Yo Mariano, imperator del PP

Está reescribiendo Mariano Rajoy con su biografía política una libre versión del “Yo Claudio” de Robert Graves, uno de los grandes best sellers del siglo XX.  La historia narra con simpatía la vida de Claudio, cuarto emperador romano, desde su nacimiento hasta que se convierte en emperador, y al hacerlo trata cínicamente la historia de la dinastía Julio-Claudia y el Imperio romano, desde el asesinato deJulio César en el año 44 a.c. hasta el asesinato de Calígula en el año 41 d.c. Se centra en las intrigas familiares (asesinatos, destierros y alianzas) y en cómo el protagonista, Claudio, aparentemente menos dotado, llegó a convertirse en gobernante del Imperio. La novela está narrada en primera persona por el propio Claudio, ya emperador, quien evoca su infancia y juventud. El histórico Claudio fue mantenido alejado de la vida pública por su familia, los Julio-Claudios, hasta su repentina elevación a la edad de 49 años. Esto se debía a diversas incapacidades, incluyendo tartamudeo, cojera y varios tics nerviosos, lo que le hacía aparecer como un deficiente mental a sus parientes. Así fue definido por los eruditos durante la mayor parte de la historia, y Graves usa estas peculiaridades para desarrollar un personaje simpático cuya supervivencia en una dinastía asesina depende de la presunción incorrecta de que es un idiota inofensivo. Vista la trayectoria política y el carácter del presidente del Partido Popular y del Gobierno de España, ¿quién no diría que Rajoy es una moderna versión del emperador Claudio?

Se presentó Mariano Rajoy en Sevilla en el 17º Congreso del PP con los avales de los mejores resultados de la historia del partido en todos los ámbitos territoriales. Tiene más concejales que nunca, gobierna más autonomías que nunca y ostenta la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Para un ejército político – pues así se diseñó por su fundador, Manuel Fraga – como el Partido Popular ¿qué más se le puede pedir a su líder? Y seguro como estaba elpopularis imperator de su reelección por aclamación se dejó llevar por sus sentimientos y realizó una auténtica confesión personal en un discurso que apelaba a la cohesión interna del partido, del “prietas las filas”, con tono ciertamente sectario, como si fuera del partido nada existiera ni fuera relevante. “El partido es lo que importa, lo que nos sostiene, lo que nos unifica, nuestra estructura, nuestra referencia. Y hoy lo necesitamos más que nunca, porque tenemos más cosas en qué pensar, más problemas que resolver, más tareas que coordinar. El partido es nuestro manantial de ideas, nuestra fábrica de proyectos, lo que articula y da coherencia a nuestra política en todos los niveles de la Administración.Y también coherencia moral, porque es de donde emanan nuestras normas de conducta, nuestros valores, nuestro código moral, el que todos compartimos, el que nos identifica como miembros de la misma aventura política.”

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Y respecto a su bagaje como trabajador del partido no dejó lugar a dudas: “Estoy con vosotros desde el año 1977, hace 35 años. He hecho de todo: militante de base, Presidente de Junta Local, presidente de la Junta Provincial de Pontevedra, Secretario General en Galicia, Vicesecretario Electoral Nacional, Vicesecretario de Organización, Secretario General y Presidente del Partido. He recorrido todo el escalafón y sé, por tanto, lo que es un militante de base, y en qué consiste ser concejal, y presidente de diputación, y alto cargo autonómico, y ministro, y vicepresidente del gobierno. Ahora estoy empezando a descubrir en qué consiste ser Presidente de Gobierno (…) Algunos dicen de mí, no sé si como elogio o como crítica, que soy un hombre previsible, que piensa las cosas y que maneja los tiempos. Lo de ser previsible lo tomo como un elogio político, porque significa que conmigo es fácil saber a qué atenerse. Manejar los tiempos me parece una forma elemental de prudencia, pero eso de “pensar las cosas” me choca que se mencione. ¡A qué extremos habremos llegado en España para que esto pueda llamar la atención! Conmigo, desde luego, no temáis que se hagan las cosas sin pensar”. Nuestro particular Claudio, con sus personales tics, sus originales dificultades de dicción, rodeado de sus poderosos cónsules y valerosos centuriones, llegados de todas las legiones desplegadas en todos los rincones del imperio, sacaba a relucir la simplicidad de su via simplicissimus para dirigir a sus huestes de nuevo a la victoria.

Llegó a la dirección del partido Rajoy gracias a la nominación personalista de su antecesor José María Aznar. Le eligió por descarte entre los discípulos que le rodeaban en el PP y en el gobierno. No era aparentemente el más eficaz, a eso le ganaba Rogrigo Rato, no era en apariencia tampoco el más brillante, para eso hubiera tenido a Alberto Ruíz Gallardón – hoy rendido al imperator Mariano como su leal ministro de Justicia – pero probablemente sí era el que podía pasar desapercibido. Esa forma de no hacer ruido, de lidiar los toros políticos como a destiempo, tomando decisiones cuando nadie se entera, le ha convertido en un líder gaseoso, que levita sobre los problemas y le hace posible alcanzar su particular mirvana político: guardar el equilibrio. Dice de sí mismo que su única virtud reside en el sentido común, algo que suele sacar de quicio a amigos y enemigos, a colaboradores y adversarios. La realidad es que heredó un partido hundido en la derrota electoral del 14 de marzo de 2004, tres días después de la masacre terrorista en los trenes de Madrid. Asediado por la división interna y acusado de debilidad por los medios de comunicación editorialmente más cercanos al PP, tuvo que realizar una dolorosa travesía del desierto en la que no faltaron insultos y descréditos de muchos de los suyos, incluido el desaire que le regaló el propio Aznar en el 16º Congreso de Valencia celebrado solo hace cuatro años. Aguantó contra viento y marea, fue alejando a los aznaristas del poder y colocando a su gente en la dirección. Se sentó pacientemente a la puerta del PSOE para ver caer al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y a todos su alcaldes y presidentes autonómicos con él. Más por errores enfrente que por aciertos propios, le fue llegando el éxito y el poder hasta tirunfar el pasado 20 de noviembre y convertirse en el inquilino de La Moncloa, casi sin querer.

Volviendo al símil de Claudio conviene recordar que su poca actuación en el terreno político que representaba su familia le sirvió para sobrevivir en las distintas conjuras que provocaron la caída de TiberioCalígula. En esta última conjura, los pretorianos que asesinaron a su sobrino lo encontraron tras una cortina, donde se había escondido creyendo que lo iban a matar. Tras la muerte de Calígula, Claudio era el único hombre adulto de su familia. Este motivo, junto a su aparente debilidad y su inexperiencia política, hicieron que la guardia pretoriana lo proclamara emperador, pensando tal vez que sería un títere fácil de controlar. Pese a sus taras físicas, su falta de experiencia política y que lo considerasen tonto y padeciera complejos de inferioridad por causa de burlas desde su niñez y estigmatizado por su propia madre, Claudio fue un brillante estudiante, gobernante y estratega militar, además de ser querido por el pueblo y ser el hombre más poderoso del mundo conocido. Su gobierno fue de gran prosperidad en la administración y en el terreno militar. Durante su reinado, las fronteras del Imperio romano se expandieron, produciéndose la conquista de Britania. El emperador se tomó un interés personal en el Derecho, presidiendo juicios públicos y llegando a promulgar veinte edictos al día.

Rajoy ha demostrado su habilidad para dirigir al partido a la victoria en todos los terrenos – municipal, autonómico y estatal -, políticamente ha acabado con su enemigo anterior, interior y exterior. Es un gran jefe militar de “lo político” capaz de sobrevivir en la jungla partidista sin mudar el gesto. Ahora ya ha sido entronizado como emperador de los suyos. Pero le ha llegado la hora de la verdad, la de gobernar a todos, la de enfrentarse a los verdaderos problemas de los ciudadanos, la gran asignatura de la Política, con mayúsculas la del arte de hacer posible lo imposible. Y lo debe hacer en el escenario de la mayor complejidad que hemos vivido en nuestra reciente historia. Convendría por ello que olvide su capacidad militar para desde la decisión civil tratar de solventar la difícil situación que viven millones personas y familias asoladas por el paro. Conviene que salga de su bunker pepero y se dé una vuelta por las calles cada vez más pobladas de mendigos y por los hospitales o las escuelas cada vez más empobrecidas en sus recursos. Sería muy de agradecer que además de haber logrado el reconocimiento de los suyos en un ejercicio de autobombo, pompa y circunstancia endogámica, sirviera para preservar el Estado del Bienestar que entre todos hemos hecho posible y que la especulación devoradora de unos pocos, con la complicidad de la clase política gobernante, se está llevando por delante. En fin, sería todo un detalle que además de imperator del PP, Mariano Rajoy Brey se dedicara algún día a gobernar pensando en la gente, en toda la gente, sea de aquí o de allá, piense en azul o en rojo, hable una lengua u otra. En esa estación término aún le seguimos esperando. No sea que nos obligue a recitarle cada cierto tiempo, como nos sucedió con sus antecesores:  ¡oh, César, recuerda que eres mortal!

