Algunas alertas de fraudes en las elecciones europeas

La mentira siempre es un mal negocio, sobre todo, porque su durabilidad es escasa. El tiempo siempre pone a cada uno en su sitio y la realidad de las cosas acaba imponiéndose. Pero si hay algo que puede resultar ridículo es el autoengaño, hacerse trampas en el solitario es una de las expresiones más patéticas del ser humano. Pues eso es lo que algunos dirigentes europeos están haciendo desde el 25 de mayo, desde que descubrieron que los resultados de la noche electoral de los comicios europeos, no les ayudaban a componer su particular solitario. Entonces empezaron una especie de ejercicio de simulación basado en la negación de todo aquello que puede alterar sus planes aunque ello signifique una verdadero fraude de lo expresado en la urnas. Y no han sido pocos los tentados en esta suerte de ejercicio de ciencia ficción, empezando por la canciller Ángela Merkel, pasando por los dos grandes partidos europeos, el popular y el socialista, otros de mucho menos volumen como UPyD o Ciudadanosy terminando por la propia Monarquía parlamentaria española urgida a una sucesión express en la Corona. Y ese análisis que por cercano resulta más fácil en casa propia es bastante extrapolable a muchos de los Estados de la Unión. Resumen del resumen, Europa acentúa su principal problema, la dicotomía entre la Europa real y la Europa oficial.

Empecemos por el más flagrante caso de intento de fraude electoral. El Tratado de Lisboa, pese a lo que los jefes de Gobierno tratan ahora de filtrar a la opinión pública, deja pocas dudas sobre el procedimiento de elección del próximo presidente de la Comisión Europea. Así lo decidieron ellos cuando urgidos por el no francés a la Constitución europea les puso al borde del precipicio del proyecto común. El presidente de la Comisión lo propone el Consejo Europeo – ellos . pero lo aprueba el Parlamento Europeo. De ahí que por lógica, la misma que ahora quieren negar, que los grupos políticos con opciones de conformar mayorías nominaran previamente a sus candidatos para que los electores europeos pudiéramos decidir sobre el personaje idóneo para capitanear la nave ejecutiva de la UE. JunkerSchulzVerhofstadt, Keller o Tsipras se presentaron ante los europeos con su idea de Europa, dando la cara en debates y mítines, haciendo campaña para lograr el voto como candidatos a presidir la Comisión. Los jefes de Gobierno lo avalaron, pues, unos y otros son líderes de sus respectivos partidos en sus Estados. Merkel en la CDU o Rajoy en el PP, dieron su apoyo a Junker en la cumbre del Partido Popular Europeo en la cumbre de Dublín. Por ello, es bochornoso espectáculo ofrecido por la canciller germana titubeando su apoyo al candidato del centro derecha europeo, solo puede calificarse de fraude a los electores. Resulta tan obvio que lo único que está haciendo Merkel es poner trabas a reforzar los poderes del Parlamento Europeo y, por ende, de la Comisión para seguir controlando a su antojo un todopoderoso Consejo, que hasta el propio Junker, nada peligroso revolucionario, ha clamado públicamente por la falta de decoro de la situación vivida. Poniendo un pelele al frente de la Comisión, saltándose la voluntad de los ciudadanos y hurtando la decisión al Parlamento o sometiéndole a la verticalidad de la decisión de los partidos nacionales, Merkel logra un doble objetivo: reeditar las dúctiles comisiones Barroso y convencer a todos los europeos de que el Parlamento no sirve para nada y que el poder lo tiene ella y su país. Tontos no somos y eso, repito. es un fraude.

