. La presión social y de algunas ong’s dedicadas durante años a la denuncia de las prácticas de fraude fiscal llevado a cabo en Estados de la Unión logró calar en diversos grupos del Parlamento Europeo cuyo debate forzó a una posición de combate por parte de la Comisión Europea y, finalmente, ha obligado a los líderes gubernamentales a tratar tan espinoso asunto. Unos políticos que escudados en la cínica excusa de los asuntos internos de cada país, habían obviado de manera más o menos descarada hasta ahora, la injusticia que supone que algunos se vayan de rositas sin pasar por  la hacienda pública mientras se aprovechan de un sistema de protección y bienestar social montado gracias a la contribución vía impuestos del resto de los paganos. Se ha logrado el primer aunque tímido objetivo, meter en la dilatada agenda de los mandamases europeos el fraude de los paraísos fiscales, pero como siempre era demasiado pedir que se pusieran de acuerdo para acabar en plazo digno con esta verdadera lacra social.

Para que nos hagamos una idea de la dimensión del problema baste decir lo siguiente: EUROPA PIERDE 1 BILLON DE EUROS AL AÑO Y ALBERGA OTROS 14 BILLONES EN PARAÍSOS FISCALES EN SU SENO Y ALEDAÑOS ASOCIADOS. Y lo escribo con mayúsculas porque mayúsculo es el tremendo daño que este delito organizado por Estados, nos cuesta al mundo. La propia UE estima según un informe encargado por la Eurocámara, que se pierden al año 864.282 millones de euros por prácticas evasivas. Una cifra superior a los presupuestos destinados a sanidad en cada país europeo. Pero lo más grave no es lo que dejamos de recaudar los ricos europeos por estas prácticas lucrativas para algunos Estados miembros, mucho peor resulta el roto que realizamos al resto del mundo. Los países pobres pierden cada año 124.000 millones de euros por los impuestos que no pagan las empresas con filiales en sus territorios. Con menos de la mitad, 51.000 millones de euros, se podría acabar con la pobreza extrema, segúnBrookings Institute de EEUU. Según estos datos hechos públicos la ongIntermón Oxfam dos terceras partes del dinero escondido por las mayores fortunas del mundo se ubican en paraísos fiscales europeos. En un momento donde los ciudadanos -procedentes de países ricos y pobres-, están sufriendo los efectos de la pobreza multiplicada por los recortes en los Estados desarrollados, Oxfam estima que al menos 14 billones de euros pertenecientes a fortunas individuales se esconden en paraísos fiscales repartidos por todo el mundo. Este dinero perdido representa el doble de lo necesario para que cada persona del mundo pueda vivir con más de 1,25 dólares al día, es decir, para acabar con la pobreza extrema.

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Ante tanto despropósito no queda otra que señalar a los responsables país por país y exigirles primero explicaciones y luego un cambio de normas para poner coto a estos desmanes. La lista o mapa de países paraíso fiscal o centros financieros offshore de Europa es amplia y compleja en sus modalidades y prácticas. La Tax Justice Network – Red de Justicia Fical – una organización surgida del Foro Social Mundial, aporta el siguiente listado y descripción de campos abonados para la evasión y el fraude fiscal en Europa:

Andorra: El mini estado independiente de los Pirineos, que no es parte de la Unión Europea, pero es miembro asociado, ofrece un lugar con secretismo para el dinero de los  que residen en países vecinos. Particularmente atractivo es el servicio personal ofrecido allí por los asesores bancarios. Resulta muy fácil  para los españoles y franceses llegar allí en coche para despositar dinero en efectivo. Después se puede llenar el depósito del coche y comprar cigarillos , por supuesto libre de impuestos.

Austria: Como país que comparte fronteras con Alemania, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Italia, Republica Checa y Suiza , Austria atrae el dinero prometiendo  secreto a los titulares de cuentas bancarias. Atrae especialmente a la población europea de habla alemana. Pero también ciudadanos de países latinoamericanos que, por ejemplo, combinan la inversión en bonos austríacos con las ventajas del secreto bancario. Precisamente debido a la falta de transparencia financiera y  a su ubicación geográfica, Austria también ha atraído durante décadas el patrimonio de dictadores del mundo

Islas del Canal: La islas británicas del Canal, Jersey, Guernsey y Sark son el hogar de cientos de instituciones financieras y compañías de seguros atraídas por sus bajos y sencillos impuestos. Mientras que  probablemente  esconde los negocios más sucios, Guernsey es la más innovadora. Con las denominadas empresas auto protegidas, un aparente empresa individual está organizada en células con muros legales protectores entre ellas. Y en Sark, de acuerdo al diario británico The Guardian, hay 24 empresas registradas por cada uno de los aproximadamente 600 habitantes.

Chipre: Chipre es el ejemplo perfecto de lo que puede salir mal cuando se depende tanto de un modelo tan dudoso. Está particularmente orientado hacia los países de la extinta Unión Soviética y actuaba como un centro de enlace entre ellos. Las transacciones entre empresas de fachada trajo dinero a Chipre, y después se retornaba a países como Rusia, evitando así a las autoridades tributarias. Pero desde la quiebra de Chipre, en parte por la Unión Europea, la isla mediterránea tendrá que  arreglárselas con un nuevo modelo de negocio.

Inglaterra: Londres, representa una de los más grandes centros de enlace para la evasión de impuestos y  de capitales. Es la madre de todos los paraísos fiscales desde el momento en que la Zona, que no responde a la Corona, ha desarrollado una red que continúa trayendo dinero al antiguo imperio. El dinero fluye desde allí  a las Islas británicas del Canal como  Guernsey, Jersey o la  Isla de Man, después a territorios de ultramar británicos en el Caribe como las Islas Caimán o la Islas Vírgenes, o en Europa a  Gibraltar. Londres es las sede de muchas empresas de fachada dudosas que solo existen en Internet.

Alemania: Alemania protege los datos de los inversores extranjeros , los cuales  no tienen que pagar impuestos sobre los intereses . Sólo los alemanes o extranjeros residentes en Alemania, tienen que pagar una tasa plana sobre los ingresos por intereses La información sobre estos depósitos raramente sale de Alemania, añadió : “los inversores extranjeros con cuentas alemanas están protegidos por un cierto grados de anonimato.Por eso es por lo que Alemania está en la novena posición de la clasificación mundial del secreto financiero para TJN.

