2014, Europa en la encrucijada

2014 llega con un marcado carácter europeo. No solo por ser año electoral en laUnión Europea que elije su eurocámara, sino porque como cada siete años, el llamado marco presupuestario de la UE se renueva y con él todo el conjunto de fondos y ayudas comunitarias. Asimismo, el año que comienza debería instaurar definitivamente la Unión Bancaria, lo que significa que al igual que Estados Unidos, los europeos tendremos una moneda común, un banco central y una reserva federal. Y por si todo esto fuera poco, a raíz de la renovación de los escaños de los europdiputados, deben renovarse todos los cargos principales de nuestras instituciones, el presidente del Consejo Europeo, el de la Comisión y todos sus miembros, el del Eurogrupo, así como el del Alto Representante Exterior de la Unión. En conjunto, un año de cambios profundos que contará con una cierta estabilidad política en los Estados miembros, pues, ninguno de los grandes tiene comicios nacionales, salvo si en ItaliaBerlusconi decide arrastrar a su país al caos electoral para resolver sus problemas judiciales. Si habrá, por contra una consulta popular de gran trascendencia en el mes de septiembre, anunciada y pactada con el Reino Unido, sobre la independencia de Escocia, a diferencia de la solicitada en Cataluña y no admitida por Madrid, señalada para el próximo mes de noviembre. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que la Unión Europea se halla ante un conjunto de procesos políticos y de reformas económicas que cambiarán su fisonomía y, con casi total seguridad, de tener éxito consolidarán definitivamente el proyecto europeo, como de fracasar pueden suponer su fin.

El 25 de mayo de 2014 – el 22 de mayo en Holanda y Reino Unido – se celebrarán las elecciones europeas. Y serán los comicios de la UE más importantes de la historia, no solo por el número de europeos llamados al voto, nada menos que más de 375 millones, en 28 Estados, tras la incorporación en 2013 de Croacia, sino por la capacidad política que tendrá en la nueva legislatura la Eurocámara. En estos próximos 5 años el Parlamento Europeo acabará de desplegar su marco de poder establecido en el Tratado de Lisboa, el marco legal que rige en la actualidad a los miembros de la UE. El conjunto de su actividad legislativa y de control legislativo y ejecutivo de la Comisión y el Consejo, llegará a un 60% de las decisiones que se toman en Bruselas. Pero lo que resulta más trascendente y gestual es que el parlamento saliente de las urnas en mayo, nominará al presidente o presidenta de la Comisión y a todos sus miembros, algo que debe ratificar el Consejo, pero que difícilmente se entendería que los jefes de Gobierno fueran contrarios a la voluntad popular expresada en unos comicios. Por tanto, el nuevo Parlamento tendrá la potestad de nombrar y cesar al máximo órgano de la UE, quedando por tanto, definitivamente legitimado democráticamente como soberano de las decisiones comunitarias. Es cierto que estas elecciones se van a producir en un clima general en Europa de descrédito de la clase política y que se anuncia en las encuestas un grado de participación bajo – en torno al 46%, lo que sería la media de otros comicios europeos -, sin embargo, en dichos sondeos llama la atención que entre los jóvenes la estimación de voto se eleva al 65%, probablemente porque tienen clara conciencia de lo que se juegan en Bruselas a futuro. Un dato a tener en cuenta para los detractores del programa Erasmus que tanto ha hecho por unir Europa. Las predicciones actuales, tanto de una encuesta/panel realizada por el propio Parlamento Europeo como por el Think tank de Jacques Delors, Notre Europe, nos hablan de una victoria por la mínima de los socialistas frente a al Partido Popular Europeo, un incremento espectacular de los no adscritos, es decir, una amalgama de ultraderechistas, radicales, comunistas y antisistemas, la consolidación al alza de las opciones nacionalistas moderadas y una caída significativa de los Verdes. Si así fueran las cosas sería difícil recurrir al bipartidismo imperante en alternancia para la conformación de mayorías parlamentarias. Seguramente se acudiría a la fórmula alemana dela gran coalición para las grandes cuestiones europeas mediante el acuerdo del PSE y el PPE, mientras que en el día a día los eurodiputados se verán obligados a hacer mucha y buena política mediante acuerdos de todo tipo.

