Si hay alguna palabra que nos vamos a hartar de oír en la ya inminente campaña electoral para el Parlamento de Navarra esa es, sin duda, la palabra cambio. El problema es que, una vez más, no todos entendemos lo mismo por cambio, por lo que no estaría de más saber que entiende por cambio cada una de las fuerzas políticas que optan a ocupar algún escaño en la cámara Navarra, y que si hacemos caso a las últimas encuestas, van a ser unos cuantos.
Es evidente, por otra parte, que la previsible atomización del Parlamento Foral fuerce a un gobierno de pacto entre más de dos fuerzas políticas so pena de vernos abocados a unas nuevas elecciones, la tan mencionada segunda vuelta, allá por el mes de octubre. Segunda vuelta de resultado todavía más incierto que las próximas elecciones de mayo, más que nada porque no existen antecedentes de tal cosa en la Comunidad Foral. Segunda vuelta que además sería letal para Navarra después de tres años de parálisis institucional en medio de la peor crisis económica que ha vivido la Comunidad Foral en las últimas décadas. Y esos mismos pactos van a obligar a unificar el significado de la palabra cambio, por lo menos entre los que vayan a protagonizarlos.
Así, a vuelapluma, y sin entrar en que tipo de cambio nos proponen a los navarros los partidos en litigio entre otras cosas porque tampoco entre ellos la visión del cambio es unívoca, yo veo dos acepciones distintas de lo que unos y otros entienden por cambio.