Consejo Europeo de verano: la UE sigue haciendo sus deberes… con 5 raspado

Ya se sabe que desde popularización de la teoría de la relatividad, es decir, que todo es según se mire, podemos ver la realidad como una botella medio llena o medio vacía. Yo cuando observo el proceso de construcción europeo trato de hacerlo con perspectiva, con la que su trayectoria e historia nos ha enseñado y desde esos parámetros, son los pequeños pasos los que más han hecho por este proyecto de unión complejo y dificultoso. Por eso creo que el último Consejo Europeo, el de verano, preludio de las vacaciones de nuestros líderes políticos, nos ha dejado un racimo de decisiones, que sin tirar cohetes, suponen un aprobado raspado, suficiente para seguir caminando juntos. Se han puesto las bases definitivas y los plazos fijos para la entrada en vigor de la Unión Bancaria; se ha dotado en cuantía, aunque raquítica, también con fecha de pago, el fondo para el empleo juvenil y se ha instrumentado a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI) una línea de crédito para las pymes europeas. Y por si fuera poco, el presupuesto enmendado por el Parlamento ya tiene el visto bueno del Consejo y la imprescindible reforma de la Política Agrícola Comunitaria (PAC) parece cercana a llegar a buen puerto. Todo ello a escasas fechas de la incorporación oficial de un nuevo socio, Croacia, que ensancha nuestras fronteras y nuestra riqueza diversa. Seguro que para los euroescépticos y para los euroutópicos, como casi siempre este es un Consejo fallido, pero Europa nunca se ha construido a base de filias y fobias, más bien se diseñó y se ha ido haciendo realidad a base de trancas y barrancas, de parones y arreones, pero en ese bailar la conga a que nos tiene acostumbrados la Unión, lo mejor siempre han sido los pasitos cortos hacia adelante.

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Pero vayamos por partes y analicemos el alcance de zancada que las decisiones tomadas en Bruselas suponen. El Ecofin había allanado con una decisión previa el asunto de la Unidad Bancaria. Los ministros de Economía de los Veintisiete lograron el jueves al segundo intento un acuerdo sobre la nueva directiva para gestionar la reestructuración y liquidación de bancos, que establece qué acreedores deben asumir pérdidas en futuras crisis bancarias. La norma garantiza que en ningún caso se tocarán los depósitos inferiores a 100.000 euros y otorga una protección especial a los de más de 100.000 euros en manos de pymes y particulares, que sólo sufrirán pérdidas como último recurso. Los Veintisiete siguen firmes, a pesar de los continuos retrasos y de las objeciones deAlemania, en el tortuoso viaje hacia la unión bancaria, que debería estar lista a final de año. Para ello deben alcanzarse acuerdos definitivos sobre la directiva de resolución —el cierre— de bancos. Por tanto, estamos a las puertas de contar con un verdadero Banco Central que funcione como Reserva, de ahí a la emisión de bonos quedará un suspiro. Si tenemos en cuenta que en Estados Unidos el dólar empezó a circular en 1785 y la FED, la Reserva Federal empezó a funcionar en 1913, los europeos habremos tardado bastante menos en contar con un sistema financiero propio, dado que el euro lleva en funcionamiento desde 1995 y el BCEfue instituido en 1998. En menos de 20 años habremos completado un proceso monetario y financiero para el que EE.UU. necesitó 120 años y una guerra civil. Un siglo menos si bien los tiempos y las necesidades poco tienen que ver hoy.

Por fin hemos tenido una Cumbre que no ha centrado sus debates en el euro y en los rescates a países. Y ello ha posibilitado que de una vez la mirada abandone la sede de los banco y mire tímidamente a la calle y al drama que viven los ciudadanos en plena crisis económica. Los Jefes de Estado o de Gobierno han decidido un Pacto por el Crecimiento y el Empleo en el que se recoge la actuación que deben emprender los Estados miembros y la Unión Europea con el fin de relanzar el crecimiento, la inversión y el empleo, así como hacer que Europa sea más competitiva. La UE hace los deberes que puede dado que las políticas de empleo son patrimonio y competencia de los Estados miembros. El pacto tácito alcanzado hace más de un año entre François Hollande, Mario Monti y MarianoRajoy logró arrancar en un principio a Angela Merkel un paquete para el crecimiento y el empleo de 120.000 millones de euros que debería gastarse en medidas con un efecto inmediato en el crecimiento. El Consejo ha aprobado la mínima cifra de 8.000 millones, eso sí de los un tercio serán para España, líder europeo en paro juvenil. Supone destinar 2.000 euros a cada parado juvenil español. Sin embargo, resulta más relevante la recomendación que puede tornarse exigencia de la UE a que cada Estado aplique fondos y medidas para reducir esta lacra. Ahora le queda a los jefes de Gobierno la tarea de profundizar la línea trazada por Bruselas. A quiénes no se apliquen, la Comisión y sus ciudadanos se lo reprocharán.

En el caso de las pymes, las expectativas estaban puesta en el plan conjunto Comisión Europea-Banco Europeo de Inversiones (BEI) para reciclar 10.000 millones de fondos estructurales y, mediante ingeniería financiera, convertirlos en hasta 100.000 millones de créditos a pymes. Pero este plan afronta obstáculos técnicos (el BEI quiere mantener su triple A y en la versión más ambiciosa, el programa conlleva un apalancamiento de hasta 10 veces) y políticos (obliga a los socios europeos a utilizar parte de sus fondos estructurales). Además, la última versión del borrador ata más en corto al BEI. El documento mantiene el respaldo a la iniciativa, pero añade que se deben respetar “los principios de solidez financiera y transparencia, así como los límites de crédito acordados por el BEI”. Es decir, el BEI podrá asumir más riesgo, pero sin pasarse. Por eso mismo, los Veintisiete retrasan al mes de julio el debate sobre los detalles técnicos de este instrumento, ya que en función de cómo se articule, el BEI y los socios europeos asumirán más o menos riesgos y se ayudará a más o menos pymes. La decisión sobre el diseño de este instrumento, y su dotación máxima, vuelve aplazarse hasta julio, según figura en el proyecto de conclusiones, que no menciona ninguna cifra. El único compromiso que han asumido los líderes europeos es que el plan esté operativo “en enero de 2014″.

Sin duda la decisión más trascendente e histórica que han tomado los jefes de Gobierno es la del visto bueno a la negociación con Serbia para su adhesión a la Unión Europea. Tras un largo camino, el inicio de esos contactos, fijado para enero del año próximo como fecha límite, representa un paso clave en el futuro comunitario: Europa se dispone a restañar sus últimas heridas de guerra. Cuando el próximo 1 de julio Croacia se convierta oficialmente en el Estado miembro número 28 de la Unión, Serbia estará a las puertas de poder serlo. La mayoría de países defendía abrir en octubre las negociaciones con Serbia, candidato a la adhesión desde marzo de 2012, pero Alemania ha insistido en retrasarlas hasta enero tras rechazar la propuesta de compromiso de abrirlas en diciembre. Los ministros de Asuntos Europeos de la UE recomendaron el martes abrir negociaciones con Serbia “a más tardar en enero de 2014″, pero dejaron en manos de los líderes, como quería Berlín, decidir si ellos también debían dar su visto bueno al mandato o marco de negociación del acuerdo o bastaba con el visto bueno a nivel ministerial como es lo “normal”, así como iniciar negociaciones de un Acuerdo de Asociación con Kosovo.

“E la nave va” podríamos decir fellinianamente. La Unión sigue sorteando problemas y tratando de ensanchar su espacio sin perder sus referentes y valores diferenciales: la democracia, el respeto a los derechos humanos y el Estado del bienestar. Lo hace como lo ha hecho siempre, no nos engañemos, a trompicones, con socios poniendo palos en las ruedas y con poco apasionamiento. Pero lo hace y mal haremos si despreciamos sus avances o si hacemos caso omiso a lo que en Bruselas se decide. Europa es nuestro destino común, el que nos relaciona con el mundo y el lugar donde nos jugamos nuestros sueños. Resulta increíble que siendo la plaza donde se dirimen los asuntos más trascendentales de la cosa pública, los españoles sigan siendo ágrafos de lo que allí sucede. Culpa dolosa tienen los distintos Gobiernos que no han querido o sabido hacer pedagogía de la importancia de conocer los mecanismos decisorios y las noticias que en Bruselas se cuecen. Pero responsables son todos los que han convertido la UE en la diana de las críticas de todos sus males, cuando ni siquiera saben quién es el presidente del Consejo o la Comisión Europea, ni lo que decide su Gobierno o lo que de soberanía ha cedido ya hace lustros a la Unión. Será que están más ocupados en saberse la alineación de “la roja” que de saber que Irlanda pasa a Lituania el testigo de la presidencia de turno el próximo 1 de julio… ¡país!.

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Obrigado, el Tribunal Constitucional portugués pone límites a la Europa de los recortes

El Tribunal Constitucional portugués ha declarado ilegal la retirada de la paga extra de verano a los funcionarios y a los pensionistas y las rebajas en el subsidio de desempleo y de enfermedad consignadas en el presupuesto general de 2013 del país, aprobado en el Parlamento el pasado año. Las razones en las que se apoya el tribunal son que esa retirada violaba el principio de igualdad a la hora de afrontar sacrificios. Los altos magistrados lusos no cuestionan la capacidad del gobierno de llevar a cabo sus políticas de ajuste, pero si lo hacen en la proporcionalidad de las medidas respecto a las posibilidades de afrontarlas de los ciudadanos. De alguna manera, en realidad lo que han hecho, es demostrar en una sentencia que si existen alternativas a las políticas impuestas por la troika, Bruselas y por imposición disciplinaria de la canciller Merkel. Hay otra forma de repartir los sacrificios a los que la crisis económica obliga, sin romper la base equitativa de la sociedad, sin que acarreen con la peor parte los más débiles o los que no pueden ni siquiera oponerse a tal injusticia. La decisión del Constitucional portugués sitúa a la Unión Europea ante la encrucijada de seguir desarrollando su programa de austeridad y a la vez hacerlo de manera igualitaria. Claro que la Europa burócrata puede hacer oídos sordos una vez más a lo que la democracia en sus distintas expresiones le están diciendo, pero el riesgo cada vez es mayor y en más Estados de la Unión.

