Pasión de catalanes

Es martes y…

«Y con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas. Se despertó el bien y el mal, la pobre vuelve al portal, la rica vuelve al rosal y el avaro a sus divisas».

Me declaro independentista radical, rupturista del actual estado. Me declaro intransigente en mi postura, dura, en territorio conquistado.

Busco la independencia del cinismo, del vulgar rincón donde muere la ideología. Huyo, entre restos de clasismo, del doliente pacto con la alta burguesía. Busco la independencia del abismo donde tambalean restos de simbología. Huyo hacia el paraíso perdido en el que importaba la lucha del día a día.

Busco, pero no encuentro, la razón para pactar con los tiranos. Huyo, como puedo, de la guerra de banderas entre hermanos. Busco la independencia del hedor en los pasillos andorranos. Huyo, enrabietado, de naranjas, azules y colorados.

Busco la independencia del rencor anclado en las venas del tiempo. Huyo de la niebla que nos adormece con el mismo cuento. Busco la frontera donde, bruscamente, se detenga el viento. Huyo en dirección contraria a los amigos del 3%.

Lo único que saco en claro, de este amago de tinglado, es el triste resultado de… mayoría absoluta (en votos y escaños) de engañados.

Cuervo ingenuo

Es martes y…

«Tú decir que si te votan, tú sacarnos de la OTAN, tú convencer mucha gente. Tú ganar gran elección, ahora tú mandar nación, ahora tú ser presidente».

Qué dura debe de ser la vida del converso. Todo aquello que fue enraizando en tu ideario acabó muerto como por arte de herbicida. Sin embargo, el macabro giro, parece que ha resultado pan comido para tu digestión. Por lo visto, pasar de la clandestinidad tortuosa del franquismo a fumar puros de lujo en yates de lujo surcando mares de lujo es una casualidad que la vida ha diseñado para ti.

¡Ay Felipe! Qué tiempos aquellos por Suresnes. Qué esperanza desbordaba el socialismo. Qué «manifas» contra Franco y sus desdenes. Qué vaivenes, qué jaleo, qué seísmo. ¡Ay Felipe! Qué tiempos aquellos por Moncloa. Qué de promesas quedaron en el tintero. Qué de nuevos amigos de barbacoa. Qué de escombro acumulaste en el trastero.

¡Ay Felipe! Qué elegante en el traje de despistado. Qué manera de ejercer de radical. Qué de sueños se quedaron enterrados. Qué escondido estaba el señor X de los GAL. ¡Ay Felipe! Qué de canas adornaron tu frescura. Qué vacío se quedó el sillón de tu moral. Qué valiente se te ve con la armadura. Qué caliente al calor de Gas Natural.

Abogado de las armas del desfile, señor defensor del vendido opositor. Mira fijamente a los hijos de Chile, la próxima vez que hables de dolor.

8 apellidos falsos

Es martes y…

«Si no estamos prevenidos ante los medios de comunicación, nos harán amar al opresor y odiar al oprimido».

Son expertos creadores de tendencia, precisos artilleros del lenguaje y su más macabro destino. Moldean cada frase que entra por nuestros oídos con la sutileza del esgrimista y la vileza del espía. Las adornan con guirnaldas de levedad para enmascarar asuntos graves, mientras cubren con un manto de tormenta pequeños retorcijones. Dotan a cada palabra de un apellido que falsea su esencia y enmaraña nuestro horizonte.

Ni es condicional, ni entiende de condenas. La libertad es solo una, sin barrotes ni cadenas. Ni brota de sus votos, ni surge de sus lenguas. La justicia es solo una, sin raíles y sin tregua.

Ni se esconde en el murmullo, ni grita desesperado. El silencio es solo uno, tan gigante, tan callado. Ni brilla por su ausencia, ni sigue en busca y captura. La soledad es solo una, tan presente pero tan muda.

Ni puede ser preventiva, ni jugar en nombre de la paz. La guerra es solo una, semilla rasgada de un mundo incapaz. Ni está en venta sin espinas, ni es el fruto del azar. El amor es solo uno, sin anclajes en versos por recitar.

Ni es la reina de la fiesta, ni acorrala por placer. La muerte es solo una, a la espera de volver, volver, volver. Ni hecha para balas, ni alambradas de vergüenza. La vida es solo una, balada que en cada amanecer comienza.

¿Recuerdas, vieja?

Es martes y…

«Mi dulce memoria ha sido enterrada a los pies de un árbol hendido, por esta tormenta de rayos catódicos, horrores y luz de espejismo. Rojas amapolas, vientos del olvido hacen temblar como animales dormidos. Enferma de amnesia, calla la ciudad»

Sin mirar atrás porque el ayer ha desaparecido. Sin saber a donde ir porque mañana puede que no vuelva a amanecer. Y por el camino, piedras que, a cada paso, crecen más y más. En el recuerdo, una rutina añorada. Y al frente, un mundo y su extrema crueldad.

