Smart Cities, el escenario ciudadano de la nueva realidad híbrida

Según el cálculo realizado por Naciones Unidas la población mundial llegará a 8.000 millones en 2025, 9.000 millones en 2043 y 10.000 millones en 2083. Y… vamos a un ritmo constante. En el año 2000, la población mundial alcanzó los 6.100 millones y está creciendo a un ritmo anual de 1,2 por ciento. Cada año 77 millones de personas se suman a la población mundial. La expectativa de vida promedio en todo el mundo ha aumentado en 20 años, pasando de 48 años de edad en 1950 a 69 o 70 años en la actualidad. Dos tercios de la población mundial tienen menos de 40 años de edad. Más de 1,4 millones de personas viven con 1 dólar diario. Ese crecimiento demográfico está produciendo un continuo éxodo del campo a la ciudad, de lo rural a lo urbano. Una de cada diez personas vive en una ciudad y dentro de 35 años lo harán dos de cada tres. Eso significará un terrible reto para las ciudades por lamayor demanda de bienes y servicio que las megalópolis generan. El ser humano que ha vivido 5 revoluciones – las rutas comerciales a las indias, la colonización, la industrialización, la sociedad de consumo y hoy la digitalización computerizada – se enfrenta por vez primera en la historia de la humaniad al paradigma de la total y completa globalización. Y ese desarrollo de nuestra sociedad va a encontrar en la ciudad el escenario de hacer posible la sostenibilidad del planeta.

De ahí que el termino Smart Cities, “Ciudades Inteligentes”, resulte más que acertado si tenemos en cuenta que la nueva realidad urbana requiere de toda la inteligencia posible para resolver los grandes problemas de uso de recursos a los que tenemos ya que hacer frente. Miles de millones de personas viviendo on line que tienen que ser alimentadas, educadas, atendidas sanitariamente, que trabajan en movilidad y que producen residuos en cantidades capaces de anegar la tierra de basura. La «ciudad inteligente» a veces también llamada «ciudad eficiente» o «ciudad super-eficiente», se refiere a un tipo de desarrollo urbano que es capaz de responder adecuadamente a las necesidades básicas de instituciones, empresas, y de los propios habitantes, tanto en el plano económico, como en los aspectos operativos, sociales y ambientales. Una ciudad o complejo urbano podrá ser calificado de inteligente en la medida que las inversiones que se realicen en capital humano (educación permanente, enseñanza inicial, enseñanza media y superior, educación de adultos…), en aspectos sociales, en infraestructuras de energía (electricidad, gas), tecnologías de comunicación (electrónica, Internet) e infraestructuras de transporte, contemplen y promuevan una calidad de vida elevada, un desarrollo económico-ambiental durable y sostenible, una gobernanza participativa, una gestión prudente y reflexiva de los recursos naturales, y un buen aprovechamiento del tiempo de los ciudadanos. Una especie de carta a los reyes magos si tenemos en cuenta que de las 35 grandes ciudades del mundo, 22 están en Asia y son de crecimiento reciente y acelerado. De ahí que promover estándares de ciudad, de maneras de hacer las cosas en el espacio urbano de forma correcta sea uno de los objetivos fundamentales del milenio.

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Barcelona ha sido sede del Smart City Expo World Congress, un escaparate de ofertas tecnológicas y de soluciones de eficiencia urbana, a la vez que foro de reflexiones sobre el camino emprendido por las ciudades en los cinco continentes por dotarnos de núcleos de desarrollo social estables. Urbanistas, arquitectos, sociólogos, ingenieros, políticos, empresarios, agentes sociales, una feria mezcla de inventos de cacharrería y robótica, con el pensamiento más vivo investigativo de lo que está sucediendo en las ciudades del mundo. Entre los popes que han asistido al plenario, el líder en estrategia mundial, Parag Khanna, este indú que ha lanzado el concepto de realidad híbrida – que da nombre a su propia firma de consultoría – que define la mezcla de realidad física y virtual en la que vivimos actualmente. Este viajero mundial, autor de bestsellers y asesor personal del presidente Obama, cree que las ciudades están ocupando el espacio de los viejos Estados y van a ser las protagonistas del cambio social y político más rápido de la Historia. En sus propias palabras pasaremos de la era de la diplomacia a la de la diplomacity. Es evidente que vivimos en la acelerada era de la innovación, del aprendizaje, de la inteligencia, de la educaciónTodo al tiempo.

