Carta a los fariseos

Es martes y…

Jueces de lo injustificable, reyes de coronas sin brillo, moradores de moral amoratada con la firmeza de un azucarillo. Mercenarios sin merced, césares en este coliseo, cacos del amanecer, carteristas, fariseos.

Jugáis con el juguete de la vida, en la subasta del mejor impostor. Traficáis con la sal de la herida, con la semilla amarga del dolor. Facturáis en negro el blanco de los ojos, el calor del sol en la mirada. Vendéis el eco que huye de muy lejos, el latido que ya no espera nada. Solo espero veros caer al otro lado del futuro. Señor, perdóname, por estos pensamientos impuros.

Sois la tristeza hueca de humanidad, la usura de bolsillos rebosantes. Sois la dura y cruda realidad, con el tufo del barniz de tolerantes. Sois la democracia estrangulada, la decencia, por el suelo, hecha pedazos. Sois los que diseñan la alambrada, la frontera llena de arañazos. Solo espero veros suplicar al otro lado del muro. Señor, perdóname, por estos pensamientos impuros.

Procesión de cuerpos sin destino, en busca de almas de humanidad. No alquilan refugio al clandestino, en esta escombrera de cristal.

Un poema cualquiera

Es martes y…

«El cuerno de mi unicornio asoma por la ventana; llámame loco, pero esta culebra me habla».

Dime dónde guardas tu pasado, dónde escribes estos días. Dime dónde guardas el visado de aquellas palabras escondidas.

Cueva, refugio de venas inquietas. Fortaleza, castillo de cartón engalanado. Vestigio, ruina disfrazada de etiqueta. Profeta, poeta en el lugar equivocado.

Aliento de mediodía, puño de figura esbelta. Soberano sin bandera, insumiso por placer. Sostén de rebeldía, cirujano en la revuelta. Cuenta cuantas veces te ha tocado renacer.

Tantas veces te enterraron, tantas veces. Tanto ruido de metralla en tu retina. Tantas veces te cuidaron, tantas veces, que refleja tu brillo de aguamarina. Tantas veces te vejaron, tantas veces. Tanto verso sin beso ni compañía. Tantas veces te quisieron, tantas veces. Absoluta e infinita en minoría.

Poesía, que bonito nombre tienes. Cuando vuelvas del lugar que nunca viste, te detienes.

Bienvenidos

Es martes y…

«Se trafica, sí. Se trafica con armas, con drogas, con hombres, con mujeres, con niños, con vidas, con ideologías, con internet, con política, con poder, con sueños, con meterte el miedo en el cuerpo».

Es un juego de cromos, como cuando eran niños. Antes intercambiaban futbolistas y ahora esperanza. Todo desde la fría sala de seres sin alma, desde el cadalso hecho a medida de cada frontera. Desheredados por sucio papel. Miseria en manos de miserables con aires de dios cruel.

Europa en su encrucijada de universo libre dando otra lección de sordidez. Europa en la balanza sin justicia ni patrón que la sujete. Europa mendigando luz en el reflejo de su palidez. Europa, abandonando a abandonados, se pierde por el retrete.

Bienvenidos parias de la tierra, nuestros brazos no soportan la presión. Os dejamos al calor de vuestra guerra, con metralla canalla de importación. Bienvenidos huidos de la refriega, a nuestras casas sin ventana ni portal. Os dejamos al amparo de esta ciega, oxidada y vil mirada occidental.

Y mientras, Alemania parece olvidar el pasado, la rutina de histeria racial, la guadaña de silencio gaseado, el alzado de aquel brazo criminal.

Matemáticas

Es martes y …

«Matemáticas, teórica y práctica, amor, arte y líricas galácticas. Haz la cuenta desde el 1 hasta el 10, mente sana y resbaladiza como un pez».

Si de algo no se le puede acusar a Pedro es de no haber usado la calculadora durante estas últimas semanas. Suma por aquí, resta por allá, divisiones internas y multiplicación de maléficos consejos. La izquierda no suma.

Después de horas y horas de complejas operaciones pareció dar con el número mágico que haría de él un presidente nuevo para un nuevo país. Llevan rastas pero parecen majos. El espejo contestaba afirmativamente: «Sí, Pedro, tú eres el más guapo del reino». Sin embargo, había obviado un pequeño detalle, a la vieja guardia pretoriana no le hacían gracia los compañeros de viaje y estaba dispuesta a todo para resistir. No vaya ser que suban el IVA de los yates. La izquierda no suma.

Pensaron que con la nueva norma nos cerrarían la bocaza, pero olvidaron blindar el Congreso en su burda ‘Ley Mordaza’. Ahora, susurramos desde dentro contra el gris de su moral, con la gente por delante de la cal del mayoral. Ahora, nos cuentan que la abuela fuma. Por cierto, la izquierda no suma.

El futuro se nos fuga por el sumidero del Borbón. La izquierda no suma, simplemente, porque ellos no lo son.