null

Ante esta situación los dos grandes bloques políticos en la eurocámara, populares y socialistas, andan reuniéndose por los pasillos a escondidas tratando de buscar soluciones. A hurtadillas sin los focos de los medios de comunicación y mucho menos sin el rigor del debate de la luz y los taquígrafos, tratan de cambiar cromos suficientes para dar la apariencia de un elección a lo que es una componenda para dejar tranquilos a los jefes de Gobierno y especialmente a una de ellos. La izquierda y la derecha centrada europea parece no haberse enterado del tsunami que le ha rodeado en estas elecciones. Parece no querer entender el clamor de llamada de atención que supone el crecimiento del populismo ultra en Francia, la eurofobia recalcitrante en el Reino Unido o la irrupción inesperada de Podemos en España. En vez de coger su granero de votos y tratar de conformar mayorías con otras fuerzas minoritarias, lo que supondría aceptar parte de sus programas, que es lo democráticamente correcto, para después presentar el candidato a presidente de la Comisión y que éste defendiera ante los 751 eurodiputados su programa de Gobierno, lo previsible es que monten una “grossen coalitionen” de la que gustan a Merkel con todo atado y bien atado para que nada pueda cambiar. Se repartirán los cargos entre Junker y Schulz y todos contentos, pero no creo que aquellos votantes que creyeron en uno o en otro, en sus planteamientos de construir una nueva Europa se sientan agradecidos por este ejercicio de birlibirloque, por el cual, lo que ayer era rojo hoy es azul y lo que fue azul es ya rojo. Fraude y más fraude.

A menor escala, pero en la mayoría de las fuerzas minoritarias nacionales que no están integradas en grandes coaliciones europeas, se ha producido un esperpéntico cambio de papeles para lograr encajarse en los grupos parlamentarios de la eurocámara. Probablemente casi ningún votante sabía del sistema de funcionamiento de los grupos políticos en el parlamento de Estrasburgo/Bruselas. No formar parte de un grupo parlamentario supone pasar a los no inscritos, que algo así como el limbo de los parias, sin derecho a prácticamente nada. Pasar cinco años en blanco, sin pena ni gloria, salvo la honra gloriosa de una foto en la tribuna con una camiseta de protesta por cualquier tema originalmente marginal. Eso y no participar en las comisiones con lo que supone de suculentos ingresos personales y para el partido. De ahí que a la carrera se hayan conformado los grupos de cara a la sesión constitutiva del próximo 1 de julio. Si damos un repaso a los partidos que concurrieron en el Estado español y dónde han aposentado sus escaños, nos llevamos sorpresas incluso desagradables para muchos de sus votantes. Del PP y el PSOE poco que decir, pues, tienen sus grupos popular europeo y socialistas y demócratas.Convergencia y el PNV desde hace varias legislaturas, concretamente desde queAznar logró que les dieran puerta en el grupo popular, han encontrado acomodo entre los liberales – ALDE -, lo cual no puede sorprender a sus votantes, pues, así lo manifestaron y movieron a su candidato, el belga Guy Verhofstadt por sus caladeros de votos. Podemos se ha integrado en el grupo de la Izquierda Europea, donde confluye con Izquierda Unida, su teórica competencia, por lo que los votantes de ambas formaciones tendrán una voz idéntica en la cámara. Pero los que rayan el surrealismo son UPyD y Ciudadanos, formaciones que van a integrarse en el grupo de los liberales compartiendo asiento con Convergencia y PNV, enemigos acérrimos en España. Y para más inri, ALDE les ha obligado para ingresar reconocer el derecho a decidir de las naciones europeas sin Estado. Algo que niegan con contundencia y griterío en el Congreso de los Diputados o el Parlament de Cataluña, sus líderes Rosa Díez y Albert Rivera. Inexplicable fraude.

