Unión Europea, bienvenida Croacia, ya somos 28

El próximo 1 de julio de 2013 quedará registrado en los anales de la historia de la construcción europea como el día de una nueva incorporación, el de una nueva ampliación del espacio europeo en virtud de la integración definitiva de pleno derecho de Croacia en la Unión Europea. Esta misma semana el comisario croata, Neven Mimica se examina ante los eurodiputados. Los hasta ahora 27, acogemos un nuevo Estado de trayectoria como tal reciente, emanado del tremendo y cruento conflicto de los Balcanes, la última tragedia bélica protagonizada en el continente. Es el segundo de los Estados de la extinta Yugoslavia  –  tras la incorporación de Eslovenia en 2004 – que es admitido en el selecto club de los derechos humanos y la protección social que representa hoy por hoy la Unión. Tras Croacia, a la cola y a la espera del cumplimiento de los requisitos impuestos por Bruselas, aguardan MacedoniaMontenegro y, especialmente, Serbia, la principal potencia balcánica. Europa, pues, se abre a una nueva realidad de población y de cultura, en medio de una crisis económica e institucional, lo que para muchos no aportará más que complicaciones añadidas y, para otros, entre los que me encuentro, supondrá un enriquecimiento en diversidad y oportunidades.

Croacia compone una realidad de 4.290.000 habitantes, en 56.500 kilómetros cuadrados, con una renta per cápita de 69.000 dólares – la 72 del ranking mundial y una edad media de su población de 41,4 años. Es un país prácticamente en la media  Europea y, en comparación con las últimas admisiones tanto de los Estados Bálticos como de Rumanía y Bulgaria, incorpora una sociedad más desarrollada. Croacia posee una economía postcomunista basada principalmente en varios servicios y algunas industrias ligeras, como industria química. Asimismo, gozan de fama mundial sus grandes astilleros de barcos comerciales que son adquiridos por un gran número de países. El turismo es una importante fuente de ingresos. El ingreso de turistas anuales supera con creces a la población croata. Es una economía que se encuentra muy cerca del pleno desarrollo según el Foro Económico Mundial. Junto con la República de Eslovenia, eran y siguen siendo las naciones más industrializadas y avanzadas de la ex República Federal de Yugoslavia. Los principales socios comerciales de Croacia son Italia y Alemania, con los cuales realiza intercambios comerciales que suman más del 20% de su PIB. Croacia comenzó a recibir ayudas de los fondos PHG de pre-adhesión a la UE en 2003 y al cierre de este año sumaban 420 millones de euros. Estas ayudas se han destinado principalmente a reforzar las políticas de modernización del gobierno, como puede ser la reestructuración industrial, mecanización agrícola y política financiera. El PIB de Croacia se estima que crezca en un 4,4% en 2006, dos puntos sobre la media de crecimiento de la UE; pero deben citarse los problemas constantes en la política interna de gobierno, que no ha sido capaz de solucionar el gran problema de la excesiva fuga de talentos; que emigra a países como Alemania y Canadá ante la falta de oportunidades, y que en las regiones costeras de Iliria y Dalmacia, en donde su mano de obra sólo labora durante las vacaciones de verano europeas, que son de cinco meses al año ven cómo sus dividendo decaen rápidamente por falta de estímulos importantes al sector turístico, y esta región en especial se ha visto fuertemente golpeada por las sucesivas crisis financieras a nivel global; con un desempleo oficialmente situado en un 12%, y en donde las cifras extraoficiales hablan de hasta un 30%, situación que tiene al borde de la desesperación a toda la industria turística en la región; ya que ante la caída de los ingresos de países vecinos como Eslovenia y Serbia se reducen los turistas, más aún de la nueva competencia de otros países como Montenegro y República de Macedonia, con gran potencial en la industria turística de los Balcanes.

