Sidney Pollack, un conductor de historias


Nos dejó la mirada interesante de la sencillez de un contador de historias de hoguera diurna. Claridad por bandera para adentrarnos en su cine. Directo y firme con el cuidado del detalle de una trama trepidante más allá de lo estético. El fondo y la forma de sus pelícuas creaban un vínculo con el espectador fundiéndose para siempre. Títulos que nos dejan sin respiración por lo sublime de sus contenidos y la conducción magistral de sus obras. Fue maestro de los tempos y profesor de una dialéctica de cine hoy en desuso. Creador de un movimiento en donde el guión era el ingrediente activo para dinamizar la escena, ensamblada a las mil maravillas con la única intención de atraparnos en el sillón. Sus títulos son hoy eternos y perdurarán por siempre para deleite de nuestra memoria selectiva. Me quedo con sus primeros títulos:

The Swimmer (1968) co-director. Dejó su sello en varias escenas en un filme de culto por la originalidad y sencillez de una historia tan humana, preámbulo de lo que posteriormente sería su tónica general.

Danzad, danzad malditos(1969) director/guionista/productor. Marca de la casa del director. Se creía que había tocado techo con esta brilantez inicial, sin duda daría mucho más, tan solo surgía la pincelada de un genio que iba a dar rienda suelta a su técnica.

Las aventuras de Jeremías Johnson (1972) director. Legendaria, una película de impresionante dirección, obra maestra con una fotografía limpia y sublime de espacios abiertos; con Robert Redford en estado puro para abordar la historia de un hombre, un superviviente de la vida más salvaje y humana.

Tal como éramos (1973) director. El amor es tan duradero y eterno como romántico e imposible, las miradas de sus protagonistas contarán lo demás.

Los tres días del Cóndor (1975) director. Obra maestra, simplemente la mejor película en lo que a trama se refiere, un thriller para la historia del celuloide, imprescindible.

The Yakuza (1975) director/productor. Una película que personalmente figura entre mis predilectas, una historia de honor y conceptos olvidados que afortunadamente Pollack nos recuerda.

El jinete eléctrico (1979) director/actor. Diversión y melancolía dualidad acertada en este filme para la reflexión del espectador.

Ausencia de malicia (1981) director/productor. Una trama «made in Pollack» con el irrepetible Paul Newman como protagonista hacen de este filme una sencilla forma de pasar una hora y media enganchado a esta historia de profesional factura.

Tootsie (1982) director/productor/actor. Un mito de los 80, la comedia de drama social mas acertada de estos últimos años, muy original y brillante.

Memorias de África (1985) director/productor. Laureada y recordada para siempre por la delicadeza de sus trazos que la hacen eterna.

Estos títulos son solo algunos de sus más recordados, al menos los más significativos para mi persona. Sidney Pollack fue un hombre sencillo que logró tal vez lo más dificil para un director, llegar plenamente al sentimiento del espectador dirigiendo con el guión en la mano, fue un conductor de historias.

Descanse en Paz.

Misterios del cine: La maldición de la Kriptonita


La kriptonita era ese mineral del planeta Kriptón al que parecía «alérgico» Superman, como todo superhéroe que se precie tiene un talón de aquiles, un punto débil vulnerable. Pero la realidad supera la ficcíon cuando esa posible maldición pasó a los actores:

Tras la muerte de Christopher Reeve volvió a estar en boca de todos “la maldición de Superman”. Recordamos que Christopher falleció al complicarse con una infección su tetraplejía.

La industria hollywoodiense ya sabemos que tiende a crear mitos alrededor de los actores, tanto para bien como para mal. En este caso para mal, alegando la desgracia de sus protagonistas a temas sobrenaturales, en este caso a supuestas maldiciones. Sin duda es curioso comprobar cómo esta maldición envuelve desde el propio Reeve hasta Kirk Alyn.