¿Recuerdas, vieja, como lloraban tus hijos al ver fuego en el cielo? ¿Te acuerdas, vieja, del vacío anoréxico que rodeó tu calle? ¿Recuerdas, vieja, la imberbe parálisis en cada rostro de hielo? ¿Te acuerdas, vieja, de las balas que enviudaron en nombre de la barbarie?

¿Te acuerdas, vieja, de aquel suspiro enfermo, del relato en blanco y negro? ¿Recuerdas, vieja, que apenas había muros ni alambradas que saltar? ¿Te acuerdas, vieja, del pánico inundando tus tristes embarcaderos? ¿Recuerdas, vieja, el instante amargo justo antes de zarpar?

¿Recuerdas algo, vieja Europa? ¿Algo que te suene familiar? ¿Algo que retumbe en tu cabeza y te devuelva la humanidad?

Nadie grita en la trinchera, nadie huye por huir. Nos queda otra noche en vela, sin vela que alumbre el porvenir.

Locura transitoria

Es martes y…

«Cuando los locos seamos mayoría los locos serán ellos».

Pertenecemos a esa especie singular que se lo cuestiona todo, que derriba muros, que mastica rabia. Somos del mismo lugar que la palabra, que la sed, que la rebeldía. Llevamos el cartel de «molesten» colgado en las pestañas porque no podemos coser nuestros labios, porque no debemos cerrar nuestros ojos. Nos llamarán locos, nos creerán mudos, nos sentiremos vivos, nos alzaremos libres.

Circo de trapecistas sin domador. Un Rato en el barco mientras brilla el sol. Los manguitos puestos, que no se hunda el señor, y después del baño un poco de baba de caracol. A la noche cena en la suite con los colegas. El banquero, el juez y el hermanastro. Mientras tanto, sangran decenas de ideas presas, y los locos seguimos siendo nosotros.

El amigo del de antes llevaba las cuentas. Tan leal que nadie miraba por los rincones. Tan sutil como el cuento de cenicienta. Tan mordaz como el ruido de unos tacones. Sobraba soberbia entre sorbos de champán, entre sobres sobresueldos cortesía de los otros. Ahora, resulta que nadie conocía la verdad, y los locos seguimos siendo nosotros.

El cielo aparece como un eco de metralla. Llueven cataratas de fuego en cada hospital. La tierra ya no es promesa, es una batalla, y la estrella en la bandera una bala criminal. La televisión nos oculta el crimen diario, juegan a vender el humo que no regalan sus rostros. Mientras tanto, cada día toca hacer el inventario, y los locos seguimos siendo nosotros.

En equilibrio

Es martes y…

«La vida es como una tela bordada, nos pasamos la primera parte de la vida en el lado bonito del bordado, pero la segunda parte de nuestra vida la pasamos en el otro lado. Es menos bonito, pero vemos cómo están dispuestos los hilos».

Se trata de perdurar en la inocencia del cautivo. De lograr la pausa inquieta de cualquier conquista. Se trata de sumar fuerzas en pos del colectivo, sobre la fina cuerda que traza el equilibrista.

Es una cuestión de crecimiento en positivo. De desenredar cada tristeza decadente. Una búsqueda del manual del atractivo desembarco en la estación del sonriente.

Se trata de alcanzar la lucidez sin perder la rebeldía. De reposar los sueños sin dejar que echen a volar. Se trata de resolver los enigmas del día a día, de subir las escaleras para ver a Peter Pan.

La respuesta, a fin de cuentas, está en recuperar la melodía. Renacer en cada instante que vivimos. Porque, hoy, respira el faro que nos guía, y nos recuerda que, simplemente, somos porque fuimos.

Quizá nos quede mucho por rodar, reír al amparo de algún desliz. Por ser humo que, como viene, se va, solo nos queda el reto de ser feliz.

Lleno de retazos

Es martes y…

«Vengo huyendo de los que enterraron el Romance del amargo. Vengo a que me dé el viento del pueblo que Miguel supo soplar. Vengo de subir con la marea a encallar entre tus brazos. Vengo repleto de soledad».

Vengo del suspense enmarañado que adornaba tu cobijo. Vengo del segundo interminable en que me rozó tu piel. Vengo de dormir entre las ruinas que escondían tu acertijo. Vengo de caerme muerto sin saber donde caer.

