Golem celebra 40 años de vida esta semana. Ayer tuvimos en el programa Grupo Salvaje en directo a Otilio García, uno de los socios fundadores, que nos contó muchas cosas y alguna anécdota chula que merece la pena difundir.
Que una empresa cumpla 40 años de funcionamiento siempre es buena noticia. Que sea una empresa que se dedica al cine en mayúsculas, a la difusión cultural, es motivo de celebración entre los más adeptos del sector. Y además lo hace manteniendo el espíritu que siempre ha tenido: arriesgar, innovar y apostar por otros modos de acercar el cine al público en general.
Otilio nos contó cómo fueron los orígenes del cine, con sus 4 salas iniciales, el éxito que tuvieron, lo difícil que llegó a ser conseguir entradas para una chavalada de Pamplona ávida de nuevas sensaciones fuera de los cines más clásicos de la ciudad. Nosotros les contamos cosas que nos ha ido transmitiendo oyentes, como esa leyenda urbana que empezó a circular que decía que iban a dejar fumar en el cine. Cuando la gente iba a taquillas y les decían que de eso nada, hubo muchas sorpresas.
Recordaba Otilio la que se armó con el odorama y Polyester, la película del irreverente John Waters, y esas tarjetas que ibas rascando para poder disfrutar de los olores de la película. Claro, el asunto es que tras una sesión, el olor de todas las tarjetas a la vez era indescriptible y costaba mucho ventilar para la siguiente sesión, lo que llegó a ser un problema.
También nos contó sobre los primeros maratones nocturnos, donde los espectadores podían disfrutar de 3 películas y el cine daba bocadillo y caldico a los asistentes. Eso fue un éxito rotundo.
Pero lo más divertido fue cuando nos contó la mejor campaña que se le hizo jamás a los cines, con el estreno de «La última tentación de Cristo«, de Scorsese. El viernes del estreno se presentaron unos señores en representación del arzobispado y acompañados de abogado para comunicarles que esa película no se iba a estrenar, que ellos debían verla primero y que entonces decidirían. Finalmente la película se estrenó y esa misma noche se llenó Pamplona de pintadas que decían «Boicot Golem». No se sabe quién lo hizo, pero como campaña publicitaria involuntaria fue todo un éxito, ni hecho adrede.
Fue un rato muy ameno y os animo a escuchar el programa entero, aunque ya sabéis, primero tenemos la sección de cumpleaños, la chapa del agente Pendergast y sus series, y luego la entrevista.
No, no os preocupéis, no me ha dado una subida de gafapastismo, pero es que no hay mejor modo de poder definir esta serie sencilla, amable y sin pretensiones que nos presenta a Sam, el personaje interpretado por Bridgett Everett (una cómica muy conocida por su personalidad y extravagancias en el escenario), y que aquí encontramos en un papel mucho más comedido y en parte autobriográfico.
Sam vuelve a Kansas para cuidar de su hermana enferma, que fallece, lo que la deja sumida en un vacío importante que no puede rellenar su otra hermana, ni sus padres. Se siente encerrada en un lugar en el que no encaja y no sabe cómo salir. En ese momento se encuentra con Joel, interpretado por el carismático Jeff Hiller, con el que coincidió en el coro del colegio y que introduce a Sam en un nuevo mundo donde todas las personas son diferentes, y donde la música tiene un protagonismo especial. Entre esas nuevas personas está Fred (Murray Hill), un personaje muy peculiar y que acepta a Sam desde el principio.
Bridgett (Sam) y Murray (Fred) han trabajado juntos desde hace varios años, han hecho muchos shows juntos, y eso también se nota en pantalla.
Dejad que aparque un momento el tema musical para centrarme en los magníficos personajes principales y cómo te encariñas con los dos desde el principio. Sam es una mujer grande, muy grande, que no se arregla, cuarentaymuchos, harta de que le pregunten qué va a hacer con su vida y con un carácter fuerte, que mira de modo inquisitivo y que produce incomodidad entre quienes la rodean. Joel es peculiar en sí mismo, muy alto y muy flaco, con una personalidad muy especial, casi servil, pero se nota que ha sufrido mucho, probablemente por su condición sexual, y que ha construido un personaje como coraza para protegerse.
Joel introduce a Sam en estos ensayos del coro que se hacen en las instalaciones de la iglesia, un poco como a escondidas, lo que les da esa sensación de clandestinidad, de peligro inocente, que tanto lo disfrutan.
Cuando ves el primer episodio parece que los creadores de la serie quieren que la música sea una constante, pues hay una escena maravillosa en la que Sam, luchando contra sus miedos, se atreve a cantar delante del público por primera vez en muchos años. Esa escena, tremendamente emotiva, hace que el episodio piloto sea una obra maestra. Pero no, la música siempre está ahí, pero su importancia va variando.
