26
Mar 19

Todos juntos y a lo loco


Para salvar Navarra del apocalipsis los foralistas se han unido a los antiforalistas y han puesto de candidato al militante que llamaba chorizo al otro socio de la coalición

Estas cosas nunca sabes cómo acaban. Que la gente es muy puñetera y basta que te digan que los de Vox son unos fascistas para que los navarros de la Navarra la buena vayan a votarles en masa. Así que habrá que esperar para ver si el cóctel electoral que se ha montado Esparza le alcanza como para tocar pelo. Pero de lo que no hay duda es de que la cosa pinta divertida. Porque entre que había mucha prisa por cerrar el pacto y que a esta gente siempre le han preocupado más los puestos que el contenido, la cosa ha quedado sin definir y un poco loca.

Algo se debía oler Rivera cuando vino a Pamplona a jurar el Fuero. Que si París bien vale una misa, dos escaños en el Congreso merecen al menos una firma en un papel. Aunque tenga menos credibilidad que su promesa de que no va a pactar con el PSOE. Que tampoco iba a hacer presidente a Rajoy por la corrupción y luego le aprobó hasta los presupuestos. Así que por si acaso, acto sin preguntas y pies para qué os quiero que me vuelvo a Madrid.

No se había ni montado en el coche cuando el responsable económico del partido ya estaba celebrando que UPN por fin reconoce que el Convenio Económico ni es transparente ni solidario. “Se puede lograr un sistema justo si el cálculo es correcto. Eso no sucede aún. Con nuestro acuerdo, logramos el apoyo de UPN para esa posición”, apuntaba Luis Garicano, que por si habían quedado dudas remataba la faena a primera hora en la Cadena Ser. “Si hay reforma constitucional Ciudadanos defenderá la supresión del régimen foral”. Boom.

Garicano ya venía caliente porque Rivera le había intentado tangar las primarias en Castilla y León con una tránsfuga del PP. Y esto de comerse el Fuero en plena campaña de las europeas pues como que no le acaba de hacer mucha gracia, que Vox viene apretando tuercas.
Pero aquello sonaba a choteo. Así que UPN tubo que sacar rápidamente a los servicios de emergencia en forma de mensajes en Twitter en plan: Hey, que no es lo que parece. Hasta Ana Beltrán salió al paso a decir que todo el mundo tranquilo que ya se encarga ella de hacer frente al antiforalismo centralista. Incluso la cuadrilla que por aquí tiene Ciudadanos nos quiso convencer de que el jefe de Economía del partido y candidato en las elecciones europeas es un mindundi que no se entera de nada. “La opinión de Garicano no representa la posición de Ciudadanos”, ratificaron después los de UPN, que llevan una semana reinterpretándonos lo que de verdad piensan los líderes de Ciudadanos.

La cosa, claro, no ha quedado ahí. Porque a la peña por España no le ha gustado mucho el repentino foralismo de Rivera, que no hace ni cuatro meses andaba votando en contra de Cupo. Y como las encuestas les pintan un futuro más negro que a la pasarela del Labrit, ahora no hay acto en el que no salgan a decir en plan chulapo madrileño que los navarros pagamos poco pero que ya nos lo van a arreglar. Que si en su pacto con UPN han puesto que la aportación al Estado se tiene que negociar con “transparencia” y “lealtad” será por algo.

Porque lo que a Ciudadanos no se le puede negar estos días es coherencia, que todos sus dirigentes apuntan en la misma dirección. “Si los principios pactados con UPN se aplican efectivamente estaremos más cerca de la igualdad fiscal entre los españoles”, señala el responsable de política fiscal del partido, Francisco de la Torre. “Por primera vez se incluye en un acuerdo con UPN que el cálculo de la aportación que Navarra hace al Estado tiene que ser solidario. Eso nunca lo había hecho el PP”, celebra Rivera.