Como es natural el primer riesgo al que se enfrenta esa especie de moderna inquisición económica en que se ha convertido la troika – FMIBCE Comisión Europea – es el contagio que la decisión de los jueces lusos puede producir en otros Estados que optaron por medidas de ajuste similares. Es el caso claro de España, donde los muy similares recortes llevados a cabo por el gobierno Rajoyestán recurridos por los afectados en los tribunales. La presión social en la mayoría de los países del Sur de Europa, los más afectados por sus elevados déficits públicos, pesará como lo ha hecho sobre los togados portugueses. Las legislaciones constitucionales de nuestros Estados democráticos apuestan claramente por el modelo de Estado social de derecho, lo que deja pocas dudas de la interpretación que se debe dar ante los recortes planteados. Ningún ciudadano, por su situación económica, puede verse mermado de derechos en necesidades tan básicas como la salud, la educación o las pagas extras adquiridas como conquistas sociales históricas. Las protestas en la calle se siguen acrecentado a medida que la crisis se alarga y acrecienta su impacto social. Puede que la clase política incapaz de hallar soluciones alternativas se rinda al plan ortodoxo y uniforme decretado por Alemania, pero no creamos que los jueces pueden mirar hacia otro lado cuando se vulneran derechos fundamentales de nuestro ordenamiento democrático.

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Hasta aquí consideraciones de fondo sobre la crucial decisión de los 13 magistrados portugueses. Ahora nos queda esperar las reacciones del Gobierno del primer ministro Passos Coelho, que debe buscar medidas alternativas para ahorrar los 1.200 millones de euros a los que afecta la sentencia del Constitucional. Y, por otro lado, queda también por ver si la troika a la vista de la decisión judicial acepta renegociar los plazos y cantidades adeudados internacionalmente por Portugal, el país rescatado. Pero, no nos engañemos la incógnita más relevante es si el Consejo Europeo y la Comisión son capaces de hacer una lectura coherente de lo sucedido en Lisboa. Facilitaría a todos los Estados afectados por crisis de déficits y deuda, que las instituciones europeas fueran capaces de marcar un nuevo rumbo en los programas de austeridad, poniendo límites en el tipo de medidas a emplear y al peso que sobre los ciudadanos en función de su renta puedan tener. Se trata de reformular los planes de ajustes con una visión más social y menos estadística, una mirada más humana y, sobre todo, más europea. Se debería entender que la solidaridad entre los Estados que forman la Unión y el reparto de los esfuerzos de forma proporcional a las posibilidades de las ciudadanos en cada país, es la única forma de caminar homogénea y armónicamente en el proyecto de la UE.

No es la primera vez que alerto en este blog de los riesgos que tiene perpetuar este camino de pangermanismo insolidario. En los últimos meses hemos vivido tres capítulos especialmente relevantes de rebelión ciudadana y de poderes legales contra las políticas impuestas desde Berlín. El primer severo toque de atención se dio en Italia, en los comicios del pasado mes de marzo. Unos resultados que castigaron especialmente al protagonista impuesto de los planes de ajustes, el ex primer ministro Mario Monti. Con menos de 8% de los votos frente a casi el 20% del Movimiento 5 Estrellas encabezado por el cómico BeppeGrillo. Una crisis política que aún mantiene en vilo cualquier opción de gobernabilidad en el tercer país de la eurozona. Después vino el rescate de Chiprey el esperpento representado ante el mundo con una quita sobre depósitos de menos de 100.000 euros que después ante el plante del parlamento chipriota debió ser retirada. Y ahora llega la sentencia portuguesa de su más alto tribunal. Con toda la legitimidad del sistema democrático que sacralizamos en la Unión Europea, el poder judicial pone fronteras a las medidas impulsadas por Merkel. Tres serios reveses y tres crisis abiertas dos y cerrada en el falso una. Este triste balance unido como he señalado a las posibilidades de contagio en otros Estados, debería también obligar a repensar a las autoridades alemanas sus posiciones.

Negar que hemos avanzado durante los años de la crisis del euro en los mecanismos de salvaguarda de nuestra moneda y de gobernanza monetaria, es absurdo. La crisis nos ha fortalecido institucionalmente, nos ha hecho de la misma forma más fuerte ante los ataques exteriores de los mercados, pero la realidad es que el precio pagado por la sociedad y por los distintos países de la Unión está siendo desequilibrado y dispar. No hemos sido capaces de tejer una red de protección de las familias con más riesgos ante la crisis, de preservar los derechos sociales que tradicionalmente nos han diferenciado modélicamente del resto del mundo. Hemos fallado a los ciudadanos y esa percepción está labrando una tensión en la calle y un deterioro demoledor en los poderes de los Estados y en la clase política. Ha llegado el momento de cambiar de rumbo sin dilación. No podemos permitirnos nuevas crisis. Eslovenia o Hungría ya forman parte de los rumores más malintencionados contra el euro como opciones venideras de nuevos rescates. España sigue representando una realidad endeble que puede tornarse en desastre si el entorno de la eurozona hace empeorar las perspectivas económicas. Demasiados riesgos como para no tomar medidas que logren recuperar la confianza de la sociedad en el proyecto europeo. Necesitamos esperanza, ilusión, visión de futuro y es evidente que las políticas generadas desde Bruselas, hoy por hoy, solo provocan rechazo y estancamiento.

Los magistrados lusos han levantado un muro de vergüenza a las medidas indiscriminadas de recorte. Han dicho basta al desmantelamiento sin más de la protección social. Han sido para los portugueses los únicos capaces de entender sus reivindicaciones y de velar por sus intereses generales. Algo está funcionando muy mal cuando el poder judicial tiene que salir a la calle y ponerse al frente de la manifestación para que el Legislativo y el Ejecutivo entienda que se ha quedado aislado, lejos de aquellos que le votaron y le dieron la responsabilidad para tomar decisiones para salir de la crisis. Nuestros líderes necesitan hacer un ejercicio de escucha activa de sus ciudadanos, de los medios de comunicación, de la voz de la calle. No pueden seguir comportándose como los ilustrados absolutistas encerrados en su lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. De no ser capaces de oír las demandas sociales, anticiparse a la insatisfacción ciudadana y ser eficientes en su gestión, serán un simple estorbo o, pero aún, un enemigo que ha secuestrado el poder democrático. Aquellos gobernantes bienintencionados o no que se olvidaron de ser sensibles a los sufrimientos de sus semejantes, siempre han acabado trágicamente o en el mejor de los casos, huyendo por la puerta de atrás de las instituciones. Quien no tome buena nota del contenido de la sentencia lusa puede verse abocado a una triste suerte en menos plazo de lo que algunos esperan.

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Crónica del IV Reich: la democracia derrota a Merkel en las urnas de Italia

La democracia, esa tozuda herramienta de libertad que nos donaron los griegos clásicos, impone tarde o temprano su ley cuando se permite hablar a los ciudadanos. Y como siempre conduce los caminos de los pueblos hacia destinos inéditos porque la voluntad de las gentes no suele ser diseñable y programable. Cuando el Presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, encomendó a Mario Monti la formación de un gobierno el 13 de diciembre de 2011, tras la dimisión de Silvio Berlusconi, se abría un periodo de gobierno tecnócrata impuesto desde Bruselas vía Berlín, que instauraba una fórmula política de baja calidad democrática. Tras un año de ajustes y recortes presupuestarios calificados de programa reformista, siguiendo al dictado las políticas de austeridad que la canciller Merkel impone a Europa, los italianos han sido llamados a las urnas para decidir su futuro. El resultado ha sido calificado de ingobernable por las mismas autoridades de la ortodoxia económica que impusieron la solución Monti y que claman por ampliar la excepcionalidad para que nada ponga en riesgo sus planes de control del déficit. El dictado expresado en forma de voto por los italianos es el fruto de ese esperpéntico experimento de 12 meses de ejecutivo gris ajeno a la realidad de la calle. El nuevo mapa político de Italia rezuma la rabia de unos ciudadanos confundidos y atónitos ante el desmantelamientos de muchos de sus derechos, sin que tales medidas se hayan producido de la mano de un gobierno elegido por ellos. Se han revelado contra la política o mejor dicho, contra los que no permiten que se haga POLÍTICA.

Probablemente lo más ridículo de esta trama es el hecho de que el primer ministro en funciones asumiera el reto de presentarse a las elecciones tal vez pensando que los italianos valorarían su espíritu de servicio público y seriedad en la gestión y que ha cosechado un triste 10% de los votos que a punto ha estado de colocar a los democristianos como fuerza extraparlamentaria. Monti se ha encontrado con la horma de su zapato. Como es lógico, un pueblo sumido en la crisis económica, vapuleado por la pérdida de renta per cápita y con el encarecimiento feroz de la deuda, no ha sido capaz de entender este camino a ninguna parte, por mucho que el rictus del mandatario pío, sea adusto y compuesto. Su discurso tenía demasiado tufo a sumisión a las órdenes de Ángela Merkel como para ser creíbles. Su juego oportunista de enfrentamiento alcabaliere demasiado obvio para tener tirón, sobre todo, cuando de por medio había auténticos actores profesionales de la comedia, como el propio Berlusconi y su corte de bellinas o el mensaje populista y facilón de Beppe Grillo. Competía con monstruos de la escena y encima el guión era una adaptación de las obras wagnerianas que nos interpreta la jefa de gobierno alemana con su coro de Walkirias.

