El resultado electoral de los comicios del pasado domingo 20 de noviembre no deja lugar a dudas: los españoles han optado claramente por un giro político hacia la derecha para tratar de poner remedios a la difícil situación económica por la que atraviesa el país. Se lleva a cabo la alternancia más que la alternativa, pues, el Partido Popular solo ha tenido que esperar sentado esperando a ver el cadáver de su adversario, el Partido Socialista, lastrado por los errores cometidos por su gobierno en la gestión económica de la crisis. Mariano Rajoy alcanzará el cargo de presidente a la tercera, tras dos derrotas a manos de Rodríguez Zapatero, aunque ambas por mayoría minoritaria. Su principal virtud en estos ocho años de travesía del desierto ha consistido en el aguante, en saber guardar el complejo equilibrio obre todo cuando en el interior del partido han cuestionado una y otra vez su valía y capacidad para liderar el país. Poco a poco ha sabido reconvertir la dirección política del PP, liberándose de la vieja guardia de Aznar para incorporar a gente de su confianza. Llega pues a La Moncloa – en palabras suyas – “sin hipotecas, sin deber nada a nadie” y, por tanto, con casi total grado de libertad para aplicar las medidas que estime convenientes para sacarnos de la crisis. Y llega además, avalado por una mayoría absoluta de 186 escaños que le permiten gobernar como quiera.
Con esta victoria el PP culmina la extensión de un mapa de poder casi total, pues, además del gobierno central gobierna en 14 de las 17 Comunidades Autónomas – todas salvo País Vasco, Cataluña y Andalucía – y en 33 de las 50 capitales de provincia fruto de su rotunda victoria en las elecciones autonómicas y municipales del pasado mes de mayo. Nunca en la reciente historia de la democracia española un partido había acumulado tanto poder y tantos cargos electos. Es más, el resultado del domingo alcanzado por Mariano Rajoy es el mejor alcanzado por líderes de su partido, por encima de las dos victorias de José María Aznar. Políticamente el PP ha recibido en medio año el mayor crédito que jamás han concedido los españoles a una opción política. Es obvio que si lo vemos a la inversa, el PSOE ha quedado fuera de las principales instituciones del país, es oposición muy mermada en todas las instancias políticas y se enfrenta a una profunda crisis interna que debería tratar de empezar a remediar en el ya anunciado congreso ordinario del partido que se celebrará en febrero de 2012. Cambio total de ciclo debido casi exclusivamente por el severo juicio que los ciudadanos han hecho de la gestión de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. La mayoría de los presidentes autonómicos y alcaldes socialistas perdieron las elecciones en mayo por la pesada herencia que les transmitía su líder desde la presidencia del gobierno. Y ahora, un candidato que era parte del naufragio, Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro y vicepresidente durante todos estos años con Zapatero, ha perdido como auguraban todos los sondeos con el peor resultado de un socialista aspirante a la presidencia del gobierno.
Este vuelco electoral se ha debido sencillamente a dos fenómenos: un alto porcentaje de votantes socialistas se han quedado en casa mientras que el PP ha sido capaz de movilizar a todo su electorado más fiel y, por otro lado, una parte de los votantes de centro que basculan entre las dos opciones mayoritarias, se han pasado del PSOE al PP. Zapatero y la incapacidad del Partido Socialista de tener vida propia más allá de la deficiente gestión de su secretario general y presidente del Ejecutivo, son los responsables de esta derrota sin paliativos de los socialistas. Se cumple la triste tradición de las última legislaturas de que el que sale victorioso de las urnas lo hace más por los errores del contrario que por los aciertos propios, ya que salvo contadas medidas tímidamente esbozadas, desconocemos el programa real de gobierno de los populares. Aunque de lo único que tienen pocas dudas los españoles es de que se enfrentan a una serie de medidas muy duras, de recortes presupuestarios que afectarán a las prestaciones sociales de las que aún gozan y al bolsillo por la incorporación de figuras impositivas que incrementen los ingresos del Estado y con ello contribuyan a la reducción del déficit público. El nuevo gobierno que previsiblemente tomará posesión en los días inmediatamente anteriores a la Navidad, a buen seguro aprobará el su primera reunión un paquete de medidas económicas en la línea de austeridad reseñada. Aprovechará la paz familiar navideña para dar una segunda vuelta de tuerca – la primera se la dejó hecha Zapatero con la congelación de las pensiones y del sueldo de los funcionarios – a las en muchos casos exhaustas economías domésticas.