Llevo tatuado cada rayo que amanece en Lacandona. Es parte de mi cada agujero que brilla en el Malecón. Brota de mis poros cada tala que acuchilla el Amazonas. Vivo en el recuerdo al malherido que ruge en cada canción.

Estoy hecho de retazos cosidos con tus pestañas, de versos que la barbarie no pudo devorar. Surge de mi boca el eco de Machados y de Azañas. De mis entrañas supura el aliento del «no pasarán».

Soy la voz de aquel maestro resistente en los cuarenta. Soy la estrella firme de la gorra de Fidel. Llevo el perfume de rosas que crecen en las cunetas. Vengo de poner en Guantánamo su último cordel.

Vengo de esculpir la luz en la ceja de Frida Kahlo. Vengo de grabar en La Bastilla el despertar de París. Vengo de cambiar la historia que habían escrito los malos. Vengo de pintar un arcoíris en este cielo gris.

Tertulias en soledad

Es martes y…

Venga va, Javier, ¿sobre qué puedes escribir hoy? Será por temas, anda que no te lo ponen fácil. Tampoco hace falta romperse mucho la cabeza.

Puedes hablar del amor y sus vahídos, sus destellos y latidos, y sus flores de azahar. Pero es un tema muy manido, y es que el viejo de cupido ya no quiere trabajar. Además de que, en sigilo, mi corazón se ha dormido y no es hora de despertar.

Pues, entonces, puedes hablar de nuestro pueblo, de cómo está alzando el vuelo con su nuevo Parlamento. Del cambio, del viejo sueño, de sentir cómo ese anhelo se ha colado en nuestro cuento. Pero es un tema con remiendos, que, dios no lo quiera, pueden rasgarse en cualquier momento.

Bueno, por ejemplo, puedes hablar de la música y su devenir, de escuchar y de sentir, de su tiempo inabarcable. Del silencio, del huir, del sonido, que en abril, moja, de notas, la calle. Pero es un tema sin raíl, sin guía que me susurre la palabra más amable.

Ya sé, puedes hablar de números redondos, de las formas y del fondo, de versos abuhardillados. Del bucólico trasfondo que implica su lealtad de cien martes a tu lado. Pero es un tema residual, bastante tienen con ser la luz de un flexo descoordinado.

Javier, tendrás que centrarte en uno, antes de que salga humo y vea como tu imaginario arde. Es igual, Javier, no te preocupes, déjalo para otro día que hoy se te ha hecho demasiado tarde.

No saben resucitar

Es martes y…

«Ese canto neutro que en mi alma callada es monotonía o es ruido o es nada. Canto de la fuente, en mi alma sonora, a veces sonríe, a veces sonllora».

Cuando nacen los poetas, enloquecen las auroras. Cuando gritan, en silencio, se escucha el sudor del mar. Cuando sueñan con el tiempo, se tropiezan con las horas. Cuando mueren, los poetas, no saben resucitar.

Cuando vuelan los poetas, las musas se van de viaje, refugiando en su equipaje unos versos de verdad. Cuando escriben, en su tinta, cruje un crepitar salvaje. Cuando mueren, los poetas, no saben resucitar.

Cuando cantan los poetas, al abrigo de un acorde, su garganta es tan que arde, que parece levitar. Cuando Sabina te mira, Krahe no seas cobarde, ya sabes que los poetas no saben resucitar.

Y yo, como no creo en tertulias, ni en monsergas, ni en un triste cantautor. Digamos, simplemente, que dejamos, lo de tu despedida, en un burdo rumor.

No es no

Es martes y…

Han tenido que pasar 7 años.

A pesar del implacable paso del tiempo, el recuerdo de Nagore sigue escrito, con mayúsculas, en la memoria colectiva. Sin embargo, el silencio de las instituciones públicas dolía, dolía hasta hacer sangrar sus propios ojos, dolía porque no se pueden ocultar las emociones, dolía como duele la injusticia. Ha tenido que llegar a la vieja Iruña «la peor pesadilla» para ver un gesto tan sencillo como repleto de significado. Un abrazo de afecto y empatía.

Vuelven, llenos de alegría y desbordantes de bebida, nuestros sanfermines. Vuelven, puntuales a su cita y esperadas como siempre, las fiestas sin igual. Vuelven, pero no pueden volver con la sangre besando los adoquines. Vuelven, pero no pueden volver con la sombra de la agresión sexual.

Tan fácil de entender que se nos congela el alma. Un no es un no, aquí y en la plaza Syntagma. Tan fácil de entender que nos hierven las venas. Un no es un no, aquí y en las calles de Atenas. Tan fácil de entender, quebremos su mente necia. Un no es un no, aquí y en la gloriosa Grecia.

No es no, únicamente no.