El eterno debate entre la Europa federal o la Europa de los Estados

El historiador holandés Luuk Van Middelaar acaba de publicar su libro «El paso hacia Europa», una crónica analítica de la construcción europea que trata de adentrarnos en las procelosas aguas predictivas del camino emprendido por Europa. Este reputado especialista en la historiogría de la Unión, no es evidentemente químicamente puro, pues, su propia posición actual de asesor en el gabinete del presidente delConsejo Europeo, Herman Van Rompuy, delata su querencia hacia la prevalencia de los Estados como fuerza superior en la toma de decisiones de la UE. En todo caso, su pormenorizado relato de lo que nos ha sucedido a los europeos, especialmente en la última década, sirve de perfecto marco para reabrir una vez más el eterno debate entre la concepción federalista o estatista de Europa.

Creo oportuno que los ciudadanos nos preguntemos si somos los europeos un mero aglomerado sumatorio de Naciones-Estado o el inexorable tránsito por la senda de la cesión de soberaníanos conduce hacia una suerte de federalismo inducido. Y lo digo porque de esa reflexión pueden surgir ideas para resolver la mayoría de los grandes retos o problemas a los que nos enfrentamos en este frenético siglo XXI. Del modelo de organización política va a depender en gran medida la manera en que afrontemos cuestiones como la convergencia de Europa conEE.UU., la dependencia energética de nuestros territorios, la capacidad científica e innovadora de nuestras empresas, el grado de cobertura y servicios sociales que podemos darnos o la participación más activa del individuo en las decisiones. Quién lidera y cómo estas políticas va a ser tan determinante a futuro como lo ha sido en toda nuestra historia.

null

Podríamos enfocar el debate desde un punto de vista puramente utópico, preguntándonos por las bondades de uno u otro modelo organizativo y finalmente optar por el más beneficioso. Sin embargo, yo prefiero ser más realista y analizar las circunstancia actual y la razonable evolución a corto y medio plazo del marco legal con el que actualmente contamos en la UE. Frente a los que predican que la fortaleza de la Unión reside exclusivamente en sus instituciones comunes, yo defiendo que lo que nos rige es un complejo entramado de organizaciones públicas de carácter supranacional, estatal, nacional, regional local. Ese conjunto diverso y a veces endiabladamente tortuoso, es el que garantiza el equilibro de identidades, de sensibilidades y de respeto a los intereses particulares que nos unen. Simplificar el edificio solo puede ser fruto de decisiones libres en el seno de cada comunidad y no por imposición desde arriba por una mera visión tecnocrática de la política.

Hoy por hoy vivimos en una Europa gobernada por los Estados y, dentro de ellos, cada cual tiene la organización que democráticamente ha decido darse, de la misma forma que tiene que se perfectamente respetable la decisión de aquella parte de un todo que decide dotarse de independencia o autonomía. Tal es el caso de Escocia en el referéndum pactado con el Reino Unido para octubre de 2014. Por tanto, negar la prevalencia en las decisiones de los MerkelHollandeLettaRajoy… sobre el restos de instituciones y personalidades con responsabilidad sería pueril. Ellos mandan y marcan el rumbo de Europa, pero conviene resaltar que no lo hacen solos, ni dentro, ni fuera de sus Estados. Dentro porque las decisiones en la mayoría de los Estados están más o menos descentralizadas. Y fuera porque han cedido soberanía y deben acatar decisiones de las instituciones supranacionales que nos hemos dado, sea la Comisión o el Parlamento Europeo.

Pero hay algo aún más trascendente en ese dibujo de la toma de decisiones cruzadas. El acerbo comunitario, ese palabro de los burócratas de Bruselas, expresa perfectamente el nexo de unión real entre los Estados miembros. La negociación continua de todo entre todos, es la clave que sustenta los avances de la Unión. El fracaso de la tentativa de sacar adelante el proyecto de Constitución europea debería haber saciado los ímpetus federalistas europeos por alejados de la realidad, pero rebrotan cíclicamente cada vez que la idea de Europa parece entrar en crisis como si se tratara de una especie de panacea universal. Por otra parte, el vigente Tratado de Lisboa no ha dotado de piezas institucionales y mejoras en el funcionamiento orgsnizativo de la UE que no deberíamos minusvalorar. El Consejo sigue rigiendo las grandes decisiones políticas, pero el peso del Parlamento es cada vez más decisivo. Un peso que en las próximas elecciones de mayo de 2014 cobra una relevancia histórica, por cuanto, serán esos eurodiputados electos y no los gobiernos, quienes eleijan al presidente de la Comisión y a su Colegio de Comisarios. De ellos dependerá su nombramiento como su control legislativo y ejecutivo y, como no, su cese. Parece evidente que eurodiputados y comisarios tendrán mucha más vida propia que en la actualidad.

En resumen, caminamos por la Europa de los Estados, pero el peso de la negociación conjunta y de las instituciones comunes es cada vez mayor, como no puede ser de otra forma, en un espacio con una moneda común y a las puertas de una autoridad bancaria única. La máxima jesuítica de que en tiemos de mudanza no aplicar grandes reformas, sería perfectamente aplicable al periodo convulso de crisis económica que estamos intentando superar. El mundo global en el que nos movemos, con sus mercados financieros incontrolables, prima la seguridad y la confianza. Una Europa fuerte hoy es una Europa donde manden los Estados más fuertes y que garanticen ante el mundo la firme decisión de seguir construyendo proyecto europeo. Una declaración en este sentido, de la Canciller Merkel, tiene mucho más valor que cien de los presidentes Van Rompuy o Barroso. Se que suena crudo, pero necesitamos en Europa altas dosis de realismo para salir adelante. Aprovechemos al máximo las herramientas comunes que tenemos, negociemos hasta la saciedad desde el respeto mutuo entre los 28 y demostremos al mundo que hacia fuera somos una ides común y una voz única.

null

Hablemos de elecciones europeas o de cómo centrar el debate en Europa

Conviene advertir a tiempo a los ciudadanos europeos de lo mucho que se juegan en los próximos comicios europeos de mayo de 2014. De otra forma podemos encontrarnos a la vuelta de seis meses con la desagradable sorpresa de hacer depender las decisiones más importantes para el futuro de Europa de una insoportable retahíla de minorías populistas. Es mucho lo que nos jugamos en esas elecciones como para permitir que una escasa participación y el creciente euroescepticismo se hagan con el poder en la eurocámara. De ahí que resulte fundamental fomentar el debate sobre la Unión, sobre los problemas que la crisis económica nos ha deparado, de la falta de liderazgos, de los nuevos retos de la construcción europea o del papel a jugar por la UE en el escenario internacional. Necesitamos grandes debates de los que surjan grandes ideas para afrontar una legislatura que puede resultar decisiva en la suerte del proyecto europeísta. Aunque mucho me temo que en el caso español, las cuitas patrias centradas en el ventilador de la corrupción invadirá todo en los escasos quince días que hablaremos de Europa. Si no somos capaces de hacer una adecuada traducción de los problemas nacionales en el contexto global de la Unión, el resultado electoral puede abocarnos al fracaso general.

Para poner en dimensión real la trascendencia de las elecciones europeas de mayo, baste con decir que los eurodiputados por primera vez en la historia de la UE serán los responsables de elegir al presidente o presidenta de la Comisión Europea. Es decir, que el jefe del Ejecutivo comunitario ya no será monodependiente de los presidentes de gobierno de los Estados miembros, sino de los representantes electos del debate europeo. Esta grado de autonomía conferirá a la Comisión un carácter diferenciador, como lo hará al propio Parlamento que será el único capaz de cesar al colegio de comisarios. Qué comportamiento tendrán ambas instituciones a raíz del juego que les transfirió elTratado de Lisboa, es una absoluta incógnita y en gran medida dependerá como es obvio de la configuración política de los grupos que conformen la nueva eurocámara. Lo cierto es que si no ejercemos nuestro derecho al voto difícilmente podremos seguir recurriendo a la cantinela de la falta de representatividad del gobierno de Bruselas. Por ello va a resultar de gran trascendencia la configuración de las listas electorales. Hasta ahora el Parlamento Europeo se había convertido en una suerte de cementerio de elefantes políticos o el último destino de políticos de recorrido nacional a los que se les daba un premio postrero en forma de suculenta retribución y escasa responsabilidad. La última legislatura con la mayoría reforzada en muchas de las decisiones decisivas de la UE, han convertido al Parlamento europeo en un escenario de creciente relevancia.

null

Indudablemente, de la composición de esas listas electorales y de la importancia de sus líderes va a depender en gran medida la trascendencia del debate. En este sentido, los dos grupos que conforman el bipartidismo europeo y nacional en la mayoría de los Estados miembros, el Popular y el Socialista, han tocado a rebato a sus formaciones estatales para que concedan la máxima trascendencia a las elecciones europeas. Se trataría de no perder el control de la eurocámara en unos comicios en los que está en juego la gobernabilidad del día a día de la Unión. De la misma forma, será fundamenta la nominación de los posibles candidatos a presidente de la Comisión. Una primera cuestión que se pondrá encima de la mesa es el nivel político de los mismos. Lo lógico es que se trate de personalidades que están ejerciendo actualmente su labor en las instituciones de Bruselas y que no tienen porqué ser eurodiputados. Teniendo en cuenta la existencia del Consejo Europeo, no parecería lógico que se busquen grandes pesos pesados de la política de los Estados, algo que ha sido la costumbre cuando los que elegían al presidente de la Comisión eran los presidentes de Gobierno. De ahí la elección para el cargo de ex primeros ministros como JacquesSanter, Romano Prodi o José Manuel Barroso en ocasiones anteriores.