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Monti es sin duda el gran derrotado, pero por supuesto, no el único. El pírrico ganador de los comicios, el socialdemócrata Pier Luigi Bersani no ha sido capaz de armar una alternativa sólida frente a opciones aparentemente tan endebles como un Berlusconi en las últimas y un movimiento improvisado. Este filósofo de la Universidad de Bolonia, que realizó su tesis doctoral sobre la historia del cristianismo, centrado en la figura del Papa Gregorio el Grande, huele a lejanía y desprende un aroma de élite envarada que no conecta con las preocupaciones mundanas del pópolo. Es evidente que Italia es demasiado compleja y críptica como para permitir que la composición de la Cámara y del Senado se simplifique en algo que se aproxime al bipartidismo. La República nacida de la caída del fascismo y de la posguerra mundial ha vivido instalada en la plácidez endémica de las crisis políticas y las mociones de censura. Gobernar en Italia es más arte que otra cosa y, por ello, se precisa la magia de un artista como en su día le pareció a los italianos ser Berlusconi y que nunca les inspirará Bersani. La izquierda enrolada en el Partido Democrático tiene la difícil de tratar de gobernar en solitario, pues, la coalición con Monti no suma suficiente y el endemoniado ofrecimiento de Berlusconi de gobierno de concentración nacional solo les llevaría al descrédito entre sus votantes.

Lo de Berlusconi también es una derrota si lo medimos en términos del personaje que lo ha sido todo en Italia, que sigue dominando los medios de comunicación, pero que se arrastra patético buscando sorpazo y se queda a las puertas. Su final es tragicómico como lo ha sido su vida política. Pero como siempre algo gana en este postrero acto de su particular obra teatral. Sigue jugando al escondite con la Justicia evitando una sentencia condenatorio en el rosario de procesos que tiene en curso y por los cuales en cualquier país democrático nórdico estaría ya entre rejas. ¿De él qué podemos esperar en las negociaciones para la formación de Gobierno? Declaraciones grandilocuentes de su amor a la patria, mientras por debajo de la mesa sus hábiles correlegionarios tratan de mantenerle el estatus de inmunidad. Tiene secuestrada a la derecha italiana y mientras maneje cámaras, periódicos y columnistas, su necesaria sucesión al frente del Pueblo de la Libertad o como quieran llamar al enésimo proyecto derechista es inviable. Su discurso antieuropeísta, dando la espalda a esa Europa que le forzó a abandonar el gobierno que legítimamente alcanzó en la urnas ha calado en una población que solo percibe noticias negativas de las decisiones de Bruselas, pero no ha sido suficiente para dale de nuevo la opción de ponerse al frente de Italia.

El que no hay duda es el gran ganador de estas elecciones es Beppe Grillo y suMovimiento 5 Estrellas. Cómico que trabaja en el cine, la televisión y el teatro, es también blogger y su blog cuenta con el mayor número de visitas entre los blog de lengua italiana, siendo una de las páginas web italianas más visitadas con más de 160.000 accesos diarios. Sus muy documentadas críticas a la corrupción de la clase política italiana le han valido una gran popularidad y el temor generalizado de ésta, tanto de la derecha como de la izquierda del espectro político, por su demoledor efecto mediático, lo que le valió ser censurado y silenciado en todas las televisiones italianas. Sin embargo, su relato de los hechos ha llevado a Grillo incluso a hablar en el Parlamento Europeo, sin ser miembro del mismo. El 14 de junio de 2007 Beppe Grillo lanzó la idea del V-Day o Vaffanculo Day, una jornada de movilización pública para la recogida de las firmas necesarias para presentar una ley de iniciativa popular para introducir las preferencias en la actual ley electoral e impedir la oportunidad de presentar candidaturas al Parlamento a los destinatarios de condenas penales o a aquellos que ya han completado dos mandatos. Su capacidad de aportar innovación en la política es indudable. El V-Day, que continuó la iniciativa promovida por Beppe Grillo Parlamento Pulito(Parlamento limpio) desde 2006, se llevó a cabo en muchas ciudades italianas el siguiente 8 de septiembre, la fecha elegida para evocar el estado de confusión que vive el estado, como en la misma fecha de 1943, cuando tuvo lugar la Proclamación de Badoglio. Se reunieron 336.000 firmas, muy por encima de las 50.000 necesarias para la presentación de la ley de iniciativa popular. Para la ocasión, Michele Serra acuñó el término «grillismo». Tras el éxito obtenido, el 25 de abril de 2008 se organizó la V2-Day, un segundo día de movilización encaminado a la recogida de firmas para tres referendos. El 29 y 30 de septiembre de 2007 en Lucca varios miembros del meetup Amigos de Beppe Grillo y de listas cívicas locales, impulsados por un debate abierto en la red y en la estela de la anterior reunión de Perugia, definieron las líneas políticas para la constitución de listas cívicas. El 10 de octubre, Grillo dio indicaciones sobre cómo crear las listas cívicas.

El MoVimiento 5 Estrellas (MoVimento 5 Stelle, M5S en italiano) es un partido político italiano que se autodefine como una «libre asociación de ciudadanos». Tiene su origen en el Movimiento de Liberación Nacional (Movimento di Liberazione Nazionale). El M5S se da a conocer como un partido populista, ecologista, anti-euro y parcialmente euroescéptico, al menos de los planteamientos que dirigen hoy la UE. Aboga por la democracia directa, el libre acceso a Internet y condena abiertamente la corrupción. Las cinco estrellas del nombre designan las políticas fundamentales del partido: agua pública, transporte, desarrollo, conectividad y medio ambiente. Su irrupción en elecciones generales ha supuesto la ruptura del mapa de la política tradicional italiana y se ha convertido en el eje sobre el que seguro girará el futuro de Italia. Supongo que Grillo es el personaje que encarna todo lo que más puede incomodar a la gran derrotada de los comicios: la canciller Merkel. En el fondo el cómico con su sátira mordaz de la situación ha puesto de manifiesto lo injusto de unas políticas que solo benefician a unos pocos bien por ser ricos o por ser de países ricos y que está destruyendo el tejido social europeo. No es un héroe, no es un ejemplo para sentar a la mesa del domingo con la familia y los niños, pero es el personaje de esperpento que probablemente necesitemos en Europa para darnos cuenta del desastre al que estamos encaminando un proyecto tan bello como el de la construcción europea. Grillo gana, Merkel pierde, tal vez estemos ante la primera gran batalla perdida por el IV Reich.

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Consejo Europeo de otoño o la monótona crónica del IV Reich

La verdad es que desfilar al paso de la oca marcado por la inflexible jefa del regimiento, día tras día, semana tras semana y Consejo Europeo tras Consejo Europeo, ya cansa. Levantar la pierna hasta la altura del ombligo y mantener el equilibrio unos segundos para realizar el cansino movimiento mecánicamente, ya duele. Escuchar cómo marca el ritmo en perfecto alemán, eins, zwei, eins, zwei, auf der linken Siete, auf der rechten Siete, ya agota. Que pase revista mirando el brillo de las botas de sus exhaustos soldaditos Estados miembros, repase la abotonadura de los raídos uniformes de países con déficti y nos caiga su sempiterna bronca por no hacer los deberes de austeridad, ya aburre. Pero lo que resulta verdaderamente insoportable es que la Canciller Merkel reduzca la concepción de construcción europea a los intereses de unos cuantos millones de alemanes cortoplacistas y, sobre todo, que no tenga ni idea a que charca conduce a su sumiso ejército de ocas tristes y desconsoladas. Si al menos supiéramos que el IV Reich nos ofrece la tierra prometida y que Merkel es capaz de lograr que las aguas del Rhin se abran en dos para encontrar el maná después de esta horrible travesía del desierto que está resultando la crisis del euro, podríamos plantearnos si debemos escucharla, pero el monólogo que ha impuesto en las instituciones europeas cada vez convence a menos y empieza a granjearse las fobias antigermánicas de muchos.

El Consejo Europeo de otoño celebrado esta semana en Bruselas ha vuelto a certificar la crónica de unas conclusiones anunciadas: se hace lo que dice Alemania y si se decide lo que no quiere Alemania, entonces se retrasa su cumplimiento o ni siquiera se cumple. Bajo el pacato argumento del que paga manda, Merkel nos quiere hacer creer que todo el proyecto de construcción europea de más de 50 años recientemente premiado con el Nobel de la Paz, se reduce a la contribución actual de sus sufridos súbditos germanos para cubrir las coyunturales deudas de algunos Estados de la Unión Europea. Se le olvida a la líder teutona que este invento de unirnos para no matarnos tiene su origen en el holocausto por ellos provocado de la mano de unos dementes gobernantes nazis. Se le olvida que en un sano ejercicio de reconciliación europea todos aplaudimos la caída del muro, ese disparate de la humanidad. Se le olvida que durante los años de sacrificio para lograr una reunificación de las dos alemanias todos miramos para otra parte cuando ellos incumplían sistemáticamente todos los criterios de convergencia para poder instaurar el euro. Se le olvida para colmo, que el endeudamiento de países como Grecia o España se debe en gran medida a la intervención de los bancos alemanes alentando la fiesta consumista, en el caso español del ladrillo, porque les producían notables beneficios en sus balances. Y se le olvida todo esto porque le conviene ahora aprovecharse de las miserias de otros y al sentirse fuerte sacando tajada del empobrecimiento de millones de personas en Europa, prima el egoísmo cicatero de unos pocos sobre el interés general de 500 millones de habitantes.

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Pero me temo que de nada sirve tratar de hacer recordar a quien no tiene memoria y a quien saca ventaja del olvido. Más práctico sería que tratáramos de adaptarnos a la circunstancia de modo realista y ver la mejor forma de salir de esta situación airosamente. Que Alemania crea empleo cuando los demás lo destruimos o que paga su deuda a seis puntos menos de interés que nosotros no es más que el resultado de cuatro años de crisis donde el poderoso ha impuesto sus normas a los demás. La pregunta es bien simple: ¿es posible lograr un cambio de fuerzas en el conjunto de la Unión sin hacer peligrar su integridad? Si somos capaces de unir esfuerzos sin romper los vínculos de nuestras instituciones para torcer el actual rumbo marcado desde Berlín aún tenemos la oportunidad de hacer posible por más décadas el sueño europeo. No podemos permanecer estáticos como inválidos quejándonos sistemáticamente de las decisiones germánicas convirtiendo la UE en una suerte de juicio maniqueo de buenos y malos. Resulta tan pueril culpar de todo lo que nos sucede a Alemania, por más que su política cicatera sea perjudicial, como pensar que la Unión es un mundo idílico ajeno a intereses nacionales. Necesitamos reaccionar tenemos que movernos y rápido, no podemos acudir a una cumbre más con la crónica de la derrota escrita en ella.