Gibraltar: En el extremo sur de la Península Ibérica, Gibraltar se ha especializado  en permitir las empresas o sociedades pantalla llamadas “trusts.” La estructura de estos trusts significa que no hay propietario real de a empresa. Se utilizan con frecuencia para añadir capas de secreto a las sociedades fachada, lo que es particularmente bueno para el blanqueo de capitales. El final sucio del espectro para traer de vuelta el dinero a los mercados financieros. La presencia de muchos casino de juego también interviene  en el juego.

Irlanda: Se le lama el “doble irlandés” en el mundo financiero: una empresa funda dos subsidiarias en Irlanda con su tasa de impuestos del 12,5%. Entonces, una reclama  estar basada en un paraíso fiscal diferente  (el impuesto comparable en EEUU , por ejemplo está alrededor del 35%). Mientras que una empresa hace negocio en Europa realiza el pago a la otra de los derechos de patente. El beneficio se evapora ya que los costes y los ingreso se igualan en el balance. Esto es completamente ilegal en Irlanda, y por ello es una ubicación optima para empresas como  Google, Apple o Amazon. Aunque otros países como Holanda ofrecen modelos similares, la diferencia es que en  Irlanda la gente trabaja realmente lo que al menos crea algunos puestos de trabajo y un poco de crecimiento en el país.

Isla de  Man: Esta isla entre Escocia , Inglaterra e Irlanda no tiene impuestos para las herencias y las rentas de capital , mientras que el más alto nivel de impuestos es del 20%. El impuesto de sociedades no existe . Es un destino especialmente querido para los millonarios británicos.

Luxemburgo: Es el Segundo centro de enlace financiero más grande de Europa después de Londres.. Innumerables inversores y alrededor de 150  bancos disfrutan de un tasa impositiva de gracias en el centro europeo de acciones y bonos. El estatus de Luxemburgo como miembro de la UE le hace particularmente atractivo para las empresas europeas y el mercado internacional,  explicó. Si quieres evitar las leyes alemanas, por ejemplo, puedes hacerlo a través de Luxemburgo, será por ello que 40 bancos alemanes hacen negocio allí.

Malta: Con sus bajas tasas de impuestos, Malta como Chipre ha atrajo capital extranjero durante largo tiempo. Aunque  los impuestos sobre sociedades alcanzan  el 35%, las empresas puede conseguir la devolución de la mayoría de ellos. Es el destino favorito de las empresas alemanas la cuales consiguen un beneficio más alto si están basadas en Malta. Aunque es claramente un paraíso fiscal para las empresas, no está claro que lo sea para las personas físicas.

Mónaco: Sigue siendo el hogar de los ricos y famosos.  Los millonarios se establecen felizmente allí debido al hecho de que  no pagan impuestos por los ingresos  ni por las herencias. La ciudad estado no persigue los delitos financieros que se cometen en el extranjero.  No obstante, los negocios sí pagan impuestos en tasas de alrededor del 33 % .  Francia, aunque no juega un papel activo , presta una mano protectora.

Holanda: Lo que es  Luxemburgo para los inversores privados lo es Holanda para las grandes corporaciones. Los impuestos a la actividad económica son increiblemente bajos , con muchas ventajas tributarias para los ingresos por intereses y licencias. Con el “sandwich holandés,” una empresa matriz tiene una filial en Holanda y la usa como una base de impuestos bajos para desarrollar sus negocios europeos

Suiza: Aunque se supone que no existen ya cuentas bancarias completamente anónimas en Suiza ( y el vecino Liechtenstein), continua atrayendo grandes volúmenes de dinero debido a su secreto bancario. En consideración al volumen de dinero en Suiza, ésta ocupó el primer lugar en el Indice de Secreto Financiero de TJN.

Vergonzoso panorama en el territorio que consagra la libertades, la solidaridad, la cohesión social y la democracia como normas básicas de convivencia. Esta brutal hipocresía en forma de injusticia que mueve cantidades multimillonarias de dinero de forma opaca debe convertirse en una de las principales batallas políticas de la Unión Europea. Pero una vez más estamos ante un delito legal y moral que afecta a personas jurídicas y también físicas. Nadie está libre de la responsabilidad de cumplir con sus obligaciones como ciudadano, como de denunciar con pruebas los casos que a su alrededor se dan. La presión social es la única fórmula para que la clase política europea afronte de una vez el problema por muchos que sean los intereses creados y por poderosas que sean las fortunas protegidas por la evasión.

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España o de cómo vivir con la prima de riesgo por debajo de 300 puntos y más de 6 millones de parados

La prima de riesgo de España, también llamada riesgo país o riesgo soberano de España, es el sobreprecio que ésta tiene que pagar cuando acude a los mercados para financiarse, en comparación con Alemania. Concretamente es la diferencia entre la rentabilidad del bono español a 10 años y el bono alemán a 10 años (Bund). Cuanto mayor es el riesgo de un país, más deberá remunerar éste a los inversores para que adquieran su deuda. Es por lo tanto, la sobretasa (o rentabilidad) que ofrece la deuda pública de España para que los inversores la compren y mide la confianza de los inversores en la solidez de su economía. El hecho de que el patrón de medida sea el bono alemán se debe a que la economía alemana tiene la serie histórica más estable de los mercados europeos. De marzo de 2012 a marzo de 2013, España ha vivido el período más caro para financiarse en los mercados internacionales de las últimas décadas. Con una media superior a los 400 puntos básicos, alcanzó su máximo histórico el pasado 23 de julio al registrar 632 puntos. Pagar los intereses de la deuda implicó el año pasado un desembolso de 28.848 millones, debido al repunte del coste de refinanciación -la deuda emitida para afrontar los vencimientos es cada vez más cara- y al incremento de la deuda en circulación (unos 36.800 millones). Así, el peso de los intereses sobre el PIB volvió a aumentar el pasado ejercicio, hasta situarse en el 2,71% del PIB en términos de caja (2,75% en términos de contabilidad nacional). En 2011, el pago de intereses se situó en torno a los 27.000 millones y en 2010, en 20.000 millones. Indudablemente, el coste de financiación se ha disparado en los últimos años. El bono español a 10 años ha pasado de un 3,7% de rentabilidad a finales de 2006, hasta el 5,3% a finales del pasado año, y en el peor momento de la crisis de la deuda de la zona euro -en noviembre del año pasado- alcanzó el 6,7%.