Entre los nombres de los candidatos que se escuchan en los corrillos políticos de Bruselas destacan los de el alemán Martin Schultz, el actual presidente socialdemócrata del Parlamento Europeo; el francés Michel Barnier, comisario del Mercado Interior o el de la luxemburguesa Viviane Reding, vicepresidente de la Comisión y titular de Justicia. A ellos pueden añadirse una pléyade de personajes y personajillos de todos los colores y condiciones, en función de la representación que alcancen las minorías de bloqueo en la eurocámara. En este sentido, los últimos sondeos hablan de que los partidos verdes, de ultraderecha y ultraizquierda y movimientos antisistema y antieuropeistas, pueden alcanzar sumando todos sus escaños más del 30% del total, convirtiéndose así en una especie de bisagra múltiple para las políticas europeas. No obstante, no parece que puedan condicionar la elección del presidente de la Comisión y de su colegio de comisarios, ya que para dicha trascendente decisión si fuera necesario se acudiría a un acuerdo estilo gran coalición entre el Grupo Popular y el Grupo Socialista en lo que podría ser el inicio de una intensa labor de colaboración en la legislatura. No sería, pues, de extrañar que unos pobres resultados de las dos grandes formaciones políticas europeas obligue al acuerdo entre ambas en los temas fundamentales para minorar el protagonismo de las posiciones más radicales.

Respecto a los temas que pueden situar el debate europeo en el centro de la atención ciudadana, no cabe duda que si algo preocupa a los europeos con mayores o menores niveles de incidencia, es el empleo juvenil. En un continente cuya principal enfermedad consiste en padecer una demografía envejecida, el futuro incierto de unos jóvenes cada día con más dificultades para encontrar empleo debe convertirse en el foco de propuestas en las elecciones europeas. Si fuéramos capaces de convencer a nuestros jóvenes de que Europa es la oportunidad y no el problema, habríamos ganado de golpe el desafío que los euroescépticos lanzan hoy día a la Unión.  El desempleo juvenil en la Europa de los 28 gira en torno al 15% para menores de 35 años y se incrementa hasta un 22% para menores de 25. EspañaGrecia y Croacia se sitúan claramente por encima de la media superando en el caso de España el 52%. Otro dato destacable es que el 19% de los jóvenes desempleados llevan entre 1 y 2 años en paro. Asimismo,  la tasa de emancipación en Europa de jóvenes entre 25 y 34 es del 74%. Francia y Bélgica tienen las tasas más elevadas, mientras queEslovenia, Grecia, MaltaPortugalItalia y España se sitúan muy por debajo de la media, en el caso de España del 64%. No sé si necesitamos más ratios alarmantes para darnos cuenta de que vivimos en una auténtica emergencia social que precisan medidas de inmediato para conceder el derecho de un futuro digno en nuestro espacio común a los jóvenes.

Vivimos los europeo la paradoja de haber sido capaces de crear el mayor mercado interior comercial y de consumo del mundo, con más de 500 millones de personas y una moneda única para buena parte de ellos y, por contra, capaz de condenar a sus jóvenes al desempleo. Esta es la triste realidad del fracaso de un proyecto que si no es capaz de poner en marcha herramientas de fomento del empleo, perderá su identidad en menos de una década. No podemos convertirnos en el museo de mayores privilegiados del mundo occidental. Eso nos relega a un segundo plano y, en el fondo, a renunciar a los derechos que hemos enarbolado siempre como hecho diferencial europeo. Toda nuestra arquitectura social depende de que seamos capaces de garantizar un futuro digno a nuestros hijos. Las próximas elecciones europeas son el mejor escenario para centrar el debate de la creación de empleo. Antes que más o menos competitivos, más o menos innovadores y más o menos formados, debemos evitar perder generaciones de jóvenes abocados hoy a la frustración y el desencanto. Está claro que nuestros líderes nacionales no son capaces de resolver el problema, tal vez la suma de ideas y voluntades en el espacio común, sea la única salida que tenemos aún para paliar este drama continental. Aprovechemos las elecciones europeas para abrir un gran debate sobre el empleo juvenil, pero no dejemos la labor exclusivamente en manos de la clase política, contribuyamos todos empezando por los medios de comunicación, las redes sociales y las conversaciones privadas. La labor es de todos si queremos tener futuro.

null

Europa dice adiós a la recesión pero no sabe dar la bienvenida a la recuperación

El Consejo Europeo de otoño ha visualizado una especie de stand by en la política comunitaria. Por una lado ha servido para oficializar la salida de la recesión de la zona euro, a la vez que los jefes de gobierno de los 28 daban claras muestras de ser hoy por hoy incapaces de poner en marcha un plan de recuperación que introduzca a la UE de nuevo en la senda del crecimiento económico sostenido. Tal vez por ello han dedicado su doble jornada en Bruselas a cuchichear sobre los chismorreos que el espionaje desleal de EE.UU. para con su aliados puede contener. Merkel, la única líder europea que ha superado la revalida de las urnas de la crisis en las recientes elecciones alemanas, se ha encargado de interpretar el papel de la indignada oficial. Dado que no tenemos nada que ofrecer a nuestros ciudadanos, aunque todos somos conscientes de la existencia de la “inteligencia cloaquera” de los Estados, nos hacemos los ofendidos para pasar página hasta que se nos ocurra algo que hacer con los millones de parados que Europa acumula. En todo caso, ha quedado evidenciado que el calendario 2014 marca parón en la construcción europea. Primero porque todo está pendiente del nuevo examen a las entidades bancarias para saber si el sistema financiero europeo está definitivamente sano y, en segundo lugar, porque las elecciones europeas del próximo mayo se acercan con un mar de incógnitas a su alrededor.

En la antesala del Consejo Europeo nos encontramos con las voces y los sus ecos de diversos entusiastas de la supuesta recuperación económica. EmilioBotín, presidente del Banco Santander hablaba desde Nueva York del “momento fantástico que vive España, porque todo el mundo tiene interés de invertir en España y llega dinero de todas partes”. Es evidente que el banquero ve la realidad desde su particular prisma de rico muy rico, de forma muy similar a cuando en 2009 ante los primeros síntomas de la crisis, la definió como “un catarro pasajero como el pasan los niños”. Lo que para Botín es inversión, para muchos otros no es más que especulación y buitreo sobre activos a precio de saldos. Es una cuestión de apreciación de la realidad o lo que es lo mismo de como le va el baile a cada uno. A unos pocos esta crisis les ha servido para enriquecerse más aun de lo que lo estaban antes de producirse y a muchos para empobrecerse, ensanchándose la brecha de desigualdad. Conviene recordar que el propio Botín hace escasos cinco años se vio afectado por la bancarrota de Lehman Brothers, hasta septiembre de 2008 el cuarto mayor banco de inversión de Estados Unidos, y el fraude de más de 50.000 millones de dólares de BernardMadoff han sido “dos de los máximos exponentes” de la crisis financiera, según laCNMV. La quiebra de Lehman Brothers tuvo un “importante” alcance en España, al afectar a más de 11.000 clientes por un importe total de 1.148 millones de euros. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha revelado los datos ofrecidos por 20 entidades de crédito sobre el impacto de la quiebra del gigante financiero estadounidense. El 75% del importe total fue comercializado por cinco entidades y se refería a 314 emisiones. Los inversores afectados presentaron 733 reclamaciones entre septiembre y diciembre de 2008. Además, el hundimiento del banco de inversión afectó a 459 instituciones de inversión colectiva (IIC) que tenían inversiones por 300 millones de euros en deuda y acciones de la entidad, un 0,13% del patrimonio gestionado. El hundimiento del banco se sumó a la estafa de Madoff en los resultados del Santander. El agujero de más de 400 millones de euros provocado en Banif, la filial bancaria para grandes patrimonios del Santander, hizo que la entidad saliese al rescate ofreciendo a sus clientes acciones preferentes. No hace falta añadir la suerte que han corrido muchos de los inversores de estas tipo de vehículos financieros.

null

Pero a la par que nuestro principal banquero y el propio Banco de España confirmaban que dejábamos atrás la recesión macroeconómica, Cáritas se encargaba de aportar la otra cara de la realidad. Su informe del Observatorio de la Realidad Social pegado al terreno nos dejaba las siguientes conclusiones: 1.- Nuestro modelo económico se caracteriza por el comportamiento “contracíclico” de la desigualdad en la renta, que aumenta en etapas de recesión, pero que no reduce las diferencias cuando se registra expansión económica. 2. En los últimos años se ha producido un descenso de la renta media, lo que supone un proceso de empobrecimiento de nuestra sociedad, que afecta especialmente a las personas y familias más vulnerables. 3. Lapobreza severa (con menos de 307 € al mes) alcanza ya a 3 millones de personas, el doble de los que estaban en esta situación antes de la crisis. 4.Asistimos al aumento de la cronicidad, constatado en el incremento de los parados de larga duración, especialmente el grupo de mayores de 50 años, y en el hecho de que una de cada tres personas atendidas en Cáritas lleva más de tres años demandando ayuda. Esta situación afecta también a las relaciones sociales y al horizonte vital de las personas. 5. Se incrementa la desigualdad en España, con el valor más elevado de toda Europa: el 20% de la población más rica concentra 7,5 más riqueza que el 20% más pobre. 6. Está tendencia corre el riesgo de verse incrementada por el elevado nivel de desempleo; la pérdida de capacidad adquisitiva de la población (descenso de la renta media desde 2007 en torno a un 4% y aumento de los precios en torno al 10%); y el debilitamiento de las políticas sociales y el recorte progresivo de derechos. 7. Existen necesidades básicas (alimentación, gastos relativos a la vivienda, ropa y calzado…) que no están cubiertas desde nuestro modelo de bienestar. 8.Aquellas personas cuya situación les impide cubrir por sus propios medios estas necesidades, se ven obligadas a acudir a la familia o a entidades sociales de carácter privado en busca de ayuda. 9. Asistimos al riesgo dedesbordamiento de la función protectora de la red familiar, que sigue siendo la primera estrategia de supervivencia para hacer frente al impacto de la crisis. 10. La desprotección social de las personas y familias más vulnerables está agravada al restringirse las condiciones de acceso a derechos como la sanidad, la educación, los servicios sociales y la dependencia. 11. Diversos cambios en las políticas sociales tienen consecuencias negativas directas sobre las personas más vulnerables, como el cambio en el sistema de prestaciones sanitarias y grado de cobertura, la modificación de los requerimientos administrativos para el acceso a las prestaciones, o la difícil adaptación de los servicios sociales a las nuevas realidades que ofrece la coyuntura de crisis. 12. Aunque los primeros efectos de la crisis económica se amortiguaron por las prestaciones por desempleo y el apoyo de las familias, el agotamiento de las ayudas económicas, la prolongación de las situaciones de desempleo, las políticas de ajuste y sus recortes, unido a las dificultades en las familias, han creado un caldo de cultivo para la irrupción de una segunda oleada de empobrecimiento y exclusión social con efectos más intensos. 13.Desde que se inició la crisis, Cáritas ha triplicado tanto el número de personas atendidas, hasta alcanzar la cifra de 1.300.914 personas en el año 2012, como el volumen de recursos destinados a ayudas económicas directas a las familias, que fueron de 44 millones de euros el año pasado.14. Respecto al perfil de las personas acompañadas en Cáritas, lasmujeres siguen siendo el rostro más visible de las situaciones de pobreza y exclusión. Se registra, además, un elevado número de desempleados, que han pasado de ser “recientes” –al inicio de la crisis– a ser de larga duración en este momento de consolidación de la estructura, así como los casos de parejas jóvenes (de entre 20 y 40 años de edad) con hijos, la mujeres solas con familiares a su cargo, las personas donde la intensidad laboral del hogar es muy baja y los ciudadanos extracomunitarios.

