Después de treinta y cinco años de gobierno de los muñidores del Amejoramiento en forma de falso bipartidismo parecía que la hora del régimen que ha gobernado Navarra desde la Transición tocaba a su fin. La desastrosa gestión de Yolanda Barcina y el aislamiento social de UPN, a lo que habría que añadir la ruina absoluta de la otra pata del nacionalismo español en Navarra, el PP, parecían llevar irremediablemente a un cambio profundo en las instituciones navarras.
Ni los últimos movimientos para salvar el régimen, protagonizados por los de siempre; UPN y PSN con el visto bueno del PP, parecían tener otro desenlace previsible que el más absoluto fracaso. En este sentido la victoria de UPN en las primarias del PSN, protagonizada por la Senadora Chivite o la más reciente victoria del PSN en las de UPN con la cabeza de Barcina como trofeo, no parecían suficientes para evitar la sensación generalizada de cambio.
Ninguno de los sondeos electorales, ni el propio clima político de la calle, vaticinaba que la unión de los tres partidos alcanzase la mayoría absoluta, hasta hora inaccesible para el resto de fuerzas políticas de Navarra, por lo que se abrían un sinfín de posibilidades de alternativa de gobierno y de cambio institucional, siempre protagonizado este por las tres fuerzas emergentes Geroa Bai, EH Bildu e IE; la colaboración de las tres, de dos de ellas con apoyo externo de la tercera o cualquier combinación que pudiese incluir a un PSN, dentro o fuera, situado en la tesitura de participar en el cambio o desaparecer.
Faltan tres días para la publicación del Navarrometro y la más que probable irrupción de Podemos en el mapa político de Navarra va a alterar ostensiblemente el escenario político que se preveía. No es fácil vaticinar cual va a ser la potencia de esa irrupción, ni siquiera que los resultados de la encuesta determinen la presencia final de Podemos en el proceso electoral de mayo, el “marrón” de tener que apoyar un cambio con EH Bildu con las consecuencias que eso pudiera tener en España para el intento de Iglesias de asaltar la Moncloa seis meses después o facilitar la continuidad del régimen con las consecuencias que eso pudiera tener para el futuro de Podemos en Navarra, y en el PSN les pueden explicar algo de eso, pueden llevar a la dirección del partido a pensar en posponer “lo” de Navarra para las próximas.
En todo caso si finalmente ocurre y Podemos participa en las elecciones forales, no olvidemos que su política de alianzas la determinan sus órganos centrales en Madrid, y en Navarra tenemos una amplia experiencia en como suelen acabar impactando aquí las decisiones que se toman allí, Podemos está obligada a responder a unas cuantas cuestiones sino quieren convertirse en lo mismo que con quien dicen que han venido acabar; una estafa al electorado.
No seré yo quien le pida a Podemos una declaración de respeto y apoyo a la autodeterminación de los pueblos de España, el PSOE ya la hizo en Suresnes y no tardó más de un minuto de estancia en Moncloa para olvidarse de ella de forma inmediata, pero los navarros si podemos exigirles que aclaren su postura ante el régimen foral y el autogobierno de Navarra.
Los navarros si podemos exigirles que nos expliquen con suficiente antelación su política de alianzas y sus intenciones de propiciar el cambio. Su autoproclamación de democracia radical y de respeto a la opinión de los ciudadanos solo puede ser creíble desde la claridad y la transparencia. La ambigüedad y el juego a dos bandas que ha implantado el PSN en Navarra no pueden ser alimentados otra vez por intereses ajenos a Navarra.
Cierto es que Podemos está en proceso de formación, organización y definición política y quizás no sea todavía hora de pedirles posicionamientos ideológicos concretos en muchos campos, y menos en lo que se dice una organización política deliberativa, pero hay heridas que todavía sangran en Navarra desde aquel infausto agosto de 2007 y en las que los navarros exigimos claridad.
Sorprendente sería que quien ha irrumpido en el escenario político como un tsunami transmitiendo como mensaje principal el de acabar con la casta en la política española sea quien acabe apuntalándola en Navarra, y los navarros ya no estamos para más bromas.
Ander Muruzabal