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Sin embargo, conviene recordar en este momento histórico los dramáticos antecedentes vividos en la región, la fragmentación fruto del conflicto en la misma y las consecuencias geopolíticas y económicas que la guerra ha tenido. Pese a que la Unión Europea mantuvo una teórica neutralidad en el conflicto e incluso una insultante pasividad ante los horribles crímenes padecidos por la población de estos países, es evidente que Alemania jugó un papel primordial al ponerse claramente del lado de Croacia y frente a Serbia, aliado tradicional de Moscú. De ahí que si bien es cierto que a la vista de los acontecimientos actuales, Croacia es la gran beneficiada de la descomposición del régimen yugoslavo, la UE debería agilizar la incorporación del resto de Estados cuyos esfuerzos sean inequívocos por cumplir las condiciones políticas y económicas de acceso. Es especialmente relevante el caso de Serbia, un Estado con 7,3 millones de habitantes, una verdadera potencia media en el contexto continental, que negocia en estos momentos los plazos de su incorporación.

El debate sobre las ampliaciones es tan viejo como el camino de la construcción europea. Siempre se ha cuestionado por algunos socios fundadores y por los puristas institucionales el ingreso de nuevos Estados. El principal argumento se basa en la ingobernabilidad de una Europa extendida y la falta de preparación de los recién llegados. Cuando la península ibérica, España y Portugal, con Grecia lo hicieron el año 1986 se criticó que nuestra llegada cambiada sustancialmente la homogeneidad de la Comunidad Económica Europea, por tratarse de Estados sureños y con escasa cultura del rigor presupuestario. Por eso los mismos agoreros de entonces son los más firmes partidarios de aplicar el austericidio a los “vagos del sur”, a aquellos, en definitiva, que nunca debieron haber entrado en el selecto club de los ricos europeos. Después abogaron por la Europa de las dos velocidades en las ampliaciones de los años 90 surgidas al amparo de la caída del Muro de Berlín y auspiciadas por Alemania como cinturón de su espacio de producción y comercial.

Pero la verdad es que el mejor espacio europeo es el que ensancha sus fronteras a todos los europeos, sean del norte o del sur, más blancos o más morenos, ricos o pobres. Esa Europa que a la vez es tierra de acogida para los inmigrantes necesitados de esperanza en el futuro y de asilo político a cualquier persona que se siente perseguida en el mundo por razón de su raza, su religión o sus ideas. La misma Europa que es capaz de realizar un verdadero diálogo multilateral con el resto del mundo para universalizar los derechos y libertades que consagran nuestras instituciones democráticas. Frente a una concepción de Europa reduccionista, cicatera en su visión global y ensimismada en su moneda, su inflación, sus tasas de desempleo y PIB, que nos tiene anclados en un debate estéril de subvenciones a la mantequilla invendible y que protege privilegios improductivos, debemos preconizar la fundacional idea de los padres de Europa basada en los valores que durante siglos han hecho de nuestro continente el referente filosófico del ser humano. La Europa cerrada nos generó guerras y devastación, la apertura de miras en un espacio común nos ha reportado el mayor período europeo de convivencia próspera y pacífica. Por eso no nos queda más que alegrarnos de la nueva incorporación y dar la bienvenida a Croacia a la Unión Europea.

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Crónica del IV Reich: la democracia derrota a Merkel en las urnas de Italia