En el año 1959 el actor George Reeves fue el primero en interpretar al héroe del cómic (la semejanza de su apellido con el archiconocido Christopher nos hace establecer un curioso paralelismo) su final trágico fue terrible ya que se quitó la vida. A diferencia de lo que se cree popularmente fue un tiro en la cabeza y no un salto desde una azotea, como suele suceder intenta crearse esa falsa leyenda urbana que siempre rodea este tipo de mitos. Incluso hasta el día de hoy se tejen conspiraciones en torno a su muerte la cual se trataría de un homicidio cometido por una amante despechada y no el suicidio que todos creen. Aún más, se dice que el fantasma de George Reeves sigue dando vueltas por la casa donde murió. Personas que allí vivieron alegaron haber escuchado ruidos extraños y visto cosas que cambiaban de lugar sin que nadie las moviera. Los testimonios mas extremos comentaban que el fantasma se paseaba por la casa vestido de Superman, lo cual hizo que la casa cambiara de dueño una y otra vez, y esto último sí que esta constatado.

Kirk Alyn, quien fuera el primero en interpretar a Superman durante 1948 en dos seriales y que seguramente nadie conoce padeció el olvido mas espantoso por parte de los productores (Y los espectadores) y fue condenado a interpretar papeles menores el resto de su carrera. Tuvo otro acercamiento al mundo de los cómics en 1952 al protagonizar el serial de los Blackhawks y volvió al mundo de Superman en la película de 1978 donde interpreto al padre de una pequeña Lois Lane en una escena que fue cortada del metraje original y en la que ni siquiera apareció. Kirk murió en Houston, Texas, en Marzo de 1999 a la edad de 88 años, totalmente olvidado, sin duda otro triste adiós.

Por otro lado, Bud Collyer la primera voz de Superman en la serie animada de 1941, es llamado en 1966 para prestarle nuevamente su voz al Hombre de Acero en “The New Adventures of Superman”. Tres años después, en 1969, fallecía a causa de un problema circulatorio.

Es con la última serie de películas donde la maldición se asienta definitivamente. Todos sabemos lo que sufrió Christopher Reeve con aquel accidente al caer de un caballo postrado en una silla de ruedas, para morir 9 años después a la corta edad de 52 años.

Margot Kidder, quien interpretara a Luisa Lane, que en 1996 (un año después del accidente de Reeve) sufrio un colapso nervioso y un ataque de paranoia, así como brotes de esquizofrenia paranoide. La actriz veía gente que solo ella percibía, manía persecutoria, escuchaba voces…Huyó de su casa diciendo que su exmarido habia contratado gente para asesinarla y fue encontrada dias después por la policia, viviendo en la calle, indigente y con serios problemas de salud, icluso sin apenas dientes. Después de este duro episodio comenzo un tratamiento y al dia de hoy se encuentra estable, afortunadamente.

El entrañable Richard Prior, que interpretó a Gus Gorman en Superman III, falleció en 2005 y desde 1986 padecía de esclerosis múltiple. Marlon Brando, que si bien tuvo la suerte de una gran carrera en Hollywood, su vida privada estuvo plagada de tragedias y muertes. Su hijo Christian asesino a Dag Drollet, el novio de su hermana, y fue condenado a 10 años de prisión. En 1995 su hija, Cheyenne, se suicidó. Además Brando murió solo, enfermo y arruinado.

A principios de los noventa la pareja protagonista de “Lois & Clark: Las nuevas aventuras de Superman” también sufre a causa de la maldición: el actor Dean Cain fue condenado al olvido, nada se sabe de él. Y la pobre Teri Hatcher quien padeció anorexia y tuvo serios problemas debido a esta enfermedad, tardó años en recuperarse y en despegar su carrera profesional.

Tenemos que comentar la última película de Superman que ya se me olvidaba… como a todos ustedes 😆 , claro porque seguro ya casi ni se acuerdan que Bryan Singer dirigió en 2006 «Superman returns, UN AUTENTICO FRACASO. Inicialmente hubo muchos problemas en encontrar actor, puesto que nadie queria protagonizar el papel principal, finalmente cayó en manos de Brandon Routh.
El chico debe tocar madera y rápido porque tiene muchas opciones de que le pase algo. De momento las malas lenguas ya dicen que tiene una seria adicción a los videojuegos en especial al juego on-line WOW (World of Warcraft)

Así que… ya saben la maldición de la kriptonita siempre ha estado ahí. ¡Ah! y tengan cuidado si visitan el planeta Kripton 😀

Misterios del cine: Tres solteros y un biberón.

El caso del «niño fantasma de Tres solteros y un biberón» fue muy sonado en su día, y con el paso del tiempo se ha convertido en un clásico dentro de esos misterios eternos del celuloide.
Hablaré de las dos hipótesis que se barajan.

