Mientras en Navarra la resistencia montaba otra txistorrada contra el cambio, en Madrid las fuerzas del mal se unen para destruir España
Hay semanas que se tuercen y no hay manera de enderezarlas. Ahí anda por ejemplo el pobre Mariano, que hace siete días era presidente del Gobierno y una tarde se metió en un bar a echar una copa y cuando salió le habían levantado el sillón. O el pobre Pachi, que monta una manifestación para mostrar su amor al euskera y le sale una performance de lo más xenófoba. Y eso que puso a Guelbenzu a recitar consignas desde el escenario como si fuera el Rosario para que la gente se sintiera como en casa.
Fue como uno de esos capítulos de Barrio Sésamo en los que aprendías la diferencia entre ‘arriba’ y ‘abajo’. Solo que esta vez con “los de aquí” y “los de fuera”. Los de aquí, claro, era ellos, los navarros buenos que habían ido a la manifestación. Y los de fuera, los que “trae el euskera”. Ese idioma raro que nos gusta tanto tanto tanto que lo mismo te meto un paraguazo, como al tío que hemos mandado al hospital. Que era guipuzcoano y seguro que estaba pensando en presentarse a una oposición.
Fue, claro, un hecho aislado. Como la señora que gritó “Asirón al paredón”, como el que quería mandar a “Barkos a la cárcel” o como los que gritaban “Navarra sí, vascos no”. Que ovejas descarriadas hay en todos los lados. Y más en una manifestación que, según los organizadores, llegó a reunir a más de 30.000 en 5.000 metros cuadrados. A seis por metro incluidas farolas, árboles, marquesinas y mobiliario vario. Para que digan que no fue un éxito.
Gente fue, desde luego. Mucha, aunque un poco confundida. Como sin acabar de entender muy bien qué era eso de protestar contra el euskera pero apoyando el euskera. Y más de uno acabó abucheando a Mendiburu cuando se puso a leer en vasco. Que es mucho peor que meterse con los inmigrantes y los discapacitados. “¡Que no lo queremos aprender!”, le llegó a gritar una buena señora.
La cosa ya venía torcida de antes. Al menos desde que se les ocurrió que los ayuntamientos les pagaran el autobús como si aquello fuera una excursión del Imserso al Castillo de Javier. Y aunque se le parecía mucho, ese no era el plan.
Tampoco, claro, que cambiaran el Gobierno de España justo la víspera. Y que encima el PSOE lo hiciera con el apoyo de quienes “quieren romper España”. Que ya bastante jodido lo tenía el pobre Javier Esparza para librarnos del Mal como para que encima ahora los socialistas se echen en manos del PNV. Un partido que en esta semana de pasión ha pasado de ser un ejemplo de responsabilidad institucional por salvar los presupuestos del PP a ser los primos-hermanos de Satanás.
La cosa ha sido tan rápida que a los del PSN ni siquiera les han avisado. Y mientras Pedro Sánchez medía sus palabras para contentar a quien tenía los votos, a Inma Jurío le dio por prepararle al PP el argumentario para la oposición. “En Navarra hay un caos absoluto nacionalista”, relataba la parlamentaria del PSN, que podía haber hablado en nombre de UPN y se hubiera notado menos que su presencia en la manifestación.
Y ahora, España
Tampoco es que el PP necesite mucha ayuda para montarse su Apocalipsis en España, que empieza ya a calentar motores como en los mejores años de Zapatero. Todavía no han tomado posesión los nuevos ministros y ya tenemos a los primeros analistas anunciando que “Bildu gobierna España”. Lo ha dicho Ana Beltrán, que hoy da una charla en Alcobendas sobre la “Batasunización de Navarra” para ir preparándoles para lo que les espera.
La preocupación es grande. Sobre todo en esos 3.000 cargos que están ya guardando sus cosas en una caja de cartón. Gente de bien y orden que solo piensa en España, como Francisco Bernabé, delegado del Gobierno central en Murcia, que ya ve al PSOE “gobernando con quienes han asesinado a los suyos” y “con los populistas que quieren hundirnos en el comunismo para llevarnos a la miseria”. “El Gobierno de España está en manos de los herederos de ETA”, ratifica Fernando López Miras, presidente de Murcia, hermosa región donde por lo visto la cosa se ve realmente chunga.
Y esto es solo un aperitivo de lo que le espera al nuevo Gobierno socialista, al que de momento le han puesto el de nombre de “Gobierno Frankenstein”, y que lo mismo le acaban montando una txistorrada en la Puerta del Sol. Más vale que el PSN sabe bien cómo se anuncia del fin del mundo y puede ir avisando en Madrid. Porque van a flipar.