La democracia, esa tozuda herramienta de libertad que nos donaron los griegos clásicos, impone tarde o temprano su ley cuando se permite hablar a los ciudadanos. Y como siempre conduce los caminos de los pueblos hacia destinos inéditos porque la voluntad de las gentes no suele ser diseñable y programable. Cuando el Presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, encomendó a Mario Monti la formación de un gobierno el 13 de diciembre de 2011, tras la dimisión de Silvio Berlusconi, se abría un periodo de gobierno tecnócrata impuesto desde Bruselas vía Berlín, que instauraba una fórmula política de baja calidad democrática. Tras un año de ajustes y recortes presupuestarios calificados de programa reformista, siguiendo al dictado las políticas de austeridad que la canciller Merkel impone a Europa, los italianos han sido llamados a las urnas para decidir su futuro. El resultado ha sido calificado de ingobernable por las mismas autoridades de la ortodoxia económica que impusieron la solución Monti y que claman por ampliar la excepcionalidad para que nada ponga en riesgo sus planes de control del déficit. El dictado expresado en forma de voto por los italianos es el fruto de ese esperpéntico experimento de 12 meses de ejecutivo gris ajeno a la realidad de la calle. El nuevo mapa político de Italia rezuma la rabia de unos ciudadanos confundidos y atónitos ante el desmantelamientos de muchos de sus derechos, sin que tales medidas se hayan producido de la mano de un gobierno elegido por ellos. Se han revelado contra la política o mejor dicho, contra los que no permiten que se haga POLÍTICA.

Probablemente lo más ridículo de esta trama es el hecho de que el primer ministro en funciones asumiera el reto de presentarse a las elecciones tal vez pensando que los italianos valorarían su espíritu de servicio público y seriedad en la gestión y que ha cosechado un triste 10% de los votos que a punto ha estado de colocar a los democristianos como fuerza extraparlamentaria. Monti se ha encontrado con la horma de su zapato. Como es lógico, un pueblo sumido en la crisis económica, vapuleado por la pérdida de renta per cápita y con el encarecimiento feroz de la deuda, no ha sido capaz de entender este camino a ninguna parte, por mucho que el rictus del mandatario pío, sea adusto y compuesto. Su discurso tenía demasiado tufo a sumisión a las órdenes de Ángela Merkel como para ser creíbles. Su juego oportunista de enfrentamiento alcabaliere demasiado obvio para tener tirón, sobre todo, cuando de por medio había auténticos actores profesionales de la comedia, como el propio Berlusconi y su corte de bellinas o el mensaje populista y facilón de Beppe Grillo. Competía con monstruos de la escena y encima el guión era una adaptación de las obras wagnerianas que nos interpreta la jefa de gobierno alemana con su coro de Walkirias.

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Monti es sin duda el gran derrotado, pero por supuesto, no el único. El pírrico ganador de los comicios, el socialdemócrata Pier Luigi Bersani no ha sido capaz de armar una alternativa sólida frente a opciones aparentemente tan endebles como un Berlusconi en las últimas y un movimiento improvisado. Este filósofo de la Universidad de Bolonia, que realizó su tesis doctoral sobre la historia del cristianismo, centrado en la figura del Papa Gregorio el Grande, huele a lejanía y desprende un aroma de élite envarada que no conecta con las preocupaciones mundanas del pópolo. Es evidente que Italia es demasiado compleja y críptica como para permitir que la composición de la Cámara y del Senado se simplifique en algo que se aproxime al bipartidismo. La República nacida de la caída del fascismo y de la posguerra mundial ha vivido instalada en la plácidez endémica de las crisis políticas y las mociones de censura. Gobernar en Italia es más arte que otra cosa y, por ello, se precisa la magia de un artista como en su día le pareció a los italianos ser Berlusconi y que nunca les inspirará Bersani. La izquierda enrolada en el Partido Democrático tiene la difícil de tratar de gobernar en solitario, pues, la coalición con Monti no suma suficiente y el endemoniado ofrecimiento de Berlusconi de gobierno de concentración nacional solo les llevaría al descrédito entre sus votantes.