Y es que la serie es mucho más ambiciosa y quiere contar más cosas. En principio se centra en la necesidad de asumir el pasado, de mirar adelante y ser consciente de dónde vives. Pero además trata de cómo sacar partido de lo que tienes, que probablemente es mucho más de lo que crees, que los demás pueden ver cosas de ti que ni siquiera sabías que existían, y por supuesto, trata de la amistad, algo tan sencillo como la amistad entre personas tan dispares.
En otro orden de cosas
Están siendo semanas muy interesantes de estrenos. Os sigo recomendando Grupo Salvaje. En tan solo una hora te pones al día de las series y te escuchas un especial de cine. Esta semana hablamos de «escenas en cocinas», pero escenas especiales, luchas, asesinatos, enfrentamientos varios, y sí, en ocasiones se cocina.
Además, tenemos un grupo en Telegram con el mismo nombre donde puedes enterarte de lo que se va a hablar en el programa, puedes hablar con otros usuarios. Se está creando una comunidad muy maja.
De vez en cuando nos encontramos en el camino de las series pequeñas rarezas que marcan la diferencia más por su falta de pretensiones, que por la grandeza de sus episodios. Y es que tenemos un problema, o más bien lo tienen los productores yanquis, pues están obligados a la grandilocuencia, al siguiente Juego de Tronos, esa gallina de los huevos de oro que les va a dar cinco temporadas y millones de suscriptores. El trono de las espadas lleva tiempo vacante, y todos los intentos de ocuparlo resultan vanos pues se pierden en buenas intenciones (no siempre), grandes planteamientos y pésimos desarrollos.
Comprendo que mantener el interés de una serie los 8 o los 10 episodios que obliga la productora no siempre es posible, y nos encontramos ejemplos a borbotones de series que empiezan bien, caen en picado y al final pretenden dar el campanazo con el último episodio o sin más se tiran por la borda porque no dan para más. A eso contribuye la memoria del espectador, que parece que solo se queda con esa última media hora y es capaz de alabar una serie solo porque “termina bien” o “deja la puerta abierta a otra temporada” y olvida el arduo camino que se ha sufrido hasta ese momento.
No voy a entrar en discusiones, ni en ejemplos. Os recomiendo visitar canales de Telegram especializados en series como “Grupo Salvaje” o “Series Reality Podcast” donde sus integrantes son tan diversos que puedes conseguir información y opiniones de prácticamente cualquier serie, e incluso puedes discutir argumentos, siempre desde el buen rollo. Además, en la variedad está el gusto y se agradece opiniones y puntos de vista diferentes a los tuyos.
Pero he empezado hablando de la pequeña rareza, y es que The Tourist lo es. Primero por sus 6 episodios para contar una historia que parece que ya nos la han contado. Un coche se ve de repente perseguido por un camión por las desérticas carreteras de Australia. Un accidente, una pérdida de memoria, y a partir de ahí se construye una historia de engaños, asesinatos, mafiosos que te atrapa hasta el final.
Oh, oh, parece que me persiguen
Por cierto, ese inicio, con similitud a Duel de Spielberg, ha hecho que las redes sociales ardan con sesudas mentes criticando el comienzo de la serie y cuestionando todo el trabajo posterior. Como he comentado, no nos cuentan nada nuevo, el tema de la amnesia es recurrente en muchas películas y series, pero la diferencia es cómo nos lo cuentan.
Para ello, los responsables de la añorada Fleabag se juntan de nuevo y cuentan con actores de la talla de Jamie Dornan, al que conocí en la magnífica The Fall, haciendo de psicópata perseguido por Gillian Anderson en sus tres temporadas.
Junto al actor norirlandés nos encontramos Danielle MacDonald a la que recuerdo de haber visto en Unbelievable y que aquí se convierte en una roba escenas en toda regla. Junto a ellos, el siempre temible Ólafur Darri Ólafsson, que ya nos hizo pasar mucho miedo en la fallida Nos4a2 (claro ejemplo de serie que se precipitó al abismo, fue renovada, y lo único que hizo fue ahondar en su sufrimiento).
Muy buenos actores
La serie, además de a Duel, recuerda por momentos a Fargo, a cualquier road movie bien hecha. La serie merece la pena desde el principio hasta el final y sus 6 episodios se pueden hacer incluso cortos.
Se estrenará seguro en HBO Max, aunque de momento su estreno «mundial» se hace en determinados países y determinadas cadenas. Llegará el día en que se den cuenta de que el streaming debería hacer que se replantearan estos estrenos y hacerlos globales de verdad, no de boquilla.
