Europa: ¿faltan líderes o ideas?

La actual crisis económica que vive la zona euro está poniendo de manifiesto la incapacidad de sus líderes para encontrar soluciones de consenso a los continuos retos que los mercados financieros les lanzan. A cada medida instrumentada en una cumbre especuladores, agencias de rating, indicadores de prima de riesgo e índices de bolsa anticipan el fracaso de las mismas. La sensación de ir por detrás de las decisiones de los inversores aniquila cualquier intento de reforma. El tiempo que imponen los mercados no se acompasa desde los despachos políticos y eso crea la sensación de falta de capacidad y descrédito a la clase política en conjunto. Unos ciudadanos confundidos y alarmados ante la magnitud del desastre que se les viene encima, han buscado culpables en sus representantes públicos. La principal crítica hacia ellos ha rebasado la barrera de su incapacidad para ubicarse en su falta de compromiso en el servicio público y sus débiles comportamientos éticos. ¡Todos son iguales!, es el mantra cívico que se ha instalado en la sociedad europea, incapaz de encontrar liderazgos capaces de poner en marcha una hoja de ruta para salir de la crisis. El deterioro de la política es creciente y los gobernantes duran menos que una bolsa de caramelos a la puerta de un colegio.

¿Qué sucede para que una generación de políticos se muestre inútil para plantear salidas? Podríamos quedarnos satisfechos con el ramplón razonamiento de su escaso nivel. Pensar que todos son presos de sus ínfimos niveles intelectuales es similar a asumir que en un mundo globalizado y en una sociedad del conocimiento, nos gobiernan los más tontos. ¡Ójala fuera tan sencillo! De ser así nos bastaría con buscar recambios más capacitados o aplicar tests de preparación a los futuros dirigentes. El origen del problema tiene más que ver con la propia complejidad del mundo que hemos construido gracias a esas cotas de desarrollo alcanzadas. Hemos roto el estatus quo mundial clásico, donde las posiciones de dominio marcaban el crecimiento y el reparto de riqueza, solo rotas por la fuerza de la violencia en guerras que establecían los cambios de hegemonía. La aparición del arma nuclear y su capacidad de destrucción masiva ha supuesto una herramienta disuasoria que obliga al hombre a la búsqueda de consensos para superar el riesgo del exterminio total. Pero ello no ha evitado el conflicto y la competencia por el uso y aprovechamiento de los recursos de la Tierra, vivimos una verdadera guerra económica que se libra a través de todopoderosos fondos y movimientos monetarios y de capitales que atacan posiciones en cualquier punto del planeta a toda velocidad. Ante este enemigo universal, sin rostro, ni identidad, pues, es más fruto del mundo que generamos que de voluntades particulares. Nadie tiene el control de la situación, como nadie tiene soluciones integrales.

La política se ha quedado obsoleta en sus métodos de toma de decisiones. De ahí que sus líderes no puedan dar respuesta a las situaciones. Los jugadores son múltiples y el tiempo ha desbordado los procedimientos. La democracia se basa en la negociación y en la libre voluntad que expresan los ciudadanos. Los parlamentos y sus debates se producen a contratiempo, cuando muchas de los planteamientos y discusiones han quedado desfasadas por los hechos. No aplicar tecnologías que favorecen la posibilidad de participación de los ciudadanos en tiempo real a la vida política, está resultando un suicidio general. De la misma forma que los gobiernos emplean sistemas de monitorización de situaciones en gestión de crisis, muy alejadas de las que emplean empresas privadas o particulares que gran capacidad inversora. Son pigmeos nadando en un oceáno de tiburones. La actual crisis de deuda pública está empobreciendo los poderes públicos, ya no solo en sus recursos propios, sino en la autoridad moral para ejercer el liderazgo que de ellas se requiere. Sería el momento de reivindicar la necesidad de aplicar las más modernas TIC’s – Tecnologías de la Información y la Comunicación – y de sistemas de prospectiva para que nuestros gobiernos tengan verdadera capacidad de anticiparse a los acontecimientos. Sin ese plus que impone el día a día, estamos pidiendo a nuestros líderes una visión imposible y nos vemos obligados a depender de personas que no son ni pitonisos, ni gurús.

null

Estos déficits en las decisiones gubernamentales están generando desconfianza entre los socios europeos. Afloran estereotipos cuando no somos capaces de sumar voluntades: los vagos del sur malgastan los ahorros de los laboriosos del norte, de la misma forma que los bárvaros del norte nos imponen la pobreza a los sufridos ciudadanos del sur. En vez de encontrar modelos coperativos y esquemas de colaboración estables en las decisiones de la Unión Europea, se amplia la brecha del disenso y empezamos a oir hablar de la suma cero, de las distintas velocidades, de monedas únicas para ricos y para pobres… Los Estados, cuestionados por los mercados y por sus propios ciudadanos, se refugian en la defensa de sus fronteras como animales heridos que restañan sus llagas lanzando dentelladas a sus vecinos. Por contra, si aplicáramos el sentido común nos daríamos cuenta de que cuando más necesitamos Europa y su fortaleza es en estos días de naufragio, cambiando esquemas estatales pasadas de moda por modernas estructuras supranacionales que sirvan con más eficacia esa Europa de los pueblos que sigue representando el mejor tesoro de nuestra diversidad. Y esa labor de refundación no podemos radicarla exclusivamente en nuestro líderes, en un planteamiento casi decimonónico, es tarea de todos, es una obligación de cambio de mentalidad individual, que se genere de abajo arriba, de comunidad en comunidad.

Nos gobiernan los dinosauros de la política, partidos que funcionan casi como se fundaron, cuyas decisiones internas nada tienen que ver con los intereses de la sociedad, donde importa más la lucha por el poder entre correlegionarios que el planteamiento de propuestas políticas. Ni saben de planes de calidad en la gestión, ni de organización de equipos, ni de ofertas motivacionales, todo aquello que desde hace más de una década es de aplicación en el mundo empresarial es absolutamente ajeno a la vida partidaria. De esos partidos tienen que surgir nuestros líderes, que incluso cuando son brillantes, tienen que dedicar la mayoría de sus esfuerzos a deshacerse de sus numerosos enemigos internos. Una batalla del día a día que trabaja en contra de la capacidad creativa del liderazgo, es mejor no innovar y seguir el guión establecido para llegar al poder, esperando más los errores del enemigo que buscando los aciertos propios. Los Merkel,HollandeCameron Rajoy – Monti es un tecnócrata al que le han ahorrado el tránsito de la vida política – han tenido experiencias similares de mala praxis en la aplicación de su inteligencia política. Una inteligencia que no debería ser otra cosa que la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas, la que permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión. Inteligente es quien sabe escoger.

Pero si nuestros líderes no cuentan con la ayuda de sistemas modernos para la toma de decisiones y están lastrados por organizaciones partidarias del prejurásico político, más grave aún es la falta de ideas. Una idea es una imagen que existe o se halla en la mente. La capacidad humana de contemplar ideas está asociada a la capacidad de razonamiento, autorreflexión, la creatividad y la habilidad de adquirir y aplicar el intelecto. Las ideas dan lugar a los conceptos que son la base de cualquier tipo de conocimiento. La política europea no genera ideas, ni conceptos y, por tanto, adolece de conocimiento. Camina sin hoja de ruta por esa falta de ideas, vengan de sensibilidades de izquierdas, de derechas, ecologístas, nacionalistas o universalistas. El desierto de las ideas se ha extendido como la sequía deforesta, pretender que alguien lidere la salida de la crisis, que no es otra cosa que el planteamiento de un nuevo mundo, la generación de un modelo alternativo de sociedad a los esquemas actualmente quebrados, es ilusorio. Mientras no nos pongamos a diseñar ideas de regeneración del contrato social entre los europeos, nuestros gobernantes seguirán mareando la perdiz en decisiones tan grandilocuentes como ineficaces. Y mientras, el deterioro de las bases sociales del Estado del bienestar será creciente y nos costará décadas y millones de jóvenes sin futuro recuperar el espacio de libertades y derechos que con tanto sufrimiento y esfuerzo llegamos a construir. Por supuesto que necesitamos líderes, pero ante todo nos faltan ideas.

null

El euro y Europa son ahora más fuertes… o ¿no?

