Nace una nueva Europa: 25M el veredicto ciudadano

Europa ha hablado y lo ha hecho de forma similar en cuantía de votos a como lo hizo hace 5 años. La gran diferencia es que esta vez lo ha hecho con las consecuencias plenas de la aplicación del Tratado de Lisboa y, por tanto, para conformar un Parlamento Europeo con competencias reforzadas y que deberá elegir al nuevo presidente de la Comisión. El resultado extraído de las urnas es de mayor calado y relevancia para el futuro de la Unión que se enfrenta a la necesidad de poner rumbo al crecimiento y la creación de empleo en un mundo globalizado y con las fronteras al Este en pleno conflicto con Rusia y el reto de la inmigración llegando en oleadas continuas por el Mediterráneo. Los 751 mujeres y hombres elegidos tienen la enorme responsabilidad de marcar en gran medida el rumbo del resto de los europeos, eso si los jefes de Gobierno no hacen una lectura torticera del Tratado y hacen caso omiso de los resultados.

De los datos que la llamada a la urnas en toda la Unión nos deja, se pueden hacer multitud de análisis, al tratarse de una cita electoral compleja que afecta nada menos que a 28 Estados miembros. Para eso hará falta sosiego y distancia de la noche electoral, pero en caliente si debemos realizar lecturas inmediatas del escenario que se nos dibuja en Bruselas. La participación no se ha desplomado, es prácticamente igual que hace 5 años. Los ciudadanos de los grandes Estados saben que Bruselas importa mucho y los de los pequeños que su peso no es importante. De ahí que el voto en AlemaniaFranciaItalia o España haya crecido. Está claro que el proyecto europeo madura y consolida niveles de votación similares cada comicio y que lo son respecto a elecciones como los de las presidenciales de Estados Unidos o de su Congreso y Senado. El nuevo votante joven se incorpora con fuerza, mientras son los de más edad los que menos participan.

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El PPE aguanta pese a su fuerte caída, sobre todo, favorecido por el mal resultado de los socialistas, especialmente en Francia y en España. Suben los partidos de extrema derecha, con el caso paradigmático de Francia y el Frente Nacional. Sin embargo, no podrán formar grupo al ser necesario 25 escaños y 7 países como mínimo para lograrlo. En la práctica, los ultras no tendrán peso específico en la Eurocámara. El resultado deja muy abierta la nominación a candidato que deben debatir el próximo martes los jefes de gobierno. La Izquierda más Verdes yLiberales suman un total de 354 eurodiputados a los que podría unirse el voto de no inscritos para alcanzar los 376 necesarios para nominar a Schulz. Por el contrario, Junker cuenta con los 212 eurodiputados del Grupo Popular, con una diferencia sobre los socialistas de 18 escaños, el más votado en toda Europa y lo que podría conferirle la opción de ser presidente de la Comisión EuropeaMerkelseguro que así lo pedirá a sus homólogos.

En España, frente a lo que auguraban las encuestas, la participación ha subido respecto a los comicios de 2014. Ello se ha debido al incremento de voto enCataluña y País Vasco y de los jóvenes votantes en todo el Estado. Significa que el electorado que más se ha movilizado es el nacionalismo radical y los jóvenes “antisistema” que castigan fuertemente a los partidos tradicionales. Se ha producido un claro desplome de los partidos mayoritarios PP y PSOE con caídas de más del 15% en cada caso, en escaños 8 y 9 respectivamente y más de 12 millones de votos. Este fenómeno es extrapolable al conjunto de la UE, pues, los porcentajes de los grupos son muy similares en España y en el total de la UE. Por tanto, es claro que el mapa político español, al menos en unas elecciones europeas, empieza a comportarse de forma similar a como lo hace el resto de los grandes Estados miembros. Los partidos que se benefician de la caída del bipartidismo tradicional, no son los que les seguían a nivel nacional, es decir, IU yUPyD, sino por un lado, el nacionalismo radical y las ofertas más novedosas y “antisistema”. En Cataluña ERC, en el País Vasco y NavarraBildu y en el resto de España, Podemos, principalmente, la gran sorpresa de las elecciones.

La lectura de las elecciones europeas en clave de política nacional induce claramente a error, pues, la circunscripción única y no establecerse límite del 5% para obtener representación, convierte a los comicios europeos en un escenario muy propicio a las pequeñas formaciones políticas. En todo caso, si se puede señalar el fuerte desgaste de PP y PSOE, mayor en este último, dado que al PP se le une el desgaste de la acción de Gobierno. De hecho, junto a la CDU de Ángela Merkel, el PP y Mariano Rajoy y Renzi y el Partido Demócrata en Italia, son los únicos partidos y presidentes que ganan las elecciones europeas en sus países. Del mismo modo IU y UPyD no son capaces de ser vistos como alternativas creíbles a los dos grandes partidos, aunque su distribución de voto en todo el Estado les beneficiaría en unos comicios generales. Ante las próximas elecciones autonómicas y municipales, es evidente, que se abre un escenario de fuerte fragmentación de voto local y difícil gobernabilidad en muchos casos.

