Richard Widmark, firmeza reflexiva y profesional.


Richard Widmark, se ha ido.

Siempre fue un auténtico profesional, un actor serio con ese enfoque interpretativo profundo e introspectivo. El gesto meditado y natural que asomaba en su imponente y solemne rostro de cabello rubio y mirada franca y a la vez dura. Una de sus cualidades era la de mantenerte siempre atento en cada una de sus intervenciones, realmente siempre había algo interesante que el espectador intuía cuando él estaba frente a la cámara. Infundía respeto y eso muy pocos actores se lo han ganado, su firmeza impresionaba y nunca fue rigidez, nada fácil este concepto, la firmeza y la serenidad de este actor fue siempre envidiable. Se notaba que fue siempre un hombre muy reflexivo, característica esta clave para el desarrollo profesional de su vida interpretativa, su tímpano perforado que le incapacitó para acudir a la Segunda Guerra Mundial hizo de él una persona que cohabitaba con sus pensamientos, más dado a la relación interior que a la comunicación externa. Eso se reflejaba en las salas de teatro en las que empezó a destacar, eran las salas de la Universidad de Lake Forest. Su forma de actuar se extendió rápidamente y el propio Henry Hathaway quedó maravillado al presenciar una de sus interpretaciones in situ. Sin dudarlo lo contrató para que trabajara en “El beso de la muerte” haciendo de ganster, así en 1947 y casi de la noche a la mañana se convirtió en una estrella, ya que su éxito en el filme fue abrumador. Ganó el Globo de oro al mejor actor revelación y fue nominado al Oscar como mejor actor secundario, todo eso en su primer año como actor de cine.

Supo conjugar esa combinación perfecta de hombre serio, estructurado, férreo pero a la vez con ese halo de humanidad, la calidad de su equilibrio daba como resultado el fenómeno Richard Widmark.

Vencedores o vencidos, Noche en la ciudad, Un rayo de luz, Pánico en las calles, Lanza rota, Dos cabalgan juntos, el Álamo, La ley del talión, La conquista del oeste, El hombre de las pistolas de oro, El sexto fugitivo… vamos casi nada.

Serenidad reflexiva la de un hombre íntegro, que nació siendo actor.

Préstanos tu mirada, por última vez.

http://es.youtube.com/watch?v=LJiHGIcoYJQ

Filmografía:

El beso de la muerte (Kiss of Death) (1947), de Henry Hathaway.

Cielo amarillo (Yellow Sky) (1948), de William A. Wellman.

La calle sin nombre (1948) (The Street with No Name), de William Keighley.

El parador del camino (1948) (Road House), de Jean Negulesco.

Situación desesperada (1950) (Halls of Montezuma), de Lewis Milestone.

Un rayo de luz (1950) (No Way Out), de Joseph L. Mankiewicz.

Pánico en las calles (1950) (Panic in the Streets), de Elia Kazan.

Noche en la ciudad (1950) (Night and the City), de Jules Dassin.

Cuatro páginas de la vida (1952) (O. Henry’s Full House), de Henry Hathaway.

Niebla en el alma (1952) (Don’t Bother to Knock), de Roy Ward Baker.

Hombres de infantería (1953) (Take the High Ground!), de Richard Brooks.

Manos peligrosas (1953) (Pickup on South Street), de Samuel Fuller.

Tempestad en Asia (1953) (Destination Gobi), de Robert Wise.

El diablo de las aguas turbias (1954) (Hell and High Water), de Samuel Fuller.

Lanza rota (1954) (Broken Lance), de Edward Dmytryk.

El jardín del diablo (1954) (Garden of Evil), de Henry Hathaway.

La tela de araña (1955) (The Cobweb), de Vincente Minnelli.

La ley del Talión (1956) (The Last Wagon), de Delmer Daves.

El sexto fugitivo (1956) (Backlash), de John Sturges.

Huida hacia el sol (1956) (Run for the Sun), de Roy Boulting.