Pero el tsunami desbocado en fraude no solo ha afectado a dirigentes y formaciones políticas, también ha afectado por contagio a las más altas instituciones. La apresurada abdicación del Rey, consiguiente coronación deFelipe VI y aforamiento del rey abdicado, supone un ejercicio de precipitación desmedida solo explicable por el temor a las consecuencias de las elecciones del 25 de mayo. Vale que hace 40 años cuando Juan Carlos I fue coronado por designación de las Cortes franquistas no era momento de someter a referéndum su entronización y vale que la Constitución de 1978 le daba cierta legitimidad, aunque habrá que recordar que se votaba un todo y no las partes, por lo que el Sí se dio a la fundamental que no otra cosa, pero de vital transcendencia como las libertades y la democracia en España. De medio tapadillo se aceptó la Monarquía como forma de Jefatura del Estado. Pero pasadas tres décadas, en pleno siglo XXI, lo mínimo es que los españoles pudieran ser consultados y expresar su opinión al respecto. La mayoría de edad de aquella democracia naciente debiera permitirnos hoy pasar por las urnas cualquier aspecto de nuestra convivencia y no ser gobernados por instituciones que viven en el permanente miedo a lo que opinemos como si de niños se tratara que pudieran equivocarse. Estamos ante un fraude de legitimidad del nuevo monarca, que no de legalidad por supuesto. El problema es que cuando las urnas se sigan manifestando en tantos otros aspectos y pueda consolidarse una mayoría republicana, será ya innecesario el referéndum. Si así ocurre se optará por el cambio de modelo de Estado.

Permitid una última reflexión. Si la era de Internet ya supera los 20 años, si sus fases de desarrollo hasta las actuales aplicativas con soportes de telecomunicaciones cada día más cercanos y accesibles avanza a velocidad ilimitada en nuestras sociedades, si el acceso a la información es cada vez más universal, en suma, si la última revolución tecnológica que hemos vivido está plenamente implantada, es absurdo pensar que ello no va a conllevar revoluciones sociales y cambios de estructuras de poder. La historia de las civilizaciones se escribe con los cambios tecnológicos como motor fundamental. Ello cambia la forma de vida del ser humano. La observación de esos fenómenos desde una articulación filosófica compone el pensamiento de cada era. La plasmación estética del cambio social en forma de arte, es decir, los distintos movimientos artísticos, son siempre la antesala del liderazgo político de la nueva era. Analizar dónde nos encontramos en estos momentos, pero os aseguro que estamos más cerca de esto último que de los albores del uso de la Red en los años 90. La vieja aristocracia volverá a dejar paso a una nueva burguesía ocupará el espacio. O tal vez hoy, en esta simulación de modelos que vivimos de comunismo capitalista, todo parezca que es de todos, pero lo único cierto es que el cambio está ya aquí y nada ni nadie quedará al margen de él. La foto de hace 5 años de líderes o lideresas, tendrá nuevos rostros en breve, en menos plazo del que muchos piensan. Póngase guapos los llamados al nuevo retrato y traten de poner a buen recaudo sus cuellos los que salen del viejo lienzo.

null

Nace una nueva Europa: 25M el veredicto ciudadano

Europa ha hablado y lo ha hecho de forma similar en cuantía de votos a como lo hizo hace 5 años. La gran diferencia es que esta vez lo ha hecho con las consecuencias plenas de la aplicación del Tratado de Lisboa y, por tanto, para conformar un Parlamento Europeo con competencias reforzadas y que deberá elegir al nuevo presidente de la Comisión. El resultado extraído de las urnas es de mayor calado y relevancia para el futuro de la Unión que se enfrenta a la necesidad de poner rumbo al crecimiento y la creación de empleo en un mundo globalizado y con las fronteras al Este en pleno conflicto con Rusia y el reto de la inmigración llegando en oleadas continuas por el Mediterráneo. Los 751 mujeres y hombres elegidos tienen la enorme responsabilidad de marcar en gran medida el rumbo del resto de los europeos, eso si los jefes de Gobierno no hacen una lectura torticera del Tratado y hacen caso omiso de los resultados.