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Respecto a las personalidades que pueden pasar a ejercer el protagonismo en las instituciones de la Unión, empecemos por el cargo de presidente de la Comisión. El Partido Socialista Europeo ya ha nominado formalmente a su candidato, el actual presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz. Hombre de marcado acento político que de ganar no pasará desapercibido ante la opinión pública. El Partido Popular Europeo aún no ha nominado a su candidato o candidata y en las quinielas suenan nombres como los de Enda Kenny, primer ministro irlandés,  Jyrki Katainen, primera ministra finlandesa, Jean ClaudeJunker, ex primer ministro luxemburgués,  o de los actuales comisarios, MichelBarnier y Viviane Reding. Los liberales y nacionalistas de ALDE tampoco han nominado y suenan el actual portavoz de dicho grupo en la eurocámara, GuyVerhofstadt, el ex ministro de Exteriores alemán, Westerwelle o el comisario de Economía, el finés Olli Rehn. Pendientes de un proceso de primarias en todos los Estados miembros están los Verdes y sí ha nominado a su candidato los partidos más a la izquierda de la cámara, en la persona del líder de Syriza, el griego AlexisTsipras, todo un símbolo de la lucha contra las políticas de ajustes llevadas a cabo en su rescatado país por órdenes de Bruselas.

La UE afronta el 2014 con unas previsiones económica que podrían calificarse de moderadamente optimistas en su cuadro macroeconómico. El crecimiento se cifra en un 1,4%, pero todo estará en función de que el eje franco alemán sea capaz de mantener tales cifras. Especialmente la locomotora alemana, pero sin dejar de lado las debilidades de una economía francesa que tiene pendiente muchas reformas estructurales solicitadas por la Comisión y cuya demanda interna no consigue alegrarse. En todo caso, sea cual sea el crecimiento, la realidad seguirá estando marcada por los altos porcentajes de desempleo, muy especialmente, de paro juvenil que afecta al 23,5% y en algunos países como España a uno de cada dos jóvenes en edad laboral. De ahí que esta sea la principal tarea en la agenda de la nueva Comisión que tomará posesión a la vuelta del verano. A él se unen cuestiones como el despliegue del SEAE – Servicio Europeo de Acción Exterior, la puesta en marcha la unión bancaria, la Agenda digital,  mejorar el funcionamiento del mercado interior o hacer funcionar el Marco Financiero plurianual 2014-2020. En este último tema, la UE ha aprobado unos presupuestos que siguiendo la doctrina germánica de la canciller Merkel, obliga a un ahorro o recorte del 3% respecto al anterior periodo 2007-2013. Con un compromiso de 960.000 millones de euros, de los cuales irán destinados a gasto 908.000 millones. Ello ha obligado a la reformulación de todos los fondos europeos. Así la PAC con 408.000 millones €, en su gran mayoría irán dirigidas a agricultores activos y pagos a medidas medioambientales. El FEDER se destinan 500.000 millones, y especialmente en el caso de España es el más afectado por los recortes. España recibirá 25.116 millones. De los cuáles solo Extremadura con 1.858 millones, quedará entre las regiones objetivo 1 por tener una renta per cápita por debajo de la media europea. Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha y Murcia reciben un trato especial – 12.201 millones. El resto  recibirán 10.084 millones a repartir, es decir, prácticamente nada respecto a la etapa anterior. Quedan, pues, los fondos europeos a la innovación e investigación como joyas del nuevo proceso que se pone en marcha en 2014, el llamado programa HORIZON 2020 con unos 100.000 millones de euros.

No será baladí la puesta en marcha definitiva de la Unión Bancaria Europea. Una necesidad surgida a raíz de la crisis financiera internacional y que ha obligado afortunadamente a tener que correr, pese a las continuas reticencias alemanas, a los responsables del Banco Central Europeo en el diseño de una verdadera Reserva Federal que garantice la sostenibilidad del euro. Su objetivo no es otro que reducir la fragmentación de los mercados de la Eurozona. Se basa en tres pilares: el supervisor bancario único, el mecanismo único para la resolución de problemas de las entidades con problemas y el sistema común para garantía de depósitos. De estos tres retos, el del supervisor único está aprobado y tiene fecha de entrada en vigor a partir de noviembre 2014. Los otros dos están prácticamente aprobados tras el pasado Consejo Europeo y frente a los más pesimistas todo parece indicar que también a lo largo del próximo año estarán en funcionamiento. Tendremos como decía, por tanto, una moneda común fuerte y estable, con un Banco Central emisor y supervisor único del que dependerán todas las entidades financieras que operan en Europa. Pocas cosas pueden dar más credibilidad en un mundo monetarizado como el global que hoy tenemos a un proyecto de construcción política como lo es la Unión Europea.

