Son ya varios los artículos que he dedicado en este blog a la nueva política, y a como las nuevas formas de comunicación estaban cambiando el tablero de juego y las relaciones entre partidos, militantes y electores.
Desde estas mismas páginas he sostenido unas cuantas veces que el empoderamiento ciudadano iba a cambiar radicalmente las estructuras políticas y que los partidos deberían reinventarse no solo a nivel comunicativo sino, también, organizativo si querían sobrevivir en una sociedad intercomunicada y en red.
También he escrito alguna vez que otros ámbitos de la sociedad ya se estaban adaptando a los nuevos usos sociales, en especial la economía mucho más ágil a la hora de cambiar sus estructuras de negocio para adecuarlas a las nuevas necesidades y opciones del cliente, objetivo final de toda actividad económica.
Es evidente que la actividad política se diferencia, o se debiera diferenciar, de la actividad económica en que una se rige por el principio de las ideas y la otra por el beneficio y que por tanto, y aunque la estructura comunicativa y el terreno de juego social en que se mueven ambas es común, las respuestas deben ser diferenciadas, adecuadas a los principios que las rigen.
Es por eso que resulta aún más sorprendente que el movimiento político que hasta ahora ha entendido mejor el cambio del paradigma de la comunicación, y además desde un planteamiento ideológico, que podemos compartir o no, absolutamente coherente y firme haya perdido de vista el objeto de la actividad política y que la toma del poder no es el fin en si mismo de una organización política sino el medio para desarrollar sus planteamientos ideológicos en la sociedad. Han confundido la estrategia con la táctica… Sigue leyendo El partido franquicia