Con una frase tan rotunda como vacua, terminó su rueda de prensa tras la cumbre europea de verano el presidente Mariano Rajoy: “el euro y Europa son ahora más fuertes”. Después de dos días de intenso trabajo, los jefes de Gobierno de la Unión salían desubicados – en palabras del presidente del Consejo Van Rompuy– sin tener muy claro si era de día o de noche. Y todo ello debido al plante por sorpresa de España e Italia al plan de crecimiento de no tratarse y aprobarse antes los nuevos mecanismos de financiación a la banca, en especial la española. Una jugada que en la reunión de la pasada semana en Roma entreMerkelHollandeMonti y Rajoy ninguno descubrió y que puso patas arriba el plenario del Consejo Europeo y del Eurogrupo. Parece que el presidente español a base de aplicar su galleguidad a la política europea, está logrando sumir a todos sus colegas en el marasmo del ni si, ni no, sino todo lo contrario cuando se refiere a la parte contratante de la primera parte que será considerada como la parte contratante de la primera parte. Al más puro estilo marxista – evidentemente no ideológica, sino la ironía de los hermanos – la UE lleva enzarzada dos meses con el rescate – norescate español, sin ser capaz de formular una propuesta concreta.

Es cierto que gracias al vértigo con que se han acostumbrado a acudir los dirigentes europeos a sus cumbres, todos se asoman al precipicio en la madrugada del jueves a viernes a cogidos de la mano se disponen a bailar el ritual de la yenka, un pasito para adelante y dos pasitos para atrás. Después, a la mañana siguiente todos se esfuerzan en realizar su particulares visiones de los acuerdos, dejando muy claro que ninguno de ellos han cedido nada y que salimos reforzados como europeos. Y para concluir la representación, el lunes los mercados se encargan de poner a cada uno en su sitio, que últimamente no es otro que en el de la falta de credibilidad institucional europea. Pero no es menos cierto que a base de miedo, diría pánico, la Unión sigue caminando o al menos no se rompe. Además en esta cumbre ha quedado de manifiesto que Europa ya no avanza al paso monocorde que marcaban Merkel y Sarkozy, algo ha empezado a cambiar en estas 48 horas y en la previa llevada a cabo en la Ciudad Eterna. Los nuevos equilibrios políticos empiezan a mostrar señales, Francia ha trabajado de “tapado” de las posiciones defendidas por España e Italia y a Alemania le quedan como fieles escuderos, su cinturón de hierro, formado por  HolandaEslovaquia,LuxemburgoFinlandiaAustriaEslovenia y Estonia. El Mediterráneo se ha alzado ante la política calvinista de austeridad y ajustes. Al menos ahora el debate está abierto.

null

Alemania aceptó a regañadientes en la reunión de Roma la puesta en marcha de un plan de crecimiento para la UE basado en su Estrategia 2020 de Economía Inteligente. La recesión que se extiende por el continente – Francia se ha frenado ya en el último trimestre – ha obligado a Merkel a asumir que se destinen 120.000 millones de euros a proyectos de innovación, investigación e infraestructuras. Su contraataque en la Cumbre de Bruselas no se hizo esperar. Sabedora de que a fecha de hoy por la situación que aún atraviesa la economía alemana tiene una posición de predominio, quiso aprovechar la ventaja para proponer avances en la unión política, fiscal y bancaria. Más Europa, aunque eso sí, a la alemana. Algo que causa problemas al novel presidente francés, François Hollande, dado lo sensible que es la opinión pública francesa a ceder soberanía – recordemos el no francés en el referéndum de la Constitución Europea -. Así las cosas, Merkel ha logrado que antes de detallar de dónde saldrán los fondos y cómo se gestionarán, la Comisión proponga medidas para avanzar en la homogeneidad fiscal, es decir, presupuestaria nacional.

Una vez más, aquellas economías y con ellas sus ciudadanos que sufren la caída de demanda en forma de desempleo y pérdida de poder adquisitivo de las familias, tendrán que esperar al menos otros seis meses para que se pongan en marcha medidas de reactivación. Seguimos moviéndonos muy lento, mucho más que el entorno que nos rodea, como un paquidermo enfermo al que lo único que le queda es la memoria con su recuerdo de lo peligroso que puede llegar a ser una Europa desunida. La prioridad, por desgracia, seguirán siendo los ajustes presupuestarios, la refinanciación de la banca y, después, con suerte, hablaremos de crecimiento. No nos engañemos porque no caerá del cielo el maná ansiado de un plan marshall europeo sin que antes los posibles receptores estén en las condiciones que el donante pretende, es decir, suficientemente diezmadas sus arcas públicas y privadas como para prestar la ayuda en forma de compraventa.

Al menos esa sigue siendo la intención de una Merkel que llegó a afirmar desafiante en las vísperas de la cumbre que ella no vería en vida el nacimiento de los eurobonos. Por tanto, resulta difícil seguir creyendo al presidente Rajoy cuando se empeña en decirnos que el plan de saneamiento de la banca española no incluye “ninguna condicionalidad macroeconómica”. Algo que el presidente delBanco Central Europeo Mario Draghi contradecía casi en comparecencia contigua en hora y lugar al señalar que ”todas estas cosas, para ser creíbles, deberían ir acompañadas de una condicionalidad estricta. Esto es esencial, en caso contrario no serán creíbles”. O en palabras aún más claras las pronunciadas por Van Rompuy, “nada es gratis”. Lo cuenten como lo cuentes, pues, la realidad es tozuda y Rajoy, de todas formas sale aparentemente vencedor de este round europeo y que vive al día, se enfrenta ahora a la necesidad de seguir tomando medidas que desde la Comisión, el BCE y el FMI le piden ya a gritos.

La subida del IVA de productos y servicios básicos – que podría pasar del 4% o el 8% hasta el 18% -; el copago del medicamento sacando mas 450 fármacos del catálogo de cobertura de la Seguridad Social; las subidas de la luz y del gas que ya conocemos, son solo el inicio de un nuevo rosario de recortes de los que difícilmente podrán librarse los sueldos de los funcionarios y los contratos de interinos de la Administración y la edad de jubilación o el pago a los pensionistas. En este particular via crucis que venimos sufriendo los ciudadanos y en la senda regresiva de caída en nuestras rentas y en nuestros derechos, nos quedan aún muchos pasos atrás. Si ya nos movemos en términos relativos en situaciones como las vividas a principios de los 90, todo hace pensar que llegaremos a parecernos a la España de inicios de los 80, pero nada nos asegura que no tengamos que vivir como en los años 50 y nos tengamos que conformar con el biscúter porque no podamos comprar un 600.

null

La nueva sinfonía europea: crecer sí, pero ¿cómo?

La cumbre celebrada en Roma entre los mandatarios de las cuatro principales economías del euro – AlemaniaFranciaItalia y España – parece alumbrar un nuevo modelo de actuaciones para afrontar la crisis económica que asola la Unión Europea desde hace tres años. MerkelHollandeMonti y Rajoy han acordado poner en marcha un plan de crecimiento cifrado en nada menos que 130.000 millones de euros, el 1 por ciento del PIB de la UE y una cantidad similar a la aportación anual de los socios de la Unión a los presupuesto comunitarios. La música suena bien y podría calificarse como la primera decisión sensata que nuestros dirigentes toman desde que se iniciara esta pesadilla plagada de malas noticias. Por fin se pone en marcha el new deal europeo que debe ser capaz de hacer sostenible el Estado del bienestar, que nos ha concedido a los europeos el mayor periodo de paz y prosperidad de los últimos siglos, gracias a la alternancia de medidas de austeridad y politicas de crecimiento. En el fondo, algo de tanto sentido común como gastar en lo prioritario y fomentar aquello que nos hace progresar.