De los datos que la llamada a la urnas en toda la Unión nos deja, se pueden hacer multitud de análisis, al tratarse de una cita electoral compleja que afecta nada menos que a 28 Estados miembros. Para eso hará falta sosiego y distancia de la noche electoral, pero en caliente si debemos realizar lecturas inmediatas del escenario que se nos dibuja en Bruselas. La participación no se ha desplomado, es prácticamente igual que hace 5 años. Los ciudadanos de los grandes Estados saben que Bruselas importa mucho y los de los pequeños que su peso no es importante. De ahí que el voto en AlemaniaFranciaItalia o España haya crecido. Está claro que el proyecto europeo madura y consolida niveles de votación similares cada comicio y que lo son respecto a elecciones como los de las presidenciales de Estados Unidos o de su Congreso y Senado. El nuevo votante joven se incorpora con fuerza, mientras son los de más edad los que menos participan.

null

El PPE aguanta pese a su fuerte caída, sobre todo, favorecido por el mal resultado de los socialistas, especialmente en Francia y en España. Suben los partidos de extrema derecha, con el caso paradigmático de Francia y el Frente Nacional. Sin embargo, no podrán formar grupo al ser necesario 25 escaños y 7 países como mínimo para lograrlo. En la práctica, los ultras no tendrán peso específico en la Eurocámara. El resultado deja muy abierta la nominación a candidato que deben debatir el próximo martes los jefes de gobierno. La Izquierda más Verdes yLiberales suman un total de 354 eurodiputados a los que podría unirse el voto de no inscritos para alcanzar los 376 necesarios para nominar a Schulz. Por el contrario, Junker cuenta con los 212 eurodiputados del Grupo Popular, con una diferencia sobre los socialistas de 18 escaños, el más votado en toda Europa y lo que podría conferirle la opción de ser presidente de la Comisión EuropeaMerkelseguro que así lo pedirá a sus homólogos.

En España, frente a lo que auguraban las encuestas, la participación ha subido respecto a los comicios de 2014. Ello se ha debido al incremento de voto enCataluña y País Vasco y de los jóvenes votantes en todo el Estado. Significa que el electorado que más se ha movilizado es el nacionalismo radical y los jóvenes “antisistema” que castigan fuertemente a los partidos tradicionales. Se ha producido un claro desplome de los partidos mayoritarios PP y PSOE con caídas de más del 15% en cada caso, en escaños 8 y 9 respectivamente y más de 12 millones de votos. Este fenómeno es extrapolable al conjunto de la UE, pues, los porcentajes de los grupos son muy similares en España y en el total de la UE. Por tanto, es claro que el mapa político español, al menos en unas elecciones europeas, empieza a comportarse de forma similar a como lo hace el resto de los grandes Estados miembros. Los partidos que se benefician de la caída del bipartidismo tradicional, no son los que les seguían a nivel nacional, es decir, IU yUPyD, sino por un lado, el nacionalismo radical y las ofertas más novedosas y “antisistema”. En Cataluña ERC, en el País Vasco y NavarraBildu y en el resto de España, Podemos, principalmente, la gran sorpresa de las elecciones.

La lectura de las elecciones europeas en clave de política nacional induce claramente a error, pues, la circunscripción única y no establecerse límite del 5% para obtener representación, convierte a los comicios europeos en un escenario muy propicio a las pequeñas formaciones políticas. En todo caso, si se puede señalar el fuerte desgaste de PP y PSOE, mayor en este último, dado que al PP se le une el desgaste de la acción de Gobierno. De hecho, junto a la CDU de Ángela Merkel, el PP y Mariano Rajoy y Renzi y el Partido Demócrata en Italia, son los únicos partidos y presidentes que ganan las elecciones europeas en sus países. Del mismo modo IU y UPyD no son capaces de ser vistos como alternativas creíbles a los dos grandes partidos, aunque su distribución de voto en todo el Estado les beneficiaría en unos comicios generales. Ante las próximas elecciones autonómicas y municipales, es evidente, que se abre un escenario de fuerte fragmentación de voto local y difícil gobernabilidad en muchos casos.

