http://www.youtube.com/watch?v=yhnbXlHGocs
Hablar de Paul Newman es hablar de cine en estado estado puro, la rebeldía del control de una cámara que adoptó su método, con ese halo de frescura y nostalgia mezcla de la realidad que respiramos, su belleza interpretativa está por encima de su físico. Ese dominio de la cámara es natural y hace de su trabajo algo cotidiano, actor sentimental y a la vez duro, irónico y divertido, perdedor triunfante que siempre sale airoso, es genio, es leyenda.
«Lo que ocurre es que algunos no quieren comprender».
Paul Newman, siempre en mi corazón; el más grande. Tu ayer en mi presente, tu presente en nuestro futuro. Para siempre entre nosotros.
Fue un cine para niños y mayores. Su talento y frescura provocó en su día toda una revolución en el mundo del cine, algo que el tiempo se está ocupando de colocar en su sitio, dos leyendas vivas de un tipo de hacer cine único y genuino. Renovadores absolutos de la comedia en un momento, los años 70, en que el género parecía anquilosado. Son los artífices de la RENOVACIÓN DE LA COMEDIA.
Bud Spencer es el pseudónimo de Carlo Pedersoli. Nació en Nápoles en 1929 y, como todo gran actor que se precie, aterrizó en el cine sin querer. Porque Carlo tiene estudios de Químicas en la Universidad de Roma y es licenciado en Derecho, amén de realizar viajes a Estados Unidos y Sudamérica en los que amplía sus inquietudes culturales. Además, fue en su juventud un gran nadador. Consiguió ser durante diez años campeón de Italia en los 100 metros libres y representó a su país en los Juegos Olímpicos de Helsinki (1952) y Melbourne (1956) en natación y waterpolo. Una personalidad de este talento (se nos olvidaba decir que habla seis idiomas) no podía pasar desapercibida en el mundo del cine. Tras hacer algunos cameos poco serios en los que Carlo se fijaba detalladamente en los matices interpretativos de los actores del celuloide, en 1967, Giuseppe Colizzi le ofreció protagonizar su película «Tú perdonas… yo no». Desde que Griffith descubriera a Lillian Gish, el mundo del cine no había asistido al descubrimiento de un talento similar. Carlo tuvo que cambiar su nombre y se puso Bud (que en inglés significa «capullo de flor», una palabra que definía su aspecto físico) Spencer (por Spencer Tracy). Con ese alias, consiguió su sueño de rendir homenaje haciendo aún más internacional a su admirado Spencer Tracy. Sus puños son para mi, los más famosos del cine… y que decir que su «violencia» fue siempre algo inocente y divertida, en la que jamás se vió sangre ni crudeza visual, a todos nos llama la atención que sea tan querido por los niños, esa conexión siempre existió, son como «peleas de broma contra los malos»
Terence Hill (Mario Girotti) tiene, por su parte, una biografía más ajetreada y un tanto marcada por la tragedia, lo que se trasladaría a la pantalla. Pensemos en el carácter más reflexivo e intelectual de Hill, que no se pega de buenas a primeras, utiliza más la cabeza y arrastra, en definitiva, un sentimiento más existencial de la vida en las películas del dúo. Terence nació en Venecia en 1939. (estudió Literatura Clásica Latina en la Universidad de Roma durante tres años), tras algunas apariciones en películas como «El gatopardo» de Visconti, aterrizó también en «Tú perdonas… yo no», plantando la semilla, junto con Bud Spencer, fórmula mágica de lo que vendría después. Lámentablemente un hijo suyo falleció en accidente de tráfico, hecho que le marcó profundamente y por la cual atravesó una dura crisis. Siempre será recordado por su picaresca, rapidez, formidable agilidad y esas camisas de cuadros ceñidas que tanto puso de moda.
Como vemos, dos personas preparadas, con un talento enorme, dos diamantes en bruto a los que sólo hacía falta pulir. Tras limar esta riqueza en películas de importancia únicamente testimonial e historiográfica, su reconocimiento tanto artístico como comercial les llegaría en 1970 con «Le llamaban Trinidad», de E.B. Clucher (Enzo Barboni).