Cataluña ha tenido protagonismo propio en estas elecciones. El fortísimo incremento de la participación respecto a las anteriores elecciones europeas significa que se ha votado en clave plebiscitaria, siendo los votantes nacionalistas los que se han movilizado especialmente, dada la trascendencia de la Unión Europea y su posición institucional ante la consulta independentista que pretenden. El gran triunfador de las elecciones es ERC que incluso llevaba en el nombre de su coalición electoral “El derecho a decidir”. Ha logrado el “sorpasso” a CIU, lo que significa que desde el punto de vista del proceso soberanista, ya dirige la mayoría social independentista. Sin embargo, el hecho de que CiU haya perdido las elecciones supone un revés de su electorado que tiene dos vertientes. Por un lado los votantes que se han podido sumar al voto que consideran más útil de ERC para la independencia y, por otro, los más moderados que no están de acuerdo con la deriva independentista de Artur Mas. En estas circunstancias, es obvio que CiU no convocará elecciones en Cataluña una vez el Estado no permita la celebración de la consulta. Es más previsible que se una a ERC para realizar una declaración de independencia en el Parlament de Cataluña. Respecto al PSCsu descalabro alcanza al 50% de los votos y el PP al 30%. Por el contrario, sigue creciendo Ciutatans y se estanca ICV. Los datos cantan, el voto favorable a la consulta suma el doble (1.500.000 votos) que el de los constitucionalistas (750.000 votos).

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Cataluña o la dificultad de surfear un tsunami

Algunos se empeñaron en presentar la elecciones anticipadas en Cataluña como una especie de prereferéndum del referéndum sobre el derecho a decidir de los catalanes. Demasiado rebuscado para una sociedad que está harta de que la utilicen políticamente para intereses particulares muy alejados de los problemas cotidianos de los comunes mortales. Pero el caso es que el órdago montado entorno a la manifestación de la Diada del pasado septiembre provocó un tsunami social de imprevisibles consecuencias que ha derivado en un enloquecido mapa político a la vuelta de los comicios. Siete fuerzas políticas en un Parlament mucho más fragmentado que el saliente de las elecciones de 2010, donde resulta difícil realizar análisis certeros de lo que la sociedad catalana demanda de sus políticos y mucho más complejo aún extraer conclusiones del camino a seguir por unos y otros partidos. Está claro que eso de subirse a la ola en el momento en que ésta te permite surfearla y llegar en pie a las arenas de la playa, en política no es tan fácil como alguno quiso creer. Supongo que Mas de uno estará pensando que la improvisación no es buena consejera cuando lo que se le está planteando a un pueblo es su independencia mientras tiene serias dificultades para llegar a fin de meses y los servicios sociales básicos, léase educación o sanidad, ven en riesgo su viabilidad a base de recortes.

Todo adelanto electoral, se quiera o no, es una crónica de un fracaso porque el mandato de los electores es conformar mayorías que hagan posible la gobernabilidad el tiempo para el que han sido elegidos. Este es el primero de los errores cometidos por el president Mas cuando convocó los comicios a mitad de legislatura, sin aparentes motivos capaces de ser comprendidos por la ciudadanía. La necesidad de un pacto fiscal que garantice la financiación de Cataluña en el Estado español no era argumento suficiente, toda vez queConvergencia i Unió había logrado la aprobación de sus presupuestos en Cataluña con los votos del Partido Popular y, además, en los 30 años de democracia esa reivindicación ha sido una y otra vez aparcada por CiU a cambio de mejoras en la cuantía de la financiación desde Madrid. Se trataba, pues, de encontrar objetivos de más amplio calado capaces de movilizar a Cataluña hacia una mayoría absoluta de Artur Mas. La gran manifestación de la Diada convenció al president de la necesidad de un salto cualitativo en la oferta electoral nacionalista. La independencia ya no era solo un credo futurista de los convergentes sino que se convertía en el adn existencial. Liderar un proceso social que se creía mayoritario se convirtió en el centro de todas las miradas y en el escenario de todas las batallas. El plebiscito nacionalistas/constitucionalistas estaba servido y no era la primera vez que ocurría en el Estado español, pues, elPNV ya vivió similar circunstancia con el lehendakari Ibarretxe y su frustrado plan de asociación con España.

