12
Mar 19

Salvemos Vietnam

Inda, Casado y Rivera acuden al rescate de Esparza, dispuesto a sacrificar UPN para salvar a Navarra. Aunque igual es al revés

una de las ventajas de no tener ideología es que te puedes adaptar fácilmente a las circunstancias. Basta con ver la política de pactos de Pedro Sánchez o los fichajes electorales de Albert Rivera, que vino a regenerar la política y ha acabado reciclando políticos. Y algo ha debido aprender Javier Esparza de sus visitas a Madrid, que el Navarrísimo ha pasado de “defender con todas sus fuerzas el Fuero” porque Ciudadanos porque “lo quiere eliminar”, a irse con ellos de excursión electoral.

Porque Esparza de ideología no tendrá, pero de matemáticas sabe un rato y ha visto que la cosa no le pintaba precisamente bien en Navarra. Que cuatro rapaces picando en el mismo saco le auguraban un futuro bastante negro. Y una cosa es seguir en la oposición y otra que te dejen hacerlo con 13 escaños.

Porque así como la izquierda siempre ha tenido partidos y facciones capaces de discutir hasta por el color de un yogurt natural, la derecha siempre ha sido muy pragmática, sobre todo a la hora de votar, y con cuatro papeletas lo mismo la gente se hacía un lío. Que está acostumbrada a ir a las urnas después de recibir la homilía dominical. Y aunque el Anticristo ya saben quién es, distinguir al Salvador entre tanta bandera española se había convertido en un follón. Así que coalición por Navarra y que Viva España.

La cosa ha sido fácil. Ni siquiera han tenido que debatir el programa electoral, que eso luego no se lo lee nadie. Y como son todos primos-hermanos de Aznar, tampoco hace falta. Solo ha sido necesario un poco de generosidad y mucha mala memoria. Que el pasado está para olvidarlo y a partir de ahora van a ser todos foralistas de cuna. Todavía veremos a Albert Rivera decir que, en el fondo, él siempre ha sido un carlista de corazón.

Porque quién se acuerda ya de que Ciudadanos quería “eliminar el régimen fiscal de Navarra y la CAV”, o que todavía va diciendo por ahí que la aportación al Estado no es ni “razonable” y ni “transparente”. Que aquí hasta la mejor monja se tira un pedo y a ver qué partido no ha cuestionado alguna vez el régimen foral o ha pedido una recentralización de competencias. Miremos al futuro y pelillos a la mar. Se le firma un papel a Esparza y a correr, que Rivera es de fiar y será generoso con Navarra cuando le hagamos ministro de Hacienda.

Lo resumía bien el exconsejero Javier Marcotegui, que venía a pedir a los suyos que no se vuelvan locos con eso del Fuero y el régimen foral, que tampoco es para tanto. “Es cierto que algunas de sus declaraciones pretéritas podrían resultar incompatibles con la coalición que festejamos”. Pero el “deseo de eliminar el Convenio Económico” y “la relación bilateral Navarra-Estado” son para Marcotegui “cuestiones de rango inferior” a la que nos importa de verdad. Y que no es otra que la desaparición de Navarra “como sujeto político diferenciado”. Mucho mejor apartar estas minucias “en estos delicados momentos para encontrar un punto de encuentro”, que la ley D’Hont es “una trituradora de votos”. Así que a la mierda el régimen foral si con eso sacamos a los herejes del Gobierno. Que las demás comunidades serán más pobres pero al menos no hablan euskera.

Esto, por supuesto, es provisional. Ya lo dijo Casado en su visita relámpago a Pamplona: “No se dan las condiciones para transferir Tráfico a Navarra”. Ni para Tráfico ni para nada, claro. Y si acaso nos volvéis a preguntar cuando aprendáis a votar, que os lo hemos puesto fácil esta vez.

Porque mira si tienen mala idea Barkos y sus secuaces que para acabar con Navarra han conseguido que UPN pacte con quienes la quieren asimilar al resto de comunidades. Todo, claro, sería mucho más sencillo si los navarrísimos gobernasen en Navarra y los españolísimos en Madrid. El autogobierno sería guay, los de Institución Futuro serían gente feliz y las mujeres serían feministas liberales como las quiere Ciudadanos, acicaladas pero formales. Hasta Ana Beltrán sería ministra del Gobierno de España.

