Vuelve la actividad política con las elecciones en el horizonte sin que el descanso estival haya cambiado las consignas de los últimos tres años
Se acabaron las vacaciones salvo para esa mala gente que se las guarda para septiembre, y lo han hecho con bastante más rapidez que con la que llegaron. Tanto, que uno ya no sabe si seguimos en junio, en 2015 o en una película de ficción. Porque las cosas que se dicen en este inicio de curso no son muy diferentes a lo que se ha venido escuchando los últimos tres años. “Este Gobierno solo tienen una sola prioridad: más euskera, más ikurriñas, más imponer y entregar Navarra a Euskadi”, proclamaba Javier Esparza a modo de introducción preelectoral.
Tiene tanta prisa el líder de UPN que ya ha empezado a pedir el voto, y eso que nos quedan nueve meses por delante. Y la verdad es que no le pinta muy bien. Entre otras cosas porque el PSN ya le ha dicho que contigo no bicho, y así, pues las cuentas no salen ni aunque se las hagan en la Universidad Rey Juan Carlos. “La cúpula de socialismo navarro deberá calcular a qué infierno dantesco quiere descender maridándose con supremacistas-nacionalistas-independentisas y ricos, muy ricos”, advierte Pablo Úriz en un avance de lo que le espera al PSN en los próximos meses.
Y como las perspectivas no es que sean muy buenas, el personal se empieza a poner nervioso. “UPN arranca el año electoral sin ilusión y con un discurso vacío y sin ideas de Javier Esparza”, respondía la edición local de Pedro J, Ramírez al acto inaugural de Esparza en Cadreita, sobre el que explicaba que “los regionalistas han tirado de costumbre sin innovación alguna para comenzar el curso político con un acto deslucido y de escaso empaque”. Que vale, tal vez sea cierto, pero esas cosas no se le dicen a los amigos, tú.
Por lo visto, hay quien le tiene ganas al agoizko, sin entender que el pobre hace lo que puede. Levantar el erial que le dejaron pues no es fácil, y menos si la economía sigue creciendo por encima de la media y los socialistas se han echado en manos de bolivariano y secesionistas. Si hasta se fue a Marcilla a hacerse una foto con los tres operarios que andan moviendo tierras por donde se supone que va a pasar un tren a ver si alguien le hace caso. Pero ni por esas.
Debería aprender de Pablo Casado, que monta los pollos mejor que la Arrimadas quitando lazos. Después de pasar por Alsasua a decirnos que el euskera no es de Navarra, le dio por pavonearse por la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona en plenos Sanfermines a ver si alguien le decía algo. La cosa entre pitos y abucheos la verdad es que fue bastante civilizada, salvo por el típico cafre que bramó ante las cámaras para mayor gloria popular. “En Pamplona salimos bien de milagro”, relataría después el dirigente del PP por todos los platós de televisión, donde tras de un año a vueltas con La Manada han podido confirmar que en Pamplona son también unos bárbaros.
Y mira, la jugada le salió bien porque poco después purgaría a Santamaría y compañía en el congreso de PP. Que mucho Sanfermín Sí y todo eso, pero lo importante es lo importantes. Luego la culpa para Asirón y santas pascuas. “¿No será que los sanfermines 2018 han sido un fracaso en cuanto a visitantes, y que probablemente lo hayan sido, no solo por el mundial de fútbol sino por la pésima imagen que este ex cuatripartito se ha empeñado en dar al mundo entero, poniendo de relieve solo los aspectos negativos de nuestra fiesta?”, decía el concejal de UPN, Juan José Echeverría.
Es lo que le pasa a esta gente con las fiestas, que son tan puritanos que prefieren esconder la mierda que limpiarla, no vaya a ser que el vecino la vea. Porque las fiestas en Navarra son puras, salvo que se anuncien en euskera. Entonces sí, se monta el Cristo padre. “Incomprensible que algunas sean capaces de anteponer intereses políticos a la noble causa por la que fueron designadas para lanzar el cohete. No representan a Tudela, los tudelanos ni a las tudelanas”, afirmaba Alberto Catalán después de que a las lanzadoras del txupinazo les diera por decir Gora Tudela y Gora Santa Ana. Que para representarnos a todos ya están ellos.
Y es normal, porque a los pobres todavía les cuesta asumir que ya no mandan. De hecho, siguen hablando como si lo hicieran. Lo mismo te anuncian 3.000 millones para el TAV que un porrón de jubilaciones en Volkswagen. Claro, luego tiene que venir la ministra a decirles que esas promesas están muy bien, pero que mejor si hubieran puesto dinero en los presupuestos. Y vete tú ahora a Santa Pola a pedirle explicaciones al registrador de la propiedad.
Es tal al confusión, que este verano hemos visto al anticomunista, antiabortista, antivasquista y anti todo lo que huela a nuevo Carlos Salvador citando a un comunista como a Nelson Mandela. A Sergio Sayas criticando las derivaciones hospitalarias a los centros concertados y Maribel García Malo confundiendo el gasto dedicado a la renta garantizada. Y encima cuando se han hecho los indignados porque el PSN denuncia su deferencia franquista, a los cuatro días les aparece un concejal en el homenaje a uno de los alzados en el 36.
No está mal para ser un aperitivo de lo que tenemos por delante los próximos nueve meses. Que algunos le han cogido el gusto a esto de anunciar el Apocalipsis y a estas alturas ya no van a parar. Aunque luego en mayo tengan que hacer piruetas para explicarnos por qué todavía Navarra no ha desaparecido. Eso también va a ser divertido.