Cocidito madrileño

zurrukutunaTengo que reconocer que yo soy uno de los primeros sorprendidos por el “sorpasso” que augura el Navarrometro. Se esperaba a Podemos y se le esperaba con fuerza pero no con unos resultados que bordean la ciencia ficción; 19 escaños (38%). Pero si esto es reseñable no lo es menos el hundimiento colectivo de todas las fuerzas que han apoyado el régimen que ha gobernado ininterrumpidamente Navarra desde la transición; UPN, PP y PSN que pasan de los 32 escaños que tienen en la actualidad (64%) a unos paupérrimos 14 escaños (28%) que en ningún caso les permitirían ni de lejos la posibilidad de seguir comandando las instituciones navarras. Si a esto sumamos el mantenimiento del voto en el sector abertzale EH Bildu pasa de 13 escaños a 11 y Geroa Bai de 2 a 4 manteniéndose la representación en un porcentaje aproximado al 30% y el porcentaje de abstención, en torno al 35%, la pregunta es inmediata…

¿De donde salen los votos de Podemos?

Y la respuesta no deja de ser inmediata también… Del electorado de UPN, PP y PSN pues son casi miméticos los 18 escaños que pierde el bloque “amejorador” con los 18 que gana Podemos, más uno de IE.

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Demasiadas incertidumbres

podemos y transparenciaDespués de treinta y cinco años de gobierno de los muñidores del Amejoramiento en forma de falso bipartidismo parecía que la hora del régimen que ha gobernado Navarra desde la Transición tocaba a su fin. La desastrosa gestión de Yolanda Barcina y el aislamiento social de UPN, a lo que habría que añadir la ruina absoluta de la otra pata del nacionalismo español en Navarra, el PP, parecían llevar irremediablemente a un cambio profundo en las instituciones navarras.

Ni los últimos movimientos para salvar el régimen, protagonizados por los de siempre; UPN y PSN con el visto bueno del PP, parecían tener otro desenlace previsible que el más absoluto fracaso. En este sentido la victoria de UPN en las primarias del PSN, protagonizada por la Senadora Chivite o la más reciente victoria del PSN en las de UPN con la cabeza de Barcina como trofeo, no parecían suficientes para evitar la sensación generalizada de cambio.

Ninguno de los sondeos electorales, ni el propio clima político de la calle, vaticinaba que la unión de los tres partidos alcanzase la mayoría absoluta, hasta hora inaccesible para el resto de fuerzas políticas de Navarra, por lo que se abrían un sinfín de posibilidades de alternativa de gobierno y de cambio institucional, siempre protagonizado este por las tres fuerzas emergentes Geroa Bai, EH Bildu e IE; la colaboración de las tres, de dos de ellas con apoyo externo de la tercera o cualquier combinación que pudiese incluir a un PSN, dentro o fuera, situado en la tesitura de participar en el cambio o desaparecer.

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Medidas desesperadas

Alli“La decisión de cambiar las caras y volver al pacto UPN-PSN ya esta tomada, y no en Pamplona”.

Juan Cruz Alli Aranguren. Ex presidente del Gobierno de Navarra.

Allá por el mes de Junio de este año el siempre sorprendente ex presidente navarro, Juan Cruz Alli, nos dejaba para la Hemeroteca la “perla” que encabeza este artículo aunque la verdad es que esta vez la cosa paso sin pena ni gloria en medio del áspero rifi-rafe entre socialistas y regionalistas que ha presidido la peor legislatura de la reciente historia de Navarra, desde que la, todavía y cada día menos todavía, presidenta del Gobierno de Navarra decidió expulsar al Vicepresidente Jiménez en un calentón que dio al traste con la estrategia del quesito que ha gobernado Navarra desde la transición.

No soy yo muy aficionado a minusvalorar las opiniones del ex presidente, que de forma continuada ha dado muestras de una agilidad mental y política dignas de un mejor final que el que tuvo, pero tengo que reconocer que esta vez la cosa me sonó a “conspiranoica” y poco ajustada a la realidad Navarra de hace cuatro meses. Error que no volveré a cometer.