Que cientos de millones de personas sean capaces de pensar porque han sido formadas para ello es una novedad tal para el ser humano que podemos hablar de la “Ciencia del talento”, como la ha denominado el filósofo José Antonio Marina. Aquella que se ocupara de integrar todo lo que sabemos sobre la inteligencia en acción, sobre cómo generarla y gestionarla. Comienza en la neurología y acaba en la ética. Es la ciencia de la memoria y del progreso. Una de sus funciones es “generar talento”, el gran recurso de las personas, de las naciones y las ciudades. Ya saben que el talento no es previo, sino posterior a la educación. Y necesitamos mucho talento para resolver los problemas cada vez más complejos con que nos enfrentamos. La “realidad aumentada”, que antes era un alarde de tecnólogos viene a toda velocidad al mundo cotidiano.  En este momento, nos encontramos ante la posibilidad de vivir en una “realidad híbrida”. Paul Milgram y Fumio Kishinoacuñaron el concepto de Milgran-Virtuality Continuum. Según este modelo, viviremos en una realidad mixta de experiencia real y datos informáticos. En el fondo la clave de este nuevo modelo de gestión del conocimiento será la capacidad que tengamos sacar partido y valor del Big Data que se genera en las ciudades fruto de la monitorización a través de sensores de la realidad.

La Comisión Europea ha lanzado en el marco del programa Horizon 2020 de investigación e innovación la política de Smart Cities europeas. Pretende que la UE tenga un estándar de buenas prácticas en ciudades sobre la base de cinco pilares fundamentales: eficencia energética, gestión de residuos, sostenibilidad medioambiental, conectividad y movilidad y participación ciudadana en la gobernanza. Es mucho lo que se ha hecho ya en el ámbito comunitario como van a ser muchas las inversiones público-privadas que se van a llevar a cabo en las ciudades europeas. Os invito a que conozcáis esa realidad en el “Market Place of the European Innovation Partnership on Smart Cities and Communities”– http://eu-smartcities.eu/ -. Una forma de conocer cómo se está actualizando el espacio urbano europeo y de trabajar proyectos en red.

En Europa nació la polis griega, la primera forma democrática de organización de la convivencia. De ahí que lo primero a lo que no deberíamos renunciar en la UE a la defensa de la ciudad como lugar idóneo para consagrar el respeto de los derechos humanos. Si queremos avanzar en un modelo urbano de desarrollo social que haga sostenible el planeta, lo primero que tendremos que firmar es esa carta de ciudades que anteponen a cualquier fin los derechos de sus ciudadanos. Unos ciudadanos que a su vez debemos ser conscientes de la necesidad de uso de nuestros datos para el buen gobierno y para la correcta gestión de los recursos. En el fondo, estamos hablando de renovar el contrato social mediante una mayor y mejor colaboración entre las instituciones públicas, el sector privado y el individuo expresado como persona o en colectividad. El proceso tecnológico no se va a parar a expensas del acuerdo que seamos capaces de suscribir unos y otros. La tecnología nos empuja y la necesidad de dar cabida a cientos de millones de personas que se incorporan al mundo en civilización nos pone al borde del precipicio del correcto uso de los recursos naturales. Para que nadie crea que estamos hablando de ciencia ficción o de una hiper realidad sirva el siguiente dato. En 2000 había en China 3 megalópolis, ciudades de más de 25 millones de habitantes, en 2020 habrá 13 en las que vivirán cerca de 500 millones de habitantes, tantos como los que hoy conforman la Unión Europea. Seamos inteligentes en esta nueva realidad.

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América Latina siembra dudas sobre sus opciones de crecimiento

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo dependiente de Naciones Unidas ha hecho público su “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe”, un en lo que supone un adelanto serio análisis que CEPAL realiza anualmente de la realidad y perspectivas de los países latinoamericanos. Sin venir a suponer un jarro de agua fría a la esperanzadora realidad que hoy supone en el contexto mundial la región, si que siembra dudas, también más que razonables, sobre el desaforado optimismo que respecto al crecimiento y desarrollo de la misma podríamos tener. Esa reedición del mito de “El Dorado” que algunos creyeron posible se está viniendo abajo a medida que tenemos los datos del pasado año y la previsión del presente 2014. Para empezar el informe destaca que en 2013 el PIB de América Latina y el Caribe creció un 2,6%, cifra inferior al 3,1% registrado en 2012. Este resultado ilustra la continua desaceleración económica regional que se manifiesta desde 2011.