España ha perdido las dos batallas que planteaba en este Consejo. La imposibilidad de aplicar la recapitalización directa de la banca española supone de facto aumentar el déficit público si queremos que el crédito vuelva a fluir en la economía productiva, o eso, o dejamos caer a un 30% de las entidades financieras. “No va a haber ninguna recapitalización directa retroactiva”, dijo tajante Merkel y con ello condenaba a los españoles a nuevos sacrificios. ¿Cuántas nuevas humillaciones puede soportar la dignidad de los ciudadanos griegos, portugueses, españoles y pasado mañana italianos o franceses? De la segunda derrota ni se habló, pues, si no podemos rescatar a la banca sin condiciones adicionales, es preferible aparcar para más adelante la opción de flexibilizar los plazos de cumplimiento de reducción del déficit público impuestos por Bruselas. De momento Rajoy vuelve de la cumbre con 40.000 millones menos o con un punto más de déficit, si lo queremos medir en meros datos cuantitativos. Pero lo más importante es que vuelve a España dejando la sensación a sus ciudadanos de su debilidad, de su incapacidad para ser comprendido y ayudado.

Condenados a dedicar todos nuestros esfuerzos a pagar la deuda contraída, el camino del empobrecimiento y de la venta de nuestros activos parece irreversible. Una senda por la que ya han transitado otros Estados miembros y por el que podrían acabar la mayoría de los países de la Unión. Esa reflexión que ya es bastante unánime, a la vista de las declaraciones previas al Consejo del presidente Hollande y los silencios expresivos del primer ministro Monti, debe conducir a posturas comunes, a alianzas inteligentes para cambiar el rumbo de las políticas europeas. España e Italia, ambas al borde del precipicio, suman más de 100 millones de habitantes hartos de perder calidad de vida culpados de pecados que nunca cometieron. El apoyo secundario – pues nadie puede pensar en la ruptura del eje franco-alemán que dota de solidez a la Unión – de Francia a una iniciativa de mayor integración económica y política supondría el espaldarazo definitivo para que desde el Parlamento Europeo y la Comisión se pongan en marcha medidas de reactivación de Europa por las que clama el mundo entero. Por más que Alemania parece hacer oídos sordos a todos, la rueda se ha parado en la UE, la actividad se viene abajo y ello está produciendo el efecto consabido en una economía mundial globalizada. China se frena a la misma velocidad con que puso en marcha su desenfrenado crecimiento sobre todo porque Europa no compra sus productos. Estados Unidos, más allá de su proceso electoral coyuntural, mira cada vez con más preocupación nuestras broncas internas y ha lanzado severas críticas a la política blindada de Merkel de austeridad, recortes y ajustes. El mundo pide ya a Europa que reaccione y si aunque Alemania no nos siga en primera instancia, tenemos la obligación de ser responsables en conjunto de nuestro protagonismo universal.

La Unión Europea es una realidad mucho más fuerte de lo que perciben sus ciudadanos, la fuerza de su unidad se construye cada día mediante normativas que nos obligan a trabajar juntos. El entramado construido es ya una amalgama de intereses cruzados, de movimiento continuo de mercancías, capitales y personas imparable. Nos jugamos demasiado como para ponerlo en riesgo plantándonos inopinadamente ante Alemania y romper el espacio que tanto nos ha costado construir. Actuar con la sutileza que la situación precisa supone negociar y dialogar entre todos, algo que requiere más diplomacia discreta, paso a paso en cada mesa en cada tema. Europa no puede seguir siendo un monótono desfile al paso que marca Alemania, pero evitarlo es cuestión de ser responsables cada uno de nuestras políticas y de colaborar sinceramente para cambiar su actitud. Si nos limitamos a las grandes declaraciones, las apariciones en medios de comunicación de los líderes reprochando a Merkel su comportamiento y después nos los mismos jefes de gobierno vuelven a sus países con el rabo entre las piernas, la credibilidad de la Unión ante sus ciudadanos se vendrá abajo, más aún de lo por los suelos que ya se encuentra. Sigue habiendo una oportunidad de disolver el IV Reich basta con reaccionar a tiempo.

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Mariano Rajoy, jugador de poker en partidas simultáneas

Cada gobernante tiene su método y cada presidente su peculiar carácter que marca sustancialmente la manera de encarar las decisiones. Los hay firmes y determinados, como los hay dubitativos y sinuosos. Ni los unos mi los otros tienen la fórmula del acierto en su poder, hierran o atinan por factores diversos que en nada tienen que ver con la forma con que actuan. Sin embargo, cierto es que en política la administración de los tiempos es fundamental en el ejercicio del arte de lo posible. Y a eso parece dedicarse con denuedo y no poco regusto el presidente del Gobierno Mariano Rajoy a quien Europa y los españoles tratan de comprender sin lograr descifrar una mueca de su insípido rostro. Mientras Bruselas aguarda su decisión sobre un hipotético rescate parcial o total de la economía española, en su suelo patrio se le suceden las citas electorales y las manifestaciones secesionistas. Pero él, hipertérrito, navega atado al palo mayor de sus recortes seguro como dice estar de que el único rumbo posible para salir de la crisis es la reducción rápida y severa del déficit público.

Desconozco las capacidades del jefe del Ejecutivo para jugar a los naipes y menos aún si se le dan mejor los juegos con baraja española o francesa, pero no me cabe duda que desde hace meses por mucho que pretenda aparentar que sabe lo que hace, preso del lío y la confusión al que le someten los mercados de la deuda, se nos a dado a la apuesta y al tapiz de la mesa de juego como única salida del laberinto del euro. Cada semana espera que la mano que reparte las cartas sea la buena y la jugada le sea favorable y si no hay suerte, al menos ser capaz de aguantar en la mesa otra partida, más. Y como todos los jugadores que acaban por ligar su suerte en la vida a unas figuras estampadas en un pedazo de papel, corremos el riesgo de que Rajoy pierda el sentido de la realidad y se nos vuelva ludópata. Síndrome este el de abstraerse de los problemas del gobernado tan común en los gobernantes como la edad de la política, solo que a unos les da por nombrar cónsules a sus caballos, otros por perseguir armas de destrucción masiva inexistentes y los menos por negar la realidad de una crisis económica de 5 millones de parados. Al nuestro de hoy, original él, le ha dado por fumar puros acompañado de tahúres.

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Siendo así la situación conviene analizar con detenimiento a qué tipo de juego se nos ha entragado el presidente para poder especular sobre la suerte que nos aguarda en España a la vuelta de la próxima mano. En este sentido yo no dudaría, que por la procedencia del resto de jugadores y de la propiedad del casino se trata de una partida de poker descubierto. Más quisiéramos que jugaran a nuestro patrio mus y que Rajoy pudiera tener a Merkel de compañera para jugarle de farol a la pareja Hollande – Monti. Amarraco a amarraco, órdago a órdago a chica y a grande, con esa capacidad de nuestro presidente para pasar señas a base de tics de ojos y boca, de treinta y una y medias de pitos, nos salíamos aplicando ese maravilloso paquete germánico de medidas de ajustes que nos va a dejar sin garbanzos para nuestra particular partidita de mus con los amigos jubilados en la tasca. Pero la banca que siempre gana y no hay más que ver la capacidad de endeudamiento que tenemos los españoles para pagar los platos rotos de bancos y cajas españoles en su particular despilfarro de inversiones en suelos, ha repartido cartas corazones, diamantes, tréboles y picas. Y aunque podrían pintar bastos dados los continuos recortes de servicios sociales, más bien anda el joker anda suelto por la mesa riéndose en nuestras narices. Todos los que sabemos un poco de los juegos de mesa entendemos la diferencia de jugarse una apuesta a la bilbaina de cena a lo grande que es propio del mus y lo que es poner en el tapete euros en función de la apuesta de los otros jugadores. Ese es el riesgo que por mano de Rajoy estamos corriendo todos, que nos echen de la partida y nos levanten de la mesa sin llegar a enseñar nuestras cartas, simplemente por no poder cubrir la apuesta.

Ha hecho Rajoy de la decisión del rescate su gran partida, se toma tiempo mientras mira una y otra vez sus cartas y trata de adivinar las de sus socios comunitarios. Los mercados lejos de incomodarse con la táctica del presidente, someten suavemente a una presión prolongada con la prima de riesgo  rondando los 450 puntos básicos. Hacen caja día a día con rentabilidades en tipos de interés del 7%. El resto de jugadores que no acaban de entender la postura del jefe del Ejecutivo español remueven incómodos sus posaderas en sus asientos a la espera de la jugada de Rajoy. Saben que la decisión es de él, pero que queda poco tiempo para que levante sus cartas y sepamos si va de farol con unas parejas o tiene un full de reyes. El problema es que la apuesta la cubrimos los españoles con unos Presupuestos Generales del Estado en los que el pago de la deuda se come la cuarta parte del gasto total y el Estado deberá más del 90% de lo que produce. Cada español debe 20.000 euros y no quedan recursos para fomentar la actividad económica y generar puestos de trabajo. Además, el cima social empieza a calentarse a medida que el otoño deshoja los árboles de madrileño parque del Retiro. Esta semana se salda con tres concentraciones de miles de personas ante el Congreso de los Diputados protestando contra las políticas de recortes y cientos de heridos y detenidos en los choques producidos entre manifestantes y una desproporcionada actuación policial.

