EL FINAL DE UNA HISTORIA

Soy el Ampelmann
de una ciudad que no conoces,
tengo la cara llena de trasquilones
y no me gusta

opinar.

Hace dos años me
cortaron el pelo delante de un
espejo dorado y desde aquella dolorosa
experiencia no he vuelto

a ser el mismo.

Una raza de hombres que nunca duerme
se gastó todos mis ahorros y entre
todos me tumbaron en una
cama llena de migas

de pan.

El resultado, el final
de la historia te lo puedes imaginar.

Yo, con un puño en cada mano
buscando sinónimos para
quejarme con

propiedad.

Tú, mirando al infinito como
si nada de lo que me
pasara fuera

contigo.

UN PERRO A CABALLO EMPUJADO POR UN GATO

Se acerca
una nube tóxica,
se acerca por el norte,
se acerca por el sur y por el este

y también por el oeste.

No sé imaginar un perro, sólo sé imaginar un
perro a caballo empujado por un gato,
no sé imaginar un perro pero
mi barca siempre tiene
manos para

remar.

Me gusta
mi cara sólo a ratos,
observo en el espejo una

lechuga mojada.

No puedo dedicarme a nada ilegal,
se me nota en la nariz, se me

nota en tu mirada.

No me fío de nada ni de
nadie, no me fío ni

de mi madre.

EL CAMARERO NAVARRO

Camina
lento bajo la lluvia,
camina lento y seduce al cielo,
no tiene nada que temer,

o eso creo.

Camina
lento bajo la lluvia,
y se fija en el foco de una grúa,
y se fija cómo ilumina ese foco las nubes,
y las montañas que son de tela,
y las montañas que son

de tela.

Puede que
parezca una canción,
pero qué medieval suena todo esto,
pero qué insulto es ser navarro cuando hablamos
de camareros, el camarero navarro
es el peor camarero

del mundo.

¿HOLA?

Nunca se supo la verdad,
nunca se supo si le dispararon en su portal 
o si se cayó en un charco de cara

y se ahogó.

Era un tipo normal,
siempre decía lo primero
que se le pasaba por la cabeza,
siempre decía que la vida era como
un tablero de ajedrez y que si
no votabas no podías

quejarte de nada.

Siempre sabias palabras, siempre acertadas,
sin embargo nadie supo jamás por qué
dijo tantas veces eso de que
si no votas no puedes

quejarte de nada.

¿Qué sentido tenían
esas palabras concretas?

Lo del tablero de ajedrez vale,
lo del tablero de ajedrez
puede ser una bonita
metáfora de la
vida pero

¿Y lo de votar?

¿En qué momentito decidieron
sus amigos y familiares que
sería un buen epitafio
para su lápida?

¿Hola?

HA SIDO EL VIENTO

Hola,
me abrazo,

hola, miro por la ventana,
hola, me beso entre los ojos,
hola, el viento agita las farolas,
hola, el viento agita

sus manos.

Hola,

no, no han entrado, ha sido el viento, ha sido,
ha sido el viento, hola, pero tengo miedo,
hola, pero veo, pero intuyo formas,
hola, pero intuyo formas debajo
de la puerta, hola, y está
cerrada, hola, y está,
y está cerrada la
puerta, hola,

o eso creo,

hola, o
eso creo,

¿hola? ¿hola?
¿hola? ¿hola? ¿hola?
¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola?
¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola?

¿hola?

¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola?
¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola?
¿hola? ¿hola? ¿hola? ¿hola?
¿hola? ¿hola? ¿hola?
¿hola? ¿hola?

¿hola?

DANDO EL CANTAZO

Mi vecino del cuarto, que por cierto es muy majo,
siempre sale abrigado y oculto entre sus 
prendas de invierno, dice que la
lluvia lo transforma

casi todo.

En la calle sólo le incumben las puertas
cerradas de las casas, los gorriones
y la basura entre los coches, dice
que todo lo demás no importa

casi nada.

El otro día le vieron dando el cantazo
cerca de un coche blanco, agitaba
una rama de árbol que había
encontrado en el suelo y
gritaba como un loco

¡Leña gratis!

SIN COBERTURA

Entonces quedamos en el café con sal.

—Vale, en el café con miel.
———-¡No! En el café con sal.
————-Okey, en el café con miel.
—————–¡Que no joder! ¡En el café con sal!
———————-¡Que sí joder! ¡En el café con miel!