Lo de Berlusconi también es una derrota si lo medimos en términos del personaje que lo ha sido todo en Italia, que sigue dominando los medios de comunicación, pero que se arrastra patético buscando sorpazo y se queda a las puertas. Su final es tragicómico como lo ha sido su vida política. Pero como siempre algo gana en este postrero acto de su particular obra teatral. Sigue jugando al escondite con la Justicia evitando una sentencia condenatorio en el rosario de procesos que tiene en curso y por los cuales en cualquier país democrático nórdico estaría ya entre rejas. ¿De él qué podemos esperar en las negociaciones para la formación de Gobierno? Declaraciones grandilocuentes de su amor a la patria, mientras por debajo de la mesa sus hábiles correlegionarios tratan de mantenerle el estatus de inmunidad. Tiene secuestrada a la derecha italiana y mientras maneje cámaras, periódicos y columnistas, su necesaria sucesión al frente del Pueblo de la Libertad o como quieran llamar al enésimo proyecto derechista es inviable. Su discurso antieuropeísta, dando la espalda a esa Europa que le forzó a abandonar el gobierno que legítimamente alcanzó en la urnas ha calado en una población que solo percibe noticias negativas de las decisiones de Bruselas, pero no ha sido suficiente para dale de nuevo la opción de ponerse al frente de Italia.

El que no hay duda es el gran ganador de estas elecciones es Beppe Grillo y suMovimiento 5 Estrellas. Cómico que trabaja en el cine, la televisión y el teatro, es también blogger y su blog cuenta con el mayor número de visitas entre los blog de lengua italiana, siendo una de las páginas web italianas más visitadas con más de 160.000 accesos diarios. Sus muy documentadas críticas a la corrupción de la clase política italiana le han valido una gran popularidad y el temor generalizado de ésta, tanto de la derecha como de la izquierda del espectro político, por su demoledor efecto mediático, lo que le valió ser censurado y silenciado en todas las televisiones italianas. Sin embargo, su relato de los hechos ha llevado a Grillo incluso a hablar en el Parlamento Europeo, sin ser miembro del mismo. El 14 de junio de 2007 Beppe Grillo lanzó la idea del V-Day o Vaffanculo Day, una jornada de movilización pública para la recogida de las firmas necesarias para presentar una ley de iniciativa popular para introducir las preferencias en la actual ley electoral e impedir la oportunidad de presentar candidaturas al Parlamento a los destinatarios de condenas penales o a aquellos que ya han completado dos mandatos. Su capacidad de aportar innovación en la política es indudable. El V-Day, que continuó la iniciativa promovida por Beppe Grillo Parlamento Pulito(Parlamento limpio) desde 2006, se llevó a cabo en muchas ciudades italianas el siguiente 8 de septiembre, la fecha elegida para evocar el estado de confusión que vive el estado, como en la misma fecha de 1943, cuando tuvo lugar la Proclamación de Badoglio. Se reunieron 336.000 firmas, muy por encima de las 50.000 necesarias para la presentación de la ley de iniciativa popular. Para la ocasión, Michele Serra acuñó el término «grillismo». Tras el éxito obtenido, el 25 de abril de 2008 se organizó la V2-Day, un segundo día de movilización encaminado a la recogida de firmas para tres referendos. El 29 y 30 de septiembre de 2007 en Lucca varios miembros del meetup Amigos de Beppe Grillo y de listas cívicas locales, impulsados por un debate abierto en la red y en la estela de la anterior reunión de Perugia, definieron las líneas políticas para la constitución de listas cívicas. El 10 de octubre, Grillo dio indicaciones sobre cómo crear las listas cívicas.

