Idealista y valeroso, Julio Pomés es un héroe incomprendido. El líder de una resistencia empeñada en que parezca que Navarra se va al garete
Es el destino del héroe. Debe hacerlo. En soledad, muchas veces incomprendido, criticado, desconocido. Solo ante su deber, ante un cometido que le trasciende. Como Luke Skywalker en StarWars. Como Bruce Wayne en Batman. Como Neo en Matrix. Como Don Quijote de Navarra. Héroes que no quisieran serlo, pero que se ven obligados. Porque como le dijo Gandalf a Frodo en El Señor de los Anillos, no nos toca a nosotros decidir qué tiempo vivir, sólo podemos elegir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.
Y en Navarra es Julio Pomés quien se ha visto obligado a asumir la responsabilidad de salvar a Navarra de su Apocalipsis. “Os escribo a los pocos navarros que de verdad queréis una tierra viable y estáis dispuestos al sacrificio de financiarnos”, recoge la carta que el presidente de Civismo ha mandado a unos cuantos empresarios para que suelten la panoja. Que triste es pedir, pero más triste es robar. Y más triste todavía trincar comisiones a cambio de contratas para poder financiar la sede de tu partido.
Porque en Navarra, asume Pomés en ese momento de debilidad que tienen todos los grandes héroes, son “pocos” los que están dispuestos “al sacrificio”. Solo unos cuantos valientes listos a dar batalla y convencer al personal que el Gobierno nos lleva a la ruina. Porque no, no son molinos. La cosa no va bien. Navarra va camino de ser “una comunidad fallida” en medio de un “empobrecimiento estructural” perfectamente diseñado por los villanos que nos gobiernan, que pretenden “arruinar Navarra para que sea más proclive al rescate por Euskadi”.
Idealista y valeroso, defensor de las causas perdidas, Pomés es la punta de lanza de un resistencia empeñada en que Navarra no se vaya al garete. O de que al menos parezca que se va, que eso supuestamente da votos. No importa que las profecías luego no se cumplan. El héroe debe ser constante. Si un dato mensual sale malo, se exprime. Y si a final de año la cosa no ha ido tan mal como se esperaba, o resulta que ha ido mejor que en el entorno, se anuncia un nuevo cataclismo a otra cosa mariposa.
En esto además Pomés va de la mano de sus primos-hermanos de Institución Futuro, otra criatura dedicada a hacer informes que llegó a tener partida presupuestaria fija mientras pedía más recortes, y que destaca también por su buena opinión del Gobierno foral. “Nuestra región crecerá menos que el resto de España”, corroboraba en sus predicciones para 2017 su directora general, Ana Yerro. “El Ejecutivo foral está haciendo un daño económico irreparable. El empleo va a crecer por debajo de la media”, auguraba el presidente de Civismo hace algo más de un año.
Ni uno ni otro vaticinio se ha cumplido claro. Navarra ha crecido más que la media y es la primera comunidad que baja el paro del 10%. Se han creado más empresas de las que se han disuelto y la recaudación mejora por encima de las expectativas. Que no como para tirar cohetes, pero al menos la cosa pinta un poco mejor de como quisieran algunos.
Todo, por supuesto tiene una explicación. Y nadie mejor que Juan Luis Sánchez de Muniáin para comunicarla. Porque el portavoz de UPN en Economía aprendió mucho de números en el Consejo de Administración de Caja Navarra, donde apuró las horas más que la orquesta del Titanic. “Navarra ya no es lo que era”, proclama el exconsejero de Barcina. Y no porque se le hayan acabado las cesantías, no. Sino porque el Gobierno de Uxue Barkos “vive de las rentas”. Se supone que de las de UPN, que como todo el mundo sabe dejó la hucha bien llena y las cuentas ordenadas.
Muniáin, que lleva dos años cuestionando los datos que aporta el Departamento de Hacienda porque “no tiene credibilidad”, admite ahora que la mejoría de la economía y del empleo “es incontestable”. Pero claro, el mérito es de Rajoy, de la misma forma que las penurias del pasado no eran culpa de UPN. Nosotros lo hicimos bien pero no se notó, y estos lo hacen mal aunque no lo parezca, nos viene a decir el responsable económico de los regionalistas.
El empeño en cualquier caso resulta conmovedor. Porque es que encima son gafes. Que Civismo anuncia una “pésima recaudación tributaria”, resulta que los ingresos suben un 13%. Que Pomés alerta de las consecuencias de una “quita unilateral de 93 millones de la Aportación al Estado”, va y el Ejecutivo foral firma un acuerdo con el Gobierno del PP para que le devuelva 215 millones. Que Yerro alerta del “incremento del déficit público y la consiguiente deuda en 2018”, pues se encuentran con superávit y el primer ejercicio sin endeudamiento en diez años. Por fastidiar.
Para este año nos han anunciado además que “Navarra camina, sin saberlo, hacia su integración en el País Vasco, porque, autónoma, no será económicamente sostenible”. Y que “el panorama, al contrario que el resto de España, no es bueno”. Así que parece buen momento para jugarse los cuartos en bolsa. O para invertir en el informe de Pomés, aunque solo sea por verlo pelearse con los gigantes. Que hasta Don Quijote a veces necesita ayuda. Y dinero, que hay que darle de comer a Rocinante.