El asesino de los caprichos

Aprovechando que llovía, volvimos a la matinal de cine a ver esta película española dirigida por Gerardo Herrero, el mismo director que Malena es un nombre de tango y Territorio Comanche y ganador de muchos Goyas. Qué puede salir mal?

En realidad, todo.

La cosa prometía al principio. Tenemos a Maribel Verdú, actriz que no tiene que demostrar nada y que lo ha hecho todo, pero aquí la vemos fuera de ella. Un personaje estereotipado al máximo, esa inspectora rebelde, mal hablada, violenta incluso, que la actriz no ha sabido hacer propio y ha quedado insulso. Tiene algún punto interesante, como que le guste espiar con prismáticos a los vecinos y que piensa que ella también puede ser espiada. Todo lo demás es más de lo mismo, y no culpo a la Verdú, que pienso que bastante ha hecho, sino al guionista, al director, a quien tiene a esta joya de mujer, de actriz con todas las letras y no es capaz de sacar lo mejor de ella. Shame on you!!!

Su contraparte es Aura Garrido, otra actriz ya muy habitual en las series patrias, que como no veo, sé que la conozco, pero nunca la he visto actuar más de media hora. Y mejor, oye. En este caso hace de madre entregada subinspectora de policía, que también sabe pasarlo bien, al contrario que su compañera. Por cierto, la relación de estas dos es de lo peor de la película. Que sí, que ya sabemos que no te mola tener compañeras, que eres una inspectora super dura pero cansa la eterna tensión entre ellas. Por cierto, el marido de la subinspectora es posiblemente el personaje peor definido que he visto en años. Podría haber aportado algo, iba de experto, pero otro totalmente desaprovechado.

El argumento no está mal. Un asesino comete sus crímenes imitando las escenas de los Caprichos de Goya. Parece ser que son personas de alto poder adquisitivo y todo el mundo está muy, pero que muy preocupado. Mira que hubiera dado juego ese supuesto libertador de la cultura popular, azote de los ricos, pero es que nada en la película está profundizado, ni siquiera mínimamente trabajado.

Filtraciones policiales que vienen bien al guion, cambios de escena sin sentido. En un segundo tenemos a las dos policías en la comisaría, al segundo siguiente en casa de la que es madre, y nadie nos ha dicho por qué han ido de un sitio a otro ni tiene justificación alguna ese cambio de escenario. Y así todo.

Aura Garrido y Maribel Verdú

Pero bueno, digamos que, si eres un fan de Verdú o de Aura Garrido, igual hasta te gusta. Esto es una opinión muy personal, pero considero que ir al cine para ver un capítulo de una serie alargado, y encima procedimental!!!, mejor invierto mi tiempo en observar las margaritas crecer.

Voy a tener que escribir en breve de otra cosa, para cambiar de aires, y quería hacerlo de Joker, pero es que tampoco me ha gustado, y decir eso hoy en día es casi sacrilegio. Igual soy yo y me lo tengo que hacer mirar 😊

Mientras dure la guerra

No soy de Amenábar. Pienso que sus ínfulas de grandísimo director, por un lado bien merecidas tras la obra maestra que es Tesis (1997), le perjudicaron gravemente en su periplo americano, siendo Ágora (2009) el máximo representante de su caída a los infiernos. Aún así, y ocurriendo lo mismo que con Shyamalan (que me gusta, pero nunca le perdonaré AirBender), con una carrera como director repleta de altibajos, siempre me produce interés una película nueva de este director, guionista y compositor chileno-español ganador del Óscar a la mejor película por Mar Adentro (2004). Acudí a la sesión matinal de los Golem (que dure, que dure esta iniciativa) y no puedo más que rendirme ante la que considero una de las películas españolas del año, muy por encima de otras (Quien a hierro mata, Padre no hay más que uno), y a años luz de basuras horrendas como Los Japón, considerada posiblemente la peor película nacional de la década. «Mientras dure la guerra» se centra en un momento histórico menos conocido de la guerra civil, y es precisamente su comienzo, en verano de 1936, cuando se produce el golpe de estado contra el gobierno de la Segunda República. En esa época, el rector vitalicio de la universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, decide hacer una donación de 5.000 pesetas para el levantamiento, algo que le perseguirá durante mucho tiempo y que marca el eje del carácter de este prestigioso escritor. Asistimos a su destitución por parte del gobierno republicano y a su restitución poco tiempo después por una agradecida Junta de Defensa Nacional encabezada por el general Cabanillas, encantados de que tan prestigioso personaje les apoye. No voy a entrar en nada, odio la política, me limito a contar los hechos y podríamos estar describiendo aquí todo lo acaecido y que ya está muy bien narrado en la película y en los libros de historia. Prefiero centrarme en la amistad que tiene Unamuno con un cura protestante y con un joven de izquierdas con los que toma habitualmente café y que ingenuamente piensa que no les va a pasar nada. Sus poco fructuosos intentos resultan de lo más humillante ante unos poderes políticos centrados en otra cosa. Esos hechos son los que le llevan a cambiar el modo de pensar y terminan con la famosa frase que sirve de subtítulo de este texto y que pasará a la historia por cómo fue dicha y ante quién fue dicha.
Unamuno está interpretado por Karra Elejalde que está fenomenal, no hay duda, pero si nos ponemos críticos, Karra hace de Karra, interprete el papel que interprete y ojo, igual le pasa a Eduard Fernández, que hace de José Millán-Astray. Esto lo digo con la boca pequeña porque posiblemente sean los premios Goya a actor principal y secundario, pero tenía que decirlo.
La película es emocionante, se permite alguna licencia y todo se va encauzando a la escena principal, mientras por el camino entendemos el título de la película. Yo recomiendo verla, y es válida para todas las edades. Os recuerdo que Grupo Salvaje ha vuelto, una nueva temporada más y podéis escucharnos en directo todos los martes a partir de las 18:00 en Internet si estáis fuera de Pamplona y en la 107.0