Cataluña ha tenido protagonismo propio en estas elecciones. El fortísimo incremento de la participación respecto a las anteriores elecciones europeas significa que se ha votado en clave plebiscitaria, siendo los votantes nacionalistas los que se han movilizado especialmente, dada la trascendencia de la Unión Europea y su posición institucional ante la consulta independentista que pretenden. El gran triunfador de las elecciones es ERC que incluso llevaba en el nombre de su coalición electoral “El derecho a decidir”. Ha logrado el “sorpasso” a CIU, lo que significa que desde el punto de vista del proceso soberanista, ya dirige la mayoría social independentista. Sin embargo, el hecho de que CiU haya perdido las elecciones supone un revés de su electorado que tiene dos vertientes. Por un lado los votantes que se han podido sumar al voto que consideran más útil de ERC para la independencia y, por otro, los más moderados que no están de acuerdo con la deriva independentista de Artur Mas. En estas circunstancias, es obvio que CiU no convocará elecciones en Cataluña una vez el Estado no permita la celebración de la consulta. Es más previsible que se una a ERC para realizar una declaración de independencia en el Parlament de Cataluña. Respecto al PSCsu descalabro alcanza al 50% de los votos y el PP al 30%. Por el contrario, sigue creciendo Ciutatans y se estanca ICV. Los datos cantan, el voto favorable a la consulta suma el doble (1.500.000 votos) que el de los constitucionalistas (750.000 votos).

null

Catalunya ¿quo vadis?

El anuncio esta semana por parte de los partidos políticos catalanes que apoyan la celebración de la consulta soberanista en Cataluña, revestida de carácter institucional, supone un hito sustancial en el camino emprendido por dichas fuerzas políticas hacia la independencia de su país. Negar la trascendencia del acto celebrado en la Generalitat, además de un gesto avestruz, resulta un desprecio a la voluntad popular de todos aquellos millones de catalanes que han depositado su confianza en formaciones como CiUERCIC o CUP – la suma de votos de todos ellos en las últimas elecciones catalanas de 2012 se acercó al 60% -. Pero además, por primera vez se expresa la determinación de realizar un referéndum con un planteamiento en forma de pregunta, en este caso dos, a la que los catalanes deberían responder. Nunca antes se había llegado tan lejos en las aspiraciones de soberanía plena de un territorio en la moderna democracia española, ni siquiera el plan Ibarretxe, cuyo recorrido quedó abortado en su trámite en el Congreso de los Diputados alcanzó este estadio. La propuesta liderada por el president Artur Mas se enfrenta ahora en los teóricos nueve meses que le separan del plazo dado para la consulta, le 9 de noviembre de 2014, a la realidad de un recorrido incierto cuyas claves y futuribles conviene analizar si nos importa algo el destino de Cataluña, de España y de la propia Unión Europea que afronta ese mismo año otro referéndum de autodeterminación en Escocia.

Lo primero que convendría a todas las partes para afrontar un proceso que de momento ha cumplido escrupulosamente la legalidad democrática sería desdramatizar el contexto y la situación. El ejemplo de la negociación llevada a cabo en el Reino Unido entre el primer ministro David Cameron y el primer ministro escocés Alex Salmond, debería suponer una hoja ruta válida para sentar las bases de un entendimiento entre fuerzas que plantean propuestas diferentes a una sociedad. Lo cual no quiere decir en absoluto que los casos sean equiparables, ni que el resultado necesariamente deba ser el mismo, lo replicable es nada más y nada menos que el nivel democrático mostrado en el Reino Unido. El respeto a la diferencia de opinión es la base sobre la que se sustenta la capacidad de diálogo y de negociación. Nadie negocia con alguien a quien no respeta y ese es uno de los problemas principales que está jugando en el proceso desatado en Cataluña versus España. La pertenencia a una comunidad es algo que depende del día a día y que se conjuga con los aspectos identitarios de una sociedad. Negar a Cataluña su cultura identitaria es negar la historia, pero más aún, es negar la realidad de un pueblo que se expresa en lengua propia y que piensa y siente en catalán. Pero durante más de tres décadas, con notables altibajos pero con soluciones posibilistas, ambas partes, nacionalistas catalanes y gobiernos españoles, lograron un estatus de integración y convivencia válido. Yo diría que el punto de partida político de la ruptura institucional proviene de la sentencia del Tribunal Constitucional, anulando artículos del Estatut de Cataluña, aprobado por el Parlament catalán y por las Cortes españolas y refrendado por los catalanes en consulta legal. Las aspiraciones de la mayoría del pueblo catalán se vieron cercenadas por una decisión que en nada respondía a la soberanía popular, sino a unos pocos intérpretes de la misma. Consumado dicho desaguisado, la crisis económica puso el resto. El descontento con el trato fiscal recibido por Cataluña por parte del Estado ha sido creciente a medida que las cifras del desempleo crecían y las cuentas públicas se veían recortadas por imperativo de Bruselas. Son estos dos motivos los principales para entender que el nacionalismo catalán moderado de Convergencia i Unió abandere en la actualidad un proceso secesionista.

