Tengo que confesar que he vivido varias fases con esta serie. Inicialmente me gustó, fue un comienzo de serie bastante bueno y la participación de Matthew Rhys (inolvidable en The Americans) hacía presagiar lo mejor. Se le sumaban otros actores de peso, como John Lithgow, un actor que me gustaba mucho en comedia con Cosas de marcianos y me gustó aún más, como el psicópata Trinity en Dexter (oh, Dexter, qué grande fuiste). Para terminar con el elenco, también aparece la versátil Tatiana Maslany, la actriz de Orphan Black.
Indignados ríos de tinta se han escrito sobre las diferencias entre esta serie y la original, con sus 271 episodios entre 1957 y 1966 y donde ya tenemos a un Perry Mason asentado en su profesión y ganando todos y cada uno de los juicios en los que trabaja. Pero no, en esta serie se abre una ventana al personaje antes de ser lo que luego fue, y por eso se permite ciertas licencias, que no a todo el mundo gusta.
Para empezar, esta miniserie son 8 episodios no procedimentales. Tenemos un único caso que se va tratando a lo largo de la serie. El planteamiento es diferente de una serie que era procedimental por excelencia y con una mecánica muy fijada. Esto nos permite conocer mejor a los personajes, centrarnos en la historia que nos están contando.
Y aquí fue cuando me bajé de la serie.
La historia es sencilla. El hijo de un matrimonio es secuestrado y se les pide un rescate monetario que ellos acceden a pagar pero el niño aparece no sólo muerto, sino con signos inequívocos de violencia. Desde el principio te dicen lo que ha pasado, no se oculta para que pueda ser destapado en plan sorpresa en los últimos 5 minutos y eso fue lo que me confundió. Si ya sabemos qué ha pasado, no me genera ya ningún interés la serie, para qué seguir viéndola.
A esto se le sumaba la notoria pretenciosidad de la serie con líneas argumentales, como la de la predicadora, que parece que sólo están para molestar.
Así estábamos cuando llegó el episodio 5
Y me volví a subir a la serie
Este episodio ya nos dice de qué va la serie, y que sepamos quién es el malo es lo de menos, porque estamos asistiendo al nacimiento de la leyenda, estamos viendo cómo un detective privado acaba siendo el abogado que todos conocemos. Lo que nos han contado es la introducción y a partir de este episodio sabemos que lo importante es el juicio. Vamos a por ellos, Perry, vamos a ganarles en el juicio.
La serie entonces se hace grande, el señor Rhys brilla cada vez que aparece en pantalla, a pesar del tono oscuro, melancólico, que es una constante en la serie. Ya estás totalmente enganchado y la serie termina contigo entusiasmado, dando gracias a todos los que te dijeron que aguantaras, que la serie merecía la pena.
Eso es lo que pretendo con este artículo. Si tienes HBO, tienes que ver Perry Mason, y aguanta unos cuantos episodios, de verdad que merece la pena. Encima, ha sido renovada para una segunda temporada.
Gracias por leerme!