En mi anterior artículo “Porque no estuve en el Gure esku dago” intentaba hacer una reflexión sobre los motivos que me llevaron a no acudir a la cadena convocada por el derecho a decidir, algo que me resultó especialmente difícil y más teniendo en cuenta que soy un firme defensor de tal derecho.
Entre las críticas que ha recibido mi planteamiento, algunas tengo que reconocerlo de compañeros de militancia política, ha habido una que ha llamado poderosamente mi atención por venir de quien viene; miembros de la propia Plataforma GED, y por su contenido; acusándome de no haber entendido el sentido de Gure esku dago aludiendo a su carácter apartidista y remarcando la apertura de la iniciativa a cualquier proyecto de país.
Dejando al margen la honestidad de los impulsores de GED, que doy por supuesta, creo que es necesario remarcar un punto clave que la plataforma ha pasado por alto y es que cuando se reivindica un derecho es absolutamente imprescindible determinar quién es el sujeto de tal derecho y cual su objeto, y siento darle la razón en esto a Patxi López pero es que la tiene. Yo puedo reivindicar mi derecho a vivir en mi casa pero tal derecho tiene un sujeto; yo mismo, y un objeto; mi casa, y en absoluto es extensible a mi vecino de abajo por muy buenas relaciones que tenga con él.