Ayer la, todavía y cada día menos todavía, presidenta del Gobierno de Navarra “sorprendía” a los suyos, y a los que no lo somos, con la renuncia a seguir encabezando UPN de cara a los próximos comicios de 2015, en un gesto que no le cuadra a nadie que haya seguido su carrera política con un mínimo interés. Carrera basada en un estilo personalista y autoritario de ejercer en política y con una marcada tendencia a poner su propia persona por encima de cualquier otra consideración. Y más teniendo en cuenta que hace escasos dos meses había anunciado su intención de seguir castigando a los navarros con su nefasta gestión. Sigue leyendo Medidas desesperadas

39 años después…

39Treinta y nueve años duró el régimen fascista resultado de la asonada militar de 1936 y la posterior guerra civil, treinta y nueve años que cambiaron la historia y constituyeron uno de los periodos más negros en la historia de España. La supresión de libertades, el aislamiento internacional, la corrupción, el nacionalismo uniformizador español en su versión más casposa, la represión… fueron moneda de uso común del régimen y el día a día de los ciudadanos al sur del Pirineo.

En aquellos años la oposición al régimen estuvo protagonizada por dos movimientos políticos diferenciados en su origen y en sus fines, uno centrípeta que intentaba sustituir la estructura del estado sin poner en duda el proyecto nacional y otro centrifugo que trataba de terminar con el proyecto nacional que había dado lugar al régimen fascista y a unos cuantos parecidos precedentes; el comunismo y los nacionalismos periféricos.

A la muerte del Dictador, y contrariamente a lo que podía presumirse, la solución no fue un triunfo de ninguno de estos sino una reconversión, más o menos, tranquila del estado a una democracia formal manteniendo apenas maquilladas unas cuantas estructuras del régimen anterior y, lo que es peor, unos cuantos de sus protagonistas situados en casi todos los estamentos de poder. Intereses internacionales, el ruido de sables, la traumática experiencia del 36 y, sobre todo, el conformismo de una sociedad “domesticada” por un período tan largo de ausencia de libertad propició la existencia de una transición ordenada que dejo unos cuantos problemas sin resolver o resueltos a medias.

Otros, curiosamente, treinta y nueve años después el régimen resultante de aquel proceso condicionado está a punto de saltar por los aires precisamente lastrado por esos temas que no se atrevió o no pudo resolver el totem sagrado de aquella transición; la Constitución Española de 1978; el estado del bienestar, las libertades públicas y la estructura territorial del estado.

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La tecno política; De las sedes a las redes.

tecnopoliticaEs casi imposible, en el día que se hacen públicos los resultados del último sondeo del CIS y en el que el seísmo político que hace temblar el suelo bajo los pies del régimen se nota cada vez con más fuerza, hablar de tecno política y no hablar de Podemos, protagonista casi absoluto del revolcón electoral, pero lo voy a intentar, dado que Podemos es, en parte, tecno política pero a su vez es mucho más que tecno política.

Tradicionalmente la potencia electoral de un partido político y su estabilidad en el tiempo estaba ligada a su militancia, o mejor al número de sus militantes. Un solo militante comprometido era capaz por si mismo de multiplicar su voto en sus círculos de influencia; familia, amigos, trabajo… y establecer un ámbito de influencia favorable a las siglas en que milita y, hasta hoy, el medio natural en que se desenvolvía la militancia eran las sedes de los partidos políticos. Un ejemplo paradigmático de esto puede verse en la hegemonía electoral de algunos partidos como EAJ-PNV en la Comunidad Autónoma Vasca, basada en una vasta red de batzokis donde se socializaba la ideología del partido y su posterior expansión a los círculos de influencia de sus militantes.

En este estado de cosas y con ese esquema de comunicación de arriba abajo lo normal es que acabase dirigiendo el grupo político quien más horas pasaba en la sede, normalmente los profesionales de la cosa; los liberados, con el indeseable efecto colateral de ligar la política del grupo al modo de vida de sus dirigentes y como consecuencia de ello la perpetuación en el poder de un grupo de personas cerrado y, las más de las veces, ajeno a los cambios en la sociedad y en el mismo grupo.

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