Si yo tuviera una escoba

Es martes y…

«Si yo tuviera una escoba, si yo tuviera una escoba, si yo tuviera una escoba, cuantas cosas barrería».

Si yo tuviera una escoba, barrería para siempre todas las puertas que giran y, después de lo barrido, decidido instalaría unas de las que reciban. Y ya puestos, sobre limpio, haría inventario de todos aquellos tipos que se pasaron de listos.

Si yo tuviera una escoba, barrería los fantasmas que cobijan los que mandan y, después de lo barrido, decidido encumbraría los puños de la esperanza. Y ya puestos, sobre limpio, haría repaso de los puestos reservados a los antiguos ministros.

Si yo tuviera una escoba, barrería las fronteras diseñadas por farsantes y, después de lo barrido, decidido esculpiría la patria de los migrantes. Y ya puestos, sobre limpio, haría de mi corteza una bandera sin colores ni aditivos.

Si yo tuviera una escoba, barrería, con premura, el ruido de la propaganda y, después de lo barrido, decidido aplacaría el virus de la oferta y la demanda. Y ya puestos, sobre limpio, haría memoria a los que olvidan quienes se han vaciado de principios.

Cuantas cosas barrería, cómo han dejado la alcoba, llena de porquería. Si yo tuviera una escoba…

Sueños amanecidos

Es martes y…

Muchas mañanas al despertar, amanezco soñando.

Soñando con alas de libertad engalanando mi costado y volar surcando un cielo millonario de deseos. Sueño con burlar sin cortesía su muro desvergonzado y arruinar su burda apuesta de un mundo de fariseos.

Soñando con un lienzo desbordante abarrotado de colores y cubrir el gris de los espasmos que nublan nuestro camino. Sueño con no ver empoderado al trío de las Azores ni el reflejo de sus fauces de ladrones de destinos.

Soñando con otra primavera con los ojos de brillante, llorar solo por la alergia y la alegría de estar vivo. Sueño con rozar el alma de un alma libre de colorantes y con el abrazo hermano de un latido en positivo.

Soñando con la magia de estas notas que me envuelven los sentidos, con la sutileza del acorde que se escapa del silencio. Sueño con los laberintos que maldice el fugitivo, con el ‘Ay Rocío’ de Sabina, con el ‘Ojalá’ de Silvio.

Soñando con huir de paraísos a medida del cliente, con fiscalizar el ánima de corbatas desgastadas. Sueño con pausar por un momento nuestro presente urgente y recolocar las piezas que han quedado arrinconadas.

Con la premura de un ‘sherpa’ alcanzando la cima, con la mirada sinuosa del ‘tuareg’ en el desierto. Así resiste la utopía en su soledad más íntima, porque «la esperanza es el sueño del hombre despierto».

El sexto sentido

Es martes y…

Camino arrastrando mis sentidos por el hueco que deja tu piel. Arranco a empentones el paso que da paso a otro paso más. Y así, consigo aparcar por momentos el amargo grito de hiel. Y así, se que, pasajera, tu boca me espera al final.

Veo tu mirada en cada reflejo de luz milagrosa, la prosa me persigue, la rima no me alcanza por mentirosa. Veo el destello de tu escondite, dimite mi iris por cohecho al juez que no dimite.

Oigo la caracola de tus rizos en un mar inquieto, cometo el crimen de quererte por dejar mi corazón repleto. Oigo, en silencio, el susurro de un bemol, el eco infinito de tu suspiro que, todavía, conservo en formol.

Siento tus huellas de vida que guían mi tinta templada, el hada que fluye en mis venas está preparando su emboscada. Siento tu pulso pausado sobre mi pulso de trueno, al menos en tu coraza dorada mantienen su aliento mis sueños.

Degusto el caviar de tus labios en un paladeo sucinto, distinto es el sabor de tu sed en el vaivén incierto de este laberinto. Degusto el recuerdo fugaz de mi palabra arrugada, manchada por mis deseos de verla algún día ordenada.

Huelo el vuelo natural de tu perfume de primavera, la espera desesperada por redimir mi alma de enredadera. Huelo la verdad avergonzada de este presente urgente, ausente en su propio entierro de voces intrascendentes.

Entre los cinco, arrullan el traqueteo de mi latido. En tu horizonte, inalcanzable, proteges mi sexto sentido.

Nuestro turno

Es martes y…

«Ahora es el momento de hacer ruido, de cantar y cambiar lo que ha ardido, descubrir ese nuevo camino. Ahora es el momento decisivo, de explicar al mundo que estás vivo, porque es tiempo de soñar».

Alberto Garzón y Pablo Iglesias han escenificado con un abrazo el acuerdo entre las fuerzas populares de cara a las próximas elecciones. A falta de que las bases de ambos partidos den el visto bueno, la marea de ilusión amenaza con inundar las urnas.

Porque siguen los desahucios correteando por las calles, porque duerme a nuestro lado el virus de la precariedad. Porque nos han robado hasta el más sutil de los detalles, por eso está llena de sentido la unidad popular.

Porque tienen la tijera desgastada de recortes, porque el futuro que nos dejan es un muladar de sueños. Porque las alambradas son fosas sin pasaportes, por eso solo nos queda gritar: «Juntos venceremos».

Repletos de razones, vacíos de espejismos. Cuando nos pregunten, diremos que fue adrede. Pedagogía y voz, los únicos contra los mismos. Cuando nos pregunten, diremos que unidos, sí se puede.

Día tras día

Es martes y…

La fruta cayó, de madura, al suelo, para reescribir la historia. Sin paraísos artificiales ni reptiles maliciosos. En paralelo, a los ojos, sin fisuras. Es nuestro turno.

La sangrante tinta relatando en masculino singular acaparó una verdad impuesta por derribo. Los raíles marcaban claro el camino y saltar del tren en marcha parecía una temeridad. Fue entonces cuando, en el silencio conmovedor de la noche oscura, tuviste el arrojo de avanzar. Contra todo, contra todos, como siempre. Por ti y por todas tus compañeras. Por todos nosotros.

Son tus brazos, madre, la cuenca enmascarada de los ríos, el refugio en el invierno más austero, la tirita en unos labios malheridos, el latido de este último aguacero.

Son tus manos, madre, la caricia que rescata del naufragio, la esperanza del que llora en la trinchera, la bandera universal de tu sufragio, los enigmas de tu música hechicera.

Son tus notas, madre, las que emergen del océano del tiempo, las que suenan en la fría soledad, las que liman las astillas de mi templo, las que templan el misterio de mi levedad.

Es cada día tu día de renacer, de resistir y de vencer. Es cada día tu día madre, es cada día, mujer.