Tertulias en soledad

Es martes y…

Venga va, Javier, ¿sobre qué puedes escribir hoy? Será por temas, anda que no te lo ponen fácil. Tampoco hace falta romperse mucho la cabeza.

Puedes hablar del amor y sus vahídos, sus destellos y latidos, y sus flores de azahar. Pero es un tema muy manido, y es que el viejo de cupido ya no quiere trabajar. Además de que, en sigilo, mi corazón se ha dormido y no es hora de despertar.

Pues, entonces, puedes hablar de nuestro pueblo, de cómo está alzando el vuelo con su nuevo Parlamento. Del cambio, del viejo sueño, de sentir cómo ese anhelo se ha colado en nuestro cuento. Pero es un tema con remiendos, que, dios no lo quiera, pueden rasgarse en cualquier momento.

Bueno, por ejemplo, puedes hablar de la música y su devenir, de escuchar y de sentir, de su tiempo inabarcable. Del silencio, del huir, del sonido, que en abril, moja, de notas, la calle. Pero es un tema sin raíl, sin guía que me susurre la palabra más amable.

Ya sé, puedes hablar de números redondos, de las formas y del fondo, de versos abuhardillados. Del bucólico trasfondo que implica su lealtad de cien martes a tu lado. Pero es un tema residual, bastante tienen con ser la luz de un flexo descoordinado.

Javier, tendrás que centrarte en uno, antes de que salga humo y vea como tu imaginario arde. Es igual, Javier, no te preocupes, déjalo para otro día que hoy se te ha hecho demasiado tarde.

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