La calle se levanta poco a poco porque entiende que la hoja de ruta del gobierno solo conduce a ir empobreciéndonos para pagar las deudas y le pide ya a gritos que se plante en la partida y pegue una patada al tapiz con la ayuda de sus colegas griego, portugués e italiano. Pero mientras estábamos en esas, el solar territorial también se ha exaltado sobremanera. Cataluña ahogada por la insuficiencia financiera y la mala gestión de sus gobiernos tripartitos, salió a la calle en la Diada de Catalunya en una multitudinaria demostración de fuerza y sentimiento independentistas. Cataluña un Estado en Europa, no era solo un lema para andar por las ramblas barcelonesas, era un estallido de autodeterminación y probablemente un punto de no retorno en las relaciones con Madrid. Ante estos hechos, Rajoy que los calificó de algarabías, se reunión en una partida de poker simultánea a la del rescate con el president Artur Mas. Dijo no al pacto fiscal y abocó a Cataluña a unas elecciones autonómicas el próximo 25 de noviembre. Al órdago de Mas, respondió viéndolo y le reto a verse a la vuelta de las urnas. Pueden pasar dos cosas: que Mas salga reforzado con una mayoría absoluta en cuyo caso el pacto fiscal se me antoja un premio menor de la lotería que no aceptará o Mas pierde apoyo popular y su proyecto de independencia encalla en vía muerta de la misma forma que lo hizo en Euskadi el plan Ibarretxe. Pero pase lo que pase en los comicios, algo es seguro, la mayoría de la ciudadanía catalana ha empezado a desengancharse de España, se siente agraviada e insultada y no comparte ya un proyecto común. La decisión de Rajoy de jugar al poker con Cataluña puede salirle tácticamente bien, pero nos costará a todos mucho, sobre todo, haber perdido la oportunidad de reformar el modelo de Estado para garantizar la convivencia entre todos. Con las cosas serias no se juega, que es una frase recurrente del presidente español que no se cansa de repetir y no cumplir.

Rajoy seguro de que nunca pasa nada, que la sangre nunca llega al río, está aplicando su técnica de guardar el equilibrio incluso cuando todo zozobra a su alrededor en la que hay que reconocer que es un consumado maestro. Acaba de ver como una de sus más fieles opositoras, Esperanza Aguirre ha tirado la toalla y se retira del ring. Cansar a sus adversarios es uno de sus principales atributos y fumarse un puro en la 6ª Avenida de Nueva York todo un gesto que habrá sacado de quicio a los mandatarios europeos que aguardan sus decisiones para definir el futuro del euro. Europa y España esperan sus palabras de distinta manera, pues, mientras en Bruselas puede que cuando les enseñe las cartas se hayan ido de la mesa y solo quieran hablar de cómo abandonamos el euro, en España la calle y las familias sufren la descomposición de un Estado que de social tiene cada vez menos y derecho nada. Con todos los respetos que se debe y merece a un político elegido democráticamente por más de 10 millones de personas, alguien debería apercibir al presidente de que se nos echa la hora encima y que nos estamos quedando sin dinero para cubrir apuestas.

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¿Y si nos plantamos?

Que la situación económica que vivimos está llegando a límites que afectan a la normal convivencia pacífica entre los ciudadanos parece obvio. Con más de cinco millones de personas en paro y más de un millón de familias con todos sus miembros sin trabajo, lo milagroso es que en España no ardan las calles. Esta crisis dura ya cuatros años, tres especialmente crudos, pero no es solo la duración lo que la hace insoportable, lo es sobre todo, la curva de caída, el tremendo vértigo del precipicio por el que nos estamos hundiendo. Estábamos acostumbrados a vivir de una determinada manera – por encima o no de nuestras posibilidades – y ahora casi sin solución de continuidad hemos perdido el suelo de ingresos. Ni siquiera se puede vivir de las rentas o de los ahorros, porque los activos de todo tipo de devalúan al no poder venderse y los depósitos pierden rentabilidad ante la situación de las entidades financieras y de los mercados bursátiles. Así las cosas, se está imponiendo la ética del “sálvese quien pueda”. En vez de recurrir a la herramienta de la solidaridad inteligente, la que prima la suma y la colaboración como mejor medio para crecer, estamos aplicando el egoísmo como fuente de desigualdades, sin tener en cuenta que la sociedad como la rueda se mueve por inercias colectivas. En nada ayudan a propiciar escenarios cooperativos las actitudes del gobierno que en vez de llamar a un esfuerzo común, con una meta y objetivo además de deseable alcanzable, lo único que reparte a golpe de sustos, son recortes y ajustes que empobrecen cada día nuestras esperanzas. Pero aún más inútiles resulta el espectáculo mediático que generan los que pretenden responder a sus políticas. El show indignado quedó reducido a vídeos en youtube y tuits en las redes sociales. Y el último fenómeno inventado, el asalto “express” a supermercados con aforado comunista como líder, tiene visos de acabar en un mal remedo de la serie Curro Jiménez – a cuyo actor Sancho Gracia, buen gallego de corazón, recuerdo en su fallecimiento -.

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Necesitamos respuestas, en la medida de lo posible si no milagrosas sí eficaces. Y es evidente que a grandes males, grandes remedios, pensar que de la grave situación que atravesamos se sale con medias verdades y medidas de medio pelo de lenta aplicación, es como pretender curar una neumonía a base de aspirinas. Por eso, ahora que la economía alemana da signos claros de parón y que quienes han impuesto el monólogo de los ajustes ven las orejas al lobo del estancamiento con inflación y peligran sus exportaciones, tal vez sea el momento de reflexionar sobre cuál seria el precio y las consecuencias de plantarnos anteMerkel y quienes nos imponen un camino ciego para salir de la crisis. En este mero ejercicio mental de plantear hipótesis por descabelladas que puedan parecer, podríamos plantearnos las siguientes cuestiones:

Suspender pagos: La presión a la que está siendo sometida la deuda española y la italiana ha llegado a tales niveles que ahogan la tesorería de las cuentas públicas. En los último dos meses ambos Estados han soportado primas de riesgo que nunca han bajado de los 400 puntos y en algunas ocasiones han rebasado los 650 puntos básicos, así como tipos de interés en el bono a diez años entre el 6,5% y el 7,5%. Sus capacidades para ser financiados en los mercados primarios se están agotando ante la mirada impasible de los responsables el Banco Central Europeo, con su presidente Mario Draghi y el gobernador del Bundesbank, Jens Weidman, a la cabeza. En esta circunstancia y teniendo en cuenta los cuantiosísimos vencimientos de deuda a los que tiene que hacer frente España en el último cuatrimestre, parece matemáticamente imposible no acudir a algún tipo de rescate e intervención europea para salvar los pagos ineludibles a los que un Estado con 10 millones de pensionistas y 5,6 millones de parados debe hacer frente. Ante tal sunami social al Gobierno le quedan solo dos caminos posibles salvo imponderable accidental: solicitar un rescate escalonado en función de las necesidades que vayan viniendo de tesorería y las durísimas condiciones de ajuste que acarrearán en su letra pequeña o plantarse y ante la imposibilidad de hacer frente a sus compromisos ponerse al frente de la manifestación de los indignados y suspender pagos poniendo al euro fecha de defunción.

Vivir para pagar intereses de la deuda.- De optar el Gobierno por el camino de la dócil sumisión al programa marcado por Bruselas, resulta fácil calcular que en un escenario de recesión como el que se atisba para el año 2013 y probablemente también para parte del 2014, a lo sumo se alcanzará a poder devolver los intereses de la deuda, sin ser capaces de pagar parte alguna del principal. Con un Estado cada vez más debilitado y sin capacidad alguna para invertir en políticas de fomento del empleo, en infraestructuras, en educación y en investigación, la realidad es que elegir este camino nos aboca al empobrecimiento paulatino y a enormes esfuerzos para pagar intereses a nuestros prestamistas. Ello en un país donde los jóvenes emigrarán en masa y quedarán como mucho 15 millones de población activa sobre un total de más de 46 millones de habitantes, hace inviable la recuperación en al menos una década.

Quita total ejemplos históricos.- Aunque pueda parecer que las quitas son un fenómeno relativamente nuevo, nada más lejos de la realidad. La primera quita de la que se tiene constancia fue realizada por Enrique III de Inglaterra en el año 1340, según los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, que en su obra “Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera” recogen un total de más de 260 casos de impago registrados para los que se dispone de información estadística e histórica. En1982 México declaró que sus reservas de divisas estaban agotadas. Tras esto, los prestamistas se negaron a renovar la financiación a este país y a otros en situación similar. Ese mismo año y en 1983 se produjo el impago de México y Brasil respectivamente. En 1998 Rusia declaró una moratoria unilateral en el pago de su deuda externa. El FMI no intervino. Probablemente, la quita argentina fue una de las más mediáticas, seguida en directo por televisión e internet durante el año 2001. Ahora es Grecia la protagonista del último episodio de una crónica anunciada, de la historia que se repite cuando se somete a un Estado a préstamos cuyos intereses y condiciones resultan para sus ciudadanos imposibles de cumplir. La contrapartida a la quita no es gratuita, todos los países que han pasado por estas crisis de insolvencia han devenido en la venta de sus principales activos públicos y privados a manos de capitales extranjeros.

Deuda alemana y tipos de interés de la deuda.- Alemania se ha ahorrado 60.000 millones de euros con la financiación de su deuda desde mediados de 2010, mientras que por el contrario, España ha visto duplicados los intereses de su deuda a diez años en el mercado secundario, pasando del 3,7% en 2010 al más del 7%. Mientras, los intereses germanos han llegado a reducirse a la mitad, marcando niveles inéditos en el 1,16%, el pasado mes de julio. Los 998.000 millones de deuda pública alemana a principios de 2010, le costaban 31.000 millones de euros en intereses. Pero los 1,3 billones de deuda externa pública de finales de 2011 solo le cuestan 25.000 millones de intereses anuales. Por el contrario, España, cuya deuda exterior gubernamental y del Banco de España ha pasado de 374.000 millones a 455.000 millones, tenía que recolectar casi 15.000 millones de euros para pagar intereses, y ahora necesita cerca de 26.000 millones para hacer frente a esos pagos de la deuda. Los intereses que tiene que pagar España por su deuda pública externa son los mismos que paga Alemania por una deuda tres veces mayor. Si el euro desapareciera, la paridad del marco se fijaría en función de ratios alemanes sobre el conjunto sin el beneficio que le presta actualmente la posición relativa en la eurozona, lo que con caso total seguridad elevaría los intereses de su deuda en al menos dos puntos, lo que desequilibraría sustancialmente sus presupuestos.