Son como ese amigo que viene a tu casa a cenar y que al acabar se pira pidiéndote que le pagues la gasolina que con la casa tan guapa que tienes seguro que te sobra el dinero. Y eso a la derecha navarra como que le da bastante igual. Que si le votaron a Del Burgo cuando andaba buscando ácido bórico en los trenes de Atocha no se van a asustar porque Rivera nos llame insolidarios. A fin de cuentas, el foralismo de UPN nunca ha sido otra cosa que un antivasquismo pintado de rojo, y ahí Ciudadanos ofrece pocas dudas de que si puede llevará al gulag a los vascos que tienen ocupado el Palacio de Navarra. Ya lo dijo Carlos Herrera en la Cadena Cope, “en Navarra los malos está muy claro quiénes son y están muy unidos”. Y no lo decía precisamente por el trifachito.

Si tendrán seguro que les van a votar de todas formas, que han puesto de candidato al militante Sergio Sayas, un chaval que lo mismo te valdría para el PP que para Ciudadanos si no fuera porque a los primeros les ha acusado de “mangonear en media España” y a los segundos de ser “más marketing que ideología”. Nos lo explicaba bien la liberal reconvertida al foralismo que encabeza la lista al Senado. Lo prioritario es “aglutinar el voto constitucionalista para echar a los nacionalistas del Gobierno”. Primero trincamos el poder y del programa ya si eso hablamos otro día.

Porque por muy centralista que sea Casado, por mucho que Rivera nos quiera subir la aportación y por mucha propuesta fascistoide que en su desesperación electoral puedan plantear de aquí a las elecciones, al final todos los votos irán a la misma urna. Y eso vale más que tener una ideología. Sobre todo si tus nuevos socios en Madrid te hacen el trabajo sucio. Que un agostazo no se cocina solo y vete tú a saber con quién acaba pactando Sánchez después de las elecciones.


12
Mar 19

Salvemos Vietnam

Inda, Casado y Rivera acuden al rescate de Esparza, dispuesto a sacrificar UPN para salvar a Navarra. Aunque igual es al revés

una de las ventajas de no tener ideología es que te puedes adaptar fácilmente a las circunstancias. Basta con ver la política de pactos de Pedro Sánchez o los fichajes electorales de Albert Rivera, que vino a regenerar la política y ha acabado reciclando políticos. Y algo ha debido aprender Javier Esparza de sus visitas a Madrid, que el Navarrísimo ha pasado de “defender con todas sus fuerzas el Fuero” porque Ciudadanos porque “lo quiere eliminar”, a irse con ellos de excursión electoral.

Porque Esparza de ideología no tendrá, pero de matemáticas sabe un rato y ha visto que la cosa no le pintaba precisamente bien en Navarra. Que cuatro rapaces picando en el mismo saco le auguraban un futuro bastante negro. Y una cosa es seguir en la oposición y otra que te dejen hacerlo con 13 escaños.

Porque así como la izquierda siempre ha tenido partidos y facciones capaces de discutir hasta por el color de un yogurt natural, la derecha siempre ha sido muy pragmática, sobre todo a la hora de votar, y con cuatro papeletas lo mismo la gente se hacía un lío. Que está acostumbrada a ir a las urnas después de recibir la homilía dominical. Y aunque el Anticristo ya saben quién es, distinguir al Salvador entre tanta bandera española se había convertido en un follón. Así que coalición por Navarra y que Viva España.

La cosa ha sido fácil. Ni siquiera han tenido que debatir el programa electoral, que eso luego no se lo lee nadie. Y como son todos primos-hermanos de Aznar, tampoco hace falta. Solo ha sido necesario un poco de generosidad y mucha mala memoria. Que el pasado está para olvidarlo y a partir de ahora van a ser todos foralistas de cuna. Todavía veremos a Albert Rivera decir que, en el fondo, él siempre ha sido un carlista de corazón.

Porque quién se acuerda ya de que Ciudadanos quería “eliminar el régimen fiscal de Navarra y la CAV”, o que todavía va diciendo por ahí que la aportación al Estado no es ni “razonable” y ni “transparente”. Que aquí hasta la mejor monja se tira un pedo y a ver qué partido no ha cuestionado alguna vez el régimen foral o ha pedido una recentralización de competencias. Miremos al futuro y pelillos a la mar. Se le firma un papel a Esparza y a correr, que Rivera es de fiar y será generoso con Navarra cuando le hagamos ministro de Hacienda.