Ante una realidad tan tremenda y descarnada la UE se ha dado un respiro en su incansable trabajo en pro de la estabilidad de los que más tienen. Agotada en su ingente tarea de asegurar el sistema que nos ha metido en esta injusta crisis, una vez que ha garantizado los beneficios de la banca, ha decidido tomarse un descanso antes de ponerse a pensar en el problema diario de millones de familias que no tiene dinero para llegar a final de mes. Son los mismos gobernantes que se enfrentan asustados al vaticinio de las elecciones europeas, cuyos sondeos predicen un incremento desorbitado de las opciones antieuropistas, encabezados por partidos de ultraderecha, xenófobos, antisistemas y fuertemente localistas. La ruptura del bipartidismo europeo que rige el continente desde el final de la II Guerra Mundial podría producirse en menos de 8 meses y lo puede hacer en los comicios de más trascendencia desde el Tratado de Roma. La eurocámara que elegiremos en mayo será la responsable directa a su vez de nombrar al presidente de la Comisión Europea y a todo el colegio de comisarios. Curiosa paradoja de la democracia que puede conceder a las minorías de bloqueo el privilegio de decidir el futuro de la Unión. Sin un plan específico y urgente de reactivación de la actividad económica y de fomento del empleo desde presupuestos públicos, resultará muy difícil convencer a los europeos de que lo que hemos logrado entorno a la UE es algo más que lo que fue la Europa de los mercaderes y hoy lo es de los banqueros. Y en ese escenario nadie puede negarle a los ciudadanos su sagrado derecho de elegir la seguridad del voto en aquellos que dicen defender sus intereses particulares con más firmeza y cercanía. El proyecto europeo no puede seguir sosteniéndose en el vértigo de los riesgos de ruptura del pasado y en la utopía ilusoria de los padres de Europa. Debe recuperar su capacidad pragmática de conceder bienestar a las personas por integrarse en un proyecto colectivo. Ha de ser capaz de demostrar que sumando ganamos todos y tiene que empezar por ayudar a los que más lo están necesitando dentro y en los límites de sus fronteras. Tragedias como las de Lampedusa e informes como el de Cáritas son torpedos en la línea de flotación de la Unión Europea.

null

Como en el crac del 29 necesitamos un “New Deal”

Tiene la situación económica actual una característica muy similar a la que vivimos a raíz del crac del 29, el pasado siglo. El caos que provoca la crisis, nos confunde en un marasmo de decisiones desvertebradas, la mayoría de las veces respuestas a la defensiva a trampas de oso que el atroz afán de los intereses particulares nos lanza. Lo que empezó siendo una falla financiera, se devino después en una puesta en cuestión de la deuda de los Estados y, finalmente, una pérdida de tasas de crecimiento que empieza a afectar a todo el planeta, con Europa a la cabeza con niveles claros de recesión. Si entonces, hace casi 100 años, la única respuesta efectiva que se encontró fue la de un “New Deal” – un nuevo trato -, ahora necesitamos para salir de ésta y reconstruir las bases del sistema de convivencia social, un pacto de ciudadanos en torno al Estado. No es solo cuestión de poner en marcha una serie de políticas más o menos acertadas, sino de recuperar la capacidad ética de lo público para dirigir la situación. La complicidad del actual sistema con los abusos privados, requiere una doctrina de regeneración de los valores comunes, una especie de doctrina social económica que nos recupere moralmente del deterioro absoluto que viven las instituciones a manos de los mercados.

Como nos ha sucedido ahora, las primeras medidas que adoptaron los países ante la crisis del 29 fueron las tradicionales del liberalismo económico: reducir gastos públicos, disminuir salarios, reducir el crédito y la inversión. Los gobiernos practicaron una política deflacionista, disminuyendo la circulación monetaria, manteniendo el equilibrio presupuestario y la estabilización de la balanza comercial. En todos los países se impuso el proteccionismo – incluso en Reino Unido se abandonó el librecambio en 1931-. Esta política deflacionista fue un fracaso, ahondó la recisión económica y aumentó el paro. El capitalismo debía encontrar soluciones nuevas. Roosevelt, presidente demócrata estadounidense puso en marcha un gran proyecto para intentar solventar la crisis: el New Deal. Acometerá, a partir de su llegada a la Casa Blanca en 1933, este nuevo programa gubernamental para recuperar la economía constituida por una serie de medidas desarrolladas entre los años 1933 y 1937 con el objetivo de aliviar, recuperar, socorrer y reformar la economía de los Estados Unidos tras la Gran Depresión. Eran las llamadas tres RS: direct relief, economic recovery, and financial reform. Estas medidas fueron acometidas de forma experimental y con marcada improvisación ante la apremiante realidad social necesitada de una nueva política económica.

null

Roosevelt defiende en el New Deal la necesidad de que el estado intervenga en la economía, que se adopte una nueva política intervencionista que permita o facilite la recuperación de la economía, la coordinación y regulación estatal de la actividad industrial americana y el nivel adquisitivo de la población. El tradicional liberalismo económico se tuvo que adaptar así a una creciente intervención del Estado, dando lugar a una economía mixta. Se precisaba la adopción de una nueva medida inédita dada la gravedad de la situación: la intervención del Estado en la economía, algo impensable en aquellos tiempos en los que primaba la filosofía del capitalismo clásico por excelencia, como de nuevo lo ha hecho en nuestros días. Comúnmente, se distinguen dos New Deals. Uno primero, marcado particularmente por los “Cien Días de Roosevelt” en 1933, cuyo objetivo era alcanzar una mejoría de la situación a corto plazo. Se trató, pues, de leyes de reforma de los bancos, programas de asistencia social urgente, programas de ayuda para el trabajo, o programas agrícolas. El gobierno realizó así inversiones importantes y permitió el acceso a recursos financieros a través de las diversas agencias gubernamentales. Los resultados económicos fueron moderados, pero la situación mejoró. El “Segundo New Deal” se extendió entre 1935 y 1938, poniendo por delante una nueva distribución de los recursos y del poder en una escala más amplia, con leyes sindicales de protección, la Social Security Act, así como programas de ayuda para agricultores y trabajadores ambulantes. No obstante, la Corte Suprema juzgó numerosas reformas como inconstitucionales, pero algunas partes de los programas fueron reemplazadas rápidamente, a excepción de la National Recovery Administration. El segundo New Deal fue mucho más costoso que el primero, y aumentó el déficit público. Por otro lado, a pesar de programas como la Public Works Administration, el desempleo todavía alcanzaba a 11 millones de estadounidenses en 1938.

No hay ninguna prueba de que el New Deal tuviera eficacia en la lucha contra la crisis, que perduró hasta que Estados Unidos movilizó su economía con la Segunda Guerra Mundial. En cambio, su éxito es innegable en el plano social. La política llevada por el presidente Franklin D. Roosevelt cambió el país mediante reformas y no mediante una revolución. Por otra parte, los programas del New Deal fueron abiertamente experimentales y dados los altos costes de este proceso, se podría haber preferido un programa de cambio más completo. Sin embargo, el carácter imperfecto del New Deal permitió una crítica constructiva y una reflexión más pausada que abrió la vía a un clara mejora de la calidad de la democracia estadounidense en los años siguientes y que perdura hasta la actualidad. En materia sindical, la adopción de la Wagner Act permitió el desarrollo de los sindicatos unos colectivos poderosos. Numerosos programas del New Deal todavía permanecen activos, entre los que han mantenido su nombre original están la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), la Federal Housing Administration (FHA), la Tennessee Valley Authority (TVA), pero también el Social Security System, la primera experiencia de Estado del bienestar en Estados Unidos así como la Securities and Exchange Commission en el ámbito de la regulación financiera.

El “New Deal” rooseveltliano no fue otra cosa que en la teoría y en la práctica una nueva forma de reparto de la riqueza en EE.UU. Y si de eso hablamos tendremos que coincidir en que la base de toda idea de equidad se debe centrar en las condiciones salariales y, en su base proporcional, en el llamado salario mínimo interprofesional. En torno a él se estructura la construcción individual de la renta del trabajo. Cuanto más se deprime el salario mínimo, más se deprime la capacidad de consumo, más se deprime la actividad y más se deprime la libertad de las personas. Roosevelt, al que podemos considerar el padre del salario mínimo, no solo por obligó a su estricto cumplimiento legal por parte de las empresas, sino porque además lo subió un 15% como medida de reactivación de la economía, habló de él como el elemento fundamental para lograr la “libertad de vivir”. En una sociedad como la europea y mucho más la española con un 50% de paro juvenil, la única medida efectiva de fomento del crecimiento y de incorporación al mercado laboral es el incremento del salario mínimo. Si no somos capaces de reforzar la base de la fuerza del trabajo será imposible construir empresas competitivas y menos aún, sociedades libres que se articulen clases medias. La becarización de la economía y la depresión de los salarios es una auténtica condena de una década de precarización social a nuestros jóvenes y hace recaer todo el peso de que la rueda se mueva en las generaciones que aún conservan sus puestos de trabajo con altas tasas impositivas y la obligación de hacerse cargo de toda la protección social del Estado del Bienestar. En ellos recae la responsabilidad de no perder a los jóvenes y de cuidar a los mayores. Cada vez menos son responsables de más.