Santa Juana (1957) (Saint Joan), de Otto Preminger.

Mi marido se divierte (1958) (The Tunnel of Love), de Gene Kelly.

Desafío en la ciudad muerta (1958) (The Law and Jake Wade), de John
Sturges.

El hombre de las pistolas de oro (1959) (Warlock), de Edward Dmytryk.

El Álamo (1960) (The Alamo), de John Wayne.

Vencedores o vencidos (1961) (Judgment at Nuremberg), de Stanley Kramer.

Dos cabalgan juntos (1961) (Two Rode Together), de John Ford.

La conquista del Oeste (1962) (How the West Was Won), de John Ford.

El gran combate (1964) (Cheyenne Autumn), de John Ford.

Patrulla de rescate (1964) (Flight from Ashiya), de Michael Anderson.

El Incidente Bedford (1965) (The Bedford Incident), de James B. Harris.

Alvarez Kelly (1966) (Alvarez Kelly), de Edward Dmytryk.

Camino de Oregón (1967) (The Way West), de Andrew V. McLaglen.

La brigada homicida (1968) (Madigan), de Don Siegel.

La ciudad sin ley (1969) (Death of a Gunfighter), de Don Siegel.

El infierno del whisky (1970) (The Moonshine War), de Richard Quine.

Cuando mueren las leyendas (1972) (When the Legends Die), de Stuart Millar.

Asesinato en el Orient Express (1974) (Murder on the Orient Express), de
Sidney Lumet.

Montaña rusa (1977) (Rollercoaster), de James Goldstone.

De presidio a primera página (1977) (The Domino Principle), de Stanley Kramer.

Alerta: misiles (1977) (Twilight’s Last Gleaming), de Robert Aldrich.

El enjambre (1978) (The Swarm), de Irwin Allen.

Coma (1978) (Coma), de Michael Crichton.

Operación Isla del Oso (1979) (Bear Island), de Don Sharp.

Hanky Panky (1982) (Hanky Panky), de Sidney Poitier.

S.A.S. Los invencibles (1982) (Who Dares Wins), de Ian Sharp.

Contra todo riesgo (1984) (Against All Odds), de Taylor Hackford.

Viejos recuerdos de Louisiana (1987) (A Gathering of Old Men), de Volker Schlöndorff.

Texas Tren (1988) (Once Upon a Texas Train), de Burt Kennedy.

Un lugar llamado Cold Sassy (1989) (Cold Sassy Tree), de Joan Tewkesbury.

El color de la ambición (1991) (True Colors), de Herbert Ross.

Wild Bill: Hollywood Maverick (1996) (Wild Bill: Hollywood Maverick), de Todd Robinson.

He encontrado este video muy muy curioso en el que aparece en un entretenido concurso allá por el año 1954. Fijense en el detalle del oido, no escuchaba bien por el izquierdo, ya que tenía perforado el tímpano (por ello se libró de ir a la II Guerra Mundial) miren como se gira hacia el presentador en varias ocasiones llevando su mano hacia el oido derecho (oido bueno) para escuchar mejor. Curioso.
http://es.youtube.com/watch?v=9mrt5rJLvTw

AL LEONG, homenaje a -El chino de las pelis-.


Seguro que lo han visto mil y una veces pero no saben como se llama, se trata de Al Leong y sin duda merece un digno homenaje este actor que lleva ya muchos años haciendo de “malo”, es uno de los villanos más entrañables de la historia del cine, no precisamente por su bondad (interpretativamente hablando) ya que en la vida real es una gran persona, sino por su tenacidad en lo que ha hacer de malo se refiere. Sin duda en un concurso de mercenarios él saldría el primero, ya que siempre fue el primero en presentarse a los miles… que digo, ¡millones de castings! que han existido y existen en Los Angeles, como coloquialmente se dice Leong se apuntaba a un bombardeo. Muchas de sus interpretaciones han sido meros cameos y otras tantas muchas ni siquiera ha aparecido en los títulos de crédito. Pero eso daba igual, siempre llamó la atención, su rápida silueta, calvo y con greñas y ese bigote de Fu Manchú no pasaba desapercibido, siempre haciendo el cabr… disparando con una metralleta corta automática tipo UCI, inigualable… había veces incluso que podía morir tres o cuatro veces en la misma peli, porque eso sí, el pobre Leong siempre moría, no hay una sola que haya acabado vivo.