La rebelión sudista.- La suma de Italia y España, unidos a los ya rescatados Grecia y Portugal, suman más de 116 millones de habitantes, el PIB de Italia y España supera en 200.000 millones de euros al año y respresenta el 25% del de la eurozona. Tienen ambos capacidad de plantarse y poner al mundo en quiebra, de ahí la preocupación mostrada en los últimos meses por la Administración Obama y por los mandatarios chinos y rusos. Queda, por tanto, que Monti Rajoyevalúen los beneficios de uno u otro camino, elegir entre la sumisión o el plante y, muy probablemente, deberán escoger entre rebelarse ante las presiones externas y sofocar las revueltas internas que seguro acabarán produciéndose en sus Estados. El tiempo es inexorable y tras la tregua agosteña, el otoño amenaza con tempestades.

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Europa: ¿faltan líderes o ideas?

La actual crisis económica que vive la zona euro está poniendo de manifiesto la incapacidad de sus líderes para encontrar soluciones de consenso a los continuos retos que los mercados financieros les lanzan. A cada medida instrumentada en una cumbre especuladores, agencias de rating, indicadores de prima de riesgo e índices de bolsa anticipan el fracaso de las mismas. La sensación de ir por detrás de las decisiones de los inversores aniquila cualquier intento de reforma. El tiempo que imponen los mercados no se acompasa desde los despachos políticos y eso crea la sensación de falta de capacidad y descrédito a la clase política en conjunto. Unos ciudadanos confundidos y alarmados ante la magnitud del desastre que se les viene encima, han buscado culpables en sus representantes públicos. La principal crítica hacia ellos ha rebasado la barrera de su incapacidad para ubicarse en su falta de compromiso en el servicio público y sus débiles comportamientos éticos. ¡Todos son iguales!, es el mantra cívico que se ha instalado en la sociedad europea, incapaz de encontrar liderazgos capaces de poner en marcha una hoja de ruta para salir de la crisis. El deterioro de la política es creciente y los gobernantes duran menos que una bolsa de caramelos a la puerta de un colegio.

¿Qué sucede para que una generación de políticos se muestre inútil para plantear salidas? Podríamos quedarnos satisfechos con el ramplón razonamiento de su escaso nivel. Pensar que todos son presos de sus ínfimos niveles intelectuales es similar a asumir que en un mundo globalizado y en una sociedad del conocimiento, nos gobiernan los más tontos. ¡Ójala fuera tan sencillo! De ser así nos bastaría con buscar recambios más capacitados o aplicar tests de preparación a los futuros dirigentes. El origen del problema tiene más que ver con la propia complejidad del mundo que hemos construido gracias a esas cotas de desarrollo alcanzadas. Hemos roto el estatus quo mundial clásico, donde las posiciones de dominio marcaban el crecimiento y el reparto de riqueza, solo rotas por la fuerza de la violencia en guerras que establecían los cambios de hegemonía. La aparición del arma nuclear y su capacidad de destrucción masiva ha supuesto una herramienta disuasoria que obliga al hombre a la búsqueda de consensos para superar el riesgo del exterminio total. Pero ello no ha evitado el conflicto y la competencia por el uso y aprovechamiento de los recursos de la Tierra, vivimos una verdadera guerra económica que se libra a través de todopoderosos fondos y movimientos monetarios y de capitales que atacan posiciones en cualquier punto del planeta a toda velocidad. Ante este enemigo universal, sin rostro, ni identidad, pues, es más fruto del mundo que generamos que de voluntades particulares. Nadie tiene el control de la situación, como nadie tiene soluciones integrales.

La política se ha quedado obsoleta en sus métodos de toma de decisiones. De ahí que sus líderes no puedan dar respuesta a las situaciones. Los jugadores son múltiples y el tiempo ha desbordado los procedimientos. La democracia se basa en la negociación y en la libre voluntad que expresan los ciudadanos. Los parlamentos y sus debates se producen a contratiempo, cuando muchas de los planteamientos y discusiones han quedado desfasadas por los hechos. No aplicar tecnologías que favorecen la posibilidad de participación de los ciudadanos en tiempo real a la vida política, está resultando un suicidio general. De la misma forma que los gobiernos emplean sistemas de monitorización de situaciones en gestión de crisis, muy alejadas de las que emplean empresas privadas o particulares que gran capacidad inversora. Son pigmeos nadando en un oceáno de tiburones. La actual crisis de deuda pública está empobreciendo los poderes públicos, ya no solo en sus recursos propios, sino en la autoridad moral para ejercer el liderazgo que de ellas se requiere. Sería el momento de reivindicar la necesidad de aplicar las más modernas TIC’s – Tecnologías de la Información y la Comunicación – y de sistemas de prospectiva para que nuestros gobiernos tengan verdadera capacidad de anticiparse a los acontecimientos. Sin ese plus que impone el día a día, estamos pidiendo a nuestros líderes una visión imposible y nos vemos obligados a depender de personas que no son ni pitonisos, ni gurús.

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Estos déficits en las decisiones gubernamentales están generando desconfianza entre los socios europeos. Afloran estereotipos cuando no somos capaces de sumar voluntades: los vagos del sur malgastan los ahorros de los laboriosos del norte, de la misma forma que los bárvaros del norte nos imponen la pobreza a los sufridos ciudadanos del sur. En vez de encontrar modelos coperativos y esquemas de colaboración estables en las decisiones de la Unión Europea, se amplia la brecha del disenso y empezamos a oir hablar de la suma cero, de las distintas velocidades, de monedas únicas para ricos y para pobres… Los Estados, cuestionados por los mercados y por sus propios ciudadanos, se refugian en la defensa de sus fronteras como animales heridos que restañan sus llagas lanzando dentelladas a sus vecinos. Por contra, si aplicáramos el sentido común nos daríamos cuenta de que cuando más necesitamos Europa y su fortaleza es en estos días de naufragio, cambiando esquemas estatales pasadas de moda por modernas estructuras supranacionales que sirvan con más eficacia esa Europa de los pueblos que sigue representando el mejor tesoro de nuestra diversidad. Y esa labor de refundación no podemos radicarla exclusivamente en nuestro líderes, en un planteamiento casi decimonónico, es tarea de todos, es una obligación de cambio de mentalidad individual, que se genere de abajo arriba, de comunidad en comunidad.

Nos gobiernan los dinosauros de la política, partidos que funcionan casi como se fundaron, cuyas decisiones internas nada tienen que ver con los intereses de la sociedad, donde importa más la lucha por el poder entre correlegionarios que el planteamiento de propuestas políticas. Ni saben de planes de calidad en la gestión, ni de organización de equipos, ni de ofertas motivacionales, todo aquello que desde hace más de una década es de aplicación en el mundo empresarial es absolutamente ajeno a la vida partidaria. De esos partidos tienen que surgir nuestros líderes, que incluso cuando son brillantes, tienen que dedicar la mayoría de sus esfuerzos a deshacerse de sus numerosos enemigos internos. Una batalla del día a día que trabaja en contra de la capacidad creativa del liderazgo, es mejor no innovar y seguir el guión establecido para llegar al poder, esperando más los errores del enemigo que buscando los aciertos propios. Los Merkel,HollandeCameron Rajoy – Monti es un tecnócrata al que le han ahorrado el tránsito de la vida política – han tenido experiencias similares de mala praxis en la aplicación de su inteligencia política. Una inteligencia que no debería ser otra cosa que la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas, la que permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión. Inteligente es quien sabe escoger.

Pero si nuestros líderes no cuentan con la ayuda de sistemas modernos para la toma de decisiones y están lastrados por organizaciones partidarias del prejurásico político, más grave aún es la falta de ideas. Una idea es una imagen que existe o se halla en la mente. La capacidad humana de contemplar ideas está asociada a la capacidad de razonamiento, autorreflexión, la creatividad y la habilidad de adquirir y aplicar el intelecto. Las ideas dan lugar a los conceptos que son la base de cualquier tipo de conocimiento. La política europea no genera ideas, ni conceptos y, por tanto, adolece de conocimiento. Camina sin hoja de ruta por esa falta de ideas, vengan de sensibilidades de izquierdas, de derechas, ecologístas, nacionalistas o universalistas. El desierto de las ideas se ha extendido como la sequía deforesta, pretender que alguien lidere la salida de la crisis, que no es otra cosa que el planteamiento de un nuevo mundo, la generación de un modelo alternativo de sociedad a los esquemas actualmente quebrados, es ilusorio. Mientras no nos pongamos a diseñar ideas de regeneración del contrato social entre los europeos, nuestros gobernantes seguirán mareando la perdiz en decisiones tan grandilocuentes como ineficaces. Y mientras, el deterioro de las bases sociales del Estado del bienestar será creciente y nos costará décadas y millones de jóvenes sin futuro recuperar el espacio de libertades y derechos que con tanto sufrimiento y esfuerzo llegamos a construir. Por supuesto que necesitamos líderes, pero ante todo nos faltan ideas.

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El euro y Europa son ahora más fuertes… o ¿no?

Con una frase tan rotunda como vacua, terminó su rueda de prensa tras la cumbre europea de verano el presidente Mariano Rajoy: “el euro y Europa son ahora más fuertes”. Después de dos días de intenso trabajo, los jefes de Gobierno de la Unión salían desubicados – en palabras del presidente del Consejo Van Rompuy– sin tener muy claro si era de día o de noche. Y todo ello debido al plante por sorpresa de España e Italia al plan de crecimiento de no tratarse y aprobarse antes los nuevos mecanismos de financiación a la banca, en especial la española. Una jugada que en la reunión de la pasada semana en Roma entreMerkelHollandeMonti y Rajoy ninguno descubrió y que puso patas arriba el plenario del Consejo Europeo y del Eurogrupo. Parece que el presidente español a base de aplicar su galleguidad a la política europea, está logrando sumir a todos sus colegas en el marasmo del ni si, ni no, sino todo lo contrario cuando se refiere a la parte contratante de la primera parte que será considerada como la parte contratante de la primera parte. Al más puro estilo marxista – evidentemente no ideológica, sino la ironía de los hermanos – la UE lleva enzarzada dos meses con el rescate – norescate español, sin ser capaz de formular una propuesta concreta.