Sorprende enormemente la frivolidad con que organizaciones empresariales articulan el discurso de la reducción de los costes laborales y solicitan muy especialmente la bajada del salario mínimo interprofesional. No caen en la consecuencia lógica de que dicho abaratamiento acarrea empobrecimiento y recesión y, por tanto, lo barato acabará por salirnos muy caro. Como llama la atención que los partidos de la izquierda y los sindicatos no enarbolen como bandera de proa el incremento del salario mínimo como primera medida del fomento del crecimiento. Deberíamos ser conscientes de que si la política fiscal es la principal herramienta de la redistribuición de la riqueza, tras el deterioro sufrido por la sociedad en esta brutal crisis económica, debemos recurrir a medidas de prerredistribución anteriores a la renta, en el origen de su ingreso, que principalmente es la renta del trabajo. Franklin Delano Roosevelt, no pasó a la historia por hacer revoluciones, su sino fue el de uno de los presidentes de los EE.UU, más reformistas, pero si es recordado por ser el único presidente capaz de haber conseguido la reelección tres veces seguidas y por lo tanto disponiendo de cuatro mandatos constitucionales y ello le llevó a ser el presidente más longevo de la Historia de Estados Unidos. Si ha sido de los presidentes más queridos por el pueblo cuando la valoración de los políticos está en mínimos históricos, tal vez convenga recuperar su concepto de “New Deal” y sobre todo recuperar la dignidad de las personas en el justo pago de su esfuerzo de trabajo, su salario. Solo así seremos libres para vivir.

null

Merkel o la lideresa de una Europa alemanizada

La crisis económica se impone a la capacidad real de hacer política y en esta batalla de un lustro que desmonta cada peldaño del Estado del bienestar, solo triunfan los discursos basados en la ley del más fuerte. La prueba más evidente de este axioma es el premio único y excelente que le han concedido los alemanes a su canciller Ángela Merkel al obtener los mejores resultados de la moderna historia democrática de Alemania. Su histórica victoria no tiene parangón, pues, si bien es cierto que el canciller Konrad Adenauer alcanzó niveles similares de apoyo electoral, lo hizo en la Alemania del Oeste con mucha menos población que la que la gran Alemania unificada que ha refrendado a “mutti” Merkel.

¿Significa esto que debemos todos asumir como buenas las políticas impuestas desde Berlín a Bruselas porque 20 millones de alemanes las hayan aplaudido en las urnas? Rotundamente no. El voto de las elecciones alemanas del pasado domingo más bien es el de una sociedad que se refugia en la seguridad de su propio bunker impasible ante lo que sucede a su alrededor. Es la más clara manifestación de miedo ante una situación de inestabilidad económica que puede ofrecer un pueblo. Y, por supuesto, que los alemanes están en su perfecto derecho de enfrentarse a sus temores de forma tan egocéntrica, de la misma forma que los demás lo estamos en hacerles ver que ese camino solo conduce a la germanofobia y al fracaso de las políticas de consenso comunes de la Unión Europea. Sin embargo, conviene ponerse en la piel del otro para tratar de comprender el fenómeno de esta mujer sencilla y sin grandes pretensiones que hoy es la lideresa de Europa. La victoria de Merkel tiene dos lecturas diferentes y dos tipos de análisis necesarios: ¿Qué motivos hay para que sea la primera mandataria europea que durante la actual crisis mantiene el cargo? y ¿qué tipo de políticas aplicará a partir de este momento en la UE dado el liderazgo económico y político que ejerce sobre Bruselas?

null

De la primera cuestión se pueden extraer diversas conclusiones de carácter diverso:
– Su capacidad para que los alemanes la vean como quien mejor defiende sus intereses. Es este un factor claramente nacionalista y no debe interpretarse como negativo, pues, es mucho mejor tener a Merkel defendiendo una Europa aunque sea alemanizada, que a los euroescépticos tratando de salir del euro. Es claramente una líder nacional con una visión nacionalista de Europa.

– Da seguridad a una sociedad como lo es la alemana que con un inicio de siglo XX terrible con ruina económica y dos guerras mundiales, antepone la estabilidad propia a cualquier factor de solidaridad.

– No es cierto que sus políticas sociales hayan desmontado el Estado del Bienestar alemán, pasando por su primer mandato, de gran coalición con los socialdemócratas y ahora con los liberales, su ideología socialcristiana ha mantenido derechos y protecciones de la clase media alemana.

– La crisis no le ha pasado factura porque Alemania ha sido el país que menos la ha sufrido, por no decir que no la ha sufrido. En estos 5 años Alemania ha ganado posiciones respecto a las otras potencias de la UE como FranciaReino Unido,Italia

– Probablemente el motivo más importante de su victoria es la falta de propuestas creíbles y realistas de la izquierda alemana. La crisis ideológica del SPD e incluso de los antiguos comunistas, es su incapacidad para efectuar ofertas que ilusionen a los alemanes. Es el fiel reflejo de la falta de capacidad de la izquierda europea. Los alemanes prefieren lo seguro aunque no levante pasiones a la nada que se le enfrenta.

Respecto a la segunda cuestión, es bastante previsible lo que puede traernos este tercer mandato de Merkel en la UE:
– Lo más lógico es que opte por una nueva coalición con el SPD aunque ahora les necesita mucho menos y, por tanto, solo pactará las grandes cuestiones nacionales y europeas con ellos.

– El programa de austeridad y ajustes presupuestarios seguirá con toda seguridad hasta que se vean cumplidos los objetivos 2015 impuestos por Bruselas a los Estados con exceso de déficit.

– En palabras suyas, Europa ayudará a quién cumpla sus deberes. Es decir, iremos poco a poco a una Europa de dos velocidades liderada por Alemania.

– La Unión bancaria avanzará mucho más rápida, pero eso sí, sin ninguna posibilidad de la entrada en vigor de los eurobonos. Eso supondrá que la financiación seguirá siendo muy limitada para pymes y que cada país tendrá que asumir sus propios riesgos.

– Sin embargo, a partir del año 2014 se empezará a plantear una nueva política de fomento del empleo, pues, Alemania no puede seguir viendo como caen sus exportaciones en la UE fruto de la caída del consumo por el desempleo.

En resumen, negar el liderazgo alemán de Europa es absurdo y el de Merkel en Alemania ahora ridículo. Lo inteligente será trabajar con ellos para adecuar los intereses particulares con los de una Alemania que marca el paso a Europa. La fuerza de la Unión y el vértigo de los conflictos del pasado bien merecen soportar cuatro años de frau Merkel y con un poco de suerte igual el peso de la púrpura y que ya tiene fecha de caducidad relajan su austero gesto.

null

Aniversario de la caída de Lehman Brothers: un lustro de crisis, el paisaje después de la tormenta

Podemos decir que en la moderna Historia económica mundial, la fecha oficial del inicio de la recesión que algunos denominan ya la II Gran Depresión, es la del 15 de septiembre de 2008, día de la caída de Lehman Brothers. La quiebra del cuarto banco de inversión más importante, por aquel entonces, de EE.UU.ocasionó una serie de consecuencias que aún hoy lastran las economías de occidente y condicionan la eclosión de las emergentes. El efecto cascada que produjo ha secado prácticamente durante cinco años los mercados internacionales y ha obligado a los principales bancos centrales (BCE, Banco de Inglaterra, Reserva Federal…) a bajar tipos de interés hasta niveles históricos. La falta de liquidez del sistema que ha afectado, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas incapaces de acceder al crédito y forzadas en muchos casos al cierre y desaparición. La consiguiente consecuencia obvia ha sido la del empleo. Primero en Estados Unidos y después en Europa, especialmente en países del sur con una estructura económica poca diversificada y centrada en la vivienda, decenas de millones de trabajadores han perdido su empleo. Y para construir la tormenta perfecta, mientras los Estados, empezando de nuevo por el origen de la crisis EE.UU. y después el conjunto de la UE se han visto forzados a inyectar ingentes cantidades de dólares y euros para salvar entidades y, en el fondo, un modelo financiero inviable. El incremento de déficit público por esa causa y la consiguiente deuda contraída por los Estados, ha obligado posteriormente a unas políticas severas de ajustes presupuestarios que de nuevo han incidido negativamente en los consumos internos y, finalmente, en la destrucción de empleo. Resumen del resumen: el huracán Lehman nos ha puesto ante el espejo de una sociedad ficticia, que vivía de la mentira de una ingeniería financiera y la producción y el consumo por encima de las necesidades reales y de la sostenibilidad ambiental del planeta.