El MoVimiento 5 Estrellas (MoVimento 5 Stelle, M5S en italiano) es un partido político italiano que se autodefine como una «libre asociación de ciudadanos». Tiene su origen en el Movimiento de Liberación Nacional (Movimento di Liberazione Nazionale). El M5S se da a conocer como un partido populista, ecologista, anti-euro y parcialmente euroescéptico, al menos de los planteamientos que dirigen hoy la UE. Aboga por la democracia directa, el libre acceso a Internet y condena abiertamente la corrupción. Las cinco estrellas del nombre designan las políticas fundamentales del partido: agua pública, transporte, desarrollo, conectividad y medio ambiente. Su irrupción en elecciones generales ha supuesto la ruptura del mapa de la política tradicional italiana y se ha convertido en el eje sobre el que seguro girará el futuro de Italia. Supongo que Grillo es el personaje que encarna todo lo que más puede incomodar a la gran derrotada de los comicios: la canciller Merkel. En el fondo el cómico con su sátira mordaz de la situación ha puesto de manifiesto lo injusto de unas políticas que solo benefician a unos pocos bien por ser ricos o por ser de países ricos y que está destruyendo el tejido social europeo. No es un héroe, no es un ejemplo para sentar a la mesa del domingo con la familia y los niños, pero es el personaje de esperpento que probablemente necesitemos en Europa para darnos cuenta del desastre al que estamos encaminando un proyecto tan bello como el de la construcción europea. Grillo gana, Merkel pierde, tal vez estemos ante la primera gran batalla perdida por el IV Reich.

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Nos azotan vientos de neopopulismo europeo: navegando entre ultras y piratas

Sabida es la afición twittera del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para comunicar su agenda de trabajo, pero resulta novedoso que emplee la red social para lanzar mensajes con sus preocupaciones políticas más íntimas. “Desgraciadamente, vientos de populismo amenazan a uno de los grandes logros de la integración europea: la libre circulación de las personas en el seno de la UE”, deploró el mandatario europeo. Van Rompuy expresó esta preocupación durante una visita oficial a Rumania, cuya adhesión al espacio Schengen (de libre circulación) está bloqueada por el gobierno holandés, bajo la presión de la formación de extrema derecha Partido por la Libertad (PVV) de GeertWilders. La misma que hace una semana obligaba a dimitir al Ejecutivo neerlandés y a convocar a la reina Beatriz elecciones anticipadas demostrando así su capacidad para quitar y poner gobiernos. Esa es una de las principales características de los fenómenos neopopulistas europeos. Ya no exploran la vía revolucionaria para la toma del poder, lejanos a los fascismos y comunismos de antaño, que pretendían cambiar la sociedad conquistando la cúspide de las estructuras decisorias, ahora sólo trabajan para tener la llave de la gobernabilidad, con el mínimo esfuerzo construyen minorías de bloqueo que condicionan las decisiones más trascendentes para la vida de los ciudadanos.

Resulta muy fácil en las actuales circunstancias de crisis económica que asola Europa levantar la bandera de la indignación para tras ella y convenientemente aderezado de discursos populistas esconder viejos prejuicios xenófobos y planteamientos antidemocráticos. Protestar desde el cabreo que la gente tiene contra la actual clase política es tan legítimo como necesario, pero combatir las irregularidades del sistema, su mala praxis o incluso reivindicar un cambio de modelo, nada tiene que ver con las ideas totalitarias que de nuevo algunos pretenden imponer en el continente europeo. El increíble ascenso del Frente Nacional de la mano de su lideresa, Marine Le Pen, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, asomándose a la cota del 20% de votantes y a solo seis puntos de Sarzoky, la opción del centro derecha republicano, ha levantado todas las alarmas en las élites de poder. Esas mismas élites que son las responsables de la situación al haber alimentado la quiebra de su relación con el colectivo que gobiernan. Población y gobernantes ya no pertenecen a la misma clase social, ya no representan los unos a los otros o los ciudadanos ya no se sienten representados por sus representantes. Una fractura de representatividad que se manifiesta mediante la paulatina caída de la participación en los comicios – especialmente aquellos que más cercanos, municipales, regionales… que no cuentan con el espectáculo mediático de las grandes citas electorales – y con la aparición de opciones radicales que atraen poco a poco el sustrato más popular de la población con la idea simplona de un nacionalismo pasional, sin inteligencia, que solo habla a los corazones amedrentados de personas asustadas por la pérdida de derechos a manos del neocapitalismo y de una inmigración que sienten como enemiga. Son hijos del Estado del Bienestar acomodado y no quieren perder su estatus, una suerte de chauvinismo del bienestar.