Muchas claves para doce meses, muchos objetivos y muchas dificultades que sortear. Si los europeos para bien o para mal somos cada día más conscientes de lo que ha supuesto la cesión de soberanía que hemos hecho a la Unión – un 85% de las decisiones lo son supranacionales -, este año podemos batir el record de percepción de la trascendencia que en nuestras vidas tiene lo que se decide en Bruselas. Nuestra identidad es ya una amalgama más o menos armónica de lo que nos rodea más cercano, con lo que desde la riqueza de la diversidad hemos unido en Europa. Saber defender nuestros intereses, ser competitivos, en resumen, poder ejercer los mayores grados de libertad posibles, depende de cómo sepamos jugar nuestras cartas en este entorno de excelencia que quiere ser la Unión Europea. El reto es dual, por un lado elegir a nuestros mejores representantes para llevar a cabo las políticas que Europa precisa y desde las empresas o el trabajo individual, ser capaces de competir y de aliarse con los procesos innovadores que en nuestro espacio común van a ponerse en marcha en la próxima década. Este es el nuevo tren que se pone en marcha en 2014, podemos subirnos a él como hicimos en su día cuando Europa significó las mayores metas de progreso o darle la espalda y recluirnos en nuestros patios interiores mirando la ropa colgada del vecino en un eterno ejercicio de envidia malsana y empobrecimiento intelectual. Una vez más la elección es nuestra.

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Jóvenes en paro: la oportunidad de moverse en la Unión Europea

Esta Europa que se engendró para los comerciantes y que ahora sacraliza las finanzas, no será una verdadera unión de personas hasta que sea capaz de que todos la percibamos como un todo en todas aquellas facetas de nuestra vida cotidiana. Lo demás seguirá siendo una superestructura política de mayor o menor utilidad según la circunstancia. Y que duda cabe que el factor determinante principal que nos condiciona gran parte de las decisiones personales es el lugar del puesto de trabajo. De ahí que la movilidad del mercado laboral europeo resulte trascendental para que caminemos hacia el sueño europeísta. Las instituciones de la Unión llevan décadas fomentando con grandes inversiones la formación en movilidad de los estudiantes universitarios entre los distintos Estados miembros con distintos programas entre los que ha destacado el de becas Erasmus. No cabe duda que gracias a iniciativas de esta naturaleza los jóvenes se sienten más europeos que hace 20 años. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos el intento se ha quedado en un viaje oxigenante fuera del hogar paterno pero con la idea premeditada de vuelta a casa para concluir los estudios y buscar trabajo en el país de origen.  Son los menos los que cogen la maleta y los libros con la firme determinación de desarrollar su vida profesional en el espacio común europeo.

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España se acerca a los cinco millones de parados registrados y de ellos, el porcentaje más cuantioso y a la larga dramático lo protagonizan los jóvenes de 18 a 30 años. Casi la mitad de ellos no encuentran trabajo en suelo español. Al otro lado del Pirineo esa realidad que nos pertenece a todos de Estados unidos en un espacio común les ofrece más de medio millón de ofertas de trabajo vacantes. Así lo expresa el boletín trimestral de la Movilidad Laboral Europea que elabora la Comisión Europea, así de cruda es la realidad del desajuste entre la oferta y la demanda del mercado del trabajo en la UE. Por tanto, parece evidente que tenemos todos la obligación de corregir esos desajustes promoviendo la movilidad entre regiones y países europeos. Y lo primero que deberíamos hacer es conocer o poner en conocimiento – porque la responsabilidad es tanto de los que ofrecen o buscan empleo como de las administraciones que deben difundir las herramientas que existen – la existencia de EURES, la base datos de ofertas o bolsa de empleo de la UE  (http://ec.europa.eu/eures/) que desde enero de 2008 a finales de enero de 2012 ha ofrecido 6,77 millones de ofertas de empleo. Un portal que arroja datos muy esclarecedores de lo que demanda el mercado de trabajo europeo:

– La demanda de profesionales y empleados en la UE se mantiene sin cambios, estable, en los últimos tres años.

– Las oportunidades de trabajo de dependientes en tiendas y grandes superficies han subido paulatinamente.

– La demanda de licenciados, directivos y mandos intermedios ha bajado levemente en los últimos cuatro años.

– Las ofertas en agricultura y pesca apenas significaron el 1% sobre el total.

– Las ofertas de trabajos manuales y sin formación siguen representando un 7% del total, aunque disminuyen año a año.

En todo caso la distribución por ofertas de empleo y cualificación se reparte en: un 21% de técnicos (FP), 16% dependientes de tiendas y grandes superficies, 10,4% profesiones liberales, 7,1% licenciados titulados superiores.