Entre el PP y el PSOE se han repartido 295 escaños – de los 186 obtenidos por los populares uno corresponde a Unión del Pueblo Navarro que se integrará en el Grupo Mixto – de los 350 que componen el Congreso de Diputados. Los 54 restantes diputados se pueden englobar en tres tipologías. Por una lado, los de las formaciones nacionalistas, por otro las formaciones que optan por ser bisagras estatales del sistema político y, finalmente, las opciones minoritarias de implantación más local. Los nacionalistas – me refiero evidentemente a los no nacionalistas españoles – han incrementado sustancialmente su presencia en la cámara. El tercer grupo más nutrido del Congreso lo constituirá Convergencia i Unió, la formación nacionalista catalana que ha obtenido un espléndido resultado pasando de 11 a 16 diputados y eso pese que gobierna la Generalitat de Catalunya y su presidente Artur Mas está aplicando un drático ajuste presupuestario con medidas que podían pensarse serían muy impopulares. Irrumpen en la Cámara Baja los representantes de la Izquierda Abertzale vasca, bajo las siglas de Amaiur con 7 diputados, claramente favorecidos por el cese de la violencia de la organización terrorista ETA. El PNV, partido nacionalista vasco, con 5 diputados, sin embargo, ha sido de largo el más votado en Euskadi aunque por el reparto de circunscripciones electorales haya cosechado menos escaños. En cualquier caso, serán 13 los diputados nacionalistas vascos, pues a PNV y Amaiur se une el escaño de Geroa Bai, la nueva marca de Nafarroa Bai, que repite escaño desde sus posiciones vasquistas y abertzales navarras. Junto a ellos los tradicionales escaños del Bloque Nacionalista Gallego (2), de Coalición Canaria (2) y de Esquerra Republicana de Catalunya (3) completan un total de 46 diputados que reivindican con fórmulas más o menos moderadas o radicales, la soberanía e independencia de sus pueblos.
La segunda categoría de opositores a la mayoría popular la componen dos opciones que pugnan por convertirse en un futuro en bisagras del bipartidismo imperante PP-PSOE. Tratan pues de relevar a los grupos nacionalistas de ese papel que siempre les ha correspondido a ellos. Y por vez primera los números empiezan a serles favorables aunque aún muy alejados de dicha posibilidad – según sus quejas porque la ley electoral les perjudica frente a las opciones territoriales -. Por un lado Izquierda Unida, coalición liderada por el Partido Comunista con 11 escaños y por otro UPyD desde el radicalismo españolista con 5 se han abierto un hueco, al menos mediático, en el panorama político español. Aunque difícilmente en esta legislatura de mayoría clara popular tendrá relevancia su acción política, han puesto la pica en Flandes para avanzar hacia sus objetivos de ruptura del modelo de los dos grandes partidos. Su voz se escuchará mucho más que anteriormente, es muy probable que sean la oposición más dura del Partido Popular y tratarán con ello de rentabilizar la posición de cara a las próximas elecciones generales. Por último, completan los bancos del palacio de la Carrera de San Jerónimo, los partidos minoritarios locales, Foro Asturias de Francisco Álvarez Cascos, el exvicepresidente del Gobierno de José María Aznar, una excisión local del PP que ha logrado arrebatarle un escaño en el Principado asturiano, UPN que realmente obtiene el diputado bajo las siglas del PP y Compromís-Equo la coalición de la opción valenciana con el partido ecologista.
Se inicia la X Legislatura de la moderna democracia española, marcada por la crisis, con 5 millones de parados, la prima de riesgo de la deuda disparada y el crecimiento del PIB prácticamente estancado. La tarea del gobierno se antoja a la medida de los héroes de tragedia griega. Con la presión de los mercados pegado a su nuca y las prisas de la canciller Merkel – la líder total de una europa alemanizada – acuciando la toma de medidas de austeridad, Rajoy se enfrenta a una situación que puede hacer estallar la calle a modo de protestas y huelgas. Tiene todo el poder político pero eso no le garantiza casi nada, debe convencer a los mercados, calmar a Merkel y evitar que ardan las barricadas. Para un político cuyo deporte favorito es el ciclismo, supongo que se sentirá como si se lanzará cuesta abajo y sin frenos.