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La reforma laboral española “modélica y valiente”… para Merkel y ¿para los españoles?

Conviene recordar, para aquellos que claman sistemáticamente por una mayor flexibilidad del mercado de trabajo como si de la panacea universal se tratara, que una reforma laboral no crea empleo y si acaso su función es proporcionar condiciones para que contratar sea posible. Son el crecimiento, la demanda interna, la capacidad exportadora, la productividad o la competitividad de una economía las verdaderas claves del incremento de ventas y de beneficios que lleva aparejada la contratación de personal en las empresas. Por tanto, de entrada llama la atención el empecinamiento de los gobiernos españoles y de las autoridades europeas en apresurarse a plantear una “agresiva” – en palabras del ministro de Economía Luis de Guindos – cuando las reformas estructurales, antiespeculativas y de lucha contra el fraude fiscal aún ni siquiera han empezado a enunciarse. Acometer parcialmente reformas sin poner el énfasis en el cambio del modelo productivo solo puede deberse a un intento de calmar a los socios comunitarios, especialmente, a la todopoderosa canciller Merkel o para satisfacer las necesidades de las grandes empresas. Ninguno de los dos motivos justifica la extrema urgencia de una reforma que llega apenas un año después de la realizada por el gobierno de Rodríguez Zapatero y que tan escaso éxito, por no decir nulo, ha tenido.

Realizada la crítica anterior, no es óbice para reconocer las causas objetivas que hacen necesaria una reforma del marco legal del mercado laboral en España. La principal tiene un rostro muy concreto, la generación perdida de jóvenes que se están viendo obligados a emigrar ante la imposibilidad manifiesta de encontrar trabajo. Con más del 40% de la tasa de paro juvenil España es el país de Europa líder en esta estremecedora estadística. Duplica la media de paro de la Unión Europa en menores de 25 años, es decir, en personas que acaban sus estudios universitarios, jóvenes que han realizado formación profesional o lo que es más grave, los “ni-ni”, aquellos que ni estudian, ni trabajan. El futuro que deben representar está más que cuestionado y sus expectativas para los años venideros no parecen ser mejores. Ante este drama generacional y colectivo de nuestra sociedad, solo cabe conceder el valor que le corresponde a un puesto de trabajo. Si los legisladores fueran capaces de convencer a los trabajadores de la riqueza infinita que hoy en día supone poder trabajar cuando el empleo se ha convertido en un bien tan escaso, probablemente cambiarían las mentalidades de quienes acuden a su lugar de trabajo mecánicamente para cubrir una jornada laboral y cobrar un sueldo a fin de mes. Esa transformación de la cultura del trabajo tendría mucho que ver con la relación empresa – trabajadores, pasando de un criterio de conflicto a uno cooperativo, diseñado desde el reconocimiento de ambas partes de que la negociación colectiva actual está obsoleta. La capacidad de innovación o la eficiencia en el uso de los recursos en una empresa está directamente relacionada con el clima laboral de la misma. De ahí que resulte imprescindible que cada cual se conciencia para buscar los niveles de excelencia lógicamente exigibles en su nivel de responsabilidad. La verdadera reforma laboral empieza por uno mismo, empieza porque empresarios y trabajadores se pregunten si están haciendo todo lo posible para trabajar mejor, para crear más riqueza y desarrollar el negocio.

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España es uno de los países europeos que más reformas laborales ha acometido en la última década. La reforma de la reforma de la reforma ha concebido un mercado laboral español que lleva demasiadas legislaciones yuxtapuestas sin encontrar un camino estable para el mercado de trabajo. Y es así precisamente porque el foco no se ha puesto en el verdadero problema. Los tecnicismos contractuales se han impuesto a las visiones estratégicas, se han cambiado fórmulas contractuales una y otra vez tratando de ajustarlos a las situaciones del mercado, sin entrar de lleno en los procesos formativos y en los esquemas organizativos que afectan a los niveles de productividad y, por ende, de competitividad en su entorno de mercado. Esas reformas estructurales que tienen más que ver con la forma de trabajar española, que huye del concepto colaborativo y que desprecia la colaboración en cluster empresarial, son las que desde hace años se hacen imprescindibles para crear empleo sostenible. Seguimos poniendo el ojo y la bala en el despido, como si abaratarlo fuera la única manera de convencer a un empresario de que contrate. Una cosa es que el sistema drene, es decir, que permita la entrada fluida de trabajadores en él y otro que lo convirtamos en la bañera que tratamos de llenar y a la que no ponemos tapón.

En todo caso, ya que nos han cocinado un plato de comida rápida, otra reforma laboral express, me aventura a comentar las principales medidas de la misma:

Condiciones de despido no objetivo, es decir, improcedente: la indemnización pasa de 45  a 33 días por año trabajado y su tope de 42 a 24 mensualidades. No es retroactivo, esto es, computa dualmente. La antigüedad anterior a la reforma se contabilizara sobre 45 días y 42 mensualidades y la que surja a partir de ahora sobre 33 días y 24 mensualidades. Dadas las actuales circunstancias económicas, podría calificarse como el mal menor que los trabajadores estarían dispuestos a aceptar, mientras que a los empresarios les parecería si fuera la medida principal de la reforma, insuficiente a todas luces. Por tanto, no produce ni frío, ni calor a los actores del mercado laboral.

Condiciones de despido por causas objetivas: 20 días por año trabajado y la justificación para su aplicación por parte de las empresas no será otra que poder demostrar la bajada de ingresos o pérdidas en los últimos 9 meses del ejercicio. Sin paliativos y si en el trámite parlamentario no se establecen severos mecanismos de control, esta medida es un auténtico coladero para fraudes y despidos masivos. Permitiría cambiar trabajadores caros de mediana edad (entre 45 y 60 años) por jóvenes mileuristas. A ella se añade la capacidad que se les concede a las empresas para llevar a cabo un ERE – Expediente de Regulación de Empleo – sin necesidad de contar con la autorización administrativa. Un traje a la medida para las grandes compañías y que extienden además a las empresas públicas.

Cambio de condiciones de trabajo: se conceden amplísimos poderes a las empresas para cambiar las condiciones en que un trabajador ejerce su labor tanto por causas organizativas, de producción… en suma, de todo lo que el empresario estime oportuno. Cambiar horarios, ubicación o puesto, supone alterar radicalmente la vida de una persona y eso viola claramente los más mínimos derechos de los trabajadores.

Contrato de emprendedores: se establecen subvenciones y bonificaciones para fomentar el empleo joven. Volvemos a caer en la trampa de crear empleo no por necesidad del mercado sino por convertir en un negocio el contratar.

Temporalidad: se impide la concatenación de contratos temporales buscando el fomento de la contratación indefinida. Nada que objetar si no fuera porque la realidad actual del crecimiento de nuestra economía hace imposible a los empresarios planificar su masa laboral sobre contratos indefinidos, más bien requieren ligarlo a la demanda o su capacidad de venta o de realizar proyectos.

Podemos concluir que si la reforma se aborda por los agentes sociales, especialmente los empresarios, por su lado más “agresivo”, se logrará el abaratamiento del despido que favorece a las grandes empresas que podrán cambiar empleados “caros” maduros, por jóvenes a bajo coste. Habremos aumentado el paro y además, lo habremos hecho en su segmento de población más sensible, clases medias que soportan la protección familiar de sus mayores con bajas pensiones y de sus hijos sin empleo. A corto un absoluto desastre y a largo una apuesta sin garantías de éxito, ni de ofrecer una perspectiva ilusionante a nuestros jóvenes. Para Merkel una reforma “modélica y valiente”, seguramente porque no afecta a sus trabajadores alemanes y para los españoles un motivo más de preocupación. Enfrente una oposición política disminuida, unos sindicatos sin apenas credibilidad social y unos ciudadanos atemorizados.

