En el coro de Babel

Es martes y…

El Ibex 35 sufre su mayor caída desde 2012, menuda tragedia. Es inadmisible que los más poderosos tengan que pagar las consecuencias de un gobierno irresponsable como el griego. A quién se le ocurre preguntar algo al pueblo en referéndum con la que está cayendo. Bastardos comunistas que todavía creen en la democracia.

Nos acaba de contar el presidente, en un tono tranquilo y sosegado, que en España no pasará lo que en Grecia. Efectivamente, no puede tener más razón. Por un instante, la clarividencia se ha apoderado de su ser, la lucidez se ha encaramado a su lengua perspicaz y su discurso radical se ha tomado un leve respiro.

Pues si. Aquí no pasará lo que allí. Aquí no habrá un gobierno que de voz a los caídos. Aquí no habrá una prioridad llamada pan. Aquí no habrá consuelo para los heridos, ni bandidos despedidos por su majestad. Aquí no se hablará a los ojos de la gente. Aquí no volará el cometa de la dignidad. Aquí está secuestrado el afluente que no tiene islas para naufragar.

Entre ser un papagayo del puño teutón o una voz crítica y certera. Elegimos, mejor que la segunda, la primera. «En el coro de Babel desafina un español. No hay más ley que la ley del tesoro en las minas del rey Salomón».

Menudos corazones

Es martes y…

Quizá, no encabecen las listas de ventas con su última canción, ni formen enormes colas en la firma de su más aclamado libro. Seguramente, no abarroten un estadio para saltar con sus diabólicos punteos, ni sus goles sean afonía de una grada entregada. Puede ser, que no sean pasto de emoción televisada, pero, si de algo estoy seguro, es de su condición de héroes.

Atrapados en un disfraz que no les corresponde, cargan con la mochila de la supervivencia como quien amanece entre despertadores. «Un rumor lejano, un eco tenue», se convierte en aplastante rutina, en incesante reto. La heroicidad de quien es niño y lucha por seguir siéndolo, no depende ni de focos ni de «flashes», no permite elegir el momento adecuado, no entiende de maquillajes ni retoques. Es un segundo que gana, por ilusión y valentía, al segundo que le precede.

Son sonrisa en la tiniebla, el primer destello de la madrugada. Son lluvia en la primavera, la luz que adormece su dulce mirada. Son la huella de la arena, el matiz que tuesta los colores. Son mimbre de luna llena, el aroma que suspira entre las flores.

No podrán con su rugido, tienen madera de campeones. No podrán con su latido, son, menudos corazones.

En vuestras manos

Es martes y…

«No me pidas tanto, corazón, que tengo poco aire en el pulmón, lo que tengo es un castillo en el cielo. Si viene la guadaña a mi rincón, enjuágame la frente en tu sudor y le das un beso a todos si me muero».

Si me voy sin avisar no dejéis que triunfe la barbarie, no juguéis con armas desalmadas, ni luchéis sin la palabra en vuestro bando. Si me marcho que no quede ningún muro por el aire, ninguna risa aplazada, ningún cuándo, cuándo, cuándo.

Si desaparezco no olvidéis gritar por los sin voz, no dudéis en fabricar abrazos ni en honrar a los poetas. Si me ausento reventad las plazas de color y no dudéis en recordar los puños que duermen en las cunetas.

Si se esfuma mi presencia no perdáis la valentía, ni dejéis que pisoteen vuestro alud de voluntad. Refrescad vuestra ira en una bañera fría y calentad las mareas de unidad popular.

Si me marcho que sea con las manos abiertas y el corazón rebosante. Que no brille, en mi recuerdo, un reflejo de espejismo. Si regreso de parranda justo en el último instante, quiero vivir en un mundo que no huya de sí mismo.

Reflexiones en la cola del paro

Es martes y…

«Ella sonreirá, saldremos adelante. A pesar del tiempo, sigue siendo bella. La miro y recuerdo, no siempre los planes salen como sueñas, eternas promesas. Estoy cansado de tropezar siempre, del ‘ya le llamaremos’. Quizá, mañana cambie nuestra suerte y acabe este invierno».