Lo resumía bien el exconsejero Javier Marcotegui, que venía a pedir a los suyos que no se vuelvan locos con eso del Fuero y el régimen foral, que tampoco es para tanto. “Es cierto que algunas de sus declaraciones pretéritas podrían resultar incompatibles con la coalición que festejamos”. Pero el “deseo de eliminar el Convenio Económico” y “la relación bilateral Navarra-Estado” son para Marcotegui “cuestiones de rango inferior” a la que nos importa de verdad. Y que no es otra que la desaparición de Navarra “como sujeto político diferenciado”. Mucho mejor apartar estas minucias “en estos delicados momentos para encontrar un punto de encuentro”, que la ley D’Hont es “una trituradora de votos”. Así que a la mierda el régimen foral si con eso sacamos a los herejes del Gobierno. Que las demás comunidades serán más pobres pero al menos no hablan euskera.

Esto, por supuesto, es provisional. Ya lo dijo Casado en su visita relámpago a Pamplona: “No se dan las condiciones para transferir Tráfico a Navarra”. Ni para Tráfico ni para nada, claro. Y si acaso nos volvéis a preguntar cuando aprendáis a votar, que os lo hemos puesto fácil esta vez.

Porque mira si tienen mala idea Barkos y sus secuaces que para acabar con Navarra han conseguido que UPN pacte con quienes la quieren asimilar al resto de comunidades. Todo, claro, sería mucho más sencillo si los navarrísimos gobernasen en Navarra y los españolísimos en Madrid. El autogobierno sería guay, los de Institución Futuro serían gente feliz y las mujeres serían feministas liberales como las quiere Ciudadanos, acicaladas pero formales. Hasta Ana Beltrán sería ministra del Gobierno de España.

Esto último va en serio, que lo dice Eduardo Inda en la crónica de guerra que ha escrito tras su última visita a Alsasua. Un relato estremecedor a cuenta de la entrevista que se le ha ocurrido hacer en el bar Koxka a Pablo Casado, y que lleva por título Vuelta a Vietnam, lo que da una idea de por dónde va una película que viene ni que pintada al Apocalipsis Foral. Que empieza inventándose cosas como que todos los carteles de las carreteras están en euskera y que acaba relatando que “media hora más encerrados allí y tal vez no lo hubiéramos contado”.

Una intrigante y divertida novela de ficción sobre “el ser o no ser de la segunda nación más antigua de Europa”, que por lo visto es lo que nos jugamos aquí el próximo 26 de mayo. Y en la que Alsasua aparece como “un pueblo del Lejano Oeste” poblado por “basura humana que lleva la maldad escrita en la cara”. Jodidos charlies.

Pero tampoco nos vamos a poner exquisitos ahora. Si a Ciudadanos le perdonamos que se quiera cargar el régimen foral y a Casado que les quiera poner cofia a las mujeres, tampoco vamos a pedirle a Inda que cuente la verdad. Que Navarra será pequeña pero da para que muchos vivan del cuento. Aunque para ello haya que jubilar las siglas a UPN.


07
Mar 19

Escenas de matrimonio

UPN y PP rompen los papeles del divorcio y se arrejuntan mientras no logran esconder los celos por la posible transferencia de Tráfico

España se rompe. Así, sin matices. Lo dice UPN, que culpa además al Gobierno de Navarra porque ha pactado con el Gobierno central recuperar la competencia de Tráfico. Esa que antes querían pero ya no. No al menos si la consiguen otros. “UPN no apoyará a gobiernos como el de Uxue Barkos que quieren tener más competencias para romper España”, proclamaban esta semana los regionalistas a tiempo parcial, que han leído en el OK Diario que “Sánchez ya negocia con Barkos burlar al Constitucional en la ley que expulsa a la Guardia Civil de Navarra” y han salido a la calle a gritar ¡Fuego! ¡¡¡Fueeeegooo!!!

El digital de Eduardo Inda, que tiene menos rigor que los informes de Institución Futuro, mezclaba en realidad dos noticias. El recurso a la nueva Ley de Policías que el Gobierno del PSOE amenaza con llevar al Constitucional, con el vuelva usted mañanacon el que el presidente Sánchez le ha contestado a la presidenta Barkos a cuenta de un traspaso al que se comprometió en octubre, que se iba a realizar en enero y que como resulta que hay elecciones en abril pues ya no da tiempo. “En dos meses es complicado hacerlo”, justifica María Chivite, que lamenta de corazón no darle al Gobierno este tanto en víspera electoral. Más o menos como las inversiones que el Ministerio iba a autorizar pero que ya no se sabe muy bien dónde están porque las cosas que dan votos a los demás se olvidan fácilmente.

