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Decir ayer es recordar una leyenda, la integridad de un carácter que brillaba con luz propia, él era cine. Morir, un mero concepto físico. En la última mano de poker como siempre, has vuelto a ganar sin triunfos en la mano, dando un golpe de efecto sacando de la nada tu escalera de color, el dinero siempre en blanco y negro. Y sonriendo echas un trago para volcar el vaso de vacías intenciones con la despedida del toc toc de tus nudillos sobre el mostrador de madera, adelante sin volver la vista atrás, y todos mirando. Gracias Paul por todo lo que me has dado, supongo que hay que saber perder sonriendo levemente con los ojos empapados, empapados de cariño, recuerdo y admiración, y como un guiño del destino en la boda de mi mejor amigo el mensaje sms en el 27 de aquel otoño de Septiembres rotos. A solas me quedé contigo junto a unas frías escaleras que conducían a ninguna parte y lloré… lloré por la emoción de sentir que siempre había estado tan identificado contigo y con tu forma de ver la vida; del carácter indomable y de ese carisma inteligente e irónico que desprendías con la humildad como base de todo. La estrella discreta que nunca quiso brillar algo que le hacía único. El que usaba el Oscar como pisapapeles para las facturas, el que sentía admiración por su mujer expresando la fidelidad de una buena chuleta, ¿para qué quería una hamburguesa?, el que tanto hizo por tantos niños, y tanta gente con problemas… Pero no hablaré de ello, sé que no le gusta que resalten sus obras caritativas, la discreción como compañera, como siempre grande, muy grande apesar de su 1.72mts, estatura perfecta que ambos compartimos y no 1.77 como alguien ha dicho por ahí, por favor eviten resaltar sus ojos azules… Qué manía, si algo no le gustaba era que se fijaran en sus ojos, lo detestaba. La mirada de Paul ha estado siempre por encima del color azul de su iris.
En la soledad de mi emoción acudió mi compañera que sin decir nada me abrazó, ella me entiende. Aflojando el nudo de mi corbata por el calor del asfaltado que Luke empleó para seguir adelante, remangué las mangas de mi blanca camisa como «El premio» que recibió en Estocolmo gracias a su «Regreso a Cartago», efectivamente era el momento de retornar.
Solitario mi salón una gran foto de Paul preside la barra de bar en la que sentado y en silencio escribo estas líneas, sintiendo su cine aprendiendo una y otra vez que la vida forma parte de su visión artística y que quiero comer una manzana fresca montado en el maravarismo de una bicicleta de inestable manillar con el camino bacheado, dos hombres y un destino para saltar por el barranco de la última oportunidad, aunque no sepa nadar. Marcado por el odio, tengo la vitalidad de tu herencia y la sonrisa de Luke Jackson, si quieres recojo la verdad de Frank Capua para curar mis heridas amando en la velocidad del circuito del sentimiento. Ambidiestro con la copa y zurdo con el revólver de mi rebeldía, quiero llegar hasta el final en el camino a la perdición de todo un antihéroe, inadaptado en el último lárgo y cálido verano, a comienzos de otoño las hojas se marchitan. Sobre el tejado de cinc ya estas subido y desde allí cae lluvía que moja mi melancolía como te pasó un día con aquella gata que finalmente pudiste amar. Un techo hasta donde solo puede acudir un dulce pájaro de juventud que mastica el chicle mentolado de Harper al salir de casa cada mañana después de tomarse un agrio café. La cortina rasgada de mi corazón no encuentra fórmula alguna para hacerte volver, pero sé que siempre puedo verte. Siempre nos quedará Australia hago planes a pesar que en el exterior nos esperan 500 bolivianos, la esperanza es lo último que se pierde, aunque esté con el agua al cuello, siempre pensaré en tí. Mi calle se llama distrito apache y vivo en el número 7, te invito a un whisky, tengo J.T.S. Brown y si se acaba nos bebemos el Gordon’s de mi despensa; tengo naipes para saciar la soledad, soy un buscavidas.
Te despediste de mi al caer el sol y siempre te tendré aquí en mi corazón esperando algún día tu próxima película, esa en la que ya trabajas.
Paul Newman, Dios hecho actor.
Gracias por todo amigo. —