null

Antes de reflexionar sobre los márgenes que aun quedan de diálogo entre España y Cataluña para evitar el choque de trenes entre dos sociedades cada día más distantes, conviene tratar de prever el recorrido real que la propuesta de consulta puede tener. Lo realizado esta semana es una mera declaración de intenciones políticas que ahora deberá expresarse en una ley que aprobará el Parlament de Cataluña. Este será el primer paso legal para formalizar el referéndum. Dicha ley se amparará en la ley de consultas populares ya aprobada por el propio Parlament. Con casi total seguridad este será el momento en que el Gobierno español presentará ante el Tribunal Constitucional un recurso de inconstitucionalidad sobre la consulta amparándose en el artículo 2 de la Constitución que reza: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Parece, pues, obvio que el Tribunal Constitucional o bien como mínimo dejará en suspenso la consulta hasta su resolución o la declarará ilegal. Muy probablemente antes o después de este entreacto, el Govern catalán se habrá visto reforzado en su estabilidad aunque sea como mero gesto, con la incorporación de ERC. Fortalecer la base nacionalista de la Generalitat es una forma de presentar ante la sociedad catalana un voluntad definida. Este paso, sin embargo, podría chocar con la dirección de Unió, el grupo democristiano muy alejado de las tesis políticas y del modelo de sociedad defendido por Esquerra. Será, pues, un paso que deberá medir muy mucho Artur Mas.

Lo que si parece evidente es que si Madrid veta legalmente la consulta, más allá de manifestaciones y protestas internacionales, los dirigentes de CiU ya han dejado muy claro, como sucedió con el plan Ibarretxe, que no se plantean realizar una consulta ilegal, por lo que estarían abocados a un adelanto electoral coincidiendo previsiblemente con la fecha fijada para el referéndum. Serían por tanto unas elecciones plebiscitarias, donde las fuerzas nacionalistas acudirían con un único punto en su programa electoral, el de la independencia e incluso podrían plantearse hacerlo con una lista única para dejar más patente el apoyo a su propuesta. De ganar su opción, el nuevo gobierno emprendería una acción política centrada exclusivamente en la puesta en práctica de la independencia y ahí si se podrían llevar a cabo medidas de mayor insumisión hacia el Estado español. Esta fase, pues, incrementa sustancialmente el conflicto entre las dos entidades ejecutivas. Así las cosas, el plazo para buscar un nuevo encaje de Cataluña en el Estado español es el mismo con consulta que sin ella, siempre y cuando las fuerzas nacionalistas mantengan la mayoría clara que actualmente en las encuestas tienen. Es en ese sentido de las mayorías donde se está jugando la realidad del partido. De ahí que la pregunta planteada en el referéndum sea doble, primero si se quiere que Cataluña sea un Estado y después, que lo sea independiente. De esta forma se deja abierta la puerta a la fórmula de Estado asociado o de Estado federal, la famosa tercera vía que plantean los socialistas catalanes del PSC. Por su parte Madrid, puede poner encima de la mesa mejoras en el planteamiento fiscal presupuestario para conceder parte de los 9.000 millones de euros en que estima la Generalitat el maltrato a Cataluña. Y con toda seguridad, seguirá echando el resto en el argumento principal para cambiar los porcentajes actuales sobre la base de una hipotética salida de la UE de una Cataluña independiente. Las declaraciones realizadas por el presidente del Consejo Europeo en Madrid el mismo día del anuncio de la consulta dejan poco lugar a dudas respecto a la interpretación de los Tratados Europeos. Es evidente que un Estado que se desmembra de un Estado miembro se sale de la UE y debe solicitar su incorporación. Y además el proceso de integración requiere la unanimidad de los miembros actuales. Este es el reto más complejo al que se enfrentan los moderados nacionalistas catalanes que desde sus orígenes han sido políticos de marcado carácter europeísta. Pensar que Cataluña no es Europa resulta verdaderamente surrealista.