Es cierto que gracias al vértigo con que se han acostumbrado a acudir los dirigentes europeos a sus cumbres, todos se asoman al precipicio en la madrugada del jueves a viernes a cogidos de la mano se disponen a bailar el ritual de la yenka, un pasito para adelante y dos pasitos para atrás. Después, a la mañana siguiente todos se esfuerzan en realizar su particulares visiones de los acuerdos, dejando muy claro que ninguno de ellos han cedido nada y que salimos reforzados como europeos. Y para concluir la representación, el lunes los mercados se encargan de poner a cada uno en su sitio, que últimamente no es otro que en el de la falta de credibilidad institucional europea. Pero no es menos cierto que a base de miedo, diría pánico, la Unión sigue caminando o al menos no se rompe. Además en esta cumbre ha quedado de manifiesto que Europa ya no avanza al paso monocorde que marcaban Merkel y Sarkozy, algo ha empezado a cambiar en estas 48 horas y en la previa llevada a cabo en la Ciudad Eterna. Los nuevos equilibrios políticos empiezan a mostrar señales, Francia ha trabajado de “tapado” de las posiciones defendidas por España e Italia y a Alemania le quedan como fieles escuderos, su cinturón de hierro, formado por  HolandaEslovaquia,LuxemburgoFinlandiaAustriaEslovenia y Estonia. El Mediterráneo se ha alzado ante la política calvinista de austeridad y ajustes. Al menos ahora el debate está abierto.

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Alemania aceptó a regañadientes en la reunión de Roma la puesta en marcha de un plan de crecimiento para la UE basado en su Estrategia 2020 de Economía Inteligente. La recesión que se extiende por el continente – Francia se ha frenado ya en el último trimestre – ha obligado a Merkel a asumir que se destinen 120.000 millones de euros a proyectos de innovación, investigación e infraestructuras. Su contraataque en la Cumbre de Bruselas no se hizo esperar. Sabedora de que a fecha de hoy por la situación que aún atraviesa la economía alemana tiene una posición de predominio, quiso aprovechar la ventaja para proponer avances en la unión política, fiscal y bancaria. Más Europa, aunque eso sí, a la alemana. Algo que causa problemas al novel presidente francés, François Hollande, dado lo sensible que es la opinión pública francesa a ceder soberanía – recordemos el no francés en el referéndum de la Constitución Europea -. Así las cosas, Merkel ha logrado que antes de detallar de dónde saldrán los fondos y cómo se gestionarán, la Comisión proponga medidas para avanzar en la homogeneidad fiscal, es decir, presupuestaria nacional.

Una vez más, aquellas economías y con ellas sus ciudadanos que sufren la caída de demanda en forma de desempleo y pérdida de poder adquisitivo de las familias, tendrán que esperar al menos otros seis meses para que se pongan en marcha medidas de reactivación. Seguimos moviéndonos muy lento, mucho más que el entorno que nos rodea, como un paquidermo enfermo al que lo único que le queda es la memoria con su recuerdo de lo peligroso que puede llegar a ser una Europa desunida. La prioridad, por desgracia, seguirán siendo los ajustes presupuestarios, la refinanciación de la banca y, después, con suerte, hablaremos de crecimiento. No nos engañemos porque no caerá del cielo el maná ansiado de un plan marshall europeo sin que antes los posibles receptores estén en las condiciones que el donante pretende, es decir, suficientemente diezmadas sus arcas públicas y privadas como para prestar la ayuda en forma de compraventa.

Al menos esa sigue siendo la intención de una Merkel que llegó a afirmar desafiante en las vísperas de la cumbre que ella no vería en vida el nacimiento de los eurobonos. Por tanto, resulta difícil seguir creyendo al presidente Rajoy cuando se empeña en decirnos que el plan de saneamiento de la banca española no incluye “ninguna condicionalidad macroeconómica”. Algo que el presidente delBanco Central Europeo Mario Draghi contradecía casi en comparecencia contigua en hora y lugar al señalar que ”todas estas cosas, para ser creíbles, deberían ir acompañadas de una condicionalidad estricta. Esto es esencial, en caso contrario no serán creíbles”. O en palabras aún más claras las pronunciadas por Van Rompuy, “nada es gratis”. Lo cuenten como lo cuentes, pues, la realidad es tozuda y Rajoy, de todas formas sale aparentemente vencedor de este round europeo y que vive al día, se enfrenta ahora a la necesidad de seguir tomando medidas que desde la Comisión, el BCE y el FMI le piden ya a gritos.

La subida del IVA de productos y servicios básicos – que podría pasar del 4% o el 8% hasta el 18% -; el copago del medicamento sacando mas 450 fármacos del catálogo de cobertura de la Seguridad Social; las subidas de la luz y del gas que ya conocemos, son solo el inicio de un nuevo rosario de recortes de los que difícilmente podrán librarse los sueldos de los funcionarios y los contratos de interinos de la Administración y la edad de jubilación o el pago a los pensionistas. En este particular via crucis que venimos sufriendo los ciudadanos y en la senda regresiva de caída en nuestras rentas y en nuestros derechos, nos quedan aún muchos pasos atrás. Si ya nos movemos en términos relativos en situaciones como las vividas a principios de los 90, todo hace pensar que llegaremos a parecernos a la España de inicios de los 80, pero nada nos asegura que no tengamos que vivir como en los años 50 y nos tengamos que conformar con el biscúter porque no podamos comprar un 600.

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La nueva sinfonía europea: crecer sí, pero ¿cómo?

La cumbre celebrada en Roma entre los mandatarios de las cuatro principales economías del euro – AlemaniaFranciaItalia y España – parece alumbrar un nuevo modelo de actuaciones para afrontar la crisis económica que asola la Unión Europea desde hace tres años. MerkelHollandeMonti y Rajoy han acordado poner en marcha un plan de crecimiento cifrado en nada menos que 130.000 millones de euros, el 1 por ciento del PIB de la UE y una cantidad similar a la aportación anual de los socios de la Unión a los presupuesto comunitarios. La música suena bien y podría calificarse como la primera decisión sensata que nuestros dirigentes toman desde que se iniciara esta pesadilla plagada de malas noticias. Por fin se pone en marcha el new deal europeo que debe ser capaz de hacer sostenible el Estado del bienestar, que nos ha concedido a los europeos el mayor periodo de paz y prosperidad de los últimos siglos, gracias a la alternancia de medidas de austeridad y politicas de crecimiento. En el fondo, algo de tanto sentido común como gastar en lo prioritario y fomentar aquello que nos hace progresar.

La novedad del enfoque tiene no solo transcendencia de fondo, sino también en su esencia formal. Estos últimos años hemos asistido en la UE a un gobierno en la sombra entorno al eje franco-alemán, donde las directrices de la canciller alemana eran sumisamente aceptadas por el presidente francés – una dependencia que le costó la derrota electoral a Sarkozy -. La escenografía ha cambiado con la llegada del socialista François Hollande al Palacio del Elíseo y fruto también, hay que reconocerlo de los buenos oficios del primer ministro italiano, Mario Monti – algo que hubiera sido inviable de la mano del escandaloso Silvio Berlusconi -. En la foto se ha colado de rondón y en el último minuto del presidente español Mariano Rajoy, seguramente para dar un espaldarazo de confianza a la maltrecha economía española, al borde oficial de la intervención y del rescate financiero. Y también su presencia se deba quizás a que el cuadrilatero aunque no sea en absoluto rectangular, representa una forma geométrica de gobernanza mucho más equilibrada que un triángulo isósceles donde Italia jugaría el papel de criada pobre de las dos potencias europeas ahora enfrentadas en una velada discusión sobre su idea de cómo encarar el futuro de la UE. La foto evidentemente tiene valor, valor de marca y valor a futuro.

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Sin embargo, hechos los merecidos halagos al golpe de timón en la política del euro, que debemos fundamentalmente a Hollande, al programa de los socialistas galos y a los ciudadanos franceses que le han dado su confianza, queda la tarea fundamental por hacer: ponerle letra a la música, pasar de la sintonía de fondo, a la armonía de una composición que debe ser sinfónica, pues, debe acompasar tiempo e instrumentos para sacarnos de la recesión que nos invade y amenaza. Hemos cambiado el monótono y arcaico compas del dos por dos impuesto por Merkel, al compas de compasillo, el cuatro por cuatro, auspiciado por Hollande, con mejor ritmo pues engloba a mas del 70 por ciento del PIB y de la población de la zona euro. Toca ahora componer, llenar ese pentagrama en blanco que espera a conocer las notas, los tonos y los silencios que nuestra economía requiere. Sabemos la cuantía pero no sabemos la forma en que cada Estado lo desembolsará, ni el organismo encargado de gestionarlos.

Nos queda también saber qué instrumentos serán los encargados de interpretar la nueva melodía. En otras palabras, debemos decidir en qué invertir, cuáles creemos que son los pilares sobre los que destinar fondos que generen la creación de empleo y con ello de riqueza en el continente. La Comisión Europea y posteriormente el Parlamento y el Consejo, ya marcaron las líneas fuerza en la llamada Estrategia 2020 de la UE –  “para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador” – y ahora toca acelerar los plazos. Son la educación, la innovación, la investigación y las infraestructuras, los ejes motores del desarrollo, siempre desde el absoluto respeto a la sostenibilidad medioambiental. Yo solo hecho en falta un nuevo sector adicional, el de los servicios sociales. Si no somos conscientes de nuestra realidad demográfica presente y futura, de una población que envejece en progresión geométrica, todas nuestras previsiones económicas resultarán inválidas. Tenemos que ser capaces de construir un sector económico viable en torno a la actividad asistencial a nuestros mayores, discapacitados, enfermos crónicos y todo ciudadano en especial situación de necesidad y desprotección.

