LA DERECHA NAVARRA HA DESCUBIERTO ESTA SEMANA QUE EL TREN DE ALTA VELOCIDAD TAMBIÉN LE LLEVA A EUSKADI
En la fiesta del TAV todo estaba preparado para la mayor gloria del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna. Solo faltaba el confeti y la banda de música para hacer de aquello una velada de fin de curso americana. Lo habían montado en la Delegación del Gobierno de España para que se note quién pone aquí la guita encima de la mesa. Y como había que compartir medallas, incluso invitaron a la plana mayor del viejo régimen. Por estar, había hasta una delegación de ese Consejo de Jubilados que se ha hecho llamar Nuevo Futuro, y que como tiene mucho tiempo libre viene bien para hace bulto. Hacía tiempo que no se veía a la derecha foral tan junta y tan feliz.
Pero la cosa es que el acto salió rana. Y no porque ese señor elegante y divino que va de ciudad en ciudad como una estrella del rock prometiendo kilómetros de alta velocidad llegara tarde por culpa de la niebla. Ni porque evitara detallar cuándo piensa completar la obra. Que ya se sabe que quien dice 2023 lo mismo dice 2024. O 2030. Miguel Sanz y Pepe Blanco ya lo anunciaron para 2015. Así que tampoco pasa nada si la conexión con Vitoria se retrasa uno poco más, que ya buscaremos un culpable. Si es que al final acaba siendo por Vitoria, que tampoco quedó claro.
UPN Y PP NOS LLEVAN A EUSKADI No, lo que a la derecha foral y española le tocó los cementos fue que a Arantxa Tapia no se le ocurriera otra cosa que mentar la soga en casa del ahorcado. Hablar de Pamplona como “una de las cuatro capitales vascas del sur”, y encima decir que el TAV en realidad va a beneficiar a la “construcción nacional”. Fue como un cortocircuito mental en la doctrina oficialista de los últimos 20 años. Un agujero espacio-temporal de esos que amenazan con destruir el Universo.
La patada en realidad iba a la espinilla de EH Bildu, que se opone a la obra, pero sentó como si al anfitrión le hubieran pisado el callo. Que una cosa es que te inviten para quedar bien con tu partido que pinta mucho en Madrid, y otra que les mees en la alfombra de casa.
El personal venía además con el ceño fruncido de antes porque al Gobierno foral se le ha ocurrido poner en bilingüe algunos carteles en las carreteras, como si el euskera fuera un idioma o algo. “Han puesto Nafarroa bien grande para que cuando alguien entre en Navarra piense que es Euskadi”, interpreta Ana Beltrán. Y claro, a muchos se les retorció la silla cuando se dieron cuenta de que el proyecto estrella de la derecha navarra también les va a conectar con Euskadi por la vía rápida. ¿Pero quién se ha creído que es? ¡Qué falta de respeto! murmuraron algunos.
Total, que como el ministro andaba despistado mirándose al espejo, tuvieron que salir los defensores de la foralidad a dar la cara. “Es una vergüenza, los navarros no lo van a tolerar”, denunció Javier Esparza en cuanto agarró el primer micrófono. “¡Es un insulto a los navarros y una tropelía!”, proclamó indignada Beltrán que, como era de esperar, culpó a Uxue Barkos, que seguro que algo tiene que ver. Hasta la plataforma de jubilados salió al paso para denunciar la “inadmisible” intervención de la consejera vasca.
Desde luego, a nadie le gusta que le fastidien la fiesta justo cuando va a empezar la conga. Ni siquiera al PSN, que también había acudido a aplaudir las promesas futuras del ministro, y que no dudó en calificar de “independentista” y “fundamentalista” a la consejera. Lo que podría ser normal vistas las cosas que se dicen últimamente por Navarra si no fuera porque a Tapia la ha hecho consejera el propio Partido Socialista, con quien forma coalición.
EL PROBLEMA DE VERDAD En medio de todo el ruido, el Gobierno de Navarra ha optado por ponerse de perfil, argumentando que no iba a contestar a Tapia porque tampoco le contesta a Rajoy cuando habla de una Navarra foral y española. Y claro, la comparación tampoco ha gustado a UPN y PP, que ya han preparado una batería de iniciativas para que la matraca siga en el Parlamento.
Porque con el sacrosanto TAV no se juega. Que se lo digan si no a Julio Pomés, para quien “la integración entre la provinciana Pamplona y la global Madrid exige ineludiblemente mejorar en confort y rapidez la comunicación entre las dos ciudades”. Y claro, “la solución válida en tiempo y precio es el ferrocarril”, aunque solo sean 20 minutos menos de viaje y con precio subvencionado, que para eso a los liberales sí les parecen bien los impuestos.
El problema por lo visto es que los trenes Alvia tienen “un gran traqueteo”, lo que “dificulta escribir, teclear o reposar”. Y por si fuera poco, “la refrigeración”. “He conocido bastantes personas que han contraído gripes y catarros en el Alvia”, explica el presidente del lobby Civismo, que tiene “la sospecha de que no se toman medidas sanitarias en el sistema de climatización”. Así que el tren actual se mueve mucho, está lleno de virus y encima tiene “olores fétidos en el retrete”. Que parece un autobús de línea, vaya. “Lograr un tren confortable facilitaría esa circulación de elites que estimula la generación de capital intelectual”, avisa Pomés, que propone que como lo del TAV va para largo, que al menos le pongan “un Talgo” con forma de “pato” lo antes posible. Y tiene razón Julio. Si UPN y PP nos van a anexionar a Euskadi por tren, que al menos nos perfumen el vagón a los que vamos con traje.