Por eso la noticia de esta semana que ha situado por debajo de los 300 puntos básicos y a tipos de interés del 4,3% supone un relevante abaratamiento en las condiciones de financiación para el Tesoro español. Con todas las cautelas que debemos tener ante unos mercados especulativos y que viven de la volatilidad, es cierto que la tendencia de los últimos 6 meses es claramente bajista, si exceptuamos situaciones de crisis concretas fruto del resultado de las elecciones en Italia o el rescate de Chipre. De consolidarse estos datos podría producirse una notable reducción del coste de los intereses de la deuda sobre los presupuestos del Estado y, en suma, un ahorro significativo en las cuentas públicas españolas. Cada punto de reducción de los tipos de interés supone un ahorro anual cercano a los 4.000 millones de euros, por lo que si no se produjeran nuevas turbulencias podríamos estar hablando de ahorrarnos en el 2012 unos 6.000 millones de euros. Poder embridar las ansias especulativas de los mercados de deuda es, pues, un objetivo prioritario para las autoridades económicas españolas. De ahí que el Gobierno acometa en el próximo Consejo de Ministros un nuevo paquete de reformas, ortodoxas de austeridad, es decir, nuevos recortes de déficit y me temo que, sin duda, de desmantelamiento del Estado del bienestar. Esta es la trampa del círculo vicioso en que nos han metido: si no recortas, el rating baja, la prima de riesgo sube, los tipos de interés se disparan y el coste de la deuda se hace insoportable. Si recortas el país se empobrece, se ancla en la recesión y los activos se devalúan con lo que para los buitres financieros son más baratos de comprar.

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Romper esa trampa infernal en la que llevan instaladas buena parte de las economías de la zona euro se ha convertido en el reto imposible para cualquier Gobierno. No enfrentarse a las políticas lideradas por la Canciller Merkel y hacerlas compatibles con acciones expansivas que sean capaces de incrementar la demanda y el empleo parece la tarea imposible de llevar a cabo. Hasta ahora la mayoría de los ahorros producidos por los recortes se han venido invirtiendo en el saneamiento del sistema financiero o en palabras más claras y llanas, en capitalizar bancos y cajas endeudadas por inversiones descabelladas en activos inmobiliarios o en deuda pública de países insolventes (Chipre o Grecia por ejemplo). Se supone que una vez destinadas ingentes cantidades a tal efecto – según los cálculos del BCE más de 1,5 billones de euros – deberíamos pasar tan vergonzosa página y dedicarnos a invertir en futuro. Si el mercado nos concede desde su generosidad altruista, dado que no hemos querido controlarlo, ahorros en los intereses de la deuda o si somos capaces de reducir gasto consuntivo en nuestras administraciones, sin pérdida de eficacia o calidad del servicio prestado, el resultado positivo de tales medidas debería invertirse con carácter de emergencia en políticas de crecimiento.

Es posible liberar recursos para crear empleo, algo que en los últimos años parecía imposible, pero falta la determinación de dar un giro absoluto al concepto mismo de la política económica de la Unión. Lo que es aplicable a cualquier país del euro, es ampliable al conjunto de los Estados miembros. Generar empleo debería ser la obsesión de los Gobiernos ahora que los mercados parecen dar una tregua a nuestras deudas soberanas. Y me temo que le podemos dar todas las vueltas que queramos, pero a fecha de hoy, las políticas expansivas siguen pivotando sobre las propuestas keynesianas de inversión pública como motor de la economía. Inyectar dinero al sistema es la única alternativa para salir de la recesión y lo único que necesitamos es voluntad de realizarlo y enfoque para que las inversiones sean productivas. En Estados Unidos, el presidente Obama nos ha dado buenos ejemplos de la audacia que requiere la situación y aunque aún tímidamente se ven sus frutos en materia de demanda y empleo. Podemos verlo también de otra forma: ¿qué habría sido de la economía mundial de no haber llevado a cabo la administración y la reserva federal norteamericana estas medidas de fomento del crecimiento?

En todo caso, no podemos tampoco caer en la ingenuidad de muchos postulados progresistas que creen que con la inversión pública de manera automática se genera empleo. Europa padece una verdadera enfermedad estructural en su mercado laboral y ha demostrado en épocas de bonanza que incluso creciendo a cifras superiores al 4% es incapaz de acercarse al pleno empleo. Y a eso debemos añadir que somos menos productivos que los entornos que nos rodean, es decir, que la eficiencia de los procesos de producción aportan menor valor añadido que nuestros competidores. Corregir mediante reformas esas gravísimas deficiencias de nuestras economías resulta, pues, imprescindible si no queremos malgastar las inversiones públicas para la creación de empleo. Y dicho esto, los ejes principales donde podemos focalizar las políticas expansivas son claras: infraestructuras, I+D+i y servicios sociales. El primero de los sectores es un clásico, pero no por serlo deja de tener sentido. Europa sigue requiriendo de grandes inversiones en proyectos de infraestructuras transnacionales, regionales y locales. Unirnos más, hacer más viable el transporte de mercancías y personas sigue siendo una necesidad, por no hablar de la necesidad de reconversión y mantenimiento de muchas redes viarias, aéreas y portuarias de países europeos. El segundo objetivo se basa en los sectores de vanguardia tecnológica y de conocimiento. La investigación y los procesos de innovación siguen siendo motores de la actividad y tienen un enorme potencial de creación de empleo. Por último, el pilar social dada la pirámide demográfica de la población europea que sigue envejeciendo año a año, requiere de un verdadero sector laboral en torno a la asistencia social.

Nadie duda que debemos seguir tratando de ahorrar, ahorrar en aquello que resulta estéril, obsoleto o innecesario, pero ahorrar para generar recursos que puedan invertirse en regenerar el sistema productivo y, en definitiva, el modelo de sociedad que queremos. Hasta ahora todos los sacrificios se han puesto al servicio de la masa monetaria, sin que esta se haya redistribuido ni eficiente, ni equitativamente. Estamos ante una nueva oportunidad de hacer política para los ciudadanos y, además, podemos hacerlo sin caer en enfrentamientos baldíos entre el norte y el sur de Europa o entre posiciones meramente demagógicas de derecha o izquierda. Otra política de crecimiento compatible con la austeridad es posible, como lo es otra política fiscal de redistribución de la riqueza y más equitativa en los esfuerzos que realizar para salir de la crisis. Tal vez lo único que hace falta es el arrojo del gobernante de tomar la decisión de ahorrar para invertir, de destinar cada euro gastado inútilmente en crear un puesto de trabajo productivo en un sector con proyección de futuro. Es más simple de lo que nos cuentan, solo hace falta algo de conocimiento, sentido común y, sobre todo, creer en el bien común y no en los intereses particulares o partidistas. Una vez más la pelota está en el tejado de nuestros líderes. Esperemos que alguna vez sean capaces de serlo.