Pero para eso está el Agente Pendergast, para contaros estas cosas, invitaros al canal de telegram de Grupo Salvaje, escuchar el programa en Itunes, Ivoox o incluso en directo los martes a las 18:00 en eguzki.eus
Acaba de terminar su emisión la tercera temporada de esta serie centrada en analizar momentos históricos relevantes con la máxima fidelidad posible, ya sea respecto de los propios hechos, como de las personas que intervienen en los mismos. Cada temporada es diferente (lo que llaman serie antológica), y ahora llega el momento de hacer una valoración.
Pero primero, vamos con sus antecedentes, porque nos encontramos con la tercera temporada de esta serie. ACS analizó en su primera temporada lo acaecido con OJ Simpson, su detención, encarcelamiento y juicio posterior. Lo primero que llamó la atención de la serie era su buena factura y compromiso con la realidad, hasta el punto de que varias páginas de internet se dedicaban a hacer comparativas de las personas reales implicadas en el asunto y los actores de la serie. La recreación de los hechos fue lo más fiel posible y eso le dio a la serie un aura de credibilidad. Asistíamos atónitos a hechos que conocíamos, pero de segunda mano, lo que nos habían contado aquí. De este modo pudimos saber mucho más de lo que pasó. A mí me encantó.
Esta temporada fue para enmarcar
Y no solo a a mí, su éxito fue mundial, y fue inmediatamente renovada. Ryan Murphy, productor entre otras de Nip/Tuck o Glee, se volvía a salir con la suya y volvía a dar en el clavo después de American Horror Story (otra serie antológica), la hermana mayor, dedicada al horror y que desde el 2011, al menos personalmente, está dejando sentimientos encontrados. En mi opinión se pasan de frenada en muchas ocasiones y unos comienzos prometedores de temporada terminaban siendo un despropósito. Pero debe gustar, porque llevan 10 temporadas y siguen al pie del cañón.
Volviendo a ACS, su segunda temporada iba a ser sobre el huracán Katrina, pero al final decidieron retrasar la idea para centrarse en el asesinato de Versace. Esa temporada no me interesó nada, por su temática, y porque la protagonista era Penélope Cruz (nada que añadir, su señoría).
American Crime Story
Ahora sí nos centramos en esta temporada que revisa todo lo que sucedió con Monica Lewinsky y su affair con el Presidente de los USA. De nuevo, y amparándose en fechas, lugares, personajes, la serie se acerca a una realidad que aquí conocimos levemente.
Qué gran momento, y qué bien mostrado en pantalla
La imagen que se tenía de Lewinsky es de esta chica que supo aprovechar las circunstancias y una mancha en un vestido para una ventaja personal. Pero la realidad es bien distinta, como suele suceder, y la serie nos presenta a una Monica que nunca quiso hacer daño a nadie y que fue manipulada por agentes políticos de la oposición, tanto al gobierno como a los Clinton, que la amenazaron con hasta 28 años de cárcel si no decía lo que ocurrió en los despachos privados de Clinton.
Confió en una compañera de trabajo, que grabó sus conversaciones, y fue traicionada por todos, optando por la única salida que tenía: confesar lo que había sucedido con el amigo Bill y lo que finalmente llamaron una “relación inapropiada”.
En total son 10 episodios, en los que nos invitan a asistir a todos estos hechos, con especial interés en los movimientos de un FBI con intereses dobles. El episodio del Gran Jurado es especialmente bueno. Este Jurado se utiliza en EEUU y está formado por ciudadanos que no deciden sobre la culpabilidad o inocencia de los acusados, sino sobre si hay pruebas suficientes para iniciar un juicio. No suele haber un juez, y tampoco participan los abogados defensores. Cuando participa el acusado, se encuentra un ambiente hostil y muy atemorizante. La serie nos cuenta esos hechos de un modo magistral.
Imagina que el FBI te lleva a una habitación y te encuentras esto
De nuevo, los personajes están perfectamente recreados. A Lewinsky la interpreta Beanie Feldstein, dejando momentos espectaculares de esta jovencita acorralada con ojos de cervatillos asustado. La mala de la película, la traidora, la compañera de trabajo que grabó las conversaciones y que hoy en día se pueden escuchar en Youtube, fue Linda Tripp, interpretada por una muy maquillada y prácticamente desconocida Sarah Paulson (adoro a esta actriz y sale en casi todas las producciones del amigo Ryan). Como agente del FBI, tenemos al hijísimo Colin Hanks, que no acaba de despegar este chico. Finalmente, un Clive Owen muy exagerado da vida a Bill Clinton y no me gusta nada cómo lo hace.