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Al borde del éxodo, el último acto de la tragedia griega

Europa lleva casi dos años asistiendo al drama de Grecia, de su bancarrota, de su primer rescate, de sus baldíos intentos de ajustes y recortes, de sus huelgas generales, de su larvado estallido social, de su segundo rescate y, finalmente, o al menos así parece, a la decisión final de si se quedan o se van de la eurozona y, porqué no, de la Unión Europea. El problema de la decisión que finalmente adopte el eurogrupo no es otro tan egoísta como el posible contagio que producirá en el resto de Estados del euro que se encuentran en dificultades – Irlanda yPortugal, ya rescatados, EspañaItalia con elevados déficits y altas primas de riesgo en su deuda pública -. Del sufrimiento al que se está sometiendo a base de medidas de empobrecimiento de las rentas familiares y de desmantelamiento de la asistencia social a los griegos, de eso ya ni hablamos. A nadie o casi nadie en Bruselas les importa la suerte a que abandonamos a más de 11 millones de habitantes, al territorio que en su día alumbró la cultura y la civilización clásica y, en la actualidad, a un enclave geopolíticamente crucial en el escenario mediterráneo y, por ello, en la relación con Turquía y Oriente Medio. Así de pacatos y cortoplacistas se han vuelto nuestros políticos obsesionados por el vil metal.

Es Grecia presa de su propia paradoja. Allí se creo la tragedia griega que hoy en forma de pesadilla irónica viven sin máscaras, ni teatros, en plena calle. De ahí que me permita la licencia de recordar que la tragedia helena está estructurada siguiendo un esquema rígido, cuyas formas se pueden definir con precisión. Se inicia generalmente con un prólogo, que según Aristóteles es lo que antecede a la entrada del coro. Las características generales son que se da la ubicación temporal y se une el pasado del héroe con el presente, pueden participar hasta tres actores, pero sólo hablan dos y el otro interviene o puede recitar un monólogo. Se informa al espectador del porqué del castigo que va a recibir el héroe y en esta parte no interviene el coro. Verdad que nos suena: el héroe el pueblo greigo, dos actores, MerkelSarzoky, con el monólogo de la Canciller, con el coro del eurogrupo. El castigo se anunció tras el primer rescate. Prosigue lapárados, que son cantos a cargo del coro durante su entrada en la «orchestra». En esta parte se realiza un canto lítico, donde se dan danzas de avance y retroceso. En la realidad que vivimos, se escenificó con las primeras huelgas y violencia en las calles de Atenas, mientras su clase política trataba de dar pasos hacia adelante y hacia atrás sin alcanzar acuerdos.

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Luego comienzan los episodios que pueden ser hasta cinco. En ellos hay diálogo entre el coro y los personajes o entre personajes; es la parte más importante por ser la dramática por excelencia y expresa el pensamiento e ideas del personaje. Entre los episodios se hallan los estásimos, que son intervenciones del coro en las que se expresan las ideas políticas, filosóficas, religiosas o morales del autor. Aquí nos encontramos tras dimitir Papandreu y forzar la UE un gobierno de coalición presidido por el tecnócrata Lukas Papademos. Por último, el éxodo es la parte final de la tragedia, hay cantos líricos y dramáticos; el héroe reconoce su error. A veces es castigado con la muerte por los dioses y es allí donde aparece la enseñanza moral. A punto estamos de dictar esta trágica sentencia contra el pueblo griego y con ello condenarnos eternamente a la derrota del proyecto europeísta.

Volviendo a la cruda situación conviene analizar qué está exigiendo la troika de acreedores –Comisión EuropeaFMIBCE – al gobierno griego. El acuerdo sobre Grecia se basa en tres pilares. El compromiso de nuevos ajustes sociales por parte del Gobierno y los partidos políticos griegos, un acuerdo con la banca por el que acepte unas pérdidas o quita de la deuda de hasta el 70% de su inversión en Grecia y la aceptación por parte de la UE y el FMI de conceder un segundo paquete de ayudas que podría oscilar entre 130.000 y 145.000 millones de euros. El capítulo de recortes es especialmente traumático para un país que empieza su quinto año de recesión y que está cada vez más próximo a la explosión social. Los ajustes que se debaten ahora, muchos de los cuales son compromisos anteriores no aplicados aún, incluyen una reducción de gastos sanitarios de 1.100 millones; recortes en Defensa y en la Administración local, de 400 millones en cada caso; reducción del salario mínimo en 22% (pasaría de 750 euros brutos a 586 en 14 pagas), reducciones del 15% en las pensiones complementarias y aplicación del acuerdo anterior de eliminar 15.000 empleos del sector público.

La encrucijada a la que se está sometiendo a Grecia es tan simple como quedarse en el euro para sufrir décadas de pobreza e inestabilidad social o salirse y pasar a ser los parias de la Unión. Además, desde el punto de vista jurídico comunitario, no está regulada la salida del un miembro del euro, mientras que sí lo está cuando se sale Unión Europea, por lo que la caída de Grecia podría suponer que el Estado heleno se viera expulsado del club europeo. Hecho que podría convertirle en un oscuro objeto de deseo de potencias hostiles a los intereses europeos, dado el caos social que produciría quedarse en tierra de nadie en el escenario internacional.

El éxodo griego, de producirse, tendrá indudables efectos sobre la imagen de la Unión Europea y su ya tocada credibilidad en los mercados financieros. Así lo reconocía el ministro de Economía español Luis de Guindos al manifestar que «si Grecia va a la quiebra, puede haber contagio». El temido efecto dominó sobre países con sus cuentas públicas cuestionadas alarga su sombra sobre el continente. De ahí que todos debamos ser muy conscientes de la trascendencia de cualquier decisión que se tome sobre Grecia porque del final de la tragedia griega depende en gran medida el futuro de Europa.

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El PSOE se sube a la patera para su travesía del desierto

Supongo que la tarea que les correspondió a los delegados territoriales del Partido Socialistaen su 38º Congreso no resultó nada fácil. Elegir secretario general como el mal menor cuando todo o prácticamente todo se ha perdido – en los ayuntamientos, en las Comunidades Autónomas y en el Estado – es como optar entre morir por eutanasia o con cuidados paliativos. Y no quiero parecer tremendista, pero es evidente que las dos opciones que se presentaron, por mucho esfuerzo que quisieran hacer formal, eran dos caras de la misma moneda: lo malo o lo peor. Alfredo Pérez Rubalcaba se presentaba acreditado por una amplia experiencia de gestión en los gobiernos de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero, pero con la losa a sus espaldas de la derrota el pasado 20 de noviembre, la más sonada de la historia socialista. Frente a él, Carmen Chacón – otrora Carme cuando era catalana del Partit dels Socialistes de Catalunya – una incógnita a futuro pero heredera también del derrotado zapaterismo, del que es imposible dudar que es hija predilecta.

Con una oferta así, no es de extrañar lo ajustado del resultado, la tensión vivida en los días anteriores y los temblores de piernas que muchos compromisarios socialistas debieron sentir al meter la papeleta en la urna entre fortísimas medidas de seguridad para evitar pucherazos. El miedo se adueñó del sevillano hotel Renacimiento – el nombre del escenario no se escoge con más guasa ni a posta – y entre acusaciones mutuas de coacciones y juego sucio, llegaron los discursos de los candidatos dejando claras las intenciones de ambos. Rubalcaba ofrecía un tránsito lo más seguro posible para travesía del desierto y Chacón pretendía, sin perder un segundo, poner rumbo a la tierra prometida cruzando desiertos y montañas hasta llegar al oasis y degustar el ansiado maná del poder. Uno garantizaba flotar una patera para cruzar el estrecho que separa la muerte segura de un partido bajo mínimos en cuotas de cargos electos y la otra una expedición en galeras por mares desconocidos y horizontes lejanos en pos de tesoros de incalculable valor pero de ubicación incierta. Y como era natural, en un ejército diezmado y derrotado, triunfó la triste realidad de Alfredo Pérez Rubalcaba ante la onírica y volátil figura de Carmen Chacón.

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De ideas para qué hablar, cuando lo que toca es poner al mando a las personas que dirijan el naufragio. Entregados a la cita latina – Primum vivere deinde philosophari -, los socialistas han decidido primero vivir y luego filosofar. Tienen primero que reconstruir el partido federación a federación de un partido con un ERE en marcha dado el alto número de cargos que han perdido su cargo y con ello su puesto de trabajo. Tienen que recoser cada girón que en los territorios ha supuesto un enfrentamiento cainita entre dos bandos alineados a muerte cada uno con su candidato a secretario general.  O mejor dicho, los vencedores aplicarán su concepto de integración cortando a cuchillo la cabeza de los derrotados que es como se suelen debatir las diferencias personales en el seno de los partidos políticos.