Western complejo donde los haya, con un dibujo de personajes que huye del maniqueísmo (ambos representan el papel de dos hermanos que tan pronto están a favor como en contra de la ley, según sus intereses personales y egoístas), y un montaje que no esconde los aspectos de la vida cotidiana de los protagonistas, «Le llamaban Trinidad» es uno de los más claros exponentes del llamado «spaghetti western». La película tuvo un éxito arrollador y sentó las bases de una fórmula que repetirían en un sinfín de grandes películas, sin caer (y aquí radica la grandeza del arte de Terence Hill y Bud Spencer) en la monotonía ni la redundancia.
Mucho se ha hablado de los puñetazos de Bud Spencer y Terence Hill. Si bien ambos tienen estilos definidos y diferenciados (el primero más visceral e inmune a los golpes recibidos, el segundo más vulnerable pero también más inteligente), pocas veces se ha reparado en esta circunstancia, de la misma manera que, incomprensiblemente, poquísimo se ha hablado de sus influencias. El golpe constituye, desde los orígenes del cine cómico, un elemento primordial de transgresión. Desde las películas de Chaplin, Keaton y Laurel y Hardy hasta las de Bud Spencer y Terence Hill se desarrolla toda una línea de cómicos en todas las manifestaciones de la cultura popular del siglo XX que utilizan el golpe como expresión de descontento del orden social impuesto. Terence Hill y Bud Spencer (al igual que Asterix y Obelix) no dan mamporros de forma gratuita. No. Siempre golpean a malvados sin escrúpulos, gángsters corruptos o, simplemente, desaprensivos que intentan abusar de los más desfavorecidos y de los débiles. La orgía de tortazos en que suelen acabar las películas de Terence Hill y Bud Spencer simbolizan la catarsis en la que se refleja todo espectador sensible a la realidad social que nos circunda. Muchas veces se ha frivolizado con estas películas considerando que eran un burdo entretenimiento carente de fondo. En absoluto. Los films de Terence Hill y Bud Spencer son auténticas bombas de relojería cargadas de mensajes subversivos y revolucionarios.
http://www.youtube.com/watch?v=ofNpeLLA_bU
A «Le llamaban Trinidad» le siguieron una serie de películas en que el humor de ambos se iba haciendo más complejo y, también, ciertamente más melancólico y desesperado. Veamos sus obras más significativas.
– «Y si no, nos enfadamos» (1973). Otra de las cimas de su filmografía. Terence Hill y Bud Spencer se enfrentan a un peligroso clan de mafiosos por haberles destrozado el coche. Bajo este leve pretexto narrativo, la película desarrolla una serie de valores como el triunfo del trabajo y la voluntad (los protagonistas no se rinden en reivindicar lo que es suyo), la camaradería y la amistad (ayudan a su amigo el mecánico) o la necesidad de que se imponga la justicia (puesto que al final los malos tienen que ceder a sus exigencias). Todo esto sazonado con algunas secuencias antológicas de humor (la apuesta de las salchichas y las cervezas, los ensayos del coro o la pelea en el gimnasio) y con la presencia de un secundario de lujo como Donald Pleasance. Sin olvidar hilarantes líneas de diálogo como la de «Devuélvenos nuestro cochecito» que actúan de contrapunto cómico en la gravedad de las situaciones. Por cierto, también maravillosa la banda sonora con la divertidísima canción «Dune Buggy», escrita por Guido y Maurizio de Angelis. Recordemos el ya mítico momento del coro, mosqueando a un asesino a sueldo mezclándose entre la gente para despistarlo.
– «Par impar» (1978). Tras realizar «Dos misioneros» y «Dos superpolicías» en las que abordan con humor dos temas tan delicados como el de la religión y la seguridad ciudadana, se embarcan, a las órdenes de Sergio Corbucci, otro de sus grandes directores, en esta película que disecciona con la sutileza de un bisturí la corrupción en el mundo del juego y, por extensión, la naturaleza corrupta del ser humano. Película dotada de muy mala leche en la que no salvan a nadie de la quema (ambos hacen el papel de hermanos que tienen un padre que se hace pasar por ciego para huir de unos matones a los que les debe dinero), la estructura sigue una progresión in crescendo que permite al espectador zambullirse en ese mundo de degradación moral: desde la secuencia inicial de Terence Hill jugando en un bar a una máquina de pinball, hasta los juegos más desarrollados de los casinos y los deportes amañados, asistimos a un duro retrato de la crudeza de los tiempos modernos. Para la antología del mejor cine cómico quedan secuencias como la del carrito y el helado de pistacho, un sutil homenaje a «Sopa de ganso», de los hermanos Marx.