LewinskyLinda Tripp
Me ha maravillado esta tercera temporada, y me dan muchas más ganas de averiguar más sobre el asunto, y para eso está Wikipedia y todo internet, donde hay páginas también dedicadas a analizar los parecidos entre los actores y los personajes. Se va a poder ver en La Sexta en abierto.
Parece ser que la cuarta temporada se centrará en el auge y caída de Studio 54, el famoso club que Ian Schrager y Steve Rubell convirtieron en la meca de la vida nocturna para los ricos y famosos antes de ser acusados de evasión de impuestos, obstrucción a la justicia y conspiración para ocultar 2,5 millones de dólares en recibos. Si la serie se centra más en todo el proceso policial y judicial, puede ser interesante, porque otra serie sobre fiestas nocturnas ahora mismo me genera interés cero.
Cuando se presentó esta serie, recuerdo que no le di mayor importancia debido básicamente a su argumento: un entrenador de fútbol americano es contratado para entrenar un equipo de fútbol inglés. Absurdo, verdad?
A medida que avanzaba la serie te dabas cuenta que esa línea argumental tan sencilla escondía muchas y variadas situaciones, como las capas de una cebolla y, dependiendo de hasta dónde querías pelar, podías disfrutar en mayor o menor medida.
Y es que sí, la serie es una astracanada. Los chistes en principio son fáciles, teniendo que ver con las diferencias básicas entre ambos deportes, y con las diferencias en el lenguaje y sobre todo las expresiones entre americanos y británicos, que tanta gracia les hace a unos y a otros. Aunque en realidad no son tan fáciles porque están plagados de giros lingüísticos, referencias culturales de ambos sitios, hasta tal punto que en ocasiones es necesario parar la reproducción para buscar en internet un chiste en particular.
Muy British todo
Ya solo eso te divierte, pero pasemos a la siguiente capa. En esta vemos la valentía de un personaje carente de maldad, que es capaz de cambiar de país para entrenar un equipo en un deporte que no conoce. Tienes confianza en ti mismo, y sobre todo tienes tu autoestima a tope, pues los hooligans van a ir a por ti, lo sabes, lo asumes, y haces que te resbale. Muchas situaciones cómicas se producen con los enfrentamientos del entrenador con los forofos, con la prensa, que no ven más que una marioneta con la que meterse.
En esta capa nos encontramos a los secundarios. Estos personajes están para hacer reír, reforzando el sentido de comedia de la serie. El ayudante del entrenador es otro americano de rostro impertérrito y frases contundentes y enigmáticas. El utillero es un personaje de especial carisma que va cobrando importancia basado en el excelente trabajo que hace Nick Mohammed (gran actor, guionista, el cerebro detrás de la genial Intelligence). Tenemos a la presidenta del club, que también participa en la tercera capa de la que hablaré en seguida. Una espectacular Hannah Waddingham a la que le dan uno de los mejores personajes de la serie. Tenemos a Roy Kent, un veterano jugador de mala leche permanente y peor lenguaje.
Hasta aquí la serie merece la pena, te lo pasas muy bien con ella independientemente de hasta qué capa quieras llegar. Pero queda lo mejor.
Vamos con la tercera capa. Aquí ya nos ponemos serios. En ella nos encontramos al propio Ted, que emprende la aventura de su vida viajando a otro país, con un matrimonio cogido con hilos y con una vida nada fácil por detrás. Este personaje tiene una cara pública, la graciosa, la que le resbala todo, pero nos deja trazas de un hombre atormentado que coloca el humor como parapeto de protección ante un mundo exterior que le ataca. Aquí también nos encontramos a la presidenta del club, que contrata a un entrenador yanqui con la intención de hundir el equipo del marido del que se acaba de separar. Poco humor, mucho rencor, ira, despecho, sufrimiento. Son los personajes más profundos de la serie y los que más mimo reciben por parte de los guionistas.
Ahora vamos, por fin, a la capa que llega a todas las demás, y es ni más ni menos que el amor, considerado como personaje. Porque todos y cada uno de los personajes aman, en diferente medida: los jugadores, el cuerpo técnico, la administración del club, la presidencia del club y por, supuesto, el entrador, nuestro Ted, que a estas alturas ya lo queremos como propio. Queremos compartir su alegría, sus chistes, su talante ante la vida, y queremos estar con él cuando sufre, ser su hombro en el que apoyarse.
Esto es lo que hace grande la serie. No es una serie de un entrenador de fútbol, es una serie sobre positivismo en la vida, sobre la lucha para la superación de problemas personales, de cómo poner una sonrisa en cada momento, aunque sea lo que menos te apetece.
Es una serie sobre el amor, porque Ted Lasso es amor.