Por delante tres años – hasta las próximas elecciones municipales y autonómicas – para recuperar el crédito perdido en la sociedad española, el apoyo dilapidado por no reconocer primero la gravedad de la crisis y después en un giro copernicano de sus políticas, aplicar las recetas más duras y ortodoxas del centro derecho europeo. En ese difícil navegar de la patera en las turbulentas y frías aguas del estrecho, en algún momento tendrán que reparar en la necesidad de lanzar una propuesta socialdemócrata y europeísta, desde un pensamiento renovado, capaz de afrontar los retos de la globalización y el diálogo con Estados emergentes que claman por su derecho a ser protagonistas en la toma de decisiones del mundo. Algún día, mejor pronto que tarde, deberían pensar en salir de las posiciones meramente defensivas del Estado del bienestar, para hacer una ofensiva de conquista de derechos, recuperando el discurso tradicional de la izquierda europea de trabajar por el progreso sin mirar al retrovisor. Deberían ponerse a la labor de ser alternativa, aunque solo sea porque deberían recordar que no solo de pan vive el hombre, si es que aún quieren ser útiles a la sociedad y no seguir siendo un mero centro de colocaciones plagado de nepotismo.

Además tendrán la responsabilidad de ser el principal partido de la oposición al recién nacido gobierno del Partido Popular. Eso para bien y para mal, es decir, para alcanzar acuerdos en cuestiones de Estado – que suelen interpretar como sinónimo de apaño – y para fiscalizar con contundencia la acción del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Y no sé la verdad si la patera y sus tripulantes darán a basto a tanta tarea como tienen por delante o caerán exhaustos por la borda antes de pisar tierra. De momento hay que reconocer que han optado por la vía más realista que se les ofrecía, lo cual dice mucho de su capacidad de supervivencia que avalan los más de 130 años de existencia del partido contra viento y marea, dentro y fuera del mismo. No tienen un líder indiscutible, ni ilusionante. Rubalcaba es un dirigente para los tiempos que corren, para tratar de evitar un naufragio en medio de una tempestad. Ni nada más, ni nada menos.

Con todo le queda el reto de no ensimismarse en la turbulencia del oleaje, tratando de buscar un horizonte cierto para cuando la tormenta amaine. Porque por mucho que sus problemas internos le ocupen gran parte de su trabajo, fuera seguirá habiendo un Estado plurinacional que demanda nuevas fórmulas de convivencia con legítimas reivindicaciones de pueblos con identidad, realidad económica y culturas propias. Fuera seguirá habiendo una sociedad que anhela soluciones a sus demandas de quienes dicen representarles. Porque como nos cantó Serrat,

Detrás de los héroes y de los titanes,
detrás de las gestas de la humanidad
y de las medallas de los generales.
Detrás de la Estatua de la Libertad.

Detrás de los himnos y de las banderas.
Detrás de la hoguera de la Inquisición.
Detrás de las cifras y de los rascacielos.
Detrás de los anuncios de neón.

Detrás, está la gente
con sus pequeños temas,
sus pequeños problemas
y sus pequeños amores.

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El Gobierno Rajoy o el Ejecutivo naftalino

Tiene el gobierno Rajoy una edad media de 55 años, es decir, según se mire es un equipo de veteranos experimentados o un grupo de viejos carcas. Es evidente que los años de vida son una medida relativa, porque el enfoque con que afrontas problemas y oportunidades depende de cómo se han vivido y de cómo se está dispuesto a vivir los años que te quedan. Conozco jóvenes anímicamente avejentados y personas mayores irreductiblemente juveniles. Sin embargo, un hecho es cierto: tras décadas en que primó la juventud de los gobernantes en La Moncloa – así ocurrió con la llegada de Felipe González, después con Aznar y, sobre todo, con Zapatero – ahora Rajoy ha impuesto la moda “retro”.  Muchos de sus ministros son casi sexagenarios y fueron altos cargos o miembros de los gobiernos aznaristas, hace ya más de 10 años. Se me antoja que tienen demasiadas referencias al pasado, que sus análisis se basan más en la experiencia vivida que en la prospectiva de futuro. Conducir mirando al retrovisor es una práctica imprescindible cuando se pretende adelantar pero puede desviar en exceso la atención de la carretera y de la trazada más conveniente en una curva peligrosa. Y me temo que la tremenda crisis económica que atravesamos requiere más destreza con la mirada puesta hacia adelante que estar preocupados por lo que hemos dejado atrás.

En este primer mes de gobierno, los ministros de Rajoy han acudido en fila india al Congreso de los Diputados a exponer sus principales proyectos para la legislatura, curiosamente a excepción hecha aún del titular de Economía, Luis deGuindos que lo hará el próximo 7 de febrero, como si necesitara más tiempo para aclarar las ideas cuando la suya es la máxima responsabilidad del Ejecutivo. Del roll show de los ministros nos han quedado un rosario de reformas legislativas cuya parte más novedosa consiste en la componente remake de regreso al pasado. La mayoría han elegido como arcadia política, los primeros años de las década de los 80, cuando muchos de ellos eran unos rebeldes veinteañeros de centro derecha que vestían abrigo loden y trataban de ligar por la madrileña calle Serrano. Supongo que el recuerdo de aquellos joviales años les retrotrae a idílicos paisajes sociales de una España que aún era en gran medida el reflejo de una dictadura y que también estaba lejos de su incorporación a Europa. Una libre versión de las coplas de Jorge Manrique y de “como a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor”.

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A saber la crónica de la regresión la inició precisamente la vicepresidente SorayaSáenz de Santamaría, una de los miembros más jóvenes del Gobierno que, sin embargo, hizo gala de sentirse contagiada de la moda centrista reformista. De forma sorpresiva anunció la reforma de la Ley del Consejo General del Poder Judicial, por medio de la cual actualmente los consejeros son elegidos por los jueces y por los miembros del parlamento. Su propuesta: volver a antes de 1985 y que todos los miembros del Consejo los elijan los jueces. La razón argumentada: la justicia está muy politizada, como si el PP no se hubiera aprovechado de la circunstancia y como si las asociaciones de jueces fueran independientes de la política y si tuvieran más capacidad de representación de la que tienen los partidos políticos. Le siguió el turno el ex alcalde de Madrid y flamante ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón y a él le correspondió el principal desfile de modelos retro del Ejecutivo. Primero con la insinuación de una revisión de penas para delitos especiales convertibles en cadenas perpetuas, medida que obliga a esforzar más si cabe la memoria, pues, nos sitúa en tiempos de la dictadura franquista – veremos como salva la constitucionalidad de tal ocurrencia -. De similar corte el anuncio de la introducción de una tasa para ejercer el recurso en segunda instancia, de tal forma que consagra el principio de la justicia para el que se la paga o se la puede pagar. Y cómo no, la guinda de su comparecencia no podía faltar la reforma de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, devolviéndonos a los supuestos y no a los plazos, otra situación anterior a 1985.

Después llegó el titular de Educación, José Ignacio Wert para poner el reloj de las escuelas en hora, en la hora del Partido Popular. Confirmó lo ya anunciado por el presidente en su discurso de investidura en su deseo de añadir un año más de bachillerato a los alumnos de enseñanza secundaria. Volvemos a los tiempos del PREU del bachillerato clásico, es decir, a la educación modelo UCD, anterior a la reforma de José María Maravall, el primer ministro socialista de Educación de Felipe González. A él debemos la LODE, Ley Orgánica del Derecho a la Educación que universalizó la gratuidad de la misma. Y para no incumplir el programa electoral de los populares, el ministro Wert anunció la desaparición de la asignatura inventada por Zapatero, Educación para la Ciudadanía, que apenas va a durar cinco cursos. Según el ministro las clases impartidas han servido para ejercer el adoctrinamiento político de los chavales. Será que el nacionalcatolicismo en el que fueron educados todos los ministros de Rajoy era aséptico y neutral o será que en los colegios concertados católicos no se imparte doctrina alguna.