Albert Leong, ese es su nombre, lo de “Al” queda más artístico y pega mejor, la verdad que llamarse Albert siendo oriental suena un poco raro. Hay mucho de misterio en torno a sus orígenes, a pesar de ser un respetado cuidadano norteamericano de origen oriental muy pocas personas, solo sus allegados, saben cuándo nació, su edad es un misterio, algo que nunca ha querido desvelar, celoso de su intimidad aunque quien lo conoce bien dice de él que es un hombre muy generoso y simpático.

Sé que esta mal hacer comparaciones, no es mi intención pero podemos acercarlo a otro ya consumado icono del llamado “malo” o “villano” de los últimos años, el también cotizado Danny Trejo, que sería su homónimo latino. Si a alguien se le ocurriera juntarlos para hacer de malos en una peli, enmarcaría la cinta y la colgaría en mi salón.
Se cree que debutó una breve aparición en la película «En los límites de la realidad» (1982). Y digo “se cree” porque no hay dios (perdonen por la expresión) que realmente sepa cuando aparece en el mundillo audiovisual, porque ha participado en más casting que nadie.

A parte de su constancia, cabe destacar su mirada y sus movimientos que al parecer encandilaban a los directores de casting a la hora de elegir un buen extra, se nota que estudió coreografía y viene de la escuela de arte dramático chino, ese teatro gestual tan característico y sobresaliente en lo que a expresión corporal se refiere. Su gran mérito reside en que a pesar de que nunca tuvo relevancia interpretativa en los filmes en los que participó, hoy cuenta con un ejército de seguidores, tiene Club de Fans, por algo será.
Comenzó su carrera doblando escenas de riesgo y siempre aceptando todo tipo de trabajo por duro o arriesgado que pareciera. Su gran forma física siempre llamó la atención, y es que una de sus obsesiones es la musculación y las artes marciales.

Como antes decía siempre ha hecho de malo y siempre muere, pero cabe destacar una película que salta esa regla general, me refiero a “Cage” de Lang Elliott en 1989, aquí hasta tiene algo de diálogo que comparte con Lou Ferrigno y hasta hace de “bueno”. ). A principios y mediados de los 80 colaboró en episodios de las series «Hart y Hart», «El coche fantástico», «Magnum», «El Equipo A», «T.J. Hooker» y «MacGyver».
Ha hecho más películas que Jet Li, Jackie Chan y Bruce Lee juntos, hay que honrar de una vez por todas su figura y qué mejor que este homenaje de una leyenda viva.
Al Leong tiene lo que se pueden llamar «apariciones fugaces». Lo vemos, lo reconocemos, su bigote identificativo, su calva incipiente y su melena … Pim, pam pum! Aunque muera a los 20 segundos perdura en nuestro subconsciente… que bueno es.