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Las opciones ultras calan con enorme facilidad en los jóvenes europeos que afrontan su futuro cada vez con más temor, abocados al fatal destino del paro o la emigración a otros continentes. En España, el desempleo juvenil supera el 50%, uno de cada dos jóvenes no encuentra trabajo y lo que es peor la mayoría de ellos se convierten en parados de larga duración. Su nivel de alejamiento de ese Estado del Bienestar construido por sus padres y que hace aguas por todas partes es día a día mayor. Del sistema solo reciben malas noticias y casos de corrupción de sus dirigentes, el mercado les impone la realidad vital sin que nadie levante por ellos el dedo meñique para defender su dignidad. Son carne de cañón para el neopopulismo y las ofertas más radicales, al fin y al cabo, a sus ojos las únicas capaces de salirse del pactismo entre los grandes partidos del quítate tú para ponerme yo. El modelo de consenso social fraguado en la posguerra mundial basado entre las fuerzas de centro derecho y centro izquierda y con las centrales sindicales como garantes externos del diálogo, hace mucho tiempo que ha degenerado en una suerte de pasteleo oligárquico que molesta profundamente a aquellos a los que debería servir. Lo increíble es que en sociedades asoladas por el paro y la pérdida de coberturas sociales como GreciaPortugal o España no hayan saltado ya por los aires las instituciones que han creado este caos y siga adormecida la sociedad a base de fuerzas del orden cada vez más presentes y de resignación sumisa de una gran parte de la población.

Mientras las recetas de la derecha, no solo no han fracasado, sino que han sido en gran medida las causantes del desastre, la izquierda balbucea mensajes carentes de credibilidad por su falta de coraje para poner en marcha un programa alternativo de desarrollo sostenible en Europa. La socialdemocracia se vendió con demasiada comodidad a los planteamiento neoliberales cuando el crecimiento trampa convertía todas las decisiones políticas en fáciles y, los comunistas democráticos europeos, mezclados sus postulados con los partidos verdes y un confuso conglomerado de opciones minoritarias, siguen teniendo tentaciones totalitarias en su ideario como receta contra la crisis. Todos ellos adolecen de falta de credibilidad, el tiempo los ha desgastado y, además, tienen la obligación de concretar sus discursos, esperamos de ellos que nos aporten soluciones específicas a problemas reales. El neopopulismo, sin embargo, no precisa de medidas o programa, canta la marsellesa, se enrolla en la bandera y nos promete tiempos mejores de la mano de esa gran familia llamada Nación, eso sí, una vez limpiada de todos los infectos colectivos causantes de los males que nos afectan con los inmigrantes a la cabeza. Cumplido su plan de depuración del solar patrio, la arcadia gloriosa del territorio nacional reinará tan grandiosa como solitaria. La globalización no va con ellos y la solidaridad solo es interpretable con el que piensa, reza o es del mismo color que tú. La vieja idea fundadora de los padres de Europa, la unión política de los pueblos, perece a manos de burócratas de la política en urbes sin personalidad que clonan sociedades de consumo con los estándares americanos de forma de vida. La identidad propia se ha diluido, la forma de hacer diversa y rica de cada cual ha perdido valor, la fuerza de la colaboración entre territorios se devalúa ante el creciente avance de unos falsos nacionalismos de pandereta, que tópico en ristre asolan a su paso las grises estructuras de la tecnocracia de sus Estados.