La novedad del enfoque tiene no solo transcendencia de fondo, sino también en su esencia formal. Estos últimos años hemos asistido en la UE a un gobierno en la sombra entorno al eje franco-alemán, donde las directrices de la canciller alemana eran sumisamente aceptadas por el presidente francés – una dependencia que le costó la derrota electoral a Sarkozy -. La escenografía ha cambiado con la llegada del socialista François Hollande al Palacio del Elíseo y fruto también, hay que reconocerlo de los buenos oficios del primer ministro italiano, Mario Monti – algo que hubiera sido inviable de la mano del escandaloso Silvio Berlusconi -. En la foto se ha colado de rondón y en el último minuto del presidente español Mariano Rajoy, seguramente para dar un espaldarazo de confianza a la maltrecha economía española, al borde oficial de la intervención y del rescate financiero. Y también su presencia se deba quizás a que el cuadrilatero aunque no sea en absoluto rectangular, representa una forma geométrica de gobernanza mucho más equilibrada que un triángulo isósceles donde Italia jugaría el papel de criada pobre de las dos potencias europeas ahora enfrentadas en una velada discusión sobre su idea de cómo encarar el futuro de la UE. La foto evidentemente tiene valor, valor de marca y valor a futuro.

null

Sin embargo, hechos los merecidos halagos al golpe de timón en la política del euro, que debemos fundamentalmente a Hollande, al programa de los socialistas galos y a los ciudadanos franceses que le han dado su confianza, queda la tarea fundamental por hacer: ponerle letra a la música, pasar de la sintonía de fondo, a la armonía de una composición que debe ser sinfónica, pues, debe acompasar tiempo e instrumentos para sacarnos de la recesión que nos invade y amenaza. Hemos cambiado el monótono y arcaico compas del dos por dos impuesto por Merkel, al compas de compasillo, el cuatro por cuatro, auspiciado por Hollande, con mejor ritmo pues engloba a mas del 70 por ciento del PIB y de la población de la zona euro. Toca ahora componer, llenar ese pentagrama en blanco que espera a conocer las notas, los tonos y los silencios que nuestra economía requiere. Sabemos la cuantía pero no sabemos la forma en que cada Estado lo desembolsará, ni el organismo encargado de gestionarlos.

Nos queda también saber qué instrumentos serán los encargados de interpretar la nueva melodía. En otras palabras, debemos decidir en qué invertir, cuáles creemos que son los pilares sobre los que destinar fondos que generen la creación de empleo y con ello de riqueza en el continente. La Comisión Europea y posteriormente el Parlamento y el Consejo, ya marcaron las líneas fuerza en la llamada Estrategia 2020 de la UE –  “para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador” – y ahora toca acelerar los plazos. Son la educación, la innovación, la investigación y las infraestructuras, los ejes motores del desarrollo, siempre desde el absoluto respeto a la sostenibilidad medioambiental. Yo solo hecho en falta un nuevo sector adicional, el de los servicios sociales. Si no somos conscientes de nuestra realidad demográfica presente y futura, de una población que envejece en progresión geométrica, todas nuestras previsiones económicas resultarán inválidas. Tenemos que ser capaces de construir un sector económico viable en torno a la actividad asistencial a nuestros mayores, discapacitados, enfermos crónicos y todo ciudadano en especial situación de necesidad y desprotección.

En todo caso, que nadie piense que solo inyectando fondos resolveremos nuestros problemas. Será necesaria una política fiscal armonizada, que apueste por la economía productiva y no especulativa, que incluya, por supuesto, la ansiada tasa sobre transacciones financieras y un sistema de gobernanza económica y, por lo tanto, también política más automático, con más capacidad para preveer situaciones y plantear medidas. Europa tiene que ser más ágil en sus decisiones y para ello tiene que ser más homogénea, algo que lejos de estar reñido con la diversidad que nos enriquece, debe servir para evitar desigualdades injustas en nuestro espacio común. No podemos seguir haciéndonos competencia desleal con tipos y figuras impositivas divergentes. Estamos obligados a consensuar un modelo fiscal europeo, donde impuestos directos, indirectos y tasas sobre el consumo o el uso se muevan en bases similares, con la solidaridad como valor principal inspirador.

Pero sea como sea, no cabe duda que esta oportunidad que se nos presenta a raíz del anuncio de los líderes de los principales Estados europeos realizado en la ciudad eterna, solo llegará a buen puerto si es una tarea colectiva. Resetear Europa, cuyo software se ha quedado colgado, requiere de la participación de todos. No podemos depositar la responsabilidad de reiniciar el proyecto europeo en cuatro mandatarios, más o menos legitimados por sus ciudadanos. Esta es tarea de la Europa de los pueblos y de la Europa de los ciudadanos. Si no se profundiza en un nuevo modelo de relación de la política con la ciudadanía, si no se hace partícipe a las personas del proceso de cambio que debemos producir, volveremos a fracasar. Más democracia y más participación son elementos imprescindibles para el éxito. Las próximas elecciones europeas de junio de 2013, dentro de menos de un año, elegiremos una cámara de representación que nombrará directamente al presidente de la Comisión Europea, un hecho que desconoce, según encuestas de la propia institución, más del 97% de los ciudadanos de la Unión. No desaprovechemos la posibilidad de implicarnos políticamente en el momento clave de la construcción europea, esta crisis nos ha puesto a todos en el disparadero del precipicio hacia el futuro. El salto al vacío requiere un cambio de mentalidad ciudadana, que empieza en el individuo como parte de una comunidad.

null

El rapto de Europa

Cuenta la leyenda mitológica griega que Zeus, en su faceta de incansable conquistador de diosas, ninfas y mortales, puso sus ojos en la bella princesa fenicia Europa. Con el fin de seducirla se transformó en un toro blanco y se mezcló con las manadas del padre de Europa, el rey Agenor. Mientras Europa y su séquito recogían flores cerca de la playa, ella quedó prendada del toro, acarició sus costados y, viendo que era manso, terminó por subir a su lomo. Zeus aprovechó esa oportunidad y corrió al mar, nadando con ella a su espalda hasta la isla de Creta. Entonces reveló su auténtica identidad y Europa se convirtió en la primera reina de Creta. El padre de Europa, corrió desconsolado el resto de su vida por todos los caminos que sus fuerzas pudieron recorrer al grito de ¡Europa!, ¡Europa!, nombre que quedó grabado en la memoria de los habitantes de los lugares por los que pasó y que, por ello, acabó dando nombre al continente. Zeus le dio tres regalos a Europa: Talos, un autómata de bronce; Laelaps, un perro que nunca soltaba a su presa; y una jabalina que nunca erraba. Hoy ha querido la historia que la leyenda ilustre la paradoja que vive nuestra Unión Europea sin cambiar de escenario, en las tierras helénicas bañadas como en los tiempos del mito por las aguas del Mediterráneo. En Grecia, de nuevo, se representa las escenas más épicas de la ya vieja Europa.

Sabido es que los griegos clásicos construyeron su universo mitológico para explicarse el cosmos y su existencia humana plagado de dioses que lejos de ser justos, adolecían de las mismas debilidades que el hombre pero dotados de poderes superlativos. Caprichosos y egoístas, ponían en riesgo el equilibrio de las cosas y no dudaban en emplear la fuerza y el engaño en sus múltiples enfrentamientos, incluso, entre dioses padres e hijos. Supongo que a todos nos suena esta situación y que cualquiera podría imaginar en las reuniones del Consejo Europeo a nuestros 27 jefes de gobierno en el Olimpo de Bruselas, discutiendo ajenos a la realidad mientras, ajenos a los comunes mortales, ciudadanos que asistimos atónitos a las consecuencias de una crisis que destruye el empleo y socava día a día los cimientos del Estado del bienestar. Encerrados en sus moradas de cristal, los políticos europeos parecen no querer enterarse de que su mundo se derrumba porque el nuestro ya se ha venido abajo. Pelean por la supremacía olímpica y por enviar al inframundo a esos dioses variables que no han cumplido las reglas del juego. MerkelSarkozy antes y ahora cumplirá el mismo roll Hollande, han enviado al invierno que supone la intervención económica a PapandreuBerlusconiCowenSócrates y Zapatero. Sus sucesores, PapademosMontiKennyPassos Coelho y Rajoy, se dedican a administrar bajo mandato de los dioses olímpicos, la penuria y la miseria de unas políticas de ajustes que han demostrado que solo sirven para condenarnos a todos a la recesión.