– En los 80, Terence Hill y Bud Spencer ahondan en sus temas favoritos: el valor de la amistad por encima de todo («Quien tiene un amigo, tiene un tesoro»), las reivindicaciones ecologistas («Estoy con los hipopótamos») o la denuncia social («Dos superpolicías en Miami»).
Con vistas a rentabilizar aún más su fama, ambos actores protagonizaron sus propios vehículos de lucimiento por separado.
Bud Spencer siguió repartiendo tortazos en la tetralogía del detective Zapatones («El super poli» (1973), «Pies grandes» (1975), «Puños fuera» (1977) y «Zapatones» (1979)), así como en «El sheriff y el pequeño extraterrestre» (1979) o la secuela de esta, «El supersheriff» (1980). Sin olvidar «Dos granujas en el oeste» (1981), «Banana Joe» (1982) o «Bombardero» (1982).
http://www.youtube.com/watch?v=m22GZWYaq_A
Por otro lado, Terence Hill rodó un spaghetti-western a la antigua usanza, titulado «Mi nombre es Ninguno», con guión del mismísimo Sergio Leone y con el mítico Henry Fonda como compañero de reparto. En 1977 trató de hacerse un hueco en el cine norteamericano protagonizando «El heredero de un billón de dólares» y «Marchar o morir», al lado de Gene Hackman, Max Von Sydow y Catherine Deneuve. Sin embargo, el intento fue en balde y regresó a Italia para participar en la comedia de acción «El superpoderoso» (1980) y en «Don Camillo», un remake dirigido por él mismo de un clásico de la comedia italiana estrenado en 1952.
http://www.youtube.com/watch?v=qOanX_TSE5U
En 1985 la pareja protagonizó «Dos superpolicías en Miami», un film que significó el canto del cisne de este subgénero.
A finales de los 80, sus carreras comenzaron a declinar:
Bud Spencer rodó la comedia «Aladino» (1986). Entre 1988 y 1989 participó en la miniserie policiaca «Big Man»y a principios de los 90 intervino en la miniserie de acción titulada «El maxipolicía», de la que se grabaron varios episodios entre 1990 y 1993, primero acompañado por Philip Michael Thomas y luego por Michael Winslow.
Terence Hill interpretó y escribió en 1987, la comedia de acción «Renegado Jim». Tras varios años de inactividad, en 1991 protagonizó y dirigió un mediocre telefilm basado en el célebre personaje de cómic «Lucky Luke», que dio pie a una desafortunada serie televisiva de una sola temporada.
En 1994 los actores volvieron a colaborar juntos en «Y en noche buena se armó el Belén», un western en la línea de los trabajos que los habían hecho célebres antaño, pero los gustos del público ya habían cambiado y el film no acabó de funcionar.
En los últimos años sus carreras han proseguido siendo discretas:
En 1997 Bud Spencer protagonizó otra miniserie junto a Philip Michael Thomas, titulada «We Are Angels», luego participó como secundario en dos films españoles, el thriller «Al límite» (1997) y la producción histórica «Hijos del viento» (2000). Su último trabajo hasta la fecha ha sido en la película italiana «Cantando dietro i paraventi» (2003).
Terence Hill participó en la comedia de suspense «Cyberflic», mientras que entre 2000 y 2006 ha rodado la serie «Don Matteo» y en 2006 estrenó el telefilm «L’ Uomo che sognava con le aquile», pendiente aún de estreno.
Con la llegada de los 90, el peso de la edad no perdona, y Bud Spencer y Terence Hill se vieron obligados a abandonar, a pesar de alguna última incursión de poco éxito comercial. Empujados por las nuevas hordas de comedias tontas de adolescentes ambientadas en universidades americanas, el nuevo público prefiere las frivolidades de Hollywood frente al inteligente humor del cine europeo (que no renuncia a sus influencias americanas en un saludable ejercicio de mestizaje cultural) que proponen Terence Hill y Bud Spencer. Los últimos años 80 y los primeros 90, con la ola de neoconservadurismo que se vive en los Estados Unidos (los Rambos dan fe de ello) hacen que el humor corrosivo, cínico y destructivo de Terence Hill y Bud Spencer deje de tener una buena acogida.
