Falta un año para las elecciones y el miedo a las lenguas se azuza en la comunidad de los infieles
Después 60 años de violencia ETA ha anunciado su disolución, y a más de uno se le ha avinagrado tanto el café que hasta se les nota en la cara. Igual es que tiene razón Jaime Mayor Oreja, que donde todos han visto una rendición incondicionada, el ha descubierto un triunfo sublime y planificado. “El proyecto de ruptura de ETA está más desarrollado que nunca en Cataluña. Gobierna en Navarra y está en Valencia y Baleares”, alerta Mayor Oreja, que siempre ha sabido muchas cosas.
Razón debe tener, porque es algo que piensa también su amigo Federico Jiménez Losantos, otro experto en conspiraciones varias, que cree que ETA ha ganado porque ha conseguido “lo que siempre ha querido, los presos y Navarra”. Y que lo ha hecho además “gracias a Rajoy” que “ha entregado Navarra a ETA”. No han hecho falta ni Podemos ni el PSOE de Eguiguren”, lamenta.
Al final igual hasta nos acabamos acostumbrando a eso de que nos gobiernen criminales. Que muy malo no debe ser, porque en Madrid tienen a sus cuatro últimos presidentes autonómicos imputados por chanchullos varios y al partido en el Gobierno del Estado procesado por corrupción, y no les va tan mal.
Así que tampoco debe ser muy grave que el diario El Mundo llame a Uxue Barkos y a Iñigo Urkullu “cómplices de ETA” por plantear un cambio en la política penitenciaria. O que Manuel Marín señale en ABC que “Navarra se va a convertir en el escenario de un chantaje al Estado con una falsa apariencia de legitimidad para seguir mordiendo a España y socavando su estructura territorial”. Algo que no está muy claro que es, pero que al menos suena tranquilizador.
Ya se sabe que las cosas se ven mejor desde la distancia, sobre todo en Madrid, donde saben muy bien cómo están las cosas por Navarra. Si estarán bien informados, que Javier Esparza ha tenido que escribir un artículo en ABC para explicar que UPN “no es un partido nacionalista”, que es lo que le había dicho José María Carrascal, el de las corbatas de colores.
Porque claro, no hay cosa que les joda más a los de UPN que que les llamen nacionalistas. Porque muy navarrísimos y muy españolísimos sí, pero de vascos ni un pelo que te meto. “Nuestra única nación se llama España”, ha tenido que aclarar Esparza en un artículo rompedor en cuanto a argumentos nuevos, y en el que, además de las habituales referencias a ETA y a la transitoria cuarta, afirma que “en estos momentos el nacionalismo vasco plantea la anexión de Navarra al País Vasco como paso previo a la separación de España”.
Así que resulta que estamos en un proceso independentista y ni nos habíamos enterado. O algo peor, en una batasunizacion, que viene a ser un Apocalipsis zombi en el que vascos demacrados van por las calles comiéndose a quienes no hablan euskera para convertirlos en seres incapaces de sentir orgullosa su españolidad. Que es lo más cruel que se le puede hacer a un ser humano. “El nacionalismo vasco avanza en la colonización de Navarra”, confirmaba ayer a toda portada el ABC, que para ejemplificar la imposición lingüística mostraba un cartel grande y rojo en el que se lee “Navarra-Nafarroa”.
Por lo visto, alguien se ha dado cuenta de que falta un año para las elecciones y ha emprendido su operación de reconquista. A ver si azuzando un poco el miedo a los idiomas acabamos cuadrando las cuentas, que parece que no les salen. “La silenciosa euskaldunización de Navarra”, apuntaba también esta semana La Razón en un artículo en el que se habla un poco de todo para llegar a la conclusión de que “la mezcla de un complejo de culpa irracional junto con el temor a enfrentarse al nacionalismo y ser tachado de intolerante o anti-vasco, o incluso franquista, facilita que el gobierno de Uxue Barkos pise el acelerador de la euskaldunización a través de la educación”.
Lo mismo que El Mundo, que titulaba “Navarra, el próximo botín nacionalista” un reportaje calcado en argumentos, y en el que resucita a Julio Pomés para concluir que “Cataluña representa un modelo en el que vislumbrar el porvenir que aguarda a Navarra”. A la fiesta se ha sumado hasta El País, que alerta de que “la batalla política de la lengua se extiende a Navarra, Valencia y Baleares”. Tres territorios donde “PP, Ciudadanos y UPN” comparten argumentos. Y el PSOE, solo cuando está en la oposición.
Si es que no se puede ser tan bueno, que lenguas paganas nunca han sido buenas. Así que la solución al final pasa por cortar por lo sano. Que es lo que viene a proponer en ABC Mario Fabo, el alcalde de Marcilla que se hizo popular por la gracieta del gumonin, y que explica al periodista madrileño que la educación en Navarra “es un reducto abertzale donde los profesores son militantes que aprovechan el contacto con los chicos para hacer propaganda”. “Se proporcionan ventajas a los maestros que hablan euskera, que pueden participar en las pruebas de selección que se celebran tanto en castellano como en vasco”, denuncia el ilustre alcalde, que propone que “lo lógico sería zonificar la enseñanza con un único modelo” y que el euskera sea “una opción en el norte”. Parece que Navarra por fin ha encontrado a su Don Pelayo.