Me resulta complicado ver dramas. Ese acercamiento a la realidad puede llegar a ser molesto en ocasiones y prefiero evadirme a otros mundos, viajar la noche con vampiros o luchar contra hordas de zombies ligeros de piernas. Además, siempre tenemos el crimen, por supuesto. Una novela negra puede tener cada uno de los componentes que hemos hablado, y mantener una coherencia, un ritmo que te atrape y no te haga sufrir tanto. De novela negra, y de Pamplona Negra, hemos estado servidos esta semana del 24 de mayo. Una iniciativa magnífica, cita ineludible cada año.
Pero volvamos al drama. Si se pasa la tuerca puede llegar a ser demasiado agobiante, como me pasó con This is us, que la tuve que dejar en la tercera temporada porque ya era un sufrimiento continuo y, por muy buena serie que fuera, quedó abandonada.
Hace unas semanas comenté Them, la serie de terror que se basaba en el drama tremendo del racismo y el ya manido discurso de “el hombre da más miedo que cualquier monstruo”. También lo vimos en menor medida en la fallida Lovecraft Country.
Siguiendo el añorado sistema de capítulo semanal, este 18 de abril se estrenó Mare of Easttown, sita en una pequeña localidad de Pensilvania donde ocurre un asesinato local y la detective del lugar debe investigarlo.
Hasta ahí todo normal, lo hemos visto en muchísimas ocasiones, pero esta serie venía respaldada por Kate Winslet, actriz que no se ha prodigado mucho en estos lares. La historia te atrapa desde el principio debido al excelente trabajo de creación de personajes. La detective Mare es un personaje complejo, en un momento de su vida muy complicado: su hijo se suicidó, lucha por la custodia de su nieto contra la madre drogopendiente. Su exmarido se va a casar de nuevo y su vida amorosa es un desastre. No se arregla ni se maquilla, vemos a un personaje de verdad, que nos lo creemos desde el primer momento.
Ahí coge fuerza la serie, porque vemos personas cercanas, que se apoyan en el buen trabajo de grandes secundarios. Tenemos a Jean Smart, magnífica actriz en su madurez, que hace doblete porque también la podemos ver en la comedia Hacks, serie de la que no he hablado pero es una comedia muy chula sobre una veterana actriz de comedia que se apoya en una joven guionista para “mejorar” y actualizar su repertorio. Aquí hace de madre de Mare, la gran luchadora silenciosa, que aguanta lo que hay que aguantar mientras los demás no paran de recriminar y se quejan constantemente de sus vidas.
Amiga de Mare, tenemos a Julianne Nicholson, otro contrapunto dramático que vimos recientemente en The Outsider, la estupenda adaptación televisiva de la novela de Stephen King. Finalmente, también aparece un renacido Guy Pearce con un personaje muy coherente, breve pero muy importante.
Tengo que destacar la interpretación de Evan Peters, actor al que le sigo la pista desde la otrora buenísima serie American Horror Story. Da un contrapunto en ocasiones cómico (no lo puede evitar este chico, le sale de modo natural). Ver cómo va mejorando como actor, con papeles más importantes, es muy satisfactorio. Dará mucho que hablar, estoy seguro.
Lo que hace atrayente esta serie, además del crimen por resolver, es el uso adecuado del drama, presente en todo momento en la serie, en cada una de las decisiones de la protagonista, pero sin llegar a agobiar. Tienes tus momentos de congoja, claro. Decisiones difíciles a tomar por los personajes, que al final ya sientes como si los conocieras.
La serie en conjunto es muy buena, como dicen en el grupo de SRP en telegram, de lo mejor del año, pero esta vez de verdad.
Esta tarde en Grupo Salvaje hablaré de ella, posiblemente, y contaremos con la presencia de la autora navarra Susana Rodríguez Lezaun que, como directora de Pamplona Negra, vendrá a contarnos cómo fue el festival y darnos una valoración de estos días. Se encuentra además inmersa en la promoción de su última novela, Bajo la piel, el primer libro esperemos de muchos, con Marcela Pieldelobo, una inspectora un tanto peculiar pero que me atrapó desde el primer momento.
Amazon acaba de estrenar una serie de miedo. Una, que el propio Stephen King acaba de twittear diciendo que “scared the hell out of me”, vamos, que el rey del terror se asustó. Y es cierto, el piloto te deja con mal cuerpo y te llevas un par de sustos importantes, pero lo que tiene esta serie de especial, es que utiliza el miedo en varios niveles, y eso es lo que la pone en un peldaño por encima de otras producciones. Vamos a ver por qué.
Hace unos meses estuvimos hablando de Lovecraft’s Country, la adaptación a serie de una novela homónima de Matt Ruff de 2016 que utilizaba el terror y los monstruos de Lovecraft para contar una historia antirracista sobre las vejaciones a las que sometían a los negros en la América de 1950 y las leyes Jim Crow, aquellos despropósitos que convertían en norma (de iure) la segregación racial. Resultaba del todo paradójico que el libro utilizara el miedo primigenio de Lovecraft y su profundo racismo para crear esta historia.