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Mas acudía a las urnas alentado por unas encuestas tan erróneas que su responsable ha dimitido al amanecer del día después de las elecciones, seguro de mejorar el resultado de 2010 que aunque no alcanzara la mayoría absoluta le permitiría gobernar otros cuatro años de manera holgada y formular la propuestas independentistas sin las prisas ni las presiones de Esquerra Republicana. La táctica se imponía a la estrategia y las necesidades eran más que las virtudes. Por medio una campaña durísima contra su persona con todo tipo de insultos y descréditos incluidas tremendas acusaciones en la cloaquera prensa madrileña de cuentas en Suiza y Liechtenstein de él, su familia y de la del ex president JordiPujol. A nadie debiera sorprenderle este tipo de juego sucio cuando lo que está hipotéticamente en juego es la escisión de una parte de un Estado. Que España defendería su posición inamovible de una, grande y libre para los que se sientan exclusivamente españoles es algo que tendría que haber tenido más que calculado CiU cuando tomo el decidido camino independentista. De otra forma, tal vez el problema es que ni estaba trazada adecuadamente la hoja de ruta, ni las consecuencias de su fracaso en algún punto y cuando alguien pisa el acelerador en una cuestión tan sensible no basta con tener plan B,, ni siquiera plan C.

Es difícil saber qué motivos han llevado a los catalanes a castigar a CiU y especialmente a Artur Mas tan severamente, pero yo me atrevo a apuntar cuatro cuestiones:

1.- La credibilidad de la oferta independentista de Mas y CiU era menor por ser la marca blanda nacionalista que la de ERC de siempre defensora de esta vía rápida. Por tanto, puestos a ser independientes muchos debieron pensar que apoyando a Esquerra lo serían más rápido.

2. Los tremendos recortes del govern de Mas en materias de amplio calado social pasan la misma factura que a todos los gobiernos que los han llevado a cabo y han pasado por las urnas. En otras palabras, la apuesta por la independencia no sirve de bálsamo milagroso para perder la memoria de los derechos atacados.

3.- El portazo dado con contundentes declaraciones de los miembros de la Comisión Europea, con su presidente Barroso al frente, a los afanes de Mas de ser Estado de la UE, han dejado en evidencia la falta de un trabajo previo clave ante las instituciones europeas al modo que lo han venido haciendo en los últimos años los mandatarios escoceses dirigidos por Alex Salmond. El temor a quedarse fuera, en tierra de nadie, también ha supuesto un duro revés para los intereses del president.

4.- La dura campaña de desprestigio ha podido calar por que en los entornos de CiU la corrupción ha estado presente en sucesivos y diversos casos de financiación ilegal y enriquecimiento personal ilícito en buena parte de su historia. Llovía sobre mojado y hacia falta poco que demostrar para que la siembra de rumores se convirtiera en una media verdad.

Sea como fuere, lo importante ahora es tratar de vislumbrar el incierto futuro que depara la política catalana. Hay que empezar por decir que con este resultado realmente no ha ganado nadie. Mal hace Madrid pensando que se ha frenado el afán independentista cuando según como quiera hacer uno los números pero en el menor de los casos el apoyo a la independencia de las fuerzas del nuevo Parlament superaría el 70%. Pírrica victoria creer que con esos ratios se ha frenado la voluntad popular que una y otra vez le está diciendo a España que quiere marcharse. La trampa permanente, unas veces recurriendo al Tribunal Constitucional para replantear un Estatut votado por los catalanes o al Congreso de los Diputados para dar portazo a cualquier propuesta de pacto fiscal, está totalmente agotada y de seguir en ese empeño lo único que está logrando el gobierno central es acelerar la suma de voluntades independentistas. Pero también hacen mal los más radicales nacionalistas catalanes en alardear de estos resultados. Deberían recordar que gobernaron durante ocho años en Cataluña en un govern tripartito presidido por el PSC – Partido de los Socialistas de Cataluña – y acompañados por ICV – Iniciativa per Catalunya y los Verdes – y la escasez de logros hacia la independencia fue manifiesta, así como su balance de gestión económica poco edificante.

Con un PSC en caída libre, con guerras internas y asolado por la corrupción, el único socio que le queda Artur Mas es ERC que seguro tratará de controlar el camino independentistas de CiU desde fuera del gobierno y que asumirá el liderazgo de la oposición catalana contra las políticas de ajuste que Mas pretende seguir llevando a cabo. Más que un amigo, pues, pueden convertirse de la noche al día en el peor enemigo. Claro que la otra opción todavía suena peor, ya que consistiría en acudir con el rabo entre las piernas a Moncloa para rogar al presidente Rajoy apoyo en el Parlament como ya sucediera en la legislatura anterior. El descrédito sería supino y Mas habría firmado su sentencia de muerte política. Por tanto, a Convergencia i Unió solo le queda la opción de aceptar el apoyo en la investidura de ERC y tratar de gobernar a duras penas, haciendo equilibrios que se antojan imposibles entre fuerzas antagónicas que pretenderán a cada paso debilitar al president Mas para provocar su definitiva caída. De fracasar el intento, mucho me temo que podríamos estar en la antesala de unas nuevas elecciones anticipadas en breve plazo con un candidato convergente nuevo como último recurso para tratar de salir del laberinto en que ellos mismos se han metido y han metido a Cataluña.

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