null

Nuestro mundo, aquel que construimos con el esfuerzo de la solidaridad y la ilusión del sueño europeo común, de tanto precipitarse hacia el abismo en los últimos tres años, se viene abajo por la fuerza de la gravedad, por esa insoportable levedad del ser que se pliega a la incercia de los acontecimientos. Todos sabemos que el desastre es inminente, incluso hablamos sin rubor de sus consecuencias, pero nadie es capaz de hacer nada. Miramos al Olimpo buscando una señal que nos dé confianza, que nos marque el camino hacia esa nueva tierra prometida europeista, pero solo nos llegan los ecos de sus broncas, los rumores de desunión, los reproches mutuos y el ruido ensordecedor de sus escándalos de corrupción. Pero mientras, la gente sufre, padece el dolor de un empobrecimiento que está abriendo una brecha social profunda entre ricos y pobres. Mientras, la sanidad pública se desmantela y sus profesionales trabajan al límite malpagados. Nuestros hijos cada vez se educan peor porque no hay recursos para tener los mejores profesores. No investigamos, ni innovamos porque no tenemos ni ideas para enfocar hacia dónde mirar, ni fondos para destinarlos. Mientras nuestros mayores han pasado de ser atendidos a tener que atender a sus hijos en paro y a sus nietos sin hogar. Estamos asistiendo al desahucio social, a la expulsión a la marginalidad de una buena parte de nuestra sociedad. Y nadie hace nada…

Asistimos a una de las transformaciones del mundo más vertiginosas de la historia. Pero deberíamos tirar de Einstein y relativizar la situación, al fin y al cabo, solo estamos ante una minúscula partícula del tiempo en evolución, por mucho que para nosotros sea la única transcendental porque es la que nos ha tocado vivir. Huir del drama y la tragedia como forma de representación de lo que está sucediendo es la primera de la tareas a las que deberíamos enfrentarnos. El cambio es consustancial a la esencia terrenal y humana, algo que sin embargo sigue provocándonos temor y parálisis. Tenemos una Unión Europea de solo 50 años de vida y una moneda única de poco más de diez. Es lógico que como el adolescente al que le duelen los huesos, le sale acné y sus hormonas se revolucionan, nuestro proyecto en común en crecimiento muestre síntomas de juventud. Pero si seguimos teniendo la firme determinación de seguir creciendo, de seguir apostando por un espacio en libertad, de profundizar en la democracia y la transparencia de nuestras actuaciones, de redimensionar nuestro edificio de derechos y coberturas sociales, acabaremos madurando y demostrando al mundo que ese joven que tantos desvelos supuso un día para todos, es de nuevo el referente universal de civilización.

No tiene sentido que la Unión Europea que sigue suponiendo la organización supranacional con más calidad de vida del planeta vea cuestionado su futuro por los mercados. Algo falla de base en el planteamiento: si nuestra deuda es la más cara por las incertidumbres que provocamos, ¿qué será entonces del futuro del resto de mundo que necesita de nosotros comercialmente para seguir viviendo? ¿Pueden los mercados afirmar que el futuro de economías tan dependientes como la china, la hindú, la brasileña o la turca por poner algunos ejemplos de Estados emergentes es más predecible? Y que decir del resto del mundo aún atrapado por la hambruna y las desigualdades, África entera y gran parte de Asia o América Latina, ¿son poblaciones cuyo futuro pinta mejor a corto o medio plazo que el nuestro? Situar a Europa como el paradigma del problema mundial es tan ridículo como racionalmente insostenible. Otra cosa, bien distinta, es que se apele a nuestra responsabilidad de ricos egocéntricos para que no nos convirtamos una vez más en escenario de conflicto y seamos capaces de liderar las ideas de futuro de la humanidad. Todos necesitamos más Europa, no sólo los europeos, el resto del mundo también nos necesita. Hemos sido a la vez los pueblos más guerreros y que más sacrificios en vidas han supuesto a la humanidad en su historia y de la misma forma el continente que más ideas a aportado al ser humano. La Unión solo tiene un sentido: apostar por el lenguaje de la palabra y abandonar la semántica de las armas, algo que solo será sostenible si nuestros políticos son capaces de hacer política con mayúsculas para el ciudadano, para resolver sus problemas.

Europa como su dioses del Olimpo se enfrenta a una guerra de Titanes, la guerra contra la especulación, la avaricia, la ilegalidad, el fraude, esos dioses que gobiernan los mercados a su antojo, sin que el poder de representación pública de gobiernos e instituciones haya sido capaz de hacerles frente hasta ahora. Tenemos armas, las del derecho, las de la democracia, la de nuestros ciudadanos libres decididos a no dejarse amedrentar por las agencias de rating o las primas de riesgo. Somos más y más fuertes en razón y convicción, solo tenemos que creérnoslo. Sólo necesitamos que Zeus, sea Merkel o quien sea capaz de liderar esta contienda política, reúna a sus hermanos dioses en el próximo Consejo Europeo del 28 de junio y tomen medidas que destierren al Tártaro, el peor lugar del inframundo a los Titanes que pretenden acabar con nuestra civilización forjada a través de siglos de conquistas sociales. Salvar el euro en sus integridad, salvar a los griegos de su particular tragedia y abrir la senda del crecimiento económico son las primeras batallas de las que deben salir victoriosa y para eso Europa sigue contando con su autómata de bronce, su perro que no suelta a su presa y la jabalina que nunca yerra.

null

Merkel descubre su jugada: el estado de excepción «económica» para los periféricos

La llegada al parisino palacio del Elíseo de François Hollande y con él la de los aires programáticos de los socialdemócratas galos a Bruselas han obligado a la canciller Angela Merkel a descubrir sus cartas. Alemania ha tenido que improvisar un documento con sus planteamientos para reactivar el crecimiento en la zona euro y en él, siempre según filtración al diario Der Spiegel, destila las que son sus verdaderas intenciones para sacar provecho particular de la crisis en la Unión Europea. De los seis puntos destaca uno por la trascendencia del planteamiento: la creación de zonas de excepción económica para los Estados periféricos del euro. Casi nada con lo que se descuelgan nuestros socios germánicos después de que llevemos sufriendo tres años la crisis con sus consiguientes recortes por ellos impuestos.

Nos hace Merkel esta brutal propuesta basándola en la similar decisión que su antecesor Gerhard Schröeder tomó hace ahora exactamente diez años cuando Alemania pagaba la cuantiosa factura de la reunificación y la economía de la ex República Federal no daba a basto para relanzar el crecimiento de la ex República Democrática. Paradojas de la vida, aquellos presupuestos del Estado alemán elevaron su endeudamiento hasta cerca de los 40.000 millones de euros y el entonces ministro de Finanzas Hans Eichel, se vio obligado a declarar el estado de excepción económica ya que la Constitución alemana solo permite que el endeudamiento sea superior a las inversiones cuando se produce un desequilibrio de la economía. Alemania superó finalmente en un punto y medio el 3% fijado en el Pacto de Estabilidad y convergencia que llevó aparejada la puesta en marcha del euro. Todos lo entendimos y lo aceptamos por lo que Alemania no tuvo sanciones de la Comisión Europea por sus desequilibrios presupuestarios. A veces la memoria debería servir para algo. Sin embargo, por contra su propuesta actual es convertir a las economías desequilibradas, ya no solo en zonas supervisadas sino sometidas a una especie de dictadura tecnócrata.

null

El estado de excepción consistiría en ventajas fiscales y regulaciones menos estrictas que sean capaces de atraer inversiones extranjeras a los países que hoy viven ahogados por la presión de los intereses de la deuda. Y como es natural esos inversores también se verán favorecidos por un amplio programa de privatizaciones llevadas a cabo a través de “instituciones de desconfianza”. En una palabra podrán adueñarse de los principales activos de ese país a precio de saldo y si esos hipotéticos inversores hablan alemán hemos cuadrado el círculo. Para rematar su gloriosa propuesta para nuestro crecimiento Merkel pretende que adoptemos el modelo dual de formación profesional que ha convertido a Alemania en una masa de trabajadores de bajo coste laboral pero intercambiable entre sectores, es decir flexible y de alta movilidad. A cambio la República Federal se ve obligada a importar con arduas dificultades ingenieros o científicos investigadores.