No serán tampoco pocas las presiones que desde el empresariado catalán se producirán hacia los líderes de CiU a medida que los plazos se acerquen a las decisiones definitivas. El dinero no tiene corazón, ni sentimientos y solo busca oportunidades y seguridad. El temor a la inestabilidad institucional amedrenta y esa baza será seguro debidamente utilizada por Madrid y por las instituciones europeas, que se encuentran muy incómodas con lo que sucede en Escocia y en Cataluña. Todo ello deberá ser tenido muy en cuenta por Artur Mas y su compañero de partida actual, Oriol Jonqueras, el líder de ERC y que actualmente supera en las encuestas a CiU. En el fondo también están compitiendo por el liderazgo de un espacio político y eso puede llevarles a cometer errores estratégicos de fondo. Para que triunfe la vía moderada de CiU necesitan que el Gobierno español de hilo a la cometa y emprenda un proceso negociador que les permita ofrecer algo a los catalanes descontentos. Pero Jonquera también sabe que la situación económica, especialmente en una Cataluña empobrecida, está para pocas bromas y tiene que evitar llevar a su país a una vía muerta. La realidad, pues, es muy compleja tanto internamente en Cataluña como lo es en una España que parece apuntar síntomas de recuperación económica y a la que el proceso independentista catalán solo puede granjearle inconvenientes. Explorar las vías intermedias parece lo más deseado por la mayoría de fuerzas políticas pero el problema principal es la “venta” en una España acostumbrada al café para todos que se implantó a raíz del referéndum de autonomía de Andalucía en 1981. Cualquier proyecto de Estado asimétrico o de asociación con los territorios más identitarios de la península provoca tremendos temores en los partidos mayoritarios PP y PSOE que además se encuentran a la baja en ambos casos y con la presión ultraespañolista de UPyD y la más federalista de Izquierda Unida.

Es evidente que al igual que dos personas no discuten si una no quiere, resulta imposible retener a alguien bajo el mismo techo contra su voluntad, salvo por la fuerza y ese no es el caso de las democracias europeas. España tiene un problema guste o no reconocerlo con Cataluña, como lo tiene con Euskadi. El encaje constitucional ya no satisface a una mayoría de la población en estos países que constituyen una realidad plurinacional en un Estado que no es capaz de dar respuesta a sus anhelos. A eso le pueden poner todos los epítetos más gruesos y hasta los insultos más descarados desde Madrid, pero la tierra seguirá siendo redonda. Convendría, pues, que al igual que requerimos de un nuevo modelo de economía social para salir definitivamente de esta crisis estructural, nos pusiéramos todos a buscar fórmulas inteligentes para encontrar un modelo de convivencia territorial, que probablemente debería incluir toda la península, invitando al proceso a Portugal, ¿por qué no?, que sea válido para respetar sentimientos e identidades diversas y haga de la colaboración la base de la prosperidad de nuestros pueblos. No es tan difícil si existe generosidad y altura de miras por todas las partes implicadas, de otra forma el proyecto español estará abocado al fracaso. Pero de igual forma, los líderes nacionalistas de los territorios afectados deben ser conscientes de las posibilidades que el entorno europeo que nos hemos dado nos concede y no llevar a sus pueblos a aventuras sin objetivos o metas claras. El camino del soberanismo se recorre día a día, es un proceso continuo y evolutivo y no finalista que se consigue con un himno o una bandera. Deberían reflexionar para qué quieren un Estado propio y, sobre todo, el tipo de sociedad de quieren para sus ciudadanos, y en eso seguro que nos podemos encontrar en el marco europeo.

null