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Obrigado, el Tribunal Constitucional portugués pone límites a la Europa de los recortes

El Tribunal Constitucional portugués ha declarado ilegal la retirada de la paga extra de verano a los funcionarios y a los pensionistas y las rebajas en el subsidio de desempleo y de enfermedad consignadas en el presupuesto general de 2013 del país, aprobado en el Parlamento el pasado año. Las razones en las que se apoya el tribunal son que esa retirada violaba el principio de igualdad a la hora de afrontar sacrificios. Los altos magistrados lusos no cuestionan la capacidad del gobierno de llevar a cabo sus políticas de ajuste, pero si lo hacen en la proporcionalidad de las medidas respecto a las posibilidades de afrontarlas de los ciudadanos. De alguna manera, en realidad lo que han hecho, es demostrar en una sentencia que si existen alternativas a las políticas impuestas por la troika, Bruselas y por imposición disciplinaria de la canciller Merkel. Hay otra forma de repartir los sacrificios a los que la crisis económica obliga, sin romper la base equitativa de la sociedad, sin que acarreen con la peor parte los más débiles o los que no pueden ni siquiera oponerse a tal injusticia. La decisión del Constitucional portugués sitúa a la Unión Europea ante la encrucijada de seguir desarrollando su programa de austeridad y a la vez hacerlo de manera igualitaria. Claro que la Europa burócrata puede hacer oídos sordos una vez más a lo que la democracia en sus distintas expresiones le están diciendo, pero el riesgo cada vez es mayor y en más Estados de la Unión.

Como es natural el primer riesgo al que se enfrenta esa especie de moderna inquisición económica en que se ha convertido la troika – FMIBCE Comisión Europea – es el contagio que la decisión de los jueces lusos puede producir en otros Estados que optaron por medidas de ajuste similares. Es el caso claro de España, donde los muy similares recortes llevados a cabo por el gobierno Rajoyestán recurridos por los afectados en los tribunales. La presión social en la mayoría de los países del Sur de Europa, los más afectados por sus elevados déficits públicos, pesará como lo ha hecho sobre los togados portugueses. Las legislaciones constitucionales de nuestros Estados democráticos apuestan claramente por el modelo de Estado social de derecho, lo que deja pocas dudas de la interpretación que se debe dar ante los recortes planteados. Ningún ciudadano, por su situación económica, puede verse mermado de derechos en necesidades tan básicas como la salud, la educación o las pagas extras adquiridas como conquistas sociales históricas. Las protestas en la calle se siguen acrecentado a medida que la crisis se alarga y acrecienta su impacto social. Puede que la clase política incapaz de hallar soluciones alternativas se rinda al plan ortodoxo y uniforme decretado por Alemania, pero no creamos que los jueces pueden mirar hacia otro lado cuando se vulneran derechos fundamentales de nuestro ordenamiento democrático.

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Hasta aquí consideraciones de fondo sobre la crucial decisión de los 13 magistrados portugueses. Ahora nos queda esperar las reacciones del Gobierno del primer ministro Passos Coelho, que debe buscar medidas alternativas para ahorrar los 1.200 millones de euros a los que afecta la sentencia del Constitucional. Y, por otro lado, queda también por ver si la troika a la vista de la decisión judicial acepta renegociar los plazos y cantidades adeudados internacionalmente por Portugal, el país rescatado. Pero, no nos engañemos la incógnita más relevante es si el Consejo Europeo y la Comisión son capaces de hacer una lectura coherente de lo sucedido en Lisboa. Facilitaría a todos los Estados afectados por crisis de déficits y deuda, que las instituciones europeas fueran capaces de marcar un nuevo rumbo en los programas de austeridad, poniendo límites en el tipo de medidas a emplear y al peso que sobre los ciudadanos en función de su renta puedan tener. Se trata de reformular los planes de ajustes con una visión más social y menos estadística, una mirada más humana y, sobre todo, más europea. Se debería entender que la solidaridad entre los Estados que forman la Unión y el reparto de los esfuerzos de forma proporcional a las posibilidades de las ciudadanos en cada país, es la única forma de caminar homogénea y armónicamente en el proyecto de la UE.

No es la primera vez que alerto en este blog de los riesgos que tiene perpetuar este camino de pangermanismo insolidario. En los últimos meses hemos vivido tres capítulos especialmente relevantes de rebelión ciudadana y de poderes legales contra las políticas impuestas desde Berlín. El primer severo toque de atención se dio en Italia, en los comicios del pasado mes de marzo. Unos resultados que castigaron especialmente al protagonista impuesto de los planes de ajustes, el ex primer ministro Mario Monti. Con menos de 8% de los votos frente a casi el 20% del Movimiento 5 Estrellas encabezado por el cómico BeppeGrillo. Una crisis política que aún mantiene en vilo cualquier opción de gobernabilidad en el tercer país de la eurozona. Después vino el rescate de Chiprey el esperpento representado ante el mundo con una quita sobre depósitos de menos de 100.000 euros que después ante el plante del parlamento chipriota debió ser retirada. Y ahora llega la sentencia portuguesa de su más alto tribunal. Con toda la legitimidad del sistema democrático que sacralizamos en la Unión Europea, el poder judicial pone fronteras a las medidas impulsadas por Merkel. Tres serios reveses y tres crisis abiertas dos y cerrada en el falso una. Este triste balance unido como he señalado a las posibilidades de contagio en otros Estados, debería también obligar a repensar a las autoridades alemanas sus posiciones.

Negar que hemos avanzado durante los años de la crisis del euro en los mecanismos de salvaguarda de nuestra moneda y de gobernanza monetaria, es absurdo. La crisis nos ha fortalecido institucionalmente, nos ha hecho de la misma forma más fuerte ante los ataques exteriores de los mercados, pero la realidad es que el precio pagado por la sociedad y por los distintos países de la Unión está siendo desequilibrado y dispar. No hemos sido capaces de tejer una red de protección de las familias con más riesgos ante la crisis, de preservar los derechos sociales que tradicionalmente nos han diferenciado modélicamente del resto del mundo. Hemos fallado a los ciudadanos y esa percepción está labrando una tensión en la calle y un deterioro demoledor en los poderes de los Estados y en la clase política. Ha llegado el momento de cambiar de rumbo sin dilación. No podemos permitirnos nuevas crisis. Eslovenia o Hungría ya forman parte de los rumores más malintencionados contra el euro como opciones venideras de nuevos rescates. España sigue representando una realidad endeble que puede tornarse en desastre si el entorno de la eurozona hace empeorar las perspectivas económicas. Demasiados riesgos como para no tomar medidas que logren recuperar la confianza de la sociedad en el proyecto europeo. Necesitamos esperanza, ilusión, visión de futuro y es evidente que las políticas generadas desde Bruselas, hoy por hoy, solo provocan rechazo y estancamiento.