Desde mitad de la década de los 80 y durante los 90 podemos decir que fue su “época dorada” en films de acción, aventuras y ciencia ficción. Pelis de culto en el mundo del video como «Golpe en la pequeña China» (1987) de John Carpenter (como un experto en artes marciales que desafía a Jake Burton (Kurt Russell) cuando éste se encuentra acorralado en un callejón), «Arma letal» (1987) de Richard Donner (dando vida a Endo, un torturador de Martin Riggs (Mel Gibson)), «Acción Jackson» (1987), «La jungla de cristal» (1988) de John McTiernan (como miembro del comando terrorista alemán), «Están vivos» (1988) de John Carpenter, «La alucinantes aventuras de Bill y Ted» (estrenada en 1989 y donde dio vida al mismísimo Gengis Kahn), «Libertad para morir» (1990), «Dark Angel: El ángel de la muerte» (1990), «Arma perfecta» (1991), «Superdetective en Hollywood 3» de John Landis, «La sombra» (1994), «Doble Dragón» (1994), «2013: Rescate en Los Ángeles» (1996) de John Carpenter, «Godzilla» (1998) de Roland Emmerich (como un marinero que es aplastado por una pezuña de Godzilla al principio del film) o «Asesinos de reemplazo» (1998).

En los 90 hasta logró algún que otro papel algo más largo como es el caso de «Rapid Fire» (1992), donde fue el malvado Minh, que se enfrentaba a Jake Lo (Brandon Lee) al final del film o colaborando en un episodio de la serie «Kung Fu: la leyenda continua».

En 2000 fue actor, director y guionista (debutando en esta dos últimas facetas) de una película de bajo presupuesto titulada «Daddy Tell Me a Story…». A principios del siglo XXI colaboró en episodios de las series «Aquellos maravillosos 70», «Al otro lado», «24» y «Deadwood». En 2002 hizo otro breve papel como maestro asiático en «El Rey Escorpión» y en 2004 intervino en la película de serie B «Forbidden Warrior, «El chico de oro» (1986), «Black Rain» (1989) de Ridley Scott, «Doble impacto» (1991), «Hot Shot 2» (1993), «Arma letal 4» (1998) de Richard Donner, «El planeta de los símios» (2001) de Tim Burton, «Fantasmas de Marte» (2001) de John Carpenter (2001), «Daredevil» (2003) o «Hostage» (2005) de Richard Donner. En 2007 actuó en la película «Confessions of an Action Star». Como dato curioso podemos señalar que en 1997 fue productor asociado de un film de bajo presupuesto titulado «Tuff Luk Klub».

Y me dejo muchas otras… pero más o menos esto es lo destacable. En fin que por lo menos a partir de ahora lo de “El chino de las pelis” que hace de malo ya tiene nombre y merecidamente merece un sitio entre los grandes del cine, porque siempre se codeó con ellos… y¡¡ Merece un sitio ya hombre!!

AL LEONG, incombustible. Desde aquí le brindo mi homenaje.

Paul Scofield, un grande discreto.


Su registro shakespeareano fue de lo mejor que dió la gran pantalla y el pequeño teatro de sueños que de forma elegante nos brindó su británica talla, a sus 86 años la leucemia acabó con su vida, no con su obra ni con su recuerdo.
Hizo pocas películas aun después de ganar un Oscar por su interpretación del estadista de la Casa de Tudor Sir Thomas More en 1966. Fue actor de teatro por inclinación y por dotes, que incluyeron un rostro dramático de facciones muy marcadas y una voz inolvidable comparada con el encendido de un Rolls Royce o el ruido sordo de un cañón de órgano, tubular de fábula en el sonido de eco del último recodo de la catedral del dramatismo.

“Con magnificencia, Scofield se sumerge en su papel, lo minimiza y de algún modo muestra los pensamientos íntimos de un hombre destinado a la santidad»’, escribió la revista Time, sobre este figura del toreo dramaturgo.

El actor Richard Burton, una vez considerado el heredero natural de Laurence Olivier y John Gielgud en las tablas británicas, dijo que fue Scofield quien merecía el sitial.

“De los 10 grandes momentos del teatro, ocho son de Scofield”, afirmó.

(Gran interpretación en «El tren»)
Scofield fue un astro inusual: un hombre de familia que pasó la mayor parte de su vida a pocas millas de su ciudad natal en el sur de Inglaterra y que corría a casa al salir del trabajo para reunirse con su esposa y sus hijos, fue cálido, familiar y no muy viajero, la estancia en demasia alejado de su hogar no era de su agrado.