Esto último va en serio, que lo dice Eduardo Inda en la crónica de guerra que ha escrito tras su última visita a Alsasua. Un relato estremecedor a cuenta de la entrevista que se le ha ocurrido hacer en el bar Koxka a Pablo Casado, y que lleva por título Vuelta a Vietnam, lo que da una idea de por dónde va una película que viene ni que pintada al Apocalipsis Foral. Que empieza inventándose cosas como que todos los carteles de las carreteras están en euskera y que acaba relatando que “media hora más encerrados allí y tal vez no lo hubiéramos contado”.

Una intrigante y divertida novela de ficción sobre “el ser o no ser de la segunda nación más antigua de Europa”, que por lo visto es lo que nos jugamos aquí el próximo 26 de mayo. Y en la que Alsasua aparece como “un pueblo del Lejano Oeste” poblado por “basura humana que lleva la maldad escrita en la cara”. Jodidos charlies.

Pero tampoco nos vamos a poner exquisitos ahora. Si a Ciudadanos le perdonamos que se quiera cargar el régimen foral y a Casado que les quiera poner cofia a las mujeres, tampoco vamos a pedirle a Inda que cuente la verdad. Que Navarra será pequeña pero da para que muchos vivan del cuento. Aunque para ello haya que jubilar las siglas a UPN.


26
Feb 19

Varados en Colón


Cuantos más partidos salen por la derecha más difícil es distinguirlos. Ya ni siquiera a UPN, que hasta vota en contra de asumir competencias

No se está siendo nada justo con las derechas en España. Que tendrán sus cosillas, así como un poquito ultras, pero en el fondo son gente generosa. Lo comparten casi todo. Lo mismo intercambian candidatos que se copian el discurso. Sobre todo desde que se juntaron en Colón. Algo debió pasar allí, entre codazo y codazo para salir en la foto, porque se han mimetizado tanto que no hay manera de distinguirlos.

Ni siquiera a UPN, difuminado entre tanta bandera ahora que va por ahí compitiendo con el PP, Ciudadanos y Vox en ver quién defiende más la unidad de España. Y disputar eso con quien está planteando recortar tu autogobierno no es fácil. Así que les ha dado por votar en contra de que las comunidades asuman nuevas transferencias, aunque estén recogidas en su estatuto de autonomía. “Votamos en contra del independentismo”, se justifica Esparza después del run-run que se ha montado en el partido, alegando que como lo pide el PNV seguro que es para romper España.

El problema es que una cosa es lo que dice UPN que votó y otra lo que votó UPN. Porque la propuesta del PP es bien clarita cuando dice que “cada vez que se aumentan las competencias a una comunidad autónoma se rompe la igualdad de los españoles”. Y si había dudas ya se encargó ayer de aclararlas Pablo Casado planteando una “moratoria” para las comunidades “desleales” que son, por supuesto, las que no le votan a él.

Algo que no parece importarle mucho a UPN, que mientras decide si va en coalición con el PP se ha subido a la moto que pilota Aznar-Vader hacia la Moncloa a ver si entre todos se reparten el pastel. Y si al final no les salen las cuentas, ya se buscarán un enemigo común para seguir dándole al pataleo. Que tampoco es que sean muy exigentes en eso, que para su política de reproches, insultos y desprecio lo mismo les vale Sánchez, Barkos, Puigdemont que Maduro o Espinete. Porque Espinete es la clara muestra de la ideologización radical de género que impone la izquierda cuando gobierna. Un animal de sexo indefinido, que va siempre desnudo y solo se pone el pijama para dormir. Y encima rosa.

El chandrío es de tal calibre que los niños y niñas adoctrinados con Barrio Sésamo y la Bola de Cristal hoy gobiernan las instituciones navarras, y se han puesto a preguntar a los chavales de 10 a 12 años sobre su identidad sexual. Y como una de las preguntas plantea si se identifican con “chico”, “chica” o con “otra opción”, la derecha se ha imaginado cualquier inmoralidad y le ha dado un tabardillo. “¿Otra cosa que es? ¿Un ornitorrinco?”, preguntaba indignada Ana Beltrán. Que para esta gente todo lo que no sea el sexo como mandó el Señor se aproxima a la zoofilia.

La crisis evidentemente es a escala nacional. Así que Vox ya se ha puesto manos a la obra en el Parlamento andaluz y ha pedido la lista de las personas que trabajan en el Gobierno regional en las políticas de igualdad. Por lo visto, tienen la sospecha fundada de que muchos funcionarios son “meros agentes políticos de la izquierda dedicados a potenciar y promocionar la industria de género”, que es casi peor que la industria del porno y la sodomía.