Veamos, pues, si hemos aprendido algo tras el paso del tsunami. Para ello conviene analizar la situación de los tres grandes actores de la economía mundial: EE.UU., la UE y su Eurozona y las principales economía emergentes con China a la cabeza. En Estados Unidos estos cinco años han servido para poner de manifiesto que la hasta ahora siempre dinámica economía estadounidense, capaz de meternos en una crisis galopante de la noche a la mañana y de sacarnos de ella con el mismo vigor, se encuentra estancada y sin recursos reales de recuperación. Los intentos de la Administración Obama, que no fue causante de la quiebra pero que ha gobernado los intentos de salida de la crisis, se han limitado a tímidas políticas keynesianas que si bien han servido para frenar la caída del empleo, no han supuesto el impulso suficiente para generar niveles de crecimiento significativos. A cambio el endeudamiento público de Washington bordea alarmantemente el abismo de la quiebra encorsetado como está por los límites fiscales impuestos por un política impositiva injusta y cicatera. Mientras su sistema financiero convencional tampoco es que goce de buena salud. Renqueante tras las intervenciones de la Reserva Federal para salvar algunas de sus piezas, trata aún de recobrar su capacidad crediticia pero la realidad es que no tiene la pujanza de décadas anteriores.

null

Por su parte, Europa primero trato de salvar sus bancos del contagio de lassubprime norteamericanas y cuando comprobó que tenía la toxicidad de inversiones en activos inútiles dentro de su propio territorio, tiró de la chequera pública para defender a los impositores europeos, en un intento que más bien significó evitar la bancarrota de banqueros de dudosa conducta los más y algunos de ellos delincuentes descarados. Después vino el propósito de enmienda de tanto despilfarro de la peor manera posible, de la mano de la germánica doctrina oficial de la austeridad. Los obligados ajustes presupuestarios han conducido a rescates archimillonarios de Estados europeos – GreciaIrlandaPortugalChiprey el de España financieramente encubierto – con condiciones leoninas de cumplimiento y devolución. Los Gobiernos obligados a recortar sus cuentas desde Bruselas con la mano de hierro por detrás de la canciller Merkel, solo encontraron una salida del laberinto: reducir el gasto público, cercenando el Estado del bienestar y las prestaciones sociales a sus ciudadanos. Mientras las familias veían perder su poder adquisitivo y muchos de ellos sus empleos, perdían a la par derechos en asuntos  trascendentales para su vida cotidiana como la educación, la sanidad o el cuidado de sus mayores. Una sociedad deprimida por pérdida de capacidad de consumo y unas pymes sin crédito nos precipitó al abismo de la recesión. Sin crecimiento y sin capacidad de crear empleo la UE en el último año ha tratado de reconducir la situación pariendo una Unión Bancaria que no acaba de ponerse en marcha y hablando más que haciendo de políticas de creación de empleo. De momento lo que tenemos es el anuncio de la salida de la crisis para el 2014 pero sin que ello suponga nuevos puestos de trabajo ni recuperación de los derechos perdidos. ¿De qué recuperación nos están hablando entonces, de la macro y de las grandes empresas? La calle tendrá que seguir esperando.

Para las potencias emergentes esta crisis ha significado el frenazo a sus aspiraciones. Si China, Brasil o Turquía venían creciendo antes de la crisis a niveles de dos dígitos, ahora tienen que contentarse con una reducción cercana al 50% de dichos valores. Sus exportaciones se están frenando, los precios de las materias primas que tienen que importar suben y sus ciudadanos cada día están más endeudados en una carrera tan humana como irresponsable por el consumo desmedido. Si pretendíamos tener una economía mundial globalizada y liberalizada en sus normas de comercio que hicieran posible que los países menos desarrollados se aprovecharan de las nuevas condiciones abiertas de los mercados, me temo que el sueño se puede convertir en pesadilla. Las dudas sobre el futuro de las economías emergentes se ciñen sobre una población ansiosa de salir de la pobreza que paga ahora las malas praxis y el despilfarro de los ricos del mundo que les imponen ahora un parón en sus ilusiones. En el limbo de la nada desde hace casi una década, Japón lucha por volver al escenario internacional y, por primera vez, habla de crecimiento. Pero su pulso aún es demasiado leve para ser relevante en los mercados.

Un lustro después de la quiebra de Lehman, muchas son las cosas que han cambiado en el panorama financiero mundial. Sin ir más lejos, la situación del propio banco de inversión, que el pasado marzo anunció su salida de la bancarrota y en abril ya comenzó a pagar a sus acreedores. La entidad tiene que afrontar demandas por un valor de más de 65.000 millones de dólares. Pero la realidad es que los gobernantes del mundo en su G20, reunidos el pasado fin de semana en San Petesburgo, son incapaces de darle un cambio de rumbo a un mundo en crisis que como siempre sigue empeñado en guerras y conflictos en el Oriente Medio con el oro negro como telón de fondo. El petroleo sigue condicionando buena parte de las decisiones económicas como única fuente de energía, mientras las alternativas nos siguen costando mucho más de lo que producen o la nuclear nos produce cada década un desastre natural de dimensiones incalculables. La humanidad no aprende de sus errores y sus gobernantes menos, pues, no iban a ser una especie aparte. No aprendemos de los errores y lo más que hacemos es poner parches y cataplasmas a las situaciones. Nos mentimos a nosotros mismos para seguir adelante con el mismo sistema que nos llevó a la ruina.

En el fondo, seguimos hundidos en la miseria de una crisis de inteligencia filosófica, de visión del mundo y de la vida. Sin reflexión sobre lo que somos y sobre nuestra existencia, resultará imposible articular respuestas a los problemas de convivencia justa en un planeta de recursos agotables que se enfrenta a su propia degradación por mal uso medioambiental. Necesitamos urgentemente voces e ideas rupturistas, que nos provoquen nuevos enfoques, nuevos caminos por recorrer. No podemos seguir dando vueltas sobre los mismos planteamientos caducos de una sociedad global donde los jóvenes no tienen esperanza de vivir una vida mejor. El egoísmo de unos pocos cada vez más viejos no puede imponerse al resto de la población deseosa de encontrar salidas. Hoy reinan a sus anchas los fondos buitres de dudosa procedencia, los capitales de riesgo de árabes que discriminan a la mujer, de chinos que desprecian los derechos humanos y de rusos que trafican con todo lo que se mueve. Mientras el Estado de derecho y la democracia languidece sin recursos materiales para hacerles frente y, sobre todo, sin revoluciones pacíficas de las ideas que llevarse a la boca. Hoy el hombre cada vez es más el lobo para el hombre y cada vez menos bueno por naturaleza. Hoy Hobbes está derrotando a Rousseau sin que nadie haga nada por cambiar el signo de los tiempos. ¡Viva Lehman Brothers!

null

La UE ante la reválida: las tareas europeas del nuevo curso político

El curso político que arranca en septiembre podría definirse como decisivo para la suerte del proyecto europeo. La Unión se enfrenta a retos de enorme trascendencia y a hitos institucionales únicos hasta ahora. Podríamos calificar estos próximos 12 meses de auténtica reválida de Europa. Un examen que tiene cuestiones muy diversas desde las incógnitas económicas a las propiamente organizativas y de funcionamiento de los 28. La agenda de asuntos propios es descomunal, pero las obligaciones de protagonismo en la comunidad internacional no son menores y esa posición global todavía complica más el recorrido inmediato de la UE. Seguramente a la vuelta del verano de 2014 tendremos que hablar de una nueva Europa y el rostro que nos presente dependerá mucho de su capacidad para hacer las tareas que tiene por delante, de manera que puede salir plenamente fortalecida o incluso pueda resquebrajarse como en nuestras peores pesadillas de la historia del siglo XX. Esa suerte repleta de incógnitas a las que nos enfrentamos no es responsabilidad única de nuestros representantes políticos, la obligación individual de cada europeo es absoluta, sobre todo, teniendo en cuenta la relevancia de las elecciones europeas del próximo mes de mayo. Por ello un análisis somero de los temas clave que debemos acometer resulta más necesario que nunca.

null

La propia Comisión Europea a principios de año establecía su agenda de prioridades que sigue estando vigente. Consideraba que en su programa de trabajo debía poner el crecimiento de la economía y del empleo en la prioridad principal. Para ello señalaba los siguientes objetivos:

  • Hacia una auténtica unión económica y monetaria.
  • Crecer para crear empleo.
  • Más competitividad a través del mercado único y la política industrial.
  • Conectarse para competir, una relación colaborativa entre las empresas europeas.
  • La inclusión social y la excelencia en los servicios públicos.
  • Aprovechar mejor los recursos comunes de Europa para competir mejor dentro y fuera de ella.
  • Construir una Europa segura y protegida.
  • Promover la presencia de Europa como actor global.

Más allá de lo ambicioso del plan y de lo genérico de los objetivos, a la vuelta de estos primeros ocho meses del 2013, la realidad nos habla de los primeros indicios de la salida de la recesión en la eurozona y del frenazo a la destrucción de empleo. Los déficits públicos también parece que empiezan a estar controlados y salvo el caso muy reducido de Grecia, no parece que los rescates financieros vayan a ser los protagonistas a futuro. La proyección de las previsiones macroeconómicas de la Comisión nos hablan de lenta recuperación, con niveles de creación de empleo muy bajos. Por tanto, el primer gran reto al que nos enfrentamos es al de ser capaces de generar políticas de fomento del empleo o lo que es lo mismo, generar mayores niveles de demanda interna e incrementar las exportaciones de nuestros productos y servicios. Lo que verdaderamente está en juego en el diseño de la salida de la crisis es el paisaje final de la misma. Si queremos mantener nuestro actual sistema de bienestar social, base del proyecto europeo, debemos ser capaces de sostener los servicios públicos y de protección en base a una fiscalidad adecuada que no drene las posibilidades de inversión de las empresas, ni de consumo de las personas. La cuestión se centra en trabajar mejor, no más, sino con más productividad, un esquema de rentabilidad que depende hoy en día, sobre todo, de la innovación y el conocimiento de los mercados que de los costes laborales y las horas hombre. Son las empresas y los trabajadores los que más pueden hacer por mejorar las ratios de productividad de la Unión Europea, por lo que de nada vale refugiarse en la crítica fácil a los políticos para esconder las vergüenzas propias de cada cual. A la política sí le podemos exigir las condiciones de inversión en la creación del clima favorable para ese círculo de excelencia que precisamos.