Hipótesis 1
La famosa escena dura unos veinte segundos en ella se ve lo que parece un niño tras las cortinas, por supuesto en aquel momento no había niño alguno. Todavía es más extraño que poco antes de la «aparición» se encuentra en el mismo lugar una escopeta, que después desaparece y en su lugar surge la figura de lo que parece un menor. Se podía pensar en su momento que fue una maniobra de márketing para dar publicidad al filme, no es así ya que esta historia surgió meses después de editarse en video. Al parecer en la casa donde se filmó la escena un niño había fallecido tiempo atrás de un disparo accidental precisamente con un arma de las características que comentaba. En ningún momento se hizo un corte, ni cambió de cámara, para lo cual, sería muy difícil, cambiar la sombra del arma y poner la figura de el niño.

Hipótesis 2
Cuando surgió esta extraña curiosidad rápidamente la noticia corrió como la pólvora, el «boom» fue tal que varios técnicos del film tuvieron que dar explicaciones en torno al suceso, alegando para ello que simplemente se trataba de un «cardboard» de Ted Danson, es decir la figura de cartón recortada del actor, también llamada «standee», elaborado para una campaña comercial. Este recorte de cartón figuraba perfectamente visible en otras escenas que se quedaron en el suelo de la sala de montaje.

Además difícilmente pudo morir alguien en el apartamento antes del rodaje por la sencilla razón de que dicho apartamento no existía. Se rodó en unos estudios de Toronto y no en un apartamento. En cuanto a la imagen del rifle, es un falso perfil creado por las cortinas de la ventana.

De ese modo intentaron zanjar el extraño rumor ya convetido en una leyenda urbana de gran calado. Según el equipo de rodaje fue una anécdota perfectamente explicable (eso sí, algo chocante), un simple error de racord al dejar en la ventana, entre corte y corte, la figura de cartón, una vez terminada la toma se dieron cuenta; pero no quisieron volver a repetir toda nuevamente debido a los problemas que podía ocasionar volver a repetir todo otra vez por apenas 20 segundos. Esta es la explicación oficial del asunto.

Como conclusión final y personal debo decir que la segunda hipótesis es muy convincente y por supuesto más explicable desde el punto de vista racional. Pero hay varias cosas que no encajan. Cualquiera que se fije con un mínimo de detenimiento, se dará cuenta que la figura que aparece poco tiene que ver con el cartón de Ted Danson que nos presentan, ni en aspecto, ni en tamaño. Sea fantasma o sea cartón o las dos cosas, el dato es muy curioso y aunque seguramente se debe a un error de edición en el set, ha pasado a engrosar esa lista de «Misterios del cine». Dejémoslo en… «El fantasma del niño de cartón». 😀

La peor pelea de la historia del cine

Tiene el honor de ser la peor escena del mundo, que no es poco 😀 , no sé si será la peor, pero si la más famosa. Aunque siendo el Capitan Kirk el que se enfrenta a este Lagarto Juancho se le perdona todo. (podemos decir a su favor que cada capítulo de S.T. tenía asignado como presupuesto lo que se gastaban en el almuerzo otras series de la misma época, se dice que es más caro tomarse una cerveza en la Plaza del Castillo que rodar esa escena 😕 )

Pero Star Trek es Stark Trek, aunque William Shatner salga muy poco airoso del tema, el final de la confrontación es patético ya que huye como una rata 😆 Así que si esperan que gane el bueno… no es así. El Lagarto es mucho lagarto y quieras que no una piedra así acojona. Por cierto, fijense en este lagarto musculado y con taparrabos, es muy raro, además ni siquiera muerde (Y mira que tiene dientes). Como «moraleja» final decir que si se encuentran una lagartija tira-piedras de estas características por favor, retrocedan y no se enfrenten a ella… Sencillamente harán el ridículo 😀

http://es.youtube.com/watch?v=T2mPfrSkFY8

Los tres días del Cóndor.

«Yo no soy un agente de acción, yo solo leo libros»

Una obra de arte del trhiller de acción, el director Sidney Pollack nos adentra en una trepidante trama, una de esas películas de espionaje de obligada revisión.