No obstante, hubo diferencias importantes en los ritmos de crecimiento de los países, lo cual no hace sino demostrar la enorme heterogeneidad de una región que crece a ritmos muy diferentes. El bajo crecimiento regional en 2013 responde en parte al escaso dinamismo de las dos mayores economías de América Latina y el Caribe: Brasil (2,4%) y México (1,3%). Crecieron más del 5% elParaguayPanamá, Bolivia y Perú, mientras que ArgentinaChile, Colombia,GuyanaNicaragua y Uruguay crecieron entre el 4% y el 5%. Por subregiones, América del Sur registró un crecimiento del 3,3%, una tasa algo menor que el 3,7% registrado por el Istmo Centroamericano más Haití y la República Dominicana, mientras que persistió el bajo crecimiento (1,3%) del Caribe de habla inglesa y holandesa. El crecimiento regional estuvo impulsado principalmente por la continuación del dinamismo de la demanda interna y sobre todo del consumo, que aportó 2,8 puntos porcentuales del crecimiento del PIB, mientras que la inversión lo hizo en 0,9 puntos porcentuales y se redujo levemente el saldo negativo de las exportaciones netas (-0,8 puntos porcentuales). En 2013 la región logró una nueva, si bien muy pequeña, reducción de la tasa de desempleo, que pasó de un 6,4% en 2012 a un 6,3%, pero no fue la generación de empleo la que causó este descenso, sino la desaceleración de la oferta laboral, expresada en una reducción de la tasa global de participación. En la práctica se combinó una menor generación de empleo, como parte de un proceso de menor dinamismo de los sectores como el comercio, la construcción y los servicios comunales, sociales y personales, que más dependen del consumo y que son intensivos en el uso de mano de obra; y una menor búsqueda de trabajo de parte de los miembros de muchos hogares, en vista de oportunidades de empleo restringidas y ante la persistencia de condiciones favorables para aquellos que ya tenían trabajo después de varios años de expansión del empleo. La falta de dinamismo observada en la generación de empleo en 2013 se reflejó en un aumento del desempleo de los más jóvenes de la región, lo cual puede atribuirse a que un enfriamiento de la generación de empleo suele afectar primero a los nuevos entrantes al mercado de trabajo, donde generalmente hay una mayor proporción de jóvenes.

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A la gravedad del dato del empleo juvenil se une que durante 2013 hubo un claro deterioro del sector exterior, reflejado en un aumento del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que pasó de un 1,8% en 2012 a un 2,5% del PIB en 2013, principalmente como resultado de un aumento superior de las importaciones que de las exportaciones de bienes. Sin embargo, frente al menor dinamismo del crecimiento y al deterioro del sector exterior, las metas de la política fiscal en la región se flexibilizaron, lo cual fue posible en la mayoría de los países gracias a las condiciones muy favorables de acceso a los mercados financieros, con tasas de interés históricamente bajas. En el conjunto de América Latina el déficit alcanzó 2,4 puntos del PIB y el saldo primario, corregido por el pago de intereses, ascendió a -0,6 puntos porcentuales del PIB, el dato menos favorable desde 2009. El Caribe logró en cambio una reducción del déficit, con un resultado global de -3,0 puntos porcentuales del PIB. Por su parte, respecto a la inflación de la zona, en el segundo semestre de 2013 el promedio de las tasas de inflación de los países de América Latina y del Caribe mostró un ligero incremento con relación a los meses previos, con lo que la tasa media de inflación de los países de la región se mantuvo al alza a lo largo del año. Venezuela y la Argentina fueron las dos economías de la región que mostraron las tasas de inflación más altas, seguidas de Jamaica, Bolivia y el Uruguay, pero predominaron tasas inferiores al 5% en la mayoría de los países de la región. Ante un panorama de menor inflación, de cierta desaceleración del crecimiento económico y de inestabilidad financiera, numerosos países orientaron su política monetaria a sostener la demanda interna y a enfrentar la volatilidad financiera internacional mediante la reducción de sus tasas de interés de referencia —con la excepción del Brasil en el caso de los bancos centrales con enfoque de metas de inflación— o favoreciendo un crecimiento estable de los agregados monetarios.