Los magistrados lusos han levantado un muro de vergüenza a las medidas indiscriminadas de recorte. Han dicho basta al desmantelamiento sin más de la protección social. Han sido para los portugueses los únicos capaces de entender sus reivindicaciones y de velar por sus intereses generales. Algo está funcionando muy mal cuando el poder judicial tiene que salir a la calle y ponerse al frente de la manifestación para que el Legislativo y el Ejecutivo entienda que se ha quedado aislado, lejos de aquellos que le votaron y le dieron la responsabilidad para tomar decisiones para salir de la crisis. Nuestros líderes necesitan hacer un ejercicio de escucha activa de sus ciudadanos, de los medios de comunicación, de la voz de la calle. No pueden seguir comportándose como los ilustrados absolutistas encerrados en su lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. De no ser capaces de oír las demandas sociales, anticiparse a la insatisfacción ciudadana y ser eficientes en su gestión, serán un simple estorbo o, pero aún, un enemigo que ha secuestrado el poder democrático. Aquellos gobernantes bienintencionados o no que se olvidaron de ser sensibles a los sufrimientos de sus semejantes, siempre han acabado trágicamente o en el mejor de los casos, huyendo por la puerta de atrás de las instituciones. Quien no tome buena nota del contenido de la sentencia lusa puede verse abocado a una triste suerte en menos plazo de lo que algunos esperan.

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La vergüenza chipriota o el corralito made in Europe

Después de la tragedia griega, vino el idus de Irlanda, el triste fado portugués y ahora no por menor ha sido más sonada la actuación de las instituciones europeas ante la vergüenza chipriota. El cuarto rescate de un Estado de la Unión o para ser más exactos la enésima intervención en un país para “sanear” las cuentas de sus bancos, se está convirtiendo en el más estrepitoso ridículo internacional desde que se inició la crisis del euro hace ya más de tres años. Europa cerró un acuerdo para rescatar a Chipre, pero a costa de imponer una tasa a los ahorradores que empujaba a las autoridades a decretar un corralito parcial. El acuerdo alcanzado en la madrugada del sábado incluía un impuesto que se parece como una gota de agua a una quita en los depósitos chipriotas. Todas las cuentas de la pequeña isla del Mediterráneo —tanto de residentes como de no residentes— quedarían sujetas a una tasa, que se pagaría solo una vez, del 9,99% para los que superen los 100.000 euros, y del 6,75% para los que no lleguen a esa cantidad. Ya tenemos, pues, nuestro particular corralito montado contra los más pequeños, que visto lo visto en la UE es sinónimo de débil. Los ciudadanos chipriotas tomados como conejillos de indias por los ministros de Finanzas europeos, el FMI y el BCE, esa macabra trouppe llamada “troika”que se pasea por Europa cual cobrador del frac, con un catálogo de recetas de ajustes y recortes, un argumentario de medias verdades y la insolidaridad como seña de identidad.

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Chipre representa una realidad tan exigua en el seno de la UE, que supongo que los líderes políticos pensaron que nunca algo tan diminuto levantaría tanta polvareda. Apenas 9.000 km cuadrado de una isla, con poco más de un millón de habitantes y menos de 20.000 millones de euros de PIB. La economía de Chipre está claramente afectada por la división de la isla en dos territorios. Tiene una economía altamente vulnerable, más estabilizada tras la entrada a la Unión Europea, con una fuerte dependencia del sector servicios, y también problemas de aislamiento con respecto a Europa. En los últimos veinticinco años, Chipre ha dejado de depender de la agricultura (donde sólo la producción de cítricos tiene relativa importancia comercial). Empezó a tener una estructura más acorde con el contexto de la Unión Europea, con una presencia importante del sector industrial, que sustenta la mayor parte de las exportaciones y emplea al 25% de la población. Para el año 2010, las principales exportaciones chipriotas eran los cítricos, patatas, medicamentos, cemento y prendas de vestir. Al mismo tiempo, los principales socios comerciales del país son GreciaAlemaniaReino Unido eItalia, con quienes intercambiaba más del 40% de sus productos. Cerca del 70% depende del sector servicios, y en concreto, del turismo. La ubicación geográfica cerca del Oriente Próximo, provoca grandes oscilaciones de año en año a la hora de convertirse en destino turístico. Con tan poco bagaje macroeconómico, Chipre entró en el euro el 1 de enero de 2008.

Cabe preguntarse por las razones de fondo para esta intervención. ¿Quién está más expuesto a la quita de los bancos chipriotas? Sirva un dato, la exposición de los bancos alemanes en bonos chipriotas asciende a los 6.000 millones de euros. Otro factor determinante son los fondos rusos de dudosa procedencia y dinero cuando menos alegal que se nos ha colado por las rendijas de nuestro burocrático sistema. Cerca del 46% de los depósitos de Chipre eran extranjeros. Si eso no es un paraíso fiscal es que Chipre no es una isla. Pero no es el único territorio en la UE que ha hecho de sus bancos refugio del blanqueo de capitales, los casos de LuxemburgoAndorraMalta o Gibraltar están bajo sospecha de constituir pseudo-Estados caribeños en pleno corazón europeo.

Hacer un corralito  a los blanqueadores de capital no solo es loable, sino imprescindible si queremos de verdad sanear nuestro sistema financiero. Nada que objetar, ni siquiera la nocturnidad de la medida. Pero hacerlo en el rostro de los inocentes ciudadanos chipriotas resulta insultante. Por pocos que sean tienen los mismos derechos que un vecino de Baviera o de la Ile de France. Saltarse a la torera las garantías de depósitos hasta 100.000 euros establecidos por la UE, no solo es ilegal sino que constituye un precedente que genera alarma en millones de personas en otros países acosados en estos años por precios abusivos en los mercados de deuda soberana. ¿Qué pueden pensar españoles o italianos después de cumplir con los requisitos impuestos por Bruselas para reducir su déficit y ver desmantelados buena parte de los derechos de su Estado del bienestar? ¿De qué habrán servido los cientos de miles de millones de euros públicos entregados incondicionalmente a la banca europea, si de la noche a la mañana nuestros ahorros pueden volatilizarse a manos de unos dirigentes que no son capaces de defender el interés general y los ahorros de la clase media europea?

