8 apellidos falsos

Es martes y…

«Si no estamos prevenidos ante los medios de comunicación, nos harán amar al opresor y odiar al oprimido».

Son expertos creadores de tendencia, precisos artilleros del lenguaje y su más macabro destino. Moldean cada frase que entra por nuestros oídos con la sutileza del esgrimista y la vileza del espía. Las adornan con guirnaldas de levedad para enmascarar asuntos graves, mientras cubren con un manto de tormenta pequeños retorcijones. Dotan a cada palabra de un apellido que falsea su esencia y enmaraña nuestro horizonte.

Ni es condicional, ni entiende de condenas. La libertad es solo una, sin barrotes ni cadenas. Ni brota de sus votos, ni surge de sus lenguas. La justicia es solo una, sin raíles y sin tregua.

Ni se esconde en el murmullo, ni grita desesperado. El silencio es solo uno, tan gigante, tan callado. Ni brilla por su ausencia, ni sigue en busca y captura. La soledad es solo una, tan presente pero tan muda.

Ni puede ser preventiva, ni jugar en nombre de la paz. La guerra es solo una, semilla rasgada de un mundo incapaz. Ni está en venta sin espinas, ni es el fruto del azar. El amor es solo uno, sin anclajes en versos por recitar.

Ni es la reina de la fiesta, ni acorrala por placer. La muerte es solo una, a la espera de volver, volver, volver. Ni hecha para balas, ni alambradas de vergüenza. La vida es solo una, balada que en cada amanecer comienza.

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