
En el amor como en la vida
soy un cortacésped
que sin quererlo tritura
mierdas de perro escondidas
entre la hierba
fresca.
Otra cosa no, pero las cosas,
las tengo clarísimas.
Modas, no personas.
Ha venido para quedarse, la estupidez.
Seguro que a Conchita le gustan más los pistachos.
Otra cosa no, pero las cosas,
las tengo clarísimas.
La costa de Inglaterra se derrumba por los bordes.
Inglaterra se derrumba por los bordes.
Es la propia Inglaterra la que
se derrumba.
El jueves
tengo la vacuna.
Je movido hilos.
Je tocado la teta única.
La teta que supera todas las tetas.
Je movido hilos.
Je meado encima de una lombriz.
Je comprado chupachuses de cinco céntimos.
Niños, viejos, borrachos y pijos, yo soy todos ellos.
Siento que los detesto y entonces me detesto.
Quiero decir algo importante
pero me muero.
Todos nos morimos poco a poco.
Quiero comprarme una pistola de perdigones
y matar palomas en primavera.
No soporto sus arrullos.
No me dejan
pensar.
Supongo que
mañana vendrá La Idoya.
Supongo que a ella tampoco
le gusta el sonido
de su voz.
Como a mí.
Como a todos, a ella le gusta viajar.
Llevo diez años discutiendo con
La Idoya.
Es un despropósito de ser humano.
Su pasión por el mal me fascina.
Su eyeliner no conoce límites.
Y es que
creo que creo en el amor
que siento y profeso
por La Idoya.
Me pesa el pelo
de tanto meter falas.
Me pasa como a los niños pequeños.
Para mí es un drama que me pongan un jersey.
No soporto el proceso de ponérmelo.
Si es que voy relleno de nada…
Si es que voy marcando a la peña…
¿Te sientes marcado leyendo mi poema?
Mi objetivo último de la vida debe ser no decir NADA.
O decir algo que transcienda
el peso de los años…
Por la noche, mientras dormía,
se ha caído un plato
en la cocina.
(Se ha hecho añicos en el suelo).
Entre sueños
he imaginado que un ratoncito
se ha cortado la patita
jugando entre
los restos.
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Entre sueños
he buscado el significado
de una palabra concreta
en mi mente
dispersa.
(Nunca la encuentro).
La luna llena,
(ovillo de lana con la que los gatos juegan),
ilumina la estancia.
Una zapatilla volcada en el suelo,
un calcetín bajo
la cama.
Y en la cocina por la mañana,
un reguero de sangre
seca.
Era
un bicho raro
que no hacía daño a nadie.
No le interesaba el colegio.
Era un bicho raro pero no era tonto.
En su barrio le dijeron Patinar o morir.
Y él no hizo ni una cosa ni la otra.
Pisó un limaco y se resbaló.
Tenía un gran sentido de la venganza.
Quiso ser luz pero recibió
un puño en toda
la cara.