LAS DESCALIFICACIONES Y LA EXAGERACIÓN MARCAN EL INICIO DEL CURSO POLÍTICO DE UPN Y PP, QUE INSISTEN EN EL MENSAJE APOCALÍPTICO
No es fácil predecir el futuro, y mucho menos la desaparición de la comunidad. Salvo que seas Iñigo Alli y tengas la capacidad de predecir de víspera que el pleno del Congreso va a ser “un show muy flojo”. Así que no se lo tomen a mal aquellos que ya se han gastado todas sus vacaciones pensando que a estas alturas Navarra ya estaría fuera del mapa. O lo que es peor, integrada en Euskadi. Que no deja de ser un fastidio que el fin del mundo te pille con días festivos sin disfrutar.
Pero ha llegado septiembre y aquí seguimos todos, bien que mal, encarando un curso político que pinta como cualquier otro. El líder norcoreano lanzando misiles, Maduro en Venezuela, Trump haciendo de las suyas y Barkos cargándose Navarra. Seguramente los cuatro líderes más peligrosos para la estabilidad internacional después de Puigdemont. “Barkos quieren hacer desaparecer Navarra para subsumirla en el País Vasco”, afirmaba nada más arrancar el mes Ana Beltrán innovando un poco su discurso.
Porque sí, ahí siguen también los agoreros del Apocalipsis, incansables al desaliento, insistiendo en que sí, que de verdad, que Navarra se hunde y que esta vez es de verdad. Hasta los datos macroeconómicos engañan. Porque si Navarra crece más que el Estado es porque sopla “el viento de cola”, pero si en julio se han contratado menos camareros que en el Mediterráneo es “por la fatídica política económica del Gobierno de Navarra”. Nunca pierden.
Eso lo han explicado muy bien los de think thank Futuro, una de esas asociaciones dedicadas al análisis objetivo de la realidad económica de Navarra y que tiene la virtud de encontrar siempre el punto de catastrofismo necesario para animar un poco a la tropa. Esta vez a cuenta del dato de creación de empresas en el mes de junio, “el peor en diez años”, y que le daba para anunciar el “futuro negro” que le espera a la comunidad a largo plazo. Algo así como no os fiéis de los datos de hoy que el futuro viene chungo. También es verdad que en ese mismo mes la disolución de empresas fue la menor en ocho años, pero bueno, eso es secundario.
A quien hay que reconocerle coherencia es a Javier Esparza, que cerró julio denunciado que el Gobierno “quiere imponer una dictadura nacionalista” y ha empezado septiembre denunciando que el Gobierno “quiere imponer una dictadura nacionalista”. Lo que deja al líder de UPN como campeón mundial de la exageración. Algo que tendría su gracia si no fuera porque todavía quedan por sacar de las cunetas a cientos de víctimas de la última dictadura.
Pero tampoco hay que tomárselo a mal. A fin de cuentas, se trata de decir algo que suene duro para que te hagan un poco de caso. Y qué mejor que llamar “extremista”, “radical” y hasta “nacionalista vasca” a la presidenta del Gobierno para calentar un poco el ambiente. Solo le faltó sacar la lengua con cara de malo para que el profesor le echara de la clase. “Por primera vez en democracia a este Gobierno se le teme, porque este Gobierno castiga a cualquier organización o asociación que no sea de los suyos, que no se doblegue a su ideología nacionalista y que no les haga la ola”, ha llegado a decir Esparza este verano. Lo que le deja muy cerca del récord de Barcina, que tras el trompazo electoral de 2015 soltó aquello de que “Navarra va camino de la Alemania pre-Hitler”. Para que luego digan que el chico no tiene tablas. Nos espera un curso divertido.