La polémica ha surgido esta vez porque el PNV ha reconocido haber aprovechado sus negociaciones con el PSOE en Madrid para mediar entre Barkos y Sánchez. Y eso ha puesto colérica perdida a la derecha navarra, que cada vez que va de excursión a Madrid vuelve más española y menos foral. “Cuando decimos que Navarra está en riesgo de desaparecer y que verdaderamente existe un serio peligro para la unidad de España y para Navarra es porque es cierto”, denuncia Ana Beltrán, que ha visto en la competencia de Tráfico la prueba definitiva de que el eje del mal se ha hecho también con la Moncloa.

No se han quedado lejos los de UPN, que como últimamente van faltos de ideas les ha dado por ir copiando lo que oyen por ahí. Y ya lo dijo Carlos Pérez-Nievas, el convergente reconvertido a ciudadano centralista, para qué queremos el autogobierno si no lo controlamos nosotros. “Es inaceptable que el nacionalismo vasco quiera entrometerse de esa manera en el devenir, en la historia y en las competencias de esta tierra”, denuncia Esparza, que se pregunta “qué hace el PNV hablando sobre Navarra”.

Porque oye, Navarra es suya que se la han pedido primero. Y al resto solo nos dejan mirar si no tocamos nada. Eso sí, UPN puede meterse en el jardín de los demás cuando le da gana, incluso para mearse en él si le apetece que España sí es de todos. Así que pueden exigir que el Estado no ceda nuevas competencias a la CAV, que se aplique el 155 a Catalunya e incluso se puede montar una comisión parlamentaria para debatir qué día puede ser fiesta en Euskadi. Por poner tres ejemplos recientes. Eso, por supuesto, no es ninguna injerencia. Faltaría más.

El tema de Tráfico les ha escocido tanto que Esparza ha tenido que salir corriendo a apuntarse como un éxito propio la firma del nuevo convenio laboral en Volkswagen entre la empresa y UGT-CCOO. Porque que fue él quien logró el compromiso verbal de un presidente que ya no ejerce de que sería generoso con unas prejubilaciones que no están garantizadas y que según la nueva ministra no tienen presupuesto. Pero tampoco hay que ser exigentes. Tráfico no traerán, pero al menos se hacen muchas fotos con el PP en Madrid.

Y las que se van a hacer ahora que llegan las elecciones. Que entre tanta competencia Esparza y Beltrán han decidido deshacer los papeles del divorcio y arrejuntarse otra vez ahora que Casado ha moderado el PP y busca la concordia en España. Porque, a parte de la corrupción, el máster, los martillazos al disco duro, el centralismo, los insultos, el antifeminismo y los guiños continuos a la ultraderecha, ¿qué partido puede generar más ilusión en Navarra que el PP?

Total, que los de UPN se han subido al barco de Casado con más melancolía que ilusión a ver si hay suerte y una carambola los saca del agujero. Que llevan casi cuatro años en la oposición y no saben cómo levantar cabeza. Porque si algo ha dejado claro en esta legislatura es que gobernar es difícil, pero más lo es hacer oposición.

Sobre todo cuando estás acostumbrado a mandar como si el poder fuera tuyo por designación divina y todo lo que hace el Gobierno te parece imposición y sectarismo. Así que luego te montas unas jornadas y lo mismo te sale la directora general que pilotó los recortes y las privatizaciones en la sanidad pública a lamentar que “hemos perdido cuatro años para cambiar el modelo sanitario”, que te aparece un supuesto experto en educación a decir que con el modelo D “hay ciudadanos que no dominan a la perfección el castellano”. Para que al final salga el jefe del partido a pedir que la educación y la sanidad queden “al margen de cualquier tipo de politización y uso partidista”. Lo que tiene su gracia después de cuatro años de tierra quemada en todos los ámbitos donde han metido la patita. Porque serán cínicos, pero al menos lo ejercen sin complejos.