Habría titulado este post como un episodio más de la crónica del IV Reich que gobierna Europa. Pero respeto tanto la sabiduría de mi maestro profesional y su consejo de no aludir un término que puede considerarse ofensivo y desproporcionado, que he preferido omitirlo. No provocar tensiones innecesarias en la opinión pública, sin embargo, no quiere decir que perdamos el espíritu crítico con lo que está sucediendo en la UE. Alemania tiene perfecto derecho a defender un modelo de política económica de austeridad ultraortodoxa., en defensa de sus intereses nacionales, si en el Consejo con sus votos y los de otros Estados que piensan como ellos, les concede la mayoría suficiente. Son las normas del juego instituidas por el Tratado de Lisboa. Se podrá estar o no de acuerdo, pero si se disiente solo queda la salida del club. Otra cosa bien distinta es marcar las cartas de la partida para hacernos trampa a todos. Algo a lo que las autoridades germanas haciendo uso de su poder económico y político se han acostumbrado con la inestimable complicidad del Banco Central Europeo. Lo hicieron con los test de estrés, una parodia hecha a medida de sus bancos. Lo hicieron cuando sus maltrechos bancos precisaron ayudas públicas y lo contabilizaron como deuda privada, cuando ahora pretenden que España lo asuma como déficit público. Lo repitieron en la intervención de rescate en Grecia, siendo sus bancos de nuevo los más expuestos a la quita, al aumentar los montos de ayudas que pagaremos entre todos. Y nos vuelven a engañar en Chipre, sin dar siquiera la cara al negar que ha sido su ministro de Finanzas, Wolfang Schäuble quien impuso en el Eurogrupo  al FMI y al BCE los intereses sobre depósitos de menos de 100.000 euros. La Comisión Europea en nota de prensa oficial ha dejado muy claro quiénes han sido los responsables de tal despropósito.

Tan indigno y vergonzante está resultando el episodio chipriota que todos los protagonistas desmienten su participación en el desaguisado. Lo negó la cancillerMerkel que culpó al gobierno chipriota, éste a su vez culpó a la troika y ésta al BCE, quien finalmente recurrió al malo oficial de la película, el FMI. Éste ni ha podido defenderse, dado que su directora está demasiado ocupada en su país al ser investigada por las autoridades galas. Algo ya tradicional en un organismo dirigido en sus tres últimos mandatos por imputados por delitos penales varios –RatoStrauss Kahn y Lagarde -. La vergüenza chipriota no ha dado a su fin, sigue el corralito, el parlamento chipriota ha votado en contra de las condiciones del rescate y la troika les ha amenazado con la quiebra, lo que podría significar su salida del euro. El mundo nos mira sin entendernos mientras vamos dando lecciones de civismo y urbanidad en el exterior y dentro dejamos a los pies de la miseria al pueblo chipriota. Europa muere a manos de políticos pigmeos sin perspectiva de cambio y entre los europeos la germano fobia y los populismos siguen ganando adeptos.

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Un premio Nobel para la paz europeista

Es evidente que con la concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europeala polémica está servida. Nos hemos acostumbrado a mirar los acontecimientos con cultura digital, de forma on line, sin perspectiva histórica y con miopía de futuro. Si lo que la academia Nobel premia es la situación puntual que viven las instituciones europeas podemos establecer un rico debate sobre la buena o mala salud de las mismas y sobre los problemas que sin duda afronta la Unión y los Estados que la forman. Y en ese caso deberíamos empezar por reconocer que la crisis que nos afecta es global y que no se trata de una dolencia endogámica o intrínsecamente europea. Pero el jurado del Nobel no se ha fijado en el punto concreto en que se encuentra el proyecto de construcción europea, sino en el propio proyecto en sí y en el valor como garante de paz que ha tenido en el continente durante más de cincuenta años. Seis décadas ininterrumpidas de cese de la violencia bélica en un territorio que históricamente ha protagonizado las más cruentas y numerosas guerras de la humanidad. De ahí que las primeras críticas recibidas por el Nobel europeo resulten profundamente injustas cuando se compraran con el concedido al presidente estadounidense Barak Obama, pues, se contrapone la labor colectiva de los europeos durante 50 años con el de una persona en tres años. De la misma forma que escuchar en boca del presidente checo, Václav Klaus, reputado euroescéptico o al también Nobel de la paz, LechWalesa, su decepción con el galardón, resulta paradójico dado que difícilmente la libertad en sus países alcanzada tras la caída del Muro de Berlín serían posible sin la contribución realizada por una Europa unida.

Para cualquier persona en su sano juicio debería ser motivo de satisfacción que los pueblos europeos que generaron tragedias tan terribles como las guerras imperiales del Renacimiento, las confrontaciones napoleónicas y las dos guerras mundiales, hayamos convertido la práctica totalidad del espacio continental en un área de comercio común, donde las personas, los capitales y las ideas fluyen en libertad y defendido por derechos comunitarios. Los europeos le guste a quien le guste y le pese a quien le pese, hemos borrado siglos de enfrentamiento por décadas de paz y prosperidad. Nada tiene que ver la forma en que estamos encarando la actual crisis económica en como lo hemos venido haciendo en nuestro tiempo pretérito. La cooperación, el diálogo y la negociación se han impuesto a la fuerza de las armas. El vértigo de la guerra, el miedo a la muerte extendiéndose una vez más por los viejos campos de batalla, unió a los padres fundadores de la Europa del Tratado de Roma. De ese vértigo fue naciendo la conciencia de que juntos somos más fuertes y unidos se defiende mejor nuestro modelo de sociedad, sean cuales sean las dificultades que nos proponga la globalización. Es ya muy fuerte el entramado de intereses y el tejido institucional creado paso a paso lentamente a base del famoso acerbo comunitario como para tirarlo por la borda y volver al abismo de las fronteras irreconciliables.