La consolidación definitiva de la unión bancaria supondrá la real fusión de la economía de la UE. El día en que el Banco Central Europeo funcione como verdadero banco y reserva de la zona euro el proyecto europeo será prácticamente incuestionable, como sucedió en su día con el Banco y la Reserva Federal de los Estados Unidos de América. Quedan escasos meses para que ese sueño común sea una realidad y la supervisión de las entidades financieras sea total y única por parte del banco emisor. La posibilidad de emitir deuda común con la garantía euro y de más de 500 millones de habitantes cambiará radicalmente los planteamientos de los mercado internacionales y consolidará definitivamente el euro. Salvo accidente imprevisto de última hora, el tren de la unión bancaria tiene ya plazo de llegada a su destino. Todo el complejo entramado técnico monetario deberá estar concluido y puesto en marcha antes de las elecciones europeas de mayo de 2014. El Consejo Europeo de primeros de dicho mes, deberá botar definitivamente este buque insignia de la Unión. Alemania que ha sido el principal enemigo y dilatador de este objetivo, una vez pasados sus comicios de octubre, debería allanar el camino hasta la meta fijada.

Desde el punto de vista organizativo y de funcionamiento institucional, dos son los grandes retos de la UE en este curso: el programa marco Horizon 2020 y el despliegue del Servicio de Europeo de Acción Exterior (SEAE). Nos enfrentamos a un nuevo plan financiero plurianual que abarcará desde enero de 2014 y hasta diciembre de 2019. Seis años con una nueva definición conceptual de las ayudas europeas. Europa ha puesto sus objetivos prioritarios en la investigación, la innovación y la sostenibilidad energética. El resto de ayudas se concederán a los Estados o regiones objetivo 1, es decir, con niveles de desarrollo por debajo de la media europea. El motor básico de la UE será la gestión del conocimiento y la gestión eficaz de los recursos medioambientales y energéticos. Además, pasarán a ser las empresas y universidades, y no las administraciones, las principales protagonistas de la recepción de ayudas a proyectos. Este cambio total de mentalidad, sin duda, requiere de un periodo de formación acelerado para conocer las nuevas vías de financiación y para montar redes de contactos en distintos países de la UE para acudir a las licitaciones de ayudas. Esa colaboración es otro de los principales objetivos que se persigue con el nuevo programa marco y de la voluntad de las empresas dependerá su éxito o fracaso. Respecto al SEAE, más allá de la dificultades burocráticas que su despliegue significa, el verdadero reto consiste en dotar a la Unión de un verdadero servicio diplomático global. A finales de año deberá haberse completado su primera fase y habrá que evaluar sus resultados y revisar los presupuestos a futuro. Además en 2014 los Estados miembros podrán decidir los servicios que quieren les realice el SEAE e incluso de que delegaciones diplomáticas piensan prescindir para ser representados por el Servicio, en aquellos países que no sean de relevancia especial para ellos.

Pero sin duda, el momento de máxima trascendencia del calendario del curso político europeo, vendrá marcado por la fecha de las elecciones europeas, 25 de mayo de 2014. El Parlamento que todos los europeos con derecho a voto elegiremos tendrá una enorme trascendencia concedida por el Tratado de Lisboa. Esos eurodiputados tendrán la tremenda responsabilidad de elegir al presidente la Comisión Europea, que ya no será nombrado por los gobiernos de los Estados miembros. Y será ese político electo quien presentará su equipo de gobierno al propio Parlamento Europeo para su aprobación uno a uno. Este cambio en la fórmula de designación acerca claramente Europa a la elección directa de sus gobernantes, por lo que la evolución del funcionamiento de sus instituciones este cambio tendrá un peso garantizado. Ese o esa presidenta de la Comisión, es evidente que tendrá que tener muy en cuenta la voluntad de los líderes de los gobiernos nacionales, expresada en el Consejo Europeo, pero seguro que tendrá más presente aún que quien le nombra y le cesa son los eurodiputados. A la vista de las encuestas que se manejan, el tradicional bipartidismo europeo – centroderecha / socialdemócraras – parece cercano a romperse con múltiples minorías desde la ultra izquierda y ultra derecha a verdes y movimientos euroescépticos o nacionalistas. Ese panorama hace aún más difícil prever las condiciones del rodaje de la nueva eurocámara y sus responsabilidades reforzadas.

La realidad es que la agenda detallada no hace sino cargar la prueba del europeismo en los ciudadanos. Bien sea como trabajadores, empresarios o votantes, este curso estamos más obligados que nunca a expresar la Europa que queremos. De nada sirve que construyamos una superestructura política en Bruselas, si no aprovechamos el ser más para ser mejores. La exigencia a nuestros gobernantes debe tener la contrapartida de la exigencia propia de los deberes como ciudadanos europeos. Los mimbres están puestos, las instituciones y las políticas generales europeas están básicamente enfocadas para acometer la reválida de Europa. Ahora toca ponerse a la tarea individual y presionar como nunca a esos políticos que viven de su ombliguismo localisla para construir una Unión más sólida y con más protagonismo en la escena mundial. Cómo salir de la crisis y la fisonomía futura de Europa dependen en gran medida de lo que suceda en este próximo curso. Los ciudadanos convivimos a base de derechos pero también de obligaciones y ahora tenemos la obligación de informarnos, formarnos, debatir, trabajar y votar, pensando más en Europa.

null

Europa sale de la recesión… y ¿quién se ocupa del paisaje después de la batalla?

Los datos de crecimiento del PIB de la eurozona hechos públicos por la Comisión Europea hace unos días, han sorprendido y despertado el optimismo de encontrarnos ante una posible senda de salida de la crisis. La zona euro ha sido capaz de crecer un 0,3 % en el segundo trimestre respecto al trimestre anterior han sido impulsados por unas cifras mejores de lo esperado en Alemania (+0,7 %) y Francia (+0,5 %). El eje franco alemán, núcleo real de cohesión de la construcción europea, tira de la economía europea como debería tirar del proyecto en común. Los 17 países que comparten el euro han necesitado siete trimestres para volver a crecer, con una subida del Producto Interior Bruto del 0,3 por ciento ajustado estacionalmente en los tres meses hasta junio, según los datos de la agencia de estadísticas Eurostat. Confirmando el retrato diferenciado de la recuperación, España cayó un 0,1 por ciento, mientras que Italia y Holanda lo hicieron en un 0,2 por ciento. En cambio, la rescatada Portugal tuvo un crecimiento del 1,1 por ciento, la cifra más elevada de los 17 en el trimestre. Es evidente, pues, que la Unión es más un agregado estadístico que una realidad homogénea, la falta de una política económica europea se sigue poniendo de manifiesto.

La primera conclusión de estas “buenas noticias” no es otra que la Eurozona afronta un camino desigual e inestable hacia la recuperación, marcado por un paro en cifras récord y las medidas de austeridad en los países de la periferia, que necesitan acelerar las reformas aumentar el crecimiento y crear nuevos empleos. Curiosamente el principal motor del crecimiento europeo reside en la balanza comercial, es decir, en la capacidad de los Estados europeos de exportar sus bienes y servicios entre ellos y fuera de la región. Ese dinamismo se ha convertido en nuestra principal fortaleza, en lo que sin duda no es sino una reacción de supervivencia o de “sálvese quien pueda” durante los duros años de crisis económica que venimos padeciendo. Sin embargo, faltan muchas cosas por solucionar para declarar que la crisis ha sido definitivamente superada en la Eurozona. La primera y principal es el desempleo, que actualmente se sitúa en el 12,1%, su máximo histórico y con niveles por encima del 25% en España y Grecia. Además, la banca sigue siendo motivo de preocupación, ya que no ha limpiado totalmente su balance y el crédito sigue en caída. Tampoco se ha completado la prometida reforma de la regulación bancaria, al que le faltan cerca de ocho meses para entrar en vigor.

null

En todo caso, la realidad parece confirmar las tesis de los que nos alejamos hace un par de años de las apologías del fin del euro. Los apocalípticos antieuropeístas se frotaban las manos ante los ataques despiadados de los mercado de deuda pública a la moneda común y profetizaban a los cuatro vientos su inminente fallecimiento y tras él de las instituciones europeas. Nada de eso ha sucedido y a escasos 12 meses de dichas profecías melodramáticas, nos encontramos con un panorama internacional bien distinto. Es China y alguna de las economías emergentes que les venían acompañando en crecimientos de dos dígitos, quienes se están ralentizando, mientras EE.UU. y la UE vuelven a recuperar crecimientos y creación de empleo, aunque sea aún tímida e inestable. A su manera titubeante y desesperadamente lenta pero Europa ha hecho los deberes y camina hacia una verdadera unión monetaria y financiera. El mero anuncio de inicios de negociaciones de un acuerdo comercial con Estados Unidos, ha disparado las hipótesis de un maridaje profundo entre las dos potencias económicas mundiales, de la Reserva Federal y el BCE y, por tanto, de una convivencia pacífica y complementario euro/dólar. A Europa le quedan unos meses de indefinición hasta que se celebren las elecciones alemanas y lleguen los trascendentales comicios europeos – de los que saldrá un Parlamento que elegirá al presidente de la Comisión – para que veamos su auténtica capacidad de hacer política con mayúsculas y funcionar ante el mundo como una entidad común. Pero las condiciones para que esa realidad sea efectiva están puestas: moneda común, Banco Central convertida en autoridad bancaria, un Parlamento Europeo que elige al Ejecutivo y el SEAE – Servicio Europeo de Acción Exterior – un auténtico servicio diplomático desplegado por el mundo.