En el fondo y simplificando las intenciones de Merkel, estamos ante una propuesta de neocolonialismo puro y duro del centro hacia la periferia, una forma de pax germánica concluída la conquista de la eurozona. A cambio de seguir en la moneda del imperio tendremos que malvender las joyas de la abuela y las mejores de la corona y después pasaremos a ser trabajadores baratos en las colonias. Suena feo la verdad pero dado que llevamos años vomitando de vértigo al borde del abismo, lo normal es que nos veamos obligados a aceptar nuestra triste condición de periféricos esclavos. Como muy bien señalaron en sendos artículos bajo el mismo tema, Slavoj Zizek y José María Ridao, vivimos en un permanente estado de excepción económica que ha llegado a justificar la caída de gobiernos legítimos emanados de las urnas en Grecia e Italia para ser sustituidos por ejecutivos tecnócratas que como hemos podido observar tampoco son capaces de salir del marasmo en que nos tiene inmersos esta crisis. Pero en aquellos países donde el cambio de gobierno se ha solventado en las urnas, como es el caso de Portugal o España, los nuevos gobenantes actúan como autómatas deterministas al dictado de la tecnocracia imperante desde Berlín vía Bruselas. Y volviendo a las paradojas de este drama continental algunos se empeñan en que se nos olvide que el gran préstamo para Atenas se utiliza para cancelar la deuda griega con los grandes bancos franceses y alemanes o que la financiación pública para ayudar a la banca española a limpiar sus cimientos de basura inmobiliaria está resultando un excelente negocio para esos mismos bancos alemanes que reciben préstamos al 1% y prestan al 8%.

Enfrente, quitando los planteamientos iniciales de reeqiilibrio del eje franco-alemán por parte del presidente Hollande, lo único que ha habido es indignación sin encauzar, ciudadanos desesperados manifestando su confusión, simplemente una negativa generalizada a que se desmonte el Estado de bienestar. Ni una idea, ni una propuesta. Deberíamos tomar conciencia de que periféricos somos todos, sobre todo, cuando alguien ha decidido convertirse en el centro del universo Europa. La batalla se ha desencadenado cuando alguien ya se pensaba triunfadora, pero las urnas, la bendita democracia parecen haber torcido el destino de la Unión. Sigamos confiando, pues, en más democracia y más Europa para salir del estado de excepción económica.

null

El new deal europeo o de cómo crecer austeramente

El triunfo de François Hollande en las elecciones presidenciales francesas a hecho correr por Europa la especie de falso debate entre los defensores de la austeridad y los partidarios del crecimiento economico. Como si una cosa estuviera reñida con la otra, cuando realmente una es condición para la otra o ambas son simbiosis de la buena praxis de la gobernanza. Cierto es que la politica impulsada por la Canciller alemana Angela Merkel y seguida a pies juntillas por el expresidente galo, Nicolás Sarkozy de ajustes presupuestarios, a base de recortes sociales para alcanzar el sagrado totem del déficit cero, han provocado un movimiento pendular hacia el lado de las propuestas de inversión para fomentar el crecimiento. Un péndulo más movido por los ciudadanos a la hora de votar, que por las propias propuestas de los socialdemócratas con proyectos alternativos a los de los conservadores. La crítica de la izquierda en una Europa de nuevo en recesión y sus vagos guiños de esperanza al electorado, han sido suficientes para empezar a desalojar a la derecha gobernante.

Pero de momento, más que por una alternativa, por lo que la gente ha apostado es por la alternancia a ciegas. Los europeos, elección tras elección, estamos convirtiendo la política en una suerte de batidora que tritura a todo gobernante que ha tratado de gestionar la crisis, más allá de su color ideológico o de la fortaleza de sus líderes. BrownPapandreuBerlusconi, SócratesZapateroCowen,Rutter, Sarkozy y previsiblemente Merkel que lleva un rosario de derrotas en elecciones en los länder, han engrosado la larga lista de políticos engullidos por la vertiginosa marcha que ha impuesto la crisis. Superar un mandato, el mínimo de cuatro anos, se ha convertido en el plazo de quita y pon a que estamos sometiendo el ritmo de decisiones políticas. Tal estress, aunque resulta lógico dada la ineptitudo de todos ellos para enfrentarse a los problemas, no parece el clima más adecuado para llevar a cabo un programa de medidas solvente con proyección a medio plazo. Queremos soluciones y las queremos ya, sin pensar que probablemente las soluciones solo vendrán del cambio de modelo y para ello se precisa reflexión, ideas y tiempo para que funcionen.

null

Ese es el camino del new deal europeo, una nueva era del viejo continente que debe rejuvenecerse en todo. Los requisitos que señalan aquellos que aún se dedican al desprestigiado oficio de pensar en Europa, establecen una serie de premisas para empezar a transitarlo. Los principales think tank europeos  han propuesto un decálogo para salir de esta crisis sistemica. A saber:

1. Compromiso: sin una apuesta decidida de pueblos y gobernantes para salir adelante, sin un nuevo contrato social entre todos, no hay futuro. El espacio europeo primero tiene que ser creíble y para eso tenemos que creernoslo los europeos, sentirlo y desearlo. Solo de esa pasion útil surgirá la defensa de Europa como algo propio.

2. Sacrificio: la construcción europea se basa en la cesión y en el sacrificio de todos para todos. La cultura del esfuerzo debe ser proporcionada, una forma de ser de la Unión tan imprescindible para evitar agravios comparativos dentro, como para ser tomados en serio por las potencias internacionales y no ser vistos como el club de los ricos ociosos del mundo.

3. Colaboración: abrir fronteras, posibilitar el movimiento de mercancias, capitales y personas, dotarnos de instituciones y monedas propias ha supuesto una ingente tarea política de más de medio siglo. Debemos preguntarnos cada uno de los ciudadanos europeos si estamos aprovechando esa maravillosa oportunidad que hemos sido capaces de proporcionarnos. Las posibilidades de colaboración entre empresas, entidades locales e individuos son aun enormes y porqué no hemos puesto en valor ni un 10 por ciento de sus posibilidades, segun los estudios de la Comisión Europea.

4. Juventud: los principales cambios de era en Europa los han liderado los jóvenes, siempre han actuado de vanguardia política, artística o científica. Darles el protagonismo que requieren y un futuro esperanzador es un requisito imprescindible para nuestra supervivencia.

5. Educación: solo creceremos si formamos mejor a las generaciones futuras. Nuestros centros educativos desde primaria a secundaria y, de forma muy especial, universitaria, son el eje del valor añadido del proyecto europeísta. Debemos aspirar a la excelencia educativa y volver a ser referente mundial de pensamiento.

6. Innovación: nuestros productos y servicios pueden diferenciarse por sus procesos innovadores y de investigación, distinguiéndose de competidores mundiales cuantitativos y de bajo coste. No debemos aspirar a convertirnos en un espacio de reducción de precios y de derechos como si fueramos un país emergente.

7. Solidaridad: somos más de 500 millones de habitantes con iguales derechos y debemos serlo con las mismas oportunidades. Consolidar y no perder el carácter social de Europa es una necesidad para seguir gozando del mayor espacio de paz y seguridad mundial.

8. Democracia: la transparencia y el ejercicio participativo de nuestras sociedades es un requisito básico para que los ciudadanos se sientan parte de un todo. No somos un colectivo dirigido a un objetivo ciego, con una meta de crecimiento planificado, somos un conjunto de pueblos diferenciados, con diversidad de culturas que deben ser respetadas siempre, aunque nuestros ritmos sean mas lentos de lo deseable.

Y llegamos al corolario que hoy centra el debate:

9. Austeridad: no gastar lo que no se tiene, realizar previsiones ajustadas de ingresos y gastos, llevar a cabo una gestión pública fiscalizada y con un correcto plan de prioridades, debe ser un forma de ser que no puede verse alterado por los vaivenes de los ciclos económicos.