El postre de las comparecencias regresivas lo ha puesto la ministra de Sanidad, Ana Mato, cuyo anuncio de llevar a cabo una ley de Servicios Básicos lo dice todo. Básico es sinónimo de mínimo, por lo que podemos temernos que el Estado va a establecer los umbrales de una atención sanitaria y la Comunidad Autónoma que quiera mejorar sus prestaciones que se la pague, una vez más si puede. Podría decirse que el Gobierno se declara en huelga de salud y nos declarará los servicios mínimos a prestar. Lo del copago de momento que ni que sí, no que no, queda para próximas citas según se pongan de feas las cuentas públicas de cara a los presupuestos que deberán aprobarse en primavera. Y para no perder la costumbre de sus antecesores en sus comparecencias, cumplió otro compromiso programático de derogar medidas llevadas a cabo por el gobierno Zapatero. En este caso respecto a la dispensación de la píldora del día después. Según la ministra se han encargado un informe sobre los resultados desde su implantación y conforme a los datos que aporte se decidirá si se mantendrá la libre dispensación o se requerirá la receta médica. En una palabra, que como todos sabemos uno encarga el informe para que diga lo que el que paga espera y, por tanto, cualquier madrugada de amor juvenil desenfrenado deberá acabar en urgencias para que un médico de guardia extienda una receta.

Tanta conmemoración de tiempos pretéritos, sin ser baladí, tendría escasa relevancia si en la materia que protagoniza el drama de la crisis, el empleo, hubiera sido abordado ya con medidas de fomento de la actividad económica. Sabemos ya que el proceso de marcha atrás en el tiempo incluye también pérdida de derechos, de prestaciones del Estado del bienestar y subida de impuestos. De lo que no tenemos ni idea es de cómo el gobierno piensa reducir la espantosa cifra de 5.300.000 parados que también nos trae recuerdos de principios de los 80, de una economía escasamente internacionalizada, desmantelando industrias, con la banca en quiebra, inflación desatada, con más de tres millones de parados y tasas de desempleo superiores al 20%. Volvemos a donde estábamos en una especie de viaje a ninguna parte, sin un liderazgo capaz de poner la vista en el horizonte y tomar el rumbo del crecimiento. El olor a naftalina que inunda las primeras decisiones del Ejecutivo Rajoy nos retrotrae 30 años atrás en un somnoliento ejercicio del día de la marmota. Seguiremos esperando una brizna de frescura y de valentía para encarar el futuro, aunque cada vez esté más convencido de que los vientos que vienen de Madrid como los de Dinamarca huelen a podrido.

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Rajoy y Merkel: “How are you Angela… Very well”, 5,3 millones de parados

Presentarse campechanamente como si se estuviera en casa, en familia, sin saber idiomas tiene el riesgo de quedar uno como los indios siux y su inefable “how” para saludar al Séptimo de Caballería. Ni que decir tiene que Angela esperaba de Mariano un comedido “Pleased to meet you”. Y algo parecido debió sentir Rajoy antes de saludar a Merkel a lo que debían sentir los pieles rojas cuando se enfrentaban con sus flechas a los soldados yanquis pertrechados con sus rifles de repetición, sobre todo, cuando se te ha olvidado maquillarte con las pinturas de guerra.

Así es que tras deslizar en los medios de comunicación afines, en los días previos al encuentro, que acudiría a la cita solícito y valiente dispuesto a demandar a la gobernanta de Europa una moratoria de mínima flexibilidad en el objetivo de déficit para 2012 marcado para España – el 4,4% – el frío invernal berlinés debió arrugar su voluntad inquebrantable y todo quedó en “lo que tú digas Angela porque uno no puede gastar lo que no tiene”. Y es que ya se sabe que uno no debe pasar revista a las tropas a cuerpecito gentil para lucir palmito a dos grados bajo cero en la húmeda ciudad del Spree.

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El resumen de la primera reunión entre la Canciller y el nuevo presidente español es que nadie se atreve a salirse del guión rígido del ajuste duro y severo merkeliano, que nadie se atreve a amorcillar siquiera una frase original a los márgenes de los recortes, por más que cada vez sea más evidente que esa política unidireccional nos está sumiendo en la recesión sl tiempo que supone el desmantelamiento de nuestro Estado del bienestar. Ningún gobernante tiene el arrojo necesario para plantar cara al desastre y decir basta al emprobrecimiento del concepto público de la política. Prefieren administrar miseria de la cosa pública y convertirse en una suerte de orden mendicante ante los ciudadanos a los que recortan derechos mientras les subem los impuestos (p.ej. primeros meses de acción de gobierno del Partido Popular en España).

Tenía Rajoy, sin embargo, buenas razones para plantarse ante Merkel. Incluso uno de sus dos ministros económicos – en esa suerte bígama de dirigir la economía que tiene el presidente – el de Hacienda, Cristóbal Montoro, había anunciado la imposibilidad de cumplimiento del objetivo de déficit este año y, por ende, pidió arnica o lo que se dice de un poquito de por favor a los que mandan en el euro. Tenía Rajoy nada menos que 5.273.600 poderosas razones, las del número de parados españoles para tratar de hacer otra política. Pero al escuchar el “very well” de Angela trató de ganarse sus favores susurrándole al oído promesas de austeridad, con el sonido de fondo de gaitas por supuesto gallegas.

Caminaron de la mano física y tácticamente Angela y Mariano,se juraron fidelidad doctrinal eterna y de nuevo la Canciller hizo un amigo para siempre, dócil y sumiso rendido a los encantos de la Dama de Hormigón Armado. Funcionó la química – que para algo ella se licenció en esa ciencia – y el presidente español se volvió a su país dispuesto a poner rostro de circunstancias al día siguiente a los dramáticos datos de la Encuesta de Población Activa del año 2011. Como si lo del empleo no fuera con él volvió a las preocupaciones de moda generadas por la moderna versión de la Inquisición que representan hoy las agencias de rating y, en este caso Ficht, degradara dos peldaños la nota de solvencia de España.

Confiemos, pues, que esta incipiente amistad llena de desparpajo y aderezada con las habituales brumas retóricas del presidente Rajoy – de puede que sí o no – dé los frutos anhelados y para cuando superemos los seis millones de parados no nos echen del euro si en vez de registrar un déficit público del 4,4% nos hemos quedado en un ramplón 5%. La pena es que para entonces probablemente el verdadero déficit, el déficit de lo público, lo que es de todos y es para todos, nos habrá dejado el catálogo de servicios básicos en sanidad – es decir una salud de mínimos – y una educación sin educadores. Y para entonces también, ni siquiera podremos demandar a nuestros gobernantes en segunda instancia porque no tendremos dinero para pagar la tasa del ministro Gallardón. O sea, lo dicho Angela, que estamos “very well”.

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Devo Max, el inteligente camino de Escocia hacia la independencia

Por más que pueda parecer innecesario recordarlo, dadas las enconadas confrontaciones que provoca el tema, conviene reseñar que la Carta de la Naciones Unidas firmada el 26 de junio de 1945 y que entró en vigor el 24 de octubre del mismo año, reconoce en su primer artículo el principio de «libre determinación de los pueblos», junto al de la «igualdad de derechos», como base del orden internacional. El derecho de libre determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad. Pese a un reconocimiento tan formal e institucionalmente tan sólido, la realidad mundial revela que más del 90% de los Estados son sociológicamente entidades plurinacionales. Un conflicto entre pueblos, naciones y Estados que históricamente se ha dilucidado en unos casos de forma dialogada como en otros de manera violenta. Europa no es ni mucho menos ajena a esta diversidad de intereses y en la mayoría de sus Estados existen fuertes corrientes nacionalistas e independentistas.

El caso más reciente y puesto de actualidad la semana pasada, es el de Escocia. Territorio histórico de las islas británicas que de la mano de un gobierno nacionalista demandan la independencia por ejercicio del derecho de autodeterminación de los escoceses. El gobierno de Su Majestad por boca de su premier, David Cameron, ha recogido el guante y propuso en el parlamento de Westminster la convocatoria de un referéndum y la fijación de su fecha de manera inmediata. Este sorpresivo anuncio no ha hecho más que iniciar un complejo juego de posiciones políticas entre Londres y Edimburgo. Es evidente que el manejo de los tiempos y la formulación de la consulta se convierten en piezas claves para prever el futuro del Reino Unido. Un caso éste de indudable calado para el conjunto de los Estados europeos, pues, el camino escocés puede convertirse en un precedente para otras naciones similares que anhelan un estatus independiente en la UE. El gobierno escocés de Alex Salmond y el gobierno conservador británico han movido las primeras piezas de este particular tablero de ajedrez político. Al reto lanzado en las elecciones escocesas de mayo de 2011 por el vencedor Partido Nacional Escocés (SNP) de convocar un referéndum ha contestado Cameron apremiando a hacerlo para evitar el debate y la reivindicación continua.