Algunos se han llevado las manos a la cabeza porque temen que lo que en realidad pretende Vox es hacer públicos sus nombres para estigmatizar las políticas de igualdad y desacreditar a sus profesionales, que es uno de sus principales objetivos como partido. Y eso, si no es una purga ideológica, se le parece mucho. Hasta el iracundo PP de Casado se está pensando negarles los datos a esta gente, que esta muy loca y lo mismo le montan un espectáculo en plena campaña.

Porque, ¿cómo se puede pretender señalar con nombres y apellidos a los técnicos de igualdad en busca de un rédito político? ¿En qué cabeza cabe semejante crueldad? Pues en la de Beltrán, claro, que para eso fue pionera en el linchamiento público de los redactores de Skolae por su ideología. Y en la de Alberto Catalán, que también se ha dejado arrastrar por esa espiral destructiva en la que han entrado las derechas, hasta el punto de salir en rueda de prensa a denunciar que detrás de las políticas de igualdad del Gobierno hay personas “próximas a Geroa Bai” y hasta “la madre de una concejala de Bildu”, lo que es la prueba definitiva del mal absoluto.

Y no puede ser que esta gente se crea que tiene derecho a gobernar solo porque ha ganado las elecciones. Es más, es que llevan cuatro años tomando decisiones contra el criterio de UPN, que es el único que vale y todo lo demás es imposición. Así se lo dijo Javier Taberna al rey, donde denunció que su ausencia en los premios Príncipe de Viana es una decisión “anacrónica, contradictoria y maleducada”, y que además “ha dolido a la mayoría de los navarros”. No hay más que salir a la calle para ver la indignación social.

Iba tan crecido el presidente de la Cámara de Comercio, esa que “nunca se mete en política” y que tan cariñosa se vuelve cuando toca hablar de subvenciones, que hasta se atrevió a pedir un cambio de Gobierno en Navarra. Oye, que no todos los días visita uno al rey ni le ponen un micro en Madrid. Y Taberna siempre ha sido de aprovechar las oportunidades.

Si 21 años después de la comida de Las Pocholas, en la que los amigotes de UPN se repartieron la Caja y el Gobierno, es el único que sigue dándonos lecciones será por algo. Que siempre ha sabido arrimarse a donde más calienta el sol y ahora que falta poco para las elecciones toca hacer méritos. Así que a nadie le extrañe si al final acaba saltando del barco de Colón cuando entre Aznar y Vox lo estrellen contra la extrema irrelevancia. Todavía le oiremos pontificar como Xabier Taberna en su vascuence de toda la vida.


18
Dic 18

La derecha en su laberinto

La derecha prepara el terreno para un multipartito que vaya desde Vox hasta el PSN por el bien de Navarra. Y por el de UPN, claro. Ya lo dice Javier Taberna, hace falta “gobernabilidad”

Cómo tendrán de claras las cosas en UPN que lo mismo un día aparece Íñigo Alli queriendo pactar los presupuestos con el PSOE que salta Sergio Sayas abriendo la puerta a un gobierno regional con Vox, fuerza extraparlamentaria a la que los regionalistas ya han puesto en medio del debate. Para que luego salga Javier Esparza a desmentirlos a todos diciendo que sí, que bueno, que ya si eso vamos viendo. Que me habláis todos a la vez y no me dejáis pensar.

En el fondo es normal la confusión. Porque a la derecha le están saliendo partidos como setas, y ahí no hay Dios que ponga orden. Que a ver cómo juntas en Navarra a los foralistas de toda la vida, con los que quieren recentralizar la educación, los que llaman privilegio al Fuero y ahora también con los que vienen gritando a la mierda las autonomías. Cuando iban todos en un mismo partido y el PSOE les apoyaba gratis era mucho más fácil. Ni siquiera hacía falta tener ideología.

Pero la cosa se ha complicado con las elecciones andaluzas. Y si lo de pactar con Ciudadanos ya era difícil, a ver ahora cómo justificamos lo de Vox, que encima viene comiendo espacio por la derecha. “UPN es el partido que garantiza la unidad de España”, ha empezado a decir ya Javier Esparza, como si creyera que en ese campo de juego va a competir mejor.