10. Crecimiento: ese ansiado afán de toda sociedad que significa traducir los incrementos del PIB en riqueza y desarrollo social, solo puede venir de la aplicación de los nueve anteriores puntos de este decálogo. No existen recetas o medidas mágicas, que tornen la recesión en crecimiento por el mero hecho de poner en marcha una serie de cortoplacistas medidas reactivadoras. No hay otro plan Marshall para Europa que pueda servir, porque ni hemos vivido otra guerra, ni EE.UU. nos tienen que salvar. La solución está en nosotros, la solución es Europa.

null

¿Cuál es la agenda europea del presidente Hollande? Un nuevo plan Marshall para la Unión

La elección de François Hollande como presidente de Francia ha significado un soplo de aire fresco para toda Europa, tal vez más por la novedad del personaje y la necesidad de reequilibrar el eje franco-alemán, que por las realidades del programa del socialista galo que ofrece pocas pistas de sus intenciones.  Sabido es que la esperanza tiene la fuerza de la naturaleza conservacionista y que nos aferramos al optimismo del futuro aunque esté basado en el desconocimiento, pero también es cierto que en muchas ocasiones son esos deseos los que como un movimiento inercial son capaces de cambiar la realidad. El hombre “normal” Hollande, sustituye al fracaso de un Sarkozy tan grandilocuente como ineficaz para contraponer y negociar un modelo de la Unión al rostro de la austeridad que representa la canciller Angela Merkel.  Es precisamente la capacidad de Hollande de aportar una mirada nueva, con nuevas ideas que puedan provocar un cambio de enfoque en las políticas comunitarias la gran incógnita en torno al personaje. Tal vez vive Europa el mismo momento de expectativa que produjo en el mundo la llegada a la Casa Blanca de Barak Obama en el caso del nuevo inquilino del Palacio del Elíseo.

De todas las medidas que se esperan de Hollande, sin duda, la más importante sería la incorporación al pacto fiscal parido por el dúo “Merkozy” de un capítulo dedicado al crecimiento. Ese tratado que desde su nacimiento los propios miembros del Partido Socialista francés a menudo llaman el “tratado de austeridad”, parece que tiene los días contados, pero la realidad es que durante sus siete meses de campaña, Hollande ha mantenido la ambigüedad sobre el verdadero significado del ansiado nuevo “Plan Marshall”. Las ideas que ha incluido en su discurso, tan ambiguas como vagas, se han referido al refuerzo del papel del Banco Europeo de Inversiones y la creación de “eurobonos” como respaldado fundamental para estabilizar la deuda de los Estados de la zona euro y para financiar proyectos a gran escala de infraestructura. Es evidente que realizar un planteamiento poskeynesiano en un escenario de crisis sistémica como la que asola Europa no es tarea fácil y de ahí que Hollande haya encargado un memorando sobre el crecimiento que están preparando actualmente las principales personalidades socialistas francesas, entre ellos Elisabeth Guigou (ex asesora de asuntos de la UE del presidente François Mitterrand) y diputados del Parlamento Europeo como Catherine Trautmann y Pervenche Berès. Un documento que servirá de base a la discusión que centrará la próxima cumbre los Jefes de Gobierno en junio.

null

Pero antes, la cita previa de Merkel y Hollande resultará clave para esta estrategia de renegociación, pieza central de la campaña del nuevo presidente francés para la “reorientación de Europa”.  Sin embargo, este new deal europeista no ha no ha sido bien recibido por Berlín. “Nosotros en Alemania somos de la opinión, y yo también personalmente, que el pacto fiscal no es negociable. Se ha negociado y ha sido firmado por 25 países “, anticipaba en su línea inmovilista Angela Merkel, al día siguiente de conocer la derrota de su inseparable pareja del baile de la crisis, Nicolás Sarkozy. Con todo, los dos líderes también han llevado a cabo gestos conciliatorios, mientras Merkel respaldaba al presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en su llamada a un “pacto de crecimiento”, Hollande a medida que veía más cerca su victoria electoral ha ido suavizando su posición y ha omitido hablar de la reforma del Banco Central Europeo, en función de la audiencia que le escuchaba, especialmente durante una visita en diciembre a Alemania y en la presentación de sus demandas de reforma de la UE a la prensa internacional, recientemente, el 25 de abril. Probablemente en este ejercicio de equilibrio entre los dos mandatarios resida la clave del futuro de la Unión Europea. Es evidente que Alemania, dados sus dramáticos antecedentes, no cederán en su obsesión en el papel del Banco Central Europeo como garante de la lucha contra la inflación o los equilibrios presupuestarios de los distintos gobiernos europeos. La base del tratado fiscal no parece alterable – solo Irlanda está pendiente de la celebración de un referéndum sobre el texto el 31 de mayo está pendiente de ratificarlo -, pero de la misma forma la necesidad de incorporar medidas de reactivación económica se ha convertido ya en una reclamación general de las principales economías del continente que sufren la recesión en parte motivada por las duras recetas de austeridad.

El programa de Hollande es igualmente vago al referirse al presupuesto de la UE para el período 2014-2020. La dimensión de las aportaciones de los socios al conjunto de la Unión se convertirá en el debate central el próximo año y afecta de manera fundamental a la construcción institucional europea y también al previsible proyecto de inversiones para reanimar el crecimiento económico. A pesar de que el líder galo ha manifestado su deseo de incrementar las aportaciones para poder financiar “grandes proyectos orientados hacia el futuro”, la realidad es que el compromiso no ha pasado de ser genérico y verbal. En plena reforma de la Política Agrícola Común, el portavoz de Hollande Stéphane Foll siguiendo la tradicional defensa francesa de las ayudas al sector, señaló que quería un “presupuesto ambicioso”, pero eso no significaba la cobertura de financiación “hasta el último euro”, tal y como Nicolas Sarkozy, se había en comprometido previamente en campaña. Otra diferencia respecto a su antecesor conservador radica en la posición respecto a la política regional. Francia ha sido tradicionalmente ha desdeñado las políticas de apoyo a las regiones, sin embargo, este pilar redistributivo de la UE es probable que encuentre más apoyo en Hollande, dado que prácticamente todos los gobiernos regionales francese, con la excepción de Alsacia, están dirigidos por socialistas. Él ya se ha comprometido a dar a las regiones un papel más importante en la gestión de los fondos de la UE.

Un tema en el que pueden converger como nunca hasta ahora el eje franco-alemán es en materia energética. Hollande se ha comprometido a reducir la dependencia de Francia de la energía nuclear, pasando del actual nivel de uso eléctrico de esta fuente del 75% actual al 50% en 2025. Esto implicaría grandes inversiones en energías renovables, que podrían ser financiados por los bonos del Banco Europeo de Inversiones que él propugna y que cuenta con el beneplácito germano. Demasiadas esperanzas puestas en el cambio político vivido en Francia el pasado domingo y demasiadas incógnitas en torno al programa socialista y al personaje que debe implementarlas. Deberíamos rebajar las ansiedades y ser conscientes de los plazos para la toma de decisiones a 27. Además, Hollande tiene a escasas semanas vista las elecciones legislativas francesas donde está obligado a aprovechar la circunstancia del declive del centroderecha para reforzar su acción de gobierno con una mayoría sólida en la Asamblea Nacional. Su partner alemán, Angela Merkel, se enfrenta a un rosario, sino calvario, de comicios regionales en los länder federales donde la CDU está viendo mermado su apoyo electoral y en octubre de 2013 tendrán lugar las elecciones federales al Bundestag. Hasta entonces me temo que el programa de medidas no caminará al ritmo que la calle desea.

Que Europa empezará en el próximo semestre a perfilar el plan de reconstrucción económica para hacer frente a la recesión, parece ya una realidad innegable. La fisonomía del plan, las cuantía de sus ayudas y los Estados a los que afectará en mayor medida, aún estamos lejanos a conocer su definición. Me aventuro a pensar que países del Este, con Polonia como gran protagonista y, los Estados de los Balcanes, sobre todo, cuando se produzca la incorporación de Serbia – que supondrá la entrada de cerca de 10 millones más de habitantes, junto a los 4 millones de Croacia que será miembro de pleno derecho en enero de 2013 – capitalizarán gran parte de la reconstrucción de la demanda interna de la eurozona. Supongo que pensar que Italia vaya ser ajena a este proceso es ridículo, los italianos siempre han sabido colocarse el lugar adecuado en el momento idóneo, para no perderse las oportunidades que la historia les ha brindado. Fueran quedarán las pig-nations, aquellos que han rebasado la barrera del sonido y no son creíbles ni en los mercados, ni entre sus socios comunitarios.Grecia al frente, con Portugal siguiendo sus pasos de caos social y económico, no cuentan ni siquiera en el contexto de reparación de lo demolido por la crisis. YEspaña, es la gran incógnita. Su incapacidad para acometer en tres años un presentable saneamiento de sus sistema financiero, le incapacita hoy por hoy, para ser beneficiario de la flexibilidad de la Unión y de sus ayudas. El ladrillo sigue pesando demasiado en los pasivos de la banca española y en el altísimo endeudamiento privado de su economía. A este paso, por mucho que tratemos de hacer un remake del clásico de Berlanga, nos volveremos a quedar pasmados al paso de Mister Marshall y algún gobernante al estilo de Pepe Isbert deberá darnos una explicación porque nos la debe.

