Porque no estuve en el Gure esku dago

GureEskuAyer el nacionalismo vasco escenificó, con bastante éxito por cierto, su apoyo al derecho a decidir, o, al menos, eso es lo que quieren hacernos creer sus organizadores. Yo que me declaro abiertamente nacionalista vasco no estuve en el Gure esku dago, y no estuve porque entiendo que lo que se escenifico ayer no fue un apoyo masivo al “derecho a decidir” sino un apoyo masivo a la idea de una parte de la sociedad vasca de construcción nacional que no es la mía.

Hoy, ya bien entrado el S.XXI la sociedad vasca es principal y mayoritariamente una sociedad mestiza, tanto en lo étnico, como en lo político o lo cultural pero sobre todo en lo identitario y por ello las soluciones al llamado conflicto vasco solo pueden pasar por aceptar ese mestizaje y aplicarlo. La mal llamada unidad abertzale no es más que un eufemismo para camuflar un proyecto nacional desde la confrontación de identidades y la imposición de una soberanía sobre la otra de las dos, como mínimo, que componen la geografía política vasca, y eso solo lleva, una vez más, a la exclusión de la mitad de los vascos y a la prolongación del conflicto.

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¡ES LA ECONOMÍA, IMBECIL!

Y de esta forma breve, concisa y no falta de ironía, puso la piedra en que cimentar su triunfo electoral Bill Clintón ante un estupefacto George Bush padre que aún a día de hoy sigue sin entender nada.

Como parece que no hemos entendido nada los nacionalistas vascos que vivimos estos años ya de crisis, la mejor oportunidad que hemos tenido en siglos para avanzar en el camino de nuestra construcción nacional, entretenidos en anécdotas soberanistas, estatutos a cuatro, el conflicto, los presos y no se cuantas zarandajas más perfectamente asumibles por España, mientras desde Madrid se orquesta una campaña recentralizadora, arramplando incluso con su propia sacrosanta Constitución, que amenaza seriamente el único vestigio realmente nacional que nos queda; el Concierto y el Convenio, ante la sordera de los que creemos en este país y el regocijo de quienes aspiran a un “sano regionalismo”.

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