En el cuatripartito de la oposición compiten por ver quién dice la mayor contra el gobierno foral, aun a riesgo de caer en el ridículo
Dice Amelia Salanueva que se va al PP porque allí son más valientes que en UPN. Y eso es lo más injusto que se ha dicho por aquí en mucho tiempo. ¿O es que no es de valientes pegarte una hora y pico de conferencia criticando al Gobierno sin plantear una sola propuesta, eh? ¿Y advertirle al PP de que no tolerarás que reconozca el derecho de autodeterminación de Euskadi? Para que luego digan que Esparza es un tibio.
Suerte para España que está UPN para garantizar la unidad constitucional. “Votaremos en contra de los presupuestos del PP si acepta saltarse la Constitución”, anunciaba esta semana en Madrid el diputado de UPN que, por lo visto, está preocupado porque el PNV y el PP puedan pactar la independencia de Euskadi a cambio de los presupuestos.
Palabras de Íñigo Alli en la dura entrevista que le hicieron en La Noche,programa del canal informativo en la televisión pública española que destaca por su gran pluralidad de voces y análisis. Allí estaba por ejemplo Carlos Dávila, que tras pasar por algunos de los medios más extremos del país ejerce ahora de analista de la situación política. Y que en el caso de Navarra ha llegado a la conclusión de que lo de Cataluña es un juego de niños.
“La grave situación de Cataluña nubla cualquier otro asunto. Pero lo de Navarra es una euskaldunización. Se está causando una vasconización sin que la gente se dé cuenta del peligro”, alertaba Dávila al conjunto de los españoles de bien. “Ha hecho un gran diagnóstico”, replicaba Alli en un diálogo que iba subiendo de grado por momentos. –A que es verdad que son muy malos. -Sí tío. -Y que se comen a los niños. -Que sí, que sí. -Y que España se rompe por Navarra. -La has clavao, macho.
Total, que Iñigo Alli fue a la tele a hablar de los problemas de la gente y acabó enredado en el Apocalipsis y advirtiendo a los espectadores de que en Navarra gobiernan los “marxistas, comunistas y abertzales”. Un drama que duró hasta que el director del programa decidió que ya era hora de volver a hablar Cataluña.
PERDIDO EN LA VILLAVESA Porque no es fácil hacerle sombra al monotema catalán. Esta semana solo lo ha conseguido un dirigente de Ciudadanos, al que el otro día se le ocurrió denunciar que en una de las villavesas de la línea 6 ponía el destino en euskera. “Los letreros, bilingües o en castellano!”, alertaba en las redes sociales Fernando Sesma que, por lo visto, o no entendía el significado de Unibertsitate Publikoa o le da urticaria verlo en euskera.
El problema, según explicó después su partido, era que el rótulo estaba estropeado y llevaba dos días sin alternar euskera-castellano como hacen el resto de autobuses urbanos. Una tropelía, vamos. Y un ejemplo más de la imposición del euskera.
Resulta que la denuncia se ha hecho viral, y no precisamente para bien Sesma, que ha acabado siendo pasto de la mofa de los usuarios de Twitter, que se han partido la caja un buen rato a su costa. “Que pongan el letrero en euskera pase, pero que no traduzcan el 6…” ironizaba una de ellas.
Ya se sabe que quien no arriesga no gana, y a veces hay que forzar un poco la cosa. Por ejemplo, Carlos Gimeno, el parlamentario gruñón del PSN, ha salido el paso estos días para decir que la política educativa de UPN la pasada legislatura era mejor que la actual. Lo que da una idea de lo fácil que se olvidan los recortes, o las ganas que tienen algunos de recuperar las viejas alianzas de las que ahora dicen renegar.
Al final, la cosa se acaba convirtiendo siempre en ver quién dice la mayor. Y ahí el más valiente, el único capaz de eclipsar al beltranismo es Sergio Sayas, una de la figuras políticas con menos escrúpulos en la historia reciente de Navarra. Que lo mismo da lecciones de seguridad vial que culpa al consejero de Salud de la muerte de un paciente de legionela. Capaz incluso de poner en riesgo la credibilidad del sistema sanitario a golpe de alarmismo.
No queda claro si todo es parte de una estrategia premeditada para darle fuego al chaparral o simplemente que el personal busca hacer méritos para ganarse un sitio la próxima legislatura. Que si la cosa no cambia mucho, para algunos pintan bastos. Por muy “experto en sector público” que recoja en el currículum.