null

Cómo crecer en una Europa donde hay 1,6 millones de puestos de trabajo vacantes y 4 millones de empresas cierran siendo viables

Bajo el muy ambicioso título de “Soluciones para el crecimiento” se ha celebrado en Bruselas el encuentro anual “European Business Summit” que reúne, además de lo más granado de las autoridades políticas de las instituciones europeas – con Van Rompuy y Barroso a la cabeza – y a 1.000 líderes empresariales de la UE y en el que he tenido la oportunidad de participar. El hecho de que se haya puesto el acento en el crecimiento nos habla del clima de rebelión a bordo que se vive contra las políticas monotemáticas de ajuste y austeridad que impone la canciller alemana Angela Merkel al conjunto de los Estados de la Unión. La feroz crisis mutante que afecta a Europa ha tocado fondo estructural al entrar en recesión economías como la española o la del Reino Unido y seguir poniendo únicamente el foco en los desequilibrios presupuestarios públicos, la deuda pública o la de las entidades financieras está dejando desarbolada el sustrato base de la economía productiva, la que generan las pequeñas y medianas empresas que constituyen el 80% de la actividad de la eurozona. Estranguladas por la falta de liquidez, por la caída de los pedidos basados en inversiones o servicios públicos y deprimidos por el descenso creciente del consumo privado, las empresas claman ya por un cambio de políticas, por un golpe de timón que ha encontrado momento y personaje simbólico, tras la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas del 6 de mayo.

En la apertura del foro empresarial, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, anunció la celebración de una cena informal con los jefes de gobierno de los 27 para discutir con ellos iniciativas para el crecimiento con anterioridad a la celebración de la Cumbre de junio en Bruselas. Según el político belga, el crecimiento es en estos momentos la máxima prioridad de Europa y cifra el escenario 2014 a 2020 como decisivo para ver los resultados de esa nueva política expansiva que precisamos. Un dato revelador lanzado por el máximo responsable comunitario es que incluso si establecemos el tope de aportación de los Estados miembros a la Unión en el 1% del PIB, generaremos un billón de euros que deberían ser claves para contribuir a esas políticas que generen crecimiento. Si hemos sido capaces de poner en marcha un programa Erasmus con mucho menos inversión, que ha promovido una movilidad de los estudios de 2,3 millones de europeos en los 22 años de su existencia, deberíamos de ser capaces también de lanzar un modelo similar en el ámbito laboral. Un Erasmus para el trabajo sería el gran objetivo, sobre todo, si tenemos en cuenta el dato aportado por la Comisión Europea de que en estos momentos 1,6 millones de puestos de trabajo en Europa se encuentran vacantes por falta de herramientas de gestión de colocación coordinadas entre los Estados miembros o por incapacidad para ajustar la oferta a la demanda. Factores como la educación en idiomas y la homologación de titulaciones son las principales trabas para resolver por un lado el drama del paro para muchos jóvenes y por otro de muchas empresas que desaprovechan oportunidades de negocio por no contar con el recurso humano necesario.

null

Estos son los verdaderos desajustes de la economía europea, más allá de determinados desmanes presupuestarios que deben pasar al control riguroso de las cuentas. El rigor y la lógica austeridad no son virtudes de las que hacer gala en periodo de vacas flacas y olvidar en la opulencia, son sencillamente comportamientos éticos y obligaciones marcadas por el sentido común que debe regir la gobernanza tanto pública como privada. Parece evidente que mucho más grave que un Estado se desvíe en su déficit público un 1% de su PIB es el hecho de que más de 4 millones de empresas cierren en Europa siendo claramente viables en su actividad y funcionamiento, porque no son capaces de transferir su negocio, es decir, de establecer alianzas de colaboración para captar nuevos mercados o vender su conocimiento a empresas que tienen canales de distribución más amplios. Para quien quiera escucharlo, en Europa tenemos un problema de falta de eficacia, no tanto en los esquemas productivos o de competitividad, sino en las herramientas o habilidades puestas en común. La unidad económica ha dado importantes frutos comerciales, pero no nos ha inculcado una nueva cultura colaborativa entre empresas de distintos Estados y con distintos mercados, ni nos ha transferido la necesaria movilidad profesional de nuestra mano de obra. No es cierto que nuestro principal problema sea de costes laborales, ni tampoco de investigación o innovación. Europa sigue siendo el espacio del mundo donde más se invierte en I+D+i y ello supone que somos los más capaces para vender productos de alta gama. Ese es nuestro espacio de competitividad, el problema es que seguimos haciendo cada uno la guerra por nuestra cuenta.

Es imprescindible un acuerdo entre la estabilidad fiscal y la inversión para el crecimiento. No sé si será a Hollande si llega a ser presidente de la República al que le tocará bailar con la más fea – y que nadie piense que me refiero a Merkel porque no me permito expresiones de carácter tan machista -. Me refiero al difícil balanceo en el eje franco-alemán, entre las pulsiones de las autoridades alemanas, tanto políticas como económicas, que pueden poner el énfasis en la austeridad porque su país aún sigue creciendo y una amplia mayoría de europeos que ver cercenados sus derechos sociales mientras sus posibilidades de vivir con un trabajo digno son cada vez más remotas. Y una buena forma de salirse de la melé de posiciones tan encontradas sería poner el énfasis en los otros ajustes que mencionaba con anterioridad. Ajustar nuestros mercados, hacerlos más eficaces, especialmente el del recurso humano, el principal de nuestros recursos. Olvidar por un solo minuto, siquiera por un día, a la prima de riesgo y las cotizaciones bursátiles, dejar de lado por un lapso inconsciente el vil metal, las decisiones puramente monetarias y pensar en los problemas de fondo de nuestras empresas y nuestros trabajadores. Pensar en porqué no vendemos más y porqué no empleamos más trabajadores. Pensar en definitiva en porqué no sumamos más siendo 500 millones de ciudadanos con una alta formación y unas instituciones mucho más consolidadas que la mayoría de nuestros entornos mundiales. Ese diálogo europeo se produce solo en los despachos de Bruselas, se estudia solo en las mesas de los funcionarios comunitarios, denostados injustamente, porque a su manera demasiado cicatera y sumisa a los poderes políticos estatales, vienen escribiendo y diciendo soto voce a quien quiera leerlos y escucharlos, que tenemos que invertir más en colaborar, ser más europeos y sumar más. Y lo dicen además, desde la puesta en valor de la riqueza diferencial, desde el poderío identitario local puesto en común y siguen siendo las estructuras cada vez más virtuales de los Estados heredados de la II Guerra Mundial las que impiden una construcción más cohesionada de Europa.

Si no somos capaces de realizar este auténtico esfuerzo de construcción europea vencerán poco a poco las posiciones neopopulistas que crecen por doquier en Europa. El domingo pasado Marine Le Pen y su Frente Nacional se asomaban al 20% de votos en las elecciones francesas y un día después la ultraderecha holandesa obligaba a dimitir al gobierno de su país y conovocar elecciones. No quieren tomar la sociedad, no son revolucionarios, solo son antosistemas dentro del sistema, que quieren tener la llave del poder, las minorías de bloqueo y basan su discurso ya no euroescéptico sino eurfóbico en el descontento de la sociedad, sobre todo clases bajas populares y jóvenes, con una Europa que no aporta las ventajas que de ella esperaban y que solo les habla de crisis y de recortes. Para eso mejor transitar solos por la vida, sería el mensaje simplón que los ultras cada vez más desideologizados proclaman. Si juntos en Europa solo recibimos intervenciones que socavan nuestros derechos, preferimos envolvernos en nuestras viejas banderas guerreras y hacer la guerra por nuestra cuenta. El resultado, volver la vista atrás más de 60 años y encontrarnos en los campos de batalla que en cementerios de armas recorre nuestra historia y nuestras poblaciones. A esos discursos xenófobos y aislacionistas solo se les puede combatir con más democracia y con más eficacia en las políticas comunes, una receta fundadora de la Unión que los líderes europeos han olvidado en la mesilla de noche.