Por suerte, UPN cuenta con un arma secreta para competir con Vox. El diputado Carlos Salvador, que le escuchas cinco minutos y hasta Abascal te parece un moderado. “En Navarra la educación está al servicio de la ingeniería social de género”, denunciaba esta semana en el Congreso. Porque para el diputado, que en las escuelas se hable de sexo y de igualdad es “dictadura de género”. Y ya que le cambien el nombre a una avenida, el principio del fin del mundo. “Ayer era la plaza Conde de Rodezno, hoy la avenida del Ejército, y mañana será la denominación oficial de Pamplona”, alerta.

Porque efectivamente, ese es el plan. Cambiar Pamplona por Leningrado. O algo mucho peor, por Iruña. Que es lo que ha hecho la aplicación del tiempo de los Iphone para indignación de la siempre moderna y moderada derecha navarra, y que ha llevado a Ana Beltrán a sacar un comunicado culpando a Uxue Barkos. “Es un auténtico despropósito, ya no respetan ni lo más mínimo en su afán de imponer el euskera. Hasta han hecho un concurso de tortilla en euskera”, denunciaba la líder del PP un día después de que el Navarrómetro le diera el 2,2% en intención de voto y un cero patatero en escaños. “Pues vamos a seguir igual”, dijo al verlo, contenta como siempre.

Porque en esta vida lo último que hay que hacer es desanimarse. Y eso es algo que Beltrán no va a hacer aunque le pinten bastos para mayo. Hasta ha celebrado con júbilo la irrupción de Vox en Andalucía. “Es un soplo de esperanza para un cambio en Navarra”, apunta la dirigente del PP, y eso que más de la mitad de los votos han salido de caladeros de su partido.

Por algún motivo extraño, UPN, PP y sus satélites han creído que dar protagonismo a sus rivales en la derecha es la mejor forma de maximizar el resultado electoral. Que con cuatro partidos por la derecha seguro que es más fácil pactar con el PSN. Y bordeando como andan todos el 3% mínimo para entrar en el Parlamento, lo mismo acaba más de uno por debajo del límite. Así que igual es mejor no despistarlos.

CINCO EN UNO Es en realidad una simple cuestión aritmética. Ahí está por ejemplo Pablo Casado, más chulo que un ocho con el peor resultado de la historia de su partido, porque al final le dan las cuentas en Sevilla de la mano de Ciudadanos y Vox, los dos partidos que en el Universo Aznar forman parte ya del selecto club de partidos constitucionalistas, donde ya ni siquiera cabe el PSOE.

Y en Navarra de lo que se trata es de sumar 26, que luego ya apañaremos algo. Lo ha visto bien Javier Marcotegui, exconsejero de UPN, que avisa de que “ha llegado el momento para que los líderes de UPN, PP, Cs, sin olvidar a Vox y al PSN trasciendan de sus intereses personales y el de sus partidos para encontrar el constitucional común al que se deben”. Todos juntos de la mano caminando hacia el Señor en busca de un “constitucional común” que vete tú a saber qué es, pero que seguro que pasa por darle el Gobierno a UPN.

Porque, según dice, para encontrar diferencias importantes entre los cinco partidos hace falta una “lupa de mucha resolución”. Marcotegui plantea incluso “estudiar con precisión” si conviene establecer “coaliciones preelectorales” para alcanzar “el máximo número de representantes”. Porque tiene pinta de que una coalición UPN-PP-Ciudadanos-Vox-PSN es lo que necesita Navarra para seguir siendo Navarra.

Una opinión que parece compartir Javier Taberna, que de esto sabe mucho porque va camino de cumplir 30 años calentando la silla del despacho, y que esta semana apelaba “a la responsabilidad” de los ciudadanos porque el año que viene hay elecciones y “nos jugamos mucho. Está en juego nuestra propia identidad”, alerta Taberna, preocupado como está de que “nuestros principios, valores y derechos” sean sustituidos “por otros, igual de respetables, pero ajenos a nuestra historia secular”.

Y en la historia secular de Navarra lo normal es que mande UPN con los votos del PSN. Que es lo que viene a ser por aquí el “espíritu de la transición española” al que apela el gerifalte de la Cámara de Comercio, que ve necesarios “acuerdos de gobernabilidad”. Porque, si ya has dicho que con el cambio se iban a ir el 60% de las empresas y que con la reforma fiscal se iba a hundir la economía, y nada de eso ha ocurrido, qué problema puede haber en decir que un multipartito que sume de Vox al PSN va a ser mucho más estable que el cuatripartito que va camino de aprobar sus cuartos presupuestos. Que para esta gente la democracia funciona así. O gobiernan ellos o nada es gobernable. Y si no ya se encargan ellos de que parezca ingobernable.