Si 2013 se ha cerrado en América Latina con datos como los señalados y que podemos adjetivar de muy modestos, la previsión para 2014 se ampara en un cierto mayor optimismo en la marcha de la economía mundial para augurar cierta mejoría. La reciente evolución de las economías de Estados UnidosJapón y laUnión Europea, junto con datos de la economía de China levemente mejores que las previsiones, han dado origen a un moderado optimismo sobre las expectativas para 2014. Así, se prevé que la economía mundial crezca un ritmo del 2,9% y que el crecimiento se recuperará tanto en países desarrollados como en desarrollo. En ese contexto se prevé cierta aceleración del crecimiento del PIB de América Latina y el Caribe, que alcanzaría una tasa de alrededor del 3,3%, asociada a un entorno exterior más favorable, que contribuiría a un aumento de las exportaciones. Este mayor crecimiento regional dependerá, en parte, de que continúe la recuperación en México y mejoren las cifras del Brasil, puesto que ambos países crecieron a una tasa menor que el promedio regional en 2013. Al crecimiento de la región en 2014 seguirá contribuyendo la expansión del consumo privado, aunque con aportes menores que los observados en años pasados. Esto se debe a que el ingreso disponible crecerá menos que el PIB, dado que no se producirán mejoras significativas de los términos de intercambio ni fuertes aumentos de las remesas. Asimismo, continuará la desaceleración del crédito ya observada en la región en 2013 y la expansión de la masa salarial será menor, dado que el crecimiento de la región probablemente no retomará la intensidad laboral que lo caracterizó recientemente y, por tanto, los incrementos salariales reales continuarán moderándose.

En 2014 se prevé que la reducción de la liquidez internacional se traduzca en un endurecimiento de las condiciones de financiación, lo que obligará probablemente a limitar el ritmo de crecimiento del gasto público, con lo que se iniciará, dependiendo del dinamismo de las economías, un período un poco más difícil de ajuste de la posición fiscal. Esta situación, junto con un entorno de demandas ciudadanas crecientes y bases tributarias a la baja, inducirá a las autoridades a considerar reformas tributarias para aumentar la recaudación, especialmente en un marco de cambios de gobiernos de varios países. Durante los primeros meses de 2014 también se espera que se mantenga en general la tendencia a relajar la política monetaria en la región, con el fin de estimular el crecimiento económico en un contexto de tasas de inflación bajas en la mayoría de los países. En otras palabras, ante la desaceleración del crecimiento del crédito ya observada en 2013, se espera que en 2014 la mayoría de los países continúe adoptando medidas para expandir el volumen de crédito y reducir su coste, en algunos casos mediante disminuciones de tasas de interés.

Parece evidente que el escenario de la economía mundial en 2014 plantea oportunidades y amenazas para América Latina y el Caribe. Por desgracia la principal amenaza sigue teniendo que ver con la “enfermedad holandesa”, es decir, el precio de las materias primas de las que dispone la región pero a las que no es capaz de añadir suficiente valor. Si la economía mundial no crece, no demanda las exportaciones latinoamericanas al alto precio de los últimos años y ello puede ser mortal para algunos países de la región. La falta de capacidad de las empresas latinoamericanas, especialmente las pymes, de innovar y de entrar en el círculo virtuoso de la I+D+i, sigue lastrando el desarrollo social de unos países donde el principal riesgo seguirá siendo el de las desigualdades sociales entre pobres y ricos. La carencia casi total de políticas fiscales de redistribución de la riqueza sigue impidiendo en gran medida la consolidación de clases medias y, por tanto, el neocriollismo convierte en las élites dirigentes a las familias que controlan todos los sectores económicos de un país. La típica frase que escuchas cada vez que visitas un país latinoamericano: “este país la manejan X familias”puede seguir más presente que nunca y una vez más se habrán derrochado años de bonanza para abrir más la brecha social. América Latina se juega en el 2014 mucho de la credibilidad ganada en el contexto internacional en la última década, ya no tanto por los problemas de deuda de otrora, pero si en su capacidad por desarrollar sociedades libres y estables, con clases medias asentadas donde la educación o la sanidad no se conviertan en barreras de entrada y de salida para el progreso personal. Es su reto y también el nuestro si queremos contar con el Atlántico como espacio de vanguardia mundial.

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