Tenemos que poner en marcha una “Marea de cambio” en Europa, basada en la generación de crecimiento, reconstruyendo herramientas e inventado nuevos modelos de colaboración público privada y entre empresas. Hemos de ser conscientes que caminamos con una pesada losa producida por nuestra estructura demográfica. Los europeos somos muy viejos en comparación con el resto del mundo y somos los que menos oportunidades concedemos realmente a nuestros jóvenes, porque los puestos de liderazgo y responsabilidad están okupados por auténticos okupas del poder. Nos quedan pocas décadas para no asistir al derrumbe de nuestro mundo, probablemente el plazo de supervivencia y regeneración europea espira ese emblemático 2020 que marca toda la Estrategia de la UE. Por eso no podemos dejar todo en manos de nuestros gobernantes asistiendo inertes a sus decisiones amparados en el silencio de los corderos. La revolución que debe suponer esa marea de cambio es antes individual que colectiva, es un cambio de mentalidad que empieza en los hogares y sigue en las empresas, de ser conscientes de lo que nos jugamos. Más Europa es más futuro, pero para eso cada uno de nosotros tiene que querer entenderlo y ponerse a la tarea, salir del aislamiento acomodado, coger las maletas virtuales de nuestras capacidades y buscarnos un socio europeo para conquistar la esperanza.

null

Unión Europea 2012: perspectivas políticas y económicas

PERSPECTIVAS POLÍTICAS:

El calendario electoral de la Unión Europea el año 2012 vendrá marcado por tres comicios:

  • 15 de enero, elecciones presidenciales en Finlandia.
  • 22 de abril, elecciones presidenciales en Francia.
  • Finales de abril, elecciones legislativas en Grecia.

Queda por saber si el gobierno provisional de Mario Monti en Italia alargará su mandato para efectuar las reformas solicitadas desde Bruselas todo el año 2012 o si por el contrario, concluida su misión especial se convocarán elecciones legislativas para retomar la normalidad política en el país transalpino.

Y sobre todas ellas tendrá enorme significación la contienda electoral en Rusiapara elegir su presidente el 4 de marzo.

Previsiones electorales:

  • Finlandia: Las elecciones presidenciales del próximo 15 de enero se producen a menos de un año de las elecciones legislativas que dieron como resultado la conformación de un gobierno de coalición que tardó dos meses en alcanzarse e integrado por seis partidos políticos. De ahí que la elección del nuevo presidente, que sustituirá a la presidente Tarja Halonense convierta en una auténtica segunda vuelta de los comicios generales. El presidente finlandés constitucionalmente tiene poderes reforzados para materias de Estado, por lo que no resultan en absoluto unas elecciones testimoniales. Será también importante evaluar la capacidad de movilización de la ultraderecha de los Verdaderos Finladeses, cuyo líder Timo Soini fue la gran sorpresa de las legislativas y ahora se presenta a la presidencia para competir con el principal favorito, el ex presidente del gobierno y líder del Partido de Coalición Nacional, Sauli Niinisto, con el permiso del socialdemócrata Paavo Väyrynen.
  • Francia: La principal cita electoral de la Unión tendrá lugar entre abril y mayo – lo normal es que sea precisa la segunda vuelta – para definir el presidente de la República. Una batalla que se dirimirá casi con total seguridad entre Nicolás Sarkozy y Francois Hollande. Los socialistas acaban de llevar a cabo su proceso de primarias, en el que votaron nada menos que 2 millones de personas del que saliço ungido Hollande (ex marido de la anterior candidata socialista Ségolène Royale). Enfrente un sarkozy cuya imagen se ha desgastado estos años de mandato notablemente pero que en los últimos meses, fruto de su protagonismo ante la situación del euro y de la UE ha remontado posiciones en las encuestas. Los sondeos actualmente señalan que Hollande obtendría un 32% de los votos en primera vuelta por un 25,5% de Sarkozy. La clave una vez más estará en las opciones de hacerse con los votos de otros candidatos de cara a la segunda vuelta. En este sentido, parece claro que Hollande contaría con el voto de la izquierda y los del centro que pueda obtener Francois Bayrou (las encuestas le dan un 7%). Por contra Sarkozy podría contar con los votos de los ultraderechistas del Frente Nacional representados por Marine Le Pen (con un 17% en los sondeos).
  • Grecia: Sin fecha aún fijada pero con el escenario de adelanto ya pactado, el país heleno celebrará sus comicios generales a finales de abril o principios de mayo. Todo depende de las negociaciones que el gobierno de Lukás Papademos lleva a cabo sobre la quita de la deuda que obligó a dos rescates de las finanzas públicas griegas. El ejecutivo de unidad conformado por los tres principales partidos deberá concluir su trabajo para lograr la condonación de la mitad de la deuda en manos de banca privada y grandes fondos de inversión. Los sondeos últimos dan una clara ventaja al partido de centro derecha de Antonis Samarás, Nueva Democracia, aunque lejana aún a una mayoría absoluta por lo que lo más previsible es que Grecia deba acudir a fórmulas de coalición o incluso de gobiernos de unidad como el actual.
  • null

PERSPECTIVAS ECONÓMICAS:

Según el último informe de previsiones de la Unión Europea hecho público el pasado 10 de noviembre en Bruselas, el crecimiento de la UE permanecerá prácticamente estancado durante 2012 para empezar a recuperarse lentamente en 2013,  por lo que se prevé que el desempleo se mantenga en los actuales niveles elevados. Los principales indicadores apuntan al estancamiento de la recuperación con posibles riesgos de contracción. En consecuencia, se espera que en 2012 el PIB crezca a un ritmo de tan solo un 0,5% en la UE y la eurozona.

La prolongada incertidumbre en los mercados financieros con respecto a la sostenibilidad de las finanzas públicas en algunas economías de la zona euro y los temores de contagio que afectan a los países de su núcleo duro contribuirán a un crecimiento débil. La debilidad de la economía mundial, y de las economías de algunos de los socios más importantes de la UE, reforzará esta tendencia. El pronóstico asume una recuperación gradual de la confianza en el segundo semestre de 2012, respaldada por la aplicación de medidas políticas que reconduzcan la crisis de la deuda soberana.

Sus principales conclusiones son:

  • Estancamiento de los mercados laborales. Es probable que el desempleo se mantenga en su elevado nivel actual del 9,5%, aunque, también en este caso, la situación variará mucho de un país a otro.
  • Las finanzas públicas en vías de una mejora gradual. Está previsto que en 2012 los déficits se reduzcan hasta situarse justo por debajo del 4% y el 3,5% del PIB en la UE y la eurozona, respectivamente. Según las previsiones, la ratio deuda-PIB alcanzará su nivel máximo en la UE en 2012 (en torno al 85%) para estabilizarse en 2013. En la zona euro, sin embargo, la ratio de la deuda seguirá aumentando ligeramente y rebasará el 90% del PIB en 2012.
  • Inflación por debajo del 2%. El pronóstico indica un descenso de la inflación por debajo del 2% en 2012 debido a la reducción de la presión de los precios de la energía. Está previsto que la debilidad de la actividad económica y la moderación salarial mantengan la inflación bajo control durante el periodo examinado en las previsiones.
  • Se mantiene el riesgo de contracción.Son tres los principales riesgos que pesan sobre la economía de la UE y la eurozona: la prolongada incertidumbre generada por la deuda soberana, la debilidad del sector financiero y la ralentización del comercio mundial. Existe la posibilidad de entrar en una dinámica negativa: la desaceleración del crecimiento podría afectar a los emisores de deuda pública, lo que, a su vez, podría deteriorar la situación del sector financiero, que sería incapaz de apoyar el crecimiento.

En sentido más positivo las previsiones también señalan que si por el contrario, el hecho de que la recuperación de la confianza se produjese antes de lo previsto podría potenciar la inversión y el consumo privado. Es más, la mejora del entorno internacional, si se reanudase por ejemplo el crecimiento mundial, podría dar un nuevo ímpetu a las exportaciones de la UE. Del mismo modo, la bajada de precios de los productos de consumo contribuiría a un consumo más dinámico.

null