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Sabe Cameron que, hoy por hoy, los sondeos no auguran una mayoría a las tesis independentistas, por lo que pretende acelerar los plazos de la consulta para evitar que la gestión de los nacionalistas en el gobierno de Edimburgo propicie el cambio de opinión en la ciudadanía escocesa. El Gobierno de Escocia respondió al Gobierno británico con un desafío al anunciar que el referéndum de independencia será convocado en otoño de 2014, en contra de las exigencias de Londres de que esa consulta se realice lo antes posible para evitar que la incertidumbre pueda dañar las inversiones financieras en territorio escocés. La intención inicial del SNP era que el referéndum tuviera lugar después de 2016, cuando es posible que en Londres haya un gobierno de los torys, tremendamente impopulares en Escocia. En cambio, Cameron con el apoyo del “bloque pro unión” formado por conservadores, liberales y laboristas, sostiene que la facultad legal de la convocatoria recae en Londres y que la incertidumbre no es buena para la economía, por lo que no hay que esperar más de 18 meses. Finalmente, Salmond ha propuesto una opción intermedia: 2014, aniversario de la batalla de Bannockburn (1314) hito de enorme fuerza simbólica, pues, los escoceses vencieron a los ingleses.

Es evidente que el antecedente histórico de Quebec pesa en todo el proceso escocés. Salmond es un político tan veterano como hábil y de enorme popularidad en Escocia. Las encuestas más favorables a sus tesis sitúan el apoyo a la independencia en un 40% de los votantes por lo que trata de evitar a toda costa el camino que en su día emprendieron los francófonos quebequeses que les llevó a salir derrotados referéndum tras referéndum en su deseos de independencia respecto a Canadá. Frente a las posiciones esencialistas que anteponen el deseo de una consulta a el logro de los objetivos de soberanía, Salmond ha trazado una hoja de ruta de conquistas nacionales tratando de que no se agoten en una derrota en las urnas, el final que Londres quiere poner a las reivindicaciones escocesas. Unos anhelos que alcanzaron su primera cota en la “devolución” de 1999, cuando Escocia recuperó su Parlamento y un gobierno autónomo, representó una oportunidad para los nacionalistas, que obtuvieron la victoria en 2007 y 2011. Pero el jefe del Ejecutivo escocés es plenamente consciente de que el hecho de que su propio partido abogue por la separación no significa que lo hagan todos sus votantes, muchos de los cuales solo expresan apoyándoles su descontento con las formaciones políticas británicas.

Así las cosas, la clave no será otra que la pregunta que se introducirá en la papeleta. Cameron ha sido rotundo en este sentido, quiere un sí o un no, “o dentro o fuera” llegó a señalar en la Cámara de los Comunes. Situar a los ciudadanos en una decisión de tal trascendencia sin posibilidades de establecer matices en su respuesta es la baza fundamental que jugarán los británicos, seguros como están de que la mayoría de los escoceses no serán capaces de tomar una decisión tan radical como su ruptura política y económica con Londres. Por contra, Salmond en cambio pretende que la papeleta incluya una tercera posibilidad, la de una ampliación de las competencias para Edimburgo. Con esta tercera opción, conocida como “devo max”, el gobierno escocés podría reclamar nuevas transferencias para entre otras cosas, gozar de autonomía fiscal absoluta. La “devolución máxima” es un sinónimo de plena autonomía fiscal, es una fórmula de federalismo fiscal o de independencia menor, que se basa en una situación donde en lugar de recibir una subvención global de la Hacienda del Reino Unidocomo en la actualidad, el Parlamento escocés recibirá toda clase de impuestos recaudados en Escocia y luego haría el pago al gobierno del Reino Unido para cubrir la parte de gastos de los servicios prestados por Londres. Pero más allá de la fórmula concreta lo que saben los nacionalistas escoceses es que esta vía permite salir victoriosos del referéndum y abrir una senda soberanista apoyada por la mayoría del pueblo escocés, cerca de un 60% según las encuestas más reciente.

La batalla está definitivamente planteada y Salmond ha demostrado inteligencia a la hora de desplegar sus reivindicaciones. Ha sido capaz de representar el nacionalismo eficaz, el que desde posiciones legítimas y democráticas es capaz de cambiar la opinión de sus ciudadanos reivindicando más derechos y no enfrentando a su pueblo al callejón sin salida del todo o nada. Una vía tan inteligente que ha forzado a Cameron a aceptar el referéndum y acelerar sus plazos. Londres ha perdido posiciones en el inicio de la contienda y le será muy difícil explicar un veto a una línea intermedia de reclamaciones soberanistas escocesas, una posición mayoritaria actualmente en el territorio de los Highlands. La Europa de la pueblos, de las naciones, la Europa diversa, plural, debe buscar el encaje de la convivencia desde el respeto a los derechos de autodeterminación, un ejercicio complejo que solo desde vías tan sutiles como eficaces pueden solventar enfrentamientos baldíos. Hasta aquí el proceso político escocés con toda su crispación en el debate está dando lecciones a otras situaciones vividas en el Reino Unido como el caso de Irlanda del Norte, donde tras miles de víctimas los avances soberanistas han alcanzado escasas conquistas de autonomía respecto a Londres. Estados como el español, el francés, el belga o el italiano, solo por citar los que en su seno cuentan con millones de ciudadanos con fuertes sentimientos plurinacionales, deberían tomar buena nota de los planteamientos de los nacionalistas escoceses.

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¿Cómo acabar con el miedo al miedo? Las agencias de rating, el coco que asusta a los Estados

El pasado viernes 13 de febrero, muy a la americana, la agencia de ratingStandard and Poor’s, decidió sacar la motosierra y realizar su particular versión de la matanza en Texas en el escenario del mercado de la deuda de los Estados europeos. Estandar y de los pobres – la traducción al castellano del nombre y apellido de la agencia no tiene desperdicio – decidió rebajar la categoría a 9 de los 17 Estados de la eurozona, con ejemplos tan llamativos como el de Francia yAustria que dejaron por el camino su Triple A, pasando de AAA a  (AA+). Mientras que España, Italia y Portugal, le rebajaron dos escalones sus notas. Con lo que los títulos de deuda de Portugal y España quedan en la categoría especulativa. ”Las acciones de hoy son fruto de nuestra creencia de que las iniciativas políticas tomadas por los líderes europeos en las últimas semanas pueden ser insuficientes para atajar totalmente el estrés sistemático en la zona euro”, señaló como justificación a tal medida la agencia de calificación en el comunicado.

Con esta decisión S&P concluía el proceso de revisión para una posible rebaja iniciado el pasado mes de diciembre en torno a la solvencia de quince de los diecisiete países de la zona euro, y que finalmente ha mantenido la triple “A” aAlemania,  además de a FinlandiaLuxemburgoPaíses Bajos. Mientras que degradaba en dos escalones la deuda de España, Italia, Portugal y Chipre, y en un escalón la calificación de la de Francia, Austria, MaltaEslovaquia yEslovenia. Bonita escabechina de la zona euro, que curiosamente no fue ratificada por la hermana gemela en calificaciones, la agencia Moody´s que el lunes mantuvo la nota de Francia aunque dejando claro los graves riesgos de la deuda entorno al euro. Formalmente una vez más la batalla la ganado Angela Merkel y además de seguir haciendo pingues beneficios en la colocación de la deuda, vuelve a remarcar la necesidad de medidas de ajuste como única medicación para recuperar los equilibrios presupuestarios. O sea que si no querías aceite de ricino, dos cucharadas.

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Ante tal asalto a Europa en forma de malas notas en los mercados financieros, a uno le pide el cuerpo soltar cinco boutades, que espero tratan de ser ingeniosas y espero que lo consigan:

1.- El propio concepto de calificación resulta esencialmente perverso, pues, lo primero que deberíamos de preguntarnos es ¿quién es quién para calificarnos? y ¿con qué criterios nos califica?. Su propiedad e intereses son demasiado oscuros como para que legitimemos a las agencias de rating y les concedamos el valor y la carga de la prueba cuando lo que se está juzgando es la capacidad que tenemos cientos de millones de ciudadanos para hacer frente a nuestras deudas. ¿Pretenden hacernos creer que el mayor espacio de libertad y desarrollo del mundo civilizado es incapaz de pagar a sus acreedores? Eso seria como admitir que tenemos que echar el cierre del sistema y reinventarnos todos, empezando por ellos.

2.- Cabe hacerse una segunda pregunta más inocente aún pero relevante a efectos de inventario de la situación: ¿a quién afecta la calificación, es decir, quién gana y quién pierde en este juego? Tal vez si analizamos el resultado entenderíamos a favor de quién pitan estos árbitros que se han convertido en auténticos dictadores de la política europea.