Espero mi hora entre porteadores de mi mismo drama. Todos con la esperanza casi desgastada pero, sin embargo, todavía viva. Mientras, en la radio, escucho al presidente decir que en la calle ya no se habla del paro y que todo marcha bien. Apunto de llegar mi turno, pienso en la infinidad de trabajos que sería capaz de hacer. A la espera, tan solo, de una oportunidad. A la espera, de volver a nacer.

«Podría ser jardinero en Marte, médico de flores, poeta ambulante. Deshollinador volando en tejados, probador de espejos o un pirata honrado. Quisiera ser, hombre, al fin y al cabo. Podría ser cartero de Neruda, pescador de estrellas, navegando en la luna. Piloto de cometas, explorador de abismos, quizá recolector de gotas de rocío. Quisiera ser un hombre, es poco lo que pido».

Podría ser músico entre gritos, sombra de verano, fin de finiquitos. «Descompositor» de obras sin arte, entre consejeros de guerra, el descarte. Quisiera ser un hombre, sin ser contraparte. Podría ser carcelero, en sueños, de cada tristeza que busca su dueño. Catador de tomillo, fotógrafo en la noche, quizá subinspector de besos de tornillo. Quisiera ser un hombre, es bastante sencillo.

Podría ser suspiro de Picasso, borrador de datos de sabor fracaso. Un malversador de versos robados, militar con alma, niño no soldado. Quisiera ser, hombre sin candado. Podría ser acento en La Habana, resaca en las olas, sol en la mañana. Risa adolescente, luz en el pasado, brillo en el presente. Quisiera ser, hombre solamente.

Mientras tanto

Es martes y…

Se acabaron los golpes y arañazos que hacían temblar los cimientos de la civilización. Quedaron para el recuerdo los reproches ideológicos y el futuro oscuro que se avecinaba. Se terminaron las reprimendas por coleccionar amigos por el este y por el sur. Olvidada queda la regañina por jugar demasiado cerca de la morada. Ahora, es momento de llamadas afectuosas, es momento de pactar.

Resulta que visto con perspectiva y analizándolos fríamente tampoco son tan malos chicos. Es posible que su discurso no fuera tan extremista y radical. Seguramente no sea su prioridad ver nuestro sistema hecho añicos. Al fin y al cabo, bien mirados, tienen rostro angelical. Ahora que se nos acaba el chollo, sonreiremos. Ahora, todos tan amigos. Ahora, todos tan contentos. Ahora, que a solas, contando, ya no podemos. Ahora, iremos juntos, de la mano, al parlamento.

Mientras tanto, una barcaza sigue, triste, a la deriva. En un partido de tenis que se esconde abochornado. Mientras tanto, los que mandan, se reparten la misiva, en un cupo que rescata el sermón más desalmado.

Mientras tanto, sin timón ni rumbo, pero el mundo gira. Siguen, lágrimas de arena, por los rostros de Tinduf. Mientras tanto, la locura ya pasea por Palmira, y suspira la mirada que navega desde el sur.

Hasta la victoria siempre

Es martes y…

Al séptimo día despertó.

Acurrucado y acomplejado entre los matorrales, no encontraba el momento de asomar la cabeza. El lobo acechaba desde el otro lado de la calle y al abrigo de la ceguera tampoco se estaba tan mal. Pero, en un ataque de valor y entusiasmo, emergió como emerge quien se encuentra presto, quien se siente libre, quien se sabe vivo.

El momento era ahora, porque es ahora donde estamos viviendo, porque no podíamos esperar más. Según avanzaba la noche los nervios iban cambiando de bando, encontrándose en su camino, y en dirección opuesta, con la más gigante de las esperanzas. Ahora, nos toca a nosotros, a pesar de tanto costalero del triste calvario. Ahora, que suman los votos, pese a tanto devoto de este régimen cavernario.

Cambiar tiene sentido cuando el sinsentido nos gobierna. Cuando la decencia, presa, se desangra en un rincón. Les cerramos el cortijo por falta de luz y de limpieza, y cambiamos de jefa, que la otra se perdió.

Dicen que el poder desgasta, que los años pesan, que perder apoyos es normal. Dicen, mientras sonreímos los que caminamos juntos, juntos hasta el final.

La casta nostra

Es martes y…

«Si no estamos prevenidos ante los medios de comunicación, nos harán odiar al oprimido y amar al opresor».

