Uno va al cine con miedo cuando de una película española se trata. Si encima la película está producida por Telecinco, que despliega sin pudor una campaña mediática rayana el avasallamiento, ya vas con pies de plomo. La parte monetaria ya la han conseguido, pues se ha convertido en el mejor estreno de cine español de 2019, con sus más de 300.000 espectadores.

Aun así, lo mejor es informarse antes de entrar, con información objetiva. Veamos, su director es Álvaro Fernández Armero, que viene de hacer Vergüenza, la serie con Javier Gutiérrez y la siempre maravillosa Malena Alterio. Esta serie me gustó, aunque se pasa de frenada en lo de dar vergüenza ajena y tiene escenas que superan con creces lo permisible. Aún así es una buena serie que está limitada por su propia idea de partida, pero te lo pasas bien. Punto a favor, a pesar de haber dirigido bastantes episodios de series cañí como Allí abajo, doctor Mateo…
Leo con estupor que estamos ante otro remake, y ya van…. De una película francesa de 2002, en la que, y ahí entramos en la trama, un pringado gana 10 millones de euros y debe ocultarlo a todos porque está en pleno divorcio y no quiere darle la mitad a su mujer.
En la versión española, más moderna, el pringado se lleva 25 millones y está interpretado por Alex García, actor al que no conozco mucho, pero se le ve solvente, no sobreactuado, y con eso ya me tiene ganado. Si además el chico tiene un punto de gracia interesante, la peli gana otro entero. La futura ex mujer es ni más ni menos que Alexandra Giménez, que viene de firmar uno de los ridículos del año 2018, Superlópez. No me gusta como actriz, está muy limitada, y este caso no es una excepción.

Por supuesto necesitamos la contrapartida graciosa, esos amigos cachondos de poco cerebro a los que también tiene que engañar y hacerles ver que sigue igual de pelado que siempre. Uno de ellos es una de las sorpresas de la peli, Franky Martin, actor de largo recorrido, con buena preparación académica actoral y curtido en el teatro. Pasa de ser el amigo gracioso a robaescenas de la película con sus momentazos de apóstol de la belleza (tendréis que verlo).
El otro secundario cómico está interpretado por Jordi Sánchez, el sempiterno pescatero en La que se avecina que aquí hace un papel muy moderado y bien simpático lejos de sus histrionismos habituales.
No estamos ante la peli del año, pero es una muy buena película para pasar un rato divertido, olvidarte de problemas y disfrutar, que al fin y al cabo es a lo que va uno al cine.
Ya hemos visto la última de Star Wars, pero la estamos digiriendo mientras no dejan de aparecer feroces críticas que la dejan por lo suelos. No es para tanto, ya os lo contaremos.














Además, tenemos dos actrices que le dan un toque especial. Por un lado, mi muy querida Chloë Sevigny, que la vi hace poco en 
Razones no le faltan. Principalmente su rigor. La historia viene dada, todos sabemos lo que sucedió aquella fatídica noche del 26 de abril de 1986, cuando el reactor número cuatro de la central Vladímir Ilich Lenin de Chernobyl, que por aquel entonces pertenecía a la República Socialista Soviética de Ucrania, explota y causa uno de los mayores desastres medioambientales de la historia. Ardió durante 10 días y contaminó más de 142.000 kilómetros cuadrados, desde Ucrania hasta la ciudad rusa de Briansk, pero podría haber sido mucho peor de no ser por los héroes anónimos que sacrificaron sus vidas para evitar un daño mayor.
Nadie se podía creer que el núcleo podía explotar y desde un primer momento trataron el incidente como cualquier otro incendio, y las consecuencias de las decisiones que se tomaron antes y después del incidente, son las que se analizan en la serie.
El personaje principal es el científico Valeri Legasov, el único que se atreve a decirle al Kremlin las cosas como son, incluso con Gorbachov delante. El único que empezó a alertar del peligro de la radiación, aunque nadie le creyera básicamente porque los aparatos que tenían para calcular la radiación llegaban a su máximo y pensaban que estaban defectuosos. Nunca se había medido tal cantidad de radiación.
Y los que peor lo pasaron fueron los primeros que atendieron el incidente, los bomberos que ese enfrentaron sin protección ninguna al fuego inicial y que sus ropas abandonadas en un hospital de la zona de exclusión en Pripiat aun hoy siguen radioactivas.
Y llegamos al quinto episodio de la temporada, donde asistimos a la explicación de lo imposible, de la explosión de lo que nunca debería haber explotado, y por qué lo hizo. En el último programa de esta temporada de 