Si queremos acercarnos a saber qué países son los más demandantes en volumen destaca el Reino Unido que solicita 28.700 dependientes, 27.000 profesionales de finanzas y comerciales, 26.500 trabajadores del sector servicios, 26.300 vendedores, 26.100 trabajadores de servicios en la calle y 19.000 trabajadores de sanidad. Alemania por su parte necesita 26.900 técnicos electricistas y electrónicos, 24.150 ingenieros, 21.100 técnicos de maquinaria, 18.130 dependientes, 18.100 trabajadores de la construcción o 11.700 trabajadores de sanidad. En Francia desciende sustancialmente la oferta de empleos, pero demandan 5.260 dependientes de hostelería, 4.000 licenciados en económicas y comerciales, 3.800 mandos intermedios de diversos sectores. Y así un rosario de ofertas de trabajo por los 27 países de la UE sin cubrir a fecha de hoy.

El problema de la movilidad en el ámbito europeo es tan palmario que solo un 0,1% de la población activa de la UE ha cambiado de país de residencia de un Estado miembro a otro desde el 2000. Si lo comparamos con la movilidad enEstados Unidos nos damos claramente cuenta de lo que nos falta por recorrer para parecernos a un espacio laboral como el suyo. Allí la movilidad entre Estados se sitúa en la última década en un 12% de su población sobre un universo total equiparable en los dos bloques. ¿Qué nos hace a los europeos tan inmóviles, tan apegados al terruño que nos ve nacer? Para empezar está la barrera del idioma, un californiano seguirá teniendo el mismo idioma en Nueva York, cambiando sólo el acento regional. En cambio un español que desee irse a Polonia tendrá que enfrentarse a un idioma nuevo en muchas situaciones – aún que sea bilingüe con el inglés -. También está el cambio institucional, la dificultad de transferir prestaciones de la Seguridad Social, que aunque legalmente es posible sigue resultando burocráticamente muy farragoso, en suma, el cambio de funcionar de las cosas, de lo doméstico, de la rutina diaria. En suma la falta de lo común entre los países europeos. Y, por supuesto, el sistema educativo con universidades locales que condicionan una vida de vecindario que aboca a la búsqueda de puesto de trabajo a la puerta de casa.

Como muchas otras veces pongo de manifiesto, esos impenitentes tecnócratas de Bruselas que pueblan la Comisión y el Consejo Europeo hacen muchas más cosas que las que ese tópico que hemos difundido de ellos pregona. Así han establecido claramente como meta que para alcanzar el objetivo de Europa 2020 de aumentar la tasa de empleo general de los 20 a los 64 años hasta el 75 %, es primordial reducir el alto nivel de desempleo juvenil que asola la Unión. Por otra parte, los jóvenes precisan más apoyo en la transición entre la educación y el trabajo a través de medidas activas del mercado laboral o medidas sociales. Paralelamente, deberán  adoptarse incentivadoras para que los empleadores contraten a principiantes. Debe prestarse especial atención a los jóvenes en situación de riesgo, para facilitar su reinserción en los itinerarios formativos y educativos o para entrar en el mercado laboral. Para fomentar el desarrollo de políticas en este ámbito, la Comisión se ha comprometido a establecer un seguimiento sistemático de la situación de los jóvenes que ni estudian, ni trabajan. Asimismo, ha puesto en marcha un diálogo entre servicios públicos de empleo europeos. Pero también el trabajo por cuenta propia y el espíritu empresarial constituyen valiosas oportunidades para reducir el desempleo juvenil y luchar contra la exclusión social. Por tanto, es fundamental que las instituciones educativas, con el apoyo de los sectores público y privado, promuevan una mentalidad y unas actitudes empresariales. Los jóvenes deben disponer de más oportunidades y apoyos para crear una empresa o trabajar por cuenta propia. En este sentido, la Comisión fomenta una mayor utilización del nuevo Instrumento Europeo de Microfinanciación Progress, destinado a apoyar a jóvenes empresarios potenciales.

La prosperidad de Europa depende del futuro de sus jóvenes, 100 millones de proyectos en ciernes, la quinta parte de nuestra población pero la que debe soportar la carga de hacer viable que un continente envejecido siga viviendo en el espacio democrático y social más grande del mundo. No dejemos ese reto solo en manos de unos pocos que nos gobiernan, empecemos todos por movernos y hacer moverse a nuestros jóvenes en ese enorme mercado de potencialidades.

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