Hay episodios que marcan una serie, hay escenas que marcan una película.
Nunca olvidaré la, para mí, más impresionante escena de American History X. No es la brutal escena de los dientes, ni cuando el racista se encuentra con que en la cárcel, él es la minoría étnica. Es la que, solo en la noche, Edward (tú antes molabas) Furlong recuerda cómo empezó todo, por qué llegó su hermano Edward Norton a ser el racista que es. Descubrió que el germen de ese odio irracional lo tenía precisamente en casa, en su padre, que constantemente y sin ningún pudor, iba bombardeando a sus hijos con su discurso racista. Esa escena, que termina con el hermano pequeño llorando desconsoladamente, marca la película, porque todo rueda alrededor de esos momentos de odio encapsulado.
Pues con The Bear he tenido la misma sensación con el sexto episodio de la segunda temporada. Y no cometo ningún spoiler cuando digo que se lo pasan gritando, porque eso lo hemos visto desde el inicio de la serie, y lo que hizo que necesitara más de un intento para poder verla.
Pero vamos a entrar primero en contexto.
The Bear es una serie creada por Christopher Storer, se puede ver en Disney y está protagonizada por Jeremy Allen White (actor muy conocido por Shameless) en el papel de Carmen «Carmy» Berzatto, un joven y laureado chef que vuelve a su Chicago natal para atender la cocina del decadente restaurante de su hermano recientemente fallecido.
Allí se encuentra con el mejor personaje de la serie, el mejor amigo de su hermano y con el que regentaba el local conjuntamente, Richie (Ebon Moss-Bachrach, actor secundario de siempre con multitud de acreditaciones en cine, series y teatro). Obviamente la relación entre ellos no es lo más harmoniosa posible, y es que estamos hablando de personas con un carácter extremadamente especial.
Y en eso es en lo que me quiero centrar. Estas personas son una raza aparte. Hablan gritando, acaparan las conversaciones con movimientos de brazos, ríen exageradamente, lloran exageradamente. Cuando comienzan las conversaciones, ya lo hacen alzando la voz, con actitud chulesca y si no frenan, llegan a un nivel insoportable. A mí me producen rechazo instantáneo ese tipo de personas, es todo lo contrario a mi forma de ser, y me caen mal. En la serie está tan bien hecho, que me caen mal pero de verdad. Menos mal que está Ayo Edebiri en un personaje más calmado, con más cabeza, que supone un alivio de vez en cuando.
El mérito es de los guionistas. Imagino la complicación de redactar ese tipo de escenas, tan rápidas, con tantas voces. La dirección de actores también es muy importante, porque coordinar todo eso debe ser realmente complicado. Esto es lo que en un principio me sacó de la serie y decidí que no la iba a ver, pero tras la elaborada insistencia de personas allegadas, pensé que debería darle una segunda oportunidad, y no me arrepiento, pero qué mal momentos me hace pasar.
Y esto nos lleva al famoso episodio 6 de la segunda temporada, de una hora de duración (los demás rozan la media hora), que deja claro que estamos ante un momento importante de la serie. Y vaya sí lo es, porque se traen a grandes pesos pesados para narrarnos un momento histórico en la vida de esta familia tan peculiar. Por un lado está Jon Bernthal, el más flojo, porque hace siempre de él, de lo mismo. Todos los papeles que le he visto están interpretados del mismo modo, pero de momento parece que le vale. También tenemos al añorado Bob Odenkirk, con unos momentos muy buenos, pero quien se lleva la palma es la gran Jamie Lee Curtis. Esta mujer es capaz, literalmente, de interpretar cualquier papel, y aquí lo demuestra, con unos momentos especialmente brillantes, haciendo de madre del clan, preparando la cena, con unos altibajos emocionales muy exagerados. Es, todo lo que hemos visto, multiplicado por 10.000, y en los hombros de la gran Jamie Lee.
Y entendemos. Comprendemos de dónde salen esos caracteres tan especiales que estamos viendo desde el primer episodio de la serie. Es un episodio de premios, y estoy seguro que se los llevará.
La serie me está encantando. Me quedan dos para terminar la primera temporada y no quiero que termine, como Special Ops: Lioness, de la que espero hablar en breve.
Pendergast, bienvenido otra vez a «lo que ve Pendergast» después de tanto tiempo. Ya veo en su escrito que vuelve usted muy «harmonioso». Usted que tiene tanto poder, haga que Grupo Salvaje regrese ya, que estamos huérfanos.Saludos a su socia.