Injerencias y paracaidistas profesionales

UPN PIDE EN MADRID QUE EL CONGRESO PROHÍBA LA IKURRIÑA EN NAVARRA Y EL PP EXIGE A BARKOS QUE «CONDENE» EL PROCESO SOBERANISTA CATALÁN

Los nacionalistas vascos no son buenos navarros. No hay más, así de simple”. Lo decía hace unos días en las redes sociales una persona vinculada a UPN con el aplauso de uno de los dirigentes del partido más activo en el mundillo digital. Y que es más o menos lo que viene diciendo la derecha navarra desde que comenzó la legislatura, pero con algo más de claridad a ver si así nos vamos entendiendo. Que no han sido 20 años intentando construir una Navarra monocolor para que ahora todo se vaya al traste.

Porque los malos navarros hasta se han atrevido a poner las ikurriñas en algunos ayuntamientos este verano. Solo un momento y durante el chupinazo, vale, pero suficiente para herir la sensibilidad de los navarros de bien, que son los que importan. Y eso es algo que UPN no puede permitir. Así que se ha ido a Madrid a pedir que el Congreso “rechace” los “delirios” de la mayoría municipal de Pamplona. Y como los diputados de bien, afortunadamente, allí sí son mayoría, quiere que acuerden de paso una “adecuada promoción, protección y regulación de los símbolos propios de cada comunidad autónoma y de Navarra” mediante la aplicación de la ley “favoreciendo con ello la convivencia y la buena armonía entre todos los españoles”. Armonía la mía, claro. Injerencias y obsesiones, las de los demás.
En tiempos de minoría a la derecha siempre le ha quedado la ayuda exterior, ya sea a modo de mayoría en Madrid o de algún paracaidista como Javier Maroto, a quien de vez en cuando mandan a Pamplona a echar una mano a Ana Beltrán, y que ayer alertó a los navarros de que Uxue Barkos “quiere disolver esta comunidad”. Como si la presidenta del PP necesitara nuevas ideas.

De hecho, al vicesecretario del PP no le faltaron halagos para su compañera de partido, una mujer “valiente”, dijo, que “con contundencia y serenidad, con convicción, defiende la foralidad y también el sentirse a la vez profundamente española”. Tanto, que Beltrán ya ha exigido a Barkos que “condene” el proceso soberanista catalán. “No sabemos si lo aprueba o reprueba, lo que sí sabemos es que no lo ha condenado”, apuntó ayer la dirigente popular.

La cosa no tiene nada que ver con Navarra, pero es lo que está de moda. A Barcelona por ejemplo se fueron en cuadrilla los de UPN tras el doble atentado yihadista a mostrar su apoyo. Y qué mejor forma de hacerlo que ir allí a decirles que son españoles. “España unida contra el terrorismo”, proclamaba desde la cabecera de la manifestación Javier Esparza, el único líder político que puso una bandera rojigualda con crespón negro como símbolo de solidaridad con Catalunya. Había tanto interés en dejar claro de qué iba aquello que al frente de la columna paracaidista mandaron al rey. Y claro, algunos volvieron después cabizbajos porque “un día de homenaje a las víctimas” se había convertido “en un acto independentista”. Será que los nacionalistas catalanes tampoco son catalanes de bien.

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