Con todo, pensamos que aún no se les ha brindado a Bud Spencer y Terence Hill un reconocimiento como merecen. La historia de siempre vuelve a repetirse y parece ser que de nuevo tendremos que esperar a que sean ancianos para que algún festival europeo como Cannes o Venecia ofrezca una retrospectiva de su obra. El homenaje final aún no ha llegado, y confiamos en la sensibilidad de alguna filmoteca para evitar el olvido de estos grandes cómicos. Las aportaciones a la comedia moderna han sido tantas por parte de Bud Spencer y Terence Hill que sería una pena que tuviésemos que lamentarnos, todos los amantes del cine, con homenajes póstumos.
Todos recordamos con una sonrisa a una de las grandes parejas cómicas de todos los tiempos.
http://www.youtube.com/watch?v=hR-jJC-obz8
La música.
La música de la películas de Terence y Bud tiene un nombre propio, ese es sin duda OLIVER ONIONS, O Guido & Maurizio De Angelis.
Es única y muy pegadiza, más importante de lo que creemos, esta magnífica pareja debe mucho a la música de sus películas que todos recordamos con cariño.
Aunque naturalmente otros compositores han aderezado las películas de nuestros heroes, los hermanos romanos Guido y Maurizio, destacan sobre los demás por una simple cuestión de cantidad, no exenta
de calidad.
De las 17 películas que Terence & Bud han protagonizado juntos, ellos son los artífices de la música de 6 de ellas, estando las 11 restantes repartidas entre otros compositores del prestigio de: CARLO RUSTICHELLI (La colina de las botas – Los 4 truhanes), FRANCO MICALIZZI (Le llamaban Trinidad – Dos supersuperesbirros – Dos super dos), WALTER RIZZATTI (Estoy con los hipopótamos), CARMELO & MICHELANGLO LA BIONDA (Quien tiene un amigo tiene un tesoro – Dos superpolicías en Miami)…
Pero aparte de haber compuesto la música para películas tan emblemáticas como: LE SEGUIAN LLAMANDO TRINIDAD – Y SI NO, NOS ENFADAMOS – PAR IMPAR, etc. Guido & Maurizio De Angelis también
son los responsables de la música de series de dibujos animados tan exitosas
en España como: «Banner y Flapi», «Jacky – El bosque de Tallac», «D´Artacan y los tres mosqueperros», y «La vuelta al mundo de Willy Fog»
Temas a destacar de OLIVER ONIONS:
TRINITY STAND TALL ………….(LE SEGUIAN LLAMANDO TRINIDAD)
DUNE BUGGY ……………………………………(Y SI NO, NOS ENFADAMOS)
MAÑANA ………………………………………………………..(DOS MISIONEROS)
FLAT FOOT COP ………………………………………………..(EL SUPER POLI)
ANGELS & BEANS ………..TAMBIEN LOS ANGELES COMEN JUDIAS)
FLYING THROUGH THE AIR …………..(MAS FUERTE, MUCHACHOS!)
OH ETTORE! …………………………………………(SOLDADO DE FORTUNA)
MAGO ………………………………..(MR. CHARLESTON Y SUS SECUACES)
BROTHERLY LOVE …………………………………………………..(PAR IMPAR)
SWITCH …………………………………………………………………..(PAR IMPAR)
FREEDOM …………………………………………………………..(PUÑOS FUERA)
SHERIFF …………..EL SHERIFF Y EL PEQUEÑO EXTRATERRESTRE)
BULLDOZER …………………………………………………………(PEGAFUERTE)
SPHINX …………………………………………………………………..(ZAPATONES)
MR. NOTHINGOESRIGHT ……………………………..(EL SUPERSHERIFF)
FANTASY ……………………………………………………………(BOMBARDERO)
THEMA BOMBER…………………………………………………(BOMBARDERO)
Su música es una parte esencial, vital de las películas de Terence Hill & Bud Spencer.
Si queréis ver la lista completa de todas las películas para las que han compuesto bandas sonoras, no tenéis más que visitar la fantástica web de
Umberto Pancaldi.
Y por supuesto no dejéis de visitar su web oficial: www.oliveronions.com donde podréis ver varias fotografías de los hermanos De Angelis, letras de sus canciones e incluso comprar 5 CDs con sus mayores éxitos.