3.- El mercado de la deuda de la eurozona se ha convertido en un chollo sin riesgo para sus inversores. Invierten en valores que saben seguros porque Europa acudirá al rescate a cualquier precio de sus partes en peligro, pero para aumentar sus intereses tienen que sumir a los Estados en una campaña de desprestigio y descrédito que encarezca su salvación.

4.- El origen de esta broma perversa en que se está convirtiendo la crisis no es otro que la especulación financiera y sus principales causantes las entidades financieras privadas, esto es, la banca. Para sarcasmo general son los bancos los más beneficiados con la situación de la deuda soberana de países con siglos y siglos a sus espaldas. Ellos van saneando sus chapuzas en balance, las que nos llevaron hasta aquí y el que paga no es otro que el ciudadano que ve recortados tras realizar cuantiosas aportaciones a los fondos de rescate de la banca, sus derechos de prestaciones sociales – educación, sanidad, pensiones… -, incrementados sus impuestos para pagar intereses de la deuda y, finalmente, mermado su poder adquisitivo y su nivel de vida.

5.- En la línea de posibles soluciones a la trampa en la que nos hallamos sumidos solo habría que tener valor suficiente o de otra forma dicho, perder el miedo al miedo y ser capaz de poner en marcha tres mecanismos que depende tan solo, pero nada más y nada menos, que de la decisión de nuestros políticos:

  • Creación de una agencia pública europea de rating como organismo calificador oficial utilizado por el Banco Central Europeo.
  • Creación de entidades públicas de créditos en los países de la eurozona para fomentar la inversión en la economía productiva, la consiguiente creación de empleo y fomento de la innovación europea. El BCE prestaría a estas entidades al 0,01% y estas al mercado al 0,1% para financiar deuda y posteriormente a tipos del 3% muy inferiores a los 6% y 9% con que los Estados están colocando su deuda.
  • Puesta en marcha de la tasa o impuesto sobre transacciones financieras de base especulativa, tal y como proponen varios países de la UE con Francia a la cabeza. Algo que no es otra cosa que la resurrección y puesta al día de la vieja tasa Tobin.

Quizá si una mañana nuestros mandatarios se levantaran como si hubiera acabado la pesadilla, se miraran al espejo y se dieran cuenta que fuera en la calle está su gente, la que está esperando que decidan por ellos, por sus derechos y por sus libertades, se verían con fuerza para encarar el futuro y mandar a las agencias de rating exactamente al lugar que se merecen …

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Por una Unión Europea federal: buscando al Alexander Hamilton europeo

Si en algo debería servirnos a los europeos la historia de los Estados Unidos de América en el proceso de construcción económica y política que vivimos es para no reproducir sus errores y para emular sus virtudes. Y si buscamos similitudes de la situación que vive nuestra Unión con la crónica del nacimiento de la gran nación norteamericana, hallamos un momento y un personaje en el que mirarnos. Si nos situamos en la última década del siglo XVIII, pasados los años revolucionarios de los Padres Fundadores, pasada la euforia de la independencia, corrían días de intenso debate y de encarnizadas batallas dialécticas en el desafío por afianzar un Estado federal que diera satisfacción identitaria y práctica eficaz a los anhelos del nuevo pueblo americano. Un panorama tan complejo como el que se dibuja en cada cumbre europea que en plena crisis económica trata de diseñar un modelo de gobernanza económica como mejor defensa de nuestra moneda común, el euro. Aquellos hombres al otro lado del Atlántico habían desafiado al Rey de Inglaterra, habían ganado una guerra y habían redactado una Constitución que sacralizaba los derechos y libertades de los hombres. Una proeza que, sin embargo, no les garantizaba el futuro que todos ellos pretendían. Les quedaba la ingrata pero imprescindible tarea de construir un Estado de Estados y con ello la arquitectura del mayor edificio de la democracia que los hombres han sido capaces de construir. El sueño americano no había hecho más que empezar y se enfrentaba a sus propias paradojas y a sus internas disensiones. ¿A que nos suena a presente esta coyuntura en Europa?.

Y en esa circunstancia toma especial valor la figura de Alexander Hamilton, un economista, político, escritor, abogado y soldado estadounidense. Secretario y amigo íntimo de George Washington, era ya considerado uno de los padres de la patria por su participación en la guerra y en la redacción de la Constitución, así como por haber fundado el primer partido político norteamericano, el Partido Federal. Pero será con su nombramiento de primer Secretario del Tesoro (1789 – 1795) cuando su figura cobra especial relevancia en la historia de los Estados Unidos. Desde ese cargo organizó la banca, estableciendo el primer Banco de los Estados Unidos, el origen de la Reserva Federal y, siguiendo con el paralelismo, el Banco Central Europeo made in USA. Su impronta proteccionista con gravámenes a los productos de importación llegó a desatar la guerra del whiskey convencido como estaba de la necesidad de preservar la industria y comercio propios para dar estabilidad a las finanzas estatales.  En esa línea tuvo numerosos enfrentamientos con Thomas Jefferson y con James Madison al apostar por dotar al Gobierno interestatal de mayores competencias, mientras que su rivales se inclinaba a darle mayor poder a los gobiernos estatales. En este contexto, se produce también uno de los primeros debates sobre economía política de los Estados Unidos, en el que Hamilton se muestra partidario de fomentar la industria con medidas proteccionistas (en su Report on Manufactures), como contrapartida a la idea de fomentar la agricultura dejando al comercio al servicio de ella, postura adoptada por Thomas Jefferson; a pesar del triunfo político del último, los hamiltonianos vieron triunfar sus ideas.

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Alexander Hamilton es considerado a menudo el «santo patrón» de la Escuela económica Americana que, según algunos historiadores, dominó la política económica norteamericana a partir de 1861. Apoyó firmemente la intervención gubernamental en favor de la industria y el comercio nacionales, oponiéndose a los postulados británicos de libre comercio, que consideraba que favorecían los intereses de las potencias colonialistas e imperialistas, en favor del proteccionismo norteamericano, que en cambio favorecerían el desarrollo industrial y la economía de su nación emergente. Curiosa paradoja una vez más que su política se enfrentara conceptualmente a las corrientes liberales británicas, de la misma forma en que en estos momentos el Reino Unido ha optado por apartarse de las políticas comunitarias que pretenden defender el euro. Sin embargo, la realidad es bien distinta en las intenciones de los actuales protagonistas europeos, pues, en el seno de la Unión triunfan las posiciones estatales sobre los planteamientos unionistas. Merkel Sarkozy en su pretendida defensa de la moneda común han abandonado la construcción por consenso de la UE y lo que verdaderamente defienden son sus posiciones nacionales, la fortaleza francoalemana. Nuestro modelo de unión camina por senderos contrarios a los que Hamilton propugnó e impulsó, mientras en Estados Unidos finalmente triunfaron sus tesis federales, en nuestra vieja Europa seguimos viviendo enrocados en posiciones nacionales sin dotarnos de un verdadero gobierno económico común.

Europa vive hoy aterrorizada por el volumen de la deuda pública de sus Estados. Si bien es cierto que el origen de estos desequilibrios presupuestarios se deben a excesos de gastos públicos, no es menos cierto que el laberinto en que han situado los mercados a la UE tiene mucho que ver en nuestra incapacidad para asumir la deuda de nuestras naciones como la deuda de todos, la deuda federal que hubiera dicho Hamilton. “La deuda, siempre que no sea excesiva, es una bendición para la Unión”, manifestó Hamilton en una de sus frases históricas. Y plasmaba la bendición en cuatro virtudes que reconocía en ella: su capacidad para fortalecer las herramientas del gobierno federal al asumir entre todos las deudas de los Estados de la Unión, su facilidad para cohesionar un sentido de identidad nacional federal, su idoneidad para controlar el individualismo ciudadano y el apoyo que recibe de la propiedad privada sobre los valores públicos. Lejos que causarle temor alguno, veía Hamilton en la deuda una suerte de problema común que obligaba a trabajar codo con codo para sacar la nación adelante, por supuesto, siempre que la medida de deudora tuviera una relación razonable con los recursos propios. De alguna manera en una economía federal como la que puso en pie, la deuda se convierte en un elemento motriz y así ha sido en la historia económica de los Estados Unidos cuyos déficits públicos han generado cíclicamente riqueza.