No buscó la atención pública, dio pocas entrevistas y a veces parecía necesitar ser persuadido para atreverse a salir, incluso al teatro que tanto quería.

Sin embargo, en 1992 insistió en una entrevista con The Sunday Times que “mi soledad es un mito…. Sí, he rechazado muchos trabajos. A mi edad uno debe ser selectivo, pero la idea de que ya no me pueden molestar para actuar es absurda. Actuar es lo único que sé hacer. Un actor: eso es todo lo que soy”.

Según reportes, a Scofield se le ofreció el título de caballero, pero lo rechazó.

“Simplemente no es un aspecto de la vida que quisiera”, dijo una vez. “Si uno quiere un título, ¿qué tiene de malo el de «Señor».?”.

En 2001, empero, fue nombrado Compañero de Honor, uno de los principales honores del país, limitado a 65 personas en vida.

Su temperamento, de igual modo, era inesperado para un actor que permaneció en la cima de su profesión. “Es un hombre tan bueno, tan humano y decente, y curiosamente desprovisto de ego”, dijo el director Richard Eyre, ex director artístico del Teatro Nacional de Gran Bretaña.

“Todo el orgullo que tiene se canaliza a través de lo que hace brillantemente”.

David Paul Scofield nació el 21 de enero de 1922 en el pueblo en Hurstpierpoint, a 12 kilómetros de la costa sur de Inglaterra.
Cuando se casó con la actriz Joy Parker en 1943, la pareja se estableció apenas a 16 kilómetros al norte, en el pueblo de Balcombe, donde tuvieron un hijo y una hija y donde Scofield estaba a una distancia cómoda del circuito teatral londinense West End.

Scofield estudió en la Escuela de Teatro Croydon Repertory y en la Mask Theater School de Londres previo a la Segunda Guerra Mundial. Excluido del servicio militar por razones médicas, salió de gira en obras teatrales, entreteniendo a las tropas y actuando alrededor del país.

Durante los años 40 trabajó en Londres y Stratford, en obras de Shakespeare, Shaw, Steinbeck y Chekhov.

Como veinteañero, trabajó con el director Peter Brook, con quien salió de gira como Hamlet en 1955. La colaboración incluyó la adaptación teatral de “The Power and the Glory” de Graham Greene en 1956, y Gielgud dijo que la de Scofield fue la mejor actuación.

Al gran éxito de “A Man for All Seasons” siguió otro en 1979: el papel de Salieri en “Amadeus”.

Sus últimas apariciones en las tablas incluyeron “Heartbreak House” en 1992 y la producción del Teatro Nacional de “John Gabriel Borkman” de Ibsen en 1996.

Su filmografía incluye “A Delicate Balance” de Edward Albee en 1974, la producción de Kenneth Branagh de “Henry V” en 1989, en la que interpretó al rey de Francia; “Quiz Show”, la cinta de Robert Redford sobre un escándalo televisivo en los años 50, en el que hizo el papel del poeta Mark Van Doren; y la adaptación de 1996 de la obra de Arthur Miller “The Crucible”.

Paul Scofield, un grande discreto que tan solo fue un gran actor, nada más y nada menos.
http://es.youtube.com/watch?v=Fuw4PZMB14Q

Anthony Minghella, el desierto de la fecundidad.


De poco hizo mucho, fue oasis que a mares inundó la tragedia de una vida enamorada, llorando gestos de amor en el paisaje soleado de vuelos de avioneta. Fue recuerdo de bailes de salón de perfumados aventureros en el abismo del riesgo. El dolor del corazón siempre superó el físico que como preludio de final esperado actuaba de malheducado huesped que forzaba la memoria del pasado.

«Yo no ruedo una historia de amor o una batalla; la vivo». Su frase moldeó ese perfil de ávido lector, hizo magia, lo consiguió. Su éxito residió en el aprendizaje de todo lo que le rodeaba, todo le interesaba y desde el respeto caminó en sus líneas hechas celuloide.