SIEMPRE OS RECORDARÉ, HASTA SIEMPRE AMIGOS
(Espero veros pronto juntos, y que sea en ese proyecto conjunto que desde hace año y medio preparais, si sale todo bien… «El Quijote» 🙂 )
Os dejo con un fragmento de «Le seguian llamando Trinidad»
http://www.youtube.com/watch?v=-W-sjetWx4o
Incluso por encima del film, está la canción de Joe Cocker que será por los siglos de los siglos himno oficial del Strepteasse.
Adrian Lyne demostró en esta película que es un especialista en contar historias de amor poco convencionales. Narra el breve romance (hoy díriamos rollo) entre dos personas que en realidad apenas se conocen salvo carnalmente. Lyne supo aprovechar el tirón sexual dos actores del momento (Kim Bassinger y Mickey Rourke) una revalorizada como actriz, el otro con eterna fama de canalla chalado y condenado a ésta su mejor interpretación.
En todo caso es ya todo un clásico del erotismo que merece un hueco dentro de la historia del cine por su repercusión en nuestra vida. Comer fresas embadurnado en nata no esta mada mal. El deseo nos visitará para siempre en la cara de ángel de una Bassinger, que dibujó la mejor de las siluetas para el brillo caduco de Rourke y el destello eterno del espectador… Aunque me pido ser Mickey por un día, él tuvo esa suerte.
Vamos con un momento memorable…
En la película Espartaco del gran Kubrik, tenemos una curiosa conversación que forma parte ya de los grandes diálogos de la historia del cine. Con sutileza y de forma inteligente se genera una charla que, más allá de crear polémica y mostrarnos apetencias y gustos bisexuales, genera una atmósfera que atrapa al espectador de forma atenta e incómoda, al tratar con esa fantástica metáfora un tema tabú para la época del film, desafiando a la siempre temida censura. http://www.youtube.com/watch?v=CbtKQQXUvKE
Craso (Lawrence Olivier) está bañándose en una piscina interior de su palacio. Llama a Antonino (Tony Curtis), que entra descalzo en el agua. Durante toda la conversación, Antonino limpia a su amo. El plano es fijo y general. Delante de la cámara vemos una amplia y transparente cortina que hace más íntima la estancia y la escena.
– Trae ese taburete, Antoninus. Ponlo aquí.
Antoninus obedece.
– Así está bien.¿Robas, Antoninus?
– No amo
-¿Mientes?
-No si puedo evitarlo, amo.
– ¿Has deshonrado alguna vez a los dioses?
– No, amo.
– ¿Te abstienes de tales vicios por respeto a las virtudes morales?
– Sí, amo.
– ¿Comes ostras?
– Cuando puedo, amo.
– ¿Comes caracoles?
– No, amo.
– ¿Consideras moral comer ostras e inmoral comer caracoles?
– No, amo.
– Por supuesto que no. Es sólo cuestión de gusto, ¿no es así?
– Sí, amo.
– Y el gusto no es lo mismo que el apetito y por lo tanto no es una cuestión moral, ¿no es así?
– Podría razonarse de tal manera, amo.
– Ya es suficiente. Antoninus, mi túnica.
Craso se levanta y sale del agua. Antoninus lo acompaña.
– Mis gustos incluyen tanto los caracoles como las ostras.
El metafórico y muy sexual diálogo fue idea de Dalton Trumbo y no tiene nada que ver con el libro original. De hecho, su autor, Howard Fast, declaró mosqueado al respecto: “Esto es lo que Hollywood considera decadencia. Es una forma de entender la decadencia muy limitada y personal. La decadencia es ir en dos direcciones, una relación entre dos hombres que también se relacionan con mujeres. La auténtica decadencia, la de matar de hambre, la de destruir la dignidad de la gente y convertirlos en esclavos, en Hollywood sólo existe en teoría».
Espartaco causó un gran revuelo por la escena en la que se hacía una velada alusión a una seducción homosexual del romano Lawrence Olivier a su esclavo Tony Curtis. Como apunte curioso, merece la pena recordar que esta escena no pudo ser vista en España hasta pasados años de la muerte de Franco y que en el magnífico proceso de restaurado del film tuvieron que volver a doblar esta escena entera con un serio problema: Lawrence Olivier había fallecido. Ni corta ni perezosa, su viuda Joan Plowright comentó a los restauradores de Espartaco que recordaba que Anthony Hopkins imitaba a la perfección la voz de su difunto marido. Dicho y hecho: Convencieron al actor para que doblase las partes del desaparecido Olivier y el resultado fue más que sorprendente.
