CUANDO LA POLÍTICA DE TIERRA QUEMADA SE PASA DE FRENADA
Ya es mala suerte que juegues todo tu argumentario político a que Navarra va a desaparecer arruinada económicamente y anexionada en la CAV para que se te derrumbe cuando menos te lo esperas. Que una cosa es que seas Julio Pomés y guste profetizar el Apocalipsis foral en medio de la plaza pública con un embudo en la cabeza, y otra que vengan de tu propio partido a decir que bueno, que no es para tanto. “No hay una amenaza por parte de los anexionistas en Navarra”, decía Pablo Casado, el chico al que el PP saca los lunes a repartir estopa.
Tampoco es que a Ana Beltrán le haya preocupado mucho. Porque ayer volvía a insistir en aquello de que el Gobierno foral tiene “un plan establecido”, para que “los navarros seamos vascos” y la “anexión”, y el “euskera obligatorio” y todo eso. Pero es que esta vez tenido la mala suerte de que alguien se le ha ocurrido preguntar en Madrid por la supresión Transitoria Cuarta. La misma que la derecha navarra pasea por Navarra como si fuera un monstruo de cuatro cabezas y que Rajoy promete suprimir cada cuatro años.
Pero va el vicesecretario de comunicación del PP y replica que la Constitución mejor ni tocar porque “con la mayoría” actual en el Congreso abrir el melón “podría tener más problemas que beneficios”. Que en este país empiezas quitando a los navarros el derecho a votar si quieren ser Euskadi y puedes acabar dejando votar a los catalanes con urnas y todo. Y ya se sabe cómo están las cosas en Cataluña. Tan jodidas que a alguien en Madrid se le ha ocurrido la brillante idea que mandar a la Guardia Civil a registrar imprentas y periódicos para incautarse carteles de publicidad, y a la Fiscalía a amenazar con detener a 700 alcaldes. Para que luego digan que los buenos estrategas de la comunicación política están en Navarra.
Pues no, ahí que han mandado a la Benemérita a buscar urnas como si fuera dinamita. Y claro, como la mejor forma de que algo se vea en internet suele ser intentar censurarlo, no se les ha ocurrido otra cosa que difundir por su cuenta de Twitter los carteles que habían incautado para evitar su difusión Total, que la foto de la publicidad retirada ya la han visto más de un millón de personas.
LA GRACIA DEL ALCALDE Una genialidad que desde luego solo está a la altura de ilustrados políglotas como Super Mario Fabo, el ya popular alcalde de Marcilla, que con la gracieta del otro día se ha convertido en el gran protagonista de la semana, y seguramente también de una legislatura que va camino de pasar a la historia como la del Good Morning y el Chim Pon Chi. Porque después del “como no se euskera digo gumonin” y del “se empieza poniendo el carril bici y se acaba convirtiendo Pamplona en Corea del Norte”, la cosa empieza a alcanzar niveles insuperables.
Evidentemente ni el alcalde sabe inglés ni el concejal de movilidad. Pero qué más da. Tampoco Sergio Sayas sabe de medicina y ahí anda en plan pirómano loco diciendo que los pacientes que reciben un trasplante de médula ósea en la sanidad pública se mueren más que los de la “clínica cercana geográficamente”. Y que la culpa, claro, es del Gobierno de Barkos. Todo sea por hacer ruido y crear algo de alarma social, que siempre viene bien para ganar unos votos. A los pacientes tratados o pendientes de tratar, por supuesto, que les den. Que en todas las guerras hay daños colaterales.
La cosa venía a cuento de un informe interno preliminar que concluía que la tasa de supervivencia era “menor”, y cuyas conclusiones luego resultaron erróneas. Pero que el parlamentario de UPN ha decidido tirarle a la cara al consejero. Y eso que Fernando Domínguez, que será mejor o peor gestor pero al menos sabe de medicina, le había advertido previamente del error y de los riesgos. Pero como diría Rajoy, cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político.
Desde luego hay momentos que describen una legislatura. Anécdotas que viven en una frecuencia baja que escapa a la disputa política y al ruido mediático. Pero que por dramáticas o surrealistas llegan al fondo de las personas. Es entonces cuando solo queda pensar que de verdad Navarra va camino del Apocalipsis. O que definitivamente se les ha ido del todo la pinza. Y eso que todavía estamos en septiembre.