CUATROCIENTOS CINCO MIL RAYOS

Dejar los huesos de cordero para los perros
en los márgenes de las fincas de recreo
es algo que ya no se hace,

se ha perdido esa costumbre de dejar
los huesos de cordero para los
perros en los márgenes de

las fincas de recreo.

Una campana de iglesia que suena
como una tubería de acero
que baja rodando y te
quiere aplastar no

es tan peligrosa.

Todo eso lo piensas
caminando quince kilómetros
con tu bicicleta pinchada entre las manos.

Todo eso lo piensas, bueno,
todo eso y que la semana pasada
cayeron cuatrocientos cinco mil rayos

en la península ibérica.

Publicado por

Txema Maraví Artieda

Soy de mi pueblo de toda la vida.

3 comentarios en «CUATROCIENTOS CINCO MIL RAYOS»

  1. Ayer leí
    «En la infancia
    lo que entierran los perros
    no pasa desapercibido.
    Su delicado matiz ridículo mantiene
    a lo sagrado».

    Me encantan los últimos, Txema! los percibo llenos de escenas visuales que me fascinan. Es la primavera que te sienta muy bien para escribir? 🙂
    muaa

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