Es evidente que los hombres sacados de su contexto histórico resultan ridículos y que Hamilton sirvió a su sociedad para poner en marcha mecanismos imprescindibles para entender hoy los mimbres que han hecho posible a la primera potencia mundial. Su vehemencia y su forma de entender el orden y la justicia chocaban con el concepto profundamente democrático que vivía a la sociedad norteamericana y de ahí que su trayectoria fuera polémica y relativamente corta. Tanto es así que si vida se vio dramáticamente truncada al alba del 11 de julio de 1804 al ser abatido en duelo por Aaron Burr a la afueras de Weehawken (Nueva Jersey). Una muerte a manos de uno de sus acérrimos enemigos políticos, que fuera vicepresidente de los Estados Unidos con Jefferson pero que acabó sus días arruinado y en el peor de los olvidos, mientras Hamilton engrandeció con el paso del tiempo su leyenda de prócer de la patria. La historia de aquellos días trascendentales para construir una gran nación que cambiaría el mundo está teñida de fechas, gestas y héroes. De la misma forma que en sus discursos y en sus ideas se plasmaba el anhelo por prosperar y buscar un futuro común. Exactamente lo contrario que exhalan hoy las discusiones de las cumbres europeas.

Sirvan la vida y las ideas de Hamilton para ilustrar hoy una de las principales necesidades de nuestra vieja Europa empeñada en un proceso de construcción unitario aún joven y relativamente indeciso. Es evidente que necesitamos liderazgos que crean en nuestra capacidad de unión, que antepongan los valores federales sobre los intereses particulares de los Estados nación. Alguien que sepa ver en el problema de Grecia, la oportunidad de todos, que mire menos hacia atrás para tomar decisiones en el presente y, sobre todo, que ponga rumbo al futuro desde premisas de protección de los valores que nos hacen el mayor espacio del mundo de democracia y libertad desde bases sociales. Ante tanta incertidumbre y desconfianza en nosotros mismos, bien haríamos en buscar al Alexander Hamilton europeo.

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Unión Europea 2012: perspectivas políticas y económicas

PERSPECTIVAS POLÍTICAS:

El calendario electoral de la Unión Europea el año 2012 vendrá marcado por tres comicios:

  • 15 de enero, elecciones presidenciales en Finlandia.
  • 22 de abril, elecciones presidenciales en Francia.
  • Finales de abril, elecciones legislativas en Grecia.

Queda por saber si el gobierno provisional de Mario Monti en Italia alargará su mandato para efectuar las reformas solicitadas desde Bruselas todo el año 2012 o si por el contrario, concluida su misión especial se convocarán elecciones legislativas para retomar la normalidad política en el país transalpino.

Y sobre todas ellas tendrá enorme significación la contienda electoral en Rusiapara elegir su presidente el 4 de marzo.

Previsiones electorales:

  • Finlandia: Las elecciones presidenciales del próximo 15 de enero se producen a menos de un año de las elecciones legislativas que dieron como resultado la conformación de un gobierno de coalición que tardó dos meses en alcanzarse e integrado por seis partidos políticos. De ahí que la elección del nuevo presidente, que sustituirá a la presidente Tarja Halonense convierta en una auténtica segunda vuelta de los comicios generales. El presidente finlandés constitucionalmente tiene poderes reforzados para materias de Estado, por lo que no resultan en absoluto unas elecciones testimoniales. Será también importante evaluar la capacidad de movilización de la ultraderecha de los Verdaderos Finladeses, cuyo líder Timo Soini fue la gran sorpresa de las legislativas y ahora se presenta a la presidencia para competir con el principal favorito, el ex presidente del gobierno y líder del Partido de Coalición Nacional, Sauli Niinisto, con el permiso del socialdemócrata Paavo Väyrynen.
  • Francia: La principal cita electoral de la Unión tendrá lugar entre abril y mayo – lo normal es que sea precisa la segunda vuelta – para definir el presidente de la República. Una batalla que se dirimirá casi con total seguridad entre Nicolás Sarkozy y Francois Hollande. Los socialistas acaban de llevar a cabo su proceso de primarias, en el que votaron nada menos que 2 millones de personas del que saliço ungido Hollande (ex marido de la anterior candidata socialista Ségolène Royale). Enfrente un sarkozy cuya imagen se ha desgastado estos años de mandato notablemente pero que en los últimos meses, fruto de su protagonismo ante la situación del euro y de la UE ha remontado posiciones en las encuestas. Los sondeos actualmente señalan que Hollande obtendría un 32% de los votos en primera vuelta por un 25,5% de Sarkozy. La clave una vez más estará en las opciones de hacerse con los votos de otros candidatos de cara a la segunda vuelta. En este sentido, parece claro que Hollande contaría con el voto de la izquierda y los del centro que pueda obtener Francois Bayrou (las encuestas le dan un 7%). Por contra Sarkozy podría contar con los votos de los ultraderechistas del Frente Nacional representados por Marine Le Pen (con un 17% en los sondeos).
  • Grecia: Sin fecha aún fijada pero con el escenario de adelanto ya pactado, el país heleno celebrará sus comicios generales a finales de abril o principios de mayo. Todo depende de las negociaciones que el gobierno de Lukás Papademos lleva a cabo sobre la quita de la deuda que obligó a dos rescates de las finanzas públicas griegas. El ejecutivo de unidad conformado por los tres principales partidos deberá concluir su trabajo para lograr la condonación de la mitad de la deuda en manos de banca privada y grandes fondos de inversión. Los sondeos últimos dan una clara ventaja al partido de centro derecha de Antonis Samarás, Nueva Democracia, aunque lejana aún a una mayoría absoluta por lo que lo más previsible es que Grecia deba acudir a fórmulas de coalición o incluso de gobiernos de unidad como el actual.
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PERSPECTIVAS ECONÓMICAS:

Según el último informe de previsiones de la Unión Europea hecho público el pasado 10 de noviembre en Bruselas, el crecimiento de la UE permanecerá prácticamente estancado durante 2012 para empezar a recuperarse lentamente en 2013,  por lo que se prevé que el desempleo se mantenga en los actuales niveles elevados. Los principales indicadores apuntan al estancamiento de la recuperación con posibles riesgos de contracción. En consecuencia, se espera que en 2012 el PIB crezca a un ritmo de tan solo un 0,5% en la UE y la eurozona.

La prolongada incertidumbre en los mercados financieros con respecto a la sostenibilidad de las finanzas públicas en algunas economías de la zona euro y los temores de contagio que afectan a los países de su núcleo duro contribuirán a un crecimiento débil. La debilidad de la economía mundial, y de las economías de algunos de los socios más importantes de la UE, reforzará esta tendencia. El pronóstico asume una recuperación gradual de la confianza en el segundo semestre de 2012, respaldada por la aplicación de medidas políticas que reconduzcan la crisis de la deuda soberana.

Sus principales conclusiones son:

  • Estancamiento de los mercados laborales. Es probable que el desempleo se mantenga en su elevado nivel actual del 9,5%, aunque, también en este caso, la situación variará mucho de un país a otro.
  • Las finanzas públicas en vías de una mejora gradual. Está previsto que en 2012 los déficits se reduzcan hasta situarse justo por debajo del 4% y el 3,5% del PIB en la UE y la eurozona, respectivamente. Según las previsiones, la ratio deuda-PIB alcanzará su nivel máximo en la UE en 2012 (en torno al 85%) para estabilizarse en 2013. En la zona euro, sin embargo, la ratio de la deuda seguirá aumentando ligeramente y rebasará el 90% del PIB en 2012.
  • Inflación por debajo del 2%. El pronóstico indica un descenso de la inflación por debajo del 2% en 2012 debido a la reducción de la presión de los precios de la energía. Está previsto que la debilidad de la actividad económica y la moderación salarial mantengan la inflación bajo control durante el periodo examinado en las previsiones.
  • Se mantiene el riesgo de contracción.Son tres los principales riesgos que pesan sobre la economía de la UE y la eurozona: la prolongada incertidumbre generada por la deuda soberana, la debilidad del sector financiero y la ralentización del comercio mundial. Existe la posibilidad de entrar en una dinámica negativa: la desaceleración del crecimiento podría afectar a los emisores de deuda pública, lo que, a su vez, podría deteriorar la situación del sector financiero, que sería incapaz de apoyar el crecimiento.

En sentido más positivo las previsiones también señalan que si por el contrario, el hecho de que la recuperación de la confianza se produjese antes de lo previsto podría potenciar la inversión y el consumo privado. Es más, la mejora del entorno internacional, si se reanudase por ejemplo el crecimiento mundial, podría dar un nuevo ímpetu a las exportaciones de la UE. Del mismo modo, la bajada de precios de los productos de consumo contribuiría a un consumo más dinámico.

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