Su hijo Max se enteró de tan trágica noticia cuando trabajaba junto a Amenabar en la épica obra «Agora» rodada en Egipto, recoge el testigo de un padre orgulloso continuando el sueño mágico de su existencia.

54 años, juventud que a borbotones se escapó tras una complicación médica, hemorragia que ahogó su genialidad para dejarla intacta en nuestro recuerdo.

Anthony Minghella, un romántico soñador que de forma exquisita fue paciente con nosotros para ser inglés, de origen italiano y ciudadano del cine en el desierto de nuestro celuloide planeando en paisajes de amor.

Descanse en paz.

Ánimo y fuerza para Patrick Swayze.

En la retina nos dejó un baile inolvidable y poco convencional, en 1987 Dirty Dancing marcó una época a nivel comercial, uno de esos taquillazos para siempre recordado por la memoria adolescente de aquellos años ochenta, la dualidad efectiva de un Swayze de moda sex symbol, que adornaba carpetas de medio mundo estudiantil, y una poco agraciada y casi olvidada Jennifer Grey inmortalizada con aquel salto de ángel en suspensión, contaba por entonces con 27 años, él con 32. Hoy Patrick Swayze a sus 55 lucha contra un Cáncer de Páncreas, todavía con el ritmo joven de sus pasos de baile combate en cada movimiento contra tal terrible danza. Después moldeó barro con aquella Demi Moore de triste amor y eterna nostalgia, Ghost es un fantasma vivo que nos hace ser optimistas en el camino hacia la otra vida, algo que Patrick ya sabe desde hace mucho tiempo y que hoy reflexiona afrontando el coraje y la lucha ante la enfermedad.

Hoy desde aquí te damos fuerza para seguir bailando en tarimas de románticos acordes bajo el ritmo de aquella energía que nos transmitiste, hoy la necesitas, hoy combates el mañana. Todavía queda mucho barro que moldear.

“She’s like the wind” escucho ahora tu canción, en el viento de tu recuerdo y nuestra memoria.

Willem Dafoe en Donosti.


Se cumplen 20 años de una anécdota poco conocida y francamente curiosa.

Scorsese dirigió en 1988 la polémica película “La última tentación de Cristo” protagonizada por Willem Dafoe. El actor presentó en San Sebastián dicho film en un pase especial que arrancó a las doce de la noche finalizando a las tres de la mañana. Parece ser que Dafoe no tenía muchas ganas de irse a dormir y propuso al entonces presidente del festival Diego Galán ir de copas, más concretamente a una discoteca ubicada en el monte Igueldo. El caso es que Galán a pesar de su cansancio como buen anfitrión decidió satisfacer los impulsos bailongos de don Willem, que no solo tenía ganas de bailar, sino también de ligar con las jóvenes donostiarras, amenazando con no moverse hasta el amanecer, muy a pesar de Galán. Éste tuvo entonces una idea, propuso al actor en medio de la noche, acercarse a un bonito mirador de Igueldo mientras fumaban… ejem 🙄 un “cigarrillo” de esos humeantes, cosa que aceptó de lleno el actor norteamericano.

Fue entonces cuando se produjo un comentario antológico por parte del actor, y es que mientras fumaba vió la imponente estatua del Cristo del Monte Urgull, al otro lado de la Bahía de la Concha, y tras un breve silencio dijo:

«Aquí si que sabeis promocionar una película» y es que ¡¡Creía que la estatua era publicidad de su peli!!, el ataque de risa de Diego Galán fue mayúsculo y Dafoe cayó en la cuenta, pero la noche no había acabado y Willem rió el último cuando de camino al hotel y casi llegando a la puerta reclutó a una de sus fans cerrando una noche redonda que, parece ser culminó en su habitación.
Una curiosa anécdota, sin duda 😀

Saludos cinéfilos–