Decía mi abuelo, un nacionalista cabal de los de antes, que Navarra tenía tres cánceres; el partido carlista, la caja de Ahorros de Navarra y el Diario de Cordobilla. Aparcados definitivamente en la estantería de la historia los dos primeros, el primero con las secuelas que aún colean a ambos lados de lo más extremo del arco político navarro y el segundo gracias a la brillante gestión económica de Goñi, su mentor de Corella, y algún/a dietista con prisa, queda el centenario periódico dela calle Zapatería.
No soy, debo reconocerlo, asiduo a sus páginas más es cierto por aburrimiento que por una especial inquina a sus argumentos políticos que, a veces, me hacen disfrutar de lo lindo, pero este lunes y a la vista de la trifulca que se avecina en UPN y de la que suele ser observador privilegiado he querido ojear sus páginas, vano intento pues parece que están esperando que se visualice más claramente el posible nuevo dueño del Cortijo antes de tomar postura definitiva, y en estos casos parece que optan siempre por no decir nada y no correr el riesgo de equivocarse de caballo.
Pero el esfuerzo ha merecido la pena porque he encontrado entre sus páginas un “delicioso” artículo de Julio Pomés, mentor espiritual de ese foro de liberalismo navarro que llaman Think Thank Futuro y que al igual que todo el liberalismo económico navarro, el otro se les debió olvidar entre las páginas del catecismo del Padre Astete allá por los años de su feliz infancia franquista, vive cómodamente instalado en la subvención pública.
Pues bien, cuando aún resonaban en mis oídos las palabras que dirigió a Mariano Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación la Diputada de Geroa Bai, Uxue Barkos, aludiendo al “Pase Foral” como herramienta fundamental del autogobierno navarro ante la política uniformadora que ha emprendido el PP, el tal Pomés afirma en su escrito, y en referencia al Convenio y al Régimen fiscal de Navarra que es una situación excepcional y de privilegio que puede ser modificada en función de las mayorías parlamentarias de Congreso madrileño para terminar la frase con un no menos glorioso “Torres más altas han caído”.
No seré yo el que discuta a Don Julio la necesidad de hacer la pelota cuantas más veces y con más profundidad sea posible a la actual inquilina, y eso que tiene pinta de quedarle poco para el desahucio, del Palacio de Carlos III, que es quien a fin de cuentas paga las facturas de la respetable institución que promovió, ni siquiera voy a entrar en las consecuencias económicas y sociales que ha tenido la política de seguidismo ciego de Barcina al PP madrileño, algo por otra parte lógico a la vista de las capacidades de su Consejo de Gobierno, para lograr el ansiado nivel de déficit que intenta justificar en su artículo nuestro ilustre “liberal”.
Pero si me gustaría aclararle, a él que anda tan preocupado por el fuero y la identidad de Navarra, que el Fuero, y por lo tanto el Convenio, es preconstitucional y está amparado por la disposición adicional primera dela Constitución Española, esa que tanto dice defender pero que, al parecer, ha olvidado leer. Que el Fuero no es el pacto sino que es anterior a él y que el pacto lo es en función del respeto al Fuero como Constitución originaria de Navarra, y que los navarros podríamos entender resuelto el pacto si este fuera alterado de forma unilateral.
Es curioso pues que quienes hacen bandera de la singularidad política de Navarra, de sus leyes privativas y de su identidad política sean los primeros en olvidarlas, si es que alguna vez las conocieron, cuando estas pueden suponer algún tipo de problema para el negocio que manejan en un momento determinado. ¿Será que el foralismo de UPN y algunos de sus palmeros no es más que fachada, sumisión y españolismo?
O será, como dijo otro ilustre liberal navarro hace tiempo alejado de salarios y prebendas públicas, es lo que tiene no hacer lo suficiente la pelota al jefe, “Una cosa es el amor a Navarra y otra los negocios”
Ander Muruzabal