Tanto en el libro como en la serie que, por cierto, fue flojeando a medida que avanzaba la temporada y acabó siendo un desastre, se hacía hincapié en el hecho de que el terror más profundo estaba en el propio racismo, en el miedo a tu vecino, a la persona que está cerca de ti, que es realmente quien puede dañarte.
Esta imagen me asusta a tantos niveles que no s´é por dónde empezar
Them nos cuenta la historia de una familia durante la segunda gran migración en EEUU, aquella que supuso el desplazamiento de más de 5 millones de afroamericanos a ciudades más del norte, incluso a ciudades del oeste como Los Ángeles, Oakland, Phoenix, Portland, y Seattle, que ofrecían trabajos cualificados en defensa. Fue entre 1940 y 1970. Precisamente esas personas huían de las leyes Jim Crow.
La diferencia con la primera gran migración (entre 1916 y 1940) era que en aquel entonces los migrantes eran principalmente granjeros rurales sin formación y ahora venían de todos los estratos sociales y algunos eran ingenieros que buscaban una zona más amigable con ellos. De hecho, impresiona ver la evolución de la población negra en los estados del sur era del 91% en 1790 y en 2010 era del 53%. Ahora se está produciendo una nueva gran migración y los afroamericanos están volviendo a estados del sur. Está bastante bien explicado en esta página de la Wikipedia.
El miedo de Them proviene del racismo, pero está sustentado por dos fuerzas externas que lo hacen aún más escalofriante. Por un lado la música, que acompaña durante todo el piloto y tiene momentos de auténtico terror, como esa escena en la que van descendiendo las revoluciones de la alegre canción sesentera que estamos escuchando, como en un tocadiscos que se va quedando sin energía, y la canción se va oscureciendo, y lo que ves ya no te parece tan idílico como era 10 segundos antes. En otros momentos se utiliza la música para crear molestia, incluso inquietud. Es un magnífico uso de la banda sonora.
Y finalmente, la segunda fuerza externa a la que me refería es lo sobrenatural, ya sean fantasmas, presencias ominosas que dan canguele (es legendario lo flojo que es el agente Pendergast para estas cosas), y que aportan más inquietud a lo que estamos viendo.
Este señor tan majo aparecerá. No sé ni cuando, pero creo que no quiero saberlo
La familia que nos presentan en Them se muda a Los Angeles y la serie nos va a contar lo acontecido en los 10 días posteriores a su llegada, como si de una historia real se tratara, y me temo que la realidad será mucho más horripilante que la ficción.
La serie está escrita y producida por Little Marvin, que no tiene muchas más entradas en imdb, así que parece bastante como proyecto personal. Va a tener formato de antología (historia por temporada) y este año tiene el nombre de Covenant (pacto)
El piloto me ha encantado y la seguiré viendo, por supuesto siempre de día. Espero que este post os anime a verla. También hablaré de ella el martes que viene en el próximo programa de Grupo Salvaje, a las 18:00 en riguroso directo y después en formato podcast.
Una salida precipitada del agente Pendergast ha hecho que se dejara la puerta abierta. He aprovechado ese despiste para colarme.
Hellsqueen, su maligna compañera de trabajo y fatigas es quien escribe estas líneas. Vamos!!
Las películas nominadas para los premios Goya han hecho que me anime a ver algunas de ellas y dedicar una crítica a “Baby”, nominada este 2021 a la mejor dirección y a la mejor música original, dirigida por Juanma Bajo Ulloa, que a principios de los 90 comenzó su andadura en el cine e hipotecó su casa para producir su galardonada “Alas de mariposa”.
Su carrera cinematográfica ha tenido sus altibajos, la mítica e hilarante “Airbag” (1997) fue un éxito de taquilla, sin embargo “Rey gitano” (2015), no obtuvo la acogida esperada, sufrió unas muy no loables críticas y con “Frágil” (2004) también tropezó.
En “La madre muerta”, su segundo largometraje, que pudo hacer gracias a la pasta que obtuvo con lo que sacó con “Alas de mariposa”, tenemos a un jovenzuelo Karra Elejalde, interpretando a un psicópata del copón santo, en su primer papel como protagonista. Esta peli me impactó bastante y me produjo insomnio durante semanas, me despertaba en medio de la noche reproduciendo en bucle la brutal escena que tiene lugar cuando Karra, en el papel de Ismael López de Matauko bajaba la persiana de un local y cometía una salvajada (vaya, no sé por qué me he acordado, ya verás esta noche otra vez!)