Subestimada y olvidada joya cinematográfica que desarrolla un extraño y a la vez sencillo paseo por los sentimientos ajardinados del mejor de los parajes.
Las evocaciones de un hombre vital y optimista pero de afligida y obsesiva existencia interna. Todo comenzará cuando decide recorrer toda una villa bañándose en cada piscina de cada vecino; un hecho que le hará recobrar su dañada memoria, poniendo rumbo hacia la soledad del bautismo continuo de la reflexión.
Cien años de una estrella… Escribí sobre ella en el artículo «Adivina quién viene a cenar esta noche…» hoy cumple 100, muchos más besos para este ángel de pecosa mirada y traviesa sonrisa. Ahora nos recuerda que es feliz junto a Spencer Tracy y que nunca nos abandonará su espigada figura de carácter irlandés.
El reloj marca la hora, las calles respiran vacío, una solitaria silla siempre espera. Y el honor aguarda. Últimas miradas se alejan de la multitud cobarde y escondida, y sudas soledad que te hace ser más grande. Avanzas hacia el final y el abrazo intermedio de dolor te da esperanza, cae la estrella de marshall; ahora es hojalata. El desprecio escruta un pueblo que nunca estuvo a tu lado.
http://www.youtube.com/watch?v=X7k2qnpKoGM
Ayer vi El viaje de los malditos, ahí estaba él, elegante profesor de bella compañía. Su rostro frío vienés de ojos nostálgicos y a la vez distantes.
Solitario sin amor siempre hay alguien que le quiere, y se esconde, apático, entre las sábanas de un pasado utilizado por la jóven y deseada brisa de corazón caliente; ya enfriado por la edad pasajera del deseo puntual.
Marinero reciente de un barco que navega hacia ninguna parte, encierra sus pasiones en el camarote gélido de su recurrente pasado, ella esta cerca para recordárselo. Qué esconde el hielo de tus ojos Werner, qué misterio nos desvelas en cada personaje…
«Lola Montes» te susurró algo para luchar por Catherine en “Jules and Jim», te enrolaste a ninguna parte en «el viaje de los malditos», la única vez que subió tu temperatura fue en «Farenheit 451» para frenar a «La espía que surgió del frío» agente secreto de un frío que siempre te acompañó. Escribo mientras calzo «Las sandalias del pescador» que en otro tiempo te ayudó para que hoy todos veamos el cielo.
Como dijo Garci, su comienzo te atrapa en el sillón, su banda sonora es angelical. La imágen de ese grupo de corredores vestidos de blanco corriendo por la arena de la playa emociona con Vangelis de fondo.
4 Oscar: mejor película, guión original, banda sonora original, vestuario. 1920, Harold Abrahams y Eric Lidell estaban hechos para correr. No sólo una razón les llebaba a correr más rápido que ningún otro hombre. Sus motivos eran tan diferentes como sus pasados; cada uno tenía su propio Dios, sus propias creencias y su propio empuje hacia el triunfo.
Himno de superación y esfuerzo, de respeto y religión, de filosofía y deporte.
Destacar el mejor trabajo de la carrera de Ben Cross, ademas de ser, entre todos los actores del film, el que mejor técnica de carrera posee con mucha diferencia, éste actor por lo menos se preocupó algo de lo que es el atletismo.
Guión: John Milius, Edward Anhalt (Novela: Vardis Fisher).
Música: John Rubinstein, Tim McIntire.
Intérpretes: Robert Redford, Will Geer, Delle Bolton, Josh Albee, Joaquín Martínez, Allyn Ann McLeri.
Hastiado de la civilización que le rodea, Jeremiah Johnson decide alejarse de todo y adentrarse en las heladas montañas americanas. Comienza así su personal lucha por subsistir en plena naturaleza, donde aprenderá a cazar, pescar y comer en situaciones extremas con la ayuda de otro veterano trampero. Tras entablar contacto con los animales salvajes, Johnson descubrirá la violencia del hombre en estado primitivo cuando aprenda a convivir y a luchar contra los indios que pueblan aquellas tierras, en las que deberá también cuidar de su propia familia frente al medio hostil en que se mueve.
Un canto a la supervivencia, a la humanidad, las costumbres y la maldita soledad, esa a veces tan necesaria.
Un western memorable e imprescindible.
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