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Muchas han sido las personas que han participado en la construcción de las Comunidades Europeas, primero, y de la Unión Europea (UE), después, a partir de la llamada Declaración Schuman de 1950. Muchas de estas personas han jugado un papel destacado en la vida de sus propios países de origen, papel que incluso puede ser más significativo que el que han representado en el seno de la Unión. Muchos, pues, son merecedores personalmente del Nobel de la paz, aunque normalmente se conoce como “Padres de Europa” a AdenauerMonnet,Schuman y Gasperi, la Comisión Europea oficialmente considera como tales a Konrad Adenauer, Jean Monet, Winston Churchill, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, Paul-Henri Spaak, Walter Hallstein y Altiero Spinelli. Una historia que se alumbra en Roma el 25 de marzo de 1957 con la firma de los Tratados de la Comunidad Económica Europea (CEE) y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o Euratom). Ambos tratados fueron firmados por la República Federal de AlemaniaBélgicaFranciaItaliaLuxemburgo, y los Países Bajos, los Estados fundadores. El tratado estableció, entre otras cosas la Unión Aduanera: la CEE fue conocida popularmente como el “Mercado Común”. Se acordó un periodo transitorio de 12 años, en el que deberían desaparecer totalmente las barreras arancelarias entre los Estados miembros. Y la Política Agrícola Común (PAC): esta medida estableció la libre circulación de los productos agrícolas dentro de la CEE, así como la adopción de políticas proteccionistas, que permitieron a los agricultores europeos evitar la competencia de productos procedentes de terceros países. Ello se consiguió mediante la subvención a los precios agrícolas. Desde entonces la PAC ha concentrado buena parte del presupuesto comunitario. Este tratado estableció la prohibición de monopolios, la concesión de algunos privilegios comerciales a las regiones ultraperiféricas, así como algunas políticas comunes en transportes.

La actual Unión Europea ha vivido seis ampliaciones consecutivas en su ya larga historia. La primera supuso la incorporación de IrlandaReino Unido y Dinamarca. La segunda de Grecia, la tercera de España y Portugal, la cuarta de Suecia,Austria y Finlandia y la quinta fue la más amplia de MaltaChipre y ocho países del Este, EstoniaLetoniaLituaniaPoloniaHungríaRepública Checa,Eslovaquia y Eslovenia. Y, por último, la sexta la de los vecinos Rumanía yBulgaria. En total 27 países miembros, que serán uno más el próximo mes de enero con la integración de Croacia. Desde el punto de vista jurídico, el proceso de unión europea ha vivido desde el Tratado de Roma cinco grandes reformas y otros tantos nuevos tratados que constituyen la ley de leyes para sus Estados miembros. En 1986 se aprueba el Acta Única Europea cuya finalidad fue reformar las instituciones para preparar la adhesión de España y Portugal, y agilizar la toma de decisiones para preparar la llegada del mercado único. Los principales cambios fueron la ampliación de la votación por mayoría cualificada en el Consejo (para hacer más difícil el veto de las propuestas legislativas por un único país) y creación de los procedimientos de cooperación y dictamen conforme, que dan más peso al Parlamento. En 1992 entra en vigor el Tratado de Maastricht, cuyo objetivo fue la implantación  la Unión Monetaria Europea e introducir elementos de unión política (ciudadanía, políticas comunes de asuntos exteriores y de interior). Significó el establecimiento de la Unión Europea e introducción del procedimiento de codecisión, dando más protagonismo al Parlamento en la toma de decisiones. Nuevas formas de cooperación entre los gobiernos de la UE, por ejemplo en materia de defensa y de justicia e interior. En 1997 se reforman los tratados por el acuerdo de Amsterdam en materias menores y en 2001 el Tratado de Niza viene a facilitar la toma de decisiones después de la incorporación de numerosos países y, finalmente, en 2007 el Tratado de Lisboa vigente en la actualidad pone el énfasis en hacer la UE más democrática, más eficiente y mejor capacitada para abordar, con una sola voz, los problemas mundiales, como el cambio climático y aumenta las competencias del Parlamento Europeo, establece el cambio de los procedimientos de voto en el Consejo, la iniciativa ciudadana, el carácter permanente del puesto de Presidente del Consejo Europeo, el nuevo puesto de Alto Representante para Asuntos Exteriores y el nuevo servicio diplomático de la UE.

Un camino proceloso repleto de tira y aflojas, de marchas adelante y parones que ha conformado una realidad interna y externa protagonista se quiera o no en el escenario mundial. Porque a las incorporaciones de Estados y poblaciones hasta sumar los 500 millones de personas actuales y un marco legal de compleja regulación y basada en la transferencia de soberanía, hay que añadir la existencia de una moneda única, el euro, vigente en 17 Estados miembros y la creación de un Banco Central Europeo que ya actúa como autoridad monetaria del eurogrupo y que avanza en su funcionamiento como reserva federal al estilo de la de losEstados Unidos. En 50 años la Europa que camina unida ha logrado establecer normas comunes comerciales, de movilidad laboral, de capitales, de moneda única y, recientemente, está poniendo en marcha la diplomacia más ambiciosa y voluminosa del mundo. Negar los problemas y dificultades que hoy acechan a la UE sería vivir al margen de la realidad. A cada paso que damos se producen nuevos retos y mayores inconvenientes. Mantener la riqueza de la diversidad en un espacio que cada vez ensancha más supone la obligación de reinventarnos desde el convencimiento de que juntos podemos seguir siendo un referente mundial.

La memoria humana es tan débil que por supervivencia pronto olvida el drama y la tragedia. Para poner en valor lo que los europeos hemos logrado en estas seis últimas décadas bien valdría reproducir machaconamente la desolación producida en Europa por las dictaduras fascistas y por los regímenes comunistas. La democracia y el Estados social de derecho desde una visión humanista basada en nuestra mejor historia, ha dado fruto en la época más próspera y pacífica que hemos conocido en nuestro continente. El premio que ahora todos recibidos es un acicate y un impulso para los que aún creemos en el proyecto europeista frente a las veleidades populistas y ultras de quienes quieren volver a la defensa de intereses particulares que fomentan el enfrentamiento egoísta. Hay que ser muy estúpido o muy malintencionado para defender que la Europa deHitlerMussolini y Stalin es mejor que la que vivimos hoy de la mano de nuestros gobernantes, por mucho que los actuales puedan errar. Sus errores que sin duda los tienen, son parte de nuestro derecho a equivocarnos juntos y con la enorme capacidad de reconvenirlo en las próximas elecciones. Tenemos problemas económicos, de falta de integración política, de credibilidad internacional, de respeto a minorías, de defensa de derechos humanos en el mundo…, pero seguimos siendo una isla modélica en la humanidad de libertades y calidad de vida. El Nobel de la paz no es más que una llamada de atención a no perder lo que hemos alcanzado, a no dejar de ser referente para el mundo. Nuestra obligación más que nunca es colaborar en la resolución de los problemas mundiales desde la vanguardia de la innovación y la investigación o convertirnos una vez más en el escenario del conflicto. Elegir entre Europa como dilema o como solución. El europeismo ahora premiado además de un bello anhelo es ya un repertorio de hechos incuestionables que nos garantizan vivir en paz.