Juanma es uno de mis directores favoritos dentro del panorama nacional, los actores que trabajan con él hacen muy bien su papel, los personajes son absolutamente creíbles y se nota el empeño por hacer bien las cosas. Pero, con el paso del tiempo, ha perdido fuelle y aquellas cosquillas que sentía cuando anunciaban el estreno de su próxima peli, se han ido desvaneciendo.
Con “Baby” me he quedado medio muda, como la peli misma… Nos cuenta la historia de una madre drogadicta que tiene que entregar a su hijo en adopción.
Tiene sus puntos a favor, es una peli que no te deja impasible porque al carecer de diálogos, hace que permanezcas más atento de lo normal a lo que ocurre en la pantalla, ya que el principal emisor es la propia imagen. La ausencia de conversaciones dirige la atención a la propia fotografía y te sumerge en un mundo de vivaces paisajes, coloridos vestuarios y brillantes interpretaciones.
Cabe destacar las actuaciones sobredimensionadas de los actores, que no sé si es un punto a favor o en contra, ya que las sensaciones que transmiten a veces son esperpénticas.
En alguna escena sientes hasta ganas de potar, en otras casi sientes el dolor y el sufrimiento del personaje. A mí no sé si me gusta mucho que se me revuelvan las tripas viendo una peli y se me quiten las ganas de cenar. Aunque pensándolo bien, es un arte o un don el poder transmitir al espectador ciertas sensaciones: sean buenas o menos buenas. No todo va ser reír en esta vida.
En resumidas cuentas, con “Baby” tengo sentimientos encontrados, para mi gusto es un poco Tim Burton, pero pienso que este tenebroso cuento gótico no deja de ser buen cine y hecho con muy buenas intenciones.
Es una peli que no te deja indiferente, para muchos un truño y para otros una maldita obra maestra.
Hace ya unos cuantos días pudimos disfrutar del final de la serie más arriesgada que he visto en mucho tiempo, y lo hacía de manera redonda, respondiendo todas las cuestiones que se fueron planteando durante las semanas previas. Así se hace, Cuse y Lindeloff, que no os perdono Lost y todas sus incógnitas en el aire, ni siquiera con la maravilla que fue Leftovers.
Wandavision comenzó con unos episodios basados en teleseries de época y justo ahí comenzó la polémica con discusiones dependiendo del rango de visión de cada uno. Quien miraba a corta distancia no hacía más que ver una comedia mala, antigua, sin sentido. Pero si mirabas más profundamente, podías notar algo detrás, que no tenías claro, pero que esperabas, deseabas que estuviera, porque la serie se merecía ese algo más.
¿Cómo puedes pensar que esta imagen no oculta algo?
Y sí, lo había. Y no es spoiler, hablamos de una serie de Marvel, y sólo hay que ver la portada de la serie para saber que detrás de esas escenas en blanco y negro tenemos a dos superhéroes con un pasado muy tortuoso y mucho fondo. Por lo tanto, todo dependerá de las gafas que uses para ver esta serie. No te quedes en la corta distancia, abre tu cabeza y piensa que puede haber alguna razón para todo.
Claro que la hay, pero no la sabremos hasta la segunda mitad de la serie. Ahora es cuando la polémica se recrudece. ¿Son necesarios esos episodios introductorios? Incluso entre personas que les ha gustado la serie dicen que son un rollo y aburridos y no podría estar más en desacuerdo.
Vamos con las analogías. Vamos a pensar en una película que tiene 10 minutos de escenas bucólicas de un pueblo en la montaña. Vemos a la gente con sus quehaceres, todo es hermoso, cambia la escena y vemos una ardilla muerta, pero es rápido, vuelve a cambiar y seguimos con las imágenes plácidas. Sin embargo, algo ha saltado en nuestra cabeza, sabemos que pasa algo. Tras esos diez minutos la película continúa pero ahora tienes toda la atención puesta. Nadie cuestiona esos 10 minutos, pero habrá quien los pase rápido porque «no pasa nada». Claro que pasa.
Pues algo así sucede con Wandavision. Algunos dicen: “Ay, es que es un humor muy malo, no me he reído nada con esos episodios”. Es que no quiere hacer reír, de hecho el humor es malo con toda la intención, es una cortina de humo. Te está mostrando unos momentos de felicidad con pequeños guiños (en forma de anuncios o simplemente una mirada a cámara) que hacen que la espoleta de tu cabeza se active. O no.