En este caso un héroe ocasional y casi cotidiano Turner (Robert Redford) que trabaja en una «Sociedad americana de literatura e historia», en realidad una tapadera de la C.I.A . se dedica a descifrar posibles mensajes cifrados o en clave. Este empleado se ve envuelto en el múltiple asesinato de sus propios compañeros de trabajo, nuestro protagonista se libra por casualidad gracias a que había salido por unos bocadillos. A partir de entonces una continua huida le llevará, no solo a aprender muy deprisa y a guiarse por su astucia e instinto, sino a sobrevivir en un mundo lleno de interrogantes que a la vez intentará desvelar. Puede recordar a esas grandes e irrepetibles obras maestras del thriller como «Cortina rasgada», «Topaz» o «Con la muerte en los talones», Los tres días del Cóndor ya forma parte de esa lista de leyendas que tenemos el privilegio de poder saborear, NO SE LA PIERDAN, OBRA MAESTRA.

Inicio dinámico, desarrollo trepidante y un final… magistral, brillantísimo, mítico.

Caviar del Volga


Caviar del Volga, un poco de mantequilla, un pellizco de sal, dos pellizcos de pimienta… y , y , y… Champagne…… Délicieux!! como se dice en Paris. 😆

Este clip nos dejó en el recuerdo una de esas inmortales escenas de aquella mítica e inmortal pareja de la que ya escribí hace un tiempo en este mismo blog y de la que seguro volveré a hablar. Una curiosa mezcla que prometo probar, como espero hacerlo algún día igualmente con el recordado y «apaulnewmado» Whisky J.T.S Brown 😀 … todo se andará…

Les dejo con esta composición «deliciosa» o délicieux! Sin duda tiene ese toque de clase, claro que sí.
(El clip corresponde a la película Estoy con los hipopótamos)

El grito Wilhelm

Probablemente muchos no conocereis esta gran curiosidad, otros sí, bueno ya sabeis como soy con estas cosas, simplemente me apasionan. El caso es que podemos afirmar que hay un grito standard 😀 , existe un grito estrella que domina el cine, increible pero cierto.

Resulta que desde hace más de treinta años el diseñador de sonido de “Star Wars” Ben Burtt, mientras trabajaba, descubrió en la librería de sonidos de la Warner un grito que le resultó conocido. Se dio cuenta de que dicho grito aparecía en “La carga de los jinetes indios”, una película que había visto de niño y que, indudablemente, se le había quedado grabada, no es que sea la octava maravilla pero bueno. Sigamos… Indagó en los archivos de la Warner y su investigación desveló que el grito pertenecía originalmente a la película del año 1951 “Spoilers of the plains” y era emitido por un hombre tras ser atrapado y arrastrado al agua por un cocodrilo. Fue utilizado unas cuantas veces más y quedó relegado al olvido en las polvorientas estanterías del estudio.

Burtt lo bautizó como “Wilhelm scream” en honor al personaje que lo emitía en “La carga de los jinetes indios” interpretado por Ralph Brooke y decidió mantenerlo vivo utilizándolo a modo de firma personal en las películas en las que trabajase. El característico grito Wilhelm sigue apareciendo hoy en día en cantidad de películas y series de televisión.

Lo podemos escuchar incluso en videojuegos, hace poco jugando al estupendo juego de acción Scarface de PS2 pude escucharlo 😮 , en cuanto a la última aparición de tal grito en el cine lo podemos apreciar en la última entrega de Piratas del Caribe y en Shrek III.

Sin duda una curiosidad estridente 😆

James Stewart, el carácter de la sencillez.


Sencillez y humildad, desplegaba el desgarbado caminar de su largo y espigado paso, tenía el peso de ser el novio que toda madre quiere para su hija, y digo peso porque esa perfección aparente nunca la buscó sino que se percibía entre los que admiraban sus personajes todos ellos sin pretensión, con la franqueza por bandera y la verdad como camino. James Stewart casi siempre fue ese buen hombre que agobiado por las circunstancias y viéndose forzado al extremo decide plantar cara a la injusticia, me encanta la psicología que adoptan sus personajes… sencillos y a la vez épicos. Lucha por su familia, por sus amigos, por su entorno, por la debilidad, incluso él mismo es relegado a un segundo plano… ingredientes adecuados para la elaboración de un perfecto héroe cotidiano. Héroes que abundan pero son ignorados, solo reconocidos cuando definitivamente se imponen ante la mentira y la desigualdad, Stewart encarnó a un ángel humano que con sus defectos lucha contra un entorno podrido, de ahí que haya pasado a la historia como un icono de la honestidad. Generalmente se subestima su persona, es como el típico hombre bueno al que toman por tonto y no respetan, craso error. Su fortaleza reside en el máximo respeto, solo las circunstancias harán que muy a su pesar tenga que enfrentarse ante el mal, cualquiera que sea su forma, no dará un paso atrás jamás buscará tal situación, ella da con el. Esa actitud, sea cual sea el “resultado” siempre triunfará, es cuestión de principios éticos y él siempre los tuvo, consciente de sus errores, eso le hizo ser tan grande y prevalecer en la retina del celuloide para siempre.