El balance provisional del avance de la ultraderecha les acerca a niveles de entre el 15% y el 20% en muchos Estados de la Unión. En los países escandinavos, donde la crisis del euro apenas se siente y la inmigración por dimensión no representa un problema, la ultraderecha se ha fortalecido elección a elección. EnFinlandia, los Verdaderos Finlandeses obtuvieron el 20 por ciento de los votos con el eslogan “No vemos por qué tenemos que pagar por Portugal” y en Suecia, losDemócratas de Suecia entraron por primera vez en el parlamento en 2010. EnAustria, el Partido de la Libertad de Austria y la Unión por el Futuro suman cerca del 30% de los sufragios, mientras en Benelux, en Bélgica el Vlaams Belang y elFront Nacional alcanzan cerca del 13% y en Holanda el Partido por la Libertad que ha tumbado el gobierno se sitúa en el 16%. En los Balcanes, la Unión Nacional por el Ataque en Bulgaria obtuvo el 10%, en Serbia el Partido Radical Serbio se acercó al 30%, en Hungría, el Movimiento para una Hungría Mejor un 18% y enGrecia, la Concentración Popular Ortodoxa creció hasta el 6%. Casos aparte suponen los de dos de los grandes Estados de la Unión, Italia, donde la Liga Norte, se mueve en porcentajes entorno al 10% y en Francia, el Frente Nacional, cuyo último dato ya citado de las elecciones presidenciales les ha llevado nada menos que hasta el 20%, con casi 6 millones y medio de votantes. No deberíamos olvidar que en la II Guerra Mundial, cerca de 250.000 voluntarios de las SS alemanas provinieron de países europeos, un dato escalofriante de una legión dispuesta a matar por el nazismo, que la historiografía de los vencedores ha mantenido silenciado. Hoy el mapa ultra y radical se extiende como una mancha de aceite y pese a que sus planteamientos son corpantimentos estancos, basados en el proteccionismo y el aislamiento de posiciones europeistas, el contagio en una sociedad globalizada donde la información y las opiniones se multiplica a toda velocidad en la red está garantizado.

En Alemania, aún bajo el poderoso efecto de la dramática historia del nacionalsocialismo que costó a la humanidad un holocausto de millones de víctimas y la partición y control de su territorio por cuatro décadas, crece el fenómeno antisistema representado por el Partido Pirata que ya cuenta con más de 20.000 afiliados y las últimas encuestas les sitúan en un 12% de intención de voto. Sus éxitos recientes entrando en el parlamento del länder de Berlín y en el deSarre, les han obligado a reformular parte de sus postulados en el reciente Congreso celebrado por la formación. Han tratado formalmente de alejarse de las posiciones neonazis, aunque de forma individual alguno de sus integrantes sigue manteniendo reivindicaciones de revisionismo de la historia del III Reich. Su esencia y origen es el del partido protesta, promulgando la transparencia y la participación como elementos regenaradores de la acción política. Lo que “ayer” representaron los Verdes con su defensa del medio ambiente como impulso de una formación política global, ahora lo es la defensa del medio de comunicación de la gente: internet. En ambos casos con la bandera de la renovación política frente a la vieja casta del fraude y la impunidad: pretenden abordar el galeón de los corsarios con corbata. Son los guerreros de la Red, pero en su tránsito a la madurez tienen enormes dificultades para estructurar una organización y formular unas propuestas concretas que sirvan a la sociedad para progresar. A su manera y sin pretenderlo, son nuevas formas de neopopulismo que se nutren del mismo sustrato: el descontento. Todos ellos, ultras o piratas, avanzan como el nuevo viento que azota una Europa confusa, enferma de falta de liderazgos integradores. Enfrente solo encuentran gobernantes atrincherados en la mercadotecnia política, en el control de medios de comunicación incapaces de ser independientes por sus carencias de autofinanciación y en la adocenada sumisión a las doctrinas que emanan de los mercados financieros. Ultras y piratas navegan con viento fresco y arrasan los sargazos de la política. De nada vale descalificarles o no querer atender a sus airadas voces, más nos valiera escuchar el quejido de una sociedad atemorizada por el mañana y ponernos a la tarea de ofrecer alternativas desde la democracia y la libertad, una rebelión ética, estética pero desde las ideas. Una reacción eficaz y capaz de cambiar el destino. De no ser así el paisaje de la vieja Europa volverá a cerrar fronteras y a encerrarse en ancestrales luchas de poder.

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