Pero es que vivimos en el mundo de las prisas. No me des introducciones, méteme de lleno en la historia, quiero superhéroes que vuelen y se metan leches a porrillo, quiero un villano enorme, y feo, y lo quiero ya, ¿qué es esto de comedia, y encima antigua? Cuando ves la serie como un todo, con sus 9 episodios, entiendes perfectamente la introducción y la valoras, era el momento de paz, la tranquilidad, la sensación de que todo podía salir bien, y fueron comedias malas, como podía haber sido “La casa de la pradera” o Mazinger Z. Era una excusa para hacerte pensar, para activarte. O no, eso ya cada uno.
Luego ya llega el resto de la historia, con momentos gloriosos. Si ya has visto Wandavision y no te han acabado de gustar por sus episodios iniciales, vuelve a verlos, con otra mirada, otra paciencia.
Querida Wanda, eres muy grande
Y bueno, seguimos con Grupo Salvaje a tope, ya casi no se notan las deficiencias técnicas y están saliendo programas muy chulos.
También participo activamente en varios grupos de Telegram, como el de Series Reality Podcast, donde hay muy buena gente, el Camarote de los Marx, expertos en cine. Incluso hay uno de libros muy chulo, donde la gente cuenta qué libro está leyendo en ese momento. Se llama «Qué libro lees» y os invito a todos amigos lectores a que nos contéis vuestras aventuras bibliográficas.
Se ha criticado en muchos foros la oportunidad de esta adaptación de Stephen King, que trata sobre una supergripe que acaba con el 99,4% de la humanidad. Y sí, es una casualidad, pero las producciones en ocasiones son así.
Qué recuerdos, esa edición
Para empezar, Stephen King escribió por primera vez esta obra en 1978, y digo por primera vez porque en 1990 la amplió y actualizó, añadiendo la coletilla de Apocalipsis, que es como fue mayormente conocida por estos lares. En mi caso, es uno de mis favoritos de King y uno de los mejores libros que me he leído nunca, con sus más de 1.500 páginas.
La producción de la serie comenzó en 2011. Warner Bros y CBS iban a hacer una película larga. En 2014 estuvo a punto de venirse todo abajo con varios cambios que se produjeron, y en 2015 ya se comenzó a hablar de una serie de 8 episodios. Líos de derechos entre CBS y Warner ocuparon todo 2016. En 2017 se mete King por medio a meter orden y en 2018 se retomó todo. En 2019 se ordenó una serie de 10 episodios, con Owen King, el hijo menos listo de Stephen, como productor, y con papá reescribiendo un final. El rodaje comenzó en septiembre de 2019 y terminó en marzo de 2020 días antes del cierre de las producciones por la pandemia.
Entonces, ¿oportunista? No,
ni mucho menos, sobre todo en una producción de tan largo recorrido. Poder ver
Apocalipsis en mini serie, hecha con calidad y con un nuevo final es algo muy
apetecible, estemos en pandemia o no.
Algo que dicen que vamos a
echar en falta en la serie es, por ejemplo, todas las teorías sobre la
reconstrucción de la sociedad que se van desgranando en el libro por la boca de
Glen Bateman, un sociólogo que aporta, para mí, los elementos más interesantes
de todo el libro. Y es que King se carga una sociedad, pero la reconstruye de
nuevo, cambiando todos los valores que ahora tenemos y que muchos no valen para
nada. Pero en realidad, me da igual, y es que no soy un talibán de las
adaptaciones. Me gusta que me cuenten la interpretación de la historia que yo también
me he leído. No quiero que me cuenten el libro entero, no me hace falta.
Intento extraer de cada adaptación lo más valioso y no centrarme en los
posibles fallos, errores o pasajes perdidos
Podría estar hablando una entrada de blog entera sobre el valor de las adaptaciones y lo cerrados que somos cuando Tom Bombadil no aparece en el Señor de los anillos y queremos (necesitamos) que aparezca, lo cual es absurdo, porque todo no puede salir y hay que elegir y respetar las decisiones del que ha creado la adaptación.
La serie comienza cuando un
miembro de un complejo sistema militar donde hacen experimentos, escapa para
huir con su familia cuando las cosas se ponen feas, pero lo que está haciendo
realmente es esparcir el virus por todo el planeta.
Así es cómo se ve el final del mundo 🙂
A partir de ese momento asistimos a la presentación de los diversos supervivientes, y cómo se van uniendo, porque al final somos seres gregarios, y necesitamos estar con otros iguales que nosotros. Mientras, las fuerzas del mal y del bien van cogiendo fuerzas para la batalla final. Algo tan sencillo como eso, algo tan complicado como eso, es Apocalipsis. Cómo nos lo cuenten, es lo que va a tener su importancia.
La señora del bien, y el señor chungo del mal. Whoopi Goldberg vs Alexander Skarsgård
De momento se han emitido 3 episodios, y la serie mantiene el interés en todo momento. Ya os contaré si al final el final es horroroso (como casi todos los finales de King) o hacen algo que merezca la pena.
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