Hablar de Jimmy es hablar de tradición y también de genealogía es hablar de sus orígenes familiares, Los Stewart llegaron a los Estados Unidos procedentes de Irlanda en 1785, y se establecieron primero cerca de Gettysburg, para luego, diez años más tarde, trasladarse más hacia el oeste, hasta Indiana. Siendo un hombre descendiente de esos primeros colonos pioneros de los nuevos Estados Unidos, Steward se educó en un entorno religioso muy arraigado, convicción forjada entre las ramas del presbiterianismo hasta que el clan se asentó al fin en la Primera Iglesia Presbiteriana de Indiana, principalmente porque la congregación permitía los instrumentos musicales en los servicios. Durante muchos años, tanto el padre como la madre cantaron en el coro de la iglesia, el pequeño James también era parte del coro. El 20 de mayo de 1908, en la casa del 965 de Philadelphia Street, nació el pequeño James Maitland Stewart. Le seguirían dos hermanas: Mary “Dotie” Wilson Stewart el 12 de enero de 1912, y Virginia Kelly Stewart el 29 de octubre de 1914. Poco antes del nacimiento de la más pequeña, la familia se trasladó de Philadelphia Street , hoy en día hay una placa conmemorativa. En el 104 de la N. Seventh Street se puede visitar la espaciosa casa de dos pisos donde Jimmy Stewart pasaría su juventud y a la que regresaría después de la universidad y de la guerra. James siempre dijo que su padre mantuvo el negocio de la ferretería durante tanto tiempo porque pensaba que algún día necesitaría trabajar en algo “real” en vez de dedicarse a actuar. El hecho es que la tienda prosperó y mantuvo a la familia Stewart en un estilo de vida muy cómodo que incluyó escuelas privadas y una notabilísima educación . Un pequeño negocio que prosperó de forma floreciente. Algo que no se suele señalar en sus biografías es su infancia infancia mimada, poco tiene que ver en un principio el perfil de hombre que señalaba Frank Capra. Como escribió Stephen Franklin: “Ese hombre es el general de brigada James Stewart, Cruz de Servicios Distinguidos de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, en la reserva, republicano declarado, multimillonario esposo de Gloria Hatrick McLean, antiguo miembro de la alta sociedad, y fideicomisario de la Universidad de Princeton, en cuya institución, perteneciente a la Ivy League, se graduó en 1931, como su padre antes que él. Nunca fue una persona rústica; nunca fue un vaquero apegado a su silla de montar”

Sin embargo nada hay que objetar a su manera de ser y su comportamiento siempre educado y nada snobista, la sencillez siempre lo acompañó y nunca saboreó las mieles del éxito con grandes egos o alardes, algo común si vemos el carácter humilde del pueblo de Indiana en general, gentes llanas, muy hospitalarias, personas del campo, hay simplicidad en la ciudad y autenticidad en los saludos que reciben incluso los forasteros por la calle. De la misma manera, los recuerdos y la lealtad de sus conciudadanos con respecto a James Stewart señalan a un ídolo y una celebridad no teñida por el estrellato o el heroísmo. El laborioso, juicioso y exitoso James Stewart se ha visto siempre contrapuesto, al parecer, al práctico, cálido y leal Jimmy. Su antigua vecina Addie Rose identifica uno de sus principales valores -tanto de Stewart como de Indiana- cuando lo describe como “el muchacho más firme que jamás haya conocido”. Parece ser que no interpretaba demasiado el bueno de Jimmy y realmente había mucho de auténtico en sus personajes.