Por eso, ahora más que nunca ha llegado el momento de abrir un profundo debate sobre la Europa que queremos. Ahora que se vislumbra la salida de la crisis y que las herramientas políticas puestas en marcha con el Tratado de Lisboa pueden cobrar validez plena. Lo primero que deberíamos definir es el modelo social y de servicio público que Europa debe ofrecer a sus ciudadanos. Si somos el espacio común democrático más amplio del mundo a la hora de defender derechos humanos, debemos establecer un completo catálogo de prestaciones de los mismos. La crisis ha socavado profundamente los cimientos de cobertura social de nuestros países. Conceptos que están en el adn del proyecto europeo como la igualdad y la solidaridad, en la práctica, se están poniendo en cuestión. Tanto el nuevo Parlamento Europeo como la Comisión por él elegida, deben convertirse en garantes de la carta de derechos ciudadanos que son la única esencia válida de nuestra Unión. Somos europeos para vivir en paz, ser libres, regirnos democráticamente y componer un conjunto que defiende derechos que nos hacen iguales. Esa es la justicia que la UE preconiza y que tiene la obligación de reforzar ahora que las cifras macroeconómicas parecen ponerse en positivo. El rearme social de Europa es imprescindible para recuperar la demanda interna y con ello el empleo, especialmente, de nuestros jóvenes. El paisaje después de la batalla que ha supuesto la crisis no puede dejarnos indiferentes. Muchos han sufrido el acoso e impacto del paro y de la pérdida de renta efectiva. Muchos han perdido la posibilidad real de ejercer sus derechos con una sanidad o una educación gratuita e igualitaria. Son muchas las consecuencias de una crisis especulativa y financiera que casi se lleva por delante la economía productiva de las pequeñas y medianas empresas europeas. El esfuerzo no puede haber sido en balde. Tenemos la obligación de rediseñar nuestro modelo social, tenemos que recuperar el nivel de ingresos públicos que garanticen las prestaciones y que doten de capacidad inversora a la UE. No podemos permitir que nuestra capacidad investigadora e innovadora se retraiga porque en el conocimiento y su gestión sigue estando la base del hecho diferencial competitivo de nuestra economía.

Pero no es lo único que requiere ser reformulado en el entramado institucional de nuestra vieja Europa. Es evidente, que durante las últimas décadas la cohesión social y territorial no ha funcionado con los criterios de convergencia que pretendíamos. La crisis nos ha hecho mucho más dispares, los ricos son más ricos que los pobres hoy, y eso sucede en el interior de nuestros Estados, de nuestras regiones, entre unos Estados y otros y entre unas regiones y otras. El mapa de las desigualdades se ha desatado norte/sur, centro/periferia, pero también ciudad/rural o emigración/inmigración. La crisis ha convulsionado nuestra realidad de tal manera que necesitamos apartar el polvo que aún puebla las ruinas de nuestras calles para ver qué ha quedado en pie y qué requiere de una profunda reconstrucción. Nada, salvo nuestros principios, será igual después de esta batalla por la supervivencia de la idea de Europa que estamos librando. Los modelos de colaboración público privados o los sistemas de fiscalidad basados en uso y disfrute de servicios y no solo en los niveles de renta, tendrán que ponerse sobre la mesa si queremos afianzar la sostenibilidad del sistema. El debate que precisamos es de abajo a arriba, debe partir desde la municipalidad, nuestras comunidades más cercanas, para elevarse a las regiones y países para inundar Bruselas de propuestas. La Europa de los pueblos es la única que puede ser capaz de regenerar el proyecto europeo desde bases reales y sólidas. Lo demás son estructuras decimonónicas, caducas y que navegan contracorriente de la Europa necesaria.

La recuperación económica está llegando sin dirección alguna, por la mera fuerza inercial de los agentes económicos que se mueven buscando salida a sus productos y servicios. La política lo único que nos ha aportado es falta de criterio y de perspectivas de futuro. Los recortes y ajustes de lo público como única receta no son los causantes, por mucho que quieran plantearlo así sus promotores, de la salida de la recesión, sino la decisión individual de empresarios y trabajadores, de familias y personas, de salir de esta encrucijada. Si seguimos así, sin aportar vías colectivas y soluciones colaborativas, ese paisaje de después de la batalla del que hablo, nos mostrará un rostro más crudo que el que hoy vivimos. La posguerra a veces lo único que aporta es el silencio de las balas, pero deja el terrible rumor del hambre y la venganza. Si no somos capaces de poner en marcha un verdadero plan de reconstrucción de nuestras infraestructuras sociales, el riesgo de que impere el egoísmo como ética ejemplarizante será máximo. Necesitamos que la cohesión territorial sea una realidad poniendo un mayor énfasis en la reducción de las disparidades regionales relativas a las principales fuentes del crecimiento en el marco de construcción en Europa de una Sociedad del Conocimiento Competitiva a escala global, pero fuertemente cohesionada a escala interna. Todo ello sin perder de vista las diferentes especificidades territoriales y estructurales existentes. Lo diverso nos sigue haciendo rico si lo sabemos poner en común.

null

Acuerdos comerciales con Centroamérica, Colombia y Perú: nuevas oportunidades de negocio para las empresas europeas

En los últimos meses han entrado en vigor los nuevos acuerdos comerciales de la Unión Europea con Perú – 1 de julio -, Colombia – 1 de agosto – yCentroamérica – 6 de agosto – que vienen a unirse a los ya suscritos hace años con Chile y México. El mapa de la relación estratégica entre las dos regiones cada vez queda más claramente establecido en aquello países latinoamericanos que han apostado con claridad por el libre comercio como base de su desarrollo económico. Mientras los países miembros de Mercosur siguen inmersos en rondas negociadoras con Bruselas con mínimos avances, la llamada Alianza del Pacífico avanza hacia la consolidación de un espacio de intercambio de productos, servicios e inversiones con la UE, que ofrece hacia ambos lados del Atlántico nuevas y enormes oportunidades. El hecho de que Brasil, atrapada en el limbo de Mercosur y ante el anuncio de inicio de negociaciones de la UE conEE.UU. se haya apresurado a anunciar su intención de abrir un proceso de diálogo con Bruselas para la firma de un tratado comercial bilateral, no hace más que refrendar el camino emprendido por otros Estados de América Latina y Caribe en la relación con Europa. Llegados a esta situación de relación bilateralizada, cabe preguntarse cuáles son las realidades de ambas zonas y cuáles las oportunidades que se abren para las empresas europeas en los nuevos países con los que hemos suscrito acuerdos.

null

A tal efecto, tiene valor referencial el estudio llevado a cabo por la CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas – “La Unión Europea y América Latina y el Caribe: Inversiones para el crecimiento, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental”, que sirvió de documento de análisis para la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea que se celebrará en Santiago de Chile el 26 y 27 de enero de 2013. Sus principales conclusiones en materia comercial son las siguientes:

  • La Unión Europea ha perdido peso relativo en el comercio exterior latinoamericano en las últimas tres décadas, sobre todo como mercado de destino para las exportaciones.
  • A mediados de la presente década, la Unión Europea podría verse desplazada por China como segundo socio comercial de América Latina y el Caribe.
  • Cerca de dos tercios del comercio internacional de la Unión Europea se realizan con los propios miembros del bloque; América Latina y el Caribe representó solo entre el 2% y el 3% del comercio de la Unión Europea durante la década pasada.
  • Las exportaciones de la región a la Unión Europea son más intensivas en recursos naturales (procesados) que las exportaciones a los Estados Unidos o a la propia región.
  • Las exportaciones de México a la Unión Europea son más intensivas en tecnología 7.que las del resto de la región.
  • Salvo en el caso de México, las exportaciones latinoamericanas a la Unión Europea están muy concentradas en los productos básicos, como banano, café, carbón, carne bovina, cobre, gas, hierro y acero, petróleo y soja.
  • La región participa poco en las cadenas de valor europeas, como lo ilustran sus bajos niveles de comercio intraindustrial.
  • Tras la crisis, el comercio de la región con la Unión Europea se recuperó más lentamente que el comercio con otras regiones.
  • El comercio de servicios entre la Unión Europea y América Latina creció más rápidamente que el comercio entre la Unión Europea y el mundo, lo que constituye una oportunidad para ambas regiones.
  • La región mantiene una balanza comercial positiva con la Unión Europea; América del Sur registra el principal superávit.
  • Tras la entrada en vigor de sus acuerdos de asociación en 2000 y 2003, México y Chile consiguieron aumentar el número de productos exportados a la Unión Europea.
  • Entre los principales nuevos productos exportados por Chile destacan el vino, las manzanas frescas y el salmón.
  • Entre los principales productos exportados por México se destacan los vehículos y las manufacturas electrónicas.
  • Comparada con la Unión Europea, América Latina y el Caribe se  muestra rezagada a la hora de facilitar el comercio.

Y en materia de inversiones:

  • El perfil inversionista de cada país de la Unión Europea es diferente. Las empresas transnacionales de países como EspañaAlemaniaFrancia,Italia y el Reino Unido tienen una larga tradición en la región.
  • En la última década, la mayor parte de la Inversión Extranjera Directa de la Unión Europea se dirige a países europeos y América Latina y el Caribe pierde relevancia como destino entre las regiones en desarrollo.
  • A pesar de esto, desde la perspectiva latinoamericana la Unión Europea es la principal fuente de IED.
  • Existen importantes diferencias entre países receptores: la Unión Europea consolida su presencia en América del Sur.
  • Brasil es el mayor polo de atracción en la región.
  • España es el principal inversionista europeo en la región.
  • Las empresas españolas en América Latina han pasado de ser el área problemática a la tabla de salvación durante la crisis.
  • Mientras las inversiones alemanas se concentran en pocos países y sectores, las inversiones francesas han aumentado fuertemente en los últimos años.
  • Por su parte, las inversiones italianas se diversifican y empresas transnacionales de los Países Bajos materializan importantes fusiones y adquisiciones.
  • Los servicios son el sector predominante.
  • Las empresas europeas han sido agentes protagonistas en las grandes fusiones y adquisiciones registradas en América Latina y el Caribe.
  • Pero también han sido las empresas más activas en la creación de nueva capacidad productiva.
  • América Latina y el Caribe no es un destino preferente de inversiones en actividades de investigación y desarrollo.
  • Sin embargo, las empresas transnacionales europeas juegan un rol importante en la innovación y en las actividades de investigación y desarrollo en la región, especialmente en el Brasil.
  • Las translatinas han invertido principalmente en otros países de la región, aunque también se han aventurado en Europa.
  • En comparación con el resto de empresas latinoamericanas, las que tienen su sede en el Brasil son las más orientadas hacia Europa.
  • La crisis económica en Europa: puede ser una oportunidad para las empresas translatinas.
  • Las micro, pequeñas y medianas empresas son agentes económicos relevantes para ambas regiones.
  • La internacionalización de las pymes es un camino posible para romper el círculo vicioso.