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¿Cómo acabar con el miedo al miedo? Las agencias de rating, el coco que asusta a los Estados

El pasado viernes 13 de febrero, muy a la americana, la agencia de ratingStandard and Poor’s, decidió sacar la motosierra y realizar su particular versión de la matanza en Texas en el escenario del mercado de la deuda de los Estados europeos. Estandar y de los pobres – la traducción al castellano del nombre y apellido de la agencia no tiene desperdicio – decidió rebajar la categoría a 9 de los 17 Estados de la eurozona, con ejemplos tan llamativos como el de Francia yAustria que dejaron por el camino su Triple A, pasando de AAA a  (AA+). Mientras que España, Italia y Portugal, le rebajaron dos escalones sus notas. Con lo que los títulos de deuda de Portugal y España quedan en la categoría especulativa. ”Las acciones de hoy son fruto de nuestra creencia de que las iniciativas políticas tomadas por los líderes europeos en las últimas semanas pueden ser insuficientes para atajar totalmente el estrés sistemático en la zona euro”, señaló como justificación a tal medida la agencia de calificación en el comunicado.

Con esta decisión S&P concluía el proceso de revisión para una posible rebaja iniciado el pasado mes de diciembre en torno a la solvencia de quince de los diecisiete países de la zona euro, y que finalmente ha mantenido la triple “A” aAlemania,  además de a FinlandiaLuxemburgoPaíses Bajos. Mientras que degradaba en dos escalones la deuda de España, Italia, Portugal y Chipre, y en un escalón la calificación de la de Francia, Austria, MaltaEslovaquia yEslovenia. Bonita escabechina de la zona euro, que curiosamente no fue ratificada por la hermana gemela en calificaciones, la agencia Moody´s que el lunes mantuvo la nota de Francia aunque dejando claro los graves riesgos de la deuda entorno al euro. Formalmente una vez más la batalla la ganado Angela Merkel y además de seguir haciendo pingues beneficios en la colocación de la deuda, vuelve a remarcar la necesidad de medidas de ajuste como única medicación para recuperar los equilibrios presupuestarios. O sea que si no querías aceite de ricino, dos cucharadas.

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Ante tal asalto a Europa en forma de malas notas en los mercados financieros, a uno le pide el cuerpo soltar cinco boutades, que espero tratan de ser ingeniosas y espero que lo consigan:

1.- El propio concepto de calificación resulta esencialmente perverso, pues, lo primero que deberíamos de preguntarnos es ¿quién es quién para calificarnos? y ¿con qué criterios nos califica?. Su propiedad e intereses son demasiado oscuros como para que legitimemos a las agencias de rating y les concedamos el valor y la carga de la prueba cuando lo que se está juzgando es la capacidad que tenemos cientos de millones de ciudadanos para hacer frente a nuestras deudas. ¿Pretenden hacernos creer que el mayor espacio de libertad y desarrollo del mundo civilizado es incapaz de pagar a sus acreedores? Eso seria como admitir que tenemos que echar el cierre del sistema y reinventarnos todos, empezando por ellos.

2.- Cabe hacerse una segunda pregunta más inocente aún pero relevante a efectos de inventario de la situación: ¿a quién afecta la calificación, es decir, quién gana y quién pierde en este juego? Tal vez si analizamos el resultado entenderíamos a favor de quién pitan estos árbitros que se han convertido en auténticos dictadores de la política europea.

3.- El mercado de la deuda de la eurozona se ha convertido en un chollo sin riesgo para sus inversores. Invierten en valores que saben seguros porque Europa acudirá al rescate a cualquier precio de sus partes en peligro, pero para aumentar sus intereses tienen que sumir a los Estados en una campaña de desprestigio y descrédito que encarezca su salvación.

4.- El origen de esta broma perversa en que se está convirtiendo la crisis no es otro que la especulación financiera y sus principales causantes las entidades financieras privadas, esto es, la banca. Para sarcasmo general son los bancos los más beneficiados con la situación de la deuda soberana de países con siglos y siglos a sus espaldas. Ellos van saneando sus chapuzas en balance, las que nos llevaron hasta aquí y el que paga no es otro que el ciudadano que ve recortados tras realizar cuantiosas aportaciones a los fondos de rescate de la banca, sus derechos de prestaciones sociales – educación, sanidad, pensiones… -, incrementados sus impuestos para pagar intereses de la deuda y, finalmente, mermado su poder adquisitivo y su nivel de vida.

5.- En la línea de posibles soluciones a la trampa en la que nos hallamos sumidos solo habría que tener valor suficiente o de otra forma dicho, perder el miedo al miedo y ser capaz de poner en marcha tres mecanismos que depende tan solo, pero nada más y nada menos, que de la decisión de nuestros políticos:

  • Creación de una agencia pública europea de rating como organismo calificador oficial utilizado por el Banco Central Europeo.
  • Creación de entidades públicas de créditos en los países de la eurozona para fomentar la inversión en la economía productiva, la consiguiente creación de empleo y fomento de la innovación europea. El BCE prestaría a estas entidades al 0,01% y estas al mercado al 0,1% para financiar deuda y posteriormente a tipos del 3% muy inferiores a los 6% y 9% con que los Estados están colocando su deuda.
  • Puesta en marcha de la tasa o impuesto sobre transacciones financieras de base especulativa, tal y como proponen varios países de la UE con Francia a la cabeza. Algo que no es otra cosa que la resurrección y puesta al día de la vieja tasa Tobin.

Quizá si una mañana nuestros mandatarios se levantaran como si hubiera acabado la pesadilla, se miraran al espejo y se dieran cuenta que fuera en la calle está su gente, la que está esperando que decidan por ellos, por sus derechos y por sus libertades, se verían con fuerza para encarar el futuro y mandar a las agencias de rating exactamente al lugar que se merecen …

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