Para su madre era “Jimsey”, y se ocupó de criarlo y educarlo. Cuando murió, el 2 de agosto de 1953 a los setenta y ocho años de edad, él estaba a su lado. Entre los muchos beneficios que otorgó a su hijo figura una educación musical que le serviría de mucho en sus días universitarios y, más tarde, le proporcionaría una fuente de relajación en los descansos de los rodajes en los estudios de Hollywood. Muchas fotos familiares de la casa y de los viajes de la familia a Canadá, al parque nacional de Yellowstone y, por supuesto, a Washington, D.C., atestiguan la presencia y la influencia de la madre en James. Hay también una foto que lo muestra devolviendo parte de este afecto. Él y su madre están de pie delante de su casa en Vinegar Hill mientras él le entrega a su madre su nuevo coche, un sedán Packard de 1940, comprado en Galbreath Motors en Indiana.

Es curioso recordar que durante los años 30 que comienza su andadura en el teatro comparte piso con Henry Fonda . Con la obra teatral “Goodbye Again” que se mantuvo en cartel durante 212 representaciones, y gracias a los 35 dólares a la semana que ganaba Jimmy y los 30 que ganaba Myron McCormick, ambos pudieron encontrar, junto a Josh Logan, un apartamento, al que Henry Fonda se les unió más tarde, fue el que puso nombre al cuchitril en el que se encontraban “Casa Gangrena”, fue una época dura, un vecindario de prostitutas y gángsters todo ello sumado a las continuas crisis de convivencia las crisis de alojamiento (era habitual el desempleo de Fonda y el voraz apetito de Stewart, que acababa con la despensa antes de tiempo). El éxito de “Goodbye Again” impidió que Jimmy hiciera las maletas para volver a casa, pero el empleo no era seguro. En 1933 se trasladó a Boston como director de escena para la producción de Jane Cowl “Camille”.
Cuando no había trabajo para ayudar a pagar el alquiler, los compañeros de apartamento organizaban «El club del jueves por la noche». En un local alquilado, Fonda cocinaba y, por un dólar, los “clientes” podían obtener sus bistecs, cerveza ilimitada y diversión, a menudo proporcionada por Benny Goodman. Recordando estas veladas, Myron McCormick dijo: “Su propósito predominante era jugar al póquer. Pero la mayoría estábamos sin un centavo y nos limitábamos a bromear por ahí. A Jimmy le encantaba cantar “Ragtime Cowboy Joe” y “Minnie from Mars”, a veces se ponía un tanto pesado con sus tarareos y las risas y los reproches eran continuos. Destinadas muy pronto a convertirse en celebridades, Helen Hayes, Katherine Cornell, Margaret Sullavan y Mildred Natwick figuraban entre los muchos visitantes de estas reuniones.

Esta pareja de grandes amigos sufrieron juntos pero también compartieron momentos de éxito en sus primeros años en los grandes estudios de Hollywood. En esta etapa, James Stewart y Henry Fonda compartieron de nuevo apartamento y edificaron otro amplio arsenal de historias. Entre estas anécdotas increíbles estaba su intento de ganar peso bebiendo como desayuno un ponche de huevo y leche con coñac, e incrementando cada vez más la proporción de este último. También estaba el supuesto plan de cavar bajo la verja que separaba su casa de la de Greta Garbo. O las trastadas diversas de invadir con gatos la casa del vecino, en definitiva: una camaradería que jamás llegó a fin, fueron muy grandes amigos.

Otra de las curiosas anécdotas, aparte de la que cito en mi anterior artículo sobre el sombrero, es la que nunca le gustó escucharse a sí mismo, no le gustaba su propia voz (A nosotros nos deleitó la inolvidable voz de Jesús Puente) y continuamente se repetía… «¿Por qué sueno tan malditamente lento?».

En fin, creo que hoy hemos visto una cara poco conocida del bueno de Steward… Un hombre que supo transmitir la integridad de un hombre con pricipios.
He aquí su filmografía completa, algo que deja sin respiración:

Nacida para la danza (1936), de Roy Del Ruth

Ella, él y Asta (1936), de W.S. Van Dyke

El séptimo cielo (1937), de Henry King

Ardid femenino (1938), de George Stevens

Vive como quieras (1938), de Frank Capra

El lazo sagrado (1939), de John Cromwell

Caballero sin espada (1939), de Frank Capra

Arizona (1939), de George Marshall

El bazar de las sorpresas (1940), de Ernst Lubitsch

The Mortal Storm (1940), de Frank Borzage

Historias de Filadelfia (1940), de George Cukor

El arca de oro (1941), de George Marshall

¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra

Ciudad mágica (1947), de William A. Wellman

La soga (1948), de Alfred Hitchcock

Una encuesta llamada milagro (1948), de Leslie Fenton

Yo creo en ti (1948), de Henry Hathaway

The Stratton Story (1949), de Sam Wood

Winchester ’73 (1950), de Anthony Mann

El invisible Harvey (1950), de Henry Koster

Flecha rota (1950), de Delmer Daves

Momentos de peligro (1951), de Henry Koster

Carabina Williams (1952), de Richard Thorpe

El mayor espectáculo del mundo (1952), de Cecil B. DeMille

Horizontes lejanos (1952), de Anthony Mann

Bahía negra (1953), de Anthony Mann

Colorado Jim (1953), de Anthony Mann

Música y lágrimas (1954), de Anthony Mann

La ventana indiscreta (1954), de Alfred Hitchcock

Tierras lejanas (1955), de Anthony Mann

El hombre de Laramie (1955), de Anthony Mann

El hombre que sabía demasiado (1956), de Alfred Hitchcock

El héroe solitario (1957), de Billy Wilder

La última bala (1957), de James Neilson

Me enamoré de una bruja (1958), de Richard Quine

Vértigo (De entre los muertos) (1958), de Alfred Hitchcock

Anatomía de un asesinato (1959), de Otto Preminger

FBI contra el imperio del crimen (1959), de Mervyn LeRoy

Sendero de furia (1960), de Daniel Mann

Dos cabalgan juntos (1961), de John Ford

El hombre que mató a Liberty Valance (1962), de John Ford

Mr. Hobbs Takes a Vacation (1962), de Henry Koster

La conquista del Oeste (1962), de John Ford

Take Her, She’s Mine (1963), de Henry Koster

El valle de la violencia (1965), de Andrew V. McLaglen

El vuelo del Fénix (1965), de Robert Aldrich

Una dama entre vaqueros (1966), de Andrew V. McLaglen

Los malvados de Firecreek (1968), de Vincent McEveety

Bandolero (1968), de Andrew V. McLaglen

El club social de Cheyenne (1970), de Gene Kelly

Cerco de fuego (1971), de Andrew V. McLaglen

Hawkins on Murder (1973), de Jud Taylor

Érase una vez en Hollywood (1974), de Jack Haley Jr.

El último pistolero (1976), de Don Siegel

Aeropuerto 77 (1977), de Jerry Jameson

Detective privado (1977), de Michael Winner

La magia de Lassie (1978), de Don Chaffey

Derecho a elegir (1983), de George Shaefer

Fievel va al oeste (1991), de Phil Nibbelink y Simon Wells

El sombrero de James Stewart

Hoy quiero abordar una curiosidad de esas que sabeis que me gustan 🙂 . James Stewart casi siempre fue ese buen hombre que agobiado por las circunstancias y viéndose forzado al extremo decide plantar cara a la injusticia, me encanta la psicología que adoptan sus personajes… sencillos y a la vez épicos. Bueno, el caso es que parte de esa silueta larguiducha y delgada la formaba también su inseparable amigo, su sombrero 🙄
A lo largo de los años 50 Stewart rodó para su amigo el director Anthony Mann (Que estuvo casado con Sarita Montiel 6 años) un total de 5 westerns convirtiéndose en ese actor emblemático que hoy todos conocemos. «Winchester 73» tuvo tanto éxito que dos años después en 1952 director y actor volvieron para trabajar en «Horizontes lejanos», en la segunda repitió sombrero, y volvió a repetirse el éxito, es entonces cuando se convirte en talismán. No cesaban las bromas entre Mann y Stewart sobre el gorrito y éste último prometió no quitárselo durante los rodajes que ambos compartirían. Y así fue. Llegó «Colorado Jim»(1953), «Tierras lejanas»(1954) y «El hombre de Laramie» (1955), fue poco después de este film cuando el sombrero ya se caía a pedazos, muy malgastado e incluso sucio, se recomendó al bueno de Stewart que se deshiciera de él, y así lo hizo muy a su pesar y después de mucha insistencia por parte del equipo técnico.
Y es que… actor y prenda muchas veces llegan a ser uno mismo.
http://es.youtube.com/watch?v=H0wKkTHU-rY