Se trata de cerrar un segundo los ojos para abrirlos con más fuerza. Se trata de parar nuestra marcha para emprenderla firmemente. Se trata de encontrar la llave para derribar la puerta del paraíso libre que reside en nuestra mente.

Se trata de espantar las moscas del reproche mutuo. Se trata de no ceder a su chantaje electoral. Se trata de no firmar en su discurso fatuo que provoque, de nuevo, un perverso temporal.

Se trata de fumigar el árbol de la indecencia. Se trata de desterrar su aroma en descomposición. Se trata de erradicar su marca de decadencia, esencia de sus pilares tallados de corrupción.

Cara a cara en el espejo, devolviendo lo que somos. Meditando en el consejo de cambiar, o no, de cromos. Cara a cara frente a ellos, en la intimidad efervescente, dejaremos nuestra sello en una urna incandescente.

Tic tac

Es martes y…

Entre lemas de discurso «aburridísimo» y tristes promesas de regeneración. Unos son los que, siempre, han escrito la letra, y los otros los que silban la canción.

La cuenta atrás ya ha comenzado. El caramelo autonómico está tan cerca de sus manos que desordenarán tu paz hasta que pintes la papeleta con su color. Ahora, se trata de buscar acomodo en alguno de los bandos expuestos a concurso, reflexión mediante ante tanto militante.

Los que mandan hacen paseíllo en aperturas. Cortan sonrientes el ribete inaugural. Quieren que olvidemos el precio de la factura, de la pintura gastada en enfangar nuestro mural. Mientras tanto, desde el palco, saludan sus camaradas. Amigos del lado oscuro y de su afán demoledor. Pabellones y circuitos entre dietas y papadas. Disfrazados por los medios de progreso arrollador.

Los buzones reclaman auxilio por ahogo, no soportan tanta tinta tonta en su interior. Se desborda la lengua hendida del demagogo. Ruego, por nosotros, se apiade, el gran prior.

Mi trozo de cielo

Es martes y…

Un parto de luz que no nos deja abrir los ojos. Una caricia que envuelve el desorden sufrido. Un breve instante que cubre su mundo de antojos. Hinojo que cura la herida del viaje vivido.

Una vez amanecido el primer día, una vez sentido su suspiro. Una vez mojada tu mejilla, la astilla de sus entrañas brilla en tu latido. Una vez firmado, para siempre, el contrato que no admite despidos, vuelves para acariciar su vientre entre recuerdos de sueño interrumpido.

Abrazo indeleble en cada pesadilla, pequeña supernova por el cielo. Lucero que da calor en las manillas de arcilla de tu reloj de hielo. Sombra inagotable en sus brazos de encina, portadora del secreto de tu llama. Aliento en los estertores de tu ruina, el primer compás de cada pentagrama.

La veamos al mirar hacia la luna o al girar, nuestro cuello, un segundo. La mano que meció nuestra cuna, es de la mejor madre del mundo.

Nuestra clase

Es martes y…

Igual que dos siameses que se miran y sonríen. Al igual que todo lo que escribo es vuestro. Como el náufrago que busca una estrella que le guíe. Como el médico que cura «el ala rota del maestro».

Así de unidos parpadean nuestras pestañas y la mirada de quienes hacen suya nuestra educación. Escultores que trabajan con la delicadeza de un susurro y el compromiso de quien sabe que tiene, ante si, la más valiosa de las joyas. Juglares que moldean el más sincero de los versos en la más amable de las canciones. Arquitectos que diseñan páginas en blanco de libertad.

Mientras tanto, la hiena financiera, lista para arrasar el recinto público, acecha tras los cristales del gobierno. Debemos permanecer despiertos, en estado de alerta permanente. Quieren instalar, presente incierto, un futuro voraz y decadente. Debemos permanecer insomnes, en estado de alerta duradero. Quieren arrancarnos nuestras aulas, infectándolas con su sucio dinero. Debemos permanecer agudos, en estado de alerta persistente. Si quieren un rebaño de corderos mudos, seremos el grito más potente.

Somos implacable evolución, morada de un infinito inabarcable, incesante estado de actualización, reacción ante la duda inagotable. Somos huella colorida de su lienzo. Somos cultura de la emoción. Somos la cosecha de su esfuerzo. El refuerzo que ilumina su lección.