Con este panorama parece evidente que son muchas las oportunidades que se abren de un lado y otro para la colaboración entre empresas, no solo respecto al mero intercambio comercial, sino en el ámbito de las inversiones y de las fusiones de empresas. El concepto de compañías eurolatinas puede establecer un nuevo área de trabajo en común y de transacción efectiva de conocimiento de un lado a otro del Atlántico. Las bases legales están razonablemente puestas para que este reto pueda abordarse, no podemos esta vez culpar a los políticos de no haber hecho los deberes. Queda por realizar el esfuerzo privado e individual, el del emprendimiento y la aventura empresarial en forma de salto hacia nuevas formas y nuevos espacios de colaboración. Tenemos mucho que aprender los unos de los otros. América Latina ha superado crisis financieras y sistémicas similares a las que hoy vivimos en Europa y los europeos tenemos aún un sistema de protección social modélico que puede definitivamente ayudar a reducir a mínimas expresiones la brecha social latinoamericana. Se trata de hacer negocio conjunto con mentalidad de trabajo conjunto, un “win to win”, en el que las dos partes suman y no, como en tiempos pretéritos, uno de se aprovecha groseramente de las potencialidades del otro. Lejanas las conquistas, las colonizaciones y las neocolonizaciones, ha llegado el tiempo del reconocimiento, desde el respeto, desde la diversidad, pero desde la riqueza de la puesta en común.

null

El impeachment de Rajoy

El 1 de agosto es tradicional fecha vacacional para los españoles, de ahí que la comparecencia extraordinaria del presidente del Gobierno Mariano Rajoy ante los diputados resulte formalmente a contratiempo. Para cúmulo de circunstancias extrañas ni el escenario era el propio para esta cita, pues, al encontrarse el Congreso de los Diputados en obras, la sesión se celebró en el plenario del Senado, esa especie de limbo de los políticos patrios. Todo un acto del esperpento nacional a la altura de la convocatoria del pleno: Comparecencia, a petición propia, del Presidente del Gobierno, ante el Pleno del Congreso de los Diputados, para informar sobre la situación económica y política de España. Claro que tras la insistencia del resto de grupos: Comparecencia del Presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, solicitada por los Grupos Parlamentarios Mixto y de IU, ICV-EUiA, CHA: La Izquierda Plural, para que ofrezca explicaciones sobre su relación en el “Caso Bárcenas”, para que aclare todos los interrogantes que pesan sobre la situación del Presidente del Ejecutivo y para que informe de manera transparente a la ciudadanía ante la gravedad de las informaciones conocidas. Y por parte de los grupos nacionalistas: Comparecencia del Presidente del Gobierno ante el Pleno de la Cámara, solicitada por los Grupos Parlamentarios Catalán (Convergència i Unió) y Vasco (EAJ-PNV), a fin de dar cuenta sobre su posición y actuaciones en relación al denominado caso Bárcenas.

Bárcenas en fin, ha obligado al presidente del Gobierno a dar explicaciones de su relación con el ex gerente y ex tesorero del Partido Popular durante más de 20 años. Un culebrón, parte desglosada del caso Gürtel, que acompaña a Rajoy desde su nombramiento como presidente del PP y que propiamente en el caso Bárcenas lleva la friolera de 4 años de instrucción judicial. Todo un espectáculo bochornoso, mediático primero y después en perfecta sintonía de retroalimentación con los autos judiciales, que persigue la gestión de Mariano Rajoy como impagable herencia de sus antecesores en el cargo de la calle Génova. Esos usos y costumbres que parecen haber dado forma a la financiación del PP desde su fundación, flotan y reflotan en forma de portadas de prensa a medida que los desesperantes tiempos judiciales pueden complicar la vida de los protagonistas políticos de este entuerto. Y empeñado como está Rajoy en convencernos de que la recuperación ya se roza con la punta de los dedos, decide su tesorero Luis aplicar la famosa técnica del chantaje para tratar de que también a él se le apliquen los beneficios de un futuro prometedor lejos de los barrotes de la cárcel que a fecha de hoy habita.

null

La palabra bochorno viene del latín vulturnus, el viento del Este caliente y molesto que se levanta en el estío. Tal vez ese clima sofocante provocó el otro sentido de la acepción referido al sentimiento que puede producir una situación de desazón o sofocamiento producido por algo que ofende, molesta o avergüenza. No cabe duda que si algo provoca el episodio de ver a un presidente del Gobierno dando explicaciones en el Congreso de los Diputados por las acusaciones formuladas por el ex tesorero de su partido es bochorno. Y esa es también la palabra que dio origen a una de las prácticas democráticas más antiguas del parlamentarismo anglosajón. El impeachment es una figura del Derecho anglosajón, específicamente en Estados Unidos y Gran Bretaña, mediante el cual se puede procesar a un alto cargo público. El parlamento o congreso debe aprobar el procesamiento y posteriormente encargarse del juicio del acusado (normalmente en la Cámara Alta, nuestro Senado). Una vez que un individuo ha sido objeto de un impeachment tiene que hacer frente a la posibilidad de ser condenado por una votación del órgano legislativo, lo cual ocasiona su destitución e inhabilitación para funciones similares. El término impeachment literalmente significa “bochorno”, y tiene su origen en la Edad Media, cuando el parlamento inglés lanzó acusaciones contra el rey y sus colaboradores por derrochar caudales públicos, avergonzándolos.

Históricamente en En Estados Unidos, de catorce procesos de impeachmentiniciados a nivel federal, sólo cuatro acabaron con una resolución condenatoria. Sólo dos presidentes han sido juzgados mediante este procedimiento, Bill Clinton(1998-1999)por el caso Levinsky y Andrew Johnson (1868) por negar los derechos a los negros varones y los dos fueron absueltos. Richard Nixoninterrumpió el proceso al dimitir de su cargo en 1974 tras la aprobación de su impeachment por el caso Watergate. Sin encaje en el ordenamiento constitucional actual español, sin embargo, el impeachment se ha convertido en una fórmula simbólica de enfrentar a un dirigente político con la verdad en sede parlamentaria. Y en la sesión del 1 de agosto de 2013 en presencia de diputados y senadores, Rajoy ha empeñado su palabra después de reconocer como error la confianza de la presunción de inocencia en Luis Bárcenas al que ha calificado de presunto culpable. Así se lo han hecho ver varios portavoces parlamentarios que habrán pedido copia taquigráfica de la sesión a la espera de si nuevas portadas de periódico añaden pruebas reales de que el presidente del Gobierno les ha mentido. Al órdago a la chica de Bárcenas con papeles manuscritos de contabilidad ilegal del Partido Popular y mensajes sms cruzados con Rajoy, el presidente ha lanzado con una imagen que trataba de transmitir tranquilidad de hombre seguro, un órdago a la grande en forma de impeachment: “todo lo que dice sobre mi es falso y basado en falsedades”.

Un presidente del Gobierno cuenta con todas las herramientas posibles, incluidas fiscalía y cloacas de la inteligencia de la razón de Estado. La información debería ser su materia prima y más aún, él mejor que nadie sabe lo que Bárcenas puede tener para chantajearle, porque  nadie mejor que él para ser testamentario de su pasado. Sin embargo, a veces el problema no es conocer la verdad, sino la percepción que de la verdad puede realizarse. Rajoy se enfrenta a un maestro en esta materia, pues, Bárcenas ha elegido al diario El Mundo y su director Pedro J.Ramírez como francotirador oficial. Su fuerza es la del afamado cazador de piezas políticas durante más de 30 años de democracia de baja calidad. En el Congreso tiene como estilete el verbo fácil de Rosa Díez, la líder de UPyD, que abandera el “patriotismo constitucional”, esa suerte de populismo cañí con actor Cantó incluido. Ella junto al comunista Cayo Lara se han convertido en los verdaderos líderes de la oposición y han protagonizado los discursos más exigentes y duros en la crítica al presidente del Gobierno. Ambos han pedido a Rajoy que dimita y que convoque elecciones. Una tiene al medio de comunicación de los escándalos y el otro cree tener la calle a su favor. En tierra de nadie, intentando sacar cabeza desde su abismo interno y de sus propios bochornos de corrupción, el líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba asistía a una sesión en la que no tenía nada que ganar y todo que perder al quedar en evidencia su debilidad en articular una moción de censura abocada al fracaso aritmético y programático.

España se va de vacaciones atormentada por la crisis económica, inmersa en escándalos de corrupción y dolida por un trágico accidente ferroviario que se ha llevado 79 vidas. Todos trataremos de descansar, incluso de la triste política del bipartidismo oficial, que es incapaz ya de ofrecer un proyecto de Estado ilusionante. Y Rajoy se va vivo, con su órdago a cuestas y dispuesto a fumarse un puro a la espera del siguiente movimiento de su enemigo. Bárcenas mientras tendrá que hacer frente al bochorno estival madrileño en la serrana prisión de Soto del Real, pensando si lo que sabe y tiene es suficiente para tumbar las estructuras del Estado. Y el periodista en discordia, pasará unos días en su chalet de Baleares, aquel en que un diputado de Esquerra Republicana protagonizó un tan inocente como ridículo gesto en bañador y dni en boca, tramando al sol su siguiente acoso regeneracionista mientras las deudas multimillonarias ponen en cuestión a su grupo mediático. En fin, que el bochorno de estío es general aunque la gente no lo merezca, al menos la gente anónima como mis heróicos compatriotas gallegos de Angrois que acudieron desesperados a las vías de terror para tratar de salvar vidas en medio de la tragedia. Ellos y muchos otros ciudadanos anónimos que como dejó escrito Machado son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos descansan bajo la tierra. Ellos merecen algo más que este país hoy nos ofrece.

null