En todo caso, que nadie piense que solo inyectando fondos resolveremos nuestros problemas. Será necesaria una política fiscal armonizada, que apueste por la economía productiva y no especulativa, que incluya, por supuesto, la ansiada tasa sobre transacciones financieras y un sistema de gobernanza económica y, por lo tanto, también política más automático, con más capacidad para preveer situaciones y plantear medidas. Europa tiene que ser más ágil en sus decisiones y para ello tiene que ser más homogénea, algo que lejos de estar reñido con la diversidad que nos enriquece, debe servir para evitar desigualdades injustas en nuestro espacio común. No podemos seguir haciéndonos competencia desleal con tipos y figuras impositivas divergentes. Estamos obligados a consensuar un modelo fiscal europeo, donde impuestos directos, indirectos y tasas sobre el consumo o el uso se muevan en bases similares, con la solidaridad como valor principal inspirador.

Pero sea como sea, no cabe duda que esta oportunidad que se nos presenta a raíz del anuncio de los líderes de los principales Estados europeos realizado en la ciudad eterna, solo llegará a buen puerto si es una tarea colectiva. Resetear Europa, cuyo software se ha quedado colgado, requiere de la participación de todos. No podemos depositar la responsabilidad de reiniciar el proyecto europeo en cuatro mandatarios, más o menos legitimados por sus ciudadanos. Esta es tarea de la Europa de los pueblos y de la Europa de los ciudadanos. Si no se profundiza en un nuevo modelo de relación de la política con la ciudadanía, si no se hace partícipe a las personas del proceso de cambio que debemos producir, volveremos a fracasar. Más democracia y más participación son elementos imprescindibles para el éxito. Las próximas elecciones europeas de junio de 2013, dentro de menos de un año, elegiremos una cámara de representación que nombrará directamente al presidente de la Comisión Europea, un hecho que desconoce, según encuestas de la propia institución, más del 97% de los ciudadanos de la Unión. No desaprovechemos la posibilidad de implicarnos políticamente en el momento clave de la construcción europea, esta crisis nos ha puesto a todos en el disparadero del precipicio hacia el futuro. El salto al vacío requiere un cambio de mentalidad ciudadana, que empieza en el individuo como parte de una comunidad.

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El rapto de Europa

Cuenta la leyenda mitológica griega que Zeus, en su faceta de incansable conquistador de diosas, ninfas y mortales, puso sus ojos en la bella princesa fenicia Europa. Con el fin de seducirla se transformó en un toro blanco y se mezcló con las manadas del padre de Europa, el rey Agenor. Mientras Europa y su séquito recogían flores cerca de la playa, ella quedó prendada del toro, acarició sus costados y, viendo que era manso, terminó por subir a su lomo. Zeus aprovechó esa oportunidad y corrió al mar, nadando con ella a su espalda hasta la isla de Creta. Entonces reveló su auténtica identidad y Europa se convirtió en la primera reina de Creta. El padre de Europa, corrió desconsolado el resto de su vida por todos los caminos que sus fuerzas pudieron recorrer al grito de ¡Europa!, ¡Europa!, nombre que quedó grabado en la memoria de los habitantes de los lugares por los que pasó y que, por ello, acabó dando nombre al continente. Zeus le dio tres regalos a Europa: Talos, un autómata de bronce; Laelaps, un perro que nunca soltaba a su presa; y una jabalina que nunca erraba. Hoy ha querido la historia que la leyenda ilustre la paradoja que vive nuestra Unión Europea sin cambiar de escenario, en las tierras helénicas bañadas como en los tiempos del mito por las aguas del Mediterráneo. En Grecia, de nuevo, se representa las escenas más épicas de la ya vieja Europa.

Sabido es que los griegos clásicos construyeron su universo mitológico para explicarse el cosmos y su existencia humana plagado de dioses que lejos de ser justos, adolecían de las mismas debilidades que el hombre pero dotados de poderes superlativos. Caprichosos y egoístas, ponían en riesgo el equilibrio de las cosas y no dudaban en emplear la fuerza y el engaño en sus múltiples enfrentamientos, incluso, entre dioses padres e hijos. Supongo que a todos nos suena esta situación y que cualquiera podría imaginar en las reuniones del Consejo Europeo a nuestros 27 jefes de gobierno en el Olimpo de Bruselas, discutiendo ajenos a la realidad mientras, ajenos a los comunes mortales, ciudadanos que asistimos atónitos a las consecuencias de una crisis que destruye el empleo y socava día a día los cimientos del Estado del bienestar. Encerrados en sus moradas de cristal, los políticos europeos parecen no querer enterarse de que su mundo se derrumba porque el nuestro ya se ha venido abajo. Pelean por la supremacía olímpica y por enviar al inframundo a esos dioses variables que no han cumplido las reglas del juego. MerkelSarkozy antes y ahora cumplirá el mismo roll Hollande, han enviado al invierno que supone la intervención económica a PapandreuBerlusconiCowenSócrates y Zapatero. Sus sucesores, PapademosMontiKennyPassos Coelho y Rajoy, se dedican a administrar bajo mandato de los dioses olímpicos, la penuria y la miseria de unas políticas de ajustes que han demostrado que solo sirven para condenarnos a todos a la recesión.

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Nuestro mundo, aquel que construimos con el esfuerzo de la solidaridad y la ilusión del sueño europeo común, de tanto precipitarse hacia el abismo en los últimos tres años, se viene abajo por la fuerza de la gravedad, por esa insoportable levedad del ser que se pliega a la incercia de los acontecimientos. Todos sabemos que el desastre es inminente, incluso hablamos sin rubor de sus consecuencias, pero nadie es capaz de hacer nada. Miramos al Olimpo buscando una señal que nos dé confianza, que nos marque el camino hacia esa nueva tierra prometida europeista, pero solo nos llegan los ecos de sus broncas, los rumores de desunión, los reproches mutuos y el ruido ensordecedor de sus escándalos de corrupción. Pero mientras, la gente sufre, padece el dolor de un empobrecimiento que está abriendo una brecha social profunda entre ricos y pobres. Mientras, la sanidad pública se desmantela y sus profesionales trabajan al límite malpagados. Nuestros hijos cada vez se educan peor porque no hay recursos para tener los mejores profesores. No investigamos, ni innovamos porque no tenemos ni ideas para enfocar hacia dónde mirar, ni fondos para destinarlos. Mientras nuestros mayores han pasado de ser atendidos a tener que atender a sus hijos en paro y a sus nietos sin hogar. Estamos asistiendo al desahucio social, a la expulsión a la marginalidad de una buena parte de nuestra sociedad. Y nadie hace nada…

Asistimos a una de las transformaciones del mundo más vertiginosas de la historia. Pero deberíamos tirar de Einstein y relativizar la situación, al fin y al cabo, solo estamos ante una minúscula partícula del tiempo en evolución, por mucho que para nosotros sea la única transcendental porque es la que nos ha tocado vivir. Huir del drama y la tragedia como forma de representación de lo que está sucediendo es la primera de la tareas a las que deberíamos enfrentarnos. El cambio es consustancial a la esencia terrenal y humana, algo que sin embargo sigue provocándonos temor y parálisis. Tenemos una Unión Europea de solo 50 años de vida y una moneda única de poco más de diez. Es lógico que como el adolescente al que le duelen los huesos, le sale acné y sus hormonas se revolucionan, nuestro proyecto en común en crecimiento muestre síntomas de juventud. Pero si seguimos teniendo la firme determinación de seguir creciendo, de seguir apostando por un espacio en libertad, de profundizar en la democracia y la transparencia de nuestras actuaciones, de redimensionar nuestro edificio de derechos y coberturas sociales, acabaremos madurando y demostrando al mundo que ese joven que tantos desvelos supuso un día para todos, es de nuevo el referente universal de civilización.

No tiene sentido que la Unión Europea que sigue suponiendo la organización supranacional con más calidad de vida del planeta vea cuestionado su futuro por los mercados. Algo falla de base en el planteamiento: si nuestra deuda es la más cara por las incertidumbres que provocamos, ¿qué será entonces del futuro del resto de mundo que necesita de nosotros comercialmente para seguir viviendo? ¿Pueden los mercados afirmar que el futuro de economías tan dependientes como la china, la hindú, la brasileña o la turca por poner algunos ejemplos de Estados emergentes es más predecible? Y que decir del resto del mundo aún atrapado por la hambruna y las desigualdades, África entera y gran parte de Asia o América Latina, ¿son poblaciones cuyo futuro pinta mejor a corto o medio plazo que el nuestro? Situar a Europa como el paradigma del problema mundial es tan ridículo como racionalmente insostenible. Otra cosa, bien distinta, es que se apele a nuestra responsabilidad de ricos egocéntricos para que no nos convirtamos una vez más en escenario de conflicto y seamos capaces de liderar las ideas de futuro de la humanidad. Todos necesitamos más Europa, no sólo los europeos, el resto del mundo también nos necesita. Hemos sido a la vez los pueblos más guerreros y que más sacrificios en vidas han supuesto a la humanidad en su historia y de la misma forma el continente que más ideas a aportado al ser humano. La Unión solo tiene un sentido: apostar por el lenguaje de la palabra y abandonar la semántica de las armas, algo que solo será sostenible si nuestros políticos son capaces de hacer política con mayúsculas para el ciudadano, para resolver sus problemas.

Europa como su dioses del Olimpo se enfrenta a una guerra de Titanes, la guerra contra la especulación, la avaricia, la ilegalidad, el fraude, esos dioses que gobiernan los mercados a su antojo, sin que el poder de representación pública de gobiernos e instituciones haya sido capaz de hacerles frente hasta ahora. Tenemos armas, las del derecho, las de la democracia, la de nuestros ciudadanos libres decididos a no dejarse amedrentar por las agencias de rating o las primas de riesgo. Somos más y más fuertes en razón y convicción, solo tenemos que creérnoslo. Sólo necesitamos que Zeus, sea Merkel o quien sea capaz de liderar esta contienda política, reúna a sus hermanos dioses en el próximo Consejo Europeo del 28 de junio y tomen medidas que destierren al Tártaro, el peor lugar del inframundo a los Titanes que pretenden acabar con nuestra civilización forjada a través de siglos de conquistas sociales. Salvar el euro en sus integridad, salvar a los griegos de su particular tragedia y abrir la senda del crecimiento económico son las primeras batallas de las que deben salir victoriosa y para eso Europa sigue contando con su autómata de bronce, su perro que no suelta a su presa y la jabalina que nunca yerra.

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